Mi última voluntad

Autor: MafeLovesTwilight
Género: Romance
Fecha Creación: 11/08/2009
Fecha Actualización: 30/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 59
Comentarios: 253
Visitas: 262635
Capítulos: 44

¡FIC FINALIZADO!

 

Mi vista se volvía nítida de nuevo y me encontraba en una habitación llena de mucha claridad.

Noté la aparición de una luz blanca. Un quirófano. Edward entraba con una bata azul y con dolor en su rostro. Caminaba lentamente hacia mí, viendo a la altura de mi cintura, pero no parecía verme a mí, parecía ver algo más… Algo a través de mí.

-Bella…-Habló entrecortadamente. Suspiró en manera de intento de tranquilizarse.

-¿Qué pasa?-Le pregunté dulcemente. Traté de acercarme, pero no podía, y no sabía por qué. Aunque estaba a menos de un paso de mí, no me veía.

Tomó una silla y se sentó a mi lado. Lo que no entendía es que me hablaba, pero estaba lateral a mí y viendo a mis espaldas.

-Bella, bella… mi amor, despierta.-Alzó su mano y la colocó sobre una camilla que estaba detrás de mí. Alguien reposaba en ella.

-Estoy aquí, Edward-Susurré sin voltear totalmente, evitando encontrarme con el ser que nos acompañaba.

-Tú sólo estás dormida.-Inquirió dudoso.- Ya te extraño amor mío, tienes una vida que seguir, tienes a muchas personas que te aman, y a muchas que debes cuidar-Estaba sollozando y su voz se trancaba. – ¿Cómo me haces esto? ¿Cómo te atreves a dejarme? Tú me habías prometido, tú te quedarías… tu me prometiste que nunca me ibas a dejar.

No sabía si lo que veía era posible, pero lo que estaba viendo era algo más que real, sobrepasaba los límites de mis creencias. Edward lloraba a mi lado, y yo me rehusaba a voltear mi mirada.

No podía contener las ganas de gritarle que ahí estaba, que yo me quedaría con él. Salté a sus brazos, pero no conseguí más que caer al suelo. Me levanté quedando de la misma manera en la que se sentaba él, mirando hacia lo mismo que veía él.

Yo descansaba sobre esa camilla. Mis ojos estaban cerrados… y estaba sin vida.

-Bella, mi amor mírame, aquí estoy…-No paraba de llorar, su respiración se cortaba entre los sollozos.-Bella, levántate mi vida, párate por favor.-Apoyó su rostro sobre mí pecho y no dejó de llorar jamás mientras esa dolorosa imagen se oscurecía.

Tenía el corazón hecho pedazos.

Desde hacía cinco años, mi vida no era normal, yo no era normal, algo había hecho esto, había cambiado mi propósito y la visión de la vida.  No sabía que me esperaba en Forks, pero algo en mí, me decía que, algo iba a ser diferente.

Mejor…

Me llamo Isabella Swan, y ésta es mi historia…

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Capítulo 21: Viaje a la Realidad

Viaje a la realidad


El lunes en la mañana desperté con un poco de ansias de que acabara el día rápido, cosa que era casi imposible de que pasara, porque tenía un viaje dentro de unos pocos días y posiblemente perdería unas cuantas clases y pruebas. En la tarde llamaría a Jacob para salir o encontrarnos, si el quería… Esa actitud por teléfono tan rara tenía que ser por algo en especial.


Charlie me llevó más temprano de lo normal.

Si, fue Charlie. El… Mi Mercedes se quedó en casa de los Cullen, porque aún no estaba preparada a salir con tal lujo a la calle. Edward y yo quedamos que a la semana siguiente tenía que sacarlo del garaje.

El mal tiempo afuera me hizo sentir cómo si algo iba a hacer de mi día, uno de los peores.

Pero ya yo podía soportar todo…

“Es ella” “No la mires” decía la gente a mis espaldas, lados y frente. Llevaba casi un mes en el colegio y aunque no era una población elevada y los alumnos no eran un gran número de personas, aún habían caras que me costaba reconocer, sabía quienes eran algunos porque se sentaban en las mismas clases que yo. ¿De qué hablaban? Me miraban cómo si yo fuera alguna especie de niña extraña traída de otro planeta. Sentía cómo si era mi primer día de clases, todo era lo mismo.

Edward aún no llegaba, y no llegaría…

Había dejado aparte su vida de vampiro por muchos días y tenía que volver al bosque, dijo que tal vez iría un poco más lejos de Forks, por donde solía cazar el resto de su familia.

Mientras todos seguían con la vista pegada a mi, caminé el pasillo sola… que extraña sensación es hacer esto de nuevo, cuando ya me había acostumbrado a la compañía protectora y defensora de Edward, además a su lado, no existía nadie más para mí.

Caras de tristeza, burla, decepción, ¿Enfado?, pero la que predominaba entre el montón eran las de lástima.

Me coloqué la capucha del sweater para tratar de hacerme menos notable pero vi de reojo hacia mis lados y al parecer nada había cambiado.

Con quién podría refugiarme mientras los Cullen no se encontraban cerca de mí-Pensaba mientras abría mi casillero. Me vi rápido en el espejo con curiosidad por si tenía algo fuera de lo normal en la cara. Pero no, al parecer todo estaba en su lugar, supuse que la razón de los susurros de mi nombre no era por alguna razón física.

Ángela era la única que no me miraba con cara de lástima, estaba normal como siempre. la encontré después de cerrar el casillero.

Iba a saludarla pero me sorprendió antes con un abrazo que me dejó fría. Me abrazó con toda esa confianza cómo si fuéramos mejores amigas o algo por el estilo. Pensé en apartarla pero me dio pena hacerlo.

-¿Qué pasa Ángela? Todos me están empezando a asustar, se están comportando como si fuera mi primer día de clases y en realidad eso me incomoda muchísimo. ¿Sabes la razón?

Su expresión se tornó a lástima al igual que los demás…

-Bella… Lo siento tanto.-Dijo con la vista baja…

No entendía nada. Nada.

Mi confusión se elevo más aún cuando ella empezó a llorar, cubriéndose la cara con las manos.

Traté de consolarla por algo que me pasaba a mí, pero yo no sabía que era ese algo.

-Angela, Angela…-Le dije mientras trataba de levantarle la cara.- ¿Podrías decirme por qué lloras?

Todos empezaron a amontonarse a mí alrededor.

-Bella, yo sé que eres una muy buena persona, no merecías esto. Mi prima sufrió mucho sus últimos días, y yo le tenía tanto cariño… éramos inseparables.-Hablaba con dificultad.

-Está bien, te entiendo… Pero, ¿Qué tengo yo que ver en todo esto?

-¿No lo has entendido aún? Mi prima sufría la misma enfermedad que tú. Entiendo tu posición de haberlo ocultado, pero a veces tienes que buscar apoyo en otras personas… pudiste habérmelo dicho a mí. Aún tengo tiempo de apoyarte y de que tengamos la esperanza de que puedas cruzar todo esto y puedas encontrar el donante. Ya perdí a una persona, no quiero perder a otra cercana. Ya todos nos hemos enterado.

Todo se quedó en silencio a mí alrededor. Ya no me importaban los ojos que estuvieran encima de mí, las bocas que repitieran mi nombre, las cabezas donde se estancarían los pensamientos de lástima hacia mí. Nada.

Miré unas cuantas veces a mis lados, entendiendo todo lo que no entendía antes. Bajé mi mirada y me aparté de Ángela.

-Disculpa-Murmuré.

Caminé lo más rápido que pude entre la multitud que se iba acumulando a mi alrededor. Un lugar seguro donde esconderme… lo primero que vi fue el baño.

Al entrar, no dudé en esconderme en una de las cabinas a llorar sin parar, ignorando a las chicas que ahí se encontraban.

En el momento que más necesitaba a Edward, el casualmente se encontraba lejos de mi. De momento me empecé a sentir mareada, como no me había sentido milagrosamente muchos días atrás.


Tal vez Edward era la mejor medicina.

Si iba a estar todo el día ahí, no podía seguir llorando, porque me marearía más y llamaría más la atención, si es que era posible que la llamara más. Sonó la campana y escuché a las chicas salir del baño, hablando sin parar. Antes de entrar a clases, deliberé que me tenía que retirar más temprano si no llegaba a soportar nada. Pero no tenía el carro cuando más lo necesitaba, ahora me arrepentía de no haberlo pedido… aunque pensándolo bien, hubiera sido peor si lo traía hoy con estas condiciones. Ni Charlie ni Reneé podrían buscarme más temprano, a menos de que fuera una emergencia, pero no los podía preocupar por algo así, que sería, para ellos, algo inútil. Tampoco interrumpiría el día de caza de los Cullen.

Jacob era mi única salida ahora. Marqué su número rápido.

-¿Si?-Contestó cómo confundido.

-Jacob, Jacob. Rápido necesito que me digas, ¿Estás en clases?

-Bella, tranquila ¿Qué pasa? ¿Por qué hablas así?

-¡Sólo dime!

-Si, estoy a punto de entrar. Ahora dime ¿Por qué lo preguntas?

-¿Crees que si te llamo en un par de horas podrías venir a buscarme al colegio?

-Ok, está bien Bella. Pero dime qué te pasa.-Estaba empezando a molestarse.

-No es nada malo, de verdad. Te explico más tarde. Gracias Jake…-Colgué.

Salí corriendo a la primera clase.

-Llega cinco minutos tarde Srta. Swan. ¿Alguna excusa? ¿O es que está ocupada divulgando chismes por ahí?-Preguntó el profesor. Generalmente nunca se molesta, pero al parecer hoy amaneció de mal genio… como para completar mi día.

-Disculpe.

-Siéntese por favor, no quiero que interrumpa más mi clase. ¿Le quedó claro?

-Si…-Respondí secamente.

Todos me veían fijamente. No iba a soportar eso por dos horas, así que decidí buscar el puesto más apartado y lejano de todos.

Con respecto a lo del supuesto chisme, ¿Cómo diría algo así? Ese tipo tenía aire en la cabeza o le faltaban varios tornillos.

Pensándolo bien… ¿Cómo se habría enterado toda la escuela de lo que yo padecía? No había nadie que lo supiera, sólo los Cullen, y ellos no socializan con sus posibles presas. Lo único que escuché de la clase al principio fue mi nombre cuando pasaron la lista, del resto mi mente divagaba en busca de la persona responsable de que yo anduviera en boca de todos en la escuela...

Caminando por el pasillo, dirigiéndome al comedor, uno de los chicos que siempre se reunía después de clase en un grupo como de gente que se dice llamar “los populares” o los que serían los más mediocres, se me acercó y colocó uno de sus musculosos brazos en los casilleros a mi izquierda, impidiéndome el paso. Generalmente, ninguno de estos chicos se atrevería a siquiera verme cuando estoy con los Cullen, al parecer hoy era su día de suerte… Para mí, era lo contrario.

-Con que tú eres la enfermita.-Dijo con arrogancia, pero hice caso omiso a sus palabras y escapé por el otro lado.

-No te vayas, vamos a hablar un rato.-Me impidió el paso de nuevo, y volteó hacia los otros chicos haciendo muecas estúpidas y señalándome. No estaba de humor cómo para juegos estúpidos.

-¿Podrías dejarme pasar?-Pregunté con tono obstinado.

-Si, pero antes respóndeme algo.-Volvió a hacer la mueca a sus amigos.

-Que sea rápido.

-¿Tendrías una cita conmigo?-Coloqué los ojos en blanco y abrí la boca para gritarle un último “Permiso” pero el se anticipó.-Ah, no, disculpa, es que podrías morir de un ataque al corazón.-Actuó tristeza en su expresión. Entrecerré los ojos, mientras que un rugido de rabia se formaba en mi pecho, pero me recordé que no debía alterarme mucho, ya que exceso de emociones en un solo día no serían los mejores. Jamás me habían jugado una broma con mi enfermedad, ¿Qué clase de desalmado haría eso?, sólo un estúpido cómo el que se paraba al frente de mi y chocaba las palmas con los demás inútiles. Lo que más me sacó de mis casillas fue ver, después de unos segundos, a Jessica Stanley abrazando al chico y dándole un beso, volteó hacia mí y se encogió de hombros con una sonrisa de ganadora en el rostro. Cómo si me importara con quien está o no está…

No había tenido malas experiencias con ella, no parecía una mala persona, pero tampoco la consideraba entre mis posibles amigas, aunque yo no consideraba a nadie que no fueran los Cullen, por esa misma razón, al parecer cuando somos diferentes a los demás, nos damos cuenta sólo de los detalles positivos.

Pero después de esto, mi perspectiva de esa chica habían cambiado drásticamente, al igual que las demás personas en la escuela.

Me quedé mirándola fijamente mientras mi mente se sumía en otra cosa.

-¡Fuiste tú!-Exclamé enojada hacia Jessica.

Ella me miró extrañada y me analizo de arriba a abajo con los ojos.

-¿De qué hablas?-Dijo como si no hubiera escuchado nada.

-Fuiste tú quien divulgo mi enfermedad, ¿No es así? ¿Cómo es que lo supiste? Yo jamás se lo conté a nadie, los profesores eran los únicos enterados de todo esto. No sabes el asco que me das.-Casi le escupo de la rabia que tenía.

-Eres una debilucha, sin tu novio no eres nadie… Y si, fui yo.

Las ausencias excesivas a las clases de Deporte me daban curiosidad, a mi nadie me esconde nada, y si lo hacen, lo averiguo. Además, la carpeta del Señor Banner estaba tan, pero tan cerca… No me costó nada echar una ojeada a la sección de constancias médicas. Tu nombre resaltó entre los demás.-Hablaba con suma maldad.

Suspiré profundamente intentando no saltarle encima, ni jalarla del cabello.

Mientras hablaba yo iba generando conclusiones en mi mente. Ella quería llamar la atención como cualquier chica que quiere resaltar entre el montón, y le pareció que las únicas maneras de formar parte de ese grupo de inútiles “populares”, eran malas. Como revelar algún secreto de otra persona, o hacer quedar en ridículo a alguien. Tal cual y como pasa en las películas, pasa en la vida real. La gente malintencionada la encuentras fácilmente, pero peor son aquellas que quieren fingir ser malas personas, tal es el caso de Jessica. Seguramente consiguió hacerse novia de uno de esos chicos por eso, pero en sus adentros se veía fácilmente cuán difícil para ella era divulgar y hacer tales cosas. Por eso no seguí discutiendo por algo que es absolutamente sin importancia.

-Me parece genial que lo hayas divulgado.-Dije sarcásticamente.-Espero que ahora estés feliz.-Pasé por su lado bruscamente.

Al respirar aire natural, fuera de todo y de todos, me dieron ganas de romper en llanto, así que fui al árbol donde una vez tuve mi primer desmayo en la escuela. Donde Edward me acunó en sus brazos.

Una salida más fácil a mis problemas. Llamar a Jacob, urgentemente.


Cuando tomé mi teléfono celular, empezó a sonar repentinamente. ¿Es que Jacob había leído mi mente?


No era Jacob, era Alice.

Capítulo 20: Boletos de avión Capítulo 22: La Gran Manzana

 


 


 
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