Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Stephenie Meyer.
El texto en negrita: pensamientos de Isabella, el contenido del libro.
El texto normal: comentarios de la familia cullen.
Capítulo 6: Tiempo perdido... Leyó Alice, que frunció levemente el ceño y luego se relajó.
Apenas desperté sentí un profundo dolor en todo el cuerpo, pero más en la cabeza, manos y rodillas, al principio no supe bien que es lo que había pasado o porque parecía estar encogida, al abrir los ojos lo único que pude ver fue oscuridad y sentir un profundo olor a humedad. Cuando pude despertar del todo me di cuenta de que estaba debajo del fregadero.
- Oh Dios mío, pasó toda la noche allí, pobre niña - dijo Esme sonando acongojada.
Fruncí el ceño confundida al no recordar como había llegado allí
- Pues en este caso sería bueno que no se acordara por lo que pasó - dijo Jasper recordando ya todos los traumas que tenía encima. Los demás asintieron de acuerdo, mas Edward sabía que de alguna manera eso no era posible, pero no dijo nada.
A los segundos de tratar de recordar, mis ojos y mi boca se abrieron exageradamente al comprender por qué estaba allí.
Edward sonrió imperceptiblemente, él tenía razón, pero en este caso no le daba gusto tenerla.
Me incliné un poco hacia adelante y traté de ver por el espacio que había entre las puertas dobles. Parecía no haber nadie, pero no podía ver toda la cocina y no sabía la hora. Pero luego pensé que era imposible que mi madre estuviera en la cocina ya que para ella era imposible estar en silencio. Si estaba sola, cantaba a viva voz o tarareaba y si estaba acompañada, siempre había algo de lo que tenía que conversar. No sé cómo lo hacía pero no importaba que hablara de algo insignificante, en sus labios como en los de papá, todo resultaba interesante.
- Eso quiere decir que la persona es interesante - dijo Emmett asintiendo.
No tuve tiempo a decidir si salir o quedarme allí ya que mis padres decidieron por mí al entrar en ese momento a la cocina. Mamá venia riendo con todas sus fuerzas y papá caminaba detrás de ella, sonriendo mientras al parecer terminaba de contar un chiste, negando con la cabeza se sentó en su lugar de siempre mirando a mi madre divertido. Era normal para ellos hacer eso por las mañanas, papá siempre me decía que lo mejor era empezar el día sonriendo porque lo más probable es que termines el día sonriendo también. Al ver y escuchar a mi madre reír me fue imposible no sonreír, mi madre solía empezar a reír antes de que papá terminara de contar sus chistes, no es que fueran muy buenos pero al parecer lo que mi madre encontraba más divertido, eran sus esfuerzos por contar el chiste de forma cómica. Fue tanto lo que me distraje al verlos interactuar, mi padre contando chistes y mi madre agarrándose el estómago riendo, que se me había olvidado por completo dónde estaba y que tenía que buscar una forma de salir. Pero con mis padres allí era imposible, debía esperar a que ellos salieran...
... Ya lo tengo, sólo debía esperar a que papá fuera por el periódico y mamá a comprar su pan favorito, ese era el momento. Aunque esperaba que papá decidiera acompañarla como a veces lo hacía, eso me daría mucho más tiempo.
- Ojalá no la pillen - dijo Emmett - ¿Se imaginan lo que tendría que inventarse para justificar el estar debajo del fregadero? si la pillan ahora sí que la llevan a un loquero - terminó diciendo como quien es un experto en el tema.
- Sanatorio, Emmett. Pero tienes razón - respondió jasper.
- ¿En serio? ¿En qué? - preguntó Emmett solo para molestarlo, Jasper rodó los ojos.
- Ah ya cállate.
Me incliné hacia delante otra vez y pude ver como mamá ponía la tetera en el fogón, se daba media vuelta, besaba a papá y salía de la cocina, después de unos segundos papa salió detrás de ella, esta era mi oportunidad. Abrí cuidadosamente las puertas y salí gateando de allí, pero apenas puse en contacto mis rodillas contra el suelo tuve que morder mi labio inferior para no gritar de dolor. Como pude me levanté y observé el suelo, habían marcas de sangre y barro con formas de manos allí donde me había afirmado y también había sangre allí donde había puesto mis rodillas. Me di la vuelta y cerré las puertas tratando de no tocarlas para no mancharlas de sangre.
- ¿Qué tan mal estará? - preguntó Carlisle.
- Al parecer bastante herida, si deja sangre en todo lo que toca - le respondió Edward, con aire distraído, pero también estaba muy preocupado, los demás le quedaron mirando, ya que desde hace bastante rato que se había mantenido en silencio y lo cierto es que estaba bastante extraño, demasiado pensativo. Se dio cuenta del silencio que había dejado con sus palabras, levantando la vista miro a Carlisle, tratando de no enfurecerse por el comportamiento de su familia.
- Mmm, espero que no sea demasiado grave - dijo Carlisle con simpleza.
Luego lo más rápidamente que pude, saqué un paño de cocina, lo mojé y limpié lo que había ensuciado, cuando terminé me di cuenta de que era inútil, mis pies descalzos estaban demasiados cochinos y dejaba barro donde pisara. Solté un sollozo de la frustración y miedo que sentía.
A ver cálmate me dije, piensa. Me tomé unos momentos para calmarme y después de respirar profundo un par de veces, sin esfuerzo llegó a mi mente la solución.
Me subí al mueble que estaba al lado del fregadero, puse mis pies en el mismo y abrí la llave. Hice una pequeña mueca en cuanto el agua fría hizo contacto con la piel lastimada, pero de todas formas continué frotando. Cuando mis pies estuvieron lo suficientemente limpios, busqué dos bolsas plásticas y me puse una en cada pie. Me bajé del mueble en donde estaba sentada, cuidando de no pisar la suciedad, humedecí otro paño de cocina y cuando todo estuvo limpio lo dejé junto a los otros que había usado. Sacando otra bolsa, eché todo allí. Salí de la cocina atenta a cualquier ruido, subí corriendo las escaleras y me encerré en mi habitación.
Cerré los ojos, solté la bolsa, respiré profundo y me dirigí al baño. Me senté en la orilla de la tina y miré mis piernas. Mierda, estaban todas magulladas, con raspones por todas partes pero lo peor eran mis rodillas, estaban todas raspadas o tal vez peor ya que la sangre fluía lentamente hasta llegar a mis pies. Me retiré las bolsas y me deslicé hacia atrás quedando sentada en el centro de la tina, abrí el grifo para poder lavar las heridas... No, así no. Me levanté con cuidado, tomé la ducha teléfono y volví a sentarme, regulé el agua para que estuviera temperada y lavé bien mis piernas sacando todo rastro de sangre y barro. En cuento hube terminado con eso me volví a levantar y dejé la ducha teléfono en su lugar. Fui sacándome la ropa y tirándola en la misma tina para no ensuciar fuera, me lavé muy bien por todas partes procurando no dejar ningún rastro de tierra.
- Eso es, mientras más limpias las heridas, menos probabilidades hay de infección - dijo Carlisle a nadie en particular.
Cuando acabé envolví mi cuerpo en una toalla y fui en busca del botiquín que estaba en uno de los muebles para las toallas, cuando terminé de desinfectar y envolver bien mis heridas con gasa...
- Debería de ir a un hospital - dijo Carlisle con desaprobación.
- No creo que lo haga, si ya no les dijo a sus padres menos irá al hospital - comentó Rosalie.
- Bueno, pero al menos sabia lo básico, que era limpiar y proteger bien sus heridas - dijo Jasper con tranquilidad.
- Mmm - fue todo lo que dijo Carlisle. Claramente en desacuerdo. Alice siguió la lectura.
... Me fui a vestir. Puse la ropa sucia junto con los paños en la bolsa y bajé al cuarto de lavado, los puse a lavar y subí a mi habitación otra vez. Miré la pared blanca y luego a mi cama, me estiré en ella y me quedé dormida de inmediato, estaba tan cansada.
- Pobre niña - susurró Esme.
Cuando desperté me di cuenta de que estaba acostada sobre mi estómago por lo que mis rodillas rosaban la cama dolorosamente, me di la vuelta quedando boca arriba y miré hacia el techo. Me sentía extraña, débil y con nauseas. Giré la cabeza hacia la derecha y vi el reloj: las 12:05 pm, mediodía. Había dormido tres horas, estaba hambrienta pero me dolía demasiado la cabeza como para levantarme de inmediato. Mis padres... ¿Qué estarían haciendo? Charlie seguramente en el trabajo y Reneé cuidando de sus cactus en el jardín... O preparando la comida. Todavía no podía creer y estar segura de lo que había pasado anoche, si no fuera por el cansancio tanto físico como mental más todas los cortes y hematomas en mi cuerpo, pensaría que había sido un sueño muy vívido y por eso tan aterrador. Pero yo sabía que había sido real, no soy sonámbula, así que me era imposible encontrar otra explicación de por qué había despertado a las 9:00 de la mañana debajo del fregadero. Lo peor de todo y lo que más me preocupaba es que no sabía si podría fingir delante de mis padres que no sentía dolor cada vez que tuviera que moverme. Creo que es la primera vez que le encuentro algo negativo a esto de vivir en el valle del sol, ya que por el calor abrazador estábamos obligados a vestir ropas ligeras, pantalones cortos y poleritas. Pero eso dejaría al descubierto mis heridas y no podía pensar en una excusa lo suficientemente creíble, que fuera inofensiva, que no preocupara a mis padres pero que a la vez pudiera justificar la gravedad de todos los cortes esparcidos por todo mi cuerpo.
- Ahora sí debería decirle a sus padres lo que pasa, esto ya se salió de su control y está saliendo muy malherida - dijo Esme preocupada y aunque todos querían creer que Isabella no era real y lo que leían sólo era una historia más, había algo que no los convencía, así que les era imposible no preocuparse por ella.
- No lo hará, parece creer que es capaz de sobrellevar todo eso sola... - comentó Edward - Y estoy seguro de que si puede - dijo Edward la última frase tan bajo que nadie logró escucharle-
- Si, pero aun así... - dijo Esme, negando suavemente con la cabeza.
Además aquello traía otro problema más, como dije era tanto el calor que si me abrigaba lo suficiente como para tapar todas y cada una de mis heridas; Primero: mis padres sospecharían que algo malo pasaba. Segundo: empezaría a sudar por el calor excesivo y eso haría que las heridas ardieran por la sal del sudor, corriendo el riesgo de una o varias infecciones ¡Cielos! que problemón. Vaya, en los aprietos que me metió mi aventurita de anoche.
- ¿Aventurita? pero si fue toda una experiencia... Woa esa chica me asombra - dijo Emmett con asombro y admiración.
- Es valiente, cualquier otro humano se hubiera desmayado por el miedo o algo así al pasar por algo así - comentó Carlisle con el mismo tono de Emmett.
- O tal vez para ella ya es algo normal ver o vivir situaciones que se salgan de lo común - dijo Jasper, Alice se encogió de hombros y siguió leyendo.
A propósito, todavía no había repasado con detalle lo que había pasado, pero... Ah, tal vez luego, ahora lo único que quería era ir a la cocina ya que mi estómago decidió ponerse gruñón y rugirme por comida. Al final, después de haber revoloteado por mis cajones y armario decidí que me quedaría con los pantalones de pijama que me había puesto en la mañana, eran sueltos y no se pegaban a mi piel. Busqué alguna camiseta de manga larga lo suficientemente ancha para sentir el mismo alivio en la parte de arriba, al no encontrar ninguna, fui a la habitación de mis padres, escarbé entre la ropa de papá hasta encontrar una que me iba perfecta. Era color verde agua y bastante sueltecita, listo... Pero ¡Agh! gruñí de frustración, de repente empecé a sentir unos leves pinchazos en la planta de los pies, regresé a la habitación, me quité las pantuflas y los calcetines y no me sorprendí al verlos manchados de sangre.
- Cielos ¿En qué parte del cuerpo no tiene heridas? - Emmett se preguntó.
Los revisé cuidadosamente y sip, también estaban heridos. Fui a por el botiquín y comencé a desinfectarlos, estaba por sacar más algodón cuando vi una caja verde; crema de matico.
- Cicatrizante - susurro Carlisle, pensando que tal vez Isabella después de todo sí sabía lo que hacía.
Mmm, excelente, eso aceleraría las cosas. Me desvestí y comencé a untar de esa crema en todas mis heridas, luego volví a envolverlas en gasa, las que estaba en mi estómago y muslos tuve que arreglármelas pegando la tela con tela adhesiva, lo bueno es que tenía mucho de todo, mi madre siempre compraba porque sabía que era propensa a los accidentes. Me vestí otra vez y cuando hube ocultado mis calcetines y por fin estuve lista, bajé para buscar a mamá.
No me fue difícil encontrarlos y digo encontrarlos porque papá también estaba presente. Estaban en la sala de estar, los dos sentados uno al lado del otro en el sofá dándome la espalda, sus cuerpos estaban tensos, rígidos, lo pude notar, como también pude notar al policía (compañero de papá) quien estaba sentado frente a ellos, su rostro era una mescla de curiosidad y compasión. Me pregunté cual sería la razón para estar mirando así a mis padres, que de haberse hallado solos no hubieran notado que estaba en la escalera. No hice ningún ruido al bajar, pero el policía sí que pudo verme y su rostro cambió rápidamente a una expresión tranquila. Eso alertó a mis padres, que se pusieron de pie y voltearon a verme. Yo estaba parada en el penúltimo escalón y antes de que pudiera moverme tenía a mamá delante de mí, mirándome preocupada.
- Oh ¿Habrá notado algo? - preguntó Rosalie a su pesar intrigada.
- Es lo más probable - le contestó Emmett.
- Cielo ¿Estás bien? - me preguntó. Asentí tratando de no hacer ningún gesto, el movimiento había provocado que me doliera la cabeza. En ese momento noté algo que había pasado por alto y es que sus ojos me miraban con horror. No entendía. Ella me tocó delicadamente el pómulo derecho con sus dedos, auch, eso dolió - Cariño ¿Qué te pasó?
Giré mi rostro hacia la derecha, hacia el cuadro que colgaba de la pared para mirarme en el reflejo y oh... Por todos los ángeles caídos.
- Interesante elección de palabras - susurró Edward. Los demás le miraron, no se habían dado cuenta de cuando había cambiado de postura, ahora estaba con las piernas flexionadas y se abrazaba las piernas con los brazos, tenía los ojos cerrados y el mentón apoyado en sus rodillas, se veía relajado pero Jasper podía sentirlo tenso y ansioso.
¿Por qué no me miré en el espejo antes de bajar? tenía un enorme moretón debajo del ojo y no se me ocurría como justificarlo, porque en realidad, no sabía cómo me lo había hecho. Tal vez en una de mis caídas en el bosque, pero no recuerdo haber caído de cara contra el suelo. O sea estaba tan acostumbrada a perder el equilibrio que ya por puro reflejo ponía mis manos al frente para no romperme la nariz.
Pero ¿Qué podía decirle? la verdad lo único que se me vino a la mente fue decirle que el día anterior había tropezado con una piedra, cayéndome encima de sus pequeños cactus porque:
a) No tenía que mentir, porque realmente me había caído.
Emmett rió.
b) Ya antes me había pasado como unas cuatro o cinco veces y
c) No tenía cabeza para inventarme algo más.
Pero lo malo es que parecía como si me hubiesen dado un puñetazo, no como si me hubiese clavado espinas en el rostro.
- Pero ¿Cómo es que tiene un moretón en el ojo si aquel ser no la agredió de esa manera? - preguntó Rosalie confundida.
- Tal vez se haya caído y golpeado la cara con una raíz en ese sendero y ahora no lo recuerda - le respondió Alice insegura, lo cual era muy extraño en ella. Ya que siempre estaba segura de sus respuestas pero con Isabella era imposible saber. Continúo leyendo
Pero... está bien, lo intentaré. Observé a mamá consciente de que había estado demasiado tiempo contemplando mis opciones y usualmente ellos no me interrumpían (salvo si fuera totalmente necesario) cuando estaba tan metida en mis pensamientos, ya que la psicóloga Sanders había dicho ay... Aquí voy otra vez, contesta, concéntrate, a veces soy tan parecida a mamá... Oh ya basta.
Edward sonrió aunque nadie pudiera verlo, empezaba a simpatizar bastante con Isabella, esas discusiones internas las conocía demasiado bien.
- Eh... Lo que pasó fue que ayer estaba paseando por el jardín, tropecé y al caer me golpee la cara contra... Una maseta - dude al último momento, solo por un milisegundo, solo rogaba porque no lo hayan notado.
- Ay cielo ¿Por qué no me dijiste? - preguntó suavemente, pero en sus ojos pude ver como sospechaba de que la media verdad que le había dicho fuera mentira, por eso le contesté firme y más segura.
- Porque no quería preocuparte, además no sabía que se pondría tan feo
Ahora parecía mas convencida... En parte sonó más creíble porque... Era verdad. Odiaba verlos preocupados por mi culpa.
Esme sonrió con tristeza.
- Está bien, cielo, pero para la próxima dime ¿Sí? mira que podrías lastimarte mucho más y tu sin saber la gravedad de tus heridas y yo totalmente ignorante de ese hecho.
Era justamente lo que pasaba pero yo sí sabía la gravedad de mis heridas como también cómo curarlas y cada cuantas horas, dejé pasar ese tema y miré al policía que me miraba... Extrañado, me enfurecí pero no lo demostré ¿Quién se creía para mirarme como si fuera un bicho raro?
- ¿Y no lo es? - preguntó Emmett con una risotada, solo obtuvo como respuesta un gruñido, de Edward, Emmett lo miró con asombro igual que todos los demás. Edward se sentía de la misma manera, ¿Por qué había gruñido? Emmett no había dicho nada en contra de él, miró a Alice que lo miraba todavía con sorpresa, Edward frunció el ceño, se encogió de hombros y solo dijo:
- Sigue leyendo.
Alice asintió un poco confundida.
Mi madre se dio cuenta de que lo miraba, tomó mi mano y me guió a la sala de estar, al llegar junto a papá, él me abrazó y besó mi frente con delicadeza. Como nadie me veía no tuve que esforzarme en mantener mi rostro tranquilo y fingir que el abrazo de papá no me dolía, traté de pensar en pajaritos para distraerme del dolor. Me soltó y se dio cuenta de que llevaba su camiseta, pero no preguntó ni comentó nada, yo sabía la razón de ello. Sé por qué no me preguntó sobre su camiseta, sé también por qué mamá no me había preguntado por qué no había decorado la pared blanca, también por qué no me interrumpían cuando estaba muy metida en mis pensamientos y también sé que en ello la doctora Sanders tiene mucho que ver. Sé que les aconsejó a mis padres a no cuestionar mis pensamientos y actitudes por más extrañas que parecieran, pero que sí lo hicieran cuando yo hiciera algo "normal" y es para que yo pueda verme y sentirme exactamente así "normal". Que idiotez.
- Parece que sus esfuerzos son en vano, ya que si ella no se siente normal... - dijo Jasper.
- Pero es que no lo es - susurro Edward otra vez demasiado bajo.
- Cielo, hija, él es un amigo y compañero de trabajo.
- Hola - el policía ofreció su mano... Yo se la acepté, pero con desconfianza. En cuanto papá pronunció la palabra "amigo" todas mis alarmas se activaron al instante.
- No creo que su padre haya podido invitar a sus amigos a casa después de lo que pasó con su hija - dijo Carlisle
- Además ella parece que tiene problemas con la palabra "amigo" - comentó Jasper.
- Ya, dime alguna palabra con la cual esa chica no tenga problemas - dijo Emmett en tono burlón, Edward estuvo a punto de gruñirle de nuevo pero cuando se dio cuenta de ello se obligó a reprimirlo, no sirvió de mucho, Jasper había sentido su enojo y ahora le miraba mandándole olas y olas de calma.
- Me llamo Steve Johnson, tú debes ser Isabella ¿no?
- Nooooo, es el mago de oz - dijo Emmett sarcástico.
- Emmett - le reprendió Esme
- ¿Qué? pero si es obvio ¿No? ¿Quién más podría ser? ¿Vive otra adolecente en esa casa? - preguntó Emmett, Esme no le contestó porque... Tenía razón. Alice sonrió divertida, luego volvió su vista al libro.
Yo solo asentí y le miré fijamente, eso pareció ponerlo nervioso y por una razón que no entendí eso me causo una cierta... Satisfacción.
- Cielo, Steve esta aquí por los acontecimientos sucedidos el Domingo - dijo mi padre con tono neutro. Mi cuerpo se tensó y aparté la mirada del policía para mirarlo a él.
- ¿Qué? - logré preguntar. Tal vez parezca una actitud algo cobarde, pero en ese momento lo único que quería era salir corriendo, no que mi cuerpo adolorido lo permitiera pero... Sabía que esto iba a pasar, que tendría que declarar para que a ese desgraciado pudieran apresarlo por lo que trató de hacer, pero la verdad es que yo no quería tener que pasar por eso.
Oh no, podía sentir como el pánico me invadía y que estaba a punto de descontrolarme como antes, mi mente volvería a cerrarse y sentí tanto miedo que comencé a temblar, mis ojos se llenaron de lágrimas, mi boca se secó, me costaba respirar, noté que las paredes daban vueltas y me tambalee hacia adelante.
- ¿Cómo se le ocurre a su padre soltárselo así sin más? - pregunto Rosalie enfadada - Sabiendo que tiene una inestabilidad emocional debería de tener más cuidado.
Los demás asintieron dándole la razón.
Mis padres me agarraron antes de que callera, la debilidad que había sentido al despertar por segunda vez no se había ido y ahora con esto, pero no había perdido el conocimiento, yo esperaba que sí, porque tal vez así me salvaría de hablar de esa noche y entonces... No, sabía que no era posible. Mis padres me sentaron en el sofá que antes ocupaban ellos, mi padre fue a... No sé dónde y sentí a mi madre abrazarme y acariciar mi cabello. Su abrazo, su cercanía, su olor y sus caricias tranquilizadoras lograron calmarme lo suficiente como para que pudiera tomar el vaso con agua que mi padre me ofrecía. Ya estaba un poco mejor, pero aun así me sentía muy débil.
- Tranquila, amor, todo está bien, no tienes que hablar de ello, no todavía - dijo papá uniéndose al abrazo - Lo dejaron en prisión preventiva, mientras dura la investigación, en la cual tu no tendrás nada que ver, aunque estés implicada en ello - su voz tembló al decir aquello, pero el toque de mi madre también funcionaba en él, se recuperó rápidamente y siguió hablando haciendo que me calmara con cada palabra que decía - La investigación durara solo un mes, ya que no hay muchas evidencias que sacar para encarcelarlo, bastaría con el testimonio de todas las personas que fueron testigos en el momento en el que te encontramos, no tendrás que declarar ahora... Pero si dentro de un mes ¿De acuerdo?
Asentí, mucho más calmada y aliviada.
- Podría haber comenzado así, le hubiese ahorrado el mal rato - dijo Rosalie todavía molesta
- Dudo mucho que no hubiera pasado lo mismo - le respondió Emmett con una sonrisa amable.
- Ahora, aclarado eso, hay otra cosa que debemos discutir - empezó mamá que parecía impaciente.
- Antes mamá - la interrumpí - ¿Podría comer algo? me siento muy débil y no he comido nada en toda la mañana - terminé de decirle avergonzada y disculpándome con la mirada. Sabía que lo que tenían que decirme o debíamos discutir no me iba a gustar, así que mientras más se retrasara, mejor. Además que mi estómago ya comenzaba a doler por falta de comida.
- Oh cielo mío - dijo mamá afligida - ¿Cómo pude olvidarlo? Dios santo, que irresponsable - sonreí, mamá siempre tendía a exagerar cuando se trataba de mí - Podemos esperar todo lo que quieras cielo, ven, te daré un rico almuerzo alto en vitaminas, muchos nutrientes y... - siguió hablando mamá mientras me ayuda a ponerme en pie, me costó un poco. La piel alrededor de los cortes que tenía en el torso y espalda se estiraban cada vez que me movía y dolían como el demonio, ella no sospechó nada, suponía que estaba débil por falta de comida y mi casi desmayo, lo cual era cierto. Nos fuimos a la cocina, su monólogo en vez de irritarme, me alegró, a pesar de las cosas que habían pasado, de lo rara que yo podía llegar a ser, mamá me trataba de la misma forma y eso me hacía muy feliz
- Que lindo y es admirable que pueda ser feliz con un detalle tan simple como ese - dijo Esme con dulzura, Edward volvió a sonreír, otra vez nadie le vio.
Cuando mi estómago pareció mucho más contento estando llenito, mi madre me dejó reposar unos cuarenta minutos, luego volvimos a la sala de estar, donde mi padre y su amigg... Compañero hablaban muy animadamente, supuse que de trabajo. Cuando estuve sentada y cómoda, pusieron delante de mí un computador portátil, mir la pantalla y vi una lista de videos, fruncí el ceño.
- Nosotros ya los vimos, pero necesitamos que tu también los veas para que puedas explicar que pasó... - me tensé -... En el restaurante - terminó de decir el policía.
Me relajé al escuchar la palabra restaurante, sentí la mano de mi padre frotar mi espalda, con ese gesto recordé sus palabras diciendo que no debía declarar hasta dentro de un mes. Le sonreí agradeciéndole y el me devolvió la sonrisa. Volví a mirar la pantalla, al saber que íbamos a hablar del restaurante me relajé completamente, pero me asaltó una duda.
- Pero... ¿Esto tiene alguna relevancia con respecto al intento de violación? - pregunté ya que no le hallaba la conexión, había pasado en el restaurante tres horas antes de que pasara todo ese desastre.
- Pues yo tampoco se la hallo la verdad - comentó Emmett. Nadie contestó así que Alice prefirió leer más rápido para enterarse.
- Depende - me contestó el hombre - Depende de lo que tú puedas explicarnos.
Me confundí ¿Por qué no podía ser más claro? mi padre (conociéndome como me conocía) se dio cuenta de que me estaba comenzando a enfadar ¿Qué le costaba a ese hombre responderme si o no a mi maldita pregunta? ¿No era una pregunta difícil o sí?
- El policía se ganó su desconfianza al mirarla como a un bicho raro - comentó Alice - Mmm
- ¿Qué? - le preguntó Emmett, siempre curioso.
- Nada, sólo que es interesante nada más - terminó de decir encogiéndose de hombros, Edward la miró entrecerrando los ojos sospechando que estaba pensando en algo y se lo estaba ocultando a él, pero Alice simplemente se apresuró a leer sabiendo que intentaría preguntarle.
Mi padre intervino antes de que pudiera transformar mi enfado en palabras.
- Sabia decisión - comento Emmett riéndose bajito.
- Hija, solamente queremos que veas los videos, que respondas algunas preguntas y ya - dijo papá con una sonrisa persuasiva, yo levanté una ceja y sonreí de lado.
- ¿Responder algunas preguntas? ¿Tendré que llamar a un abogado Jefe Swan? - le pregunte divertida.
- ¡Tiene sentido del humor! - exclamó Emmett sorprendido, luego miro a Edward - No como alguien.
Edward esta vez le rugió más fuerte, haciendo que Emmett soltara una carcajada, era eso lo que buscaba, le encantaba sacar de quicio a su hermanito querido. Edward dejó de rugir y se quedó mirando a Alice, que al instante retomó la lectura.
Mi padre me miró sorprendido por un momento y luego se echó a reír.
- No cielo, claro que no, aunque si quieres, tu madre puede tomar ese papel ya sabes - se acercó a mi hablando como quien cuanta un secreto - Siempre dijo que le hubiera gustado estudiar leyes.
- Por supuesto, con lo distraída que soy, sería la mejor de todos, lo sé - dijo fingiendo darse importancia. Yo me reí, amaba cuando me seguían el juego así.
- Está bien, papá - le dije todavía sonriendo, el ambiente parecía estar más relajado, mi padre asintió con más confianza e hizo doble clic en uno de los videos.
En la pantalla pude ver desde arriba todo el restaurante en el que estábamos mi madre y yo. Mi padre adelantó un poco el video hasta que aparecíamos nosotras, vi como pedíamos nuestra comida, el tiempo que esperábamos por ella, nosotras hablábamos... Quiero decir mi madre hablaba porque yo no le respondía, me veía distraída y sólo la miraba y seguía todos sus movimientos. Fruncí el ceño al verme así, ahora que lo veo desde afuera pareciera como si mi madre fuera un extranjera hablándome en un idioma que no lograba entender ni las sílabas. Estaba totalmente perdida en mis pensamientos y lo que me hace sentir más culpable es que ni siquiera recuerdo que era lo que pasaba por mi mente en esos momentos para no prestarle atención a mi madre, aunque cualquiera que no nos conociera pensaría que si lo estaba haciendo, o tal vez simplemente soy estúpida, puedo hablar, escuchar, ver pero no entender, que frustrante.
Papa volvió a adelantarlo, pasó la comida y se detuvo justo cuando mamá se iba luego que le gritara que no quería lencería, eso sí lo recuerdo ¡qué vergüenza! Y aquí es cuando las cosas se pusieron raras...
- Lee más rápido Alice que quiero saber - le urgió Emmett claramente ansioso.
- Eso intento pero si dejaras de interrumpir - le contestó molesta.
Inmediatamente después de que mi madre se fuera, yo saqué mi celular y comencé a apretar teclas. Fruncí el ceño mirando la pantalla confundida, yo recuerdo haber sacado una vez mi celular en el restaurante y fue (para mi) unos veinte minutos después de que se fuera mi madre, no a los cinco segundos. Después en la pantalla, yo guarde mi celular y a los dos segundos lo volví a sacar, le eché solo una mirada y lo guardé, eso lo recuerdo. Me paré dejando dinero en la mesa y salí. Justo allí el video se detuvo, yo estaba demasiado sorprendida como para comentar algo. Pero no importó porque papá inmediatamente después hizo clic en otro video y ahora me podía ver desde afuera del restaurante, vi como salí y me quedé unos segundos parada allí, mi padre le puso pause al video. Primero no supe lo que iba hacer pero luego me di cuenta, le dio zoom a la pantalla, hasta que pude ver claramente mi rostro, me sentí algo incomoda, mi expresión era de total aburrimiento, mi padre sin quitarle el zoom le dio play y vi como mi rostro cambio a uno de total indiferencia, no, era... Inexpresivo, no había ninguna expresión en mi rostro, estaba... Vacío, no pude contener el escalofrio que me recorrió. Mi padre le sacó el zoom rápidamente ya que al parecer yo iba a hacer algo más, cuando pude verme de cuerpo entero otra vez me vi caminando hasta colocarme al lado de unos cajas que estaban al lado izquierdo de la pantalla, a la derecha de la puerta del restaurante, estaba justo frente al ventanal donde estaba la mesa en donde mi madre y yo nos habíamos sentado. A los nueve minutos con cincuenta y seis segundos, mi madre apareció de nuevo por el lado derecho de la pantalla y el izquierdo de la puerta del local, a los segundos después mi madre salió, su rostro preocupado y la desesperación ya se comenzaba a notar. Se fue a buscarme por el mismo lado por el que había llegado no sin antes mirar hacia todos lados. Las cajas me tapaban completamente, era obvio que ella no me vería si no se asomaba, no lo hizo y no la culpaba, no era su culpa.
Mi madre sentada a mi lado hizo un ruidito de frustración, sabía más o menos lo que podía estar sintiendo ahora. Tomé su mano sin despegar mis ojos de la pantalla, papá volvió a adelantar el video y lo que vi me dejo helada. Yo realmente me había pasado dos horas con treinta y siete minutos allí parada, sin moverme un centímetro, nada, ni un músculo se me había movido, mi rostro seguía igual de inexpresivo. La gente pasaba sin detener su andar, ninguno me prestó atención, ni siquiera los del restaurante que tal vez pudieran haberme visto a través del ventanal, pero al parecer no fue así. Papá puso a correr el video a una velocidad normal y acercó sólo un poco el zoom, entonces cuando se completaron las dos horas y treinta y siete minutos, mi rostro volvió a la vida. Me vi sacando mi celular otra vez para mirar la hora, en ese momento mi rostro adoptó una expresión de confusión, luego de asombro para después pasar al horror y por último la irritación. También vi mis intentos por llamar por teléfono a mamá y mi frustración al no tener saldo, luego mi determinación al haber tomado la decisión de ir a casa por mi cuenta... Grave error. Las cámaras me siguieron por un par de calles más y digo me siguieron porque sólo cambiaba la imagen hasta que yo estaba a la vista de otra cámara, los compañeros de mi padre tienen que haberlo arreglado así para que no tuviera que buscarme en cada cinta. Pero luego ya no hubo más videos, recuerdo haber visto los postes de luz estropeados, al parecer esa era una de las entretenciones de los pandilleros, y tal vez por error tienen que haberle dado justamente a las cámaras de esa calle, o quizás fue intencional, para poder llevar a cabo sus fines depravados y vandalitas sin que nadie los filme y tengan pruebas para apresarlos, estaba muy confusa.
La primera pregunta que se me vino a la mente fue: ¿Cómo diablos pude haber estado tres horas sin moverme? no, rectifico, dos horas y treinta y siete minutos.
Saqué mi celular y vi la hora, las 14:48. Miré la pantalla del portátil y busqué la hora actual, las 14:28 y sumando los veinte minutos adelantados daban las casi tres horas que supuestamente yo me había pasado en el restaurante esperando a mamá.
Dios, que rollo. Que rollo más loco.
Ahora entendía por qué Reneé había estado tan confundida cuando le dije que la había estado esperando más de lo que ella había tardado en regresar. Mi cabeza en un lio y que bueno que comí, porque si no hubiese sido así, creo que no hubiera podido resistir el leve shock que me produjo esto. Mi mente había estado en blanco por casi tres horas y lo malo es que no sabía cómo explicarles qué pasaba por mi cabeza en mis tiempos perdidos.
- Ahí termina el capítulo - dijo Alice con tono de sorpresa.
- ¿Alguien podría explicarme qué diablos fue lo que pasó? - preguntó Emmett totalmente perdido.
- Wow ¿Ella adelantó la hora en su celular, para que pareciera que habían pasado veinte minutos? - preguntó jasper tratando de darle forma en su cabeza a lo que había pasado.
- No creo que haya sido intencional, su cuerpo estaba allí pero su mente... - dijo Carlisle no muy seguro.
- ¿Y afuera del restaurante? una persona normal no puede estar quieto por mucho tiempo, ni siquiera veinte minutos seguidos - comentó Rosalie.
- Si, eso fue de lo más extraño - dijo Esme - Pero lo que es más extraño todavía es que no lo recuerde.
- O tal vez no quiere recordarlo - comentó Alice.
- Y ¿Qué tal si es ella la que sufre de trastorno de identidad disociativo? - preguntó Edward en un susurro, Emmett puso los ojos en blanco llamando su atención
- A ver señorito-palabras-complicadas ¿Qué quieres decir? - inquirió Emmett curioso.
Edward suspiró exasperado.
- Podría ser posible - comentó Carlisle sopesando varias teorías.
- Claro que es posible, tiene varios síntomas; la depresión, ansiedad, ataques de pánico, alteraciones en el apetito a veces come otras veces no - aclaró ya que Emmett iba a preguntar - Tiene molestias físicas y también es un poco bipolar, además de los ruidos que ha escuchado que podrían ser alucinaciones auditivas o las otras identidades.
- Ya y dime ¿Cómo explicas lo del bosque y que haya quedado toda magullada? - le preguntó Emmett con escepticismo.
- ¿Qué acaso nunca lees? en esos casos la automutilación es bastante común y lo del bosque sería otra alucinación - terminó de explicar Edward.
- Mmm - dijo Emmett todavía escéptico "¿Y qué hay con tu descripción?" le preguntó en su mente, Edward le miró y le enseñó los dientes, amenazante.
- No te atrevas - le amenazó. Emmett solo sonrió.
- Chicos ya basta - dijo Carlisle - eso es todo por ahora, mañana seguiremos con la lectura, ahora debo irme al hospital.
Edward miró por el ventanal, tenía razón estaba amaneciendo. De repente y sin previo aviso a su mente le llegó una imagen; estaba él mirando su mano que contenía algo... De color café oscuro, la imagen se fue tan rápido como había llegado. Miró hacia cada uno los integrantes de su familia y todos parecían estar concentrados en la conversación con sus parejas. De repente se sintió tan solo, tan fuera de lugar, como si no perteneciera a allí, como si estar sentado allí junto a su familia no fuera correcto, se levantó bruscamente llamando la atención de todos.
- Estaré en mi habitación - informó. No esperó respuesta y subió, al llegar a ella, se detuvo en el umbral y se quedó mirando todas sus cosas, sintiéndose extraño, como si no reconociera nada. Negó con la cabeza, estaba siendo paranoico y estúpido, todo lo que había en esa habitación era de él, sus discos de música, sus libros, la decoración, su ropa, sus pautas de piano, todo era de él, era parte de él ¿Y entonces por qué se sentía tan fuera de sí mismo? se sentía igual que cuando entraba en la habitación de Emmett y Rosalie, nada le resultaba familiar o conocido. Se fue al baño pensando en darse una ducha que lo relajara, ya no quería pensar más en Isabella ni en la posibilidad de que el fuese aquel ser malvado, solo quería, estar tranquilo.
Pero al parecer quien movía los hilos del destino le tenía preparada una sorpresa.
Sacándose la polera se dirigió al baño, al pasar por delante del espejo algo llamó su atención. Allí, justo en sus caderas, había algo que no debería estar ahí. Parpadeó asustado y sin saber cómo lo supo llevó una mano al bolsillo derecho de su pantalón y de él saco ese objeto de color café. Ya tenía una diferencia con Isabella, ahora él sí sabía qué hacía en sus tiempos perdidos.
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