Cowboy de mi Corazón (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 29/12/2010
Fecha Actualización: 24/12/2011
Finalizado: SI
Votos: 46
Comentarios: 137
Visitas: 229249
Capítulos: 42

Prólogo

Huraño y solitario, frío cual témpano de hielo... esos eran los adjetivos que describían perfectamente a Edward Cullen, hijo pequeño del acaudalado y poderoso ranchero Carlisle Cullen, patriarca de una de las familias más ricas del sureste de Texas.

Edward siempre había jurado y perjurado que no permitiría que ninguna otra mujer volviera a destrozar su corazón... hasta que apareció ella, suave y delicada cómo el rocío, tímida e inocente, y con una serena belleza; nunca pensó que Bella Swan cambiaría su triste y amargada existencia. Su reticencia hacia las mujeres, sumada a los casi diez años que le sacaba a Bella opacaron unos extraños sentimientos que empezaron a aflorar en su interior.


Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora.

Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Es un fic escrito en tercera persona, de modo que se van a mezclar las tramas de todos los personajes... aunque obviamente, la historia se centra en Edward y Bella.

Aparecen todos nuestros queridos protas de la saga... y algunos de cosecha propia.

Poco a poco irán apareciendo todos... y ya os lo aviso desde el principio: vais a tener un poco de manía a Edward, al menos al principio, así que están advertidas... jajaja

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Capítulo 8: ¿Eres tú?

El ajetreo cotidiano en el rancho Killarney de repente se vio amenizado por las suaves melodías que desprendían el sistema de audio colocado por todo el establo. La señorita Brandon llegó para poner el marcha el plan y explicarles a qué hora debían poner la música. Incluso Carlisle estuvo presente en la improvisada reunión... pero no así Jasper, que justo ese día se excusó diciendo que tenía un compromiso en San Antonio.

-¿Cómo va el experimento?- interrogó Bella a Jake una mañana, durante el desayuno. La familia estaba reunida en torno a la mesa, comentando las novedades de los últimos días.

-No lo sé Bells- se encogió éste de hombros -simplemente hay que poner la música cuándo comen y dejarla un rato más, hasta media tarde-.

-Claro... será que las vacas necesitan que les canten una nana para que duerman la siesta después de comer- siseó Jasper entre dientes antes de dar un bocado a la tostada que tenía en la mano. Edward contuvo la risotada, al igual que Jake y la propia Bella, pero a su padre no le hizo tanta gracia.

-Hijo... más te vale que cuándo la señorita Brandon venga a supervisar cómo va el asunto la música esté sonando- le advirtió serio -y espero que seas amable con ella- añadió.

-Soy la amabilidad en persona- rezongó éste.

-Seguro- contestó Edward mientras rodaba los ojos, lo que provocó que una sonrisa pugnase por salir de los labios de Bella.

-¿Cuándo va a venir?- preguntó la joven, refiriéndose a Alice.

-Mañana por la tarde- bufó Jasper.

-Vamos Jazz... no creo que un poco de música vaya a matar a los animales- le espetó Jake -a ti lo que te pasa es que no soportas a la señorita Brandon, y sobre todo que se haya salido con la suya-.

-Eso en parte- reconoció sin pudor alguno... pero no pudo evitar esbozar una sonrisa recordando el día en el Alice por poco se cae, y la sensación que le produjo tenerla en sus brazos esos pocos segundos -bien, me marcho- se levantó de la mesa, cogiendo otra tostada para el camino.

-Que tengas una buena mañana, Jasper- le deseó Esme.

-Qué tengáis un buen viaje- dijo, dirigiéndose a ella y a su padre. Después de despedirse de ellos, dio un pequeño beso a Bella en la mejilla, para después salir pitando hacia los establos.

Edward tuvo que tragarse su asombro... ¿desde cuándo se despedían sus hermanos de Bella con un beso?; cierto es que era un inocente beso en la mejilla, cómo el que das a una hermana pequeña... pero una sensación que no sabía descifrar se instalaba en su pecho... ¿por qué él no podía ni acercarse a Bella?.

Desde las navidades la joven le rehuía cómo si tuviera la lepra; todo la confianza que parecía haber ganado con ella se había esfumado de la noche a la mañana... incluso sus hermanos estaban cada día más cerca de ella... y eso le provocaba un sentimiento al que no podía poner nombre.

La familia, poco a poco, fue abandonando la cocina para empezar otra jornada laboral. Carlisle y Esme se marchaban a un rancho de un pueblo cercano, ya que iban a asistir a una subasta de ganado; los señores Hollister, los anfitriones, eran muy amigos de Carlisle Cullen y su familia desde hace mucho años, y no regresaban hasta el día diguiente por la mañana. Jake se despidió de Bella dándole un abrazo de oso, literalmente hablando, haciéndole prometer a la joven que después daría con Jasper y con él un paseo a caballo. Edward se quedó el último, y sus ojos se posaron en la graciosa figura de la joven, que iba de un lado para otro de la estancia, recogiendo y guardando cosas.

Bella era consciente de que los ojos de Edward estudiaban cada movimiento que hacía; lo venía notando desde hacía unas semanas, y esa mirada, aunque ella no le hiciera frente, deshacía de tal modo sus huesos y su coherencia que le era prácticamente imposible estar en la misma habitación que él.

-¿Necesitas ayuda?- se ofreció Edward cuándo vio que se subía a una silla para guardar algo en el altillo superior de la cocina.

-No, ya lo hago yo, muchas gracias- le agradeció ella, esbozando una pequeña sonrisa nerviosa. En su fuero interno su corazón bombeaba deprisa, y eso le ocurría cada vez que escuchaba esa voz... su voz.

Pero la mala suerte quiso que el cordón de la zapatilla de Bella, que estaba desabrochado, se interpusiera en el camino de la joven... o más bien entre sus pies, ya que al darse la vuelta lo pisó, haciendo que perdiera el equilibrio. La joven cerró los ojos, doliéndose por anticipado del tremendo golpazo con el que la iba a recibir el suelo... pero nunca llegó a éste. En lugar del duro linóleo sintió que estaba suspendida en el aire, y su sorpresa al abrir los ojos fue mayúscula cuándo se vio agarrada al cuello de Edward cómo si fuera una lapa; éste la había cogido a tiempo, impidiendo que se estrellase.

Edward la contemplaba fijamente, sin poder despegar sus ojos de los de ella, ahora a muy pocos milímetros... su cuerpo se estremecía mientras que prácticamente la acunaba en sus brazos... si girara un poco la cabeza y se acercara un poco más, sus labios se tocarían. Con una atisbo de alegría, se percató de que Bella tenía la piel erizada, y que respiraba entrecortadamente, y esperaba que fuese por algo más aparte del susto de la caída.

-¿Te encuentras bien?, ¿te has hecho daño?- le interrogó preocupado.

-Est... estoy bien- respondió su dulce tormento, intentando acompasar su respiración; nunca había estado tan cerca de él... su olor era una mezcla de colonia y cuero, absolutamente irresistible.

-¿Seguro que estás bien?- inquirió de nuevo, deleitándose con su precioso rostro y disfrutando de la cercanía de su cuerpo. Bella afirmó tímidamente con la cabeza.

-Seguro...- susurró en voz baja; sus manos seguían aferradas a su cuello, y uno de sus dedos tomó vida propia, atreviéndose a acariciar la suave piel de su cuello. La respiración de Edward se agitó considerablemente, al igual que ciertas partes de su anatomía... dios... si con sólo rozarla se sentía así, ¿cómo sería besarla... cómo sería amarla?.

-Bella...- pronunció en sus susurro ahogado -no tienes ni idea de...- dejó la frase inconclusa, y lentamente se fue acercando a su rostro, cerrando los ojos en el camino y disfrutando del aroma de fresas que desprendía. Bella sintió su corazón desbocarse cómo un caballo salvaje... no podía ser verdad... iba a besarla... iban a besarse... no podía permitirlo.

¿Por qué querría besarla, si para él no significaba nada?; su cabeza le decía que se apartara... pero el corazón y el deseo ganó la partida, y cuándo ella cerró los ojos, esperando ese beso, una voz conocida resonó desde la entrada de la casa.

-¡Bellie Bells!- la voz de Jake hizo que ambos abrieran los ojos de golpe, y que la joven pegara un respingo, saltado de los brazos de Edward. Ambos se quedaron estáticos, con la respiración todavía en su garganta y mirando a la puerta.

-¿Qué haces así todavía, Bells?- le preguntó Jake cuándo entró por la cocina -recuerda que te prometí que te llevaría al pueblo-.

-No es necesario Jake, puedo ir yo- le dijo por enésima vez desde la pasada noche; por suerte, el hermano mayor no pareció notar lo que había estado a punto de ocurrir unos segundos antes de su interrupción.

-Ya te dije que tengo que ir a ver al señor Jenkins, de modo que me pilla de camino- le respondió éste -además, todavía hay nieve en la carretera, y no quiero que conduzcas en esas condiciones-.

Bella rodó los ojos, suspirando con paciencia -eres peor que Jasper y Emmet juntos- musitó entre dientes -está bien, en diez minutos estoy en el garaje-.

-No tardes- le previno mientras salía, pero antes de salir se giró hacia su hermano -Edward, Jasper te espera en los establos de los terneros, y Sam-.

-Enseguida voy- respondió escuetamente; cuándo por fin su hermano salió por la puerta, se llevó las manos a su pelo, revolviéndolo nervioso. Si Jake no hubiera entrado en la cocina... observó a Bella, que de espaldas a él terminaba de recoger lo más deprisa que podía.

-Bella... yo...- empezó a decir Edward, sin poder acabar la frase -yo no...-.

-No pasa nada Edward- le cortó Bella, intentando a duras penas esconder las lágrimas; cerró el grifo de la cocina, y secándose las manos con un paño salió de allí apresuradamente, sin volver la vista atrás, y dejando al pequeño de los Cullen con la palabra en la boca.

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Su estado de ánimo no mejoró cuándo fue al encuentro de Jake; en su habitación se había lavado la cara un par de veces, en un intento por ocultar las lágrimas. Eso lo consiguió, pero su silencio le chocó a Jake, que no pudo evitar preguntarle.

-¿Estás bien?-.

-Sí- musitó ella, pero ni siquiera la sonrisa que quería mostrar asomó por sus labios.

-¿Ha pasado algo antes de que yo llegara?- los brazos y las manos de Jake se tensaron a ambos lados del volante -¿Edward te ha dicho algo desagradable?- le preguntó de nuevo, poniéndose serio.

-No, no- se apresuró a contestar y vio que Jake se relajaba -¿por qué dices eso?-.

-Te has puesto colorada- le indicó Jake, esbozando por lo bajini una sonrisilla burlona -¿puedo hacerte una pregunta?. El gesto afirmativo de Bella le animó a continuar.

-¿Te gusta mi hermano?- interrogó sin más rodeos.

-¿Cóm... cómo dices?- el nerviosismo y la tartamudez de la muchacha respondieron a la pregunta de Jake por anticipado.

-Cuándo he entrado a la cocina os he visto un poco... ¿nerviosos, por así decirlo?- al ver el sonrojo de la joven, a duras penas pudo reprimir la carcajada -¿pensabas que no me había dado cuenta?-.

-¿Y por qué intuyes que ha pasado algo?- rebatió ella, cual niña pequeña.

-Vamos Bells; estabas roja cómo un tomate... no sé que ha pasado en esa habitación, pero mi hermano estaba contentillo- le explicó sin pudor alguno.

-¿Contentillo?- preguntó la joven arqueando una ceja. Jake negó con la cabeza... era tan inocente.

-Ya sabes... los hombres tenemos ciertas partes que reaccionan en determinadas situaciones- le aclaró. Bella ardió de la vergüenza, y deseó que se la tragara la tapicería del coche. Jake la miró sonriendo con malicia... por supuesto que allí había pasado algo, pero a Edward no se lo podría ni nombrar.

-¡Jake!- exclamó avergonzada.

-A los chicos se nos suele notar- le explicó entre risas.

-No tiene gracia- replicó la joven -además, yo no le gusto a tu hermano- le dijo, intentando sonar indiferente. Cuándo Jake aplacó la risa, la miró arqueando una ceja.

-Bella; puede que mi hermano no sea muy expresivo en cuánto a sus sentimientos- le explicó con paciencia -pero yo apostaría lo que sea a que le gustas... y mucho-.

-Eso es imposible Jake- dijo Bella en un suspiro -ahí fuera hay miles de chicas jóvenes y guapas- éste chasqueó la lengua, de forma desaprobatoria.

-Tú también eres joven, y guapa- rebatió, ante un nuevo sonrojo de la joven -tienes la autoestima por los suelos- murmuró entre dientes.

-Soy una niña para él- dijo en un triste susurro, casi que Jake tuvo que aguzar el oído para escucharla -además, a mi no me gusta tu hermano- replicó resuelta en un tono de voz más alto. La reacción de Jake la sorprendió, ya que se echó a reír a carcajadas.

-Si tú lo dices- se encogió levemente de hombros Jake; la joven no se dio cuenta de que ya habían llegado al pueblo, y que estaban aparcando cerca del mercado -bien Bells; en una hora te espero en la cafetería- le recordó.

-Está bien- contestó mientras abría la puerta y salía. Ese día el viento era gélido, y Bella no pudo evitar ajustarse la chaqueta en torno a su cuerpo -hasta luego Jake-.

-Hasta luego Bella- se despidió el hermano mayor de los Cullen -y no saques conclusiones precipitadas, Bells- ésta le miró arrugando en ceño, sin entender lo que quería decirle -¿nunca has oído eso de que el amor no tiene edad?- Bella abrió la boca para rechistar, pero para cuándo quiso decir algo, Jake ya se alejaba, silbando divertido en dirección al despacho del señor Jenkins.

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Un par de días después de su viaje al pueblo, Bella no se quitaba de la cabeza la conversación que había mantenido con Jake en el coche... se auto reprendió mentalmente, ya que era obvio que sus sentimientos hacia Edward empezaban a ser de dominio público. Una y otra vez acudía a su mente la imagen de aquella mañana, en la que había estado en sus brazos, recordaba con un escalofrío cómo esas orbes esmeraldas la miraban con un brillo extraño y a la vez excitante... y la sensación de su aliento rozando sus labios...

Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que sólo el olor del pollo quemándose en el horno la sacó de sus cavilaciones. Corriendo se acercó al aparato, y por poco se quema cuándo intentó sacar la bandeja.

-Lo que me faltaba- dijo malhumorada y rechinando los dientes. Estudió el estropicio, y soltó un suspiro de alivio cuándo comprobó que no se había quemado del todo y todavía era comestible. Después de dejarlo en el horno, previamente apagado, se dispuso a dar los últimos toques a la sopa a la vez que a su cerebro acudían de nuevo la conversación con Jake.

¿Y si lo que sentía Edward por ella, si es que sentía algo, era pura y simple atracción o deseo por ella?; había oído hablar a las chicas del instituto acerca de esos temas, pero ella carecía de toda experiencia; con Mark no había llegado a ese punto, y cada vez que él insinuaba algo del tema, Bella lo rehuía con cualquier excusa. Puede que fuera una mojigata, cómo decía su ex novio, o puede que soñara con algo imposible... pero para ella, ese acto iba ligado al amor de una persona sentía por otra.

El timbre de la puerta la sacó de sus reflexiones; oyó que Esme abría, y después pasos acercándose a la cocina. En ella entraron Esme y Alice Brandon, charlando animadamente.

-Buenos días Bella- saludó la joven morena, con una sonrisa simpática y sincera.

-Hola Alice- respondió ésta -¿has venido para la supervisión semanal?-.

-Eso es mañana- le explicó -solamente vine a dejarle unos papeles al señor Cullen, pero Esme no me deja irme sin que me tome un café- sonrió a la mujer, que ya preparaba las tazas.

-Y un trozo de tarta de manzana, por supuesto- añadió Bella, indicándole que se sentara a la mesa. Justo en ese momento entraba Rosalie por la puerta.

-¿He oído tarta de manzana?; me quedo con vosotras -se giró hacia la chica morena, presentándose a si misma -tú debes de ser la famosa señorita Brandon; soy Rosalie Cullen, la esposa de Emmet-.

-Es un placer conocerte- dijo Alice con una sonrisa; después de las presentaciones, las cuatro mujeres estaban reunidas en torno a la mesa, sumergidas en una agradable charla.

-¿De modo que eres de Louissiana?- le preguntó Esme a Alice, después de que ésta les hablara un poco de su infancia.

-Así es- afirmó ella -chica sureña de pura raza- rió divertida.

-¿Y qué te trajo a Texas?- le preguntó Rose, antes de dar otro sorbo a su café.

-Encontré un buen puesto de trabajo en la Comisión de ganado- les explicó la joven -soy licenciada en bioquímica, y también estudié algunos años de veterinaria-.

-Impresionante currículo- alabó Esme.

-Gracias- dijo con su chispeante sonrisa de duende.

Bella sintió una punzada de envidia... si su abuela le hubiese dejado, ella podría haber estudiado más, incluso podría haber conseguido una beca para la universidad. Esme adivinó lo que pasaba por la mente de la joven, y dándole un codazo amistoso llamó su atención.

-Tú también podrías estudiar en un futuro- le dijo con una bella sonrisa maternal.

-Eso es cierto- la animó también Rose -podrías ir a una escuela de cocina, y en un futuro, abrir tu propio restaurante- sugirió.

-Apoyo eso- exclamó Alice -la tarta está deliciosa... y por lo que has contado, tienes un don para la cocina-.

-Ufffsss... cocino por hobby... y para alimentar a los cuatro hermanos Cullen- aclaró Bella con una gran sonrisa -no creo que pudiera con la presión de un restaurante o cafetería... me desquiciaría los nervios- el grupo de mujeres rió divertido ante el comentario.

-También podrías estudiar algo dedicado a los niños- siguió enumerando Rosalie -cuándo va a mi consulta, me ayuda mucho con ellos-.

-Me encantan los niños- exclamó ella contenta -pero creo que no valdría para estudiar enfermería; la medicina y yo somos incompatibles- rió con diversión.

-No tiene por qué ser enfermería- dijo Rosalie -pero podrías perfectamente estudiar para ser profesora de educación infantil-.

-Con los más pequeños- apoyó Alice. Bella se imaginó rodeada de niños, mirando los dibujos que los pequeños realizaban y enseñándoles las primeras letras del abecedario.

-Podría ser, en un futuro- murmuró pensativa.

La charla siguió su animado curso; incluso Rosalie invitó a Alice a cenar una noche en el pueblo, junto con Bella y Jane, su recepcionista. Ésta aceptó encantada, ya que apenas conocía a nadie en Hunstville. Viendo el entusiasmo de la joven, Rose organizó la salida para el viernes de la semana siguiente. Incluso Esme se apuntó, animada por la juventud. Rose, Bella y Esme acompañaron a la señorita Brandon a la puerta, despidiéndose de ella hasta el día siguiente, que volvería para supervisar el estudio.

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A la mañana siguiente, casi al mediodía, Bella se animó a ir a echar un vistazo a los establos. Saludó a sam y al resto de los peones, que le indicaron dónde estaban los hermanos.

-Hola chicos- saludó animada; al momento se paró, conteniendo la risa mientras reconocía la melodía que sonaba por los altavoces.

-¿Beethoven?- preguntó, conteniendo la carcajada. Jasper la fulminó con la mirada.

-Esto es ridículo- siseaba furioso, yendo de un lado para otro del establo -las vacas comen cómo siempre lo han hecho-.

-Bueno...- sopesó Edward, echando un vistazo general a los animales -hay que reconocer que más tranquilas están; me refiero que no están mugiendo ansiosas y...- paró abruptamente al ver la expresión de su hermano Jasper.

-No lo puedo creer- murmuró entre dientes -¿también a ti te ha convencido la psiquiatra de vacas, cómo a papá?- le recriminó.

-Yo a lo único que pongo pegas es a la música- dijo Jake -es un tostón-.

-¿Cómo quieres tranquilizarlas entonces, poniendo AC/DC a todo volumen?- le picó Edward, lo que provocó las risas de todos los presentes, incluyendo a Bella. La risa de la joven hizo que algo se calentara en su pecho... tenía una sonrisa tan bonita... pero su cara cambió a una expresión inescrutable cuándo vio a Bella y Jasper compartir comentarios y confidencias... y el brazo de su hermano cómodamente posado en los hombros de su Bella.

Desde aquel suceso en la cocina, Bella estaba con él más esquiva que nunca; todavía tenía impregnado por el cuerpo el aroma tan característico de la joven... su pequeño y delicado cuerpo encajaba entre sus brazos cómo si hubiera sido creado a la medida... y sentir el calor que desprendía cada poro de su piel había bastado para que su deseo por ella aumentara más y más. En un intento por desechar esos pensamientos de su cabeza, murmuró una disculpa, saliendo del establo. Jazz arqueó una ceja al fijarse en la mueca de enojo que le lanzó su hermano con los ojos... definitivamente, el plan iba lento, pero por buen camino.

-Bien- dijo frotándose las manos -dado que la psiquiatra de vacas no vendrá hasta dentro de una hora, voy a apagar ésto- hizo un gesto con las manos, queriendo señalar la música que flotaba por el establo -se van a dormir hasta los chicos- dijo en alusión a los peones. Se encaminó para quitar la música, cuándo una voz le hizo detenerse en medio del camino.

-¿Saltándose las reglas del estudio, señor Cullen?- al girarse, se encontró con una imagen sorprendente; allí estaba la señorita Brandon, con los brazos en jarras y mirándole desafiante. Jasper la escaneó con la mirada; los vaqueros acampanados que lucía marcaban sus caderas, ni muy delgadas ni muy redondas, y los primeros botones de la camisa de cuadros blancos y rosas dejaban entrever un generoso escote.

-Vaya señorita Brandon- Jasper se acercó a ella con una sonrisa petulante en su cara -veo que ha abandonado las trampas mortales- observó, aludiendo a las botas que llevaba puestas -mi más sentido pésame; debe de haber sido difícil dejar los tacones en el armario- se medio burló de ella.

-Gracias por su interés por mi guardarropa- contestó sarcástica la joven -supongo que tengo más variedad que usted... ¿duerme con las espuelas puestas?- sonrió cándidamente mientras le hacía la pregunta. Bella negó divertida con la cabeza, mientras que Jake, sujetándose la tripa de la risa, se acercaba a ellos.

-Puedes jurarlo, Alice- le confesó entre carcajadas.

-¿Cómo estás, Jake?; hola Bellie- les saludó ella con simpatía. Jasper se quedó en medio de ellos, ¿desde cuándo era tan amigos la señorita Brandon y sus hermanos, e incluso Bella?.

-¿Dónde están Edward y Emmet?- inquirió curiosa.

-Emmet en su trabajo, y Edward acaba de marcharse- le informó su castaña amiga -bien, ¿qué te parece?- señaló con la mano extendida el establo -las vacas están felices y relajadas- expresó orgullosa.

-Y lo seguirán estando, si el señor Cullen no quita la música- objetó seria.

-Me gustaría saber cómo ha conseguido convencer a mi padre y a mis hermanos para acceder a esta locura- le espetó con socarronería.

-Si me hubiera dejado explicarme, lo sabría- le devolvió por respuesta -bien, voy a pasar adentro- la joven caminó hasta la barrera de seguridad, adentrándose en los habitáculos de los animales, seguida de cerca por Jasper y Jake.

-Tenga cuidado, no sea que alguna vaya a darle una coz- le advirtió Jasper, sonriendo con malicia -no parece que haya tratado mucho con animales-.

-Se equivoca, señor Cullen- devolvió con retintín -aparte de licenciada en bioquímica, estudié varios años de veterinaria- Jasper elevó las cejas, debido a la sorpresa.

-¿En serio?- preguntó Jake, claramente asombrado; Alice asintió con la cabeza, soriendo orgullosa.

-Pues para ser medio veterinaria, debería saber que no se puede venir a un rancho con tacones y trajes de Armani- le espetó Jasper. Alice le miró por encima de sus gafas de pasta.

-Cómo ya le dije una vez, Jasper- pronunció su nombre con sarcasmo -no sabía que tenia que venir aquí esos días... y le repito que visto cómo me place- nada más decir ésto y darse la vuelta, Jasper la taladró con los ojos... pero su vista se detuvo en su redondeado y firme trasero... dios... no estaba nada mal la chica.

-Utilizan pienso convencional- meditó la joven en voz alta, cogiendo una pequeña cantidad en su mano y observándolo.

-Nos da buen resultado- le explicó Jake -solemos complementar su dietas con proteínas dos veces por semana-.

-¿No han pensado en utilizar pienso ecológico?- indagó las joven -según los informes que tenemos, la soja que llevan esos piensos son beneficiosas para los animales, además de ser más económico-.

-Perdone, Alice- le interrumpió Jasper -pero en el contrato no decía nada acerca de variar la alimentación, y dudo mucho que las vacas necesiten regular su tracto intestinal-.

-Solamente preguntaba, Jasper- respondió entre dientes -es usted muy cabezota- susurró para sus adentros, pero Jasper la oyó.

-¿Cabezota yo?- interrogó indignado -aquí la única cabezota es usted-.

-Pobre de su mujer o novia... menuda le ha caído con usted- contestó Alice, realmente enfadada.

-No tengo novia, ni estoy casado... pero todas las mujeres con las que he salido coinciden en que soy encantador- dijo cruzándose de brazos y mirándola con descaro de arriba abajo, con una sonrisa -¿quiere comprobarlo por si misma?- le sugirió, moviendo sugestivamente las cejas.

Alice abrió desmesuradamente los ojos... ¿pero quién se creía que era?... eran tan socarrón, tan prepotente... y tan condenadamente atractivo; la camisa de cuadros desabrochada dejaba a la vista la camiseta blanca que llevaba por debajo, y se podía entrever que debajo de ella se escondía un fuerte y musculoso pecho; los ojos azul grisáceos la miraban con chulería... pero a la vez con curiosidad e interés.

-¿Cómo dice?- meneó la cabeza, incrédula por lo que acababa de oír.

-¿No quieres comprobar por ti misma lo encantador que puedo llegar a ser?- le repitió acercándose a ella, con tono seductor. Bella y Jake, que se habían quedado rezagados hablando con Embry y Seth, no se percataron de la conversación que mantenían.

-Ni en sus mejores sueños saldría con un tipo con usted- le respondió con suficiencia, quitándose las gafas de pasta negra. Jasper simplemente rió, alejándose de ella.

-Yo no estaría tan seguro- le guiñó un ojo, sonriendo abiertamente mientras se adelantaba y seguía observando a las reses. Esa chica lo sacaba de sus casillas, pero a la vez tenía algo que le resultaba irresistible.

-Señor Cullen... es usted un asno integral- respondió furiosa.

-Nunca me habían llamado asno integral- objetó pensativo -lo apuntaré en mi lista de piropos- dijo cómo si tal cosas. La joven morena inspiró, dándose a si misma paciencia... por un momento se planteó el mandar a otro compañero a que supervisara el proyecto, y no volver a poner un pie en el rancho Killarney jamás. El sonido de su móvil interrumpió su debate interno; habló unos minutos, para después colgar.

-Mi compañera va a venir, para tomar una muestra de sangre a varias de sus vacas- le informó -es parte del estudio-.

-Eso he leído- le aclaró Jasper -no tengo ningún problema con eso-.

Alice Brandon siguió su escrutinio en silencio, seguida por Jasper, hasta que el motor de un coche se oyó fuera del establo. Entró Sam por la puerta, acompañado de una joven de unos treinta años, de tez pálida y cabello castaño rojizo, recogido en una trenza. Sus ojos de color miel recorrieron el establo de arriba abajo, hasta que Alice y Jasper se acercaron a ella.

-Señor Cullen, le presento a mi compañera Vanessa Rale; es una de nuestras veterinarias-.

-Un placer conocerla- respondió Jasper con su mejor sonrisa, lo que hizo que Alice rodara los ojos.

-El gusto es mío; tienen un rancho precioso- alabó.

Jake se giró de inmediato, al escuchar esa voz que no oía desde hacía más de tres años... y su vista se quedó clavada en la joven que acababa de entrar... no era posible, no podía ser ella.

-¿Qué pasa Jake?- preguntó Bella, al verle con esa expresión; haciendo caso omiso a la pregunta de la joven, se acercó al pequeño grupo de personas. Los ojos de Vanessa no pudieron disimular la sorpresa.

-Le presento a mi hermano, Jacob Black- le indicó Jasper. El silencio era tal, que hasta Bella se acercó al pequeño grupo de personas.

-¿Nessie?- preguntó Jake, con el rostro perplejo -¿er... eres tú?- Jasper alzó una ceja, al ver a su hermano nervioso y tartamudenado.

-¿Jake?- devolvió la joven en respuesta, también con la sorpresa en su cara -¿qué haces tú aquí?-.

 

Capítulo 7: Ojalá fuera cierto Capítulo 9: Sorpresas

 


 


 
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