Deseos
El día más maravilloso de todos se me había cumplido en ese prado, mi primer beso, con el verdadero amor, Edward Cullen, un vampiro.
Al día siguiente, tomé un pequeño resfriado, donde todo me daba calor, sudaba a montones. Pero era normal, no cómo los usuales, que con mi enfermedad se incrementaban. Quizás mi situación estaría mejorando con Edward apoyándome. Mi padre se veía más optimista, mi madre me veía con una sonrisa a la mañana. Me había dicho que faltaría a clases el martes ya que iría de cacería con su familia, uso el término “Nos daremos un pequeño banquete”, el cual me hizo visualizar a mí… a mí… ¿Novio? Podría decirse que sí. Yo lo amaba y él me amaba, fácil.
A pesar de todo, la fuerza no era suficiente, mi mente se llenaba de dolor y tristeza de pensar que en unos meses, todo acabaría. Mi enfermedad estaba arruinando la poca felicidad que poco a poco iba construyendo. Le prometí a Edward que no me separaría del él, pero sin ninguna seguridad.
Me levanté temprano, sin poder dormir, recordando ese beso…
Busqué mis libros encima de mi escritorio y se cayó entre ellos un objeto, negro. Mi Beeper. El objeto que me avisaría el día de mi operación, o de “mi muerte”. Aún no sabíamos nada, pero por ahora, eso era mi final. Mis manos temblaban con el objeto, y sentía como golpes en mi abdomen. Lo guardé en una de las gavetas rápidamente. Allí junto al Beeper se encontraba mi libro, en el cual había guardado esa lista, la lista de deseos. La leí, concentrando mi vista en el número cinco. Lo taché ya que se había hecho realidad…
-“ beso, bajo la lluvia”
Di un largo suspiro, vi la hora y me sorprendí de que ya fuera tarde. Me fui al colegio rápidamente, dejando todo desordenado.
Al estacionarme, podría jurar que todo el colegio miraba hacia mí. Efectivamente, al subir mi mirada, me encontré con muchas miradas, lo cual hizo ruborizarme al instante. Salí de la Pickup con la mirada baja. Escuche unos cuantos “Ella es…”, “¿No lo viste ayer…?” “Isabella Swan…”, pero el que más llamó mi atención: “Es novia de Edward Cullen…”. Ya se habían enterado y estaban haciendo suposiciones por mi encuentro de ayer en el estacionamiento. Sentía que alguien saltaría sobre mí.
-¡No lo puedo creer!-Insinuó Jessica a mi lado.
-¿Qué?-Pregunté inexpresivamente. Sabía que me hablaría de Edward.
-Estás saliendo con Edward Cullen, eso es algo que nadie había intentado, sólo por el hecho de que nadie lo había logrado.-Replicó Jessica con admiración.
-Pues creo que hay que arriesgarse un poco siempre-Inquirí, concentrando mi vista en la puerta del aula. No podía negar algo que ya sería obvio en unos cuantos días.
-Debes contármelo todo, ¿Cómo fue? ¿Ya se dieron su primer beso?-Dijo entonando un poco más su voz en la última pregunta.
-Mira, hablamos después, no tengo ánimos.
-Este bien, pero seguro.-Me presionó ella.
Asentí con desgana mientras me volteaba hacia las mesas del aula, frunciendo un poco el ceño.
La voz de Edward revoloteaba en mi mente, mientras mis compañeros me veían sin colocar atención a la clase. Suspiré unas cuantas veces.
Mike me llamó unas cuantas veces desde el otro pasillo, pero no presté atención, sacaría a relucir la misma conversación que había establecido con Jessica, de la cual escapé ágilmente. Llegué a mi casa un poco cansada, lavé un poco de ropa, hice mis tareas. Sonó el teléfono y crucé mis dedos, deseando que fuera la persona más pensada de la tarde.
-¿Bella?-Habló con voz dulce.
-Ah, ¿Cómo estás?-Pregunté un poco desilusionada.
-Parece que esperabas a alguien más, si quieres llamo…
-No, Jake, disculpa, he estado un poco distraída los últimos días.
-No te preocupes, llamaba sólo para saber de ti. ¿Cómo te ha ido?-Preguntó con curiosidad.
-Bien, todo perfecto. ¿Cuándo vas a venir de visita?
-De hecho, pensaba en ir, sólo si quieres claro.
-Por supuesto, eso sería genial-Repliqué con emoción, la compañía de Jacob nunca estaba demás, el era un muy buen amigo.
-Estaré allá en unos pocos minutos.-Aseguró colgando el teléfono.
Colgué el mío también y me eché una ojeada de pies a cabeza, estaba hecha nada, tenía que darme un baño urgente. Subí precipitadamente. El agua estaba caliente, relajó mis músculos, lavé mi cabello, lo peiné y sequé instantáneamente para no resfriarme, aunque el día anterior me había mojado bajo la lluvia y había salido ilesa. Mi ropa ya daba dolor, pero jamás había tenido la voluntad de ir un día de compras, me parecía aburrido y poco productivo.
Justo en el momento, se oyó un carro llegando a la entrada de mi casa. Bajé a abrir la puerta.
-¡Jake!-Saludé con ánimos.
-¡Bella! Hoy estás… preciosa.-Confesó ruborizándose un poco.
-Sólo tomé un baño, Jacob.-Repliqué con desgana.-Pasa adelante.
-He venido para hablar contigo-Murmuró entre dientes.
-¿Hablar? ¿De qué?-Pregunté ansiosa.
-No me habías contado lo de tu enfermedad-Su voz se tornó seria.
-Claro que sí, lo hice hace una semana ¿No recuerdas?
-Lo que no me dijiste… era que ibas a morir posiblemente-Replicó con tristeza.
-No me gusta hablar de eso, por favor.-Inquirí con un poco de molestia.
-¿Pero te costaba demasiado contármelo?-Preguntó decepcionado.
-Jacob, me cuesta hablar sobre mi muerte ¿Está bien?-Repliqué subiendo mi tono de voz.
-Pero hay posibilidades… tú… eres joven, debe haber algo…-Tartamudeó.
-Vamos, mi tipo de sangre es muy rara. Sólo pocas personas podrían donarme el corazón.-Respondí con desgana.
Permaneció un minuto pensativo. En ese minuto recordé que había dejado mi celular arriba, debía avisarle a Renee que trajera una pizza o algo comestible para cenar.
-Ya vengo.
Casualmente, mi celular comenzó a vibrar encima de mi escritorio. Era mi madre, le avisé de nuestra necesidad alimentaria y accedió a comprar algunos embutidos y la pizza, me advirtió que Charlie iría un poco tarde ya que tuvo complicaciones en la policía. Sonó un corto aviso de que me estaba quedando sin batería así que decidí buscar el cargador en las gavetas, cuando abrí la primera mis ojos captaron “7. Lanzarme de un acantilado” Era el momento perfecto para decírselo a mi amigo, el era el indicado y el era el que me cumpliría ese deseo. Sonreí para mi misma y salí de mi cuarto.
Cuando bajé, Jacob no se había movido un centímetro, su mirada era pensativa y aislada, cómo si estuviera rompiéndose la cabeza en un problema complejo de matemáticas. Hasta que su mirada se tornó iluminada seguida de una sonrisa hacia mi. ¿Qué estaba pasando en ese momento por su mente?
-Tengo que decirte algo-Dijo reaccionando de de su silencio.
-No, primero voy yo-Dije con voz firme.
Asintió para que comenzara a hablar.
-Jacob, sabes que estoy enferma…-Empecé a hablar con un tono de convencimiento.
-Si ya lo sé…-Dijo bajando su mirada.
-Bueno es que… yo quiero hacer algunas cosas antes de… Por no decir morir, mejor operarme. Quiero cumplir unos cuantos deseos, y quiero que tú me ayudes a cumplir uno de estos deseos.-Supliqué.
-Claro Bella, sabes que podría hacer lo que quieras. Sólo por hacerte feliz.-Replicó con dulzura, acercándose a mí.
-Bueno, cuando iba para tu casa, al pasar por la playa, habían éstos chicos que se divertían, ellos… se lanzaban por el acantilado…-Dije con voz baja.
-¿Tú… quieres lanzarte?-Preguntó consternado.
-Es que se ve tan emocionante, y ellos parecían divertirse. Vamos. Lo prometiste-Le supliqué.
-No sé… Es muy arriesgado, además así cómo es una diversión, también más de uno ha salido herido… muerto, de ahí-Replicó con miedo.
Mi cara se tornó tensa, jamás lo había pensado de esa forma. Pero aún así la idea me parecía magnífica.
-Si pero voy a estar contigo, nada malo me va a pasar.-Le aseguré.
-No puedo arriesgarte de esa forma. No por ahora.
-¿Por qué lo dices?
-Ésta semana ha habido muchos accidentes por las fuertes olas, en unos cuantos días desaparecerán y lo consideraré, sólo por hacerte feliz.
-¡Gracias!-Exclamé saltando sobre él. Acto reflejo.
Cuando me alejé un poco, noté sus mejillas ruborizadas.
-¿Entonces… qué era lo que me ibas a decir?-Pregunté interesada.
-Bella, no puedo más… Me gustas.-Admitió con pena.
Me quedé helada en mi posición. Mis ojos lo veían atemorizada pero confundida y el esperaba una respuesta, pasé unos minutos sin articular ni una sola palabra, abrí mi boca unas cuantas veces pero la cerraba, no lo quería hacer sentir mal, pero jamás se me había pasado por la mente ver a Jacob… de esa forma. Lo veía cómo un amigo, más nada.
-Es el momento cuando deberías decir algo.-Me dijo con optimismo.
-Jacob, no puedo… no te veo de esa forma. Eres mi amigo, además, yo amo a otra persona.
Rechino los dientes.
-¿Ya es oficial lo de ustedes?-Bufó.
Asentí sin decir nada.
-El te puede hacer daño.-Me advirtió.
-No le temo a nada, moriré dentro de poco tiempo.
-¡No digas eso!-Gritó.
-Jake, no hagas esto más difícil. Por favor-Susurré con dolor.
-Muy bien, haz lo que quieras. No puedo obligarte. Será mejor que me vaya.-Inquirió aproximándose a la puerta.
-Pero si acabas de llegar-Refunfuñé entre dientes.
-Pero ya me voy. Adiós Bella, cuídate.-Dijo susurrándome al oído, produciendo un cosquilleo. Me dio un beso en la mejilla, pero muy cerca de los labios. Lo miré con rabia y me respondió con una sonrisa burlona.
-Recuerda, éste fin de semana.-Le dije.
-Ajá.-Respondió mientras se volteaba hacia la calle.
Un momento. Uno, dos… Dos carros estacionados afuera de mi casa. El Volkswagen y… No era la patrulla de Charlie.
El Volvo.
Me quedé igual de petrificada como hacía unos cinco minutos, al igual que Jacob a mi lado. Oh, oh. La expresión de Edward no era precisamente buena, ni de felicidad. Miraba con rabia, odio, celos a Jacob, al cual no pude ver la expresión, ya que me daba la espalda, pero estaba rígido.
-¿Qué haces aquí?-Edward le dijo con voz amenazante.
-Vine a ver a Bella. ¿Tienes algún problema con eso?-Refunfuñó pegándose a Edward.
-De hecho, si lo tengo. ¿Podrías guardar tus pensamientos?-Le replicó con furia a Jacob mientras lo agarraba por su chaqueta, cerrando sus manos en puños.
Iban a pelearse. Me preocupé de que se hirieran mutuamente y empecé a gritar sus nombres, pero al parecer, no recordaban mi presencia, no me prestaban atención, mientras se veían con odio y desprecio. Parecía que entre sus miradas había una electricidad escalofriante. Mi expresión era de miedo, mientras intentaba ingeniar qué hacer para que dejaran la pelea.
Jacob empujó a Edward con fuerza, pero sin resultado.
¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? Pensé para mis adentros.
Ya sé. Comencé a mover mi cabeza un poco, a colocar mi mirada de dolor fingido, puse mi mano derecha en mi pecho y con la otra tapé medianamente mis ojos, dejando un pequeño espacio entre mis dedos para ver si reaccionaban con mi actuación de ataque de dolor.
Vi que cambiaron sus expresiones, de rabia a preocupación y dos pares de ojos se posaron sobre mí. Como aun no se movían, me dejé caer sobre mis rodillas, no me salió muy bien, dolió un poco, pero sirvió para que Jacob se colocara delante de mi, seguido por Edward que se puso entre nosotros dos, cerca de mi, extendiendo sus brazos con preocupación.
-¿Bella?-Gritaron al unísono.
-Estoy bien… es sólo un mareo. Se me pasará.-Murmuré fingiendo.
Jacob se me acercó intentando cargarme, pero Edward se movió y le dio una mirada de rabia.
-Es mejor que te vayas, yo me quedaré con ella.
-Bella, ¿Estás bien?-Me preguntó Jake ignorando al vampiro.
-Si. Ya estoy bien.
-Bueno... Entonces, Nos vemos luego.-Dijo acercándose a su auto, sin apartar la vista de Edward, ni éste de él.
El miedo me invadió, jamás había visto a Edward actuar de esa forma tan amenazante. De repente volvió su mirada hacia mí, cuando el auto de Jacob desapareció de la vista. Volteé mi vista hacia el piso. Se acercó lentamente, con la mandíbula tensa.
-¿Qué hacía “ése” aquí?-Preguntó con un tono de voz fuerte e imponente.
-“Ése”, tiene nombre, sólo estaba pasando a visitarme.-Respondí con el mismo tono de voz que él.
Me miró con duda.
-¿Visitarte?
-Si, es mi amigo. ¿Tienes algún problema con él?-Le pregunté con voz desafiante.
-Si, él no te ve precisamente cómo una amiga.-Refunfuñó.
-Ya lo sé. Pero yo no lo veo de esa forma… así que, despreocúpate.-Su ataque de celos me había sacado de mis casillas.
-Me molestan sus pensamientos. -Inquirió con rabia.
-Pues no los oigas.-Respondí volteando mis ojos.
-¿Qué van a hacer el fin de semana?-Preguntó curiosamente, pero por su expresión estaba un poco celoso.
No me convenía decirle lo que ingeniaba hacer, si Jacob reaccionó mal, Edward explotaría y querría matar a Jacob.
-Eh… iremos a la playa, nada más.-Mentí. En teoría.
-Morirías de hambre si estuvieras en actuación.-Replicó, soltando una risa baja.
-Es en serio, no te miento, vamos a la playa.-Insistí, no le mentía, sólo le ocultaba una parte de mi plan.
-Esta bien, te creo. ¿Cómo estuvo tu día?-Preguntó con voz dulce y aterciopelada, la que me encantaba escuchar.
-Lento. Sin ti.- Respondí con tristeza.
-El mío también lo fue.-Admitió dándome un dulce beso en la mejilla.
-¿Qué tal es eso de cazar, me refiero, es… emocionante?-Pregunté con curiosidad.
-Lo era, al principio, pero después de un siglo, ya es algo rutinario.-Respondió con indiferencia.
-Ah, claro, se me olvida tú largo tiempo de vida.
-¿Estás libre en la semana?
-Si, ¿Por qué lo preguntas?
-Te llevaré a mi casa, Carlisle y yo tenemos unas cuantas proposiciones para ti.-Dijo Edward con voz incómoda.
No recordaba que estábamos afuera, así que lo hice pasar, olvidando su expresión de incomodidad por la invitación. ¿Unas proposiciones?
Miré de reojo la planta baja de mi casa.
-¿Subimos?-Le pregunté.
-Si eso quieres.-Respondió sonriendo y llevándome arriba cargada en sus brazos.
-Gracias-Susurré apenada después de que me dejó en el piso con cuidado.
-Así que Jacob…-Inquirió.
-¿Podrías dejar el tema atrás? ¿Estás celoso o algo por el estilo?-Pregunté desafiante.
-¿Por qué habría de estarlo? Confío en ti.-Me respondió acercándose a mi.
Se acercó más aún. Pero antes de hacer contacto con mis labios, volteó su cara hacia la ventana.
-Renee.-Respondió con una sonrisa burlona, alejándose de mí. Mi madre no podía llegar un minuto mas tarde.
Bajamos rápidamente, encendí el televisor y nos sentamos a ver el primer canal que apareció en la pantalla.
-¿Bella?-Dijo Renee entrando por la puerta.
-Aquí estoy-Grité y levanté mi mano.
Ella se acercó y se sorprendió al ver a Edward sentado a mi lado, pero le propició una alegre sonrisa.
-Hola Edward, no sabía que venías. ¿Cómo están?-nos preguntó.
-Bien, esperando a que usted llegara.-Respondió Edward cortésmente.
-Por favor, dime Renee, el “usted” me hace sentir un poco vieja.-Bromeó ella.
-Como quiera.-Replicó Edward sonriendo.
-¿Chicos… están viendo ESPN?-Preguntó, mirando hacia mi dirección. Sabía que esa sería la última cosa que vería, ya que Charlie permanece toda la noche viéndolo y es algo frustrante.
-No… de hecho, ya íbamos a cambiarlo.-Dije apagando el televisor.
-Aquí traje pizza, siéntense a comer.-Inquirió mi madre dulcemente, mientras nos servía la pizza en la mesa.
-¿Tu no vas a comer verdad?-Le susurré en el oído a Edward.
-No puedo despreciar la comida de tu madre.-Respondió con ternura en mi oído.
-Vamos, es una pizza, no tienes por que comerla.-Insistí.
-Puedo soportarlo.-Murmuró con asco.
-Renee, el ya comió, así que guardaremos esto.-Le dije en voz alta, sin apartar la vista de Edward, tomé el plato y lo dejé en la cocina.
-Ah, que pena.-Dijo Renee.
Edward se quedó mientras comíamos, en realidad era como si yo no existiera, mi madre estaba fascinada con él, mientras le contaba de sus intereses y habilidades, cuando dijo que tocaba el piano, me sorprendí muchísimo ya que jamás lo había mencionado y eso me parecía simplemente fascinante.
-Algún día deberías tocar algo para Bella, de seguro le encantará-Dijo Renee. Mis ojos se abrieron como platos mientras la miraba, y después bajé la cara hacia el plato, escondiendo mis mejillas ruborizadas.
-Tenía planeado invitarla mañana a mi casa. ¿No hay problema?-Le preguntó Edward a Renee.
-No, claro que no, pero debe regresar temprano.
-Sin problemas.-Le replicó seguro.-Creo que mejor me voy, me esperan en casa. Ha sido un placer compartir con ustedes.-Dijo él, levantándose de la mesa.
-Pero…-Llegué a susurrar y él me guiñó el ojo a escondidas.
-Bueno Edward, no dejes de visitarnos. Nos vemos-Dijo Renee dándole un fuerte abrazo.
Lo acompañé hasta la puerta ya que llovía afuera y el insistió a que no me mojara. Me dio un corto beso, pero igual fue increíble. Tomé su mano y se separó de mí. Cada vez que lo veía me costaba más despedirme de él. Entré de nuevo a mi casa.
-¿Se está tornando muy serio, verdad?-Me preguntó Renee con dulzura.
-Si, demasiado.-Confesé con pena.
-Es un muy buen chico.-Me animó.
-Si, lo es.-Repliqué y subí las escaleras hacia mi habitación.
Lavé mis dientes y peiné mi cabello y me metí a la cama, mis pies estaban fríos, así que me acurruqué.
Sentí un escalofrío por mi espalda, pero no en la piel, por encima de mis sábanas. Sus brazos me rodearon suavemente, mientras se posaba a mi lado. Con mis ojos cerrados, soñaba con él, lo sentía a mi lado. No quise abrir mis ojos para no despertar y que esa sensación desapareciera.
Un trueno sonó afuera y de acto reflejo abrí mis ojos.