Esa noche obviamente no dormí, para mi casarme a los 16 años es una locura y más si no lo es por amor. Lo odio, no existen mejores palabras para decir lo que siento en este momento ¡Odio a Edward Cullen! No puede llegar y decirme, mira Bella nos casaremos. ¿Pero quien se cree? Aash no puedo ni pensar en él, porque me dan ganas de correr a su habitación y colocarle una almohada sobre la cara y presionar hasta que no respire. Me levanté y me di una larga ducha, me maquillé para tapar todas las marcas que delataban mi terrible noche. Lo logré, mi maquillaje cubría todo. Me vestí con unos jeans blanco y un buzo azul que tenia una carita feliz y mis infaltables converse azules puag hacía frío y es obvio porque estamos llegando al invierno. Baje con pesadez las escaleras y me encontré con Edward sentado a la mesa, el televisor prendido en el canal de las noticias y su taza con café frente a el.
-Buen día -hablo sin despegar la mirada del televisor. -Seria un buen día si no te hubiera encontrado aquí.-dije de mala gana mientras me sentaba a la mesa. -Okey, tranquila –me miro fijamente a mi rostro y luego hablo- ¿Por qué te maquillas tanto? -¿Y a ti eso que te importa? -apoyé mis brazos sobre la mesa y recosté mi cabeza sobre ellos. -¿Dormiste? -No -una de las señoritas de limpieza se acercó a mi. -¿Qué va a desayunar señorita?-me sonrió simpáticamente. -Jugo de naranja. -¿Nada de comer?-me miró extrañada. -No, gracias-dije fingiendo una sonrisa mientras ella se retiraba. -¿Qué te pasa?-dijo de mala gana mientras me miraba- Claro, si se puede saber-agregó con sarcasmo. -¿Y todavía preguntas que me pasa?-dije casi sin fuerzas para hablar- Tu presencia en mi vida, me pasa- se levantó de su silla y se sentó a mi lado. -Mas te vale que te vayas acostumbrando a mi presencia porque dentro de dos semanas compartiremos la cama- desvió la mirada hacía el televisor. -Eso ni lo sueñes-le advertí.
-No lo sueño, ni te creas-dijo de mala gana. Puso uno de sus brazos alrededor de mis hombros- Vas a ser mi esposa y por lo tanto tu papel en mi vida, será complacerme por las noches- besó mi mejilla haciendo ruido. Estúpido, desagradable.
Sus palabras me habían dejado estática y sin respuestas. Yo no pensaba compartir la cama con el y menos tener relaciones. Este chico se estaba volviendo loco si pensaba en eso realmente. La chica me dio mi jugo de naranja y me lo tomé más rápido que nunca, pues tenía a Edward a mi lado abrazándome y ni siquiera me miraba. Observaba el televisor con sumo detenimiento y hacía muecas a medida que decían variadas noticias. Me levanté de la mesa y caminé hasta las escaleras pero su voz me detuvo.
-¿A dónde vas?-preguntó incrédulo. -A mi habitación-respondí retomando mi paso. Se levantó de la silla y me siguió- ¿Qué? ¿Qué quieres? -Me voy al trabajo. -Ahh ¡Feliz Cumple Años!- le dije sarcástica- ¿Crees que me importa?-pregunté enojada. -No, no creo que te importe, porque no te importa. Solo te avisaba porque tu vienes conmigo- dio media vuelta. -No, yo no voy contigo. -Si, tu si vas conmigo. Así que quiero que te vistas como una persona normal y bajes en 10 minutos. -Primero que nada, soy una persona normal y segundo si no queres que me vean así vestida, no me lleves-dije de mal modo antes de seguir subiendo las escaleras.
Entré en mi habitación y cerré de un portazo. ¿Una persona normal? ¿Quién se cree? Estoy normalmente vestida, tengo unos jeans y un buzo no esta nada mal para mi edad, pero como todo el mundo cree que tengo 19 debo vestirme como una vieja. Me recosté en mi cama y prendí el televisor. Me divertí viendo “Disaster Date” y los estúpidos que se creían esas citas de mentiras. Me reí un rato hasta que un golpe seco en mi puerta me hizo sobresaltar.
-¿Quién es?-grité sin levantarme de la cama. -Yo-me gritó desde el otro lado de la puerta. -No quiero que pases-le grite subiendo el volumen del televisor para no escucharlo. Pero aun así entro en mi habitación- -Nos vamos. -Te vas-lo corregí- No vaya a ser que alguien te vea con una persona anormal. -No me refería a eso. Me refiero a que no te vistes como cualquier chica. Te vistes así no más, ni te arreglas. -¿Arreglarme para que?-me senté en la cama y apagué el televisor- ¿Para que tu me veas arreglada? Ni lo sueñes, yo me arreglo cuando estoy de humor, cuando tengo a alguien que note mi presencia y cuando tengo a alguien a quien le importe como este vestida y maquillada. En cambio yo, te tengo a ti, no estoy de humor y ni te importa como este vestida. -Claro que me importa-dijo apoyándose en el marco de la puerta- Después de todo serás mi esposa. -¿Y eso que tiene que ver? -Que la esposa de Edward Cullen tiene que estar bien arreglada. -A ti solo te importan las apariencias-dije de mala gana y me encerré en el baño. -Sal de ahí-golpeó la puerta- Nos tenemos que ir. -Dime…-grité desde adentro- ¿Para que quieres que vaya? -Necesito tu ayuda. -¿Para que?- me apoyé en la puerta. -Me quedé sin secretaria. -¿Me vas a pagar?-abriendo un poco la puerta. -Si trabajas como se debe si-me contestó- Pero tienes que ponerte algo más formal. No te cambies los jeans pero ponte una camisa. -Okey, okey-salí del baño y abrí mi armario. -¿Me dejas elegir?-preguntó acercándose a mi. -No-respondí secamente mientras revolvía la ropa. -¿Por qué no? -Porque no-seguí revolviendo. -Esa-señalo una celeste. -No lo se-dije sacándola de la percha- Es muy ajustada. -Es perfecta- agregó mientras salía de la habitación.- Cambiate y baja, por favor- me pidio sutilmente mientras cerraba la puerta.
Me vestí con la camisa celeste. No era nada fea, pero muy ajustada. Hacía resaltar mis curvas y se pegaba a mi cintura formando un hermoso cuerpo. Me sentía rara, nunca la había usado y menos para salir de mi casa. Me miré al espejo y suspire, tal vez sea hora de salir del cascaron y demostrarle a los hombres que detrás de esta cara de niña, existe una mujer. Ademas es una buena oportunidad para demostrarle a Edward que puedo vestirme “normal” según el. Colgué mi bolso en mi muñeca y me coloqué los tacones, me puse un abrigo tapado, me cambie el jeans por uno nero a pesar de que me habia dicho que no hacia falta y baje. Edward estaba apoyado en la puerta principal con el maletín en la mano. Desvió la mirada hacía mi cuando me vio bajar. Salimos de la casa en silencio y mantuvimos ese silencio durante el viaje hasta la oficina. Al bajar del auto, me tomó la mano. Simplemente no me zafé porque su padre estaría allí.
Adelantos del próximo capitulo: -La sangre no tardó en salir
- Sentí que mi cuerpo se debilitaba
- Aléjate de la puerta -gritó antes de darle un tremendo golpe
-¡¿Qué hiciste?!
Hoooooooooooooooooooola espero que les aya gustado el cap les deje adelantos laaaaas amo hermosas graciiiiiiiiias por sus comentarios beeeeeeesotes y abrazotes aaah y no se pierdan el proximo capitulo
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