Caminos Enlazados

Autor: Reed21
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 27/01/2019
Fecha Actualización: 27/03/2020
Finalizado: NO
Votos: 1
Comentarios: 1
Visitas: 11390
Capítulos: 6

Bella Swan debe mudarse a Forks, Washigton, para cumplir con la voluntad de su abuela. La fatídica relación que tiene con su padre le hace pensar que volver a vivir allí es lo más difícil que le han pedido. Pero su perspectiva cambia cuando conoce al misterioso Edward Cullen, quien ha mantenido su identidad en secreto, hasta que aparece esta curiosa e inteligente chica.

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Capítulo 3: Acercamientos

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Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a Stephanie Meyer.


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Capítulo III

Acercamientos

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Bella

Creo que esta es una de las lecciones más largas que he tenido, no podía evitar sentirme algo irritada al ver como ese chico se mantenía con la postura rígida sentado lo más lejos que le era posible de mí. Ambas manos se mantenían contraídas en puños mientras me miraba con repugnancia y evitaba respirar.

Bueno… quién iba a decir que el señorito iba a tener un olfato tan exquisito. No era mi culpa que mi champú de fresas junto con mi acondicionador de vainilla le olieran a mierda.

Traté de prestarle atención al maestro, pero era una tarea difícil. Primero, porque ya conocía el tema del que estaba hablando y aunque me parecía interesante, aprendí sobre éste a los siete años; ahora me dedicaba a estudiar la genética haciendo clonaciones de células de manera artificial con un equipo especial en cuarta dimensión. Segundo, era imposible hacerlo cuando a mi lado tenía a una persona furiosa que parecía que en cualquier momento me partiría el cuello.

¿Se comportaría así habitualmente? ¿o sólo yo era la que se abría un camino amplio directo a su putamen*?

El timbré sonó haciéndome sobresaltar, Edward Cullen ya había abierto la puerta y salido del salón antes que cualquier otro estudiante, los demás apenas estábamos empacando nuestras cosas para salir. Era demasiado mezquino. ¿No había algo así como una regla tácita en la cortesía social? Ni siquiera le había hablado al hombre y él no tenía reparo en demostrar cuanto le aborrecía. De todas maneras; como había dicho, suelo ser un repelente para las personas, pero no precisamente por mi olor.

Mmm tal vez había estado equivocada toda la vida y siempre ha sido culpa de mis productos para el cabello. Sonreí al pensar que quizá necesitaría cambiarme al lado del coco o de las manzanas.

-Eres Isabella Swan, ¿no? – me habló una voz masculina cuando estaba levantándome para salir del aula

Cuando alcé la vista me encontré con un chico rubio de ojos azules y con un rostro algo aniñado quien me dirigió una sonrisa amable.

-Bella- le corregí devolviéndole la sonrisa

-Mi nombre es Mike

-Hola, Mike

- ¿Necesitas ayuda para encontrar tu próxima clase?

-No, no lo creo. Tengo Educación Física, pasé por el gimnasio anteriormente así que ya sé dónde queda

-Es también mi siguiente clase.

Parecía emocionado por este hecho. Avanzamos juntos. Él aprovechó el tiempo e hizo gasto de toda la conversación. Me enteré de que él también vivió en California, pero su familia se mudó aquí cuando él tenía diez años, por lo cual entendía lo difícil que era adaptarse a la carencia de sol. Resultó ser alguien agradable, quizás el más agradable que había conocido hoy después de Rob.

-Oye, ¿le clavaste un lápiz a Edward Cullen, o qué? Nunca se había comportado de esa manera. – preguntó cuando entrabamos al gimnasio

- ¿Te refieres al chico que estaba sentado junto a mí? - le pregunté fingiéndome desentendida- No lo sé. No he hablado con él- me encogí de hombros. Era horrible que más personas se percataran de lo increíblemente odiosa que resultaba para Edward Cullen.

-Él es raro. Ni por un segundo pienses que todos somos iguales - le di una sonrisa

- ¡Hey! Bella- el grito de Rob hizo que todos miraran en mi dirección. Llegó hasta mi vistiendo una pantaloneta amarilla con una playera gris que tenía estampado el logo de la escuela. -Harás parte de mi equipo, bombón- pasó un brazo por mis hombros mirando con disgusto a Mike

-Allen- espetó Mike con un brillo furioso en sus ojos

-Newton- contestó entre dientes el pelinegro.

El chico rubio me dio una sonrisa y se disculpó yendo hacia el vestuario para cambiarse. Giré hacia Rob mirándolo con una ceja arqueada por su comportamiento y él gruñó "Una larga historia", no insistí en preguntarle y mejor fui a cambiarme cuando el entrenador Clapp me hizo entrega de mi uniforme.

Jugamos voleibol, nuestro quipo ganó. Resultó que Rob era bastante bueno en los saques y las chicas estaban demasiado asustadizas cuando veían un balón acercárseles al rostro. También funcionó que Rob soltara comentarios graciosos que hacían distraer a los contrincantes.

Cuando sonó la campana que indicaba el fin de clases, me dirigí a la oficina para entregar el comprobante con las firmas de los profesores. Suspiré con pesadez pensando en que iba a tener que caminar para llegar a la casa. Si bien el trayecto en auto no tomaba más de veinte minutos, sabía que iba a tardar demasiado llegar caminando. Charlie había dicho que me conseguiría un vehículo para mañana, pero seguramente se fue a Londres y lo olvidó por completo, al igual que estoy casi segura olvidó que me dejó en la escuela esta mañana y que debía al menos venir a recogerme.

Cuando entré a la oficina rodé los ojos al ver a Edward Cullen allí, lo reconocí al ver el loco cabello cobrizo. Decidí apoyarme en la pared a la espera de que Margaret terminara de atenderlo.

Estaba hablando con ella con una voz profunda y aterciopelada. Muy atrayente. Intentaba cambiar la clase de biología de la sexta hora a otra hora.

Esto era realmente patético, no pude evitar bufar por lo bajo.

Vi como la espalda del chico se tensaba de inmediato. Dio un leve giro casi imperceptible que le permitió darse cuenta de mi presencia mirándome de soslayo.

Sus manos volvieron a apretarse en puños; con voz suave se despidió de Margaret alegando que entendía que no había opción de cambiar de clase y antes de salir del recinto se encargó de darme una mirada llena de odio que hizo que se me erizara el vello de los brazos. Tal vez no estaba tan loca cuando dije que él y su familia podían ser un grupo de psicópatas.

Me dirigí hacia el escritorio y le entregué el comprobante a la mujer pelirroja. Le di una sonrisa débil cuando me preguntó maternalmente como había estado mi primer día y si me había gustado la escuela; de nuevo traté de ser lo más sincera posible y le dije que todo había estado bien, y realmente así era, si no tomaba en cuenta que un chico empezaría a odiar su clase de biología simplemente por tenerme a mí ahí… un problema cuando yo le había promedito al director Wadlow que no ocasionaría ninguna clase de altercados.

Como lo supuse, llegar a la casa me tomó bastante tiempo. Tuve que caminar más de una hora. Cuando la lluvia inició hice paradas pidiéndole al cielo que escampara, pero como eso no sucedió, mandé todo al carajo y decidí mojarme. De todas maneras, hace tiempo que no disfrutaba de la sensación de la lluvia en mi rostro.

Al menos pude entrar silenciosamente sin llamar la atención de nadie. Era una bendición que alguien -seguramente Leah- olvidara cargar con las llaves haciéndole dejar unas de repuesto detrás de una planta que estaba junto a la puerta- las había notado esta mañana al salir-. Subí despacio a mi recamara y de inmediato me di un baño de agua caliente, tomé un analgésico y me puse un sweater que me quedaba enorme para dormir. Puse a secar mi mochila y busqué mi celular, esta mañana pase por alto llevarlo conmigo y seguramente tío Mark ya había llamado para averiguar cómo estaba.

Resoplé cuando vi que había diez llamadas perdidas junto con dos mensajes de voz, ni siquiera me molesté en escuchar los mensajes y de inmediato le marqué.

-Isabella-respondió al primer timbre con un gruñido- ¿Por qué demonios no contestas ese maldito aparato? – estaba realmente enfadado, me había llamado Isabella

-Lo lamento, es sólo que lo olvidé- respondí a lo que el soltó una carcajada amarga

- ¿Lo olvidaste? ¿Tú? – bramó – Mi sobrina con memoria eidética ¿olvidó algo?

-No tienes que ser sarcástico conmigo. – casi pude verme a mí misma haciendo pucheros por la forma en que me estaba hablando- Sí, lo olvidé. Estaba demasiado en shock cuando Charlie decidió que me llevaría a la escuela para terminar mi tercer año.

- ¿Hay universidades en Forks? – preguntó incrédulo

-No, no hay universidades aquí- contesté

Un silenció se escuchó en la línea, tuve que revisar que la señal no estuviese afectada

-Entonces, ¿De qué estás hablando? – su tono parecía confundido

-Al parecer le dijiste a Charlie que no era justo que aplazara mi tercer año. Él decidió que tenías razón y me inscribió en la preparatoria de Forks, así que gracias por eso… genio- está vez fui yo la que utilizó un tono enfadado con él

-Espera un minuto… ¿él piensa que estás en la preparatoria?

-Ajá

-Y… ¿te inscribió en el instituto?

-Ajá

Estaba esperando que en cualquier momento una risa estrepitosa se escuchara. A mi me había parecido gracioso, una vez que olvidé lo molesta que estaba con Charlie.

Pero de nuevo escuché un sonido mudo en la línea

- ¿Tío Mark, estás ahí?

-Sí

- ¿Sucede algo?

-Estoy consiguiendo un vuelo a Seattle ahora mismo- suspiré ante esto

-No lo hagas, no es necesario- hablé suavemente tratando de que mi voz sonara tranquila- Estoy bien, ¿sí? Déjame contarte lo que sucedió…

Una vez le expliqué se calmó un poco e incluso se tomó con humor el hecho de que a pesar de todo no me había salvado del instituto. Le supliqué que adelantara el proceso para traer mi motocicleta más rápido, prometió que haría todo lo posible. Esperaba que sí porque no quería caminar todos los días para ir a la escuela. También le pedí que enviara mi microscopio y a MIXER con una advertencia de que tuviera extremo cuidado al hacerlo.

Tuve que hacer que me jurara que no diría o haría nada en contra de Charlie por esto, no hasta que terminara de hacer mi trabajo en la escuela, al menos.

Después de colgar le mandé un correo a Harper -mi asesora de investigaciones- explicándole la idea que tenía sobre el articulo y pidiéndole que llamara al director Wadlow y charlara con él sobre ello. Leí los estados financieros de las empresas familiares y llamé a algunos gerentes y clientes de éstas. A pesar de que Charlie se encargaba de manejar la parte financiera y estar al cuidado de que todo marchara bien, era pésimo en la parte que requería diplomacia; por lo general mi tío Matt y yo nos encargábamos de eso.

No bajé cuando fue hora de la cena, aunque mi estomago no estaba muy feliz con mi decisión. Probablemente Charlie no había regresado de su viaje y no quería tener una pelea con Sue o con Leah, además nunca volvería a comer algo preparado por esa bruja.

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ȜȜȜ

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Al día siguiente volví a ser la primera que se levantaba, por lo tanto, preparé el desayuno. Como imaginé Charlie no había regresado de su viaje, o al menos eso dijo Sue cuando Seth le preguntó por él.

Esto me dejaba en un gran predicamento, porque no sería capaz de decirle a la bruja que me llevara, podía intuir por el brillo maligno en sus ojos que sabía exactamente que debía llegar a la escuela y sin embargo no sería ella la que me hiciese el favor de transportarme; tampoco es como si pudiera persuadir a Seth indirectamente para que la convenciera de que me llevara cuando fuera a dejarlo a él a la escuela. Leah y él estudiaban en la reservación, una comunidad nativa de Forks que vivía un poco más aislada del pueblo y que quedaba al lado opuesto al que yo iba.

Me fijé en la hora e hice cuentas de cuanto me demoraría en llegar si agilizaba mi paso, ayer había tardado por las muchas paradas que hice tratando de no mojarme, pero hoy podía caminar sin detenerme. Agarré mi mochila la cual ya estaba lista desde anoche con un cambio de ropa extra y me dirigí a la puerta. Eran las siete, siendo positiva podría llegar a tiempo.

Me despedí de Seth, el cual fue el único que parecía preocupado por mí al ver que tenía que caminar hasta la escuela, cuando trató de hablar con su madre para intervenir por mí, ella salió de la cocina alegando que le parecía haber dejado la llave del baño abierta huyendo antes de que él modulara una palabra.

Él me vio con sus ojos grandes y lagrimosos murmurando un lo siento, le dije que estaba bien y le despeiné el cabello con una sonrisa para de inmediato salir de la casa.

Empecé caminando a paso largo mientras escuchaba música con uno de los audífonos en mi oído derecho, el otro lo había dejado libre por precaución. Después de llevar quince minutos al mismo paso decidí empezar a correr, hace mucho que no corría.

El accidente que tuve el año pasado dejó mi pierna quebrada en tres partes, la mayoría se había recuperado bien, pero tuvieron que poner dos tornillos pequeños en mi tibia. Podía moverme normalmente, pero no debía forzarla. Tuve que renunciar a la gimnasia y al baile después de ello. Correr estaba bien según mi doctor, si lo hacía no muy regularmente.

No estuvo tan mal después de todo, llegué faltando nueve minutos para la primera clase. Entre al edificio algo jadeante bebiendo algunos tragos de agua de mi botella. Unos cuantos estudiantes me veían extraño, pero se lo atribuí al hecho de que no solían ver a nadie llegar sudando y con las mejillas rojas por esfuerzo físico cuando afuera estaba hacía un frío espantoso.

Me quité la chaqueta quedando con una blusa térmica manga larga de color rosa y blanco cuando entré al salón, me senté en el mismo lugar del día anterior y mientras llegaba el profesor saqué una pequeña toalla para secarme la cara. Dejé caer mi cabello del lazo que tenía para pasar las manos por él rápidamente tratando de peinarlo y volver a tomarlo en una coleta más organizada. Algunas chicas que estaban a mi alrededor seguían mis movimientos sin apartar la vista de mí. Me sentí incomoda, seguramente estaba sudando demasiado y me veía como un pobre animal muriendo en medio del desierto. Pero debía esperar por lo menos hasta la hora del almuerzo para cambiarme.

-Hola, Bella- saludó Eric recorriéndome con la vista detalladamente. ¿Tan mal me veía?

-Hola, Eric

- ¿Estabas en una maratón? – preguntó divertido. Negué con la cabeza

-Solo hacía algo de ejercicio- le sonreí.

- ¿Antes de venir a la escuela? – cuestionó con un deje entre incredulidad y asombro

-Es rutina- me encogí de hombros. Mis labios se curvaron ante la blasfemia que dije, odiaba hacer ejercicio, me gustaba la gimnasia y el baile, pero odiaba hacer ejercicio. Nunca en mi vida he tenido una rutina, era demasiado perezosa para seguirla.

-Ya veo- murmuró teniendo que irse a sentar ya que el profesor acababa de entrar y nos pidió orden.

Las siguientes clases fueron normales, incluso aburridas. Quisiera poder decir que las miradas habían disminuido, pero no era así, en lugar de ello incrementaron.

No pude despegarme de Mike desde la segunda hora, el chico parecía seguirme a todas partes. Incluso me acompañó hasta la clase de trigonometría que no compartíamos, me gané una mirada fría por parte de Jessica, aunque ella trató de entablar una conversación conmigo podía escucha un leve tono déspota en medio de las palabras.

Para el almuerzo me sentí acorralada, iba caminando con Jessica cuando Mike se acercó a nosotras. Como ella parecía rebosante de alegría por la atención del chico, me arrastró para sentarme en una mesa junto con sus amigas, luego se acercaron Eric y un chico que estaba conmigo en clase de lengua, si no recuerdo mal su nombre es Ben.

Todos se presentaron y la mayoría fueron cordiales tratando de meterme en sus conversaciones y preguntándome que tal me parecía el pueblo hasta ahora. Yo intentaba maquillar mis respuestas lo mejor posible, pero realmente se me estaba acabando el repertorio. Temía que en algún momento la verdad escapara de mis labios y contestara que todo por aquí seguía igual que siempre: frío, lluvioso y agobiante.

Busqué a Rob girando mi cabeza hacia todos los lados, pero no lo vi. Tampoco vi a Edward Cullen, aunque si a sus hermanos. Me encogí un poco al pensar que no había venido a clases por mi culpa. Sacudí mi cabeza despejando mis pensamientos. Eso era muy egocéntrico de mi parte. Aunque el chico me odiara no creo que fuera lo suficientemente importante para faltar a la escuela por mí.

- ¿Buscas a alguien? - la pregunta de Mike hizo que todos en la mesa me miraran

-mmm sí, a Rob- contesté. Quedé sorprendida al ver las reacciones de los chicos que estaban a mi alrededor. Algunos fruncieron el ceño y otros negaban con la cabeza en forma reprobatoria

-Bella, sé que eres nueva por aquí, por eso déjame advertirte- habló Jessica colocando una mano sobre mi hombro- Allen Robinson no es una buena compañía – varios asintieron a lo que ella dijo- Sé que parece un chico agradable y gracioso, pero créeme es el tipo de problema que quieres evitar.

- ¿A qué te refieres con problema? - pregunté más intrigada que cualquier otra cosa

-Mmm bueno no me gusta hablar de algo de lo que no tengo pruebas- mordió sus labios para luego suspirar- Pero te lo diré de todas formas porque no quisiera que te vieras envuelta en líos- sonreí dándole a entender que no diría nada.

Realmente mi sonrisa fue por la forma en que decía todo, haciéndose pasar por una buena amiga cuando hace tan solo unos momentos atrás quería arrancarme el cabello por la atención que Mike tenía hacia mí.

-Hay rumores que dicen que él ha sido el responsable de algunos robos aquí en el pueblo

-Jessica, no digas eso. Nadie ha comprobado nada aún. -Angela, una chica menuda de cabello negro y de gafas la interrumpió viéndose algo molesta

-Pff. Por favor Angela, ¿No fue tu padre el que te prohibió que fueras amiga de él? – Jessica la miró con los ojos entrecerrados y de manera acusadora

-Papá es algo conservador, pero eso no quiere decir que yo esté de acuerdo con todo lo que él diga o piense- contestó cruzándose de brazos

-Cuidado, no querrás que el pastor Webber te escuche diciendo eso por defender a Allen Robinson- le advirtió Jessica apuntándole con un dedo, la otra chica le rodó los ojos y decidió no seguir con la discusión

-Además, él es un tipo raro- dijo Mike rompiendo el breve silencio que se había instaurado

- ¿Raro cómo? – cuestioné posando mi vista en él, mis ojos evaluaron los suyos de manera penetrante haciendo que se sonrojara y hablara torpemente

-Pues dicen que a él no le gustan las chicas- apartó sus ojos de los míos mirando hacia otro lado

-Y… ¿eso que tiene de malo? - mi pregunta lo tomó por sorpresa

-Mmm nada… supongo- contestó frunciendo sus labios

Decidí no preguntar nada más porque me negaba a hacerme una idea de una persona basada en lo que me decían un puñado de adolescentes. Además, aunque no todos lo expresaban abiertamente, una parte de ellos parecía tener algo de reservas respecto a la orientación sexual. Washington es uno de los Estados menos conservadores del país, pero esto no quiere decir que todas las personas tengan una mente abierta en algunos temas, y más en un pequeño pueblo donde todos están en la boca de todos.

Me costaba creer que alguien criado por Donna- una de las mejores mujeres que ha pasado por mi vida- pudiese encajar en el perfil de ladrón, y menos alguien como Rob. Traté de recordar detalles del día de ayer y no, no había nada que diese señales de que fuera un peligro social. La admiración que mostraba hacia su abuela era tan profunda que apostaría cualquier cosa que él no haría nada que pudiese más que enfadarla, decepcionarla. Y ahí tuve mi pista… él podría hacer cualquier cosa por ella.

La clase de biología resultó mejor que el día de ayer. Sin embargo, si bien sentí alivio al no tener una mirada cargada de odio y repulsión sobre mí, no dejaba de sentirme culpable ante el claro hecho de que Edward Cullen no estaba ahí.

Tuve que volver a la casa caminando de nuevo. Esta vez pasé por el supermercado y compré algunas cosas para mí, alimentos más que nada. No creía poder aguantar otra noche sin comer algo, amaba la comida y no iba a seguir aguantando hambre por temor a lo que pudiese hacer Sue.

El resto de la semana fue igual, seguía caminando hasta la escuela y luego de allí de vuelta a la casa, preparaba el desayuno y compraba comida en el super para la noche.

Podría decir que era un fantasma, no salía de mi habitación salvo para estas actividades, de resto me la pasaba encerrada pendiente de los balances de las empresas, hablando con mi tío Mark por Skype, terminando de acomodar mis cosas en la habitación y leyendo.

Varias veces Seth vino a pasar tiempo conmigo, me pedía que le enseñara a tocar la guitarra y le ayudé con un par de tareas, pero luego Sue, cuando se daba cuenta de que pasaba mas de dos horas a mi lado lo llamaba para que le ayudara en algo y después no volvía.

Por él me enteré que Charlie había llamado el miércoles, dijo que uno de los principales proveedores no había cumplido con las entregas y esto atrasó en gran medida la producción, así que debía quedarse en Londres hasta que estuviera seguro de que todo se había solucionado. Si preguntó por mí o mencionó algo acerca del vehículo que me había dicho, conseguiría para ir a la escuela, nunca lo sabré.

Me reí de mi mala suerte cuando mi tío Mark me contó que la empresa de transportes había confundido el sitio de entrega de mi motocicleta, en lugar de traerla a Forks la llevaron a un pueblo con un nombre totalmente distinto en el condado de Wisconsin. Se demorarían una semana más para traerla.

El fin de semana fue realmente agobiante. Todos los sentimientos que había reprimido desde la muerte de la abuela decidieron salir en un mar de llanto al percatarme de lo sola que estaba en este lugar.

Me pregunté muchas veces si realmente valía la pena quedarme en este lugar en el que no era para nada bienvenida. Mi respuesta llegó el domingo por la tarde. Recibí un correo del conservatorio de Boston confirmándome que dos de los chicos que tío Mark y yo estábamos ayudando ganaron becas para estudiar allí. Esto me hizo sentir feliz y mucho menos deprimida.

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ȜȜȜ

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El lunes muchas personas me saludaron cuando pasé por el estacionamiento de la escuela. Mi respiración aun se encontraba entrecortada por correr desde casa. Agité mi mano y sonreí a chicos que incluso ni había conocido personalmente, supongo que ya me estaba acoplando entre mis compañeros, por lo menos.

En clase de literatura el profesor hizo un examen sorpresa sobre Cumbres Borrascosas. Lo terminé en cinco minutos, tarde otros diez en entregarlo ya que sería demasiado raro si lo hacía tan pronto. Aun así, fui la primera en llevarle la hoja con las respuestas.

Al salir de la clase escuché varios quejidos y comparaciones respecto a lo que contestaron en el examen, algunos parecían realmente nerviosos por ello.

Los pequeños copos de nieve ayudaron a calmar los ánimos y muchos alumnos de inmediato empezaron a hacer bolas para arrojarles a sus amigos.

Toda la mañana estuve esquivando el impacto de algunos misiles de nieve mientras caminaba a las clases. Mi suerte se esfumó al entrar en la cafetería con Jessica, una bola que venía directo hacia nosotras hizo que mi compañera se agachara dejándole vía libre para caer justo en el lado izquierdo de mi rostro.

Ella se rio un poco al verme sacudir con fuerza las motitas que habían quedado en mi cabello y en mi ropa. Me lo tomé con humor cuando un chico de cabello castaño vino hasta mí disculpándose y preguntándome si estaba bien. A pesar de que le contesté que no fue nada, él parecía demasiado insistente en que le disculpara y se ofreció a pagarme el almuerzo.

Jessica bufó por lo bajo

-Sólo fue una simple bola de nieve, Brad- le dijo rodándole los ojos

-Es cierto, no te preocupes. Incluso fue divertido, no es necesario que me compenses- le sonreí al chico. Él se sonrojó dándome una sonrisa de culpa y fue a sentarse con otros tres chicos que empezaron a darle palmadas en la espalda mientras se reían.

Jessica tomó algo enfadada su comida y fue a sentarse con sus amigas sin esperarme. Este gesto me indicó que estaba molesta conmigo por alguna razón. Entendí que no era bienvenida a sentarme con ella.

Caminé hasta una de las mesas que estaban vacías y me senté allí. Rob tampoco vino este día a la escuela, tendría que visitar a Donna pronto si él no aparecía en el transcurso de la semana.

Sentí muchas miradas sobre mí cuando empecé a comer. Les resté importancia y en lugar de ello saqué mi laptop de la mochila, tenía que escuchar los demos de algunas canciones que debía enviarle a uno de los productores para los que trabajábamos. Se supone que debía tener el trabajo casi listo, pero no había estado inspirada últimamente.

Los audífonos permitieron olvidarme de lo que sucedía a mi alrededor y concentrarme en los acordes de la pista que sonaba. Había creado un concurso para compositores novatos, uno de nuestros mejores clientes iba a lanzar una película muy prometedora y necesitaba canciones originales para su banda sonora, así que tío Mark y yo creímos que sería una buena idea hacer un concurso para recolectar nuevos talentos.

No pude evitar reír al escuchar la canción del primer participante que había audicionado. Él era bastante entusiasta, pero su canción era terrible. Le envié un correo agradeciéndole por su participación y le mencioné que su composición no era compatible con lo que estábamos buscando, aunque me divirtió bastante su vídeo.

La siguiente en la lista "Elyse Davis" tenía veinticinco años, vivía en Oregón y era estudiante de teatro. Ella tenía una hermosa lirica y su voz era tan dulce que resultaba hipnotizante. La puse en la lista de pre-seleccionados.

Cerré mi laptop cuando vi que ya casi era hora de entrar a clases. Pude escuchar varias audiciones, pero ninguna de ellas había pasado la prueba. No todas eran malas, simplemente no sentí ninguna conexión con nada mientras las evaluaba.

Tomé mis cosas rápidamente y las guardé en mi mochila. Suspiré pesadamente cuando al levantarme mi vista chocó con la de Edward Cullen. Él tenía un extraño brillo en sus ojos avellana mientras me observaba.

Su mirada me hizo sentir… desnuda. No del tipo pervertido, sino como si el muy estúpido pudiera saber todo de mí a través de mis ojos, como si pudiera leer mi alma.

Le di mi mejor mirada de perra y caminé rápido saliendo de la cafetería. Ignoré un par de voces que llamaban mi nombre y me dirigí a la clase de biología. Al entrar al salón era la única que había llegado.

Saludé al profesor Banner quien estaba repartiendo un microscopio y una pequeña caja de diapositivas por mesa y me senté en el lugar que me correspondía. Unos segundos más tarde un montón de conversaciones se escuchaban atravesando la puerta.

Mike se acercó a mí preguntándome porque no me había sentado en el almuerzo con ellos, parecía bastante contrariado cuando me preguntó si él o alguien habían hecho algo que me molestara.

-Para nada, Mike- negué con mi cabeza- Es sólo que el clima me pone nostálgica, eso es todo- le contesté tratando de sonreír. Me dio una mueca de entendimiento y me dijo que ya me acostumbraría al frío, que después de todo, no era tan malo como pintaba. También me dijo que podía contar con él si necesitaba desahogarme.

Asentí a sus palabras agradecida. Él era gentil… puede que algo superficial, pero era alguien amable. Sin embargo, no me imaginaba contándole todos mis problemas.

El rubio tomó asiento cuando el maestro le ordenó que dejara de coquetear conmigo y se dirigiera a su respectiva mesa. Mike se colocó bastante rojo ante estas palabras y de inmediato se alejó de mí.

Me reí suavemente tratando de dibujar algo en una de las hojas de mi cuaderno. Oí como la silla contigua a mí era movida, pero no le presté mucha atención. Sabía que era Edward Cullen, así que le hice el favor y moví mi silla a mi extremo de la mesa disimuladamente sin despegar la vista de lo que estaba trazando.

-Hola- una voz tranquila y musical se escuchó a mi lado.

Me sorprendió que hablara. Levanté mi cabeza y lo vi observarme, así que descarté la opción de que se estuviera dirigiendo a alguien más. A diferencia de la semana pasada, hoy tenía una cara amable, sin embargo, sus ojos se mostraban curiosamente insatisfechos y recelosos.

-Me llamó Edward Cullen- continuó- No tuve la oportunidad de presentarme la semana pasada

Sentí como una de mis cejas se arqueaba. Era interesante como resumía su hostilidad en una oración cordial.

-Un gusto, Edward- murmuré volviendo otra vez a mi dibujo. Escuché como aclaró su garganta

- Tu eres Bella, ¿no? – De acuerdo, esto me ponía demasiado confusa ¿es qué olvidó lo odioso que se había comportado conmigo? ¿o acaso me lo había imaginado todo? No sabía que debía contestarle

-Sí- dije simplemente.

Pude ver de soslayo como sus cejas se contraían en frustración. El profesor llamó la atención de todos para explicarnos que haríamos una practica en parejas en donde distinguiríamos las fases de la mitosis de las células de una raíz de cebolla, debíamos de clasificar las diapositivas correctamente en veinte minutos. No teníamos permitido sacar libros o apuntes.

-Empiecen ahora- declaró con una sonrisa entusiasmada

- ¿Las damas primero? - preguntó Edward con una sonrisa totalmente arrebatadora, parpadeé un poco para salir del deslumbramiento que me provocó.

-Seguro- contesté con voz baja colocando una de las diapositivas bajo el lente del microscopio -Profase- dije distinguiendo la fase de inmediato. Iba a quitar la diapositiva para poner otra, pero su mano me detuvo

- ¿Te importa si lo miro? – Me estremecí cuando una corriente eléctrica pasó por todo mi brazo al hacer contacto con sus dedos fríos como un tempano.

El retiró su mano algo incomodo alcanzando el microscopio

-Profase- musitó escribiendo con una letra pulcra en el primer espacio de nuestra hoja de respuestas.

Sustituyó con velocidad la diapositiva por la segunda y le dio un vistazo

-Anafase- musitó y lo anotó mientras hablaba

- ¿Me dejarías verlo? – le pregunté. Esbozó una sonrisa burlona algo pagado de sí mismo. Era tan idiota. Empujó el microscopio con suavidad hacia mí.

Miré el lente y me sentí decepcionada cuando me di cuenta que había acertado. ¡Demonios! ¿Qué hay peor que un tipo idiota? Que sea un idiota inteligente

- ¿Puedes pasarme la siguiente diapositiva? - pedí. El me la entregó con cuidado de no rozar mi piel. -Interfase- contesté pasándole el microscopio para que lo checara, después escribió la respuesta en la hoja.

Acabamos primero que todos los demás. Así que como no tenía nada más que hacer continué dibujando, pude vislumbrar como una pareja a mi lado sacaba un libro debajo de la mesa y tres mesas atrás Mike y su compañera gruñían mientras comparaban las diapositivas.

-Ese es un buen dibujo- habló Edward a mi lado después de unos minutos detallando el Golden Gate que había plasmado en mi hoja de papel. Era demasiado entrometido.

-Son unas buenas lentillas las que te conseguiste ¿no? – contesté algo brusca cerrando mi cuaderno. El se quedó algo perplejo ante mi reacción

-No uso lentillas- respondió con una leve sonrisa

Él me irritaba. No suelo ser del tipo rencorosa, pero su anterior comportamiento por algún motivo me exacerbaba.

-Claro… - musité rodando los ojos- De cualquier manera, tus hermanos y tú lucen menos homicidas con los ojos dorados. Aunque los negros me ayudaron a captar el mensaje la semana pasada- me recosté contra el espaldar de la silla viendo hacia el techo.

- ¿Disculpa? – la sonrisa se había ido de su rostro y en lugar de ella sus labios estaban fruncidos y sus ojos me observaban abiertos de par en par

-Por algún motivo te parezco bastante desagradable. – contesté – Pero siendo sincera no necesitas ir por todos lados gruñéndome por ello. – compuse mi cabeza y la giré hacia él.

Nuestros ojos se encontraron y un extraño hormigueo se instauró en mi vientre. Él era tan… hermoso. Como una obra de arte. Un lienzo pintado por uno de los mejores artistas.

Más allá de su rostro perfecto sus ojos parecían decir un montón de cosas que yo no comprendía, tal vez por eso es por lo que estaba siendo tan intolerante con él. Porque no podía descifrarlo… ni a él ni a su familia. Estoy segura que de haber sido cualquier otra persona la que se hubiese comportado como él conmigo, no me habría importado en lo absoluto.

Incluso montones de personas lo habían hecho, y yo nunca había reaccionado mal. Simplemente seguía como si nada sucediese

-Lo siento- me disculpe- No me prestes atención. Forks y su clima me vuelven más extraña de lo normal- suspiré recargando mi cabeza sobre la mano que tenía apoyada en la mesa.

En ese momento el señor Banner se acercó a nuestra mesa al ver que no estábamos trabajando y tomó nuestra hoja ya rellena con las respuestas mirándola con detenimiento

-En fin, Edward ¿no crees que deberías dejar que Isabella también sea participe de la actividad? – no pude evitar sentirme algo ofendida

-Bella- corrigió Edward – En realidad, ella identificó tres de las cinco diapositivas

El profesor me miró ahora escépticamente

- ¿Has hecho antes esta práctica? – preguntó

-Con la raíz de una cebolla, no. Con blástulas de piel de pescado blanco, sí- le contesté.

Él asintió comprensivamente

- ¿Estabas en un curso avanzado en California? – sonreí ante su pregunta.

-Algo así

-Bueno- comentó después de una pausa- Entonces creo que es bueno que ambos sean compañeros de laboratorio

Se fue murmurando algo mientras se alejaba.

-Es una lastima lo del clima ¿no? - esbocé una sonrisa al notar el esfuerzo que hacía por entablar una conversación.

-No me gusta demasiado el frío ni la humedad. Me traen malos recuerdos- mordí mis labios tratando de detenerlos antes de soltar demasiada información- Amo el sol de california.

-Debe ser difícil para ti vivir en Forks- concluyó Edward

-No te imaginas cuanto – cualquiera podía notar el desánimo en mi voz.

Su rostro se turbó un poco.

- ¿Entonces por qué viniste aquí?

Me di cuenta que nadie me había preguntado eso. Todos se habían conformado con saber que la hija no deseada de Charlie Swan había vuelto al pueblo.

-Es una larga y complicada historia

-Creo que podré seguirte- me instó a que hablara

Hice una larga pausa mirando detalladamente su rostro. Él de verdad parecía intrigado por escucharme.

-Mi abuela ha muerto

-Lo siento- su rostro se mostró bastante empático- ¿sucedió hace poco?

-Mes y medio- el asintió

- ¿Eran muy unidas? – preguntó con delicadeza

-Mucho. Era la persona que mas quería en el mundo- pude sentir la emoción en mi voz al decirlo- Viví con ella desde los ocho años.

-Comprendo- murmuró- ¿Tuviste que mudarte para que tu padre se hiciera cargo de ti?

-No- negué con la cabeza- Mi tío Mark podría haber cuidado de mí, siempre lo ha hecho, de todas formas.

- ¿Por qué no te quedaste con él?

No entendía su interés, seguía mirándome con ojos penetrantes, como si conocer la historia de mi vida fuera realmente importante

-Él es un SEAL. Podrá retirarse dentro de poco de las fuerzas armadas, pero para eso necesita estar allí este año. De lo contrario su posición estará en peligro y puede que le bajen de rango, no se ha presentado hace más de un año- le expliqué – Sé que eso no es algo que lo haría feliz, prestar servicio es uno de sus mayores orgullos y el día que se retire será porque así lo desea y lo hará con la frente en alto. Con todas sus insignias. -canturreé orgullosa de él

-Así que por eso viniste con tu padre

-En parte- mi respuesta lo hizo querer instigar más. Así que me animó a seguirle contando – Mi abuela dejó un testamento en el que yo era su única heredera, una de las condiciones para reclamar su herencia es que debía venir a vivir con mi padre.

- ¿Por qué pondría vivir con tu padre como una condición? – él parecía tener las preguntas correctas para todo

- ¿No me digas que no has escuchado de la sórdida historia familiar de los Swan? – pregunté incrédula

-No mucho, nada que pueda ayudarme a entenderte- contestó sincero. Una risa sarcástica se escapó de mi garganta

-Cielos, Edward. Me tomaría todo el día tratando de explicártelo- reí quedito- En resumen, mi padre y yo nos llevamos fatal. No sé si la abuela pensaba que obligándome a vivir con él nuestra relación mejoraría, pero eso es casi imposible.

- ¿Lo haces por cumplir con la voluntad de tu abuela? – de nuevo, él tenía la pregunta correcta

-En parte- sonreí al verlo fruncir el ceño- De no cumplir con la clausula todos nuestros bienes pasarían a manos de los accionistas y otros serían subastados. Hay mucha gente que depende de los empleos de nuestras empresas y estoy segura que de pasar a manos de terceros muchas de ellas cerrarían. No puedo hacerle eso a tantas personas -concluí

-Pero ahora tu eres desgraciada- señaló

- ¿Y? – repliqué

-No parece demasiado justo

Se encogió de hombros manteniendo su mirada todavía intensa

- ¿Qué es la justicia, Edward? - le pregunté a lo que él me miró sorprendido – Si lo ponemos en una balanza moral, sería bastante justo que una persona fuera infeliz en lugar de miles. Es bastante justo que una chica de diecisiete años se aguante a su padre por un año para poderle garantizar a las personas que han trabajado por ella, la estabilidad que su familia les prometió cuando ayudaron a construir los negocios que hoy dan frutos. La justicia es relativa, todo depende de la perspectiva en la que decidas verlo

-Supongo que es cierto- admitió contrariado – Aún así… apostaría que sufres más de lo que aparentas.

Hice una mueca y desvié la vista

- ¿Me equivoco?

No le respondí a su pregunta

– Creo que no- concluyó él mismo.

Me arrepentí de haberle contado tanto. Él seguía siendo un idiota

- ¿Te molesto? – me preguntó divertido al verme cruzar de brazos mirando enfurruñada hacia el pizarrón

-Más bien estoy molesta conmigo misma por permitir que alguien tan idiota pueda leerme tan fácilmente. Soy como un libro abierto- murmuré levantándome de mi asiento sin esperar a que sonara la campana que indicaba el final de la clase.

Simplemente salí de allí pensando en que luego me disculparía con el señor Banner.

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*Putamen: Es una estructura cerebral que tiene un papel fundamental en la ejecución de los movimientos de las extremidades. Aparte de muchas otras funciones, estudios han indicado que está implicado en la regulación de los sentimientos de amor y odio.

Un nombre interesante para los dos sentimientos más jodidos de los seres humanos ¿no?

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Recibo sus comentarios con el mayor amor del mundo. Muchas gracias por leer esta historia y acompañarme en este viaje.

Que un abrazo enorme y lleno de cariño viaje hasta todas ustedes.

 

Capítulo 2: Instituto Capítulo 4: Accidente

 


 


 
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