Habíamos empezado a hacer nuestra organización, para obtener sangre de los diferentes bancos cercanos a nuestra ubicación, aunque Jasper y Alice se adentrarían para lugares más lejanos, yo me rehusaba a separarme mucho tiempo de Bella, por más que sabía que había cuatro personas cuidando de ella.
Ivana era una de las que más me apoyaba, ella estaba muy comprometida con todo esto, y yo no sabía cómo agradecérselo.
Ella me había hablado de la transfusión de sangre, que la empezaríamos a partir de las cuarenta y ocho horas siguientes. No debíamos precipitarnos aún, pero tampoco queríamos que ella llegara a estar en peligro en algún momento.
Me tomé el día siguiente para contactar a Esme y a Emmett.
Llamé a mi madre y ella me dijo que intentaba hacer lo mejor, en cuanto a la mentira de que estábamos aún de viaje, recorriendo diferentes sitios del mundo, que ella siempre hablaba con nosotros, y que nos encontrábamos perfectamente. Por otra parte, mi padre realizaba un congreso médico por Boston y Alice se había comprometido a redactar algunas cartas, y a dejar algunos confusos mensajes de voz, imitando la voz de mi Bella, cosa que era imposible, porque aunque la voz de mi hermana era hermosa, la de mi esposa era como el canto de los ángeles para mí.
Con eso, ya estaríamos casi listos para comenzar las tres semanas de angustia y espera.
Esme venía a acompañarnos, aunque no tenía seguro el tiempo que se tardaría. Yo necesitaba su apoyo maternal, ahora más que nunca. Aunque ni ella ni Carlisle fueran mis padres biológicos, desde hace años atrás, me apoyaban en mis momentos más difíciles, y lo harían siempre. Ellos eran como una paz que me tranquilizaba, sin la ayuda de Jasper.
Rosalie tendría que regresar a Forks junto a Emmett para disimular un poco la ausencia; ella era la única con la que no había hablado aún.
-Rosalie, ven un momento –Le pedí a la salida de la habitación.
Ella se movió dubitativamente un par de veces antes de levantarse de su puesto y miró en dirección de Bella.
-¿Qué necesitas?-Me preguntó.
-Necesito que regreses a Forks para acompañar a Emmett, ustedes nos representaran sólo por quince días, después será el turno de Alice y de Jasper.
-¡No!-Se rehusó totalmente.
-No es una pregunta, Rosalie –Intenté ser duro con ella, aunque en mi mente rondaba la duda de su negación.
-Me quedaré aquí, y si quieres dile a Emmett que venga –Exigió.
-¿Para qué quieres quedarte? –Le pregunté sin entender.
-Necesitas personas cuidando a Bella ¿No es cierto? –Sólo le respondí con frío silencio y no esperó a que dijera algo para sentenciar con tres palabras –Yo me quedaré.
Traté de mirar el lado bueno del asunto, y es que en realidad no sabía de dónde provenía tanta amabilidad por parte de mi hermana, que jamás se le había dado eso de la educación y menos con Bella. Yo solía tener muchos encuentros con ella por su forma de ser, pero de alguna manera, eso había cambiado.
Los dos desviamos nuestra vista, al escuchar una alteración en el sonido de paz que había en la habitación.
La máquina del electrocardiograma, era la culpable. Corrimos a la misma velocidad y encontramos a nuestro padre muy alterado, moviéndose rápidamente a inyectar algo por la intravenosa de Bella.
Yo me quedé estancado en mi sitio, mientras que todos se movían a mí alrededor, pero mis pies no respondían.
Nada más se oía en la habitación, que el sonido del corazón de Bella. Por más que se oyeran las voces que gritaban desesperadas en el lugar, yo no podía mover mis pies. Los sentía clavados al suelo.
Por un momento pensé que todo estaba perdido, pero la calma en los pensamientos de mi padre, me encendieron la luz de la ilusión y la esperanza.
-Creo que debemos estar más atentos ahora. Nos han alarmado que debemos empezar con las transfusiones de sangre–Declaró mi padre un poco inclinado sobre Bella, pero hablándonos por encima de su hombro.
Ivana y Nicolai se movieron a su lado y empezaron a ayudarlo con las transfusiones. Rosalie caminó lentamente a mi lado, y me sacó del lugar, jalándome del brazo, mientras mi mirada suplicaba a gritos la mirada de Bella. Extrañaba sus ojos, que ahora permanecían cerrados, extrañaba su sonrisa, que ahora estaba marcada con una seria línea; extrañaba sus mejillas al sonrojarse, cada vez que le susurraba algo; ese latir imponente de su corazón.
Rosalie me miraba, esperando a yo saliera de la inmersión en la que me hundía, pero no hacía más que contemplar el suelo, sin tener nada en mente.
-Tranquilo, Edward. Ya pasó. Todo estará bien, ya tenemos el control.
Comenzaron las transfusiones de sangre y el olor se ampliaba en todo el lugar, adueñándose de cada una de las esquinas, de cada uno de las partículas en el aire, abrazándolas en su esencia y haciéndome imposible la estancia ahí.
Me senté en una de las sillas de la sala y Rosalie seguía con su mano sobre mi hombro, intentando sacarme del trance en el que mi mente se encontraba.
-Soy un monstruo –Repetía mi boca, una y otra vez, haciéndome sentir el peor ser de todos.
La puerta principal se abrió con un estruendo sonoro que hizo voltear a Rosalie, pero a mí me dejó con la misma posición de las manos, sosteniendo mi rostro.
Aunque el líquido rojo que recorría los cables conectados a Bella, rociaban su aroma, ese nuevo y asqueroso olor, era reconocible sobre todos los demás.
Miré con el rabillo del ojo tres pares de piernas, de los cuales uno me desconcertó.
Sólo me alcanzaron los segundos para subir levemente mi mirada y encontrarme con la de un Jacob consternado, al igual que las de mis hermanos Jasper y Alice, que lo sostenían por el brazo.
Jacob estaba estancado en una posición fría y me veía con confusión.
Salí de mis pensamientos, para adentrar en los de él y averiguar lo que hiciera que su cuerpo estuviera posicionado de esa manera, pero antes de hacerlo, Jacob estaba sobre mí y yo estaba tan distraído que no me había percatado de su movimiento.
Sólo llegó a rozar mi rostro con su puño lleno de furia, porque me lo había quitado de encima y mis hermanos lo volvieron a tomar, incluyendo a Rosalie.
-¡Eres un maldito! –Me gritaba con lágrimas en sus ojos –No mereces estar vivo, maldita sanguijuela.- Dijo, escupiendo las palabras.
Yo, por supuesto, no tenía nada que argumentar a sus palabras; aunque me dolía admitirlo, Jacob estaba en lo cierto.
El dolor que se expandía en sus ojos, me hacía sentir culpable, pero él me veía como un asesino. Intenté averiguar sus pensamientos, que estaban cargados de rabia y molestia, y me di cuenta de que algo, no estaba en su lugar.
-Jacob…-Comencé.
-¡Cállate! –Comenzó en seco.
-Tienes la impresión de algo que no es cierto –Le expliqué.
Soltó una risa llena de ironía y me vio con odio.
-Mi impresión de que tú, Edward Cullen, eres un asesino, no cambiará jamás –Inquirió con desprecio pero un poco más calmado. Era justo que Jasper nos ayudara con ese mal temperamento.
-Jacob, Bella no…-Susurró mi hermana, Alice.
Él no hizo nada, más que levantar su dedo índice, para indicarle que se detuviera. Miró dudosamente al suelo.
Todos nos quedamos en silencio, mientras oíamos que dentro de la habitación, Ivana, Nicolai y Carlisle susurraban cosas de manera muy tranquila, pero no se podía oír bien, ya que Rosalie había cerrado la puerta al salir.
Jacob levantó de nuevo su cabeza y la giró levemente hacia la puerta de donde provenían los susurros.
Con demasiada lentitud, volvió la vista hacia mí.
-Sigue viva…-Murmuró con agonía.
-Intentamos hacer lo mejor, Jacob. Ella está en buenas manos, tú lo sabes –Replicó Jasper en tono tranquilo.
-No lo creo. De ésta no te salvas, Cullen. Ya sabes-Amenazó Jacob, señalándome con su dedo grueso.
Caminó hacia la habitación donde estaba Bella y abrió la puerta.
Se quedó pasmado al ver el panorama, cosa que era fácil de suponer, como también era entendible que corriera al lado de Bella, para acompañarla.
No me sentí celoso en ningún momento, no como antes solía estarlo. Era muy desconfiado de la relación entre Jacob y Bella, puesto que él, gustaba de ella como ella ni se lo imaginaba, y yo tenía que enterarme por sus audibles pensamientos. Por otra parte, mi esposa siempre estuvo confundida de lo que sentía por Jacob, y yo no necesitaba mi don de leer mentes para comprobar que, a simple vista, ella lo quería más de lo que me podía convenir a mí. Todo esto, hasta que el día que ella había aceptado el anillo de compromiso, frente a su familia. En su mirada había mucho más amor del que yo podría merecer y esa mirada tan sentimental, dolía ahora más que nunca.
Por supuesto, después llegó Christine a la vida del chico y fue cuando mi preocupación desapareció por completo.
La constancia que ella pensaba en él, cuando estábamos en Paris, llegaba a veces a molestarme.
Di unos pasos hasta colocarme debajo del marco de la puerta y me recosté del lado derecho, cuando ya me sentí más calmado.
Y definitivamente, el Jacob que estaba sentado al frente de Bella, no era el mismo de hace dos meses atrás. Esa forma de mirarla había cambiado. Ahora era sólo Jacob Black, su mejor amigo.
Alice estaba entre Ivana y Nicolai, y escuchaba como les explicaba quien era Jacob. El vampiro miraba al chico con desaprobación mientras que la mujer lo miraba con un poco de lástima.
Jacob tenía las manos de Bella entre las suyas y unas lágrimas se derramaban por sus mejillas, haciendo público su dolor.
Después de dos horas, Jacob salió de la habitación y sus facciones eran como si sólo hubiera pasado apenas tres segundos con Bella, se veía muy preocupado. Pasó por mi lado, golpeando mi hombro con el suyo, cómo si yo no me encontrara ahí.
Alice y Rosalie se encargaban de mantener a Bella lo más higiénica posible, limpiando su piel con pequeñas toallas mojadas, ya que era la única forma de hacerlo, en el estado de Coma en el que se encontraba ella.
El chico había salido del lugar, y parecía muy pensativo cuando lo vi a través de la ventana de la sala. Estaba desolado, mientras veía hacia las nubes y hablaba por teléfono.
Podía escuchar sus pensamientos; Christine estaba en la otra línea. Temí que pudiera decirle algo, sólo porque él estaba perdidamente enamorado de ella, aunque por otro lado, ella era familia de Bella.
Él volteó levemente la cabeza hacia la ventana por donde mi vista atravesaba el vidrio y después de unos segundos, colgó la llamada.
-No sabes lo difícil que se me hace mentirle, pero tengo que esconder tus asquerosos actos por ser considerado, cosa que no debería hacer contigo, puesto que tú no has tenido ni un poco de conciencia al realizar tus actos. –Hablaba firme y rudo -¿Dejarla embarazada? ¿No era suficiente con que le arrebataras su alma? –Tomó aire y soltó una bocanada de aire –No, no era suficiente para ti. Ya sé lo mucho que disfrutas ver a tu esposa entre la vida y la muerte –Se dijo a el mismo, respondiendo a la pregunta que me había formulado.
-Jacob, no sabes lo que dices. Todo esto me tomó tan inesperadamente como a ti. ¿De verdad me crees capaz de hacer esto a propósito?
Se quedó pensando unos segundos y después me volvió a mirar fríamente.
-¿Entonces por qué permites que ese… destruya a Bella? ¿Es que no te duele? Verla así… -Miró hacia la puerta con demasiado sentimiento.
-Lo pensé así, al principio, pero nadie está de acuerdo con eso, porque son muy altas las probabilidades de que todo salga satisfactoriamente. Ivana tiene experiencia.
-Ah –Dijo con fastidio –Así se llama la nueva –Se refería a la mujer rusa – Y ¿Quiénes son ellos para asegurarte eso?
Suspiré profundamente y le dije que mejor le explicaba afuera. Salimos y el sólo se quedó parado con los brazos cruzados frente a mí, esperando a que yo le explicara.
Con toda tranquilidad, le relaté la misma historia que había salido de la boca de los dos nuevos vampiros y el parecía tensarse en algunos momentos, como por ejemplo, cuando le hablaba de bebés que consumían la sangre dentro del cuerpo de sus madres. Su piel se erizaba y carraspeaba de vez en cuando, intentando ocultar un dolor visible.
-¿Y qué le paso a ella? –Su tono había cambiado drásticamente, ahora parecía sentir pena por ella.
Le expliqué de la misma forma, como se habían tenido que deshacer del bebé, pero le argumenté la forma en que ella me explicaba la conexión que sentía con el bebé cuando se encontraba en su vientre y lo mucho que le dolió tener que vivir con ese recuerdo. Lo que Rosalie me había dicho era verdad. Nosotros no estábamos al tanto de cuán doloroso sería para Bella saber que le habíamos quitado un hijo sólo por salvarla, cuando habían otras probabilidades, aunque no teníamos clara cuál sería la reacción de Bella habíamos preferido no arriesgarnos.
-Ella me suplicó con demasiado dolor, que no me deshiciera del niño. Que ella no tuvo elección y yo tengo todas las posibilidades de elegir.
En toda la conversación, Jacob dejó de estar a la defensiva, ahora parecía más comprensivo. Le conté también las características que podría llegar a tener el bebé.
-Confío plenamente en la palabra de esa mujer. Tanto fue el dolor de haber perdido la oportunidad de tener a una niña en su familia, que dice que si tuviera la oportunidad, sufriría todo el dolor que sufrió antes y lo haría tres veces más. Es algo que me costó meditar al principio, pero al fin y al cabo, es mi hijo –Repuse citando las palabras de mi hermana, Rosalie.
Suspiró varias veces antes de hablar y abría la boca, pero no terminaba de soltar ni una palabra. Su cabeza se movía de un lado a otro mientras arqueaba las cejas al mismo tiempo y su miraba se iba al vacío.
-Te lo juro, que... no sé qué pensar –Dijo al fin –De verdad, siento mucha pena por ella.
-Lamentablemente, muchas veces tenemos que afrontar las situaciones más difíciles en los momentos menos inesperados.
-Y… ¿Cómo supo ella que era niña?-Preguntó con un poco de curiosidad.
-Me dijo que ella lo sentía, que las dos primeras semanas del mes completo de embarazo…
-Espera –Me interrumpió rápidamente -¿El mes de embarazo?
-Sí, es un período de sólo tres o cuatro semanas.
-Qué raro –Replicó haciendo una mueca.
Nuestra charla no se alargó mucho, porque dijo que tenía que irse a comprar algo de comida para él, ya que en la casa no había nada, más que suero.
Me sentía tranquilo de nuevo, hasta que volví a entrar en ese ambiente sepulcral. Pasé junto a la sala y Carlisle charlaba con Nicolai frente a la chimenea.
Cuando entré a la habitación, Ivana estaba levemente recostada sobre la camilla de Bella. Su mirada estaba posada sobre su barriga que había crecido algo desde que había dejado la habitación, era algo sobrenatural.
Rosalie la miraba con recelo desde una oscura esquina, mientras que Jasper abrazaba a Alice, y ésta última sonreía hacia mi esposa. La sonrisa de Alice parecía fantasiosa, y eso me daba ilusiones de que algo bueno estaba por ocurrir. La esperanza que me invadió en ese momento fue la de que Bella pudiera abrir los ojos de nuevo.
Ivana se erguió en la silla y sus ojos se abrieron como dos grandes platos. Movió una de sus manos lentamente, y la posó sobre el vientre de Bella, empezó a reír nerviosamente mientras que llevó su otra mano hacia su boca. Su mirada era emocionada.
-Edward –Exclamó casi sin aliento, pero sin dejar atrás la misma sonrisa.
-¿Qué? –Murmuré con miedo. Di dos pasos hacia ella.
-Toma asiento, por favor –Me pidió.
Hice lo que dijo y esperé a que me dijera a que se debía todo esto.
Tomó mi mano dulcemente y me la llevó al mismo lugar donde una vez estuvo la de ella.
-¿Lo sientes?
Iba a negar lo que preguntaba pero sentí un nudo en el estómago que me impidió que lo hiciera.
Sensible a mi tacto, sentí unos pequeños golpes que provenían del vientre de Bella.
Una corriente eléctrica comenzó a encenderse desde mis dedos, recorriéndome todo el cuerpo. Sentí un extraño escalofrío que me hizo temblar. Me atrapó una nostalgia de sentir a nuestro bebé y de que Bella no pudiera sentirlo.
Siseé al principio pero después susurré con demasiada dificultad, después de unos minutos:
-Sí…
Alice se levantó de su puesto y juntó sus manos con emoción.
-¡Ay, pero que maravilla!-Exclamó. Se acercó a mí dando saltitos y extendió su mano –Permíteme, yo quiero –Suplicó.
Ni siquiera la miré. Quité mi mano y ella pensó que dejaría colocar la suya, pero en cambio, moví mi cabeza hasta posar mi oreja sobre su vientre para escuchar las pataditas.
Se quedó un poco ofendida y hacía un ruido molesto con su pie mientras se quedaba de brazos cruzados esperando a que le diera permiso.
Lo que ella no sabía era que no me iba a separar de Bella por un rato muy largo.
Estuvo ahí por una media hora, hasta que seguramente su mente idealizó el hecho de que, de verdad, no me levantaría de ahí.
-¡Si eres egoísta!-Bramó mientras me sacaba su lengua –Ahora no te diré lo que pasará dentro de una hora –Parloteó como una niña pequeña y volvió a sacarme la lengua, mientras tomaba a Jasper por el brazo.
-¿Qué? –Le pregunté alterado.
Soltó una risa despreocupada mientras me acariciaba la mejilla.
-Tranquilo, ¿Crees que sería capaz de ocultártelo si fuera malo?
-No –Dije calmado –Sé que no lo harías. Pero…-Alcé mi voz de nuevo y sentí algo extraño en mi interior –Eso quiere decir… Que es algo bueno. Ella asintió con toda seguridad y volvió a jalar a Jasper por el brazo, que tenía una cara de terror que no entendí nunca.
-¿A dónde vas? – Le pregunté.
-Tranquilo, no me necesitarás aquí pronto –Ella iba pensando en tiendas de ropa.
Salió de la habitación y oí lo que le decía a Jasper.
-Regresaremos a Estados Unidos, tengo que comprar mucha ropa de bebé y juguetes. Aquí no creo que conseguiré algo bueno.
Y, por supuesto, el grito ahogado de Jasper a lo lejos, no podía faltar.
-¡¿Qué?!
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