Sálvame (+18)

Autor: PrincessCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 06/08/2013
Fecha Actualización: 25/05/2018
Finalizado: SI
Votos: 16
Comentarios: 51
Visitas: 47461
Capítulos: 15

-¡¡¡Tú me engañas!!! - Gritó acercándose a mí, con sus ojos llenos de furia.

- Claro que no, por favor... Sabes que jamás lo haría. Yo te quiero. - Lágrimas corrían por mis mejillas. Dios… ¿cuánto más tendría que aguantar esto? 

- Mentira... ¡Me engañas!... ¡Te revuelcas con el primero que se te aparece! - Volvió a gritar empujándome contra la pared. Mis músculos no reaccionaban, estaba asustada, no era la primera vez que lo veía así, pero hoy estaba peor. Mucho más enfadado que las veces anteriores.

- Eso no es cierto... - Lloré, las palabras salían entrecortadas de mi boca. Casi forzadas.

- ¡¡¡Eres una cualquiera!!! – Gritó de nuevo y estampó su puño contra mi mejilla. Lo último que sentí fue la sangre saliendo de mis labios.

Nota: Los recuerdos y los sueños de los personajes, los podrán encontrar en letra Cursiva. Mensajes de texto y llamadas telefónicas en Negrita. 

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Declaimer: Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la trama es de mi autoría. (Fic protegido por SafeCreative)

 

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Capítulo 2: Mi Infierno Personal.

SÁLVAME

Capítulo 2: Mi infierno personal.

Bella PoV

Luego de terminar de recoger el desastre del pasillo y la cocina, fui por un vaso de agua y una pastilla. El dolor que azotaba mi cuerpo amenazaba con acabar conmigo literalmente. Una vez que la pastilla estaba en mi sistema, fui a la sala y me recosté un rato en el sofá para ver la televisión, así podría  al menos distraer mi mente de tristes recuerdos. Ya eran pasadas las doce de la madrugada.

 

Cuando encendí el televisor lo que estaban pasando era una novela romántica, donde el protagonista de regalaba flores a su novia y le decía lo mucho que la amaba mientras le acariciaba el rostro. Sonreí al verlos, primero porque eso para mí era como un mundo paralelo y en segunda porque en un principio así fue para mí.

 

Durante el primer año de casados Paul era todo un sol, era amable, cariñoso, amoroso y muy respetuoso, además de que me ayudaba con los quehaceres del hogar. Nunca nos aburríamos, salíamos todas las noches a cenar y los fines de semana la pasábamos juntos, salíamos al parque, a la playa, a algún club o simplemente nos quedábamos en casa amándonos, como solo nosotros sabíamos hacerlo.

 

Pero hacia dos años que eso había cambiado, era como si el primer año de matrimonio hubiese estado ese chico dulce, dócil, que dice amarte mucho; y al año siguiente se quita la careta de borrego y se convierte en el lobo, haciendo de ti la presa. Una presa sin posibilidad de escapar.

 

Eso es lo que había pasado con nosotros, una noche, salimos a cenar y cuando regresábamos él estaba muy serio y no me miraba ni me decía lo que tenía; para mí era muy extraño porque entre nosotros siempre existió una confianza envidiable. Después de mucho insistirle en que me dijera lo que le pasaba, me contesto muy alterado, que no le gustaba la manera en que los hombres me miraban, que yo era de él y de nadie más. Su respuesta me desconcertó, yo estaba consciente de que llamaba la atención, no es por presumir pero, soy bonita, mi cuerpo es bien proporcionado, pero ¿tanto así? Trate de hacerle entender que yo sólo tenía ojos y corazón para él. Incluso me atreví a tomar su comentario como una broma y me reí. Pero mi respuesta no le agradó, así que después de discutir un tema que para mí era irrelevante, levantó su mano y la estampó contra mi mejilla.

 

Mi primera reacción fue devolverle el gesto, él no tenía ningún derecho de pegarme, ninguno. Pero me equivoqué monumentalmente, él tomó mi mano con fuerza, haciendo que los huesos de la muñeca me tronasen y me lanzó otro golpe; siendo éste más fuerte que el anterior. Así empezó todo, cada vez que un hombre me miraba yo terminada pagando la taza de caldo.

 

Muchas veces lo amenacé con denunciarlo, con contarle a mi familia, con decirle a mis amigas, pero él siempre me contestaba lo mismo, que no le importaba, hasta que una noche que se lo dije con toda la seriedad que podía, aun con mi labio inferior sangrando.

 

Me encontraba en el piso, enfurruñada tratando de protegerme de los golpes que mi verdugo me proporcionaba, sentía la sangre correr por los bordes de mi boca, las lágrimas caían sin detenerse a paso libre por mis mejillas y de mis labios sólo salían sollozos.

 

Pensaba en lo fácil que sería denunciarlo, al día siguiente, mientras él iba al trabajo, si era posible; con los moretones en mi cuerpo, sería fácil que vieran las pruebas. Sin pensarlo, la amenaza salió de mis labios.

 

Te denunciaré dije en un susurro levantando mi rostro, que se encontraba oculto entre mis manos.

 

¿Qué? —apremió con ese tono de burla que a mi tanto me molestaba.

 

Te voy a denunciar volví a decir con un tono de voz más alto, para que no le quedara duda de lo que había dicho. Su respuesta fue echarse a reír a carcajada limpia, lo cual a mí me desconcertó por completo, lo miré como si estuviera loco. Él dejo de reír y me miró fijamente.

 

No puedes hacer eso…

 

Si puedo, y lo haré —decía mientras me arrastraba por el suelo alejándome de él. Mi voz sonaba segura y eso fue lo que a él le enfureció, me tomó de los brazos y me puso de pie de un tirón pegándome contra la pared.

 

Tú haces eso y no vives para contarlo —ssusurró en mi oído mordazmente, haciendo que mi piel se erizara. Sería por el susto, el aturdimiento que tenía mi mente, pero no logré entender su amenaza.

 

¿De qué hablas? —no podía dar crédito a lo que estaba oyendo.

 

Mi inocente Bella… Tú abres esa hermosa boca que tienes y yo voy preso, pero primero acabo contigo —ccomentó tranquilamente apartando un mechón de mi cabello. Yo lo miraba horrorizada, con el pánico seguramente bailándome en la mirada. Paul se lo estaba pasando a lo grande.

 

No... —eestaba asustada. Dios… ¿cómo podía decir algo así?

 

Si linda, tú me denuncias y te mueres.

 

Y después de eso me besó con fiereza.

 

Mi mente analizaba sus palabras, no tenía salida, no quería morir, no quería morir  sin antes vivir el amor verdadero, porque obviamente esto no lo era, aunque llegué a creerlo así alguna vez. Que tonta fui.

 

Así fue como comenzó todo, después de eso, se fue haciendo costumbre, primero fue un día al mes, luego un día a la semana, hasta que se volvió diaria la tortura. Mi única escapatoria era dejar todo listo para cenar y yo fingir "dormir" para que así no tuviera oportunidad de golpearme.

 

Pero había días en los que no media el tiempo y pues, él llegaba, cenaba, me golpeaba, teníamos sexo y se dormía, esa era la rutina.

 

No me negaba a acostarme con él porque aunque sabía que él no me amaba y me usaba como el saco de un boxeador -sin mencionar que fingía mi propio placer-, era en esos momentos cuando nuestros cuerpos estaban unidos, cuando veía al Paul del que yo me había enamorado; claro que a veces usaba la misma rudeza en la cama y al día siguiente no podía ni sentarme. Con el tiempo me acostumbré a la violencia, así que en las mañanas y tardes las utilizaba para salir con mis amigas y mi familia, sobre todo con Emmett. Un momento de paz para que cuando cayera la noche, no me diera tan fuerte la depresión después de la sesión de "caricias" que me daba Paul.

 

Les pido no me juzguen, seguro en este momento algunas pensaran que soy una loca masoquista y en parte si lo soy pero, entiéndanme... Bueno, aunque si lo vemos desde otro punto de vista, no hay entendimiento para esta situación.

 

Sólo espero que un día venga mi príncipe azul y me salve del castillo embrujado donde la bestia me mantiene prisionera, solo eso espero, algún día salir de esta casa, alejarme de este hombre que decía amarme y darme otra oportunidad para poder vivir. Otra oportunidad para enamorar y ser feliz. 

Capítulo 1: Recuerdos. Capítulo 3: El Vecino.

 
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