La bella y la bestia

Autor: BaaarbyGuffanti
Género: Romance
Fecha Creación: 28/01/2013
Fecha Actualización: 27/07/2013
Finalizado: NO
Votos: 18
Comentarios: 71
Visitas: 42091
Capítulos: 23

¿Nunca te paso que la persona que mas amas es la persona más fría del mundo? ¿Sabes lo feo es que le intentes demostrar tu amor y te saque a patadas de su vida? ¿Sabes lo feo que es que tu seas la pobre indefensa presa de sus castigos, de sus maltratos, de sus gritos, de sus enojos, de su ego y de sus malas costumbres. Vivir con una “bestia” no es nada agradable, cuando todo se puede tornar feo de un buen momento a un mal momento donde tú la pasas mal.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 21: Playa

-Quítate de encima mío.-dije empujándolo. Sonrió.- ¿Qué es tan gracioso? ¿Ah?- estaba totalmente enojada.- Juro que si no me explicas te golpeare.

-Vamos, adelante, golpéame.-volvió a sonreír.

-¿Por qué eres tan cínicamente estúpido?-le dije cruzando mis brazos.

-Porque tú eres una aniñada que me contagia su estupidez.

-Muérete.

-Y dale con eso. ¿Sabes? Si quieres, solo si quieres, puedes buscar palabras nuevas para decirme, solo si quieres.- hágase notorio su sarcasmo ¿verdad?

-¿Por qué te ríes?-le grite.

-Porque te ves tan indefensa cuando te beso.-me dijo. Ya me estaba sacando de mis casillas y se iba a comer un par de puñetazos.

-Basta, me tienes cansada.-le grité.- Deja de meterte en mi vida, de molestarme, lo unico que haces es que te odie cada día mas, que cada vez que te vea tenga ganas de apuñalarte, haces que me repugnes. No entiendo porque me obligas a casarme contigo, porque me besas, porque me haces fingir que somos “una hermosa pareja” frente a tus padres. ¿Sabes que? Creo que eres un despechado, que te han hecho sufrir y por eso me quieres hacer sufrir a mí. Anda, muy bien hecho Edward, lo has logrado.- las lagrimas comenzaron a desprenderse de mis ojos.- Haces que mi vida sea un infierno. Pero…

-Bella, yo…-dijo mirando el suelo.

-Tú nada Edward, tú vives para hacerme daño, pero esta bien, parece que yo nací para sufrir, así que ya ¿Qué más da? Es lo mismo, siempre voy a sufrir. Haz lo que quieras.-di media vuelta y entre en el baño. No cerré la puerta solo saqué papel del baño y me sople la nariz.

-Bella.-se apoyó sobre el marco de la puerta.- De verdad no quería hacerte llorar.-dijo.

-¿Ahora me dirás que lo sientes?-bajé la tapa del inodoro y me senté ahí. Lo vi asentir.- Ni te gastes en mentirme de esa maneras.-tiré el papel dentro del cesto de basura.

-No quiero hacerte sufrir, y menos hacerte infeliz.

-Ya lo lograste Edward, no necesitas decirme esas tonterías para que por lo menos me vaya a la cama contigo.-le dije. No lo estaba mirando.

-No quiero acostarme contigo.-dijo. Volteé a verlo.- No ahora.-agregó. Demasiada ilusión me había hecho.

-No quiero estar cerca de ti, me haces mal.-dije dejando que un par de lagrimas inundaran mis ojos.- De verdad no entiendo cual es el propósito.-dije. Se sentó en el suelo y me miró.

-Voy a contarte todo.-me dijo. Se veía sincero pero no podía confiar en el.

-Adelante.-lo invité a hablar.

-Antes necesito explicaciones.-dijo tranquilamente. Intenté controlar mi respiración para luego contestarle.

-¿Explicaciones de que?-pregunté. Me observó atento y volvió a hablar.

-¿Por qué no quisiste?- y dale con ese tema Cullen.

-Edward ya te dije, simplemente no pude.

-¿Por qué?

-Porque no. En serio, se que sonara estúpido o como quieras llamarlo, pero estoy esperando al hombre correcto.

-¿Es en serio?-arqueó una ceja.- ¿Vas a esperar de por vida?

-En la vida no todo es sexo.

-Creo que tienes una imagen muy incorrecta sobre el sexo.-me dijo. Espere que siguiera.- Aparte nadie dijo que nosotros íbamos a tener sexo.

-No, es que solo nos besamos para luego jugar a las cartas.-agregué sarcásticamente. Soltó una risa.- Si yo no paraba de seguro hubiéramos tenido sexo.

-No, para mi íbamos a hacer el amor.-soltó. Lo miré atenta. ¿Qué no es lo mismo? Me pregunté a mi misma.- ¿Tu que crees?

-Es lo mismo Edward.-le dije como si no fuera más que obvio. Negó con la cabeza.- Vamos, explica, soy una chica de 16 años, no una vieja experimentada.

-Sexo, es solo el polvo de una noche, pero cuando haces el amor, no querrás alejarte de esa persona.

-Oh, que cursi.-le dije casi riendo, pero la situación no daba para eso.

-Vas a ver, cuando hagas el amor, te darás cuenta.-me dijo. Este chico se esta poniendo cursimente tarado.- Piensa lo que quieras yo ya te dije la diferencia. Por algo se llama hacer el “amor” porque es con amor, tener sexo, es solo de una noche.

-Oh, veo que estas enterado de eso.-le dije. Me dedicó una mirada no tan agradable.- ¿Algunas vez haz hecho el amor?

-Nunca.-concluyo. Me sentí mal por haberlo rebotado de esa manera.

-Ah, entiendo.-dije mirando las blancas baldosas del baño.- Bueno, ahora explícame.-agregué como para zafar del tema anterior.

-Bien, te explicaré cuando respondas a mi pregunta.

-Ya te dije, ¿Qué mas quieres escuchar?-arqueé una ceja.

-Te dio miedo.-afirmó.

-¿Tu?-le dije, reí sarcástica. Su rostro no denotaba nada.- Edward, no vas a escuchar lo que quieres escuchar, aparte ya te he dicho muchas veces, no voy a acostarme contigo.

-¿Por qué no?-dijo casi desesperado.

-Porque no quiero, porque no eres el hombre al que amo.

-¿Y quien es ese hombre?-preguntó.

-Nadie, no me gusta nadie, por ahora, pero tú tampoco me gustas, así que nada de sexo o de hacer el amor, o como mierda te guste llamarle a tumbarse en una cama y devorarse el uno al otro.- rió por mi ultimo comentario y habló.

-Okey, entonces, Edward…-se hablaba a si mismo.- dale tiempo al tiempo y veras el procedimiento.

-¿Qué?-dije casi largando una carcajada.

-Lo que dije, tu solo espera y veras.-me dijo. No entendí.

-Bien, ahora si, explícame.-dije ansiosa por saber porque este chico hacía de mi vida un infierno.

-Si, te explicare, pero vamos a la habitación, no me gustan mucho los baños.-se levantó del suelo y me tendió la mano, lo ignoré y me puse de pie yo sola.

Salimos del baño y caminamos hasta el pequeño living, yo me senté en uno de los sillones mas pequeños, el en el grande.

-Dime, y quiero que empieces desde el principio.

-¿Luego iras a la playa comigo?

-Depende, vamos explícame Edward.-dije seria.

-Si.-entrelazó sus manos y se acomodó sobre el sillón.- Es algo complicado.

-Vamos, no des vueltas y dilo, créeme a estas alturas ya nada puede sorprenderme viniendo de tu familia.-le dije, me fulminó con la mirada.

-¿Recuerdas lo que te conté de mis padres? Cuando estábamos en la oficina, que tu decidiste que nos preguntáramos cosas, ¿Recuerdas?- dijo, asentí.- Bueno, mi padre me prohíbe ver a mi hermana y no se cuando podré verla de nuevo.

-¿Cuántos años tiene ella?

-Ella ahora tiene 8, me perdí su vida desde hace dos años, te aseguro que ni siquiera se acuerda de mí.

-Edward, no creo que sea así.-dije sin mirarlo, no pude.

-No lo se.-dijo pensativo.- Bueno, entonces hace poco me dijo que el iba a dejarme ver a Abril…-Abril, tomé nota mental de mi futura “cuñada”.- solo si me caso.

-¿Y que tiene que ver eso con que me hagas sufrir día a día?-dije frunciendo el ceño.

-¿Quieres dejarme terminar o no?-dijo de la misma manera que yo. 

-Vamos, anda.-subí los pies al sillón y me senté como indio.

-Entonces fui a esa subasta de mujeres huérfanas y créeme que no encontré nada mejor que tu…-lo interrumpí bruscamente.

-¿Qué insinúas Cullen?-dije enojada.- ¿Soy poca cosa?

-Para casarte conmigo, si.-dijo sin importarle nada.

-Bien, pues entonces vete a otra subasta y déjame a mí en paz.-dije levantándome del sillón.

-Bueno, como quieras, puedes escaparte pero de alguna manera te traeré de nuevo, y no iré a otra subasta porque me costaste bastante cara como para desperdiciarte.-me dijo. Lo mire sorprendida.

-No hablas en serio ¿o si?-créanme, daba miedo.

-Si, no pagué $3000 solo para tenerte de adorno, y mis planes no eran solo casarme contigo pero eres muy pequeña y no voy a hacer lo que tenía planeado.

-Oh, entonces cambiaste tus planes y me arruinaste la vida.

-Digamos que si.

-Bueno, digamos que si, ahora supongamos que cuando el cura pregunte “Isabella Marie Swan" ¿Acepta a Edward Styles como esposo?” Yo supuestamente tengo que decir que si, pero…

-Ni te atrevas.-dijo enojado.

-¿Ah no?-arqueé una ceja.- ¿Qué pasa si digo que no? 

-Te mato.-me gritó.- Ten piedad, no me caso contigo solo para casarme contigo o porque de verdad me gustes, me caso contigo solo para ver a mi hermana.

-Bueno, búscate a otra que quiera casarse contigo.-di media vuelta y caminé hasta el teléfono.- Tengo hambre. ¿Puedo pedir o no?

-Haz lo que se te de la merecida gana.-dijo de mala manera y se recostó en el sillón boca abajo.- ¡Ahora si grítame que me muera!-grito chocando su boca contra un almohadón.

-¡MUERETE ENTONCES!-le grité yo, me senté en la cama y tomé el teléfono.

-Gracias, es lo que quiero desde hace ya varios años.

Me quedé pensando, ¿Qué sería de mí sin Edward? No, no, sin Edward de la manera en que el me mantiene, me da una casa y bueno, me trata mal pero dentro de todo, vivo gracias a el. 

-No, no te mueras.-dije pensativa.

-¿Qué?-dijo desde el sillón. Yo miraba el teléfono en mis manos.- ¿Qué dijiste?

-Que no te mueras.-repetí. Aun que era raro de admitir, lo necesitaba. 

Con tan solo imaginar la vida sin Edward, se me hizo aburrido. Sin sus peleas y bipolaridades, lo quería a pesar de que era un maldito fastidioso, de que me hacía la vida imposible.

-Luego dices que el bipolar soy yo.-se dio vuelta en el sillón y aun acostado me miró.- Si yo me muriera, ¿Me extrañarías?-preguntó.

Sonó tierno, pero conmigo no va lo tierno, por lo general, lo tierno es cursi y empalagoso.

-Bella.-dijo esperando mi respuesta.- Si tu te murieras, yo si te extrañaría.-me dijo. Volteé a verlo, me sonrió de costado.

Okey, que alguien me ayude porque no se que responder. Bien… rápido…” Mmm… me acabo de dar cuenta de que yo también te extrañaría”. Mejor juguemos al papel de la chica histérica y el chico bestia.

-Wow, que cursi puedes ser cuando te lo propones.-dije dedicándole una mirada indiferente. Desvió la mirada y largó una risa amarga.

-Sigo insistiendo, luego el bipolar soy yo.-canturreó. Lo miré de mal modo.- ¿Por qué te empeñas en que nos llevemos mal?-preguntó.

-Porque tú te empeñas en joderme la vida y por eso…-me quedé callada, no tenía nada que decirle.

-¿Por eso?-me incitó a hablar.- Voy a preguntarte una cosa.-me dijo.- ¿Nunca nos vamos a llevar como una pareja normal?

-Edward, no me salgas con cursilería barata, es obvio que nunca vamos a llevarnos como una pareja normal porque no somos una pareja normal.

-Entonces…-¿Qué más quería que le digiera?

-Oye, Edward, mira tengo hambre, así que si no te importa voy a pedir algo para almorzar porque de verdad me estas saturando los nervios.

-Okey, pídeme algo a mí también.-volvió a tumbarse en el sillón.

No respondí, solo marqué el número y llamé al servicio a la habitación. Para mi pedí solo una ensalada y una gaseosa de dieta, para Harry carne al horno con puré de papas (patatas).
Me acosté en la cama y comencé a hacer ruidos sobre la almohada.

-Mmmm….iiiiaiaiaiaii…shhhhuuooouuuu Boooom Brrmmm.- ¿Quedo claro que estaba aburrida? Sentí la tierna risa de Edward a mi lado.- ¡Te vas!-dije aun con la cara sobre la almohada.- Vamos, no quiero pelear de nuevo.

-Y no tienes por qué.-lo sentí recostarse a mi lado. Apreté la almohada con mis manos.- ¿Qué hacías?-preguntó. Sentí su mirada sobre mi rostro clavado en la amolada.

-Ruidos sin sentido.-respondí aplastando mi boca. Inentendible.

-Ah.-dijo con desgano.- ¿Sabes?-hablaba mientras tecleaba su celular.- Aun tengo ganas de ir a la playa.

-Oh, que bien.-dije sarcástica mientras apoyaba mi rostro de costado.- Que te vaya lindo.

-Ah si, no te hagas la indiferente que tu vienes conmigo.-dijo, mas bien, carcajeó.

-Okey, con una condición.-dije, bloqueó su celular y me miró atento.- Que me dejes hacerme una de esas trencitas de playa.

-No.-dijo firmemente. Gruñí como una nena pequeña, frunció el seño y se acostó de la misma manera que yo, si no que observándome a mi. Quedamos frente a frente mientras nuestras respiraciones se mezclaban.- Con esas cosas te llenas de piojos.-hizo una mueca asqueante. Reí.

-Hazte una.-le sonreí.- Por favor.

-No me vas a convencer.-dijo.

-Ouuu que amargo eres Cullen, espero que nuestros hijos no sean iguales a ti.- shit, fue un comentario al descuido. Juro que su sonrisa era maléfica.- No lo tomes literalmente.-le sonreí como para salir del apuro.

-O sea, que vamos a tener hijos.-dijo sorprendido por las palabras que habían salido de mi boca.- ¡Que bien!-sonrió.- Si es una nena se llamará Megan.-me informó. Reí.

-Sigue soñando.

-Hey, tu dijiste que íbamos a tener hijos, no yo.-me echó en cara.

-No hablaba de eso, dije que sigas soñando con lo del nombre, se llamara Ashley.

-Eso esta por verse.-dijo riendo.- Pareces una nena pequeña, así toda despeinada.

-Cállate.- Oh no Bella, no te sonrojes. Tarde, conciencia molesta que adviertes las cosas cuando ya han ocurrido. Estas loca Swan, loca.- Edward.-dije llamando su atención, me miró directo a los ojos. Vamos Bella tu puedes decirlo.- Si.

-¿Si que?-arqueó una ceja. No había entendido.

-Que si.-volví a decir. ¿Por qué es tan difícil expresarse?

-Bella, no entiendo.-dijo. Lo más malo de la historia es que lo decía en serio.

-Que si, que si tu te mueres si te extrañaría.-dije, me sonrió enternecido. Volteé el rostro y me escondí tapándome con la almohada.

¿Qué más incomoda situación cuando la gente no te responde algo que te cuesta decir? No conozco otra.
Mis nervios de punta, mis mejillas explotando en colores rojizos y mi corazón latiendo con fuerza. 
Sentí unas suaves caricias que me corrían el pelo de la cara. No levantes la cabeza, no levantes la cabeza, vamos Bella, concéntrate en respirar el rico aroma de las almohada recién perfumadas por la limpieza del hotel.

¿Vieron en las películas en las que la campana los salva de dar lecciones orales a esos profesores malévolos? Bien, a mi me salvaron tres golpes secos en la puerta de la habitación. 
Solté todo el aire que retenían mis pulmones cuando sentí que Edward se levantaba de la cama y abría la puerta.

-Gracias. Diga en recepción que lo agreguen a mi cuenta.

-Si señor, dígame su apellido.

-Cullen.

-Listo, yo avisare.-dijo amablemente. La puerta se cerró.

-Ven a almorzar.-dijo apoyando la comida sobre la mesita del pequeño living, luego el silencio fue reemplazado por las noticias del día de hoy.

Levanté la cabeza y volteé a verlo.

-¿Me lo traes aquí?

-No.-cortó un trozo de la carne.- Vas a llenar de comida la cama.

-¿De que te quejas si tú no duermes en esta cama?-dije. Sonrió.

-No dormía, hoy si pequeña.-me dijo. Sentí mi corazón corriendo por llegar a mi garganta, tragué saliva y me levanté de la cama.

-Bueno, yo dormiré en el sillón.-traté de controlar mis nervios.

-Como gustes preciosa.-dijo mientras se concentraba en su comida.

Me senté a su lado y agarré la bandeja que contenía mi ensalada, tomé un tenedor y comencé a comer.
Él se concentraba en su carne, en devorar a la pobre vaca que había dado su vida por alimentar a algunas personas, no lo juzgo, yo no soy vegetariana pero cuando me imagino esas cosas me dan ganas de serlo. No viene al caso.
Terminé antes que él y aun que él comía como un animal, su comida era más abundante que la mía. 
Me levanté del sillón y caminé hasta el baño, debía cepillar mis dientes.

-Alístate como para ir a la playa.-me gritó desde donde él estaba.

-Okey.-dije.- Tú prepárate para hacerte una trencita.

-Tú y tus ideas locas.-me gritó, reí y cerré la puerta.

Me cepillé los dientes, cepillé mi cabello y me quité el maquillaje, para ir a la playa no se necesita. Abrí el armario y saque mi bikini celeste junto con un short de mesilla y una remera negra de tirantes.
Me coloqué la ropa en el baño, para no causar discusiones con Edward. Arreglé mi cabello en una coleta y salí.

-Oh Dios santo.-abrí los ojos con asombro. Volteé rápidamente.- ¡Cúbrete ya!-grité. Sentí su risa.

-Ya, ya, pensé que no ibas a salir tan pronto.

-Vamos Edward, ponte unos boxers o algo.

-Listo.-dijo.

-¿No mientes?

-Por supuesto que no.

-No te creo.-dije volteando con los ojos cerrados.

-Vamos, mírame, te prometo que estoy en maya.-dijo, abrí los ojos y vi su blanco trasero. Volvió a reír y me volteé de nuevo.

-Ya te pones el traje de baño si no quieres que te de con un palo.-le grité, carcajeó algo que no pude entender.

-Ahora si.

-Júralo.

-Lo juro.-dijo tomándome de la cintura.- Creo que debería tomar sol de espalda, ¿No crees?-dijo a mi oído.

Mis mejillas se tornaron de colores rosados, reí tontamente mientras echaba la cabeza para atrás, sentí un húmedo beso posarse en mi cuello. 

-Relájate cariño, estas muy tensa.-me dijo sensualmente. Woow Cullen si que sabes conquistar a una mujer.

-Ya, vamos.-me zafé de su agarre.-Todo muy lindo, muy lindo pero se nos va el sol y quiero broncearme.

Edward tomó el bolso de playa y juntos salimos hacía el pasillo del hotel.

Capítulo 20: Bipolar Capítulo 22: Amor?

 
14442775 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10759 usuarios