Diario de una mente

Autor: FICQUITO
Género: + 18
Fecha Creación: 19/04/2018
Fecha Actualización: 07/05/2018
Finalizado: NO
Votos: 1
Comentarios: 4
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Capítulos: 8

Los Cullen reciben un libro, no saben quién lo ha enviado; sienten curiosidad y deciden leerlo. En Phoenix vive Isabella, una adolescente de 16 años quien vive su vida con mucha dificultad, sin saber que sus pensamientos, están siendo leídos por una familia de vampiros. (Aclaro que el libro NO es crepúsculo)

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Capítulo 2: Traumas

DISCLAIMER: Crepúsculo y todos sus personajes pertenecen a Stephenie Meyer yo solo me divierto con ellos.

El texto en negrita: pensamientos de Isabella, el contenido del libro.

El texto normal: comentarios de la familia Cullen.


Primera parte: algo muy interesante.

Y ya sabiendo más o menos lo que pasaría todos esperaron a la medianoche para averiguar si estaban en lo cierto, también Jasper, Emmett y Edward estaban trazando un plan para poder atrapar al que haya enviado la nota para cuando llagara la hora. Miraron el gran reloj del vestíbulo, eran las 23:55 ya era tiempo, no faltaba mucho. Pero cuando trataron de abrir la puerta principal, no pudieron, trató Emmett y tampoco pudo, incluso la golpearon, resultando inútil, entonces trataron de abrir la puerta trasera pero tampoco cedía, ni siquiera las ventanas, estaban atrapados dentro de la casa. Y cuando ya se estaban descontrolando Alice dijo.

- Ya es hora, son las 12 - y justo al terminar lo sintieron, Edward no pudo leer los pensamientos de nadie, ni Alice podía tener visiones de lo que pasaría y Jasper dejó de sentir las emociones de todos los demás. Comenzaron a escuchar un zumbido, el mismo sonido que hace una cuchilla cuando la haces cortar el viento, todos sintieron un tibio aire soplar en sus caras, esta vez no había pared de cristal pero la puerta antes cerrada se abrió y cerró muy rápido, todos se miraron confundidos y es que había sido tan rápido que ni si quiera ellos que eran vampiros pudieron ver que pasó. Bajaron la mirada y allí había un libro, Carlisle se apresuró a recogerlo, había una nota pegada en la portada, Carlisle la desdobló sin despegarla y leyó:

Solo léanme

- Que extraño - dio vuelta a la portada y pudo leer "Diario de una mente"

- ¿Diario de una mente? ¿Es el nombre del libro? - preguntó Edward acercándose al doctor, él asintió - ¿Quién es el autor?

- Mmm déjame ver - Carlisle abrió la portada y buscó - Aquí está, dice...- Carlisle frunció el ceño - No es un nombre, parece un mensaje "No serás capaz de cerrar tu mente" que extraño ¿Lo leemos? - preguntó, su familia asintió - Bien sentémonos.

Acomodaron los sillones de una forma circular de modo que todos pudieran verse las caras.

Carlisle empezó a leer.

Prólogo: la puerta

- ¿La puerta? ¿Los prólogos también tienen título? yo creía que no - dijo Emmett confundido.

- Lo sabrías si alguna vez leyeras uno... Emm ¿Emmett? ¿Sabes leer? - le preguntó Jasper burlándose de él, pero Emmett levantó el puño y mirándolo amenazadoramente asintió sonriendo.

Ahí estaba, en el centro de mi habitación mirando aquella puerta que sólo de noche se dejaba ver y sólo que yo estuviera sola. Recuerdo haber visto antes esa puerta, la recuerdo más grande y en una habitación diferente, es extraño, es difícil. Por las noches cuando estoy quedándome dormida la siento abrirse y a los segundos me llaman, pero al voltear y mirar o ya no está o simplemente está cerrada. He intentado abrirla pero es imposible. Aunque no sé nada sobre esa puerta, puedo intuir que algo me falta para poder entrar. Mientras no tenga eso que no tengo o no viva aquello que me falta por vivir, no podré entrar y averiguar qué es eso que de mi necesita para poder existir.

- Pero que prólogo tan singular - comentó Alice - Aquí está claro que lo sobrenatural se sentirá por todos lados, ¿Pero cómo es posible que pueda ver una puerta que nadie más ve? - preguntó

- Tal vez está enferma, o algo así - le contestó jasper.

- Está claro también que es una chica - dijo Rosalie.

- Pero... ¿Qué tendrá que ver con nosotros esta historia? ¿Será real? - preguntó Edward.

- No tengo idea, pero si seguimos leyendo podremos averiguar más ¿Les parece? - todos asintieron - ¿Quién quiere leer el primer capítulo? - preguntó Carlisle.

- Yo - dijo Emmett.

- Ok.

Capítulo uno: Traumas

Aquí estoy otra vez, en este maldito consultorio, para mi cita con la psicóloga

- ¿Ves? te dije que tal vez estuviera enferma - dijo Jasper rara vez con aire de suficiencia.

- Que asista al psicólogo no quiere decir que esté enferma jasper, pero tal vez tenga algún trauma como dice el título - le respondió Edward, jasper asintió ya que sabía bastante de psicología.

Siento que es una pérdida de tiempo total, no me ayuda en nada

- ¿Pues cómo le va a ayudar si piensa tan negativamente? - ahora preguntó molesto Jasper

- Jasper querido ¿Quisieras dejar de interrumpir por favor cielo? - dijo Alice dándole una sonrisa encantadora, jasper asintió con una sonrisa tonta.

La mayoría de la veces intento ser lo más sincera posible pero me cuesta, ya que me da miedo que al contarle a la psicóloga lo que veo por las noches, me mande a un manicomio o algo peor.

- En ese caso le ayudarían - dijo Carlisle

Ya que mis citas con la psicóloga no me estaban ayudando en nada, mi madre, Renné estaba pensando seriamente a mandarme al psiquiatra también, pero sé que tampoco ayudará, como tampoco ayudó la hipnosis.

- Parece que su madre está desesperada ¿Qué tan grave puede ser? - se preguntó Edward

Yo creo que para poder superar mis traumas necesito saber qué es lo que la causa, y en mi caso no hay causas al menos no que yo recuerde, de hecho puedo recordar perfectamente mi cumpleaños número cinco, recuerdo una mesa larga muy larga, con un montón de niños pequeños sentados en esas sillitas especiales con sus madres detrás de ellos vigilando que no se fueran a tragar algo sin masticar, pero eso es lo único que puedo recordar de mi infancia. No consigo recodar nada más, hasta más o menos cuanto tenía siete años, de esa edad es cuando vuelvo a tener recuerdos...

- ¿Qué habrá pasado para que haya perdido sus recuerdos? - se preguntó Carlisle

- Tiene que ser algo muy chocante, aunque para una niña de cinco años se me ocurren muy pocas cosas - dijo Edward

- Perdió dos años de recuerdos, tal vez haya tenido un accidente y estuvo en coma por esos años - dijo Rosalie tratando desesperadamente de no pensar en algo peor, sólo era una niña. ¿Cuantos años tendría ahora, en aquel momento del libro?

- Quizá lo sepamos luego - le dijo Edward contestando tanto a su comentario en voz alta como también a la pregunta que leyó en su mente, Rosalie asintió.

- Isabella swan! - oí mi nombre y me levanté de un salto. Mientras más rápido llegara a aquella sala brevemente iluminada, más rápido llegaría a mi casa.

Cuando entré la psicóloga Sanders estaba sentada en la silla reclinable detrás de su escritorio. Ella era una mujer más o menos de unos cuarenta años con pelo corto y liso, llevaba lentes la mayoría del tiempo, era alta y delgada y muy simpática, pero por mas simpática y agradable que pudiera ser como persona, yo lo único que deseaba era no verla nunca más en mi vida... O al menos no aquí.

- Siéntate, cielo - me dijo, llevaba nueve años con ella. Mi madre y ella era muy amigas y siempre que me miraba lo hacía con ternura y con un poco de lástima, era lo que más odiaba de las personas, que sintieran lástima por mí, yo no necesito la lástima de nadie.

-Puede que no tenga muchos amigos - dijo Emmett - Pero la lástima sirve para cuando quieres desesperadamente algo.

- Dignidad Emmett, dignidad - dijo Rosalie mirando a su marido con desaprobación.

- ¿Quién? ella no se llama Dignidad, se llama Isabella; aquí lo dice - y le señaló con el dedo el nombre en el libro, Rosalie suspiró fuerte.

- Sólo sigue leyendo Emmett - Emmett se enfurruñó pero le hizo caso.

- Hola - le dije cuando me senté. Ella dejó los papeles a un lado y me sonrió.

- ¿Cómo te has sentido cielo? - me preguntó maternalmente

- Bien - contesté con desánimo.

- Bueno, por lo que he estado leyendo en mis informes has estado mejorando en el último tiempo - me dijo contenta.

- ¿Cómo puede estar mejorando tan rápido? - se preguntó Jasper. Emmett se apresuró a leer antes de que empezara con sus discursos de psicología.

Claro que ella lo notaría, ya que yo hace un par de meses atrás había decido dejar de contarle sobre aquella puerta, jamás le dije que era real. En un principio cuando le conté, ella luego me preguntó si en mi sueño yo siempre estaba sola y entonces aparecía aquella puerta entonces comprendí que ella sólo pensaba que estaba teniendo pesadillas tan vívidas que yo las confundía con la realidad. Y siempre al hablar de ello, me alteraba mucho, todavía no sé la razón de aquello. Solo sé que para nadie más que para mí era real aquella puerta, que sólo aparecía de noche luego de acostarme y apagar la luz. Luego de que pasara la hora entre sus preguntas y mentiras por mi parte me fui a reunir con mi madre para ir a casa.

- ¿Se puede engañar a un psicólogo Jasper? - preguntó Emmett

- No, puede que sólo le esté siguiendo la corriente para que ella pueda ser más sincera, no funciona si estás mintiendo, pero como allí dijo, su madre y la psicóloga son muy amigas, puede que sea más que un compromiso profesional.

- Aahh.

En el trayecto ninguna de las dos habló. Nos bajamos del auto y entramos a casa, ella cerró la puerta principal, y se volteó a verme. Yo ya estaba emprendiendo la retirada a mi habitación, estaba cansada y lo único que quería era ver mi linda y cómoda cama.

- Isabella - me llamó mamá muy bajo, ella sabía cuánto odiaba hablar de las sesiones con la psicóloga y lo respetaba.

- Me voy a mi cuarto mamá, estoy cansada - le dije sin voltear a verla y subiendo otro escalón.

- Pero cielo... - vaciló - No has cenado y además has estado recostada en tu cama todo el día - dijo todavía detrás de mí y al principio de las escaleras.

- Pero quiero ir a mi cuarto - protesté - Y no tengo hambre, gracias mamá. Hoy no quiero cenar - subí otro escalón y mamá me volvió a llamar. Seguí subiendo lentamente.

- Cielo. Es viernes

- ¿Y?

- ¿No tienes pensado salir con tus amigas?

Me quede estática por un segundo, era extraño ya que yo jamás salía de noche, jamás salía los viernes con ninguna amiga, no es que tuviera muchas, para ser sincera, no tengo amigas... Amiga es una palabra fuerte, yo sé que la verdadera amiga está siempre apoyándote y aconsejándote viviendo las penas y alegrías contigo, esas que darían su vida por ti o menos dramático no se metería con tu novio y sufriría sabiendo el daño que eso podría causarte. Yo no tengo de esas amigas, más bien conocidas y sé que no les caigo bien, solo están obligadas a hablar conmigo cuando la profesora nos da trabajos grupales y esas cosas, pero sé que si de ellas dependiera no me mirarían ni de pasada. Es algo triste pero no me preocupa... Mi madre sabe lo difícil que es para mí conservar amigos, no soy nada sociable y me gusta ser así, aunque mis padres están preocupados con mi situación, los dos están convencidos que es solo por la adolescencia y que por eso nada me importa. Pues tienen razón, no me importa lo que piensen de mí. Me di la vuelta y la enfrenté... Pude ver en su rostro el arrepentimiento en cuanto vió mi cara de fastidio.

- Parece que aparte de sus padres está bastante sola - dijo Esme sintiendo lástima y luego recordó que Isabella odiaba que sintieran lástima por ella, aunque no la conocía sentía que al menos debía respetar eso.

- No mamá, no voy a salir - le contesté con toda tranquilidad. Odiaba que me trataran como si de un momento a otro me fuera a poner a gritar y a chillar, no estoy enferma. Sí, lo acepto, tengo algunos problemas psicológicos y de personalidad, pero no estoy loca ni soy retrasada ni nada de eso..

- ¿Y dice que no está enferma? - dijo Emmett

- Emmett - dijo Esme

- Bueno cielo, ¿Te acostarás? - dijo mi madre con un alivio que me molestó.

- Si - sólo contesté.

- Ok si necesitas algo, me avisas.

- Ok, gracias.

- Parece que trata de ser amable y no faltarle el respeto - dijo Rosalie

- Eso es bueno. Es su madre, debe respetarla - dijo Esme

Me di la vuelta y subí a mi habitación, entré y cerré la puerta. Me quedé de pie observando todas mis cosas. Lo primero que observé fue aquella pared de color blanco que tenía en frente. Estaba apoyada en la puerta y a mi derecha tenía mi cama con un edredón rojo, que es mi color favorito. Todas las paredes son blancas, todas tienen fotos y poster excepto una... Todas están decoradas excepto una, y es la pared de enfrente de mí y de mi cama.

- ¿Por qué no habrá decorado esa pared? - preguntó Rosalie.

- Puede que sea en esa pared donde vea aquella puerta - le respondió Alice.

A mi izquierda tengo mi baño, no es ni muy pequeño ni muy grande, sólo tiene el espacio justo para mí, y me encanta... Entré en él y abrí el grifo de la tina, mientras se llenaba me quité la ropa, ya cuando estuve desnuda y la tina llena cerré el grifo y me hundí en el agua. Estaba deliciosa, me relajé y comencé a pensar en muchas cosas; en lo que era mi vida en esos momentos, el daño que le estaba haciendo a mis padres. Muchas veces he tratado de ser una chica normal, pero todo sale mal y termino mucho más traumada que antes. Amo a mi padres y estoy consciente de todo lo que están pasando pero no puedo hacer nada porque no sé qué es aquello que está mal conmigo...

- Vaya, es admirable que trate de mejorar por sus padres, pero tal vez debería hacerlo por ella misma - dijo Edward los demás asintieron dándole la razón.

Realmente no lo sé.

Cuando el agua se enfrió me enjuagué y salí para secarme, luego me vestí con mi pijama que solo consistía en una polerita corta y un short ya que estaba haciendo bastante calor. Y me acosté, me quedé mirando aquella pared blanca no sé por cuanto tiempo pero para mí fue como si sólo hubieran pasado unos minutos... La cuestión es que luego entró mi madre a darme las buenas noches, besó mi frente y me arropó... Puedo tener dieciseis años pero aún así me encanta que mi madre todavía me dé el beso de las buenas noches, me da una seguridad que nada ni nadie en este mundo puede darme.

Esme sonrió con aquello, si bien ella no tenía hijos biológicos para ella los chicos significaban mucho, era como si fueran parte de ella, los amaba tanto que podía intuir perfectamente lo que podría estar sintiendo la madre de Isabella al no poder ayudar a su hija. Edward leyó sus pensamientos y le sonrió diciéndole con esa sonrisa cuanto para él significaba como madre.

- Buenas noches, cielo.

- Buenas noches, mamá.

Entonces ella se enderezó y se quedó viendo la pared blanca y vacía, después se giró a mirar las demás paredes que estaban llenas de color y fotografías de los personajes que más me gustan, frunció el ceño pero no comentó nada ni tampoco preguntó. Volvió a mirarme y sonrió. Se dió la vuelta y cuando estaba a punto de abrir la puerta para salir, sentí un impulso por decirle tres palabras:

- Mamá, te quiero.

Esme suspiró feliz.

- Es bueno que tenga buena relación con sus padres, así no está tan sola - dijo la última frase con pesar. Carlisle la abrazó para confortarla.

Ella al escucharme me miró, sonrió más y salió diciendo:

- Yo también te quiero cielo, duerme tranquila.

Y dicho esto salió. Me quedé pensando en lo que haría mañana, me di la vuelta y me acomodé para dormir… Cuando en eso siento un leve ruido en el pasillo, seguro será mama apagando las luces pensé y así era, me senté en la cama mirando la puerta de mi habitación, vi como la luz del pasillo que se filtraba por las rendijas de mi puerta se apagaban. Volví a acostarme y me puse de lado cerrando los ojos. Unos diez segundos después volví a sentir un ruido, como el sonido que hace una puerta al abrirse, pero sonaba demasiado cerca, era en mi habitación, volví a mirar mi puerta y estaba cerrada, fruncí el ceño, pero me encogí de hombros y me acomodé otra vez. Un rato después, cuando me estaba quedando dormida volvió el sonido pero acompañado con una voz que decía:

- Ay Dios, esto ya parece una peli de terror - dijo Emmett fingiendo estremecerse de miedo, luego sonrió ampliamente - ¡Me encanta!

- Emmett por favor, quiero saber que pasa - dijo Alice tirándole un cojín.

- Está bien enana, pero que agresiva - recibió un gruñido por parte de su hermanita pequeña, Emmett sonrió.

- Isabella... isabeeellaaaaaa

-Emmett por favor ya deja de jugar - le dijo Rose.

- No pero si aquí sale así, yo no estoy distorsionando las palabras - dijo con su carita de niño bueno.

- Dice la verdad - dijo Edward

Posteriormente me quede profundamente dormida. Estaba tan cómoda, desperté antes de que el maldito despertador sonara ya que hoy era sábado y por obligación, pero sólo por este sábado todos debíamos ir para recuperar unas clases que todos habíamos perdido por culpa de un grave accidente en la escuela, sólo sabía eso, nada más

- ¿Por qué no sabe nada más? ¿Acaso no fue en su misma escuela? - preguntó Rosalie

Ya que jamás estoy al tanto de todo lo que se cose en la escuela

- ¿Eso responde a tu pregunta mi Rossie? - dijo Emmett con tono suave tratando de no molestar a su muy temperamental esposa.

- Sí - sólo contestó mirándose las uñas.

Pero en fin, me alisté para la escuela y me fui antes de que mi mamá se levantara. Llegué a la escuela justo a tiempo, aunque no con el suficiente, creo que todo sería mucho más fácil si sólo pasara desapercibida, si no le importara a nadie.

- ¿Cómo puede pensar eso? ¿Y sus padres? - dijo Esme

De mis compañeros claro está.

Esme sonrió.

Pero no... No era así. Habían unas chicas que siempre se estaban metiendo conmigo simplemente por ser diferente, porque no me gustan las mismas cosas que a ellas, y también porque soy la única que no se comporta como una perra en celo, aunque debo reconocer que no todas son así. Cuando entré al salón ya todos estaban sentados, el profesor todavía no había llegado, así que traté de no prestar atención a nada y llegar cuanto antes a mi asiento. Antes de que incluso pudiera dar un paso, una bola de papel me dio justo en el rostro. Un intensa punzada de dolor surgió justo de mi labio inferior, llevándome un dedo a la boca lo pasé por la herida para constatar que estaba sangrando. Miré al suelo donde estaba el supuesto papel simplemente para darme cuenta de que no era sólo papel, dentro de él había un montón de piedras que estaban amarradas por un cordón de zapato. Chupé mi labio tragándome la sangre.

- Oh ¿Pero cómo pueden hacerle eso? - preguntó Esme molesta. Edward frunció el ceño ante la última oración.

Casi la mitad de mis compañeros se estaban riendo, en su mayoría todas mujeres, algunos hombres sólo negaban con desaprobación pero ninguno de ellos se acercó a mí para ofrecerme ayuda.

- Que crueles - dijo Edward enfadado, Jasper lo miró de forma extraña.

No es como si la necesitara tampoco. Sabía quién había arrojado el papel con piedras, se llama Jessica: es baja, de tez blanca, pelo rubio, no es muy agradable y es bastante pedante, es muy vanidosa y casi no le agrada a nadie pero increíblemente: es popular. Se ha involucrado casi con la mitad de los estudiantes y no tiene respeto por ella misma. La verdad, es que me da mucha grima, me ataca sólo porque sabe que no le haré nada. Yo pienso que es una cobarde.
La miré sin ninguna expresión en el rostro, mas ella se reía junto con los demás sintiéndose en ese momento la reina de todos simplemente por golpear a una persona en la cara. Pasando otra vez la lengua por mi labio lastimado me agaché y recogí la bola de piedras envueltas en papel. Mientras me paraba la observé y ella dejó de reír, supongo que pensó que yo se la tiraría de vuelta.

-Que lo haga, que lo haga - dijeron Emmett y jasper sonriendo

- Emmett, Jasper - dijo Esme

- Lo siento ma - dijeron los dos

- Pero la están agrediendo, tiene que defenderse - dijo Edward todavía muy molesto, si había algo que Edward no toleraba era que agredieran a una mujer, en este caso una niña sin justificación.

- Ella no parece una persona violenta, y puede que salga mucho más lastimada, porque son las mayoría de las mujeres en su contra y está sola...- no alcanzó a terminar Alice

- De todas formas Alice, no puede quedarse de brazos cruzados - dijo Emmett serio ya que tampoco le gustaba esa situación.

Pero no.

- Aaah - dijo jasper desilusionado. Esme negó con la cabeza, a veces Jasper era tan crio como Emmett.

Guardé la piedra en el bolsillo de mi chaqueta y me dirigí a mi asiento que era la tercera mesa de la fila del rincón muy cerca del escritorio de la profesora, siempre me he sentado sola, así es mucho mejor.

- Estoy de acuerdo - dijeron todos los jóvenes cullen, luego se rieron.

Jessica estaba sentada en la fila del centro. Ella siempre dice que en el centro de la sala están las divas, las reinas, las que de verdad importan. Sabía que el golpe en la cara no era lo único, así que sólo esperé sentada.

- ¿Cómo puede estar tan tranquila sabiendo que la van a agredir? - preguntó Rosalie incrédula.

Pero cerré los ojos y suspiré. Ya me estaba cansando de esto. El dia anterior no había sido unos de mis mejores días por lo que ahora estaba de mal humor, y no creía ser capaz de poder aguantar a Jessica hoy. Ella se levantó y se dirigió a mi mesa. Se puso a mi lado pero yo no levanté la cabeza fingiendo no saber que ella estaba allí. Abrí los ojos y me di la vuelta dándole la espalda para sacar mis libros.

-Creo que eso no servirá de nada - dijo Edward inquieto.

- Dame el cordón de mi zapato - me ordenó pero la ignoré y puse mis cuadernos en la mesa - Te estoy hablando traumada, dame mi cordón - sin mirarla le respondí.
- Si tanto quieres ese cordón no debiste usarlo para atar esas piedras - le dije con tranquilidad.
- Tú no me dices que hacer maldita, dámelo ahora.

- Oh oh y empiezan los problemas - dijo Emmett

- Los problemas empezaron hace rato Emmett - dijo Rose.

Se comenzó a alterar y el profesor seguía sin llegar, no es que le tuviera miedo a ella, tenía miedo de explotar, de golpearla y luego meterme en problemas, llamarían a mis padres y entonces sería otro disgusto para ellos y es lo que yo no quiero.

-Vaya, incluso en un momento como ese está pensando en los demás y no en ella - dijo Edward negando con la cabeza.

La ignoré nuevamente y abrí mi libro de literatura. Dos segundos después ella lo tomó y lo arrojó al suelo con fuerza, eso me molestó aún más y cada vez me importaba menos lo que pudiera pasar si sólo por esta vez me defendía.

- Mierda ¿Eso quiere decir que nunca se defiende? - dijo Emmett

- Emmett cuida tus palabras, ya sabes que no me gusta que digas groserías - lo regañó Esme

- Lo siento mamá, pero es que me impresiona - se disculpó

- A todos nos impresiona, pero no por eso estaremos a cada rato diciendo palabrotas - le dijo Carlisle, Emmett asintió.

Aún sentada intenté recogerlo pero ella le puso un pie encima.

- Quiero mi cordón ¡AHORA! - me gritó - me apesta tener que dirigirte la palabra, eres como una maldita peste.

- Lo siento mama pero ahora creo que se vienen palabras fuertes - le dijo Emmett a su madre esperando así que luego no lo regañara.

A medida que ella hablaba yo me fui irguiendo en la silla y me puse a mirarla - estoy harta de ti y de tus malditas mentiras, con eso de tus malditos y falsos traumas solo has conseguido beneficiarte. Los profesores te tratan diferente y no es justo para nadie, no es justo para mí que por tu culpa los profesores no ven mi potencial y no valoran mi inteligencia ni mis esfuerzos... - ella rió - Eres una estúpida, de seguro tus padres te mandan al psicólogo para no tener que ver tu fea cara y poder hacer sus vidas sin tenerte cerca ¿Sabes qué? estoy segura que tu madre utiliza muy bien ese tiempo para irse de fiesta con otros hombres, si tiene una pinta de puta que no se la quita nadie o acaso piensas que ella podría tener tanta paciencia como para aguantarte - volvió a reír escandalosamente - ...eres una ilusa...

- Oh por Dios ¿Cómo puede tratarla de esa manera? - preguntó Esme con una mano sobre su boca.

- Pues de seguro la maldita es estúpida, tal vez por eso los profesores no ven aquel "potencial" - dijo Rosalie enojada.

- Sólo espero que no se deje golpear, o algo eso ya sería el colmo - dijo Edward.

- Pobrecita - dijo Alice enojada y triste, Jasper la abrazó.

Ya estaba enfurecida así que ni siquiera lo pensé, me levanté aparentando tranquilidad, no demostrando lo mucho que sus últimas palabras me habían afectado. Ella dio un paso hacia atrás y pude notar en sus ojos un pequeño rastro de temor.

- Pero si la muy perra es una cobarde, le grita cuando la otra está sentada - dijo Rosalie

- Rosalie - dijo Esme

- Es cierto mamá, es una maldita cobarde... Pero si la tuviera yo enfrente - dijo Alice. Emmett se carcajeó imaginándose a la pequeña Alice peleando como nena. Aunque sabía que ella no peleaba así.

No sé cuál sería mi expresión y tampoco me importaba ya, si ella me volvía a golpear estaba segura de que en esta ocasión me defendería. De igual menera traté de calmarme.

- Escúchame bien Jessica, pon mucha atención por que no lo volveré a repetir, vas a dejarme tranquila porque este no es precisamente un buen día y no estoy de humor para aguantar tus estúpidos momentos de superioridad. Estoy harta de que te metas conmigo y la próxima vez solo voy a devolverte lo que me hagas ¿Entendiste? - aunque mi voz se escuchaba tranquila no lo estaba, estaba muy cabreada.

- Aunque no le dijo ningún insulto, sonó bastante amenazadora - dijo Emmett asintiendo pero esperando más.

Conmigo podía hacer lo que quisiera, pero con mi familia no se mete.

Rosalie sonrió sintiéndose más que de acuerdo con esa chica.

Todos estaban callados, notablemente sorprendidos ya que era la primera vez que me defendía, al menos con palabras - Así que ahora vas a dejarme en paz antes de que se me acabe la poca paciencia que me queda...

- Eso de la poca paciencia me recuerda al alguien... - dijo Emmett mirando a Edward así que todos lo miraron también.

- ¿Por qué me ven a mí? - preguntó Edward con mala cara sabiendo muy bien lo que había querido decir su hermano.

- "Déjame en paz antes de que se acabe la poca paciencia que me queda" siempre dices lo mismo hermano, ya va siendo hora de que cambies tu repertorio ¿No Eddie? - dijo Emmett burlón, los demás rieron.

- ¡NO ME DIGAS EDDIE! - le gritó Edward molesto. Jasper trató de calmarlo, siempre se peleaban por lo mismo.

- Ya chicos. Emmett sigue leyendo - dijo Carlisle.

Hubo un momento de silencio, supongo que me veía demasiado tranquila, me senté y como ya no estaba frente a ella

- Está en desventaja - dijo Alice

y en desventaja volvió a insultarme.

- Pero qué te crees pequeña zorra, que tú puedes venir y darme órdenes a mí. Yo voy a dejarte en paz cuando a mí se me pegue la gana ¡Me escuchaste! - ella estaba gritando a no más de 10 centímetros de mi oído, se había inclinado un poco para poder gritarme mientras yo luchaba en mi interior con tres partes de mi.

- Mira Edward, podrías dividir tu interior en tres partes ¿Eh? tal vez te sirva para equilibrar tu humor - le dijo Emmett riendo.

- Cállate, y sigue leyendo - le contestó Edward de mal humor todavía.

La primera: la mala, la que estaba enfadada, dolida por sus palabras y lo único que quería era darle un buen golpe en la cara para que se callara.

- Yo escogería la primera, es la más efectiva, aunque no conozca las demás - dijo Emmett

La segunda: la buena, la que me decía que era mejor no hacer nada, para no acarrearme problemas y estaba la tercera: a la cual no le importaba nada, la me decía que simplemente la dejara insultarme hasta que se cansara, darle la razón, salir corriendo y quedar como la estúpida, la cobarde. Hasta ahora iba ganando la primera, mientras me debatía en mi interior la seguí escuchando - Eres una estúpida - se carcajeó burlonamente - ... ¿Crees que con esa cara algún chico se va a fijar en ti, maldita traumada de mierda? Eres una mugrienta mentirosa, cochina zarrapastrosa, hija de la gran p...

- ¡Emmett! - dijo Esme parándose de la silla.

- No, no, si no la termina, escucha.

Y ya no aguanté más, hasta ahí había llegado mi límite, no podía más. Sentí la adrenalina correr por todo mi cuerpo en cuanto decidí que ya era suficiente, esta vez no aparenté tranquilidad. Puse las dos manos en la mesa y la empujé hacia adelante, ella se asustó por lo repentino de mi acción y se hizo para atrás. Me paré y la miré a la cara mientras con las dos manos la agarraba de la camiseta y sin soltarla la empujé hasta que su espalda chocó contra la pizarra. En ese momento mi furia era tal que me cegué, ya no me importaba nada, ni los problemas si después de esto mi madre decidía internarme pensando tal vez que esto se debía a mis cambios de temperamento

- Mira mamá, podríamos internar a Edward, para sus cambios de temperamento - dijo Emmett, Edward se levantó y parecía haber perdido el control igual que Isabella, se lanzó encima de Emmett golpeándolo todo lo que pudo. Emmett le había lanzado el libro a Jasper para que no se estropeara, y poder recibir a Edward con los brazos abiertos para después devolverle los golpes. Cayeron en el piso rodando y rompiendo unas cuantas cosas. Cuando estuvieron a punto de romper un jarrón de mucho valor sentimental de Esme, ella se levantó. Los dos al escucharla pararon de pelear al instante, Esme se acercó y tomado de una oreja a cada uno los levantó.

- Ya no quiero que vuelvan a pelear. Tú Emmett dejarás de molestar a tu hermano - tironeo de la oreja de Emmett para poner énfasis a sus palabras.

- Ok ok mami pero no tires tan fuerte.

- Y tú Edward, dejarás de perder el control por cualquier cosa - también tironeó de la oreja de Edward pero este sólo hizo una mueca sin rechistar y miró a su madre con un puchero, que hizo reír a Esme. Ella los dejo a cada uno en sus asientos y fue a sentarse con Carlisle, luego los apunto con el dedo.

- No más peleas - les advirtió, todos los demás miraban la escena tratando de contener la risa.

- No te prometo nada - dijo Emmett en voz baja, pero siguió leyendo rápidamente para que Esme no lo regañara.

No me importaba si el profesor llegaba y me veía así. Estaba tan enojada y verla y sentir su miedo me enfureció mucho más así que la levanté de la misma camiseta quedando suspendida en el aire. Dicen que cuando una persona se enfurece a tal grado de cegarse por completo, saca fuerzas de flaqueza. Lo había oído pero no lo entendía, ahora podía comprender exactamente qué querían decir con eso. No sé cuál sería mi expresión, pero ella se veía aterrada y ahora comprendí que ella solo me atacaba porque pensaba que era más débil

- Ja que equivocada estaba esa pequeña cobarde, se metió con la chica equivocada - susurró Emmett con una sonrisa.

y que jamás me atrevería a hacerle nada, no sé porque en el preciso momento en que decidí soltarla de un brazo para golpearla se me vino a la mente aquella puerta que se me aparecía de noche.

- ¿Qué? ¿Y qué tiene que meterse esa puerta aquí? ahora ella no hará nada - dijo Emmett molesto.

- Eso no lo sabes - le dijo jasper

- Pero que extraño - dijo Alice

Fue extraño

Alice sonrió al libro.

y me desorientó a tal punto que me calmé y la bajé, pero sin soltarla, me fui acercando a ella mirándola fijamente, tenía claro que no podría golpearla, ya no estaba tan enfadada y la parte más racional de mi estaba tomado ventaja por sobre las otras. Pero estaba molesta y ella seguía con miedo en sus ojos y rostro cuando le advertí:

- Y veremos cómo ataca ahora - dijo jasper, Edward lo miró de mala manera, pero este no se dió cuenta.

- Escúchame bien, porque no voy a repetirlo otra vez: no creas que me agrada demasiado tener que dirigirme y gastar mi tiempo en un persona tan desagradable y miserable como tú. No quiero que te metas más conmigo. No quiero que me molestes ni me golpees otra vez. No quiero que me mires ni me hables. Si tanto te desagrado entonces es fácil, sólo ignórame y ya, pero si vuelves a insultarme a mí o a mi familia te va a ir mal y te aseguro... Que esta vez no voy a dudar en golpearte _estaba más calmada y ella lo notó y trató de zafarse de mi agarre sin conseguir moverse un centímetro, apreté mis uñas contra su cuello y volvió a quedarse quieta, me acerqué a su oído y le susurre: - Ya estas advertida.

- ¡wooow! - gritaron Emmett y Jasper luego de unos segundos - Esa chica da miedo, y la otra se lo merece por estúpida, ya sé mamá, papá, no se insulta a una mujer pero...Demonios esa se lo buscó - murmuró Emmett levantando las palmas con el libro sobre sus piernas. Lo recogió y volvió a leer.

Cuando me alejé de ella toda su cara estaba empapada en lágrimas. Sin detenerme a pensarlo tomé la pierda de mi bolsillo y la dejé caer.

- ¡Dejaste ir una prueba! - exclamó Emmett rodando los ojos.

Me di la vuelta y todos estaban mirándome, no me importó. Recogí mi libro guardándolo en mi mochila y salí de allí. No me importaba si llamaban a mis padres preguntando la causa por la que había faltado a clases. Me fui de la escuela y me puse a caminar muy lento, ahora que ya estaba mucho más tranquila vino el arrepentimiento porque sabía que estaba muy mal lo que había hecho. No obstante por primera vez en mi vida me sentí orgullosa de mi misma, porque siempre me había quedado allí sentada esperando que a ellas se les acaban las palabras insultantes, y poder calmarme, jamás me defendí ¡jamás! pero ahora a pesar de saber que estaba mal lo que había hecho me sentí bien, muy bien.

- Eso está bien, que se sienta orgullosa de sí misma - dijo Emmett

- Emmett la violencia no es buena y lo sabes - le dijo Esme

Llegué a mi casa y me fui a la cocina a buscar algo de comer, mis padres estaban trabajando así que estaría toda la tarde sola. Mientras estaba comiendo un plato a rebosar de cereal, en el fondo de mi mente estaba algo preocupada ya que cuando el profesor pasara la lista y notara mi ausencia estaba segura de que Jessica y sus secuaces no perderían la oportunidad de acusarme por a) casi golpearla o b) haberme fugado de clases. Tal vez fuera por las dos ¡Aich que importa! me dije, total ¿Qué más pueden hacer que suspenderme o castigarme con trabajos extras? nada, me respondí así que seguí comiendo.

No recibí llamadas en todo el día por lo que supuse que Jessica se había quedado callada (que lo dudo) o habían llamado a mi madre pero, en ese caso ella sabría que yo estaría en casa y hubiese telefoneado ¿O no? como sea, cuando mis padres llegaron yo estaba en el sofá viendo una peli de terror, estaba buenísima. Supe que ellos ya sabían lo de la escuela en cuanto pude ver sus caras en un primer momento.

- Uy ahora se viene lo peor de todo ¡El regaño! - dijo Emmett de forma dramática.

Ellos no me vieron pero yo a ellos sí y sus expresiones eran de preocupación y enfado pero cuando me vieron, sus rostros cambiaron: mi padre ya sólo se veía resignado, como si pensara que era imposible enojarse conmigo. Papá sacudió la cabeza y sonrió un poco pero no se acercó mí y mi madre estaba en las mismas. Ambos se quedaron parados mirándome, luego se miraron entre ellos conscientes de que yo los miraba también. Papá se encogió de hombros y mamá se acercó a mí sentándose a mi lado, me miró fijamente. Yo estaba algo recostada en el sofá, por lo que tuvo que mirar hacia abajo, ella sonrió y preguntó:

- ¿Qué ocurrió hoy en la escuela? - ¿Que qué ocurrió? ¿Es que acaso no veía mi labio partido? y además habló en apenas un susurro, no entendía por qué nunca ocupaba un tono de voz alto conmigo o al menos un tono normal, así que fruncí el ceño sin poder evitarlo. Miré a papá que todavía no se había movido en la entrada del living, él me devolvió la mirada pero no se acercó o habló. Miré a mi madre y contesté.

- Me fugué de clases - lo dije en tono tranquilo y normal.

- ¿Por qué? - esta vez preguntó mi padre, ladee la cabeza para verlo.

- Porque no me apetecía quedarme allí.

- ¿Por qué? - mi madre inquirió.

- Discutí... Tuve una prqueña disputa al llegar a clases.

- ¿Con quién ? - mi padre.

- Con Jessica.

- ¿Por qué? - mi madre.

- Porque me insultó.

- ¿Qué te dijo? - mi papá preguntó. Me miré las manos no queriendo repetir lo que Jessica me había dicho.

- Cosas... Bastante... Desagradables.

- ¿Y por qué? - mi madre quiso saber.

- Porque me odia... Por eso - les confesé.

- ¿Por qué? - esta vez preguntaron los dos.

- ¿Pero qué diablos? ¿Este es el día de los "por qué"? Maldición - maldijo Emmett demasiado fuerte.

- Emmett, una palabrota más y ya verás - le amenazó Esme y Emmett asintió asustado, sabía que hablaba en serio.

Pero qué diablos sucedía con ellos, acaso este era el día de los "¿Por qué?"

- ¿Ves mami? ella también dijo palabrotas - dijo Emmett y Esme le entrecerró los ojos.

No entendía por qué se comportaban así ¿Por qué simplemente no me regañaban y me enviaban a mi cuarto? no es que me castigaran muy seguido, ahora que lo pienso... Jamás me habían castigado, es que también jamás me había metido en problemas en las escuela pero en fin, su comportamiento me estaba molestando bastante. Ellos se dieron cuenta y parecía como si mi padre me hubiera leído la mente porque dijo:

- Vete a tu habitación - claro, faltaba el regaño pero de todas maneras sabía que ellos no lo harían, así que me levanté despacio y tranquilamente me fui a mi cuarto.

- Vaya se saltaron el regaño, que injusto - se lamentó Emmett.

- Sigue leyendo Emmett y déjate de interrumpir - le dijo Rosalie ya alterada.

- Ok ok, vaya mujer.

Estaba acostada en mi cómoda cama pensando en lo que haría al día siguiente ya que era domingo y no tenía nada que hacer, ni siquiera trabajos para la escuela para mantenerme ocupada y no aburrirme. De todas formas no importaba.

Me metí al baño a ducharme, estaba secándome cuando de repente sentí un ruido en la habitación; me quede quieta.
Puede que fuera mi madre verificando si estaba bien.
Esperé otros cuantos segundos a ver si ella golpeaba la puerta del baño. Estaba segura de que era ella, por eso no me esperaba escuchar el ruido de una puerta al cerrarse. Fruncí el ceño pensando que era raro que mi madre entrara a mi habitación y saliera de ella sin asegurarse primero que no me encontrara nadando en un charco de sangre.

Raro.

Me encogí de hombros y seguí secándome para ponerme la ropa para ir a cenar. Estaba en eso cuando de pronto mi celular sonó, no era una llamada sino un mensaje. Vi el remitente pero era un numero privado, lo abrí con mucha curiosidad pero sin saber bien por qué, también con un poco de temor. Era bastante extraño, el mensaje no decía nada, solo habían unos números, estaba tan confundida que tardé como dos minutos en darme cuenta que esos números estaban señalando una hora:

"11:30"

Miré en la esquina de la pantalla de mi celular en donde se mostraba la hora y para mi sorpresa eran exactamente las 11:30. Que curioso. Y no sólo por el mensaje sino porque yo creía que eran las 6 de la tarde y en un rato mi madre me llamaría para cenar, por eso pensé que era ella cuando sentí el ruido en mi habitación.

¿Y si no era ella ni papá? Qué ridículo, me contesté regañándome ¿Quién más podría ser? pero también quedaba lo del mensaje, si era alguien que quería gastarme una broma para asustarme pues lo estaba logrando. Pero ¿Cómo aquel extraño sabía que yo no iba a captar de inmediato debido al impacto que no sólo eran números si no la hora exacta de ese momento, para enviarlos unos minutos antes (los minutos exactos que yo necesite para darme cuenta se ese hecho) para que coincidieran para que cuando yo viera la hora fuera la misma?

- Pues... Es como si supieran exactamente la hora en que ella se daría cuenta - comentó Edward - Alguien que tuviese...Visiones.
Alice se tensó.

- Yo no tengo nada que ver ¿Por qué estás diciendo esto? además ni siquiera sabemos de dónde es, ni si la historia es real. También he estado pensando y no recuerdo haber oído nunca el nombre de Isabella Swan en Forks.

- Tal vez es un hecho venidero, en un futuro cercano tal vez venga - dijo Edward

- Ya pero ¿Por qué yo querría mandarle mensajes asustándola? - preguntó enojándose.

- Yo no he dicho eso, simplemente dije que tal vez esa persona que le mandó el mensaje tenga algún poder o algo, no lo sé. Es demasiado inaudito, no te estoy acusando Alice ¿Cómo podría? además puede que esta historia ni sea real - Edward trataba desesperadamente de enmendar su error, pero Alice ya no lo miraba enojada si no con una sonrisa.

- Si, está bien. Yo también pensé lo mismo, pero no en mí - dijo ella todavía sonriendo.

- Lo sé

Todavía no salía del asombro y más aún estaba sorprendida de que no notara el paso del tiempo, todavía con el celular en la mano y totalmente desnuda, me di una vuelta en la baño pasando una mano por mi cabello, señal de desesperación

- Vaya otra similitud - dijo Emmett pasando una mano por su cabello imitando a Edward como cuando este estaba frustrado o desesperado. Edward le gruñó mostrándole los dientes.

mirando todo esperando estúpidamente que aparecieran las respuestas que tanto necesitaba, no quería alterarme por esto y darle más razones a mis padres para que pensaran que necesitaba hospitalización o algo peor, así que traté de calmarme respirando por la boca lentamente, y para sentirme un poquito mejor apagué mi celular. Saqué una toalla y me envolví con ella. Salí del baño creyendo que ahora estaría más tranquila pero estaba muy equivocada.

- ¿Y ahora qué? - dijo Edward.

Se me cayeron el celular y la toalla que hasta ese momento sujetaba con tanta fuerza. Ahí, en frente de mi estaba aquella puerta tan extraña y para mi sorpresa estaba entreabierta, en consecuencia mi corazón empezó a latir tan rápido y fuerte que creí que se me saldría del pecho.

Tentativamente di un paso y la puerta se abrió bruscamente para inmediatamente cerrarse de golpe. Me asusté tanto que salté hacia atrás. Sacudí el estupor que envolvía mi mente y avancé rápidamente a la puerta aprovechando que no había desaparecido, pero al hacerlo y somplemente pestañar la puerta ya no estaba.

Estupefacta me acerqué más y levanté la mano como si fuera a tocar la pared donde unos segundos antes estaba la puerta...

... Pero no lo hice.

Dejé mi brazo caer flácido a mi costado y bajé la cabeza cerrando los ojos fuertemente. Esta situación estaba superándome, pero yo no quería que eso pasara así que me obligué a calmarme y a recordarme que todo estaba bien, que nada había pasado, que no había sido real; eso sería exactamente lo que mis padres o la psicóloga Sanders me dirían si les contaba lo que me había pasado esta noche.

Me senté en la orilla de la cama mirando el suelo y después la pared blanca en frente de mí, sacudí la cabeza extrañamente más cansada de lo habitual y de pronto no entendiendo nada.

Ya era bastante tarde como para cenar y sabía que mis padres ya estaban dormidos debido a la hora. En mi mesita de noche había un reloj pequeñito que indicaba que eran las doce exacta. Media hora había pasado pero yo solo lo sentí como minutos.

Suspiré sintiéndome enfadada conmigo misma. Busqué mi pijama para acostarme e intentar dormir. A penas estuve lista prendí la luz de mi mesita de noche y apagué la otra luz para estar más cómoda. Me metí a la cama tapándome solo hasta la cintura de cara a la mesita de noche y la pared blanca.

De pronto, sentí el impulso de levantarme

- Ayy noo, no lo hagas - dijo Emmett mirando el libro con fingido susto.

- Cálmate Emmett - le dijo Jasper y así fué.

e ir a la puerta. La habitación estaba brevemente iluminada pero por suerte todavía se podía ver. Caminé hasta ponerme en frente de la puerta que para todo el mundo sí era real. Toqué el pomo y traté de abrir la puerta pero estaba cerrada. Me quedé mirándola... ¡De locos! ¡De locos! ¡De locos! no recuerdo haberla cerrado con pestillo y no creo que mi madre lo haya hecho ya que no hay forma de salir y dejar la puerta con llave, pues debe cerrarse y luego echar el pestillo, así que la única explicación que no me parecía una locura era que la que había cerrado con pestillo había sido yo y no lo recordaba.

Pero...

¿Y el ruido que había escuchado mientras estaba secándome en el baño? si no había sido mi madre (y era imposible que hubiera cerrado la puerta con llave) ¿Quién había estado en mi habitación?

Un súbito terror me recorrió cuando de repente escuché otra vez el sonido de una puerta abriéndose a mis espaldas. Tragué saliva.

Todos contuvieron el aliento, expectantes.

No me di la vuelta, pues había quedado totalmente paralizada. En eso siento una respiración en la parte más alta de mi cabeza que empezó a descender hasta parar en mi cuello, haciéndome estremecer ya que el aliento era demasiado frío.

- ¿Qué? los humanos no tienen el aliento frío si no cálido - dijo Carlisle.

- Es posible que ese ser no sea un humano - dijo Alice.

- ¿Un vampiro? - preguntó Edward.

- Quien sabe. No se me ocurre nada más, ya que para los humanos debemos de tener el aliento frío, por nuestra temperatura corporal. A parte de que no hay sangre caliente circulando por nuestras venas - dijo Carlisle.

- Más bien no hay sangre circulando por nuestras venas ¡Estamos muertos! - dijo Rosalie

- ¿Qué? eso no es cierto osita, los muertos no hablan ni leen libros y yo lo estoy haciendo - dijo Emmett.

- Si y tampoco piensan - dijo Jasper en voz baja sin embargo Emmett le escuchó y le gruñó.

Escuché un susurro que no decía nada, sólo era un "mmm" nada más. Entonces, para mi sorpresa aquel ser de mis espaldas pronunció una sola palabra:

- Isabellaaaaaaa...

Tan bajo pero lo suficiente para que me desvaneciera ahí mismo. Todo se volvió más negro en ese mismo instante. A la mañana siguiente me desperté muy desorientada, pero sabía que estábamos a domingo augurándose un día muy largo y no sé por qué pero me pareció tener esa sensación de un muy mal presentimiento como si supiera que lo mejor sería quedarme en cama todo el día y no levantarme. Aunque después de asimilar la sensación lo único que pude hacer fue sentarme en la cama y mirar alrededor, sabía que si hoy me quedaba en cama sólo sería para preocupar a mis padres y que sospecharan de que algo malo estaba pasándome. Por unos segundos no recordé muy bien lo último que había hecho anoche antes de acostarme pero entonces lo acontecido la noche anterior me asustó ya que podía recordar el mensaje, la hora, la puerta, la sorpresa, el miedo, el impulso que sentí, y luego la certeza de que anoche no estaba sola en mi cuarto como yo creía. No sabía cómo había llegado a mi cama en la que ahora estaba sentada mirando a la nada, sabía perfectamente que me había desmayado al lado de mi cama y frente a mi puerta la cual estaba cerrada con llave.

¿Y si todo había sido un sueño? ¿Qué tal si lo que paso anoche realmente no pasó?

Algo en el suelo llamo mi atención; era mi celular. Recuerdo que se me había caído cuando vi la misteriosa puerta, al lado estaba la toalla, que al parecer tampoco recogí. Entonces lo de anoche sí había pasado. Pero... Si me desmayé entonces ¿Quién me acostó en mi cama? me recorrió un escalofrió cuando me di cuenta de que tal vez ese ser que había salido anoche de la misteriosa puerta grande de color rojo que en contraste con la pared blanca, a veces me daba la impresión de que fuera una gigante mancha de sangre, me había cargado y puesto en mi cama y me dio otro escalofrío mucho más violento cuando me di cuenta de que si él hubiese querido podría haberme llevado a cualquier lugar que quisiera y nadie podría haberlo detenido, mis padres no estaban cerca y yo estaba inconsciente.

- Oh no, no tendrá una buena reacción después de eso - dijo Esme

Comencé a mecerme hacia adelante y atrás en un intento desesperado por calmarme, pero no podía y a causa de la frustración y miedo que sentía comencé a llorar, era lo único que podía hacer.

Cuando me calmé un poco decidí levantarme. Recogí mi toalla y el celular que seguía apagado, me metí al baño a lavarme los dientes, y también la cara, eso me ayudó a despejarme un poco. Me vestí rápido para bajar antes de que mi madre me llamara a desayunar pues eran las 10 de la mañana. Mi madre estaba en la cocina de espalda a mí, terminando de hacer nuestro desayuno, mi papá también estaba pero sentado en la mesa del centro de la cocina en su puesto leyendo el diario, también estaba de espalda a mí. Ninguno de los dos escuchó cuando llegué. Siempre me decían que era muy silenciosa y yo no sabía cómo si siempre me parecía que hacía mucho ruido al caminar o que mi respiración era demasiado fuerte.

- Tal vez por eso es muy silenciosa - dijo Carlisle

- ¿Por qué? - preguntó Emmett

- Porque como ella cree que hace demasiado ruido al caminar o al respirar, se silencia así misma y por eso no hace ruido - terminó de explicarle a Emmett, este asintió estando de acuerdo.

De todas formas no importaba, me quedé por unos segundos ahí observándolos silenciando un poco mi respiración para que no me descubrieran mirándolos.

- ¿Ves? - dijo Carlisle. Emmett asintió con ceño fruncido, Edward rió.

Por un momento sentí temor ¿Y si todavía estaban enojados conmigo? mejor aprovechaba que no me habían visto ¿Y si me iba a mi habitación a esperar que mi madre me llamara? negué con la cabeza como si las preguntas las hubiera hecho otra persona.

No seas cobarde me dije.

Así que sin pensar me adelanté los dos pasos que harían que mi padre notara mi presencia. Corrí la silla de la mesa haciendo bastante ruido cosa que me molestó, mi padre al oír el chirrido pegó un salto del susto, fingí no darme cuenta de eso en cambio lo miré sin expresión alguna y susurré:

- Buenos días.

- Buenos días hija - me quedó mirando como si estuviera tratando de descubrir qué era lo que pasaba conmigo - ¿Cómo amaneciste?

- Bien - solo respondí, el frunció el ceño pero no dijo nada más.

- ¡Ah! Hija que bueno que te levantaste, ya tengo preparado el desayuno ¿Lo quieres ahora? - mi madre hablaba demasiado fuerte o eso es lo que creí yo. Sentí una molestia en mi estómago y un leve dolor de cabeza, no pude evitar la mueca que me salió. Mi madre miró a mi padre y vi con mi visión periférica que este le hacía un gesto con la palma de la mano hacia abajo, claramente le estaba diciendo que bajara el tono de voz. Mi madre se tapó la boca y luego dejó su mano sobre la mesa - ¿Estás bien cielo? - dijo mi madre en apenas un susurro. Traté de que eso no me molestara, no creía que ellos pensaran que mis gestos de molestias eran por que habían hablado fuerte, ¡Que absurdo!.

- Ella no se da cuenta, pero sí le molestan los sonidos demasiado fuertes - dijo Edward.

- Sí mamá, estoy bien. No es nada, sólo una pequeña molestia. Me quedé dormida algo tarde - hice un gesto con la mano quitándole importancia, y luego me pase la mano por el pelo, exasperada, no con mis padres, sino que conmigo misma, ni siquiera podía levantarme aunque sea una vez sin tener problemas. Mientras yo me lamentaba por mi patética vida (muy de adolescente) ellos se miraron y suspiraron al mismo tiempo. Sabía que se preocupaban, pero yo estaba harta así que también suspiré tratando de calmarme para no arruinarles el desayuno a mis padres - Sí mama, quiero comer ahora - le dije sonriendo tratando de transmitir una tranquilidad que en realidad no sentía para nada.

- Pobre niña, siempre preocupándose por otros y no por ella - dijo Esme con la mano en el corazón

-Ah por cierto cielo ¿Ya estás bien del estómago? - no sé a qué venia esa pregunta, ¿Cuándo demonios le dije que me dolía el estómago?

- ¿Qué? - le pregunté, mirándola. Ella le dio una mirada a mi papá y pude notar preocupación e incomodidad, pero no entendía ¿Por qué?

- Es que anoche te fui a buscar para que cenaras pero me dijiste que te dolía estómago y que no tenías hambre - me dijo, y luego forzó una sonrisa.

Todos los cullen estaba muy confundidos ahora, ya que sabían con seguridad que Isabella no le había dicho a su madre que le dolía algo.

La miré confundida.

- ¿Qué estaba haciendo yo cuando te dije eso? - le pregunté asustada, pero al ver la alarma en su mirada traté de calmarme.

- Estabas... En tu cama, yo te pregunté y me contestaste eso - dijo con tono inseguro. Para mí no era suficiente por lo que tuve que seguir preguntando. No comprendía por qué me tenía que pasar esto.

- Mamá ¿Puedes decirme exactamente cómo fue? - pregunté como que no quiere la cosa, mirando la mesa. Ella suspiró y comenzó a explicarme.

- Estabas sentada en tu cama, aún con la ropa con la que fuiste al colegio, y me extrañó porque tú siempre te duchas, te pones el pijama y luego esperas la cena para luego irte a dormir. Pero pensé que tal vez te habías atrasado con algún trabajo para la escuela o que simplemente no te querías acostar todavía y no me gustó porque ya sabes lo que pasó cuando fuimos a ver a tu tía Isabel; te quedaste dormida demasiado tarde y luego ya no podías dormir y a la mañana siguiente te levantaste con muy mal humor por no haber dormido lo suficiente ya que te tuve que levantar temprano porque teníamos que regresar... - odio cuando mi mamá hace eso, le pregunto algo y se desvía completamente del tema. Me agarré la cabeza con las dos manos ya que me había empezado a doler al escucharla hablar cosas que en este momento no me importan, ella se detuvo al verme.

- Mamá podrías por favor decirme que fue lo qué ocurrió a noche, por favor - la mire suplicante, ella asintió algo avergonzada.

- Bien, la cuestión es que te pregunté que ¿Qué ibas a hacer? y me dijiste que tomarías una ducha y luego te acostarías a dormir, estabas llenando la tina porque podía escuchar el agua de la ducha, así que te di las buenas noches y ya ¿No lo recuerdas? -preguntó con preocupación. Negué con la cabeza - Bueno, la verdad es que estabas como ida, o muy pensativa, te pregunté también si querías ir al médico pero... - ella se detuvo y miró la mesa.

- ¿Qué?

- Te molestaste y me dijiste que estabas bien, que sólo querías ducharte y dormir - ella dijo con tristeza, tal vez había sido más grosera de lo que ella me estaba contando ¿Pero cómo es posible que no lo recuerde? y además ¿Cómo era posible que le haya respondido de mala forma? si, acepto que me molesto muy a menudo pero, siempre controlo el tono de voz y las palabras para no faltarle el respeto, yo nunca haría eso. Es tan de locos.

- Exacto, es muy extraño porque todos hemos notado que se enoja mucho y por cualquier cosa - dijo Esme, y Emmett le sonrió a Edward pensando "como tú" Edward le ignoró - Pero aún así no es grosera y menos con su madre, así que la persona que haya hablado con su madre no era Isabella pero entonces ¿Quién?

- Pues eso es algo difícil de descubrir y por lo que dice su madre, escuchó el agua de la ducha así que Isabella sí estaba, pero en el baño - dijo Carlisle.

- Tal vez ese fue el ruido que escucho Isabella cuando se estaba secando - dijo Edward tratando de darle sentido a todo.

- Quisás. Sólo esperemos que ese ser no sea malvado - dijo jasper.

- Lo siento mamá, de verdad no quería ser grosera y sí, me siento mejor - le dije para hacerle creer que ya había recordado, pero estaba segura que realmente eso nunca pasó, yo no estaba con dolor de estómago y si fuera así lo recordaría, además estoy segura que tampoco vi a mis padres después de que me mandaran a mi habitación... ¡Pero bueno! qué se le va a hacer. No saco nada con hacerme preguntas que sé que no podré contestar, solo ganaría un insoportable dolor de cabeza - Así que ¿Puedo comer ahora mi desayuno? - le pregunté de la forma más suave que pude.

- ¡Claro! - exclamó, otra vez demasiado fuerte. Se dio la vuelta y comenzó a sacar platos y servir para que comiéramos.

En cuestón de minutos ya estábamos los tres sentados desayunando. Habíamos consumido casi la mitad de nuestra comida cuando sonó el teléfono, mi padre se levantó antes de que lo hiciera mamá y contestó. No presté demasiada atención a lo que decía. Cuando se sentó sólo pude darme cuenta de la mirada de disculpa que le dirigía a mi madre.

- ¿Otra vez? - preguntó ella con desánimo. Papá asintió de la misma forma - Pero Charlie, es domingo... - protestó.

- Lo se mi amor, pero ya sabes que no tengo opción, te lo recompensaré, te lo prometo.

Esme suspiró ya que sabía exactamente qué se sentía. Su amado esposo tampoco tenía opción cuando se trataba de trabajo incluso si era domingo. Carlisle le sonrió como si supiera bien lo que su mujer pensaba.

Él le lanzó un beso y mi madre se sonrojó, yo estaba muy perdida, no tenía idea de qué hablaban pero mi madre se dio cuenta y se apresuró a explicarme:

- A tu padre lo llamaron del trabajo y tiene que ir hoy - dijo con desagrado. Ah, ahora entendía. Mi madre se me quedó viendo y noté como sus ojitos café clarito se iluminaban. Oh oh, no es cierto - Ya sé lo que haremos hoy... ¡Compras!

- ¡Siii! - exclamó Alice- ¡Le gustan las compras!

Ella levantó los brazos sonriendo de oreja a oreja, con padre mirándonos divertido y tratando de no reírse y burlarse de mi desgracia. Suspiré fuertemente recargando mi cabeza en mi mano derecha, papá no soportó más y soltó unas cuantas carcajadas.

- Ya que - dije y terminamos de desayunar.

- Oh - dijo Alice desilusionada - A ella no le gusta.

...

- Mamá, no quiero probarme eso...

- Es cosa no me gusta...

- Demasiado grande...

- Demasiado pequeño...

- Muy ajustado...

- Ni loca me pongo eso...

- Aahhhhh ¡Estás loca mamá! eso es para bebeeeees...

Emmett casi se cae de la silla al leer esa frase.

- Ja! ni muerta. Es muy atrevido - protestaba y ni caso me hacía. Estábamos en el centro comercial, haciendo las "dichosas" compras, llevábamos como tres horas caminando, estaba agotada y eso que faltaba todavía.

- Pero cielo, yo creo que se te vería divino - argumentaba ella. Sólo me limité a mirarla con reprobación, ni siquiera podía mirar la prenda que tenía mi madre en las manos, estábamos en una tienda de ropa interior y ella estaba convenciéndome de que me comprara lencería: estaba toda sonrojada, esta era la peor tortura. Aún así seguí acompañándola. Un rato después por fin decidió que era hora de comer y salimos de ese infernal lugar. No sé por qué, pero tenía un horrible presentimiento.

- Bien, ahí acaba el capítulo - dijo Emmett - Esta chica es divertida, pero piensa mucho ¿Te has dado cuenta cuantas páginas tuve que leer? Uf - dijo pasándose la mano por la frente.

- Claro, como tú piensas muy poco, unas cuantas hojas te parecen demasiado - le dijo Jasper ganándose un golpe en la cabeza por parte de Emmett.

- ¿Quién quiere leer ahora? - preguntó Emmett con el libro en alto.

- Yo - dijo Rosalie.

Capítulo 1: Prefacio Capítulo 3: Abrir

 


 


 
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