Edward no lo hizo, y se maldijo a sí misma por desafiarlo cuando la besó en la boca de forma erótica, lo que hizo que se sonrojara y se sintiera vagamente humillada. Tuvo que hacer un inmenso esfuerzo para componer una sonrisa borrosa y acariciarle la mejilla con gesto íntimo, gesto que él finalizó presionando sus labios contra la palma de su mano.

Bella  tuvo que reprimirse para no decirle que había ganado, ya que eso hubiera estropeado la representación. Pero si Edward pretendía hacer una declaración silenciosa, ¿a quién iba dirigida? ¿A Marlena?

La cena fue un menú degustación de diez platos diferentes. El servicio de catering que habían contratado los anfitriones era magnífico. Bella  admiró la vajilla y la cubertería.

Invitar a los amigos a casa era un arte, y en él sobresalían aquellos anfitriones. Habrían tardado días en planificar la velada y decidir qué platos servir, qué vinos, incluso qué mezcla de café. La madre de Bella se había enorgullecido de ello en la época en que los negocios de Charlie  prosperaban y el dinero no constituía un problema.

Bella  reflexionó sobre cómo habían cambiado las cosas, contenta de que su madre no hubiera tenido que presenciar la caída de su marido. Ver que las personas a las que consideraban sus amigos la dejaban de lado habría acabado con ella, al igual que tener que abandonar su magnífica casa frente al puerto.

—Siempre necesitamos que los miembros de la comunidad dediquen parte de su tiempo a recaudar fondos para los enfermos y los necesitados. ¿Le interesaría ayudar, querida?

Bella  dejó el vaso de agua que estaba bebiendo y dedicó toda su atención a su anfitriona.

—Tendré que hablar con Edward. Aún no hemos establecido mis actividades diarias.

—Estoy segura de que nadie dudará de tus actividades nocturnas —observó Marlena con falsa dulzura.

Casi se oyó cómo los invitados contenían la respiración al mismo tiempo.

Vaya. ¿Quería Marlena jugar sucio? ¿En público?

—¿ Me estás insultando? —replicó Bella en voz baja.

Marlena no respondió, y la secretaria del escritor trató de quitar hierro a la situación cambiando de tema.

Aquello no había acabado. Ni por asomo. A menos que Bella  se equivocara, a Marlena le importaba apuntarse un tanto. Y no lo había conseguido.

Se sirvió café en el salón. Cuando Edward le indicó que se marchaban, respiró aliviada.

—¿Tienes algo que reprocharme? —le preguntó, ya en el coche.

—¿Por qué lo dices?

—Porque ha habido momentos muy desagradables.

—Te has sabido defender.

Sí, lo había hecho, pero no le producía satisfacción alguna. Y, a no ser que se equivocara, tenia una enemiga, una mujer que se sentirla obligada a volver a atacar.

Bella  se mantuvo en silencio durante el trayecto en coche hasta Point Piper. Una vez allí, se dirigió inmediatamente a las escaleras, sin tener en cuenta si él la seguía o no.

—Subiré enseguida —su voz tenía algo indefinible.

—No tengas prisa. Tengo que prepararme para mis actividades nocturnas —eran palabras estúpidas, en un tono que no pretendía, pues las había dicho sin pensar.

—Bella —una sola palabra, pero que conllevaba una seria advertencia.

No se detuvo ni se volvió hacia él. Unos segundos después dio un grito al sentir sus fuertes manos agarrarla por la cintura y echársela al hombro.

—¡Bájame!

Edward siguió andando. Bella  le golpeó en vano con el puño.

—Pero ¿qué haces?

Llegaron al dormitorio. Edward cerró la puerta con tanta suavidad, que ella deseó que hubiera dado un portazo. Luego la puso en el suelo. Había perdido un zapato y se quitó el otro, lo cual no fue muy acertado, ya que perdió varios centímetros de altura.

—Vamos a dejar una cosa clara —dijo Edward con voz suave, a pesar de la ira que lo poseía.

—¿Que soy tu esposa, no tu ramera? —se inclinó ante él solemnemente—. ¿Y que tendría que estarte agradecida?

Tenía que estar loca, haber perdido completamente el juicio. Durante unos instantes, la mirada de él se oscureció amenazadora, pero luego entrecerró los ojos al tiempo que la tomaba de las manos.

—¿Quieres que te enseñe la diferencia?

Le desabrochó los bolones de la chaqueta.

—No lo hagas —el desafío arreboló sus mejillas, y trató en vano de soltarse las manos.

Le quitó la chaqueta y le desabrochó la cremallera del vestido, que cayó a la alfombra. Sólo faltaban el sujetador y las bragas. Bella le suplicó con la mirada mientras se los quitaba.

—Edward —era un ruego mezclado con un miedo instintivo.

Él se desnudó.

—No puedes hacerme esto —susurró mientras la atraía hacia sí.

Luego apretó su boca contra la de ella, dura, posesiva, voraz y destructora, mientras se adentraba sin delicadeza, con la lengua y los dientes, lo que produjo en Bella un efecto devastador. Nunca había experimentado nada semejante… ni quería volver a hacerlo.

Si sólo fuera eso. Pero no era así. Lo veía en los ojos masculinos, en la tensión de los músculos faciales y en la línea adusta de sus labios.

Fue entonces cuando Bella comenzó a defenderse en serio, dándole patadas y tratando de clavarle los dientes en cualquier parte de su anatomía. Todo en vano. Jadeaba debido al esfuerzo mientras él la mantenía apartada de sí con el brazo extendido.

¡Por Dios! Él no iba a…

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por cierto.. aquellas que mencionaron que no puden votar mas de une vez ... io ..ia lo se ... lo k trato de hacer es a k las lectoras .... k siguen el fic.... lo recomienden a otras ... y decirles k voten .... de esa manera ..... pz lograran .... juntar rapido los votos..... espero k sigan como hoy .... y como ia lo mencione la actulizacion la marcan ustedes por lo menos hasta que lleguemos hasta los 100 votos..... ok... espero k se junte mi meta..... bye bye ....

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