El remordimiento de que Edward se había quedado esperando a que yo hablara con el no me dejaba descansar totalmente, era cómo si estuviera soñando con los ojos cerrados pero aún seguía despierta. Sentía sus dedos entrelazados con los míos, después acariciaba mi cabello, pasaba su mano delicadamente por mi mejilla. Me tenía totalmente distraída. La otra cosa que rondaba por mi cabeza era la idea del encuentro familiar entre los Cullen y los Swan. No imaginaba la incomodidad que iba a sentir en esa casa, sólo con Edward yo estaba siempre avergonzada, más aún lo estaba con su familia y todo empeoraría con Charlie y Reneé.
No tenía otra opción, sólo podía salir a enfrentar lo que me esperaba.
Esos fueron los obstáculos… esos fueron los últimos días de mi vida… eso es lo que debo afrontar con valor si quiero estar con Edward.
Abrí lo ojos sin esfuerzo, ya no tenía sueño, sólo el peso en mi espalda de una gran preocupación.
-Ya era hora de que despertaras. Todos se han ido al almuerzo, pero yo decidí quedarme a esperarte, pero no quise molestarte, así que dejé que durmieras un poco más.
-Gracias por quedarte hoy… Pero hubiera preferido que te despidieras ayer.-Dije con voz triste.
-Lo siento, problemas familiares… y debía resolver algunos asuntos de última hora. Además tú estabas muy cansada y tenías que prepararte para hoy.
-¿Prepararme? ¿Es que hay algo que yo no sepa?-Pregunté con un poco de desconcierto.
-Te lo diré en el almuerzo. Pero si no te das prisa, probablemente llegarás para la cena.-Me sonrió.
-¿Qué hora es?-Pregunté cuando me acerqué al clóset en busca de una atuendo adecuado para la ocasión.
-Son más de las cuatro de la tarde, debes estar hambrienta.
-¿Es broma? ¿Cuatro de la tarde?-Con respecto a su pregunta de mi necesidad humana, no me había percatado del hambre que tenía.-Tengo que vestirme, rápido.-Empecé a revolotear sin ver nada bonito ni presentable y paré de buscar sin éxito.
Volteé a ver a Edward, porque no podía parar de reírse. -¿Qué es tan gracioso?-Pregunté alzando una ceja.
-Creo que Alice te dejó algo aquí.-Se volteó y puso su mano del otro lado de mi cama, subió una bolsa de color blanca, un poco brillante para mi gusto. Me la entregó soltando una última carcajada. Lo miré con duda y tomé la bolsa.
Al abrirla saqué unos pantalones de tela de jean, color negro, una camisa blanca de algodón, y un sweater con cuello en “V” color negro, de manga larga. También habían unas zapatillas de cuero blancas y un collar plateado con la forma de un corazón, de color negro, en el extremo de la fina cadena.
-¿Puedo dejar el collar?-Pregunté con duda, no quería hacerlo sentir mal.
-Cómo te sientas mejor. Te esperaré abajo mientras te alistas.-Se colocó de pie y besó mi frente.
La ropa no era nada mi estilo, parecía una combinación de un maniquí en una tienda de alta costura. Pero era un regalo de Alice, otra de las cosas por las cuales tenía que pasar. A pesar de todo no me molestaba recibir regalos de ella, porque esa era una de sus formas de expresar su aprecio hacia mi, como novia de su hermano. Y yo podía corresponderle agradeciéndole por los regalos y, por supuesto, usándolos.
Cuando me fui a bañar, escuché la televisión cambiándose de canal una y otra vez, no pasaban ni cinco segundos para que mi novio lo cambiara de nuevo. Pobre, debe estar harto.
Me bañé y cambié lo más rápido posible, y a pesar de todo, la ropa no me quedo tan mal del todo. Edward me esperaba al pie de las escaleras, estaba impaciente, se le notaba en la expresión.
-Vamos.-Dijo con voz seria y sonrió de vuelta colocando su mano alrededor de mi cintura.
Cómo siempre tan educado abrió la puerta de su Volvo para mí, pero me dio un poco de nostalgia recordar que no tenía mi camioneta. Me quedé parada frente al asiento del copiloto mientras Edward sostenía la puerta, me veía con curiosidad, intentaba averiguar la razón de mi tristeza.
-¿Qué tienes? ¿Te sientes mal?-Su cara se tornó de tranquilidad a total preocupación mientras sostenía mi cara entre sus manos, yo no dejaba de ver al suelo.
-Extraño mi camioneta… demasiado para ser exactos.-Cambié la dirección de mi vista, ahora se fijaba en sus ojos.-Me incomoda tenerte cómo un chofer. Además, no tienes porque hacerlo.
-Claro que si, tengo, debo y quiero hacerlo. A mi no me molesta llevarte ni traerte, el auto es un capricho. Sabes que yo puedo movilizarme por otros medios. Pero tú necesitas alguien que te pueda llevar, ¿No es así? ¿Y quién más que yo?-Sonrió y alzó una ceja esperando mi respuesta.
-Sólo tú.-Me coloqué en puntillas y le besé la punta de la nariz. Siempre quería hacerme sentir bien. Por lo menos me olvidaría del tema en el día.
La patrulla estaba estacionada afuera. Suspiré y bajé del auto.
Todos estaban esperándonos, pareciera cómo si fuéramos los personajes principales de la historia.
-A buena hora que llegaron.-Refutó Charlie molesto.
-Discúlpenme, estaba totalmente cansada.-Inquirí con pena.
-Fue mi culpa.-Edward me vio y volvió la vista al frente.-No quise despertarla.
-Se nota que acabas de despertar hija, aún sigues hinchada.-Todos empezaron a reír bajito.
Mis mejillas se ruborizaron y me escondí en el pecho de Edward. El dudó en colocar su mano en mi espalda, pero al final lo hizo y mi padre tosió en gesto de incomodidad, así que nos separamos un poco.
-Creo que esto será más difícil de lo que pensé.-Me susurró Edward al oído.
-¿Más difícil?-No tenía la menor idea de lo que se refería.
-Si… y mucho.
Quedé en la misma confusión, y veía con duda a Edward que estaba sentado a mi lado en la mesa, aunque todo parecía normal, la tensión incómoda abundaba. La cara de los Cullen al comer, no era de hambre precisamente, el silencio incómodo que abundaba era insoportable.
Pero lo peor era la mirada de odio que le propiciaba mi padre a mi Edward, que tenía su mano entrelazada con la mía debajo de la mesa y estaba más fría de lo normal, estaba tensa… Estaba nervioso. La razón, sólo la sabe él.
Los comentarios mientras comíamos eran sólo de mi madre hacia Esme y Carlisle, los felicitaba por tener una casa tan hermosa, por la comida deliciosa y por los maravillosos hijos que tenían. Mi padre sólo asintió en los dos primeros comentarios, comía con mucho placer. La verdad la comida era suculenta.
-Entonces… Edward.-Dijo mi padre al terminar de comer. Colocó la servilleta arriba de la mesa y se acomodó en la silla.-Creo que debe haber alguna razón por la cual nos hayamos reunidos todos aquí. ¿No es así?-Y lo miró con curiosidad. El dudó en articular alguna palabra y vio hacia mí, después, temeroso, volteó de nuevo hacia mi padre.
-Usted está en lo cierto, si hay una razón.-Se levantó, aclaró su garganta, sus padres y hermanos los vieron y asintieron, entonces prosiguió.-Este punto es a donde he querido llegar desde que conocí a su hija. Les confieso que para mí ella ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida, no creo que exista alguien que pueda llenar más mi corazón que Bella. Es una persona perfecta para mí. Charlie… estoy dispuesto a cuidar de ella por siempre, de ahora en adelante le aseguro que nada malo le va a pasar.-Mi mamá sollozaba a mis espaldas, pero yo no apartaba la vista de Edward, aún no llegaba al punto donde decía la razón principal.-Bella Swan.-Se dio la vuelta hacia mí.-Te Amo y te respeto, te cuidaré en la salud y en la enfermedad, sólo… hasta que la muerte nos separe.-Buscó entre sus bolsillos y se agachó, fue ahí donde lo entendí todo y me sonrojé de la forma más exagerada posible.-Quiero que te cases conmigo.
Sentí cómo mi padre se levantó bruscamente y pegaba un fuerte golpe con los puños a la mesa.
-¡No!-Gritó cómo nunca lo había hecho…
Coloqué mis manos suavemente en las de Edward y las besé. Me levanté de mi asiento y miré con furia a mi padre.
-¿Acaso la proposición fue dirigida a ti?-Pregunté con ironía.-No verdad, entonces no decidas lo que yo quiero o no quiero hacer con mi vida.-Subí el tono de voz, haciéndolo sorprenderse por mi molestia.
-Isabella Marie Swan, jamás vuelvas a dirigirme la palabra de esa forma. Yo soy tu padre y debes respetarme.-Su cara se tornaba más roja con cada palabra que decía. Lo peor de todo es que los Cullen presenciaban nuestra pelea, de diferentes formas, a Rosalie y a Emmett les parecía increíblemente fascinante, cómo si vieran una película; Jasper y Alice intentaban calmarnos, y así lo hicieron, lo que mi padre no sabe es que Jasper le bajo un poco los humos, y por supuesto Carlisle, Esme y Edward estaban apenados y serios a la misma vez.
No podía creérmelo yo misma, jamás le había hablado así a Charlie y mucho menos el me había subido tanto el tono de voz. Mi madre lo tomaba por el brazo, el miraba a mi novio cómo si tuviera ganas de saltarle encima y ahorcarlo.
-Vamos a calmarnos un poco, lo mejor será discutirlo… sin peleas-Carlisle habló con tranquilidad y se refirió a nosotros dos.
-Disculpa que me entrometa Edward, pero sinceramente creo que estás siendo muy precipitado con lo del casamiento. Apenas son jóvenes, ni siquiera han cumplido la mayoría de edad. ¿No pueden esperar unos años?-Preguntó Reneé con voz de súplica.
Otra persona a la cual no le parecía la mejor idea de vestidos blancos y anillos de compromiso era a mi madre, ni el adolescente ni el adulto. Siempre me recordaba que para ella es simplemente una estupidez, sólo gastas dinero en una ceremonia que siempre arruina tu relación. Aunque tenía razón, aun yo estoy muy joven y literalmente me queda mucho por vivir.
-Con todo mi respeto Reneé, le expreso mi punto de vista. Aunque usted tiene mucha razón en lo que dice, también tengo cosas que agregarle. Sabemos la situación en la que se encuentra Bella, no podemos abstenernos a pensar que tendrá una vida larga, pero tampoco sabemos si será corta. Lo que yo le prometí hace unas semanas es que sería la persona más feliz del mundo a mi lado, nada le faltaría y siempre estaría cuidada por mi familia y yo, no necesitará nada. Lo que hice fue sólo una proposición, yo no sé que es lo que pasará por la mente de ella en estos momentos, no sé la respuesta que me dará. Yo solo quiero hacerla feliz, y si ésta puede ser alguna de esas formas, pues que lo diga.-Edward hablaba con toda fluidez y las palabras le salían naturales, pero todo lo que dijo era tan hermoso que me sumergí en un margen entre fantasía y realidad.
Se volteó hacia mí y me vio fijo a los ojos.
-Tu respuesta tiene que ser sincera Bella, no importan los demás, no importo yo, la única que importa eres tú y lo que tú sientas es lo que debes expresar. Sea cual sea tu decisión, estaremos dispuesto a escucharla.-Me dio una rápida sonrisa y se alejo un paso de mí.
Todas las miradas en el salón del comedor se posaban sobre mí. Cosa que era más incómoda para pensar.
Por un lado tenía a mi madre y a mi padre, obviamente se oponían pero lo expresaban de diferentes maneras.
Por el otro lado tenía a la familia de los Cullen, todos me veían con expectativa y esperanza de que respondiera que sí. Desde el primer día que los conocí me habían tratado de una forma incomparable, y me habían aceptado ya cómo parte de su familia desde el momento que me confiaron su secreto, que por supuesto estaría bien guardado.
Y por último… Edward, ahí estaba, nervioso cómo nunca lo había visto, si hubiera podido sudar lo hubiera hecho, tenía una posición tensa y me veía con desesperación disimulada. Pero más que todo nervioso… nervios de que lo rechazara, nervios de que le dijera que no quería casarme con él.
Pero… ¿Cómo decirle que no? La idea del casamiento no formaba parte de mis últimos deseos, aunque el lo hacía ver considerable. Pero era horrible tener que imaginarme vestida de banco a los diecisiete. Lo que empeoraba todo era mi enfermedad, es que nuestro matrimonio duraría un mes máximo. Edward quedaría viudo, a menos de que el no se opondría a convertirme.
Él estaba enamorado de mí y yo de él, el quería casarse conmigo y yo…
-¿Bella? ¿Responderás ahora?-Preguntó Alice con impaciencia.
Eso lo debe saber ella.
-Yo…
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