Caminos Enlazados

Autor: Reed21
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 27/01/2019
Fecha Actualización: 27/03/2020
Finalizado: NO
Votos: 1
Comentarios: 1
Visitas: 12550
Capítulos: 6

Bella Swan debe mudarse a Forks, Washigton, para cumplir con la voluntad de su abuela. La fatídica relación que tiene con su padre le hace pensar que volver a vivir allí es lo más difícil que le han pedido. Pero su perspectiva cambia cuando conoce al misterioso Edward Cullen, quien ha mantenido su identidad en secreto, hasta que aparece esta curiosa e inteligente chica.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 4: Accidente

.

.

.

Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a Stephanie Meyer.


 

.

.

.

Capítulo IV

Accidente

Bella

Después de salir abruptamente de la clase me arrepentí al instante, usualmente no solía ser alguien tan… irracional. Hasta donde lo recuerdo, mi última rabieta la había tenido a los ocho años cuando me pareció que era la única forma de que Charlie me dejara mudar con la abuela. No pensé que el efecto de estar rodeada de adolescentes fuese a influir de una manera exageradamente rápida en mí. Supongo que debo colocarlo en mis apuntes.

A pesar de todo, aún tenía clase de Educación Física a la última hora y aunque me sentía muy avergonzada por mi comportamiento anterior no quería ir a casa antes de tiempo.

Suspiré mirando a mi alrededor pensando en qué demonios iba a hacer durante treinta minutos, todavía estaba prácticamente cerca al salón de biología, en medio de mi arrebato sólo me había desplazado unos cuantos pasos. Podía regresar, disculparme con el maestro y retomar la clase; pero eso implicaría sentarme al lado de Edward Cullen y creo que ya había quedado bastante mal frente a él por el día de hoy. Resignada empecé a caminar hasta el gimnasio.

Cuando los estudiantes empezaron a llegar guardé el libro que estaba leyendo y me dirigí a los vestidores junto con las demás chicas para ponerme el uniforme de deporte. Mike se aseguró de preguntarme si me encontraba bien luego de que salí tan abruptamente de la clase. Le tuve que repetir en varias ocasiones que no sucedía nada malo, dejó de insistir cuando tuve que mentirle y le dije que fue una emergencia roja femenina. Creo que lo asusté un poco y no me volvió a hacer ningún comentario.

Caminé bajo la suave lluvia pensando en lo que había sucedido. Me recriminé internamente al recordar toda la información que Edward Cullen había logrado sonsacarme solo con ser más amable de lo que había sido la semana pasada. Él había dejado claro cuánto le desagradaba desde que me vio, no entendía el porqué de su comportamiento de hoy. En un momento parecía querer exterminarme y en otro era demasiado amable. Sus cambios de humor son realmente complejos.

Al llegar, subí a mi habitación de inmediato, lo último que necesitaba era encontrarme con Sue o con Leah. Como no tenía ánimos para lidiar con nadie ahora, pasé lo más desapercibida posible y me encerré en mi cuarto. Me cambié de ropa y encendí la laptop para escribir algunos avances respecto a la investigación.

 Esperaba que tío Matt pudiese enviarme lo que le pedí para esta semana, sería de gran ayuda y una excelente distracción tener a MIXER aquí. Mis planes de avanzar respecto a mi proyecto de psicología quedaron en segundo plano cuando vi que tenía dos mensajes sin leer en mi correo electrónico. Correos importantes.

Grayson Wang dejaba de ser un caballero cuando las cosas no salían como las había planeado, era un maniaco del control. Le hice saber a Charlie que hacer negocios con él sería un dolor en el trasero; pero al señor Swan le pareció que era una oportunidad única para sacarle provecho a la tienda de música, mi padre jamás entendió el valor que tienen ciertas cosas más allá de generar ganancias y dinero.

A pesar de que Wang era uno de los mejores productores teatrales independientes con un gran ascenso en los últimos años, es de conocimiento público lo imbécil que se comportaba con todas las personas que trabajaban para él. Nadie quería firmar un contrato con el tipo. Era mejor ponerse un arma en la mitad de la frente y disparar, que tratar de cumplir todos los delirios artísticos que se le ocurrían.

Todos sus asistentes necesitaron terapia después de renunciar.

Rodé los ojos ante su comentario <inútiles hijos de perra> al quejarse de lo poco profesional que había sido Oliver al irse de viaje sin haber terminado de componer todas las canciones que necesitaba para la que iba ser la obra más aclamada de Broadway.

Por lo que entendía, estaba a punto de entrar en pánico porque todavía necesitaba tres canciones originales y una de las que ya estaba no tenía química con la historia que él había escrito.

Golpeé mi cabeza contra el escritorio al comprender lo que eso significaba. No podía viajar ahora a Nueva York para cumplir con los deseos del niño consentido, pero tampoco podía incumplir con el contrato que se había estipulado. Todo era culpa de Charlie, sin tan solo prestara algo de atención a lo que tío Matt y yo le decíamos nos evitaría varios dolores de cabeza.

Le envié un mensaje tratando de tranquilizarlo prometiéndole que haría todo lo que estuviera a mi alcance para que su show fuera lo mejor que el público hubiese visto. Le di el número de mi móvil para que me llamara y arregláramos todo.

El otro correo pertenecía a mi doctor, donde me recordaba que debía ir al menos una vez al mes a terapias por mi antiguo accidente. Me dijo que buscara un especialista cercano para seguir tratando mi caso. Esto me bajo un poco los ánimos.

Resignada le agradecí su preocupación y le dije que me encargaría de conseguir un médico que me hiciera seguimiento mientras estaba lejos de California.

Después de leer ambos correos no me apeteció hacer nada más, así que tomé una manta y un libro decidiendo salir al patio para despejarme un poco. Respiré profundo el aire congelado. Aun caían suaves gotas de lluvia haciendo que todo a mi alrededor tuviese un color más oscuro de lo usual.

Me senté en uno de los enormes sofás que estaban protegidos por una enorme pérgola, aunque Sue no era de mi agrado, debía reconocer que tenía un buen sentido de decoración. Este lugar realmente es agradable.

Me envolví con la manta y abrí el libro en la pagina en la que lo había dejado hace poco, estaba leyendo cumbres borrascosas como por decima vez. No importaba cuanto lo leyera, creo que siempre lo consideraré como uno de mis favoritos.

Sin embargo, por algún motivo no podía concentrarme. En mi cabeza rondaron los recuerdos de la última radiografía que me hicieron. Como consecuencia del accidente la fuerza muscular en mi pierna derecha no volvió a ser la misma a pesar de las terapias y los tratamientos. Tuve que renunciar a la gimnasia y al baile, no debía de esforzar mucho mis músculos o de lo contrario podría sufrir una parálisis definitiva no solo en mi pierna derecha sino en toda la zona inferior de mi cuerpo. Mi medula espinal estuvo a un centímetro de estar comprometida y mi medico aun sigue diciendo que fue un verdadero milagro que mi pierna no tuviese que ser amputada.

Se supone que tenía que seguir asistiendo a terapias y llevar un monitoreo constante de mis avances, existe la posibilidad de que un día simplemente empiece a sentir como mi cuerpo deja de responderme. Me aterraba un poco este escenario, ni siquiera podía pensar con claridad como sería mi vida si tuviera que ser completamente dependiente de alguien para hacer todo, me refiero a que… siempre fui un estorbo para mis padres desde que se enteraron que Renné estaba embarazada.

 No me importaba mucho que no me quisieran, me hice la idea desde hace años. Pero vivir con la posibilidad de quedar en un estado parcial o completo de parálisis cuando ni siquiera mis padres me quieren cerca, me hace tener un panorama de lo que podría ser mi vida.

Desanimada cerré el libro y lo dejé a un lado. Atraje mis piernas hasta mi torso y recosté mi cabeza en ellas. Sentí las lagrimas mojar mis mejillas permitiendo que el frío penetrara aun más en mi rostro. Hoy es uno de esos días en los que simplemente me sentía melancólica respecto a todo.

.

.

.

ȜȜȜ

.

.

.

Al otro día me levanté más tarde de lo normal, por lo tanto, no pude preparar el desayuno. Cuando bajé a la cocina ya Sue tenía todo listo, así que tuve que conformarme con comerme un par de manzanas y tomar un poco de jugo de naranja.

Mientras caminaba hasta la escuela no pude evitar pensar en Edward Cullen de nuevo, para ser sincera me atemorizaba un poco la hostilidad que parecía emanar de su persona hacia mí. La manera en la que ambos reaccionábamos a la presencia del otro me dejaba en claro que debía mantenerme alejada de él, no podía arriesgar la poca estabilidad que tenía al ir a la escuela y alejarme por unas cuantas horas de mi frívola madrasta. Debo sobrevivir un año a esta situación y luego seré libre de todo este teatro; lidiar con las inquietudes que me genera Cullen definitivamente no me ayudaría mucho en este plan. Así que lo mejor estaría en evitarlo al máximo. De todas maneras, creo que le haría un enorme favor, en verdad pareciera como si yo le desagradara mucho. Sin querer pensar más en el asunto empecé a correr para agilizar el paso y concentrarme en otra cosa que no estuviera relacionada con el chico de cabello cobrizo.

Cuando llegué al instituto aminoré mi paso tomando largas respiraciones, había varios estudiantes en el estacionamiento por lo que me percaté que aún faltaban algunos minutos para entrar a clases. Unos cuantos coches delante de mí se encontraba Rob asegurando su bicicleta mientras movía su cabeza al ritmo de la música que escuchaba a través de sus audífonos. De inmediato me alegre de verlo, él en verdad era una de las pocas personas que me había caído bien y con las que me era fácil hablar. Empecé a acercarme a él cuando oí un sonido extraño.

Era un chirrido fuerte que se convertía rápidamente en un estruendo. Sobresaltada, alce la vista. Vi varias cosas a la vez. El flujo de adrenalina hizo que mi mente trabajara con mayor rapidez y pudiera asimilar diferentes escenas al mismo tiempo. En una de ellas Rob estaba agachado chequeando las cadenas de su bicicleta ajeno a lo que estaba sucediendo. En otra Edward Cullen se encontraba casi al otro lado del estacionamiento y alternaba sus ojos de Rob a mí con espanto. Pero en aquel momento tenía más importancia una furgoneta azul oscuro que patinaba con las llantas bloqueadas chirriando con los frenos, y que dio un brutal giro sobre el hielo del aparcamiento. Iba a chocar contra la parte posterior de una camioneta negra de pintura desvaída, y Rob estaba en medio de los dos vehículos. Él ni siquiera se había dado cuenta.

Dicen que el pánico tiene diferentes maneras de hacerte reaccionar, una de ellas es el shock que te impide mover, y otra es recibir descargas de adrenalina que pongan en alerta tu cuerpo para sobrevivir. Realmente no sé porque motivo me vi impulsada hacia la segunda descripción. Sin pensarlo, corrí en dirección a Rob. No tuve el tiempo de analizar cómo demonios iba a ayudarlo, lo único que pensaba era en llegar hasta allí y quitarlo del medio.

Impulsada por la fuerza abracé su cuerpo y nos empujé para salir de la dirección de la furgoneta, inmediatamente después escuché el terrible crujido que se produjo cuando ésta golpeó contra la base de la camioneta. Sentí como el hielo entumecía mi cabeza por el golpe que me di al caer boca abajo. Aun en mi aturdimiento oía los gritos de pánico de las personas a nuestro alrededor

-Rob ¿estás bien? - pregunté apoyándome sobre mis manos para girarme y chequear al chico pelinegro

-Sí, aunque me duele mucho la cabeza. Creo que no puedo mover el cuello- murmuró con voz temblorosa y algo dolorida- Gracias Bella, si no fuera por ti estuviera hecho papilla

Traté de incorporarme, no obstante, por algún motivo mi cuerpo parecía demasiado débil para responderme. Quise de respirar con lentitud, pero una punzada en mi vientre hizo que soltara un pequeño gemido de dolor.

Las personas me llamaban en medio de la repentina locura que se desató a causa del accidente, en medio de todo aquel griterío escuché la voz suave de Edward Cullen que me hablaba al oído.

-Bella ¿Cómo estás?

-Estoy bien.

Mi propia voz me resultaba extraña por el aturdimiento, mientras a mi lado Rob estaba tratando de levantarse

-No te muevas Rob, la ambulancia no tarda en llegar-  pronunció Edward al ver los intentos fallidos del chico al tratar de ponerse de pie

-Edward-mi voz sonó rasposa al llamar su nombre. Sus ojos ambarinos se enfocaron en mi rostro mientras su ceño se fruncía- ¿Podrías llamar a mi tío, por favor? - murmuré entre dientes mientras sentía como la pesadez se apoderaba de mis parpados.

Lo último que oí fue la voz del cobrizo diciéndome que no cerrara los ojos mientras mi cuerpo empezaba a dar fuertes sacudidas.

 

.

.

.

ȜȜȜ

.

.

.

Vi una deslumbrante luz al abrir los ojos. Estaba en una habitación desconocida con cortinas blancas a cada uno de mis lados. Me di cuenta que estaba acostada sobre una camilla y que debajo de mi cabeza se hallaba colocado un cuello ortopédico. Sintiéndome como una foca atorada, di varios giros hasta que pude encontrar una buena posición para apoyarme sobre mis brazos y sentarme. Moví cada uno de mis pies suspirando con tranquilidad al percatarme que seguían funcionando ante las ordenes que les daba.

Seguía con mi misma ropa puesta, lo que significaba que realmente no fue nada grave lo que me tenía en una sala de urgencias. Despacio me levanté de la camilla y corrí la cortina para desplazarme.

Varias camillas como la mía se dispersaban a lo largo de la espaciosa habitación donde estaba, cada una era separada por cortinas blancas para dar un poco de privacidad a los pacientes. Vi a Tyler Crowley dormido mientras le estaban siendo administrados medicamentos vía intravenosa. No fue difícil darme cuenta quien era el que estaba conduciendo la furgoneta. Conocía al chico de mi clase de historia; su cabeza estaba envuelta con vendajes y su rostro tenía varios cortes que habían sido limpiados pulcramente, aunque no se pudo hacer mucho por la inflamación en su mejilla izquierda. Al igual que yo estaba usando cuello ortopédico.

Por inercia llevé mis manos a mi cabeza y solté un gemido frustrado al darme cuenta que también tenía vendajes rodeando mi frente. Gruñendo lleve mis manos atrás para quitarme el estúpido collarín.

-Yo no haría eso todavía señorita Swan- me giré hacia la voz quedándome boquiabierta. Frente a mí se encontraba un joven y rubio doctor más guapo que cualquier estrella de cine, aunque sus ojeras y palidez le hacían lucir algo cansado.

Me obligué a salir del aturdimiento en el que me dejó su belleza y traté de aclarar mi mente. Él era chocantemente hermoso al igual que los cinco chicos que asistían al instituto. Me sorprendí al ver que al parecer todos compartían el mismo color de ojos ambarino.

- ¿Tengo un trauma cervical? -  mi pregunta hizo que curvara levemente sus labios en una sonrisa

-Eso aún no lo sabemos. Estaba esperando a que despertara para poder hacerle unas radiografías. – respondió con jovial amabilidad

-Está bien. Pero no dejaré que me lleve en silla de ruedas, iré caminando- por algún motivo creo que esto le pareció bastante gracioso ya que sus ojos me miraron divertidos. Sin embargo, no hizo ningún comentario y en lugar de ello me hizo un ademan para que empezara a caminar junto a él.

-Se dio un fuerte golpe en la cabeza, señorita Swan; y perdió un poco de sangre. Aunque hasta ahora no ha tenido complicaciones. – explicó mientras avanzábamos por un pasillo- A pesar de ello me preocupan más las convulsiones que tuvo.

A medida que caminábamos notaba como las enfermeras parecían hechizadas ante la presencia del doctor, me fue imposible controlar una risita que escapó de mí ante como una de ellas de inmediato enderezó su postura mientras le sonreía coquetamente al hombre rubio.

-Creo que las convulsiones están relacionadas frente al shock del accidente. Hace más de un año tuve otro accidente automovilístico, la pasé realmente mal después. Así que creo que lo que sucedió hoy solo fue demasiado para mí. – le contesté ingresando a la habitación donde iba a tomar una placa de mi cabeza.

Allí se encontraba otro doctor un poco mayor que el doctor Cullen, me saludó con amabilidad mientras me indicaba el procedimiento para sacar las radiografías. No tardamos mucho en hacerlas, luego de esto pusieron las imágenes en la mesa de luz vertical que había en la pared y el doctor Cullen la encendió.

Me acerqué hasta ellos y también las observé. Todo parecía indicar que estaba bien, a pesar de las viejas contusiones y fracturas que se observaban en la imagen. Un recordatorio de mi anterior accidente. Para mí era algo normal verlas, pero supongo que lo que se veía no era tan bueno para ellos.

Ahí en una pequeña parte de mi cráneo se encontraba una mínima, aunque grave fisura que me recordaba constantemente una posibilidad de parálisis. Apreté mis labios con fuerza para evitar el sollozo que quería soltar, en lugar de ello traté de recomponerme y plasmar una pequeña sonrisa en mi rostro.

-No tengo que utilizar más este cuello ortopédico ¿verdad, doctor Cullen? - le pregunté desviando su concentración de las radiografías para concentrarse en mí. Él negó con la cabeza llevando sus manos hasta mi cuello para liberarme del estúpido collarín, por fin.

-Antes de darle de alta me gustaría revisar esa herida en su cabeza, después de eso prometo que será libre ¿De acuerdo? - asentí ante la suavidad de su voz

Me despedí del otro doctor cuando salimos del cuarto de radiografías y el doctor Cullen me llevó a su consultorio para hacerme el chequeo. Sus dedos se movían suaves y gráciles sobre mi frente. Quitó las vendas y limpió con delicadeza una herida que tenida en mi frente haciendo que escociera un poco. Luego de eso acordó que no era necesario vendarme de nuevo sino colocar un poco de gasa aséptica sobre la herida.

-Antes de que pueda irse para su casa me gustaría hablar sobre lo que mostraron las radiografías

-No hay nada que me pueda decir que no sepa ya, doctor Cullen-murmuré con desanimo-Sé las complicaciones que puedo tener a futuro y someterme a una cirugía que solo tiene un quince por ciento de probabilidad de éxito no está dentro de mis planes.

-Lo entiendo, sin embargo, si no le importa… me gustaría llevar su caso. A menos que ya tenga a un médico de confianza asignado, no hay problema de ser así. – por primera vez me permití sonreírle con amabilidad, él parecía tener una energía que hacía que te sintieras cómodo a su alrededor.

-Se lo agradezco. Tenía un médico que llevaba mi caso en California, pero con mi mudanza le es difícil seguir teniéndome en observación. Le pediré que le envié mi historial médico- el doctor Cullen asintió

-De acuerdo, la señora Robinson se encuentra en la sala de espera. Se puede ir con ella, pero debes regresar rápidamente si sientes algún mareo o algún trastorno de visión

- ¿Cómo está Rob? - pregunté pasando por alto el hecho de porque Donna me estaba esperando

-Él está bien. A diferencia de usted va a tener que llevar el cuello ortopédico por dos semanas y tomar medicamentos. Fue una verdadera suerte tener como amiga a la heroína del día- dijo con humor haciéndome sonrojar. Decidí ignorar su comentario.

- ¿Entonces ya puedo ir a casa? -  él asintió

-Su tío llamó al hospital para cederle la autorización a la señora Robinson de actuar como su adulto responsable mientras él puede llegar a Forks- le miré sorprendida ante lo que me dijo- Mi hijo Edward me dijo que usted quería que contactara a su tío- frunciendo levemente el ceño traté de recordar lo que sucedió en el accidente y sí, efectivamente me acuerdo haberle pedido a Edward que llamara a mi tío.

-Sí, lo recuerdo. Dele las gracias a Edward por mí

-Bueno, puede hacerlo usted misma. Él está en la sala de espera junto con sus pertenencias

-Umm Ok.

-En realidad-volvió hablar el doctor Cullen- Parece que la mayoría de los estudiantes está en la sala de espera

- ¡Oh, no! - gemí cubriéndome el rostro con las manos.

El doctor Cullen enarcó las cejas

- ¿Quiere quedarse aquí?

- ¡No, no! – insistí al tiempo que me levantaba con prisa, con demasiada prisa, porque me tambaleé y el doctor Cullen me sostuvo. Parecía preocupado. – Me encuentro bien- volví a asegurarle.

Seguramente mi tambaleó se debió a que lo último que había ingerido era un par de manzanas y algo de jugo antes de salir de casa, eran casi las cuatro de la tarde y mi organismo necesitaba alimento después de todo lo que había sucedido hoy.

-Tome unas pastillas de Tylenol contra el dolor- sugirió mientras me sujetaba

-No me duele mucho- insistí

-Hoy ha tenido mucha suerte en salir casi ilesa de una muerte segura. No más chica osada por hoy, tómese un descanso y las pastillas ¿De acuerdo? – inevitablemente hice un puchero al sentirme regañada, pero supongo que él tiene razón. Asentí sin decirle nada más y dejé que me acompañara hasta la sala de espera.

El doctor Cullen no mentía cuando dijo que casi toda la escuela se encontraba allí. Había demasiada gente, cuando vieron que me acercaba con el doctor Cullen todos empezaron a llamarme ocasionando que mi cara enrojeciera fuertemente.

Algo aturdida por la algarabía, dejé que el doctor me condujera hasta donde estaba una mujer rolliza de largo cabello negro, profundos ojos grises y facciones amables.

- ¡Mi niña! – exclamó la mujer que fue mi niñera corriendo hacia mí

Sus cálidos brazos de inmediato me envolvieron recordándome la calidez que solía sentir cada vez que me abrazaba.

- ¡Mi pequeña muñeca, estás tan linda! – sonreí porque solo ella podía decirme eso cuando estoy sintiéndome como mierda - ¡Estoy tan contenta de volverte a ver, mi chica valiente!

Gemí contra su cuello ante su comentario haciéndola reír

-No me avergüences nana, por favor- supliqué mientras suspiraba gustosa ante las caricias que le daba a mi cabello – También estoy muy feliz por verte de nuevo. Te extrañé un montón

Ella se separó con suavidad de mí y me miró con ojos llorosos

-Gracias por lo que hiciste por Allan, hermosa. Si no fuera por ti él…- la volví abrazar tratando de tranquilizarla

-Hey, está bien nana. No pasó nada, ambos estamos bien.

-Ustedes los adolescentes son tan tontos. ¿Por qué Allan y tú se empeñan en decirme que todo está bien y que no pasó nada? ¡Casi los pierdo a los dos porque otro chico igual de tonto quiso parecerse a Toretto! –exclamó con voz llorosa haciéndome reír

-Abuela, Bella y yo estamos bien. Deja de ser tan dramática ¿sí? - habló Allan acercándose a mí para darme un abrazo- Nunca podré agradecerte la valentía que tuviste para salvarme, te debo la vida, literalmente.

-No me lo agradezcas. No me debes nada- sacudí la cabeza mientras le devolvía el abrazo

-Te equivocas, te debo todo. Pero no lo seguiré repitiendo porque detestas ser el centro de atención, a pesar de todo, quiero que sepas que realmente te lo agradezco mucho- me dio un beso en la mejilla y se separó de mí

-Vamos a casa, tu tío me dio la expresa orden de que no me separara de ti. Así que hasta nuevo aviso te quedaras en nuestra casa- dijo mi nana con seriedad

- ¿De verdad? – pregunté esperanzada y ella asintió. Una enorme sonrisa se plantó en mi cara

- Eso es genial- no pude evitar que la alegría se filtrara en mis palabras.

Ella compartió la emoción conmigo, pero en sus ojos pude ver la tristeza que le daba la situación. Era la misma mirada que me daba cuando me cuidaba.

-No te sientas triste nana, lo he aprendido a superar. Es más, estoy agradecida que no esté aquí. De verdad. – le dije frunciendo mi ceño

-Él tendría que estar aquí cuidándote. Pero siempre tiene excusas, y no me hagas mencionar a esa horrible mujer- cruzó sus brazos tratando de controlar su ira

- ¿Cuál de las dos, Renné o Sue? – pregunté divertida

-Ambas, malditas arpías- escupió entre dientes haciendo que Rob negara con la cabeza

-Eso no es amable abuela, hay mucha gente alrededor. Deberías ser más prudente- la regañó su nieto divertido

-No hay nada que las personas de aquí no conozcan acerca de mi familia de todas formas- me encogí de hombros restándole importancia.

Una garganta aclarándose llamó nuestra atención

-Lamento interrumpir- Edward Cullen se acercó hasta mí y me tendió mi mochila- Me alegra que ambos estén bien- habló bajo con su voz seductora sonriéndonos a Rob y a mí.

-Mmm gracias Edward, por todo- le contesté colocando mi mochila en mi hombro

-No fue molestia- asentí saliendo de la ensoñación que me provocaban sus ojos.

-Creo que le haría bien descansar un poco señorita Swan- habló el doctor Cullen recordándome su presencia

-Créeme que me encargaré de cuidarla Carlisle, quiero a esta niña como si fuese mía. Si debo amarrarla a la cama hasta que se recupere lo haré- miré a Donna algo atemorizada antes sus palabras, porque estaba segura que ella cumpliría su palabra

La risa sexy y profunda del doctor Cullen hizo sonrojar a Donna

-No es necesario Donna. Tus chicos corrieron con mucha suerte hoy. Solo verifica que descansen y se tomen sus medicamentos- le respondió él con una mueca agradable.

Ella asintió

-Vamos a casa muchachos, deben estar hambrientos- Rob y yo asentimos a sus palabras y empezamos a caminar. Sacudí mi mano para despedirme de Edward y le agradecí al doctor Cullen su atención.

Antes de salir del hospital varios compañeros hicieron el intento de acercarse a nosotros. Pero Rob y yo aceleramos nuestro paso con las cabezas agachadas

-Vamos hacia allí- murmuró Rob señalando una SUV roja.

Allan me abrió la puerta trasera indicándome que subiera, después él se sentó a mi lado. Esperamos algunos minutos a Donna ya que se había quedado hablando con unas cuantas personas.

- ¿Por qué no habías ido al instituto? - pregunté curiosa

- Acompañé a mi abuela a Seattle. Nuestro abogado llamó para darnos algunas noticias sobre el caso de mis padres- contestó cerrando sus ojos. Apoyó su cabeza contra el respaldo del asiento y suspiro con placer.

- ¿El caso de tus padres?

- Hace cuatro años mis padres murieron en la fábrica donde trabajaban junto con otros veintiocho empleados en Seattle. La planta baja explotó gracias a la acumulación de gases en las tuberías. Todas las familias pusimos una demanda en contra de los dueños de la fábrica porque se supone que debían hacerle mantenimiento a esas cosas cada seis meses, precisamente para evitar desastres como ese. Ha sido un juicio largo en el que la fábrica alega que tenían toda la normatividad al día y nosotros alegamos negligencia por parte de ellos. Muchas familias se han retirado del caso porque los resultados no se han mostrado positivos para nosotros y los gastos que cobran los abogados son cada vez más altos.

-Eso es horrible, lo siento mucho Rob. No tenía idea que tus padres…- mordí mis labios para evitar decir las cosas de una manera hiriente

-No te preocupes, ya he superado la etapa de duelo. Es solo que es frustrante para mí que los verdaderos culpables no paguen por todo el daño que hicieron. Yo tuve la suerte de tener a alguien que se hiciera cargo de mí, una abuela atenta y cariñosa. Pero hubo familias en las que los chicos simplemente quedaron huérfanos y a cargo del Estado, todo porque ese montón de gente rica quiso ahorrarse los gastos de mantenimiento durante quien sabe cuántos años

- ¿Que dice tu abogado? - pregunté apretándole su mano amistosamente

El soltó una risa amarga.

-Que lo dejemos. Que aceptemos los treinta mil dólares de indemnización que nos ofrece la fábrica y no nademos contracorriente- gruñó algo enfadado- Le dije que se fuera a la mierda y lo despedí. Estuvimos visitando varios bufetes de abogados, pero nadie quiere llevar el caso.

-Eso es una mierda- dije empezando a enfadarme también. Rob se rio

-Lo sé, pero ya hallaremos una solución- su tranquilidad me asombró. Él sonrió al verme arquear las cejas- He esperado cuatro años, Bella. Puedo esperar el tiempo que sea necesario para que todo se esclarezca. Algún día los culpables van a caer. – declaró con firmeza a lo que yo no tuve más remedio que creerle, por algún motivo su determinación me hizo saber que él haría todo lo posible porque así fuera.

Durante el camino Donna me preguntó todo lo que se le ocurrió respecto a los nueve años que no me había visto. Les conté las cosas más importantes que habían sucedido y sobre algunos países que había visitado.

-Espera, ¿entonces eso quiere decir que ya te graduaste de la universidad? - preguntó Rob mientras comíamos la deliciosa cena que había preparado nana.

-Mmm sí. Dos veces, de hecho. Me gradué de psicología en Harvard y de ingeniería en el MIT. Ahora estoy haciendo un posgrado en Harvard- me encogí de hombros ante la mirada atónita de Rob

-No te ofendas Bella, pero Charlie es una mierda de padre- Donna le pegó en la cabeza

-Ese no es un lenguaje para decir en la mesa jovencito

-Mm lo siento abuela, pero es verdad y tú también lo piensas. ¿Quién hace eso? - murmuró mientras se sobaba la parte de atrás de su cabeza

-No me sorprende que Mathew quiera darle una golpiza a Charlie en este preciso instante- masculló mi nana trinchando con furia el delicioso bistec que estábamos comiendo

- ¿Mi tío te mencionó algo cuando llamó?

-Oh, puedes estar segura que mencionó muchas cosas. Solo digo que Charlie no va a poder ni pararse de la cama cuando tu tío venga a acabar con él. Y tú jovencita, no vas a irte de esta casa hasta que Mathew llegué. Ni siquiera puedo pensar en ti viviendo con esa esquizofrénica que tu padre tiene como mujer. – sacudió su cabeza con fastidio

-Pero necesito mis cosas, nana.

-Mañana yo iré por ellas. Haz una lista con lo que necesitas que traiga y mañana pasaré por la casa de esa bruja para traértelas. Pero no quiero que por ningún motivo vuelvas allí hasta que Mathew venga y solucione toda esta situación. ¿Entendido? - me miró de manera amenazante

-Sí, nana. - ella me seguía aterrando un poco cuando se ponía mandona. Rob me sonrió en señal de apoyo y siguió devorando su comida.

-Bien, ahora… ese chico que había en el hospital, Edward. El hijo del doctor Cullen- me miró intensamente y con picardía- ¿Es tu novio?

- ¡¿Qué?! ¡No, no. Claro que no! - negué de inmediato sintiendo como mis mejillas se colocaban calientes. Rob no pudo controlar la risa y se atragantó con un pedazo de carne que estaba tragando

- Entonces te está pretendiendo apenas- aseguró ella mientras le rodaba los ojos a su nieto con molestia ante su risa histérica

-No, para nada. ¿De dónde sacas esas cosas, nana? – respondí avergonzada.

-Hacen tan linda pareja. Él es absolutamente guapo y tú eres tan hermosa- suspiró ensoñada. Mi cara debía parecer un poema

-Absolutamente no, no vayas por ese camino, nana. Edward Cullen me detesta, no le agrado- aclaré llevando algo de puré a mi boca

Ella se rio

-Eres tan despistada- giró sus ojos de nuevo

-Nana, enserio. No te hagas historias en esa cabeza tan imaginativa que tienes. – sacudí mi cabeza

Rob siguió soltando pequeñas risas mientras nos miraba a ambas

-No te preocupes Bella, la abuela ama actuar como casamentera. Ha intentado emparejarme con Tara Dunne desde hace dos años- se encogió de hombros restándole importancia- Ha estado leyendo novelas románticas desde hace poco, y eso la vuelve muy intensa al respecto. Ve flores y corazones en todas partes

Ella miró a Rob de manera entrecerrada.

-Búrlense todo lo que quieran, pero yo sé lo que veo. Además, el único motivo por el que no eres novio de Tara es porque te acobardas para invitarla a salir- bufó Donna

-No me gusta Tara- sentenció Rob con sus mejillas algo rosadas

-Claro. Como digas. Porque no es como si su cabello rubio brillara más que el sol o te quisieras sumergir en la profundidad de sus hermosos ojos azules como el océano- suspiró ella haciendo un ademan con su mano para acompañar sus palabras

-Ella ni siquiera tiene ojos azules, son verdes. – contestó a lo que ella lo miró con una enorme sonrisa- Demonios- gimió él dándose un golpe en la frente con la palma de su mano- Soy un idiota.

-Ah, tranquilo cielo. No es como si Bella y yo pensáramos que te gustan los ojos verdes de Tara- ella me guiño un ojo y yo no pude hacer otra cosa más que reír.

Rob resopló aun avergonzado.

-Pensé que estábamos hablando de Bella y su noviazgo con Edward Cullen- lo miré divertida ante su vil maniobra de arrojarme como escudo ante la atención de Donna.

- No hay ningún noviazgo. El chico me odia

-Entonces, suponiendo que el chico no te odiara _ y estoy segura que no lo hace_ ¿Te gustaría ser su novia? – la miré incrédula

-No, nana. Que cosas dices- inflé mis mejillas infantilmente

-Está bien, lo que digas cielo- habló sin creerlo de verdad. Quise replicar, pero sabía que era mejor quedarme callada. Discutir con ella era un caso perdido.

 

.

.

.


¡Hola! Muchas gracias por darle una oportunidad a esta historia.

Gracias a selenemoon por dejar tu comentario.


Capítulo 3: Acercamientos Capítulo 5: Caminos

 


 


 
14671218 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10905 usuarios