Ángel

Autor: Lily_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 20/09/2016
Fecha Actualización: 01/02/2018
Finalizado: SI
Votos: 3
Comentarios: 18
Visitas: 93799
Capítulos: 38

La hermosa y caprichosa Isabella Devreaux puede ir a la cárcel o casarse con el misterioso hombre que le ha elegido su padre. Los matrimonios concertados no suceden en el mundo moderno, así que... ¿cómo se ha metido Bella en este lío?

 

Edward Mase, tan serio como guapo, no tiene la menor intención de hacer el papel de prometido amante de una consentida cabeza de chorlito con cierta debilidad por el champán. Aparta a Bella de su vida llena de comodidades, la lleva de viaje a un lugar que ella jamás imagino y se propone domarla.

 

Pero este hombre sin alma ha encontrado la horma de su zapato en una mujer que es todo corazón. No pasará demasiado tiempo hasta que la pasión le haga remontar el vuelo sin red de seguridad... arriesgándolo todo en busca de un amor que durará para siempre.

 

Algunos personajes le pertenecen a Stephanie Meyer la mayoría son propiedad de Susan Elizabeth Phillips. Esta historia es una adaptación del libro Besar A un Ángel de Susan Elizabeth Phillips. 

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Capítulo 32: Nada tiene sentido sin ti

Edward llegó al circo a la mañana siguiente, cuando los primeros camiones entraban en el recinto de Chattanooga. Los días eran más cortos y el verano llegaba a su fin. El circo se dirigía hacia el sur para pasar el invierno cerca de Tampa, donde se instalarían hasta el final de la temporada durante la última semana de octubre. La excedencia de Edward en la universidad concluía en enero y había pensado hacer una investigación en Ucrania antes de incorporarse, pero ahora sabía que no lo haría. Sin Bella todo lo demás carecía de importancia.

Echó un vistazo al recinto. El nuevo asentamiento estaba en una ladera con muy poco espacio llano para montar la carpa principal. Edward tenía ojeras por la falta de sueño, pero le dio la bienvenida al reto. Sabía que eso no apartaría a Bella de sus pensamientos —nada lo hacía, — pero le ayudaría a pasar el tiempo.

Era Trey quien conducía su caravana hasta allí, pero aún no había llegado, así que Edward se dirigió a la carpa de la cocina para tomarse un café bien cargado que calmara el vacío de su estómago. Antes de llenarse la taza, oyó un chillido agudo y exigente. Maldijo por lo bajo y se dirigió hacia donde estaban los elefantes.

Cuando llegó, no le sorprendió ver que Neeco parecía resentido.

— Devuélveme la picana, Edward. Con un solo pinchazo pondremos fin a esta sandez.

A pesar de la petición, Edward sabía que el domador prefería no usar la picana tras su encuentro con Sinjun. Le gustaba pensar que había sido Bella y su manera de tratar a los animales lo que había abierto los ojos de Neeco, porque ahora era más suave con los elefantes y todo marchaba mucho mejor. Pero tenía que asegurarse de que Neeco lo había entendido y de que no volvería a las andadas.

— Mientras siga siendo el jefe, no volverás a usar la picana.

— Entonces, hazlo tú.

Edward se acercó a Tater y el elefante lo abrazó. Le metió la punta de la trompa por el cuello de la camisa para olerlo, igual que hacía con Bella. Edward lo desató y se dirigió al camión que transportaba la carpa con Tater trotando tras él.

Tater había dejado de comer al desaparecer Bella, pero Edward había estado demasiado sumergido en su infierno privado para notarlo. Neeco le obligó a ser consciente de la situación cuando el estado del elefantito comenzó a deteriorarse.

No tardó mucho en comprobar que el elefante encontraba sosiego con su presencia; pero no por Edward, sino porque Tater lo asociaba con Bella. Comenzó a comer otra vez y poco después seguía a Edward por el recinto como antes la había seguido a ella.

Los dos se abrieron paso hasta el camión. Desenrollarían la carpa tan pronto decidieran dónde colocar el circo. Brady había llegado antes que él, pero se apartó cuando Edward se acercó. Edward no sabía que hubiera hecho sin Brady; Jack y él se habían encargado de que todo marchara bien durante sus largas ausencias.

Durante las horas siguientes, Edward trabajó codo con codo con los empleados en el montaje. Todavía tenía puesta la ropa que llevaba en el avión, pero tampoco se la cambió cuando llegó Trey con la camioneta. El sudor empapaba la camisa azul de algodón y se le había desgarrado el pantalón del traje gris, pero no le importó. El trabajo le entumecía la mente e impedía que pensara.

Cuando ya no pudo posponerlo más, fue a la caravana con Tater pisándole los talones. Ató el animal cerca de donde Digger había preparado el heno y vaciló al acercarse a la puerta. La caravana olía a Bella, tenía su toque, lo único que faltaba era su presencia y él odiaba estar allí dentro.

Entró y se vio torturado por imágenes de ella entrando corriendo por la puerta con las mejillas manchadas, la ropa sucia, la paja enredada en el pelo y un brillo de satisfacción en los ojos. Se acercó a la nevera, pero lo único que encontró fue una lata de cerveza y un yogur que Bella había comprado. Había caducado dos semanas antes, pero no quería tirarlo.

Agarró la cerveza y la abrió mientras se acercaba a Tater. El elefantito se estaba echando el heno en el lomo, y tomó un poco de paja fresca para espolvorear a Edward con ella como gesto de amistad. Edward entendía ahora por qué su esposa siempre llevaba el pelo lleno de heno.

— Estoy seguro de que Bella te echa de menos, amiguito —dijo suavemente, frotando la trompa del elefante.

Se sentiría todavía más perdida sin Sinjun. Existía una extraña comunión entre Bella y el tigre, algo que él nunca había entendido por completo. A su esposa le encantaba trabajar con los animales que nadie más quería: un elefantito problemático, una gorila tímida, un viejo tigre con aire regio. . . Debía de ser difícil para ella no estar con los seres que amaba. En ese momento se quedó paralizado, se le puso la piel de gallina y se olvidó de respirar. ¿Qué le hacía pensar que no estaba con uno de ellos?  

 

 

Capítulo 31: Un mes sin saber de ti Capítulo 33: Reencuentro

 
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