SIEMPRE TUYA (+18)

Autor: Isabella_256
Género: + 18
Fecha Creación: 06/11/2015
Fecha Actualización: 05/03/2017
Finalizado: NO
Votos: 8
Comentarios: 81
Visitas: 35678
Capítulos: 12

Las reglas eran simples sin apellidos, sin direcciones ni datos personales, cuando el mes finalizara también lo haría su relación, pues el destino de Isabella estaba sellado y pronto su vida se convertiría en un infierno.

Ella no contaba con que su corazón cayera presa de Edward pero sin importar sus fuertes sentimientos debe dejarlo atrás y aunque gracias a ese amor logra encontrar las fuerzas para luchar por desgracia no puede encontrar a Edward.

¿Qué sucederá cuando 5 años después se reencuentren y Edward sepa que él y Bella son padres?

 

Los personajes son propiedad de Stephanie Meyer pero la historia  es escrita por mi y es producto de mi loca imaginación, por favor no publicarlo en esta página o culaquier otra sin mi autorización.

 

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CORAZON IMPREDECIBLE (+18) (Finalizada)

 

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Capítulo 4: Emprendiendo el Viaje

Hola chicas por aquí me tienen otra vez, muchas gracias a EMI20, MILDRILARA y JUD!* por su palabras de apoyo y espero sus comentarios para saber que les pareció el cap. Espero que la historia les este gustado y como hoy es sábado y lo prometido es deuda aquí les dejo el capi que les prometí. DISFRUTENLO…

 

 

 

– Estas segura de que estoy haciendo lo correcto Alice – dije con mi boleto en la mano a punto de abordar mi vuelo a Maui donde Alice a través de un amigo había rentado de una cabaña para mí en un playa privada.

– Lo correcto para mí sería frenar toda esta locura de la boda pero ya que te niegas a hacerlo lo menos que puedes hacer es tomarte algo de tiempo para ti misma, para pensar en lo que tienes que hacer ya que aún conservo la esperanza de que cambies de opinión porque tu vida al lado de James será un infierno y los sabes – dijo Alice quien había vuelto de Paris tan solo para asegurarse de que tomara ese avión.

Tiré mi celular en el bote de basura más cercano como habíamos acordado y Alice me dio un nuevo celular para mantenernos en contacto, ella le enviaría correos a papá desde mi mail haciéndose pasar por mí diciendo que mi celular se había extraviado y ya después pensaríamos en una forma segura de hablar con él.

Luego de darnos un abrazo y de un largo suspiro en la puerta de abordaje hice lo que tenía que hacer.

El vuelo era tranquilo a pesar mis nervios, tenía la impresión de que en cualquier momento aparecería James de entre cualquiera de los asientos del avión riéndose de mí por pensar que podría escapar de él.

Empujé esos pensamientos negativos lejos de mi mente y cerré los ojos intentando relajarme en mi asiento pero entonces no pude evitar que mi mente viajara hasta la discusión con mi madre antes de salir.

– Hija estás segura de que no estás demasiado abrumada con la boda y estás buscando algo de espacio, porque si es así y quieres pensarlo mejor yo hablaré con los padres de James no tienes por qué precipitarte – dijo mi padre tomando mi rostro entre sus manos.

– No digas tonterías Charlie eso no sería posible, sabes que sería un gran escándalo – dijo mi madre irritada.

– Y eso qué importancia tiene, si nuestra hija tienes dudas sobre su matrimonio lo último que debería importarte es el escándalo, lo que importa es que ella sea feliz – dijo mi padre con severidad.

– Ya paren por favor – intervine al ver las intenciones de mi madre de empezar un pelea – papá te aseguro que no se trata de eso, estoy muy feliz por mi boda pero también sé que esta será la última vez que pase tanto tiempo con Alice y que mejor oportunidad para despedir mi soltería que aceptar el regalo de mi mejor amiga de pasar un mes en París y comprar todo lo que necesito con ella, además confío en mi madre y la señora Whiterdale para que supervisen todos los preparativos de la boda.

– Está bien cielo – dijo mi padre envolviéndome en sus brazos.

– Ten un excelente viaje, saluda a Alice y a su padre de mi parte – dijo antes de besar mi frente y dejarme ir – ya es muy tarde y tengo que irme la oficina.

Por supuesto mi madre se aseguró de esperar a que mi padre estuviera fuera de la propiedad para empezar a manifestar su negativa a mis planes.

– No vas a ir a ningún lado ahora mismo vas a desempacar – dijo tajante.

– Ya te dije que hare esto quieras o no – casi grité pero de inmediato el dorso de su mano se estrelló en mi rostro haciéndome tambalear.

El dolor en la comisura derecha de mis labios era muy intenso y cuando pase mi mano por mi boca y vi en mis dedos los restos de sangre tuve el valor para seguir adelante, todo el amor que había recibido a lo largo de mi vida había venido de mi padre, mi madre no me amaba ni lo haría jamás y después de todo lo que había hecho en los últimos meses no merecía ninguna consideración de mi parte.

– Tú harás lo que yo te diga, subirás a desempacar y luego le dirás a tu padre que cancelaste ese estúpido viaje porque ibas a extrañar demasiado a James o por cualquier otra excusa que se te ocurra – dijo aferrando mi brazo con su mano clavándome sus brillantes uñas perfectamente manicuradas.

– Esta vez no voy a ceder, he hecho todo lo que has querido pero si quieres que esta maldita boda se lleve a cabo tendrás que aceptar este viaje, voy a sacrificar mi vida por ustedes casándome con un hombre al que odio y ten por seguro que cuando vuelva haré lo que tengo que hacer, me pondré el estúpido vestido de diseñador que elegiste para mí, seré la novia enamorada y llena de sonrisas el día de su boda, pero antes necesito hacer esto por mí y lo hare te guste o no – dije soltando mi brazo de un tirón ignorando el ardor de sus uñas rasgando mi piel.

– A James no le va a gustar nada esto, se pondrá furioso ¿ya lo pensaste? – dijo en un intento desesperado por hacerme desistir.

– Llámalo y díselo madre, no me importa y dado a que yo he sido su marioneta durante los últimos meses espero que guarde la compostura respecto a esto si es que quiere seguir adelante con la boda y si no… me hará un favor – dije antes de salir al encuentro del taxi que ya me estaba esperando.

No pude evitar que las lágrimas rodaran incontrolables por mis ojos más aun al ver las tres líneas sanguinolentas que las uñas de mi madre habían dejado en mi brazo y el dolor palpitante de mi labio roto, el avión aterrizó y al desembarcar limpie mis ojos tratando de controlarme, hurgué en mi bolso queriendo encontrar mis gafas de sol para cubrir mis ojos enrojecidos cuando choqué contra un pecho firme, levanté mi cabeza para mirarlo a los ojos y disculparme pero su intensa mirada verde me robó el aliento.

Él era la visión más hermosa que había visto, alto, de tés clara, con un cuerpo fabuloso bajo esos jeans y esa camiseta negra ajustada, un rebelde cabello cobrizo y una sonrisa que le robaría el aliento a cualquiera.

– Lo lamento – murmuré intentando recobrar la compostura.

– No hay problema… espera ¿estás bien? – dijo colocando dos dedos en mi barbilla, examinando detenidamente las huellas de la agresión de mi madre, pero mi piel ardió en ese leve contacto y retiré mi rostro bruscamente cuando una extraña corriente recorrió mi cuerpo.

– Si, gracias y de nuevo lo siento – dije antes de salir prácticamente corriendo.

La casa que Alice había rentado para mí era bellísima, el lugar era simplemente paradisiaco, el aire salino, el cielo azul, el mar con un hermoso color azul turquesa y las palmeras se ondeaban suavemente con el viento.

Llevaba 3 días aquí solo pensando, salía a correr en la mañanas, desayunaba, tomaba mi bloc de dibujo y empezaba a hacer bocetos de los diseños que soñaba que algún día llevarían mi nombre, a veces simplemente me sentaba en una mecedora en el porche de la casa y veía el día pasar, escuchando el tranquilizante sonido del mar y nunca me sentí más libre que en este lugar, sola conmigo misma, eso era lo mismo que estaba haciendo hoy, sentada allí mismo con un short blanco un top azul, zapatillas de deporte y mi cabello recogido en una coleta, disfrutando de una taza de café antes de salir a correr cuando mi celular sonó sobresaltándome.

– Alice ¿pasó algo? – respondí rápidamente.

– Hola ¿Qué tal tu día? – dijo Alice sarcásticamente.

– Lo siento amiga pero no pude evitar entrar en pánico cuando escuché el teléfono sonar – dije en tono de disculpa.

– Esta bien y espero que estés disfrutando tu tiempo a solas.

– Si amiga gracias por convencerme de hacer esto.

– Ahora tengo que decirte algo que no te va a gustar – dijo y todo mi cuerpo se tensó al oírla.

– ¿Qué pasó? – susurré.

– James sabe que no estás conmigo en Paris – dijo Alice.

– Viene por mí – murmuré.

– Bella cálmate, James me llamó y fui muy clara con él al decirle que tu solo necesitabas algo de tiempo a solas y que de ninguna manera le diría en donde estas, él no sabe dónde estás y yo lo tengo vigilado, si él se mueve lo sabré, tenemos una ventaja sobre él así que relájate porque tengo un plan B en caso de que el averiguara tu ubicación – dijo Alice calmadamente.

– No lo sé Alice… tal vez solo deba volver y enfrentar lo inevitable – dije con las lágrimas empezando a rodar por mis mejillas. – No Bella eso no, déjame hacer esto por ti, por favor amiga no vuelvas aún, quédate aunque sea un par de días y piénsalo bien – imploró Alice.

– ¿Porque a mi Alice?... ¿Porque tenía que obsesionarse conmigo?... No era ni la más bonita de la escuela, ni la más popular, jamás intenté verme provocativa ni llamar la atención de nadie ¿Por qué de entre todas las mujeres que se lanzaban a sus pies tenía que fijarse en mí? – dije empezando a sollozar.

– Eres muy hermosa Bella y además estás llena de cualidades e implicas un reto para él – dijo Alice.

– Tengo que colgar – murmuré aun en estado de shock.

Apenas estaba empezando a sentir algo de paz, en mi primer día aquí había estado tan nerviosa que hasta el sonido de las olas me sobresaltaba y no había podido dormir en toda la noche.

La segunda noche logre dormir pero mis sueños fueron intranquilos y agotadores, plagados por pesadillas de James encontrándome y arrastrándome de vuelta a su lado para que mis días de tortura junto a él estuviesen lo más cerca posible.

Si James me encontraba de seguro me obligaría a irme con él y decirle a mi padre que estábamos tan enamorados que no podíamos esperar más y decidimos escapar juntos y así tenerme completamente a su merced.

Apenas empezaba a asimilar que tendría un par de semanas de paz antes de lanzarme al oscuro abismo que sería mi vida desde el instante en que me convierta en la señora de Witherdale, pero ahora la amenaza de James encontrándome se cernía sobre mí.

Salí corriendo por la playa completamente desierta sin poder detenerme incluso cuando mis pulmones empezaron a arder y mis piernas a protestar doloridas.

Seguí corriendo con las lágrimas nublando por completo mi visión hasta que mi cuerpo colisionó con otro y caímos uno sobre el otro rodando sobre la arena. Y allí estaban de nuevos aquellos ojos verdes que me escrutaron en el aeropuerto mirándome con la misma intensidad, con su rostro a pocos centímetros del mío y todo su musculoso cuerpo cubierto solo con una bermuda beige sobre mí.

– Parece que el destino se empeña en unirnos cada vez más – dijo con una sexy sonrisa ladeada. Abrí mi boca tratando de decir algo pero me encontraba sin aire no solo por la reciente carrera sino por tener a este extraño y atractivo hombre sobre mí.

Su cuerpo era firme y musculoso, su aroma entremezclado con sudor resultaba embriagador, su piel casi brillaba bajo los rayos del sol que arrancaba destellos de su rebelde cabello cobrizo.

– Yo… yo… lo siento mucho – dije intentando controlar el ritmo errático de mi respiración e ignorar mi corazón martillando casi dolorosamente en mi pecho y el ardor de mi piel causado por estar entre sus brazos.

– No hay problema… pero ¿Qué te parece si te ayudo a levantarte? Y luego me dices cual es la razón para que una mujer tan hermosa esté siempre tan triste – dijo acariciando mi mejilla, pasando su pulgar delicadamente por el moretón junto a mi boca y de inmediato los anteriores pensamientos volvieron a mi mente pero su contacto surtió un efecto tranquilizante en mí y la angustia no me dominó como antes.

Me miró esperando por una respuesta pero de ninguna manera podía hablarle de mi situación, él se dio cuenta de mi incomodidad, se puso de pie y me ayudo a levantarme.

– Lo lamento no quise ser indiscreto.

– No, al contrario soy yo quien debe disculparse, es la segunda vez que te lastimo en menos de una semana, siempre he sido torpe pero esto es el colmo – dije avergonzada sacudiéndome la arena de encima.

– Para nada, es más pagaría porque se repitiera a diario, eres la chica más hermosa que he visto en mi vida – dijo otra vez con esa sonrisa tan sexy adornando su hermoso rostro y todo mi cuerpo empezó a arder, sobre todo mi rostro que se sentía envuelto en llamas.

– Lo siento me tengo que ir – dije alejándome de él – y de nuevo lo siento.

– Hey… espera – gritó pero yo seguí corriendo de regreso sin mirar atrás.

Dios, él me estaba coqueteando estaba casi segura y era tan sexy.

No tenía mucha experiencia, bueno además de los torpes besos de Erick mi compañero de química en una fiesta a los 15, me di cuenta de que era mejor esperar por el chico indicado y desde entonces me divertía con mis amigas sin pensar en chicos y debo reconocer que además era algo nerd adoraba pasar mi tiempo leyendo en la biblioteca.

No podía creer que un chico tan sexi como ese me prestara atención, tal vez solo estaba siendo amable de cualquier manera no podía permitirme pensar en él, eso solo resultaría más doloroso para mí. Pase el resto del día con su imagen en mi mente recordando la sensación de sus fuertes brazos alrededor de mí, su calidez, su aroma…

– Ya para de pensar en él Isabella – me reprendí.

Llevaba puesto mi traje de baño azul y decidí salir a ver la puesta del sol, me senté en la arena abrazando mis rodillas contra mi pecho.

– Ese color le da tu piel un aspecto adorable – dijo esa misma voz que había tenido en mi cabeza todo el día y no pude evitar levantarme de un brinco sobresaltada.

– Hey… tranquila – dijo levantando ambas manos – lo siento no pretendía asustarte.

– Está bien – dije – no es tu culpa es solo que estoy algo nerviosa.

– ¿Puedo preguntar por qué? – dijo y yo solo agite la cabeza en forma negativa.

– ¿Puedo sentarme junto a ti a ver la caída del sol? – preguntó y debí haber dicho que no pero en su lugar asentí, él se sentó en la arena y me tendió su mano para que lo imitara.

La brisa despeinaba su cabello rebelde haciendo que le reflejo del sol naranja hundiéndose en el océano arrancara destellos de él, era tan perfecto que su sola visión alteraba mi respiración.

– ¿Estas de vacaciones? – preguntó el hermoso chico frente a mí y yo asentí.

– No te gusta hablar mucho ¿verdad? – dijo aun mirando el horizonte.

– No exactamente… digamos que por algún tiempo no me he sentido yo misma, esa es la razón por la que estoy aquí, necesitaba desconectarme un poco y reunir fuerzas – murmuré.

– Entiendo, yo también estoy aquí buscando un tiempo para relajarme antes de volver al trabajo.

– ¿Y tú? ¿Haces una pausa de la universidad o algo así? – preguntó clavando su mirada en mí.

– Estoy haciendo una pausa de mi vida, pero tarde o temprano tendré que volver a mi realidad – dije tragando el nudo que empezaba a formarse en mi garganta.

– Por la forma en que lo dices parece que te espera una gran tormenta al volver a casa – dijo intentando quitarle hierro al asunto pero en realidad sus palabras no podían ser más ciertas.

– Algo así – dije soltando un suspiro, el arqueó una ceja con expresión interrogante pero supo respetar mi silencio.

– Hasta ahora no nos hemos presentado – dijo extendiendo su mano – mi nombre es Edward…

– Preferiría no saber tu apellido – dije interrumpiéndolo – por primera vez en mi vida quiero olvidarme de mi apellido y de lo que implica así que tampoco quiero saber el tuyo.

– ¿De acuerdo? – dijo frunciendo el ceño – ¿ahora puedo saber tu nombre?

– Isabella, pero puedes llamarme Bella – dije tomando su mano y allí estaba de nuevo esa extraña sensación donde su piel tocaba la mía y el también pareció sentirla pues miró nuestras manos juntas antes de hablar.

– Ese es un hermoso nombre, mucho gusto Isabella.

– Y ahora ¿te importaría decirme el porqué de tanto misterio? – preguntó enarcando una ceja – ¿Acaso asesinaste a alguien? ¿Estas huyendo por fraude? ¿Eres buscada por el FBI, la DEA…? – continuó en tono bromista y no pude evitar interrumpirlo con mi risa.

– No, para nada, te prometo que en mi tiempo libre no cometo fraude, ni soy asesina serial, ni me involucro con la mafia, es más no creo que haya hecho algo ilegal jamás, ni siquiera he quebrantado el toque de queda de mi padre – dije sin poder dejar de sonreír.

– Es más creo que ese es el problema – repliqué y al recordar todos mis problemas la atmosfera decayó.

– Lo siento, debo irme – dije poniéndome de pie.

– Espera – dijo Edward levantándose de un brinco y aferrándose rápidamente a mi muñeca y allí estaba de nuevo esa sensación al tocar su piel.

– Pasado mañana habrá una fiesta en la playa del Maui Beach Hotel ¿te… gustaría que fuéramos juntos? – preguntó y lo que más deseaba era decirle que si pero la razón ganó una vez más.

– Lo lamento pero no creo que sea buena idea, adiós Edward.

– Te estaré esperando – gritó mientras me alejaba, intenté con todas mis fuerzas no mirar hacia atrás pero no pude evitar hacerlo y verlo allí de pie en todo su esplendor y con esa sonrisa ladeada casi trae al piso mi resolución pero logré obligarme a mí misma a continuar.

A la mañana siguiente luego de despertar de mi corto sueño ya que había pasado la mayor parte de la noche despierta pensando en Edward y su invitación a aquella fiesta decidí levantarme y salir a correr un rato pero mi sorpresa fue mayor cuando abrir la puerta.

Edward se paseaba frente a la casa con un portavasos con dos vasos de café en una mano y una bolsa de papel marrón en la otra sin decidirse a tocar la puerta, me quede allí de pie mirando lo hermoso y fresco que lucía con el cabello alborotado por el viento, una bermuda negra y camiseta beige.

Lo seguí con la mirada hasta que al fin se percató de mi presencia, sonrió y se acercó a mí.

– Solo pasaba por aquí – dijo con sus ojos verdes brillando divertidos.

– Pasabas por aquí con dos cafés y una bolsa de…

– Rollos de canela y… ¿me vas a invitar a pasar o tendré que regresar derrotado y desayunar solo? – dijo sonriendo nerviosamente.

Solo pude sonreír y hacerme a un lado dejando la puerta abierta para él.

Desayunar con él fue la cosa más hermosa que me había pasado en mucho tiempo, para cuando se despidió podía recordar muy poco de lo que hablamos porque estaba demasiado ocupada observándolo y sonriendo cuando él sonreía con esa sonrisa suya tan luminosa y contagiosa que me hacía olvidar el horrible destino que me esperaba en California.

Supe que tenía 24 años y estaba haciendo su residencia en cirugía pediátrica, hablaba de ello con tal pasión que de inmediato estuve segura de que sería un excelente médico, quiso saber detalles de mi vida pero mi rigidez cuando lanzó sus primeras preguntas sin obtener respuesta alguna, le hicieron entender que no quería hablar sobre mi.

– En verdad me gustaría mucho que vinieras a la fiesta de mañana ¿puedo venir y ver si cambiaste de opinión? – dijo Edward cuando estábamos despidiéndonos en el porche. – No creo que sea una buena idea.

– Bueno entonces te esperaré allí – dijo y yo lo miré enarcando una ceja.

– Lo sé, puedo ser muy persistente y nunca pierdo las esperanzas.

– Adiós Edward – susurré sintiendo que en verdad debía decirle adiós definitivamente y mantenerme alejada de él ya que mi frágil corazón no resistiría seguir acercándome a él y luego tener que despedirme para marchar hacia el altar junto a James.

El no dijo nada y en silencio se acercó a mí, vi el fuego en sus ojos y como acercaba su rostro lentamente hacia el mío pero no podía moverme estaba demasiado nerviosa y además lo deseaba demasiado.

Sus cálidos labios se posaron sobre los míos y se movieron con suavidad en un inicio, luego deslizó una de sus manos por mi cintura atrayéndome más a su cuerpo, mientras su otra mano se apoyaba en la parte de atrás de mi cabeza atrayéndome hacia él.

Mi cuerpo se sentía en llamas aprisionado contra el suyo, con sus labios devorando los míos y su aroma inundando mis fosas nasales, me volvía loca, antes de darme cuenta mis manos estaban alrededor de su cuello, mis dedos enredándose en su cabello atrayéndolo más hacia mí, bebiendo de sus labios.

Nos separamos jadeando de busca de aire pero sus brazos no aflojaron su agarre y apoyo su frente en la mía.

– Soy muy persistente ya te lo dije –susurró contra mis labios con su voz entrecortada.

– Y nunca pierdo las esperanzas menos cuando deseo tanto algo como te deseo a ti – continuó y sin decir nada más depósito un casto beso en mis labios, me soltó y se fue dejándome parada en la puerta viendo cómo se alejaba llevándose la mitad de mi corazón y tirando al piso mi decisión de no volverlo a ver.

 

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Hola chicas espero que les haya gustado el capi y saber su opinión que para mí es muy importante ya que como siempre estoy abierta a sugerencias.

Cuídense mucho.

Besitos.

 

 

 

 

 

Capítulo 3: ¡Está Decidido!... Capítulo 5: Seré Egoista Por Hoy

 
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