Éste es el último capi, espero les haya gustado mi fic y bueno, ha sido muy grato haber compartido mi historia con ustedes y que me hubieran apoyado tan bien. Las quiero mucho. Besos.
-¿Están…?
-¿Ya regresaron…?
-¿Tienen…?
Todos habían hablado al mismo tiempo y regresaron sus ojos a mí.
-Creo que mis poderes han regresado –Dijo Alice viéndome de forma extraña.
-Pienso que los míos también –Ahora Jasper me veía sospechosamente.
Los miré extrañada sin entender.
-Bella… ¿Qué estabas haciendo hace un minuto atrás? –Preguntó Edward, pareciendo de nuevo cauteloso.
-Nada, yo sólo…-Pensé un poco y me di cuenta de la razón de sus reacciones -¿Ustedes no podían usar sus poderes desde hace cuantos días?
-Tres días después de tu…
-¡Ah!-Exclamó Alice. -¡Bella!
-¿Es posible que hubieras sido tú la que nos tenía incapacitados de la utilización de nuestros dones?-Preguntó Jasper.
-¿Ésta niña podría ser capaz de haber obtenido el don…? –Cuestionó al vacío el ruso.
Todos me miraron y me vieron con sorpresa.
-Oigan… yo no…. –Empecé a tartamudear con inocencia.
-Tranquila, no es nada malo. Supongo que es positivo para ti y creo que es algo involuntario. Intentaremos controlar esos poderes porque es riesgoso que no podamos usar nuestros poderes si en algún caso lo necesitamos.
-Bueno, si es por mí, ni se preocupen. Creo que ahora lo peligroso es que pueda hacer daño a alguien –Bromeé riendo bajito pero nadie me siguió el chiste. Charlotte y Ethan me quedaron viendo con sus boquitas un poco abiertas y los dos empezaron a reír al unísono.
Los demás no se reían de mi comentario sino que las carcajadas de los gemelos era de lo más contagiosa y adorable.
-Bueno Isabella… -Murmuró la mujer rusa.
-Bella –Le corregí como siempre solía hacerlo.
-Discúlpame, Bella –Alzó su mano y yo estreché la mía con la suya –Creo que aún no nos hemos presentado oficialmente. Mi nombre es Ivana y éste es mi acompañante Nicolai.
-Es un placer conocerlos, pero… creo que aún no me han dicho la razón de su visita.
-Ya terminamos nuestra misión, la cual se basaba en salvar tu vida sin que los pequeños sufrieran ningún daño. Una vez yo estuve en tu lugar, pero no lo logré porque nunca supimos afrontar la situación que se nos avecinaba.
-Es decir… ¿Tú también estabas embarazada?
Poco a poco se fueron aclarando todas mis dudas mientras Ivana me aclaraba todo lo que no supe mientras estaba en coma. Los sentimientos que expresaba ella al tener a su bebé en el vientre eran algo parecidos a lo que yo sentía, esa compañía de la cual no tenía conocimiento alguno.
Todos escuchaban la historia con mucha serenidad, en cambio yo no podía dejar de sorprenderme con cada una de las palabras que sopesaba con dolor. Me explicaron los dones de Nicolai, su esposo, y cuando le pregunté la razón por la cual no quiso arrebatar la memoria del dolor que alguna vez sufrió y que tenía repercusiones en el presente, me contestó que Edward le había hecho la misma pregunta. Mi mente se colocó en su lugar y pude entender mejor su punto de vista.
-Tu parto fue dificultoso para Carlisle, para mí y para Ivana –Inquirió Nicolai al sentirse más cómodo con mi presencia, ésta era la primera vez que se dirigía a mí.
-Yo sé que… sé que desperté y me encontré con Edward. No tuvimos más de media hora hablando cuando ya estaba dando a luz, después de ahí no recuerdo nada. ¿Qué fue lo que pasó?
-Tuvimos un par de complicaciones –Con el número supuse que Carlisle se refería a Charlotte y a Ethan –Alice no supo avisarnos que serían gemelos, puesto que Jacob estuvo acompañándote, y entre tanta preocupación, se nos había olvidado el inconveniente que causa en las visiones de ella.
-Fue entonces cuando tuvimos que actuar con el corazón en la mano –Agregó Ivana –Mientras yo te hacía la incisión para la cesárea, Carlisle y Nicolai se encargaban de que tus signos vitales no decayeran tan drásticamente. Lo peor fue cuando me di cuenta de que Charlotte tenía el cordón umbilical enredado a su cuello. Apenas sacamos a Ethan, rogué a que me alcanzara el tiempo para sacar a la pequeña, porque si no lo hacía, o moría ella o morías tú –Le dedicó un vistazo de admiración a Edward
–Pero éste joven no perdió las esperanzas nunca, estuvo ahí ayudándonos y lo logramos.
-De verdad que… No tengo palabras para agradecer todo lo que han hecho por mí, por los gemelos y por nosotros –Con mi mano libre, abracé a Edward.
-No hay de qué, Bella. Es un placer para nosotros, darle la vida a unos seres tan hermosos como lo son tus hijos.
Quise sonrojarme pero recordé que ya no lo haría más.
Caminé hacia Rosalie y le entregué a Ethan, ella lo aceptó sin preguntar ni decir nada.
-Ahora hablemos de mi transformación –Declaré con seriedad -¿Qué fue lo que pasó, Edward? ¿Por qué los había visto tan devastados?
-Habían pasado siete días exactos desde que inyectamos la ponzoña en tu organismo. Lo normal eran tres. Para complicarnos más la mente, Alice no podía visualizar nada, ni siquiera con Jacob lejos de aquí. Me repetía una y otra vez a mí mismo que no te iba a dejar ir, pero al quinto día estaba devastado, Carlisle no sabía que decirme, ni siquiera Ivana y Nicolai supieron. Todo fue tan extraño. Segundos antes de que aparecieras, un escalofrío extraño recorrió mi rostro cuando Esme y Carlisle habían dicho que se darían por vencido. Una lágrima había descansado por mis mejillas alrededor de dos segundos, y en ese momento fue cuando sentí que estaba soñando; cuando vi tu piel brillante, reflejada con el sol frente a mí, creí que estaba alucinando, que mis lágrimas no eran reales y que veía una clase de ángel. Por esa razón te pedí que me prometieras que te quedaras conmigo.
-En resumen; pensábamos que no despertarías –Repuso Emmett con tono divertido, y Jasper accedió a golpearle la cabeza.
-Tienes razón, Emmett. Yo pensé que no despertaría, y sentí la ausencia del que pensaba era “un solo bebé” puesto que en mis pesadillas… -Los miré a todos -¿Edward les ha contado de mis pesadillas?
-De hecho, amor… No llegaste a contarme nunca ¿No recuerdas que en ese momento te diste cuenta de que ibas a dar a luz? Asentí un par de veces y empecé a relatarles todo. Edward se molestó un poco en la parte que relaté como él leía mi carta, la carta que había escrito antes de desmayarme aquel día. Le expliqué mis razones sin tener nada de qué avergonzarme frente a mi familia. Yo sabía que algo malo me pasaría y no quería irme sin haber dicho ni siquiera un adiós. De paso, yo intenté mantener la cordura al hablar con Jacob de sus planes donativos hacia mi persona.
¿Cómo se le ocurría arriesgar su vida de esa forma? Sabiendo toda la vida que le esperaba por delante y que yo podía llegar a salvarme con la transformación.
Parecía un poco reacio, pero en el fondo no se arrepentía de haberlo intentado. Yo sabía que ese era mi mejor amigo, el que intentó dar la vida por mí.
-¿Y que hay de Charlie y de Reneé? ¿Mi prima Christine y mi tía donde están?
-Estados unidos, Bella. Tus padres están en Forks, y ellas han regresado a California –Declaró Jake con un poco de nostalgia.
-Ah –Suspiré con tristeza, pero la curiosidad se asomó por mi memoria – ¿Seguimos en Dubai?
Emmett soltó una risotada y me di cuenta de que aún estábamos en los Emiratos Árabes.
-Quiero hablar con Reneé y con Charlie –Supliqué a Edward.
-Pero aún tienes cosas que…ver–Dijo Alice dubitativamente al final de la frase.
Ella corrió por el lugar dando saltitos.
-Mejor dejemos lo mejor para lo último –Inquirió tomando algo que yo llamaría espejo.
Miré la imagen de alguien que podría ser cualquier persona, menos yo.
¿Era mi imaginación o estaba más alta? ¿Eran mis ilusiones las que pintaban la perfecta silueta? ¿Era una mala jugada de mi mente esos ojos rojos que no dejaban de ser seductores y hermosos?
Mis pómulos marcados perfectamente.
Se me había olvidado uno de los grandes beneficios de tener ponzoña en el organismo.
Los nervios me hicieron la mala jugada y empecé a reír, porque el pánico que me invadía era indescriptible.
-¿Qué te parece gracioso, Bella?-Me preguntó Edward.
-Es que creo que estoy soñando, por favor pellízcame –Pedí entre carcajadas.
-En serio no le veo la gracia –Contestó con cara de pocos amigos.
-Ahora puedo decir que te llego a los talones en belleza.
Me dedicó una mirada furtiva.
-Siempre me has sobrepasado. Para mí, eres la misma Bella que conocí el primer día, sólo que con un color de ojos distintos.
-Tienes que estar bromeando –Miré a Alice -¿Ya puedo ir a hablar con mis padres?
-¡Espera! Falta algo más. –Acercó a Edward y a Rosalie que tenían a los gemelos entre sus brazos –Hace tres días supimos los dones de los niños.
Me emocioné con la noticia.
-¿De verdad? ¿Y…? –Le pregunté para que me explicara con lujos y detalles.
-Jacob fue nuestro conejillo de indias accidentalmente –Jasper carraspeó un poco pero entendí que ocultaba su risa.
-Si, enana. –Repuso Jacob en tono amargo.
-Resulta que Jacob acababa de tener un pequeño encuentro molesto con Christine por teléfono y andaba como un maníaco depresivo por toda la sala. Cuando empezó a dar vueltas, me distraje un poco y no me di cuenta de que había pisado las bolsas de las compras que hicimos Jasper y yo en Los Ángeles.
-¿Para qué…?
-No preguntes –Me interrumpió y me callé al instante –Por supuesto eso me sacó totalmente de mis casillas, y por alguna extraña razón me dejé llevar un poco por mi instinto y lo golpeé muy fuerte… tanto que sangraba. –Comentó en tono inocente.
Iba a reclamarle pero Jasper me hizo una seña de espera.
-Los gemelos empezaron a llorar desde el primer momento en que Jacob empezó a sangrar. En realidad fue sólo un pequeño rasguño y uno que otro golpe, por eso no le presté atención y Rosalie y yo nos dedicamos a atender a los niños.
“Curioso fue el momento cuando cada uno alzó su mano y las entrelazaron, y con las que quedaron libres nos señalaban en dirección a Jacob.
-Alice y yo estábamos completamente desconcertadas, pero ellos parecían calmarse con cada paso que dábamos hacia Jacob. Charlotte y Ethan cerraron sus ojitos de manera sincronizada. La niña colocó su manito en el pecho de Jacob, en el sitio donde superficialmente se encuentra su corazón y Ethan colocó la suya sobre la herida.
Miré a Jacob con los ojos abiertos como platos y el sonreía con timidez.
-En menos de cinco segundos su herida se había sanado. Después nos hicimos suposiciones de que Ethan había curado la herida, pero en Charlotte aún no entendíamos su finalidad, así que le preguntamos a Jacob lo que había sentido al tacto de la pequeña.
-¿Y qué fue lo que sentiste Jacob? –Él aún permanecía tímido pero su mirada expresaba como rebuscaba entre los recuerdos.
-Es algo… No sé como explicarlo. Es cómo una clase de aura que te cubre, sientes que no hay más nada a tu alrededor. Al instante que empecé a sentir todo, mis ojos se cerraron involuntariamente, como si me obligara a hacerlo. Primero empecé a sentir como un cosquilleo en la herida, y aunque tú sabes que mi método de curación es rápido, la sensación no es la misma. Y con Charlotte, ella curó lo que yo llamaría el alma. ¿Recuerdas que dijeron que había peleado con Christine? Asentí rápidamente, muy intrigada.
-Bueno, de hecho yo me comporté mal con ella y en realidad estuve siempre reacio a su comportamiento. Antes de que Charlotte actuara sobre mí, me sentía devastado y triste, pero después de que pasó todo esto, como que ella reflejó los problemas de un punto de vista diferente y me hicieron darme cuenta de que el que estaba equivocado era yo. En vez de seguir deprimiéndome, llamé a Christine y resolvimos los problemas, yo hablaba con una tranquilidad que abrumaba, pero la satisfacción que sentí hasta el final de día fue algo increíble.
Contarme sus sensaciones era como revivir cada uno de los sentimientos que me avivaban en la penumbra de la inconsciencia. Ahora todo era entendible para mí. No había sido Edward el que me había impulsado a despertar, tampoco las atenciones de Carlisle, Ivana y Nicolai, y mucho menos fueron mis esfuerzos en vano.
Todo el tiempo que había mejorado se lo debía a mis hijos. Los gemelos se habían encargado de mi mejora. De no haber sido por ellos y esos extraños dones, no sé que hubiera pasado.
-Bella… ¿Te pasa algo? –Preguntó Alice al ver como me perdía en mis pensamientos.
-¿Saben lo que en realidad pasó conmigo? –Inquirí después de desenredar el nudo de dudas que rodeaba mi mente.
-¡Por supuesto! –Exclamó Alice chasqueando sus dedos. Edward la miró por unos segundos y pareció entender al igual que yo.
-¿Entonces dices que ellos usaron sus dones para sanar los daños que ellos mismos ocasionaban?
Asentí varias veces.
-Es como si Ethan se encargaba del funcionamiento de mi cuerpo y de sanar mis heridas, mientras Charlotte me mantenía tranquila. Es cierto todo lo que dijo Jacob, todo lo que el sintió, lo sentí yo, hasta que los arrebataron de mí.
-Ethan sana el cuerpo, mientras que Charlotte sana el alma –Repuso Jacob.
-Pero ellos son dependientes el uno del otro, ¿Notaste cuando se tomaron de la mano? –Preguntó Jasper –Eso significa que sus poderes sólo funcionan en conjunto. Separados no existe el efecto en nadie.
Nuestra discusión se volvió fluida, debatimos la complejidad de los dones y el cuidado que debíamos tener con ellos al relacionarse en un futuro con algún otro niño. Aunque teníamos la esperanza de poder ayudar a alguien que lo necesitara.
-Disculpen –Agregué al cabo de unos segundos –Debo llamar a mis padres… No tienen idea de cuanto los extraño.
Edward caminó a mi lado y me facilitó un teléfono móvil para llamar.
En ese preciso instante agradecí al cielo de que las manos no me sudaban.
-¿Hola? –Susurró mi madre con un poco de tristeza.
El que me haya convertido en vampiro, no significaba que no se me dificultara el habla al sentirme tan feliz.
-Madre…-Repliqué con emoción al saber que ya podía estar tranquila.
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Después de Dubai, regresamos a Forks de nuevo. Lo más que esperaba era no actuar de manera impulsiva frente a mis padres.
Había pasado un rato largo hablando por teléfono con ellos después de despertar a mi nueva vida.
Al principio fue difícil salir a la calle y encontrarme con esa extensa gamma de olores exquisitos de los que desconocía al ser descritos por Edward, y que ahora pasaban a ser un placer sumamente tentador.
En el aeropuerto de Phoenix, Ivana y Nicolai se devolvían a Rusia, así que los despedimos ahí y no puedo decir con exactitud las veces que les agradecí todo lo que habían hecho por nosotros.
El reencuentro con mi familia fue un tanto emotivo, hasta llegar al punto de que nunca había visto a Charlie llorar tanto. Si yo hubiera podido, me hubiera partido en llanto junto a ellos.
Llegamos de sorpresa a Forks y ellos se habían molestado por no haberles avisado. Lo hicimos de ese modo para dejar a los gemelos con Rosalie y Alice.
En cuanto a mi aspecto, tuve que usar más de tres lentes de contacto con el color más similar a mis ojos chocolates que ahora eran de un rojo aterrador, porque se disolvían.
Tantas excusas de por medio. Como odiaba mentirles, pero no podía hacer más nada. Preferí quedarme callada mientras hacíamos ese “Almuerzo de Bienvenida” preparado por Reneé, Edward se encargaba de contar las experiencias de la luna de miel, así como también esos otros lugares “exóticos y paradisíacos” que habíamos visitado a lo largo de ese extenso y cansado mes.
La comida era repugnante. Apenas probé el primer bocado estuve por escupirlo y Edward se rió de mí y comía como si fuera el manjar más delicioso del mundo; para completar, era preparado por mi madre.
Hablamos de mi tía y mi prima; ellas se habían ido muy tristes porque no habían llegado a despedirse de mí, y no estaban muy seguras de regresar a Forks, pero Charlie agregó al tema que estaba muy seguro de que fuera pronto. Según Reneé, lo de Christine y Jacob se estaba convirtiendo en algo como lo de Edward y mío. Ya se habían vuelto dependientes, el uno del otro. Por pura seguridad, Edward y yo nos habíamos decidido por la mentira de mis estudios. Ahora estábamos para cuidar a los gemelos y ya tendría tiempo de completar esa etapa entre la adolescencia y la adultez que tanto esperaba. Una neófita cerca de mis padres no era nada fácil, a pesar de que mi esposo describía mi actitud “más controlada de lo que pensó”.
Alguna universidad en Phoenix, llamaba nuestra “atención” por ahora. En realidad, me quedaría en Forks junto a él.
Mi primera noche en la habitación sin dormir sería un poco fastidiosa, y muy solitaria al pensar que estaría lejos de mis tres amores, así que Edward planeó una salida con los Cullen para irnos de caza, a excepción de Esme que se había ofrecido a cuidar a Charlotte y a Ethan.
Una experiencia como ninguna otra, jamás olvidaré mi primera caza, mi primera noche en Forks como vampira.
Epílogo: Muchas experiencias, poco tiempo
-¡Edward corre! –Le grité desde el jardín.
-Tranquila amor, estaba recibiendo a los visitantes –Inquirió entrando por las puertas de vidrio que daban paso al jardín, donde me encontraba con Ethan y Charlotte.
Habían pasado dos años desde el nacimiento de los gemelos.
-Ayúdame aquí, Charlotte tiene hambre –Mi hija se aferraba al brazo mientras la alzaba hacia Edward, por otro lado mi mano agarraba la pequeña braga de Ethan que quería caminar hacia Emmett para propiciarle un buen golpe.
-¡Emmett, no ayudas! –Se quejó Edward.
Su hermano le hacía muecas juguetonas a Ethan y él fruncía en ceño con frustración.
-¿Y entonces? ¿Dónde está la gente?
-¡Bella! –Gritó mi madre, entrando con Charlie.
-Reneé, Charlie–Corrí hacia ellos y los abracé fuertemente –Pasen por acá –Les guié con la mano.
-Oh, ya veo que Alice no cambia –Inquirió mi padre viendo hacia los lados del sitio.
En realidad estaba todo realmente hermoso. Ésta era la primera vez que usábamos la casa en un templado bosque de Forks que había adquirido Edward, como para reunir a la familia.
¿Cómo explicar de una forma fácil lo que era esa casa?
Grandes ventanales italianos, con marcos blancos. Las puertas eran grandes, con las manillas doradas. La casa tenía un color beige realmente hermoso, pero sólo se podía admirar en algunas partes ya que las paredes estaban acaparadas con una verde hiedra, cuyo color también predominaba en los pastos de nuestro jardín, donde había una gran variedad de flores, alineadas por el borde de nuestra casa.
Teníamos una pequeña piscina, pero no era tan cuadrada como las usuales, sino que en los bordes estaba decorada con piedras blancas y dedicábamos un día a la semana a compartir con los gemelos allí.
Un gran árbol daba sombras en un espacio grande y esa fue la razón de escoger el lugar para construir nuestro hogar. Hicimos unos cuantos arreglos, y había unos columpios de madera, pintados en blanco.
Demás adornos como una parrillera, una mesa larga con un mantel blanco y doce sillas vestidas del mismo color, dos arreglos de flores amarillas como centros de mesas y un toldo blanco con una lámpara tenue en el medio, formaban parte del decorado de Alice Cullen.
-¿Dónde están los pequeños?-Preguntó mi madre viendo encima de mi hombro.
-Aquí están, acompáñenme –Emmett jugueteaba inevitablemente con Ethan y Edward traía a Charlotte entre sus brazos –Ellos son Ethan y Charlotte Cullen, los primos de Edward de los que les hablé –Con todo el dolor de mi alma les tuve que mentir sobre la proveniencia de los pequeños.
Charlie y Reneé los quedaron viendo fascinados y disimuladamente echaban vistazos rápidos hacia Edward y hacia mí.
-De hecho sí –Inquirió rápidamente Edward –Son niños que se parecen muchísimo a mí.
Nerviosamente empezamos a reírnos pero Charlie aún no parecía convencido con su excusa.
Más tarde estaban llegando Christine y Jacob y me apresuré a ayudarles en la puerta.
- Mi madre se disculpa de que no pudo venir, anda de viaje de nuevo con Ben, entonces podrás hacerte una idea de lo bien que la está pasando. Mi madre se disculpa de que no pudo venir, anda de viaje de nuevo con Ben, entonces podrás hacerte una idea de lo bien que la está pasando –Explicó Christine.
-Oh, prima, tranquila. Te ves hermosa –Tenía siete meses sin verla, a pesar de que se había mudado a un departamento cerca de Forks, sólo para estar cerca de Jacob.
-Gracias –Contestó ruborizada. Se paró al borde de las cortas escaleras y se aferró al brazo de Jacob, mientras éste la ayudaba a bajar –Quiero verte muy pronto así, Bella. Mira que no quiero que Crystal se quede sola jugando. -Te lo prometo, prima. Muy pronto me verás con el vientre tan inflado como el tuyo –Le dediqué una sonrisa.
Si ella supiera…
Me miró con los ojos abiertos como platos.
-Estoy muy gorda ¿No? –Estaba a punto de estallar en llanto y Jacob me dedicó una mirada no tan amable.
-No, ya te dije que estabas más hermosa que nunca –Le expliqué y empezó a calmarse.
-No tienes una idea de cuan sensible está –Murmuró Jacob a regañadientes.
Reí con su comentario y los llevé a sus puestos.
Cuando estuvimos todos, nos sentamos a disfrutar de un día despejado, sin la constante lluvia y ese frío tan espeluznante. Comimos, reímos y pasamos un buen rato.
-¡Vamos, ya es hora!-Gritó Alice lejos de la mesa, justo al lado de la piscina, donde había un escenario de piso de madera con techo blanco del mismo material, donde las cinco columnas que lo sostenían, estaban invadidas por la misma hiedra que cubría mi casa. Era igual al que Edward me había llevado en san Valentín.
Alice esperaba impaciente al lado de una base de tres tubos negros plásticos que sostenían una cámara digital muy extravagante. Cómo a ella le encantaba.
Empezó a ordenarnos como loca. Sentí que estaba viviendo el momento de mi graduación que no celebré, mi familia eran los otros compañeros de clases y ella era la fotógrafa desquiciada.
Cuando acabó, dio saltitos hasta centrarse detrás de la cámara, nos sonrío alegremente y parecía satisfecha.
-¿Están listos? –Preguntó en voz alta.
-¡Sí! –Contestamos al unísono.
-¡Sí! –Imitaron unos segundos después los gemelos con sus vocecitas.
-¡De acuerdo, voy! –Pulsó el botón y se apresuró a posicionarse.
La luz del flash se reflejó sobre nuestros rostros para grabar la imagen más feliz de mi vida.
No podía pedir más, tenía la familia perfecta. Los mejores amigos, los mejores padres, el mejor esposo y los más hermosos hijos.
Una vez más, aprendí más de la vida de lo que algún libro me hubiera podido enseñar. Cada página era como cada persona que tocó mi corazón a lo largo de mis días humanos. Siempre aprendes de las buenas y las malas experiencias. Aprendí de Ángela Webber y de Eric Yorkie, que nunca dejaron de ser serviciales con la gente, en especial, conmigo. Aprendí de lo malo; de Jessica Stanley y su novio. Ellos me enseñaron a siempre estar con la cabeza en alto. No importan los defectos que tengamos o las enfermedades que padezcamos, hay que estar agradecidos con la vida sólo por darnos una oportunidad en el mundo.
Aprendí de mi tía Katherine y de mi prima Christine, que me enseñaron que nunca es tarde para arrepentirse de las cosas malas que hemos hecho en nuestra vida, ni de arrepentirnos de los errores que hubieran podido causarle algún daño, a alguien más. Que el amor verdadero no se pierde, ni siquiera después de la muerte, y que ese llega en el momento en el que más lo necesitamos.
De Rosalie Hale y de Emmett Cullen, que a pesar de que puedas poseer toda la fuerza y toda la belleza que el mundo te pueda otorgar, hay otras prioridades más importantes, como valorarte a ti misma y valorar a tu acompañante. Aprender a vivir a través de los obstáculos de los que no podemos escoger, si esquivarlos o tropezarnos con ellos.
De Jasper Hale y de Alice Cullen, que las buenas intenciones no siempre están marcadas en el rostro. A veces parecemos ser algo que en realidad no somos, pero al final, las intenciones que tengamos, siempre serán buenas. No hay nada mejor que una mejor amiga que te apoye en cualquier momento, hasta cuando no la necesites. Ni un acompañante que calme tus angustias y rabias.
De mis padres: Reneé y Charlie Swan, y de mis suegros: Carlisle y Esme El mejor reflejo de apoyo paternal y maternal. Ellos conocen tus expresiones, saben lo que piensas, sabes cuando estás triste o desolado, hasta cuando intentas ocultarlo. Porque ellos estuvieron para mí cuando más lo necesité y ellos fueron los mejores maestros de enseñanza para guiar a los gemelos, y hacerlos felices, de la misma forma que ellos lo hicieron conmigo.
Aprendí muchísimo de mi mejor amigo, Jacob Black. Es el modelo de persona de los cuales uno debe aprender muchas cosas. No debemos guardarnos para nosotros mismos nuestros pensamientos, debemos decir siempre la verdad, puesto que la mentira no trae más que catástrofes y malos acontecimientos. Cuando tu amistad por alguien crece, al pasar los días, asimismo debe hacerlo la confianza y el respeto y eso fue algo que Jacob nunca dejó de tener. Siempre estuvo preocupado, hasta llegar a un punto de sacrificar su vida por mí.
De mi esposo, Edward Cullen. El único hombre al que había amado y que seguramente, amaré por el resto de nuestra eternidad, me enseñó primero que todo: A amar. No hay cariño más hermoso que el que Edward expresaba hacia mí, no había amor mas puro que el de nosotros. La llama de nuestros sentimientos no se apagó ni siquiera porque la muerte tocó mi puerta, ni porque nuestros corazones dejaran de latir, jamás dejaríamos de sentir, y creo que eso fue algo que él aprendió de mí. A todos les agradezco sus enseñanzas, por siempre estaré feliz y jamás me alcanzarán los años para devolverles el favor. Aparte de todas éstas personas, hay una que aún no he nombrado y creo que fue de la que más aprendí a lo largo de mis años. Nadie me enseñó más que yo misma, simplemente la idea de levantarme todos los días con las ilusiones por el suelo, con las esperanzas escasas y luchando contra mi propio destino. Aprendí de mí misma a ser fuerte, a tener valor, a atreverse siempre porque nada pierdes haciéndolo y puedes ganar mucho, así como lo hice yo. Nunca me dejé caer, jamás dejé de soñar con un futuro donde no tendría más preocupaciones, ni siquiera cuando estaba entre la espada y la pared.
No me arrepiento de los riesgos que corrí, no me arrepiento de ninguna de las cosas que hice a lo largo de mi vida, porque gracias a ello, hoy soy feliz.
Pero ¿Quién sabe lo que se pueda avecinar dentro de unos años?
Mi última voluntad se había quedado al olvido para ser reemplazadas por mis primeras prioridades... Mis seres queridos.
Nadie tiene el poder estar seguro de que el mañana que vendrá será tan perfecto como el que se imaginaba siempre, pero era algo que deseaba con mucho fervor…
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