SIEMPRE TUYA (+18)

Autor: Isabella_256
Género: + 18
Fecha Creación: 06/11/2015
Fecha Actualización: 05/03/2017
Finalizado: NO
Votos: 8
Comentarios: 80
Visitas: 33724
Capítulos: 12

Las reglas eran simples sin apellidos, sin direcciones ni datos personales, cuando el mes finalizara también lo haría su relación, pues el destino de Isabella estaba sellado y pronto su vida se convertiría en un infierno.

Ella no contaba con que su corazón cayera presa de Edward pero sin importar sus fuertes sentimientos debe dejarlo atrás y aunque gracias a ese amor logra encontrar las fuerzas para luchar por desgracia no puede encontrar a Edward.

¿Qué sucederá cuando 5 años después se reencuentren y Edward sepa que él y Bella son padres?

 

Los personajes son propiedad de Stephanie Meyer pero la historia  es escrita por mi y es producto de mi loca imaginación, por favor no publicarlo en esta página o culaquier otra sin mi autorización.

 

Tambien las invito a pasar por mis otras historias

 

CORAZON IMPREDECIBLE (+18) (Finalizada)

 

AMOR POR CONTRATO (+18) (Finalizada)

 

 


+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 5: Seré Egoista Por Hoy

Hola chicas por aquí estoy dejándoles un nuevo capi de mi historia y espero que les guste y sea merecedora de sus votos y sobre todo sus comentarios para saber si la historia es de su agrado y si debo continuarla. Millón gracias a las chicas que comentaron, EMI20, DANIELAC, MAILOQUIZ y MCECILIALLANOS gracias por el apoyo. No las canso más y aquí les dejo el capi DISFRUTENLO…

 

 

– ¿Alice estas segura de que esto no es una locura?... Ya sé que es la tercera vez que te llamo en las últimas dos horas pero necesito oírlo de ti una vez más.

– Muy bien aquí vamos de nuevo… – dijo suspirando – Isabella Swan déjate llevar por primera vez en tu vida, ve a esa fiesta con ese chico tan guapo que te trae babeando por él, diviértete, bésalo mucho y llévatelo a la cama al final de la noche.

– ¡Alice!... Sabes que yo… – Ya lo sé – me interrumpió Alice.

– Es tu primera vez y bla, bla, bla, bla, ya sé que como tu amiga no debería aconsejarte esto pero es mi obligación recordarte que dentro de poco te casas con un tipo al que odias con toda tu alma, que es un idiota y como tu amiga prefiero que pierdas tu virginidad con un completo extraño pero encantador chico que se nota que te gusta más allá de lo que puedes expresar, a que ocurra en tu noche de bodas probablemente de una forma traumática con James – dijo Alice y a mí se me escapó un jadeo de horror.

– Lo siento no quise ser tan brusca – dijo Alice.

– No te disculpes solo dijiste la verdad – susurré.

– Bueno ya basta de hablar de cosas desagradables, te ordeno que te arregles, te pongas algo muy sexy y que disfrutes esta noche sin preocuparte de lo que está pasando en Los Angeles, ni de lo que pensara el chico que conociste de ti, ni de lo que ocurrirá mañana, por primera vez quiero que pienses en ti y solo en ti, se egoísta al menos por hoy.

Alice tenía razón el día en que tuviera que vivir en mi infierno personal se acercaba cada vez más y si solo me quedaba poco tiempo de libertad lo disfrutaría.

– Seré egoísta por hoy – me dije a mi misma mirándome al espejo.

Y aquí estaba yo una hora después en medio del bullicio de una playa llena de personas bailando, riendo y bebiendo, usando un vestido corto y vaporoso de finos breteles en color azul y unas sandalias planas color beige, estaba a punto de irme por donde vine cuando lo vi.

Se abría paso entre el gentío, lucía completamente deseable con su cabello cobrizo alborotado destellando con la luz de las antorchas esparcidas por la playa esos jeans desteñidos y una camiseta blanca ajustada avanzando hacia mí con esa sonrisa tan fácil y espontanea adornando su rostro, haciendo que todos los problemas se alejaran con solo mirarlo.

Llegó hasta mí rápidamente y me envolvió en sus brazos atrayéndome con fuerza a su pecho y todo mi cuerpo empezó a arder con su contacto y su aroma que me embriagaba alterando todos mis sentidos.

– Lo siento – se disculpó soltándome rápidamente y me sentí vacía al no tener sus brazos rodeándome.

– Es que pensé que no vendrías y estoy muy feliz de verte aquí y luciendo… tan hermosa – dijo paseando su mirada por todo mi cuerpo haciendo que mi rostro ardiera en llamas.

– Pensé que merezco algo de diversión… así que aquí estoy – murmuré torpemente aun queriendo recuperar la compostura.

¿Cómo es que logra dejarme tan fuera de balance con solo un abrazo? ¿Cómo sería si él y yo…?

Las imágenes que desfilaron por mi mente de él y yo desnudos envueltos entre sabanas mientras nos besábamos apasionadamente me hicieron sonrojarme desde la raíz del cabello hasta el cuello mientras que sentía como se estremecía mi entrepierna.

¿Qué hacía yo pensando cómo sería estar en la cama con un perfecto desconocido?

– Te ves preciosa cuando te sonrojas – dijo acariciando con sus nudillos mi sonrojada mejilla.

– Gracias aunque no creo que eso sea cierto – dije mirando a cualquier dirección excepto a sus ojos que me escrutaban como queriendo grabar cada detalle de mí en su memoria.

– Nos sentamos – dije solo para cambiar de tema y liberarme de su intensa mirada que me ponía nerviosa.

– Ten – dijo colocando un coctel sobre la alejada mesa que habíamos escogido.

– Solo tengo 18 – dije sonrojándome al sospechar que tal vez el pensaría que soy demasiado niña para tomarme en serio.

– Será nuestro secreto – dijo.

– Pero nada más de alcohol señorita sin importar cuanto me ruegue – añadió repentinamente serio señalándome con su dedo índice antes de que ambos nos echáramos a reír.

Pese a su postura de no más alcohol hubieron un par de cocteles más, muchas risas y baile, tal vez fue esa la razón de que me dejara llevar entre sus brazos.

Cuando la música cambió a una mucho más suave y él me atrajo más hacia su cuerpo, envolví mis brazos alrededor de su cuello y apoye la cabeza en su hombro cerrando los ojos mientras aspiraba su aroma y me dejaba llevar de la música entre sus brazos, feliz y aterrada a la vez ya que allí me sentía más dichosa de lo que había estado en toda mi vida y aterrada porque este era un placer al que no podía acostúmbrame.

Lo único en lo que podía pensar era en besar sus labios, disfrutar de su sabor, de su aroma, perderme en sus labios y olvidar todo el dolor y la angustia.

Antes de que pudiera razonarlo levante mi cabeza de su hombro y mirándolo a los ojos me puse de puntillas encontrando sus labios, el correspondió a mi beso saboreándolo lentamente, profundamente, presionándome contra su cuerpo inundándome de su aroma, embriagándome de su sabor, mientras su lengua me acariciaba suavemente pidiendo permiso para intensificar nuestro beso.

Conforme sus besos se volvían más intensos y su lengua saqueaba mi boca, solo deseaba más y más, mis entrañas se retorcían con lo que suponía era deseo.

Él era como una droga altamente adictiva, su presencia, su contacto, hacían que me olvidara del resto del mundo y sintiera que estábamos en una burbuja donde todo era válido y éramos libres de sentir y hacer cualquier cosa que quisiéramos hacer.

– Llévame lejos – susurré contra sus labios, mi pecho subiendo y bajando con la respiración acelerada esperando su respuesta y pude registrar la sorpresa en sus ojos por mis anteriores reticencias, pero también podía ver su deseo por mí y al final fue el deseo el que ganó.

Para cuando fui consciente de lo que estábamos haciendo estábamos entrando en la casa en la que se estaba quedando que no estaba demasiado lejos de la mía, a unos 10 minutos corriendo.

– ¿Estas segura de esto? – preguntó en cuando estábamos en el umbral de su habitación.

– Por favor no me hagas pensar es lo último que quiero, lo único que quiero esta noche es ser egoísta y olvidarme del resto mundo – dije antes de atraerlo hasta mis labios besándolo con pasión.

– Por favor no me dejes pensar – supliqué contra sus labios – esta noche solo quiero sentir.

Sus labios atraparon los míos con hambrienta necesidad, presionándome entre la pared y su cuerpo notando como crecía su erección, sentir su erección y ver cuánto me deseaba me hizo gemir involuntariamente en sus labios.

Sus cálidos y húmedos besos se deslizaron por mi cuello mordisqueando suavemente mi piel hasta llegar al inicio de mis pechos para luego volver a mis labios y seguir devorándolos con la misma necesidad, saqueando cada rincón de mi boca con su lengua, apenas y me di cuenta de que mi vestido se había ido y solo me encontraba en mi conjunto de sujetador sin tirantes y bragas negro.

Caminamos sin despegar nuestros labios dando traspiés hasta que mis piernas tocaron la cama y con suavidad me insto a recostarme sobre la cama, pero cuando su cuerpo empezaba a cubrir el mío un escalofrío recorrió todo mi cuerpo en anticipación.

– Estas temblando – dijo con la respiración entrecortada, tomé su rostro entre mis manos antes de decírselo.

– Es que esta es mi primera vez – solté atropelladamente y vi la sorpresa en sus ojos pero de inmediato su mirada se dulcificó y se puso de pie, yo me senté y él se agachó frente a mí para estar a mi altura.

– Si no estás lista… – dijo acariciando mi mejilla con la palma de su mano.

– Shhhh – susurré poniendo mi dedo en su boca.

– Esta noche solo quiero que seamos nosotros, no quiero que exista nada más, me aterra pensar en volver a mi vida y jamás volver a sentir lo que siento cuando estoy contigo – añadí y no pude evitar que una lagrima rodara por mi mejilla él la enjugó con el dorso de sus dedos mientras me estudiaba con su intensa mirada, sabía que mi actitud lo estaba confundiendo, podía sentir sus emociones en conflicto.

– Hay tanto sobre ti que no entiendo pero si pronto te iras, si ya no nos volveremos a ver, prefiero tenerte por poco tiempo que jamás tenerte, aunque cuando te vayas de seguro se me parta el corazón y no sepa como continuar con mi vida – dijo tomando la misma decisión que yo… Sentir.

Sus labios volvieron a los míos pero la forma en que me besaba era completamente diferente que hacía instantes y las mariposas en mi estómago empezaron a revolotear furiosamente mientras mi corazón y mi respiración corrían al mismo ritmo desbocado.

Sus manos fueron hasta mi sujetador desabrochándolo y retirándolo con suavidad para luego repartir besos húmedos sobre mis senos hasta llevarse a la boca uno de mis pezones haciéndome jadear y echar mi cabeza hacia atrás.

Luego de atormentar mis adoloridos pezones se colocó de rodillas, repartiendo besos desde mis rodillas, subiendo por mis muslos hasta llegar a la convergencia de los mismos.

Su aliento tan cerca de mi sexo me hacía estremecerme de anticipación, mi centro palpitaba y se humedecía más con cada minuto que pasaba.

Engancho mis bragas en sus dedos y tiro de ellas retirándolas, luego abrió mis piernas y yo apoyé mis manos en la cama sintiéndome completamente expuesta pero a la vez me sentía deseada, sexy y atrevida al ver su mirada cargada de deseo.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando su lengua se deslizó a lo largo de mi hendidura.

– Si quieres que pare solo debes decirlo – dijo clavando su mirada en mí, pero yo apenas y podía pensar con los labios entreabiertos en busca de aire.

– ¿Me entiendes? – insistió y yo asentí mordiendo mi labio para que no se me escapara un gemido al verlo de rodillas entre mis piernas.

De inmediato volvió a su tarea lamiendo y succionando al principio suavemente hasta que mis gemidos lo avivaron y su lengua se volvió implacable tomando todo lo que quería mientras yo me abandonaba al placer del orgasmo que hasta ahora desconocía.

Caí de espaldas sobre la cama con el corazón palpitando furiosamente en mi pecho mientras jadeaba en busca de aire y de inmediato lo sentí subir junto a mí a la cama y colocarse sobre mí.

Su camiseta ya había desaparecido y su piel cálida sobre la mía solo sirvió para acrecentar mi deseo por él, mi piel estaba sensible por las sensaciones que acababa de experimentar y sus besos húmedos acrecentaban mi deseo por él, besó sobre mi vientre subiendo por mi estómago, hasta mis pechos, mi cuello hasta llegar a mis labios, lo atraje enredando mis dedos en su cabello sin poder evitar tirar de él.

Nuestros besos eran hambrientos, desesperados, consumiéndonos por el deseo, moví mis manos hasta su pantalón desabrochándolo rápidamente y con su ayuda lo que quedaba de su ropa desapareció en un instante quedando descartada en el piso.

Se estiró hasta la mesita de noche y sacó un preservativo, se lo colocó ante mi atenta mirada que se enfocaba en su miembro erecto preguntándome si algo tan grande cabría dentro de mí.

Edward se acomodó entre mis piernas colocando su pene en mi entrada mirándome a los ojos y antes de que volviera a preguntar si estaba segura lo atraje a mis labios y envolví mis piernas en su cintura.

De inmediato su miembro se adentró con suavidad en mi hasta llegar a la fina barrera de mi virginidad rompiéndola y mi grito de dolor quedo ahogado en sus labios.

El continuó besándome sin moverse hasta que mi cuerpo empezó a relajarse y acostumbrase a esta nueva invasión.

Sus ojos estaban fuertemente cerrados conteniéndose para no lastimarme.

– Eres tan hermosa – dijo cuándo fijó su verde mirada en mí quemándome con su intensidad y mis caderas se impulsaron casi involuntariamente en busca de fricción y el entendiendo mi necesidad empezó a moverse lentamente sin dejar de estudiarme son sus ojos oscurecidos por la pasión.

Sus embestidas fueron acelerando cada vez más hasta que mi cuerpo empezó a tensarse con esa misma sensación que hasta esta noche no había conocido y finalmente explote a su alrededor aferrándome a él y luego de dos embestidas más él también se dejó ir con un sensual gemido.

Estaba recostada sobre su pecho con sus brazos envolviéndome mientras escuchaba los latidos de su corazón ralentizarse poco a poco mientras muestras respiraciones volvían a su ritmo habitual.

– Hacer este viaje fue lo mejor que pude hacer en mi vida – dije sin pensarlo sonrojándome en cuanto las palabras salieron de mis labios.

– No tiene por qué terminar – dijo Edward de repente.

– ¿A qué te refieres? – pregunté enderezándome para mirarlo aunque sabía perfectamente a lo que se refería.

– A lo nuestro, podemos hacer que funcione aunque sea a la distancia, solo tienes que decirme dónde vives y yo...

– No – dije levantándome envuelta en la sábana dominada por el pánico.

– ¿Por qué no? – preguntó frunciendo el ceño.

– Esto fue un error, lo siento, tengo que irme – dije con lágrimas agolpándose en mis ojos al pensar en lo que James podría hacerle si supiera de lo que siento por él y lo que acababa de pasar entre nosotros.

Aún recuerdo como golpeó a Tyler Crowley por solo haber bailado y reído con él en una fiesta, recuerdo sus amenazas diciendo que yo sería solo suya y se encargaría de hacer cualquier cosa para que así sea, en ese momento pensé que solo eran amenazas de un niño mimado acostumbrado a salirse siempre con la suya pero ahora después de todo lo que ha hecho lo creo capaz de cualquier cosa.

¿Cómo pude ser tan inconsciente y poner a Edward en riesgo de esta forma?

– Soy tan estúpida – murmuré antes de empezar a caminar frenéticamente por la habitación intentando encontrar mis cosas hasta que Edward llegó a mí y me envolvió en sus brazos.

– Shhh… Shhh… Tranquila, todo está bien – susurró intentando sacarme de mi histeria.

Me llevo hasta la cama y me sentó en su regazo presionándome contra su pecho hasta que me calmé.

– No sé porque te pusiste así pero debes calmarte no me gusta verte llorar, si necesitas pensarlo…

– No necesito pensarlo – lo interrumpí.

– Siento algo muy especial por ti que jamás había sentido pero lo nuestro no es posible, sé que debo sonar como una niña caprichosa pero la verdad es que hay muchas cosas que no entenderías, como te dije en la playa no he hecho nada ilegal, ni le debo dinero a nadie, ni estoy involucrada con mafiosos ni ninguna de esas cosas que puedan pasarte por la cabeza pero mi vida es demasiado complicada y en cuanto vuelva a ella no podré mirar atrás, hay cosas de las que tengo que ocuparme y desearía tener el control de poder decidir pero no puedo hacerlo y en verdad lo lamento, porque había aceptado mi destino pero conocerte solo me hace desear… más – dije poniéndome de pie.

– Espera – dijo Edward aferrándose a mi mano – no te vayas por favor – dijo abrazándome y dejando nuestros labios a solo centímetros.

– No quiero irme pero debo hacerlo – dije tragando el nudo en mi garganta.

– Quédate por favor – dijo acariciando mi mejilla con el dorso de sus dedos.

– Prometo no hacer preguntas ni presionarte pero por favor quédate.

– ¿Y esto será suficiente para ti? ¿Estar juntos por lo que resta del mes sin detalles personales, exigencias ni promesas para el futuro?

– Ciertamente no lo será pero respetaré tu decisión – dijo antes de besarme lentamente llevándose lejos todas mis dudas y el dolor.

Volvimos a la cama y me deje llevar en la inconciencia envuelta entre sus brazos.

Solo había dormido un par de horas cuando un irritante sonido me trajo de regreso a la realidad.

Pero pronto reconocí el sonido y me levanté, recogí la camiseta de Edward del piso, me la puse y fui a buscar mi bolso de mano, cuando lo encontré en la sala, saque el celular que seguia sonando, sabiendo que solo podía tratarse de Alice.

– ¿Que pasó Alice? – pregunté sin aliento sabiendo que si Alice me llamaba a esa hora nada bueno podía estar pasando.

– James sabe en dónde estás – contestó Alice materializando mis peores temores.

De inmediato empecé hiperventilar y tuve que sostenerme de la pared más cercana para no caer, mi corazón latía tan fuerte que parecía que iba a salirse de mi pecho.

– Regresaré – susurré con el corazón roto y sin poder contener las lágrimas.

Acababa de encontrar el amor, acababa de experimentarlo sin reservas y lo iba a perder tan pronto como lo encontré.

– ¿Pasó algo con ese chico verdad? – preguntó y yo asentí como si ella pudiera verme.

– ¿Estás con él ahora? – volvió a preguntar.

– Si – susurré.

– Te lo dije tengo un plan B, James saldrá a primera hora pero si sigues mi plan y Edward acepta ir contigo aún pueden tener lo que resta del mes para ustedes.

– Alice no quiero ponerlo en riesgo, además el desconfía de mí y no lo culpo hay muchas cosas que no puedo decirle y definitivamente no puedo pedirle que tome sus maletas y se embarque en esta loca aventura conmigo.

– Lo haré – dijo esa voz ahora tan familiar para mí. Me di la vuelta aun con el teléfono en mi mano para ver a Edward apoyado en la puerta y Dios sabe cuánto había escuchado de nuestra conversación.

– Iré contigo – dijo.

Y fue así como empezó la aventura más loca de mi vida que me llevó a encontrar el amor y me dio a mi preciosa hija.

***********************************************

Hola chicas espero que me dejen sus votitos si la historia les está gustando y que me hagan saber sus valiosas opiniones a través de sus comentarios ya que como saben yo siempre estoy abierta a sugerencias.

Cuídense mucho.

Nos vemos.

Besitos

 

 

 

Capítulo 4: Emprendiendo el Viaje Capítulo 6: Sere Siempre Tuya

 
14430412 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10748 usuarios