Regresamos en la noche, tal cual como Edward lo había dicho.
Mientras navegaba, algunos delfines nadaban cerca de nosotros, haciendo saltos sincronizados con el fondo de una luna que se asomaba detrás de las nubes.
Mi esposo entregó las llaves al mismo joven y nos dirigimos hacia el hotel.
Tomamos una ducha juntos, pero nada fuera de lo normal, yo no tenía energías para más nada, lamentablemente.
Preparamos nuestras cosas para partir mañana en la mañana.
Estábamos acostados, admirando la bahía, bañada en esa luz plata que nos había acompañado estas tres noches.
Me empezaba a sentir soñolienta…
-Adiós, Edward. Creo que ya es hora de que me vaya por ésta noche –Le susurré en broma.
El me miró con dolor y se sentó, acunándome entre sus brazos.
-No me gusta que me digas, adiós –Dijo en un hilo de voz –Ni siquiera cuando te despides todas las noches, antes de irte a dormir.
Me quedé callada unos segundos, un poco apenada de lo sentimental que había dicho esas palabras.
-¿Entonces un hasta luego, está bien?
-No, un “nos vemos en un rato” quedaría simplemente perfecto.
-Está bien. Nos vemos en un rato –Le repetí en susurros, mientras empezaba a dormirme. Lo rodeé con mis brazos y el imitó mis movimientos, a diferencia de que mis manos las aprensé lo más fuerte posible, para que no me dejara ir.
Estaba soñando con Jacob, y el sueño me tenía perturbada, simplemente, no me dejaba dormir, el insomnio me tenía pérdida. Además de los extraños síntomas de cansancio que tenía, sentía todo mi cuerpo pesado.
Pensé que sólo habían pasado unos minutos cuando me desperté. Pero por la ventana ya empezaba a desaparecer la oscuridad.
Mi esposo había dejado una nota al lado de nuestra cama.
“Amor mio, esperame dormida, que estare contigo antes de lo que piensas. Si quieres llamar a Charlie o a Renee, al lado esta el telefono con el codigo. No es justo decir que te quiero cuando se me hace imposible no amarte.
Edward”
Tomé la pluma y empecé a escribir sin parar, con mi mente cargada de sentimientos, mientras veía a la luna que se desaparecía por el balcón.
Revisé el teléfono que había dejado Edward y tenía unas cuantas llamadas pérdidas de Alice, no presté atención y lo lancé sobre la cama.
Hice caso omiso también de su sugerencia en llamar a mis padres. Calculé las horas de diferencia entre los Emiratos Árabes Unidos y los Estados Unidos, aquí eran las cinco y media de la madrugada, así que allá serían alrededor de las nueve de la mañana. Marqué con alguna esperanza de contestación, mi corazón palpitaba rápido y constante… Esperanzado a resolver éste problema.
Podría estar en el cielo, pero desde aquel día no veía a Jacob, ni había hablado con él, no sé si estaba enterado de mi casamiento… me había dolido de una manera muy ruda su ausencia en algo tan importante para mí. Tenía que averiguar que era eso tan importante que tenía que decirme aquel día de luna llena, donde mi mente se había llenado de preguntas que aún no había podido resolver.
-¿Diga?-Respondió con desgana.
Mi garganta se cerró instantáneamente, no podía articular palabra.
-¿Bueno?
-Jac… Jake…-No podía.
-¿Quién es?-Preguntó en estado defensivo.
-Soy yo, Bella.-Susurré con miedo a su rechazo.
Se hizo el silencio entre las dos líneas telefónicas.
-¿Qué quieres?
-Hablar contigo.
-Ya lo hiciste, ¿puedo colgar ahora?-Repuso con dureza.
-No lo hagas, por favor.-Supliqué con dolor.
-¿Para qué querría la Sra. Cullen hablar conmigo?-Preguntó con ironía.
- Jacob, compórtate.
-¿Me estás llamando para hablar conmigo o para exigirme cosas?
-Necesito preguntarte algo.
-Que sea rápido. ¿Qué quieres saber?
Me aclaré la garganta y sequé la pequeña lágrima de nostalgia que había recorrido mi mejilla.
-Ahora necesito saber el secreto que todos me habían estado ocultando, ese secreto que yo no debía saber según Edward.-Repliqué con voz firme.
Se calló unos segundos y tomó un largo respiro.
-Bella, lo hice por ti, y por nadie más. Aunque ya no nos veamos… no creo que nos volvamos a ver.-Dijo al fin con un poco de tristeza en su voz.
-¿De qué hablas?-Reí nerviosamente.
-No es de reírse. Yo he hecho un sacrificio.-La última palabra sonó más pesada que las demás.
-¿A qué te refieres?
-Desde hace un mes atrás… ¿Recuerdas las pruebas de sangre que te dije que me hacía al colegio?
*FLASHBACK 1*
Mi amigo estaba caminando hacia la puerta cerca de mí, venía con una cara de dolor y con una venda sobre la mitad de su brazo.
-Jacob, ¿Qué haces aquí?-Pregunté desesperada.
-Nada Bella… ¡¿Qué haces tú aquí?!-Preguntó con un tono de voz alto.
-Hm… un dolor de cabeza muy fuerte. Estuve leyendo después de que te fuiste-Mentí. Obviamente no le diría que había vomitado por comer sus chocolates. Se sentiría de lo peor.
-¿Jacob Black?-Preguntó una mujer de tez morena, pequeña y uniformada de enfermera.
-¿Si?-Respondió él, volviéndose a ella. -Aquí están los resultados de su prueba de san…-Dijo ella, siendo interrumpida al final por Jake.
-Gracias.-Replicó molesto.
-¿Pruebas de sangre? ¿Para qué…?
-La piden en mi colegio… todos los años.-Inquirió con desgana.
*FLASHBACK 2*
Quería hablar con mi madre si es que no la vería antes de irme a New York. Busqué mi celular entre las almohadas, la sábana, pero no encontraba nada. Volteé a ver en un estante de madera que se encontraba al lado izquierdo de la cama y entre las cosas encontré un papel escrito a computadora. Siempre tuve la curiosidad de saber el nivel académico de Jacob, sabía que era inteligente, pero parecía extremadamente flojo. Leí la primera línea:
“Hospital General de Forks”
Mi ánimo cambio de simple curiosidad a preocupación. Seguí leyendo y lo que salían eran una serie de resultados. Con mis conocimientos en medicina, eso era una prueba de sangre, pero profunda, más costosa que las normales. Recordé el día antes de san Valentín… El estaba ahí haciéndose las pruebas de sangre que había dicho que eran para su colegio. Suspiré aliviada y la deje encima de mis piernas. Escuché los firmes pasos de Jacob, acercándose por el pasillo…
-No sabía que en tu colegio eran tan exigentes en materia de salud.-Inquirí con una media sonrisa por su detalle de traerme a la cama, unas rodajas de muchas frutas en un plato con una bandeja.
Se quedó perplejo, vio el papel en mis piernas y lo recogió rápidamente.
-Ah si, en eso si son muy fastidiosos. No quieren tener ningún enfermo.-Agregó con despreocupación y metió el papel arrugado en el bolsillo trasero de sus pantalones.
*FIN DE FLASHBACKS*
Recordaba algunas oportunidades en las que me había pasado esto, y era curioso que cada vez que le preguntaba a Jacob sobe esto, actuaba de forma extraña.
-Si lo recuerdo, las de tu colegio.-Empezó a asentir mientras hablaba hasta que nombré su instituto, ahí paró y negó con la cabeza.
-Exacto. Te mentí, no eran para mi colegio…
-¿Entonces…?-Pregunté con duda.
-Bella, es algo que me hubiera gustado confesarte en persona.
Esperé a que siguiera hablando.
-Son pruebas de sangre para donación de órganos.-Susurró con dificultad.
-¿Qué? Sigo sin entender…
-Bella… Cuando fuiste a New York, yo me fui para un centro de donaciones en Washington a registrarme como donante. Regresé en la tarde y como no había dormido nada, choqué contra el árbol. ¿Recuerdas el accidente?
¿Cómo olvidar ese día? Cuando me lancé por la ventana por Jacob. Él me había contado del supuesto accidente, de una pelea que había tenido con su padre, y recuerdo que no se le veía muy optimista. Ahora todas las piezas en el rompecabezas de mi memoria se juntaban, pero aún faltaban unas más por encontrar…
-Lo recuerdo.-Dije en hilo de voz.-Ahora explícame el resto.
-Fue más fácil de lo que pensé, tomé algunos datos médicos cuando pasé la noche en tu casa, que los necesitaba, y resulté compatible contigo. Soy una de las pocas personas que podía donarte un corazón ¿Sabes? Si tenía la oportunidad ¿Para qué iba a desperdiciarla? Fui a éste centro del que te hablo donde me dieron todas las indicaciones que debía cumplir, y ellos llamaron al centro en New York e hicieron la comunicación hacia el consultorio que visitaste. Firmé un compromiso legal y ellos me facilitaron todo lo demás, cuando sea necesario, estaré contigo en el quirófano, se te hará el trasplante. Bella, eres demasiado importante para mí, no podía dejarte ir. Mi única salida hacia éste plan, es mi vida por la tuya.
-No…-Susurré con agonía.
No pensaba, no sentía mis piernas, no sentía mis brazos, apenas podía respirar… De hecho, la respiración empezaba a cesar, me sentía ahogada como si hubiera sido atravesada por una lanza y la tuviera trancada por mi tráquea. Sofocada y sin aliento, empezaba a sentirme mareada.
-¿Bella? Di algo, por lo menos.-Suplicó Jacob después de unos minutos.
Empecé a hacer sonidos ahogados y solté el teléfono, éste quedó tirado en la elegante alfombra de la suite, mientras yo agonizaba.
Jacob estaba muerto, de una manera u otra. Estaba dando su vida por la mía, me estaba entregando su corazón física y psicológicamente.
Debía ser fuerte, no podía cesar ahora… Jacob no podía morir, yo quería vivir más, apenas estaba empezando a disfrutar de mi felicidad con Edward y lamentablemente sería terrible abandonarlo.
Pero el dolor era insufrible, mi visión se volvía borrosa y el color de los elementos se iba desvaneciendo. Ahora el ahogo pasó a ser algo de tercer nivel, mientras que me empezaba a arder la sangre, mis venas estaban muy contraídas, la sustancia no fluía. Estaba estática en el suelo y casi sin vida… El corazón empezaba a fallarme. No estaba consciente de si seguía la línea del teléfono activa. ¿Qué estaría pensando Jacob?
Hubiera preferido una muerte rápida y no tan trágica. Ni siquiera había tiempo de despedirme de Reneé, esa madre incondicional que me acompañaba en mis momentos de soledad. Charlie, la imagen paterna, un hombre que hizo su mayor esfuerzo por sacarnos adelante, luchaba por la justicia pero también luchaba por ser un buen padre y nunca dejó de serlo. Mi tía y mi prima, que habían tomado un rango desviado en mi perspectiva sobre ellas, habían reaccionado sobre la verdadera fase de la vida, y ya tenían los pies sobre la tierra, y por más que hubieran sido engreídas en su momento, aún así, las quería. Los Cullen, para mí habían sido una total bendición, una gente noble y de buen corazón, que aunque tenían un corazón que no latía, sentían y tenían alma, siempre se habían comportado conmigo de punta y blanco. No tuve tiempo de despedirme de ninguno de ellos. Sólo un hasta luego que no tendría un después.
Jacob, mi mejor amigo, mi compañero… Desde el momento que habría firmado ese compromiso inútil por quererme tener como humana, mientras el desperdiciaba su vida por la mía. No sé por que lo decidió, sin consentimiento de nadie, decidió arriesgarse de la manera más estúpida y precipitada.
Edward, el único ser que al que le había entregado toda mi vida, mi amor… En el momento que menos lo esperamos, nos separan. Yo no quería, simplemente no le podía hacer esto, debía luchar contra todo, ya me había esforzado tanto por salir adelante.
-Edward, regresa, regresa por favor.-Suplicaba en mis adentros. Era él, el que tenía mi destino, mi única salida en sus manos.
Con sólo una mordida, sería eternamente feliz. Dependía de la ponzoña para ser feliz, para que nadie tuviera que irse antes de tiempo, para vivir eternamente, para convertirme en vampiro.
Mi órgano vital, el culpable de que Jacob se arriesgara; mi estúpido y débil corazón, latía lento e inconsistente. Quería arrancármelo de un tirón y apretarlo con todas mis fuerzas, el culpable de que mi vida fuera tan miserable.
Empezaron a disminuir los latidos de mi corazón. Sentía cómo paraba y todo quedaba en neutro para mí… Éste era mi final, mi cruel y triste final.
A pesar de todo el martirio de sufrir con los síntomas, me sentía viva, me sentía despierta.
La oscuridad llenaba una habitación vacía donde lo único que se oían eran murmullos, voces bajas. Tenía mis ojos cerrados y mantenía un miedo de abrirlos. Nada me llenaba más de tristeza que pensar que había sido intervenida quirúrgicamente y que tenía el corazón de alguien más… de mi Jacob. Pero aún tenía la esperanza de haber sufrido un simple desmayo, como los normales, aunque éstos nunca los había vivido en tanta oscuridad… de hecho, jamás estaba consciente mientras dormía.
Recuerdo muy bien el día que el doctor lo había confirmado, yo había mejorado de una manera increíble y no había nada malo que pudiera pasarme. Me tranquilicé al saber que estaba sólo inconsciente.
Mi vista se volvía clara de nuevo y me encontraba en una habitación llena de mucha luz.
Noté la aparición de una luz blanca. Todo se volvía más nítido a mi vista. Un quirófano. Edward entraba con una bata azul y con dolor en su rostro. Caminaba lentamente hacia mí, viendo a la altura de mi cintura, pero no parecía verme a mí, parecía ver algo más… Algo a través de mí.
-Bella…-Habló entrecortadamente. Suspiró en manera de intento de tranquilizarse.
-¿Qué pasa?-Le pregunté dulcemente. Traté de acercarme, pero no podía, y no sabía por qué. Aunque estaba a menos de un paso de mí, no me veía.
Tomó una silla y se sentó a mi lado. Lo que no entendía es que me hablaba, pero estaba lateral a mí y viendo a mis espaldas.
-Bella, bella… mi amor, despierta.-Alzó su mano y la colocó sobre una camilla que estaba detrás de mí. Alguien reposaba en ella.
-Estoy aquí, Edward-Susurré sin voltear totalmente, evitando encontrarme con el ser que nos acompañaba.
-Tú sólo estás dormida.-Inquirió dudoso.- Ya te extraño amor mío, tienes una vida que seguir, tienes a muchas personas que te aman, y a muchas que debes cuidar-Estaba sollozando y su voz se trancaba. – ¿Cómo me haces esto? ¿Cómo te atreves a dejarme? Tú me habías prometido, tú te quedarías… tu me prometiste que nunca me ibas a dejar.
No sabía si lo que veía era posible, pero lo que estaba viendo era algo más que real, sobrepasaba los límites de mis creencias. Edward lloraba a mi lado, y yo me rehusaba a voltear mi mirada.
No podía contener las ganas de gritarle que ahí estaba, que yo me quedaría con él. Salté a sus brazos, pero no conseguí más que caer al suelo. Me levanté quedando de la misma manera en la que se sentaba él, mirando hacia lo mismo que veía él.
Yo descansaba sobre esa camilla. Mis ojos estaban cerrados… y estaba sin vida.
-Bella, mi amor mírame, aquí estoy…-No paraba de llorar, su respiración se cortaba entre los sollozos.-Bella, levántate mi vida, párate por favor.-Apoyó su rostro sobre mí pecho y no dejó de llorar jamás mientras esa dolorosa imagen se oscurecía.
Tenía el corazón hecho pedazos.
Aún no salía de la confusión de ésta extraña visión, para complicarme mucho más, porque de pronto el ambiente cambió a mis espaldas, ahora delante de mí se encontraban todos mis seres queridos, todos con la misma cara de dolor y pena. Cerré mis ojos con fuerza, queriendo borrar la reciente imagen de mi cuerpo muerto, y de Edward agonizando en lágrimas sobre mí… los abrí de nuevo y me encontré con un ambiente cargado de tristeza y dolor.
Todos vestían negro.
Era un salón todo blanco e iluminado, con bancos de madera, traían arreglos florales parecidos al de mi boda con Edward. En la primera fila de sillas se encontraban Rosalie y Esme, Charlie y Reneé. Mi madre lloraba sin parar, y mi padre no contenía las lágrimas. Lo que me parecía curioso, lo que rompía con el ambiente desolado… sobre las piernas de las Cullen, habían dos hermosos niños.
Alice hablaba sobre un podio, que estaba adornado con un arreglo sencillo, pero elegante, de blancas flores.
-A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd… Bella se ha llevado el de Edward y el mío. Siento tanto no haberme despedido de ti, fuiste como una hermana para mí.-Sentenció en un sollozo.
La chica desolada, se volteó y abrazó a Edward, que estaba con una mirada ausente y ni siquiera movió sus brazos alrededor de su hermana, ella caminó lentamente hacia las sillas donde estaban todos y apoyó su cara entre sus pequeñas manos.
-Antes de expresar todo éste dolor que siento, quisiera compartir con ustedes algo que encontré a su lado, antes de reconocer que había perdido la razón de mi existencia.-Murmuró Edward con voz ronca y débil. Se aclaró la garganta y empezó a hablar:
“Para Edward...
Son muchas las experiencias vividas, para el poco tiempo que nos conocimos, lamentablemente.
Cuando todo parecía perdido, llegué aquí, sin ninguna pista de que iba a encontrar la forma de que mi vida tomara algún sentido. Desde el primer momento que te vi, supe que tu eras el indicado y que contigo me arriesgaría a todo. Así lo hice, comenzando por enamorarme, algo que me había propuesto que no debía hacer, porque mi destino estaba marcado para ser de corta duración y sería algo en vano, destrozaría otro corazón, además del mío.
Después del esfuerzo, nos engañamos con las palabras de alguien, que, lamentablemente, no puede asumir la culpa; mi muerte fue inesperada, tanto como para ustedes, como para mí.
Tan inesperada como la sorpresa que me diste ese día, cuando una tarde, al frente de toda nuestra familia, diste a conocer todos tus sentimientos hacia mí, y me pediste matrimonio. Para mí, esa palabra tomaba demasiado compromiso y de solo pensarlo, sentía que iba a salir corriendo. Pero algo me decía que no debía negarme, porque la vida es sólo una y uno nunca sabe hasta cuando puede vivirla.
Con todo el dolor del mundo, tenía que dejarlos, a todos, a mi familia, a mis amigos, a tí.
No me despido de ti, quiero que intentes seguir adelante, como lo hice yo, pero de una forma diferente; en mi ausencia. Sé que eres una persona capaz, pero concédeme ese último deseo. Prométeme que aprenderás a vivir una vida normal, y yo seré feliz, a donde quiera que vaya, siempre y cuando tú lo seas, estaré contigo cuando aprendas a serlo, caminaré a tu lado y te protegeré.
Tú me enseñaste a luchar por mis sueños, a escuchar mi corazón, a sentir tristeza, pero más que todo a amar. Ese sentimiento que nunca había experimentado antes, lo sentí contigo, tu eras mi destino, fuiste enviado para mí, quizás porque ya sabía que yo no tenía esperanzas, para apoyarme en todo esto. Eres mi ángel. Gracias a ti, yo tuve la vida perfecta. Fue tu amor el que me ayudó a soportar, que me alegró la vida, fue tu amor quién sanó mis heridas, y me ayudó a no perderme.
Se feliz. Hasta que regreses conmigo. Es mi última voluntad”
-Fueron tus últimas palabras, amor mío.-Suspiró con nostalgia.-Que oscuro es éste día, mi alma llora, porque perdió su amor. Si tuviera sólo un solo chance de regresar el tiempo, sólo uno, todo sería distinto ahora. Te diría lo mucho que te extraño desde que me dejaste. El amor es sincero y puro. Jamás es celoso, vengativo ni egoísta. Te enseña a dar y a recibir. Es siempre paciente y amable. Aquel que se entrega con todo y que te hace sentir bien. Es lo que aprendí contigo.
“Pero simplemente, nunca aprenderé a vivir como lo hice contigo, nunca aprenderé a sentir de la misma manera que lo hacía contigo, jamás me perdonaré haberte dejado ir. Fuiste la única en mi vida y serás siempre la única. Podría prometerte el mundo entero, si es lo que quisieras, pero no me pidas algo que se me hará imposible; jamás seré feliz sin ti aquí a mi lado… Te Amaré, hoy, mañana y siempre Isabella Swan...
Edward estaba erguido sobre el pequeño podio de madera, lucía más pálido de lo normal, una sombra morada oscurecía sus ojos de manera exaltante. Aunque todos los demás Cullen parecían similares, no había nada que igualara el dolor que denotaba la expresión del vampiro.
Vestía tan bien como siempre, pero elegante en negro, con un smoking negro y una corbata negra, traía su cabello descuidado.
Sus palabras me dejaban en desconcierto.
Todos los presentes veían hacia mi dirección pero yo me sentía ausente. Todas las miradas eran vacías e infinitas…
Me acerqué a Edward, que había bajado su cabeza, tenía los puños cerrados sobre la madera, y tenía sus ojos cerrados con el ceño fruncido.
Estaba triste, realmente desgarrado y devastado. No eran mis ilusiones, era esa realidad de la que yo me perdía.
Volví la vista atrás, encontrándome con la urna donde yo me encontraba.
A pesar de todas las cosas, no me había ido con un remordimiento de consciencia. Jacob descansaba con su hombro apoyado sobre un pilar en el fondo de la capilla. Lloraba, pero parecía molesto y frustrado. Que alegría saber que no me había llevado el corazón de alguien más, porque ahora estaría en el lugar de Jacob, llorando una partida que no tenía por qué darse.
Caminé dando pasos lentos, despidiéndome de cada uno de ellos, porque me esperaba una luz que emanaba en el fondo del salón, sabía que era mi hora de partir.
-Es hora de que despidas a tu mami, ¿Si? –Le susurró Esme a la niña que traía en sus piernas. Paré mi rumbo al escucharla.
La niña asentía con una sonrisa encantadora. Esme la tomó en brazos y la niña quedó un poco agachada hacia abajo, estaba agarrada al niño que cargaba Rosalie en sus brazos.
-Vamos, tú también tienes que despedir a mamá, no la volveremos a ver.-Repuso Rosalie con un tono triste.
Esos niños eran míos, esos bebes me pertenecían. ¿Cómo era posible?
Esme y Rosalie le entregaron los niños a Edward y el los cargó sin esfuerzo alguno.
Desde mi punto de vista, Edward me daba la espalda y se agachaba un poco hacia mi urna. Los dos niños alzaron sus manitas y con mucha coordinación y cuidado tocaron mi rostro.
La oscuridad volvió, apagando el lugar de atrás para adelante, apagando mi corazón y todos mis sentidos restantes.
Dos personas susurraban palabras inentendibles, estaban realmente alterados. El fondo de sus voces venía seguido de un pitido que empezaba a molestar mi oído. Mi vientre dolía, dolía demasiado, pero también dolía mi corazón. Sentía una herida abierta y como si le estuvieran rociando alcohol mezclado con sal.
No sentía ninguna parte de mi ser. Sólo mi consciencia rondaba en el lugar… hasta que dejé de oír el molesto sonido y las voces.
Muchos días pasaron desde que dejé de tener mi conciencia activa.
Pero lo sabía, sabía que seguía adelante.
Edward POV
Era el ser más feliz del planeta, ya no había nada en el mundo que pudiera pedir. Isabella me había aceptado como su esposo y yo le había jurado amor eterno. Nuestra boda fue la ceremonia más preciosa y acogedora que había presenciado en todos los años que tengo en este mundo, dejando a un lado que yo era el más feliz entre todos los presentes. Aunque mi Bella no dejaba de sonreír ni de decirme lo mucho que me amaba, podía leer en su expresión lo mucho que le dolía que su mejor amigo, no estuviera presente en ese día tan especial para ella. Estaba totalmente decepcionada y yo, por mi lado, me sentía absolutamente culpable. Jacob no asistía, porque yo le había pedido que no lo hiciera. Nuestro último encuentro junto a Bella había sido excesivamente precipitado y temía que ella enloqueciera por la idea de que Jacob fuera su donante, así que preferí no arriesgarme. Por más que lo intenté, no encontraba aún algún donante, y no me quedaba otra opción que la de Jacob, a ella le dolería mucho, pero era la única manera que ella viviera… no estaba dispuesto a arrebatarle la humanidad. Pensaba en lo mucho que la amaba mientras rondaba por las zonas más cercanas de caza que había localizado, cosa que se me había hecho muy difícil de conseguir. Ya teníamos que regresar a Estados Unidos mañana y yo quería quedarme, pero su operación estaba planeada para dentro de dos semanas y no podíamos perderla después de todo el esfuerzo. Recordé que tenía que llamar a mi hermana Alice, debía preguntarle si había hablado con Jacob.
-¡Demonios!-Exclamé para mis adentros. Había olvidado mi celular en la suite.
Abandoné la caza, podría aguantar unos días sin problemas.
Pensé en acercarme al hotel para buscar mi celular, pero estaba muy lejos y me encontraba a unos metros del último punto que visitaría ese día.
Me acerqué al centro de operaciones de nuestra línea aérea y me atendieron rápido. Generalmente las movilizaciones en los negocios de Dubai eran rápidas por su avanzada y constante economía, y además era muy temprano. Había escogido un buen sitio para nuestra luna de miel, y Bella estaba satisfecha con ello, que era lo que más me importaba ahora.
Miré el reloj que estaba detrás del joven que me atendía en la agencia. Ya eran alrededor de las seis de la mañana. Llevaba sólo dos horas sin mi amor y ya la extrañaba. Apenas conseguí los boletos, tomé un taxi para el hotel. El sol salía por detrás de la inmensamente alta torre. Un paisaje hermoso. Animaría a Bella a desayunar en el balcón para compartir el amanecer, juntos, así disfrutaríamos de nuestra exitosa luna de miel, en las últimas horas.
No se oía sonido alguno en la habitación. Ni siquiera podía oír su respiración. Su corazón no latía, no lo escuchaba. Recorrí la enorme suite y la encontré tirada en el suelo... el teléfono estaba colgando a su lado junto a una nota.
El vacío que sentí en mi pecho, era indescriptible. El dolor y la agonía invadieron todo mi ser al encontrarla en ese estado. Era algo imposible de que sólo me había separado de ella por unos segundos y pasaba esto.
Lo primero que hice fue tomar su pulso. Su respiración casi ni se oía y su corazón era inconsistente, volviéndose lento por cada segundo que pasaba.
Lo primero que se me vino a la mente fue convertirla. Después mi conciencia me desagarró y pedía a gritos que no lo hiciera, no tanto por mí, sino por ella. Además, las repercusiones de hacer tal acto en un hotel tan transitado, no serían nada buenas.
Generalmente los neófitos suelen poseer muchísima fuerza y para mí, sería inevitable parar a Bella si ella intentara salir a atacar a alguien, o a todas las personas.
-Bella, despierta.-Supliqué con dolor mientras tomaba el teléfono. Marqué el número de recepción y pedí una ambulancia con urgencia. Tomé la nota y la metí en mi bolsillo junto con mi celular, la tomé entre brazos y la llevé al lobby. Ya había llegado la ambulancia y yo no podía pensar en nada.
Empezaron a preguntarme como le había pasado todo y yo expliqué que había llegado a la habitación y ella se encontraba en el suelo inconsciente.
Ya le habían instalado un sistema de respiración. Tomé su mano y estaba tan helada como la mía. Los asistentes de la ambulancia no tenían pronóstico de lo que pudo haber pasado, pero me aseguraron que la atenderían en urgencias.
Tomé mi celular, pero mis manos temblaban, no podía marcar el número de Carlisle.
Alice me estaba llamando.
-¿¡Edward!?-Exclamó desesperada.
-Soy yo, estoy con Bella.-Respondí con dolor.
-Edward estuve llamándote pero no me contestabas. Estoy en Phoenix tomando un avión para allá con Carlisle. ¿Cómo está ella?
-No lo sé. No lo sé.-Le confesé mientras apoyaba mi rostro entre manos.
-Quédate tranquilo, ella será atendida en el American Hospital. Carlisle conoce un colega, entrará en quirófano si es necesario.
-Los espero.-Sentencié sin dejar de mirar a mi amada.
La ingresaron a urgencias. Estuve con ella hasta las puertas giratorias, un hombre de tez oscura me paró en seco.
Lo más que quería era estar con ella, a su lado.
Pegaba fuertes golpes a la pared, me sentía más que frustrado. Muy molesto, me senté a pensar, ¿que se supone que debía hacer ahora? Si ella necesitaba ese trasplante, ¿tendría que llamar a Jacob? Traerlo para Dubai lo más pronto posible. Pero tenía que venir de la manera más silenciosa posible, para que nadie en Forks se enterara de algo.
Temía que Bella hubiera llamado a Charlie o a Reneé desde el hotel, y le hubiera dicho que regresábamos, hoy mismo, porque así no podría mentirles limpiamente; ellos sospecharían algo.
Sentía furia por mis venas.
Todos los doctores que caminaban por la sala de espera me ignoraban totalmente. Me acerqué al centro de enfermeras y una señora me aseguró que en cuanto supieran algo, ella misma me diría o sino lo haría el doctor al mando del caso de Bella.
Cada vez que me sentaba me sentía inútil.
-¿Cómo se me ocurrió dejarla sola?-Refuté para mis adentros.
No entendía, ¿Cómo pudo haber pasado esto? Ella estaba perfectamente, estaba sana y… no tenía nada. No faltaba más de unas semanas para que tuviera su nuevo corazón. ¿Ese doctor nos habría mentido? Fuimos a Nueva York para que nos engañaran y nos dejamos. Como deseaba ahorcarlo en éste momento.
Caminé de un lado a otro. Habían pasado alrededor de cinco horas y no daban indicios de Bella. La señora que me había atendido me veía con preocupación y eso me indignaba.
Carlisle y Alice no debían tardar en llegar.
-¿Desea algo? Lo veo muy preocupado-Me preguntó la señora.
-No, gracias.-Repliqué con educación.-Sólo si podría conseguirme alguna noticia de mi esposa.
Su expresión se volvió sorprendida cuando me referí a Bella de esa forma.
-Déjeme ver qué puedo hacer.-Se volteó y caminó adentro de urgencias.
Dos horas después pude escuchar como Alice y Carlisle se acercaban rápidamente.
-Edward.-Exclamó ella con preocupación.
-No me han dicho nada, he estado intentando, pero no quieren darme ningún tipo de información.
-Vendrá pronto alguien a informarnos. Tranquilízate.-Inquirió Alice.
-Voy a buscar a alguien que pueda llevarme con John.-Dijo Carlisle mirando a los lados.
-Si te dicen algo, avísame por favor.-Supliqué.
Asintió y desapareció por el otro pasillo.
-No sabes lo mal que me siento.-Murmuré con tristeza. De haber podido llorar, lo hubiera hecho.
-Yo la vi. Estaba tirada en el suelo, ¿No es así?
Asentí varias veces con mis codos apoyados en mis rodillas y las palmas de mis manos soportando mis ojos.
-Estaba inconsciente, ni siquiera respiraba, Alice.
-Ahí vienen, Edward.-Se levantó y seguí su mirada que se fijaba en un hombre alto, de cabello negro.
Rebusqué entre sus pensamientos y venía concentrado en algo muy personal de un problema familiar. Después de que nos vio, volvió a su trabajo y pensó en mentirnos, pero después se dio cuenta de cuán complicado sería.
-¿Familiares de la joven...?-Miró en su carpeta -¿Isabella Swan? -Preguntó refiriéndose a nosotros.
-Si.-Contesté al instante.- ¿Qué pasa con Bella?
Su mente no ordenaba los pensamientos y se me hacía difícil concentrarme por los nervios y la angustia.
Alice sostenía mi mano y antes de que el hombre articulara una palabra, ella me apretó fuerte.
-Ella no se encuentra bien.-Añadió por fin.
-¿Podría explicarnos lo que pasó?-Insistí.
-Su amiga ha sufrido un ataque al corazón… fue un trabajo arduo revivirla.
-¿Lo lograron?-El seguía con su mente bloqueada.
-Lo hicimos, pero… está muy delicada ahora.-Explicó.
Alice se apartó de mí y se sentó en el suelo. Su expresión era teatral y eso me sacaba de mis casillas. Sus rodillas permanecían pegadas a su pecho y su mirada era vacía.
El doctor había levantado su brazo preocupado por ella y yo lo quité, debía aclararme en conclusión.
-¿Se mejorará?-Pregunté con un doloroso nudo en la garganta.
Dudó mucho y su mente se preguntaba en si mentirme o no.
-Dígame la verdad.-Supliqué.
Respiró hondo y articuló lentamente.
-No lo sé. Estamos intentando estabilizarla, pero su corazón está débil. Creemos que es probable que pueda sufrir otro ataque, y a éste no sobreviviría, por más que intentemos por cualquier medio.
-¿Si se realiza el trasplante… es posible que sobreviva?
Meditó unos segundos la idea y asintió con toda seguridad.
-Es una suposición muy probable, de tener el corazón lo haríamos. Pero aún no le hemos realizado ningún tipo de hematología. No podemos estar seguros de tener ese donante seguro.
Asentí lentamente. Volteé en busca de Alice, pero había desaparecido.
El doctor me explicó una serie de procedimientos a los que someterían a mi pobre Bella y le pedí que, por favor, no siguiera, y que me dejara pasar para verla.
Él me dijo que no hubiera sido lo más conveniente y después fuimos interrumpidos por una joven chica que vestía de enfermera que le susurró al oído que lo necesitaban en urgencias.
Fui en busca de Alice, preocupado porque seguramente había visualizado algo, y por su comportamiento, no se veía nada bien.
Me encontré con Carlisle y se veía un poco desilusionado.
-¿Qué ha pasado?-Le pregunté con angustia.
-No encuentro a John. Tal vez ya dejó este hospital. El hubiera sido perfecto para dejarme entrar en Urgencias. ¿Dónde se encuentra tu hermana?-Preguntó volteando a los lados.
-La he perdido de vista, y me trae inquieto.-Le expliqué lo que había dicho el doctor y pareció verdaderamente preocupado.
-Tuvo que haber sido una visión.-Inquirió en voz baja.-No te preocupes, hijo.-Me dio unas palmadas de apoyo en mi espalda.-Bella es una chica fuerte.
No añadí nada a su comentario porque no sentía ganas de nada.
Mi celular vibraba y esperaba que fuera Alice.
Cuando vi su número, sentí un alivio inexplicable.
-¿Dónde estás?-Pregunté alterado.
-Edward, por favor. Escúchame bien, Bella no está bien… Lo he visto y no se si son suposiciones mías, pero ella estará en ese estado por más tiempo del que podemos imaginar.
-Tengo que conseguir a Jacob, él tiene que venir.
-No puedo ubicarlo, ya he llamado a Reneé y a Charlie.
-¿Vendrán?
-No, Edward. Les dije que ustedes estarían viajando más tiempo. Bella no podrá permanecer en ese hospital por muchos días. Pídele a Carlisle que entre contigo a donde se encuentra ella y que la analice bien. No quiero hacer suposiciones erradas.
No entendía cual era su misterio.
-¿Dónde estas tu?
-Tengo que visitar a alguien en Rusia. Necesito que Nicolai e Ivana me ayuden a descifrar la posibilidad de una de mis visiones. Por favor, envíale ese mensaje a Carlisle.
-¿Qué tiene que ver Ivana en todo esto?
-Adiós, tengo que dejarte.
Me colgó el teléfono y eso me hizo molestar más aún. Su misterio me había confundido.
Ivana es una mujer vampiro que estableció amistad con Alice, mientras ella no pertenecía a nosotros y Nicolai era su pareja desde hace siglos atrás, pero su relación, había comnzado como la mía con Bella; ella era humana, mientras el era vampiro. Ellas no mantenían contacto muy constante, pero cada cuatro o tres meses solían visitarnos. Ivana era una mujer muy reservada y siempre se bloqueaba cuando nos visitaba, le molestaba que divagara entre sus pensamientos.
-Carlisle, lo que me explicó Alice me tiene perturbado. Ella está tomando un avión para Rusia y me pidió que te dijera que ha tenido una visión extraña y nos pidió que entráramos a Urgencias y que analizáramos a Bella. ¿Sabes a qué se refiere?
-¿Qué hará…?
-Visitará a Nicolai y a Ivana. ¿Tienes una idea de lo que planea?
Se quedó pensativo por unos momentos, y cuando empezó a aclarar su mente, fue interrumpido.
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