Tomé una respiración profunda, abrí la puerta del baño, y me dirigí hacia la sala de estar. Esperé verlo haciendo la cama en el sofá, pero ya no estaba allí. Revisé la cocina y el comedor. Ambos vacíos.
Su archivo estaba abierto y esparcido sobre la mesa del comedor. Las fotos de la escena del crimen y un correo electrónico del Profesor Masón estaban en la cima de la pila. El correo era breve, pero contenía una severa advertencia contra involucrarse con Logan, reiterando la violencia en la escena del crimen. Maldita sea. No tenía intención de que Logan viera esto. Corrí hacia el pasillo.
Logan estaba retirándose por el pasillo, pero cuando dije su nombre, él se detuvo y se volvió hacia mí.
—Por favor. —Fue la única palabra de súplica que pude verbalizar. Quería decir tantas cosas, por favor quédate, por favor no me dejes, por favor no seas el hombre que dicen que eres. . .
Él pareció entender en un nivel tácito y comenzó a caminar hacia mí. Me encontré con él a mitad de camino, como atraída hacia delante por una fuerza mayor.
—Esas cosas en mi archivo. —Suspiró y se frotó la cara con las manos—. No soy seguro. Tú ni siquiera me conoces.
—Te conozco mejor que nadie. Confío en ti. —Sabía una cosa con certeza; no quería que se fuera.
—Bella. . . —Mi nombre en sus labios era el sonido más suave. Su voz ronca y profunda era increíblemente sexy.
—¿Qué? —susurré, dando un paso más cerca.
—Sobre el asesinato. . . —Apretó los puños a los costados.
Mi estómago cayó. Oh, mierda. Tal vez esto fue una idea terrible. Logan no parecía violento o peligroso en mi opinión, pero ¿qué tan bien lo conocía realmente? Ni siquiera él se conocía.
—Honestamente no creo que yo haya. . . hecho algo así. Tuvo que ser en defensa propia, pero la verdad es que no lo sé con seguridad. Pero quiero que sepas que puedes confiar en mí estando aquí contigo.
Le dijo el asesino a la chica débil y joven. Me tragué el nudo que tenía en la garganta y le miré a los ojos. Eran sinceros y amables, y estaban fijos en mí, buscando perdón. Confianza. Esa era la única cosa que tenía para ofrecerle, después de que se había abierto a sí mismo para ayudar en mi investigación.
—Lo sé.
Él se quedó callado por un momento mientras me estudiaba.
—Gracias.
—De nada —murmuré, bajando la vista hacia mis pies.
—Sé que no lo merecía, pero fueron tus visitas las que me ayudaron a soportar las últimas semanas.
—A mí también —admití.
Él parecía sorprendido con mi admisión. Levantó mi barbilla con sus dedos.
—¿Qué quieres?
—Quédate aquí conmigo.
—No debería estar solo contigo. Tal vez lo que dicen sobre mí es verdad.
—No creo que seas peligroso. Confío en ti.
—Tal vez no deberías.
Fue como un balde de agua helada sobre mi libido.
—Yo era tu sujeto de prueba, alguien a quien estudiar y con quien experimentar para ver cómo respondía. ¿Eso era todo lo que fui para ti?
—No, Logan. Nunca te vi así. Probablemente debí haberlo hecho. Lamento que vieras el correo de Masón, pero esa fue su advertencia porque él y el Dr. Jefferson sabían que me estaba uniendo a ti, y mi amiga Alice me sacó esta noche para que conociera a un hombre porque ella dijo. . . —Me detuve antes de decir algo vergonzoso—. Ella dijo que necesitaba, um, tener algo.
—¿Tener algo? —Arqueó una ceja.
Mierda. Mis mejillas se encendieron de color carmesí. Suficiente para no incriminarme con algo vergonzoso.
Me apartó el pelo de la cara.
—Eres hermosa. Podrías tener a cualquier hombre que quisieras rogándote de rodillas.
—Sí claro —dije pensativa.
Su mirada de preocupación se mantuvo.
—Entonces. . . ¿lo hiciste?, quiero decir, ¿tuviste algo?
Lo miré fijamente a los ojos, mi labio inferior haciendo pucheros ligeramente.
—No. —Bueno, ese era el alcohol hablando. Normalmente nunca era así de audaz. Pero él ya había admitido que se sentía atraído por mí.
Se inclinó, acercando sus labios a los míos.
—No deberíamos hacer esto —susurró contra mi boca.
—Lo sé —le susurré. Mi cabeza sabía que estaba cruzando una línea profesional que no era apropiada, pero maldita sea mi cuerpo no había recibido el memorándum. Yo quería sus manos sobre cada centímetro de mi cuerpo. Me incliné para estar más cerca, deseosa de sentirlo presionado contra mí.
Sus ojos se mantuvieron en los míos, mientras llevaba su mano hacia mi mandíbula.
Su pulgar se deslizó contra mi mejilla, rozando mi labio inferior.
Mis labios se separaron ligeramente, en una invitación abierta para él.
—No deberíamos —susurró, pero sus ojos estaban llenos de cálida pasión.
—Por favor. —Mis ojos se cerraron mientras él se inclinaba y le daba un único beso a mis labios. Fue suave y cuidadoso, casi inocente, como un beso entre amigos. Excepto que su boca continuó cerniéndose sobre la mía.
Tracé con mi lengua su labio superior hasta que él abrió la boca. Cuando su lengua tocó la mía, una ráfaga caliente de calor se disparó justo entre mis piernas y dejé escapar un gemido irregular.
Logan se detuvo de pronto y se retiró.
—Sabes a licor. ¿Estás borracha? —Levantó mi barbilla, forzándome a mirarlo a los ojos.
—No estoy borracha, sólo un poco mareada. —Me incliné hacia él, queriendo sentir su boca contra la mía de nuevo, pero él dudó si besarme de nuevo.
—Quiero esto, Bella, créeme, he pensado en esto desde que te vi por primera vez, pero no así. No cuando estás borracha. No cuando no eres capaz de pensar claramente sobre lo que quieres. Te arrepentirás de esto.
—No lo haré. . .
—Silencio. —Me hizo callar poniendo un dedo sobre mis labios—. No me tientes. Mi fuerza de voluntad no puede soportar mucho más.
—Entonces cede. —Le sonreí tímidamente.
Respiró profundamente y dejó escapar un suspiro.
—Mujer, supones problemas.
Deslicé mis manos por su pecho, amando la sensación de los músculos firmes de su pecho bajo su camiseta. Mis manos encontraron su camino por entre el cabello de su nuca y usé esto como palanca para atraer su boca a la mía de nuevo. El beso comenzó suave y vacilante, sólo labios húmedos explorando al otro, pero pronto se volvió salvaje y caliente, nuestras lenguas coqueteando y saboreando mientras nos acomodábamos. Él podía no recordar nada de su pasado; pero yo sabía una cosa con certeza, Era malditamente bueno besando.
Se apartó ligeramente, respirando con fuerza contra mi boca.
—Dime que pare. —Yo no podía. Mi voz no saldría. Simplemente continué besándolo, deseando que esto no tuviera que acabar nunca.
—Bella, hazme parar.
—No. —Respiré en su cuello, aferrándome a la vida en ello. Él gruñó cerca de mi oreja mientras yo movía mis manos hacia su trasero, tirando de él con firmeza contra mí. Sentí su gruesa erección presionada contra mi vientre—. No pares —gemí.
Se apartó de mí repentinamente. Mis labios estaban hinchados y húmedos por sus besos.
—Confío en ti.
—Si supieras en lo que pienso. . . no confiarías en mí.
Mi corazón latía con fuerza.
—¿En qué piensas?
—Todas las cosas que quiero hacerte, pero no puedo. —Pasó su pulgar por mi labio inferior.
Me mordí el labio y contuve el aliento.
—¿Cómo qué? —susurré.
Él se inclinó hacia mí. Pensé que podría besarme, pero volvió la cabeza, inclinándose cerca de mi oído.
—Estar dentro de ti —susurró contra mi cabello—. Hacer que te vengas.
Mi sexo se apretó ante el sonido de su sensual voz y un gemido entrecortado se escapó de mis labios. Oh Dios, él era caliente.
—Pero no haré eso. No puedo. —Tragó bruscamente, su garganta estrechándose con el esfuerzo.
Froté mis pechos contra él, esperando que cambiara de opinión. Mis sensibles pezones se rozaban contra su firme pecho, lo que sólo conseguía ponerme más caliente.
—Por favor. . . Logan. . . —Respiré, continué frotándome contra él como un gato contra un poste para arañar.
—No aquí. —Tomó mi mano y me llevó dentro de mi apartamento, pateando la puerta para cerrarla detrás de nosotros y presionando mi espalda contra la pared. Me besó sin sentido mientras yo me retorcía contra él. Agarró mi trasero y presionó su erección contra mí. No estoy segura de cuánto tiempo pasó, pero mis bragas estaban empapadas, y nunca había estado tan excitada en toda mi vida.
Extendí la mano entre nosotros para alcanzar el botón de sus vaqueros, pero su mano encontró la mía y me detuvo.
—Bella, no. —Dejó escapar un gruñido frustrado y se esforzó para mantener su respiración bajo control. Luego me dio un beso en la nariz—. Has estado bebiendo. Por favor. Déjame llevarte a la cama.
—Dios, sí —gemí.
Él se rió entre dientes.
—Quiero decir que te arroparé para dormir.
Oh, diablos. Había intentado seducir al hombre al que realmente deseaba sin éxito. Mi pecho de pronto se sintió apretado, y tragué con fuerza, forzando a mis emociones a quedarse en un segundo plano. Asentí para mostrar consentimiento y me desenredé de él. No iba a llorar, pero maldita sea me sentía rechazada, traicionada.
Me dirigí hacia mi habitación, sin molestarme en encender la luz, ya que la luz de la luna que se filtraba iluminaba lo suficiente para poder ver. Me desplomé en mi cama, esperando que él sólo me dejara sola antes de que rompiera en lágrimas, que de seguro estaban por salir. Así que, por supuesto, él no lo hizo. Logan me siguió adentro, se arrodilló al lado de mi cama y me ayudó a meterme bajo las sábanas.
Cerré los ojos y respiré profundamente, lo cual sonó más como un suspiro de decepción.
—Oye. —Apartó unos mechones sueltos de mi cabello de mi rostro—. ¿Qué pasa?
Me tragué el nudo gigante que se había alojado en mi garganta.
—Me siento como una idiota. Me lancé sobre ti, y. . . y. . . —Ni siquiera podía pronunciar las palabras. Fracaso. Épico.
Él continuó apartando el cabello de mi frente, alisándolo.
—Lo siento.
—Sólo déjame. —Presioné mis muslos, juntándolos, y apreté los puños.
Él me observó con una expresión de curiosidad.
—Oh diablos, no puedo dejarte así. Déjame cuidar de ti esta noche.
Mis ojos se abrieron de golpe y mis latidos tomaron un ritmo incómodo. Quería decir que. . .
Él quitó las sábanas que estaban sobre mí y pasó sus manos sobre mis piernas desnudas.
—Dime cómo hacer que te corras.
Miré sus oscuros ojos, pero mi voz se negaba a cooperar. Él no me estaba rechazando, pero no pasó desapercibido para mí que él se negaba a compartirse a sí mismo conmigo. Por el momento, yo era impotente para detener esto. Necesitaba desesperadamente la liberación.
—¿Qué es lo que te gusta, hermosa?
Mi clítoris palpitaba con sus palabras. Oh, quería esto. No podía parar ahora ni por todo el dinero del mundo. Él se inclinó y besó mi boca con suaves mordiscos y tiernos besos castos.
—Tócame, por favor —le supliqué.
Él se apartó de mi boca y bajó mis pantalones cortos de algodón y mi ropa interior con facilidad, quitándomelos por completo. Debí de haberme sentido avergonzada, expuesta, pero no lo hice. Sufría por su toque. Él colocó su palma sobre mi vientre, sus dedos rozando mi tatuaje en su camino hacia el sur. Mi respiración se hizo pesada y no pude evitar levantar mis caderas de la cama, deseosa de sentir sus manos contra mí. Era como la fantasía que tuve sobre él, sólo que mejor de lo que esperé.
Sus ojos me devoraban y me encontré de repente agradecida de que Alice me hubiera reprendido por mis hábitos de cuidado personal hace unos meses, y ahora tuviera el hábito de afeitarme completamente. Él se inclinó para acercarse más y depositó un beso sobre mi cadera tatuada, y no pude evitar dejar escapar un gemido. Sus besos continuaron a lo largo de mi vientre y en la parte superior de mi monte de Venus. El calor y el deseo inundaban sus ojos cuando él se apartó para mirarme.
Levantó mis caderas para subirse a la cama y posicionarse cerca de mí. Me dio un beso en el vientre y soltó un suave gemido.
Se sentó de nuevo para admirarme, y pasó sus dedos sobre mi sexo bien afeitado. Usó sus pulgares para abrir mis labios internos, frotando suavemente con sus dedos sobre la humedad.
—Tan bella —susurró.
No podía dejar de gemir. Mi clítoris estaba hinchado y demasiado sensible.
—Por favor —le supliqué.
—Voy a aliviarlo.
Usó su pulgar para trazar un patrón lento y circular sobre mi clítoris y se inclinó para besarme. Arrasé su boca con mi lengua, agradeciendo sus hábiles dedos. Mi respiración se aceleró y mis gemidos eran más pronunciados contra su ataque de besos. Llevó su otra mano a mi mandíbula e inclinó mi cabeza hacia un lado, chupando y mordiendo a lo largo de mi cuello mientras sus dedos continuaban su fascinante danza.
Presioné mi cabeza contra la almohada y levanté mis caderas para retorcerme contra su talentosa mano. Yo estaba tan cerca. Abrí los ojos para mirarlo y sus ojos estaban fijos en los míos.
Se llevó el dedo medio a la boca y lo humedeció con un movimiento de succión. Luego extendió su largo dedo gentilmente en mi interior sin dejar de trabajar en mí con su otra mano. Las sensaciones duales fueron demasiado. Levanté mis caderas de la cama, igualando su ritmo para moverme contra él. Mis gemidos se hicieron más fuertes y menos controlados.
—Logan —grité.
—Shh. Te tengo, nena. —Continuó deslizando su dedo dentro y fuera, su ritmo acelerándose ligeramente mientras yo me acercaba. Besó mis labios y respiró contra mi boca mientras me venía. Grité su nombre una y otra vez hasta que lo último de mi orgasmo se sacudió a través de mí.
Unos momentos más tarde abrí los ojos para verlo aun mirándome. Mis mejillas estaban sonrojadas y mi respiración aún entrecortada, pero no me importó cómo lucía entonces, sólo quería tocarlo, hacerle sentir de la misma manera, verlo correrse.
Me senté y extendí la mano para alcanzar la cintura de sus vaqueros, trabajando para desabrocharlos.
—No. Sólo duerme ahora, cariño. —Empujó suavemente mis hombros contra la cama y luego ajustó su erección.
Gemí en señal de protesta, pero él me besó de nuevo, silenciando mi súplica.
Mis ojos se cerraron y saboreé su beso.
—Sólo descansa.
Yo quería discutir, pero de pronto la cama se sentía demasiado bien y el sueño estaba demasiado cerca. Los efectos combinados del alcohol y mi orgasmo me habían dejado agotada.
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