POV Bella:
Después de pasar casi toda la tarde encerrados en casa nos vestimos y fuimos a comer a un restaurante. Tuvimos que tomar un taxi para ir ya que el auto de Edward estaba en el taller aun.
-¿Qué auto es?- le pregunté cuando bajamos del taxi.
-¿Cual auto?
-El tuyo
-¿El mío? Querras decir, el nuestro... Tú has ayudado a pagarlo
-Bueno, bueno... El nuestro
-Es un...- carraspeó-. Audi A6, es nuestro bebé
-Oh, ya veo- me reí-. Es el bebé que no tenemos
-Si, se podría decir que si- sonrió.
Entramos al lugar y nos dirigimos a una mesa. Una vez sentados una camarera se acercó a nosotros y nos dió el menú. Nos sonrió.
-¡Isabella, Edward! Hace mucho que no vienen por aquí
-¿Qué tal Vanessa?- saludó Edward. Yo me quedé extrañada.
-Hola Vanessa- saludé también fingiendo estar entusiasmada. De verdad no me acordaba de ella. Al menos no mucho.
-¿Por qué no habían venido?- cuestionó. Miré a Edward y este se encogió de hombros.
-Nos fuimos de vacasiones, algo así como una segunda luna de miel
-¿Tantos meses?
-Si... Me dieron un préstamo en el banco, además mi papá me prestó y nos fuimos
-Wow- se carcajeó ella y volteó a verme-. Espero que ya hayan hecho la tarea y traigas a un bebé ahí... Ya es hora de dar el paso amiga
Me reí. Esta chica comenzaba a caerme bien. Debería estar ruborizada pero no lo estaba.
-No, no llevo bebé aun pero quizas pronto- le guiñé el ojo-. Te avisamos cuando ocurra
Ella me sonrió más y después nos preguntó que queriamos comer. Mi esposo pidió hamburguesas antes de que yo pudiese decir nada y la chica se fue.
-¿De donde nos conoce?- le pregunté a Edward quien me miraba divertido.
-¿De verdad ya quieres tener un bebé? ¿No quieres hacer más tarea cuando lleguemos a casa?- susurró.
-Edward- gruñí pero a la vez reía-. No te desvies del tema ¿De donde la conocemos?
-La conocemos porque es mi prima, ella trabaja aquí y como venimos seguido es tu amiga, no es la mejor, pero te llevas muy bien con ella
-Oh, eso está bien- suspiré y observé todo el lugar. Era muy sencillo, tranquilo y con un ambiente familiar. Me encantaba.
Vanessa regresó con nuestra comida unos minutos después. La hamburguesa era enorme.
-¿Cómo me voy a comer esto?- dije asustada cuando ella se fue. Tenía hambre pero... No tanta.
-Es tu favorita- contestó mi marido. Él ya estaba comiendo. Lo observé maravillada. Nunca lo había visto comiendo, al menos no desde que había llegado a este mundo. Lo dejé de mirar así antes de que se diera cuenta-. Casi siempre que venimos la pides
-Venimos demasiado seguido ¿No es así?- pregunté divertida.
-Si, demasiado seguido
-¿No sé cocinar o qué?
-Si, si sabes, pero no lo haces bien- se carcajeó-. A ti se te quema hasta el agua
Le pegué un puñetazo en el hombro y el se rió más.
-Eres estúpido- frucí el ceño-. Y un insensible
-Era una broma, pequeña- dijo acariciandome la cabeza-. Si sabes cocinar muy bien pero no te gusta
Sonreí ligeramente y volteé hacía mi plato. Mordí la hamburguesa y mastiqué. Sabía deliciosa. Me la comí rápidamente. Edward se estaba riendo de mi mientras él también comía.
-No sé como te mantienes delgada- masculló y me miró con ojos entrecerrados-. Comes lo que normalmente una familia se comería en una semana
-¿En serio?
-Sip... Ya estás siendo casi tú misma otra vez, aunque no te acuerdes de todo y que bueno que no lo haces
-¿Por qué?
-Nada, nada, no te preocupes- sonrió pero eso no me dejó tranquila. No le dije nada. Habíamos venido a pasarla bien y a comer.
-Está bien
Cuando terminamos de comer llegó Vanessa a pedirnos la cuenta. Edward me miró serio.
-¿Trajiste dinero verdad?- me preguntó y yo me preocupé.
-No, yo no tengo
-Pero si tú siempre eres la que pagas
-¡¿Qué?!
-Isabella, ¿Acaso se te ha olvidado el dinero?- me preguntó Vanessa.
-Pero si yo no tengo
-Ni yo tampoco, Isabella, dijiste que te estabas acordando de las cosas, estoy seguro de que has recordado que siempre eres tú la que paga- me dijo Edward.
-¡No, no me acuerdo de eso!- exclamé asustada.
-Pues, yo no sé que va a pasar
-Van a tener que lavar trastes- Vanessa parecía apenada.
-No, ella va a lavar los platos, yo no soy quien me olvidé del dinero
-No es justo Edward- grité y él se rió.
-Para mi si es justo, debiste acordarte
-Eres un imbécil- gruñí.
En ese momento Edward y Vanessa se echaron a reír como tontos. Estaba a punto de reirme también pero la furia pudo conmigo.
-Era una broma peque...- me dijo Edward. No pudo terminar la frase porque se estaba doblando de risa.
-Debiste ver tu cara- se rió Vanessa-. Es cierto, es divertido jugar contigo cuando no recuerdas nada, yo sé lo que Edward te hizo así que cuando llegaron fingí no haberme enterado de nada y veo que finges muy bien que me recordabas, estás volviendo a ser tú misma
No pude evitarlo. Me enfurecí. No se era justo que jugaran conmigo de esa forma. Se me llenaron los ojos de lágrimas por la vergüenza.
-Nena...- me quiso decir Edward.
-Déjame en paz- murmuré intentando irme pero me detuvo.
-Hey, perdón... Era broma, yo pagaré... Jamás dejaría que tú lo hicieras
-No Edward, no se vale que juegues así, que te aproveches de mi amnesia, de verdad comenzaba a creer que eras un buen hombre, pero no es así, ahora no estoy segura de querer quedarme aquí y formar una familia, todo lo tomas como juego
-Isabella no me digas eso...- suplicó con la voz rota.
-¿Podrías dejarme en paz por favor?
-Isabella, perdonalo, la idea fue mía también, soy yo quien quería jugar- me pidió Vanessa.
-No te preocupes- le contesté-. No voy a perdonar a nadie, disculpa si sueno rencorosa pero de verdad no es justo... Tampoco me vengaré, solo dejenme sola
Me solté del agarre de Edward y salí del restaurante. Esperaba de manera tonta que me siguiera pero no lo hizo así que seguí caminando. Después de unos segundos sentí que me volteaban bruscamente.
Quise gritar pero cuando vi que era Edward me tranquilicé pero a la vez no ya que estaba furiosa.
-Me tienes que perdonar, yo soy así, quiero cambiar pero...
-Déjame sola ¿Quieres?
-No, no voy a dejarte sola
No me dió tiempo de protestar porque me besó de manera desesperada. No quería corresponderle pero no pude resistir. Lo quería demasiado. Me sentí un poco excitada cuando el beso se tornó más profundo. Pero, estabamos en la calle. No podíamos...
Tomé su rostro entre mis manos y lo aparté. Él me miraba con el ceño frucido y sus labios estaban rojos. Demonios, Se veía tan sexi y tan tierno a la vez.
-Hey, estamos en la calle- gruñí-. Además estoy enojada
-Ya no lo estés, ya he pagado la cuenta- sonrió y no pude evitar soltar una leve carcajada-. Jamás dejaría que tú pagaras algo así, seré un imbécil pero no un patán...
-Vamonos a la casa- le ordené antes de que mi furia muriera y estuviera otra vez de buenas con él, que por cierto ya no faltaba tanto.
-Está bien, vamos, tenemos que reconciliarnos y hacer un bebé, eso si es verdad
-Solo piensas en eso- le reclamé en broma mientras nos soltabamos. Pedimos el taxi que estaba pasando en ese momento.
-Claro que no- replicó adentro del taxi. Le dio la dirección al taxista y este arrancó.
-Pues entonces hoy no- sonreí.
-¿Qué?
-Ni hoy ni mañana, ni pasado por tu bromita, así aprenderás a no meterte conmigo
-¡No me puedes hacer esto Isabella Aldridge!
-Isabella Bursnell por favor, en este momento no te considero mi esposo
-Deja de decir eso o me vas a obligar a hacertelo aquí con el taxista presente- me dijo en el oído. Contuve un gemido. Me excitaba que me hablara así-. Así te demostraré que eres MI esposa y que por lo tanto eres Isabella Aldridge
-Ok, ya no digo nada
El resto del camino intenté mostrarme distante ante él. Edward me tenía abrazada y me besaba los labios de vez en cuando. Aunque con cada beso me dejaba en las nubes yo no iba a permitir que lo supiera.
Cuando llegamos a casa me bajé del taxi. Edward pagó al taxista y este se fue.
-Aunque tenga ganas de hacertelo, no podremos- dijo en voz baja mientras abría la puerta.
-¿Por qué no?- pregunté.
Mi pregunta quedó contestada cuando mi esposo abrió la puerta. En la entrada estaban todos. Mi cuñada, mis hermanos, mis padres y a dos personas que yo no conocía. Todos gritaron la palabra "Sorpresa". Me di cuenta de que esta era una reunión sorpresa. Sonreí. Esta era mi familia.
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