AMOR POR CONTRATO (+18)

Autor: Isabella_256
Género: Romance
Fecha Creación: 01/05/2013
Fecha Actualización: 18/12/2015
Finalizado: SI
Votos: 65
Comentarios: 270
Visitas: 229515
Capítulos: 27

Edward Cullen es un joven y exitoso empresario reconocido internacionalmente, proveniente de una de las más importantes familias de Londres, por una desilusión amorosa se mudó a Los Ángeles y pese a ser un mujeriego empedernido lleva una vida muy solitaria hasta que se cruce en su camino Isabella Swan.

Pese a haber tenido una vida difícil la hermosa joven es alegre y carismática pero no confía en los hombres, ambos se conocen en una accidentada situación y se involucraran en un enredado acuerdo para que ella finja ser su novia ante su familia durante un par semanas. ¿Lograrán ambos superar sus temores y disfrutar su amor plenamente?....

 

Los personajes de esta historia son propiedad de Stephanie Meyer pero la historia es escrita por mi y es producto de mi loca imaginación por favor no publicar en esta página o en cualquier otra sin mi autorización.

 

Los invito además a leer mi otra historia (Dando clic en el título del fic)

"CORAZÓN IMPREDECIBLE (+18) (Finalizado)"

 

Además los invito a pasar por mi nueva historia

"SIEMPRE TUYA (+18) (En Proceso)"

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Capítulo 23: Dulce Tormento

Hola chicas por aquí estoy agradeciéndoles el apoyo a través de sus comentarios que he releído mucho aunque sea desde mi cell y sorry por no haber actualizado pero mi hijo estuvo un poquito delicado de salud, gracias Dios va mejorando aunque aún no tanto como me gustaría pero eso la verdad me ha tenido muy preocupada y espero que me comprendan si no he tenido ánimos para escribir pero en fin gracias a todas mis fieles lectoras y sobre todo a las que comentaron NOE, MONI CULLEN, INGRIDCOLLEN, EC07, ANGELESFRAGOSO, EMI20 y como siempre no puedo dejar afuera a mi adorado esposo HANSVULTURI_85 a quien amo con todo mi corazón por su apoyo incondicional. No las canso más y aquí les dejo el capi disfrútenlo.

 

 

 

– ¡Rayos!... si no me doy prisa voy a llegar muy tarde – exclamó Angela consultando su reloj.

– ¿Segura que vas a estar bien? No tienes muy buena pinta – dijo Angela escrutando mi rostro.

– Gracias – dije en forma sarcástica.

– Sabes muy bien a lo que me refiero Bella tú siempre luces hermosa pero jamás te había visto tan… triste – dijo mi amiga con pesar.

– Voy a estar bien Angie solo me siento algo cansada – dije dejándome caer en el sofá – voy a dormir un rato, luego me daré una ducha y estaré como nueva, ya vete no quiero que llegues tarde.

– Por cierto antes que lo olvide ¿podrías prestarme los pendientes de oro blanco que te regaló tu madre el día de la graduación? – dijo juntando sus manos en súplica.

– Si claro están en mi joyero – dije señalando mi habitación.

– Es el cumpleaños del jefe de Ben y tiene una cena con él y sus compañeros el viernes y quiere que lo acompañe y ya sabes como soy si no te los pido ahora de seguro lo recordaré a último momento – dijo antes de salir corriendo a mi habitación y luego de regreso mientras guardaba mis pendientes en su bolso.

– Nos vemos luego – dijo pero al llegar a la puerta dio media vuelta, corrió hacia a la mesa y tomo su celular.

– Casi lo olvido – dijo sonriendo mientras salía a toda prisa por la puerta.

– Nos vemos luego – gritó sin voltear.

– Nos vemos – dije a la puerta cerrándose.

No habían pasado más que un par de minutos cuando la puerta volvió a sonar y sonreí pensando que mi despistada amiga de seguro olvidó algo.

– Necesitas algo más Ang… – dije mientras abría la puerta y dejé la frase inconclusa al ver quien llamaba a mi puerta.

Era Edward de pie frente a mi lucía agitado y con el cabello desordenado pero le daba un aire sexy y salvaje como si se hubiera pasado la mano por el cabello varias veces como me he dado cuenta de que hace cuando está nervioso, sus preciosos ojos verdes recorrieron mi cuerpo lentamente de pies a cabeza con esa mirada llena de deseo que siempre ha logrado que cada terminación nerviosa de mi cuerpo despierte.

– Solo te necesito a ti – dijo y antes de darme tiempo de reaccionar estaba entre sus brazos con sus labios luchando por abrirse paso entre los míos, coloqué mis manos en su pecho y lo empujé con fuerza pero a penas y logré que nuestros labios se separaran un par de centímetros.

– ¿Qué demonios crees que haces? – dije contra sus labios ya que sus brazos me mantenían pegada a su cuerpo, aunque moría por enroscar mis brazos en su cuello, tirar de él hacia mí y besar sus labios con pasión aún estaba muy enojada con él.

– Recuperar lo que es mío – dijo antes que empezara a moverse conmigo entre sus brazos, cerró la puerta de un puntapié y me dejó aprisionada entre la pared y su cuerpo, besándome con insistencia luchando porque le correspondiera, su boca sabía a menta pero había un ligero matiz de alcohol que me hacía pensar que había estado bebiendo luego de nuestras discusión.

Quería abofetearlo, gritarle que me había lastimado, que se largara, pero estar en esta posición con el cuerpo de Edward pegado al mío sintiendo como su erección crecía rápidamente contra mi vientre y sus labios moviéndose con insistencia contra los míos no ayudaba a mis intenciones de rechazarlo.

¿A quién engañaba? Lo deseaba, lo deseaba con todo mi ser, mi cuerpo entero vibraba con cada una de sus caricias y mis hormonas desquiciadas a causa del embarazo no me ayudaban a pensar claro, así que deje de luchar y le devolví el beso cargado de todo el deseo que sentía, ya después le haría saber lo enojada que estaba con él.

Mis manos volaron a su cuello tirando de él pegándome más a su cuerpo devorando sus labios, mi cuerpo ardía en deseos por el suyo, cada fibra de mi ser deseaba sentirlo dentro de mí.

Sin perder tiempo en ese mismo lugar atrapada entre su cuerpo y la pared empezó a desatar el nudo de mi bata para luego deslizarla por mis hombros.

Dejé caer mis brazos para que la bata cayera al piso, luego desabrochó mi brazier deslizando los breteles por mis brazos y de inmediato mis trémulos dedos volaron hacia su camisa, él ayudó a mi tarea prácticamente arrancándose la camisa luego dirigí mis manos hacia su cinturón desabrochándolo y quitándolo de un tirón.

Rápidamente me levantó del piso y yo envolví mis piernas en su cintura.

Sus besos y sus caricias eran desesperados como si luchara por asegurarse de que yo era real, de que en realidad estaba en sus brazos, que aún era suya mientras que yo lo deseaba con cada fibra de mi ser.

En aquel momento aunque hubiese querido mantenerme enojada y ofendida no habría podido porque aunque una pequeña parte de mi cerebro trataba de recordar que era así como debía sentirme no lograba recordar siquiera porque habíamos discutido lo único que me invadía era el deseo y la pasión.

Sin decir una sola palabra camino conmigo hasta el sofá dejándome sobre el mientras su avariciosa mirada recorría mi cuerpo.

Se posicionó entre mis piernas y sus manos acunaron mis senos, pellizcando ligeramente mis pezones para luego deslizarse por todo mi cuerpo hasta llegar a mis caderas llevándose mis bragas entre sus manos, dejándome completamente expuesta y en un rápido movimiento estaba a horcajadas sobre él sintiendo su erección separada de mi sexo tan solo por su pantalón.

Ninguno de los dos quería juegos previos lo único que deseábamos era sentirnos, olvidándome de todo llevé mis manos hasta su pantalón liberando sus ataduras hasta dejar libre su erección y yo misma la guie hacia mi interior dejándome caer sobre ella disfrutando de cada centímetro de él dentro de mí y fui recompensada no solo con un gran placer sino con ver como Edward dejaba caer su cabeza hacia atrás y cerraba los ojos con los labios entre abiertos en un gesto lleno de placer.

Ninguno de los dos dijo nada ambos nos deseábamos demasiado, nuestras caricias y los gemidos de placer eran suficientes, mis movimientos eran frenéticos y el con sus manos en mi cintura los marcaba hasta que el placer del orgasmo llegó envolviendo todo mi cuerpo, luego de dos embestidas se quedó quieto aferrándose a mi cintura dejándose ir con un gruñido de placer.

– Te amo tanto Bella – dijo Edward aun jadeando contra mis labios.

– ¿Porque no dices nada? – dijo alarmado ante mi silencio.

– ¿Acaso has dejado de amarme de un día parar otro? – dijo mirándome intensamente y entonces mi ira por lo ocurrido volvió.

– Para qué quieres que te responda si no crees en mí – dije mientras me ponía de pie rápidamente y podía sentir su mirada recorrer mi cuerpo mientras llegaba hasta mi bata, me agachaba a recogerla y me la ponía.

– Por favor Bella escúchame un segundo – dijo poniéndose en pie y ahora fui yo la que no pudo evitar recorrer con la mirada cada centímetro de su torso desnudo mientras acomodaba su pantalón y luego recogía el resto de su ropa y empezaba a vestirse.

– Te estoy escuchando ¿no? – dije en forma brusca.

– Sé que debes estar muy enojada conmigo por lo de ayer.

– No sé qué pudo haberte dado esa impresión – murmuré de forma sarcástica.

– ¡Bella por favor!

– ¿Quieres ya parar? – grité ante su atónita mirada.

– Solo para refrescarte la memoria ayer yo necesitaba que me escucharas, te rogué que creyeras en mí y así como te supliqué que me escucharas también te dije que estabas lastimándome al compararme con Jessica y sobre todo te aseguré que cuando te dieras cuenta de tu error no me buscaras porque no quería volverte a ver ¿lo recuerdas?

– Claro que lo recuerdo y no sabes lo arrepentido que estoy de haberte tratado de esa manera – dijo acercándose a mí.

– No te atrevas a acercarte Edward y por favor hazme llegar las llaves de mi apartamento, las dejé en el bolso negro que está en tu armario – dije dándome la vuelta.

– ¿Y cómo entraste? – preguntó mientras recogía su saco del piso.

– Esta mañana Angela me llevo la copia que guardaba – respondí y tarde me di cuenta de lo que acababa de decir.

– ¿Me puedes explicar en dónde y con quien pasaste la noche? – casi gritó.

– Isabella te hice una pregunta, por favor respóndeme – dijo acercándose a mi impaciente porque le respondiera.

– En casa de Mark – le dije sin dudarlo sabía que se enojaría pero en el fondo quería que se retorciera de los celos por haberme tratado como lo hizo.

– ¡Maldita sea! – exclamó con la mandíbula tensa y dándose la vuelta con los puños apretados empezó a caminar de un lado a otro como león enjaulado – ¿por qué tuviste que ir a la casa de ese idiota? Lo único que él quiere es meterte en su cama. Debiste haberme llamado.

– ¿Para qué?... ¿Para qué siguieras ofendiéndome? Eres el colmo Edward después de todo lo que me dijiste como crees que yo iba a llamarte para seguir rogandote – dije dándome la vuelta rumbo a mi habitación pero él fue más rápido y tomándome del brazo me hizo girar y me envolvió entre sus brazos pegándome a su cuerpo.

– Pero porque tenías que llamarlo a él pudiste haber llamado a Angela o a Nessie – dijo contra mis labios pero lo empujé con fuerza y aunque no logré liberarme de su agarre el entendió el mensaje y me soltó retrocediendo un paso.

– En primer lugar Angela estaba con Ben quien le iba a proponer matrimonio y yo no iba a ser quien echara a perder su gran momento, en segundo lugar no iba a poner a Nessie en la difícil postura de elegir si ponerse de tu parte o de la mía y en tercer lugar ya me cansé de decirte que entre Mark y yo no ha pasado ni pasará nada él se portó como el buen amigo que es, me ofreció su hombro para llorar y me brindó un lugar donde pasar la noche, además fuiste tú quien me puso en esa situación al comportarte como un idiota que no se te olvide.

– Lo sé y no sabes cuánto lo siento, debí creerte, debí confiar en ti – dijo acortando la distancia entre nosotros, tomo mi rostro entre sus manos y clavó su mirada en la mía con sus ojos verdes llenos de arrepentimiento.

– Y si soy un idiota pero te amo Bella, por ti daría mi vida y sé que me merezco que me repitas una y otra vez lo imbécil que soy pero también sé que tú me amas – añadió pegando su cuerpo al mío.

– ¿Qué te hace pensar que con una disculpa vas a borrar todo lo que dijiste y yo voy a correr de vuelta a tus brazos? – le pregunté intentando sonar enojada pero teniéndolo tan cerca me costaba mucho trabajo no besarlo y olvidarme de todo.

– Tú y yo nos amamos y no podemos estar separados – dijo mientras sus labios se acercaban peligrosamente a los míos, pero haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad giré mi rostro dejando que sus labios se posaran en mi mejilla pues si permitía que me besara terminaríamos haciendo el amor aquí mismo sobre la alfombra.

– Lo puedo sentir, puedo sentir como tu cuerpo reacciona ante mis besos y mis caricias – dijo acariciando con su nariz mi cuello, aspirando mi aroma y haciendo acopio de toda mi fuerza puse mis manos en su pecho empujándolo para poner aunque sea unos cuantos centímetros de distancia entre nosotros para poder articular las palabras.

– Te amo, no lo voy a negar pero lo que dije ayer fue muy en serio yo no voy a permitirte que me faltes el respeto como lo hiciste y luego volver corriendo a tus brazos – dije zafándome de su agarre y alejándome de él.

– Lo se Bella y lo siento, haré lo que sea que me pidas con tal de que me perdones.

– Necesito que te vayas, eso es lo único que necesito en este momento.

– No… no me pidas eso mi vida, te amo, por favor no me alejes de ti – dijo en tono suplicante avanzando hacia mí nuevamente pero yo levanté mi mano en señal de que se detuviera.

– Yo también te amo Edward más que a mi vida pero no voy a permitir que nadie me menosprecie ni siquiera tú, así que si quieres hacer algo por mi vete, ahora necesito pensar y para eso necesito mi propio espacio así que pienso quedarme aquí y te ruego que respetes mi decisión – dije manteniéndome firme aunque mis ojos ardían a causa de las lágrimas que pugnaban por salir.

– Te voy a complacer Bella, pero recuerda que te amo y aunque en este momento estás sumamente enojada en el fondo sabes que yo te respeto mucho, yo sé que no es justificación para mi comportamiento pero los celos me cegaron – dijo y en dos pasos estuvo frente a mí envolviéndome en sus brazos.

– Me volví loco al verte en esas fotos besando a otro hombre, los celos me cegaron, la idea de perderte es tan dolorosa que me trastornó por completo, no imagino mi vida sin ti – dijo con sus labios a pocos centímetros de los míos y sus manos se cerraron alrededor de mis brazos atrayéndome a su cuerpo.

– Eres la mujer de mi vida Bella, te amo, es contigo con quien quiero pasar el resto de mi vida y formar una familia – ante sus palabras no pude evitar que una lagrima rodara por mi mejilla pero no era el momento indicado para decirle que nuestra familia ya se estaba formando, que día con día nuestro hijo crecía dentro de mí.

– No mi amor por favor no llores – dijo tomando mi rostro entre sus manos y acercó su rostro al mío hasta juntar nuestros labios en un beso lento y profundo, cuando nos separamos el pegó su frente a la mía, ambos quedamos jadeando por el beso y ya no pude contener mis lágrimas – no me gusta verte así y no sabes la agonía que siento al saber que soy yo el causante de esas lágrimas.

– Debes irte Edward – dije cerrando mis ojos, él besó mi frente y escuché sus pasos alejándose, luego la puerta cerrándose y para cuando abrí mis ojos ya me encontraba completamente sola.

Pese a que yo le había pedido que se fuera no pude evitar sentir una sensación de vacío y abandono al saber que se iba.

Luego de regodearme en mi dolor durante largo rato me di una ducha me puse unos jeans y un top azul y decidí llamar a mi doctora para concertar una cita pero por desgracias había salido de la cuidad y no podría recibirme hasta el viernes.

El resto de la tarde pasó entre suspiros, lágrimas y mirar el teléfono controlándome para no tomarlo y decirle a Edward que viniera por mí, pero debía ser fuerte y mantener mi postura no estaba dispuesta a aceptar que me tratara de esa forma y creyera que al día siguiente todo va a estar bien.

Por suerte las lágrimas y todo lo vivido en el día lograron que durmiera profundamente.

Después de una buena noche de sueño y una ducha me sentía mucho mejor, mi estómago se sentía casi normal así que después de una taza de té y un par de rebanadas de pan tostado decidí que iría a trabajar, quedarme aquí solo me deprimiría más y mi doctora no me recibiría hasta el viernes.

Abrí mi armario y tomé una falda negra de tubo y una blusa de seda sin mangas color azul y al mírame en el espejo me sentí satisfecha la falda se ajustaba muy bien a mi figura y sabía de sobra que a él le gustaba mucho el aspecto de mi piel con el color azul, me puse unos tacones negros, recogí mi cabello en una coleta, me maquillé ligeramente, tomé mi bolso y salí.

Al llegar a la puerta del edificio allí estaba estacionado el auto de Mark y él recostado en el la puerta del copiloto con un sonrisa brillante.

– ¿Mark que haces aquí?

– Pensé que podrías necesitar transporte.

– No debiste haberte molestado

– No es molestia – dijo abriendo la puerta de su auto para mí – intenté llamarte anoche pero tu celular estaba apagado.

– Si lo siento es que quería dormir sin interrupciones.

Gracias a Dios a Mark no se le ocurrió hacerme preguntas sobre mi situación con Edward aunque estoy más que segura que moría de curiosidad pero se contuvo y nos limitamos a hablar de trivialidades y a recordar algunas anécdotas de nuestra niñez.

– Adiós Mark y gracias por traerme.

– Cuando quieras hermosa ¿quieres que pase por ti cuando salgas?

– No – me apresuré a responder – Angela me llevará.

– De acuerdo – dijo resignado y después de despedirnos con un beso en la mejilla se fue y yo entre al edificio.

Llegue a mi escritorio y antes de que me pusiera cómoda el teléfono sonó.

– Buenos días oficina de Amanda Smith – contesté en tono profesional.

– ¿Me quieres decir quién te trajo? ¿Era ese malnacido verdad? ¿Qué hacías con él? – dijo la iracunda voz de Edward al otro lado de la línea.

– Tu mismo lo has dicho me trajo a la oficina ¿Qué no es obvio? – pregunté desafiante.

– Eso ya lo sé envié a Quil para ver como estabas y si necesitabas algo pero cuando llegó ya te estabas subiendo al auto de ese imbécil – dijo y podía imaginarlo con la mandíbula tensa y los dientes apretados mientras se pasaba la mano por el cabello una y otra vez.

– Ya para de insultarlo solo paso por mí y me trajo al trabajo, creí que había quedado claro que entre él y yo no hay ni habrá nada – dije en tono firme.

– Lo lamento – dijo suavizando el tono de su voz – confío en ti pero no en él y no quiero que vuelvas a verlo.

– Lo siento Edward pero no eres mi dueño y no vas a decirme lo que puedo o no hacer y ahora si me disculpas estoy en mi lugar de trabajo así que voy a colgar.

- Bella no te atrevas a… – fue lo último que escuché antes de colgar.

– ¿Bella que haces aquí? – dijo la voz de mi jefa sacándome de mi letargo – te dije que te tomaras unos días.

– Lo sé y se lo agradezco pero ya me siento mucho mejor y tengo una cita con mi doctora para el viernes.

– De acuerdo pero si te vuelves a sentir mal por favor dímelo.

– Gracias señora Smith así lo haré y ahora ¿Hay algo que pueda hacer por usted? – pregunté.

– De momento solo necesito que organices mi correspondencia. Ni muy bien había empezado mi tarea mi jefa me pidió que entrara a su oficina.

– En que la puedo ayudar – dije una vez adentro.

– El señor Cullen me llamó y me pidió como un favor personal que te envíe a su oficina – dijo mi jefa entre incomoda y divertida.

– Señora Smith siento mucho que se vea en esta situación…

– Tranquila Bella – dijo interrumpiendo mis disculpas.

– Se oía bastante… desesperado ¿Metió la pata en algo verdad? – dijo con sus ojos reluciendo con curiosidad.

– Algo así – murmuré.

– ¿Y lo estamos haciendo sufrir? – preguntó enarcando una ceja.

– Un poco – contesté sin poder evitar sonreír.

– Pues ve luego me cuentas – dijo yo solo asentí y antes de salir de allí añadió – y tómate tu tiempo Bella, resuélvanlo, ustedes se aman y hacen una hermosa pareja.

Hice mi camino hacia el ascensor y luego hasta la oficina de Edward con el corazón latiéndome tan fuerte que lastimaba mis costillas.

– ¿Esta muy enojado? – le pregunté a Angela sin preámbulo alguno.

– Está hecho una fiera – dijo Angela en voz baja – ¿Por qué está tan enojado?

– Se dio cuenta de que Mark me trajo – dije poniendo mis ojos en blanco.

– Pues creo que eso resuelve el misterio, pero como para cada fiera hay un domador te suplico que entres allí y lo calmes – dijo levantado sus cejas de forma sugestiva.

– ¡Angela!... – la regañé.

– Por favor ten piedad de mi si quieres que llegue viva y sin volverme loca al final del día desestrésalo un poco – dijo juntando sus manos a manera de súplica.

Dejé a mi loca amiga en su escritorio y con la mano en el pomo de la puerta tomé aire antes de abrirla y entrar.

– Son unos ineptos ¿Qué tan difícil es encontrar alguien eficiente hoy en día? – dijo claramente exasperado pero en seguida se dio cuenta de mi presencia y suavizó un poco su rostro.

– De acuerdo Jake confío en ti quédate hasta que arreglen ese error – dijo antes de colgar y luego depositó su celular en su escritorio antes de caminar hacia mí que me había quedado inmóvil junto a la puerta cerrada.

Lucía imponente con ese traje gris, se había aflojado la corbata del mismo color, los primeros botones de su camisa desabrochados, además de su cabello desordenado y su ceño fruncido eran clara muestra de su frustración pero a la vez lo hacían lucir muy caliente o talvez solo eran mis hormonas fuera de control.

Estaba lista para su ira mientras el caminaba hacia mí con la respiración acelerada y el ceño fruncido pero no se detuvo hasta estar frente a mí, tan cerca que nuestras narices se rozaban y su aroma inundaba mis fosas nasales.

– ¿Porque me haces esto? – preguntó con la mandíbula tensa tomando mi rostro entre sus manos y me beso, sus labios abriéndose paso entre los míos con pericia y aunque intenté poner resistencia era inútil pues su beso lejos de saciar mi sed de sus labios solo me hacía desear más y más.

Me arrastró entre sus brazos hasta el interior de su oficina hasta dejarme apoyada contra su escritorio mientras sus labios no daban tregua a los míos y sus manos acariciaban mis muslos llevándose mi falda entre ellas de a poco.

– Edward… por favor estamos… en tu oficina… no es… – dije dejando la fase a medias cuando dos de sus dedos se adentraron en mi húmeda vagina cambiando mis protestas por gemidos arrastrándome en su dulce tormento.

Eso era para mí Edward estos días un dulce tormento ¿Cómo alejarme de él? ¿Cómo mostrarme firme y ofendida? cuando su sola presencia hace que me olvide de todo, cuando con solo un roce de su mano hace que el deseo recorra mi cuerpo.

Para cuando fui consiente ya estaba tan solo en ropa interior sentada en el borde de sus escritorio, lo único que deseaba era sentirlo piel con piel así que empecé a desabrochar su camisa, luego le quité su corbata y lancé al piso, para luego deslizarle a camisa y el saco por sus hombros.

Ambos estábamos desesperados por sentir al otro sus manos llegaron hasta mi brazier y este se unió rápidamente al montón de ropa en el piso, luego volvió a la única prenda que me quedaba que quedo desintegrada entre sus manos lejos de molestarme su arrebato me encendió más y en un instante lo tenía dentro de mí, tuve que morder su hombro para sofocar un grito de placer, él arqueó su cabeza y soltó un varonil gruñido.

– La sangre me hierve cuando te veo cerca de ese tipo – dijo contra mis labios para luego continuar besándome y embistiéndome.

– Eres… solo… mía – dijo entre embestidas mientras yo gemía sin control.

Se mostró algo brusco y posesivo pero pese a eso sentí su amor en cada beso, en cada caricia, en cada te amo y en la forma que nos aferramos el uno al otro cuando llegamos al orgasmo.

– Te amo – susurró apoyando su frente en la mía – te extraño tanto, mi casa se siente vacía y silenciosa sin tu presencia y tu risa, en las noche no puedo dormir, mi cama se siente enorme y fría sin ti, te amo y te necesito a mi lado – dijo con fervor logrando que mi corazón se derritiera con su confesión y aunque en realidad ya lo había perdonado decidí mantenerme firme un poco más solo para defender mi postura y que no olvidara su error.

– También yo te amo… con locura… – dije aun jadeando – y me siento igual pero aun necesito tiempo.

Cerró sus ojos con fuerza, todo su cuerpo incluyendo su mandíbula se puso tensa al instante, pero para cuando sus ojos volvieron a abrirse su mirada ya no era para nada severa sino dulce y arrepentida.

– Lo haré te daré tu espacio aunque me cueste estar sin ti cumpliré con tus deseos hasta ganarme tu perdón – dijo antes de darme un casto beso en los labios.

 

***************

Alcancé a tientas el despertador aun con los ojos cerrados pero era hora de levantarme o llegaría tarde, me puse de pie y allí estaba de nuevo ese vuelco en el estómago y tuve que correr al baño a toda prisa me había pasado lo mismo ayer así que debería ser cuidadosa al moverme en las mañanas por suerte después de vomitar el malestar pasaba considerablemente.

Una vez duchada, vestida y arreglada me esforcé por comer un poco de granola mientras pensaba en como lograría mantenerme firme el día de hoy y no claudicar ante Edward pero el timbre de mi puerta me sacó de mi ensoñación y en cuanto abrí un enorme y hermoso arreglo de rosas blancas y rojas me esperaba.

– Buenos días señorita Swan – dijo Quil oculto tras el enorme ramo.

– Buenos días Quil – respondí mientras me hacía a un lado dejándole el camino libre, él fue hasta la mesa y lo dejó allí.

Después de nuestro encuentro de ayer en su oficina había recibido una caja de chocolates, dos ramos de flores al menos 30 llamadas perdidas y 10 mensajes en mi buzón de voz, con cada mensaje mis ganas de marcar su número y decirle que lo perdonaba aumentaban.

– ¿Está lista o prefiere que la espere abajo? – dijo Quil algo ansioso.

– Quil yo… – Por favor señorita si quiere que continúe disfrutando de los beneficios de mi empleo le ruego que me permita llevarla – suplicó.

Ayer había insistido en llevarme pero yo me negué, finalmente llegó Mark y me llevó al trabajo y aunque de seguro Edward se enteró y se puso como un energúmeno no me reclamó nada.

– Esta bien Quil pero ya te he dicho que me llames Bella, dame un minuto me lavo los dientes y nos vamos – dije resignada.

Al salir del edificio el teléfono de Quil comenzó a sonar él contestó de inmediato mientras caminábamos hacia el auto.

– Hola mi amor – respondió cariñosamente y fue obvio que la llamada era de Claire pero de un momento a otro su rostro paso de la ternura a la conmoción y el nerviosismo.

– ¿Qué?... ¿Cómo?... ¿Estás bien?... – preguntó fuera de si – Llegaré lo más rápido que pueda dejo a la señorita Swan en la oficina y salgo para allá por favor dile a la tía Sue que no se separe de ti, te amo – dijo antes de colgar.

– ¿Que pasa Quil? – pregunté.

– Es Claire parece que el bebé ya va a nacer, ella y tía Sue ya van rumbo al hospital.

– Pues que estas esperando ve a verla.

– Pero el señor Cullen espera que yo la lleve – insistió.

– Quil por favor no pierdas más tiempo ve con Claire, en este momento ella te necesita más que a nadie, ve y déjame a Edward a mí que yo me encargo de decirle que me negué a ir contigo y te exigí que fueras con tu esposa, yo tomaré un taxi – dije tajante.

– De acuerdo, muchas gracias señorita Swan – dijo antes de irse a toda prisa. No habían pasado ni dos minutos de que Quil se fuera cuando vi acercarse al auto de Mark.

– Hola hermosa – dijo en cuanto se bajó.

– Hola Mark – lo saludé dándole un beso en la mejilla. – Pasé a ver si necesitabas que te llevara al trabajo – dijo sonriendo como siempre.

– Ya te dije que no es necesario que te molestes.

– Y yo ya te dije que para mí no es ninguna molestia no voy a ir a la oficina sino hasta las 10 así que créeme, no me cuesta ningún trabajo – dijo mientras abría la puerta el copiloto para mí.

– ¿Quieres que pase por ti a la hora de salida o te regresas con Angela? – dijo cuando llegamos.

– No, hoy pedí permiso para salir una hora antes porque tengo una cita médica.

– ¿Estás enferma? – preguntó preocupado.

– No es solo un chequeo, pero no creo que quieras oír sobre mi ginecóloga.

– Claro que no – dijo algo sonrojado – pero para mí no es ninguna molestia llevarte.

– Por favor Mark no quiero abusar de ti – dije apenada pensando en que aunque él sabe que no le correspondo, sus sentimientos por mi aún siguen allí.

– Bella por favor – dijo acariciando mi sonrojada mejilla – eres muy transparente, siempre he amado eso de ti y me doy cuenta que te sientes incómoda por que conoces mis sentimientos hacia ti pero aunque no me correspondas sigues siendo mi mejor amiga, durante los años que estuvimos separados siempre extrañé tu amistad, nuestras platicas, siempre fuiste una buena amiga, me apoyaste en todo y no quiero perderte ahora que te acabo de encontrar, créeme cuando te digo que te deseo toda la felicidad del mundo aunque aún no estoy muy feliz con Cullen por haber dudado así de ti.

– Lo sé yo también estoy muy enojada con él aunque sé que está muy arrepentido, pero pese a todo lo que pasó lo amo.

– Lo se hermosa – dijo sonriendo aunque esa sonrisa no llegó a sus ojos.

– Ahora ve a trabajar que se te va a hacer tarde – dijo para aligerar el ambiente.

Nos despedimos rápidamente y en cuanto me acomodé en mi escritorio saqué mi celular respiré profundo y marqué el número de Edward.

– Bella mi amor – contestó al primer timbrazo.

– Hola Edward – dije con el corazón martilleando rápidamente en mi pecho ¿Cómo era posible que solo con escuchar su voz al teléfono me sintiera así?

– Que gusto escuchar tu voz – dijo dulcemente.

– Solo llamaba para rogarte que no te enojes con Quil.

– ¿Por qué habría de hacerlo? – preguntó extrañado.

– Porque fue por mí a mi apartamento pero recibió una llamada de Claire avisando que iba rumbo al hospital porque al parecer su bebé ya va a nacer.

– ¿En serio?... Me alegro mucho.

– Pero en fin el punto es que insistió en que debía traerme pero yo le ordené que se fuera y le aseguré que hablaría contigo para que él no tuviera problemas.

– Entiendo y… ¿Quién te trajo? – preguntó algo tenso.

– Me trajo Mark – dije y solo escuché silencio al otro lado de la línea

– Él es solo un amigo – añadí rápidamente.

– Lo sé – dijo luego de unos segundos.

– Bella ya sé que me pediste algo de espacio y yo acepte dártelo pero me gustaría llevarte a casa esta tarde, que hablemos y luego salgamos a cenar.

– Edward…

– Por favor Bella – me interrumpió – concédeme un par de horas de tu tiempo.

– Esta bien pero por favor esta noche no, voy a pasar a ver a Claire al hospital espero que el bebé ya haya nacido para la hora de salida.

– Yo también pasaré por allí ¿Quieres que te lleve? – pregunto.

– No – dije rápidamente – necesito hacer unas cosas antes mejor nos vemos haya y luego podremos hablar todo lo que quieras.

– De acuerdo mi vida será como tú quieras, te prometo que no te vas a arrepentir – dijo y por su voz casi podía verlo sonreír al otro lado de la línea.

– De acuerdo pero ahora tengo que colgar porque tengo mucho trabajo que hacer – mentí.

– Esta bien mi vida y no olvides que te amo más que a mi vida – dijo con voz apasionada y luego de varios segundos de silencio yo tampoco pude ocultar lo que quería decirle.

– Yo también te amo – dije y me apresuré a colgar.

Sostuve mi cabeza entre mis manos mientras respiraba profundamente intentando clamarme por suerte el día en la oficina estuvo un poco ocupado y eso disminuyo las oportunidades de ponerme a pensar en Edward, en lo que pasó, en nuestra platica de esta noche y en el hecho de que dependiendo de nuestra conversación le diría que vamos a ser padres.

Luego de agendar unas citas para mi jefa esta salió a una reunión y como ya le había pedido permiso con anticipación me dio luz verde para que me fuera.

Mientras recogía mis cosas y apagaba la computadora me preguntaba si ya había hecho sufrir los suficiente a Edward y lo más seguro era que la respuesta fuera que no pero el hecho de ir a mi primer control prenatal me hacía sentir optimista y tomé la decisión de concederle a Edward aquel tiempo para estar juntos, ponérsela fácil, disfrutar de él y al fin revelarle que va a ser padre.

Mientras estaba en el ascensor mi teléfono sonó y al mirar la pantalla y ver que era Nessie tomé una profundo respiración antes d contestar.

– Hola. – Hola ingrata he estado intentando llamare y tu celular siempre está apagado.

– Nessie lo lamento sé que no te he llamado pero… – Ni siquiera digas nada ya me contó Jake el numerito que te armo el neurótico de Edward y ya hablé con él y le grité un poco por ser tan idiota – dijo y casi podía imaginarla haciendo pucheros al otro lado de la línea – debiste haberme llamado en cuanto todo eso ocurrió.

– Lo siento Nessie pero no quería ponerte en esa postura de tener que elegir entre ponerte de su lado o del mío y más ahora que vas a empezar a trabajar en la empresa.

Ella y Edward habían acordado que empezaría el lunes para que tuviera tiempo de instalarse cómodamente en el departamento de Jake cosa que a Edward no le hizo mucha gracia pero después de todo tanto ella como Jacob son adultos libres de tomar sus propias deciciones.

Los regaños de Nessie y su furia con su primo continuaron hasta que llegué a la salida del edificio

– Mark ya estaba allí estacionado. Como de costumbre me recibió con una brillante sonrisa observándome tras sus gafas oscuras, lo saludé levantado mi mano y modulando “5 minutos”, él asintió y espero recostado en su auto mientras yo seguía escuchando a Nessie y luego de prometerle que al día siguiente desayunaríamos juntas al fin colgó.

– Hola hermosa – dijo inclinándose hacia mí para besar mi mejilla.

– Hola Mark.

– ¿Qué tal tu día? – dijo manteniendo la puerta abierta para mí.

– Tranquilo ¿Qué tal el tuyo? – dije una vez que ambos estuvimos dentro.

– Solo tuve que asistir a una larga y engorrosa junta con mi papá pero el resto del día estuvo bien.

– ¿Y has visto a Edward? – dijo fingiendo echándome un rápido vistazo.

– Hoy no lo he visto creo – contesté en voz baja.

– ¡Bella! – dijo de forma reprobatoria.

– Aunque me encantaría partirle la cara por el mal momento que te hizo pasar y por dejarte ir así, me doy cuenta de que tú lo amas y él a ti pero jamás arreglarán sus diferencias sino se sientan a hablar –añadió simulando concentrarse en la carretera pero podía notar su mandíbula tensa pues sabía que para él no era fácil decir aquellas palabras con las que me empujaba a los brazos de Edward.

– Acepte verlo más tarde y en verdad intentaremos arreglar las cosas.

– En verdad me alegro Bella – dijo mientras entraba al estacionamiento subterráneo del hospital.

– Gracias Mark – dije colocado mi mano sobre una de las suyas que se aferraba al volante y entonces todo ocurrió muy deprisa.

Un impacto…

Dolor…

Conmoción…

Al borde de la inconsciencia sentía como alguien me sacaba del auto de Mark y luego todo se volvió oscuro.

 

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Hola chicas espero que les haya gustado y me dejen sus votos si es que creen que la historia los merece y sus comentarios para saber si les gustó.

Cuídense mucho.

Besitos

 

 

 

 

 

Capítulo 22: Te Necesito Capítulo 24: Atrapada

 
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