Empezaba a sentirme extraña, cómo cuando estaba con Edward al principio, pero no con tanta fuerza, y era algo diferente. No sé cómo explicarlo.
Aun veía cómo el sol desaparecía, sólo quedaba una larga línea naranja sobre el borde del océano.
Me empecé a poner nerviosa cuando Jacob posó sus ojos en mí, no dejaba de verme fijamente, y yo reaccioné cómo si no me hubiera dado cuenta de lo que estaba haciendo, pero mis mejillas me delataron sin culpa.
-Bella… quiero que me confieses algo.
-¿Qué?-Me volteé bruscamente hacia él.
-Quiero que seas sincera conmigo, ¿Estás enamorada de Edward? Me refiero… totalmente. ¿No me darías una oportunidad? Porque lo que yo siento por ti, es algo muy fuerte.-Tomó mi mano y la colocó sobre su corazón.-Siéntelo, pareciera que estuviera a punto de explotar cada vez que estoy así de cerca de ti.
Me quedé sin palabras… pero es que hizo la pregunta en un momento donde mis deseos no estaban ordenados.
-Jacob, yo no quiero herirte…
-No te preocupes por los demás, sea lo que sea, estaré dispuesto a escucharlo.
-Es que… No sé que decirte, en serio. Estoy demasiado confundida, sé que cualquier decisión que pueda tomar, puede herir a alguien.
-¡Deja de pensar en los demás! ¿Podrías pensar sólo en ti, y en lo que de verdad quieres para tu vida?-Exigió.
-No es tan fácil Jacob. Debo encontrar las palabras indicadas para decírtelo.
-Pues entonces te daré el resto de la tarde para que lo pienses.-Se levantó y me dio la espalda.
-¿A dónde vas?
-A caminar… y a pensar. Regreso pronto.
Me digné a volver mi mirada al horizonte, pensativa y aislada. Lo que le debía decir a Jacob tenía que ser sutil, pero es que su compañía se había vuelto muy reconfortante y seguramente si le decía que no podía tener una oportunidad con él, podría alejarse, y eso era lo que yo no quería. También había aparecido este sentimiento raro hacia el…
Escuché unos pasos lejanos después de unos minutos de pensamiento, y volteé a ver de quién se trataba.
Edward posaba una pierna al borde del acantilado. Me veía con dulzura y seguridad. Sonrió con suficiencia y corrió velozmente hacia el sur… desapareciendo.
Ese sentimiento que me llenaba cada vez que veía a Edward, era simplemente incomparable, nada se le podía igualar… ni siquiera cuando veía a Jacob.
Justamente mi amigo regresaba de su caminata, yo lo veía cómo más que un amigo… mi confusión se había resuelto por completo. Es un amor diferente. El de un mejor amigo, de esos que no se olvidan jamás y de los cuales con los que no puedes pasar tiempo peleada. De esos únicos.
El amor de Edward… Yo jamás sentiría ese tipo de amor por Jacob.
Le sonreí y me levanté de la arena, el abrió sus brazos hacia mi y salí corriendo hacia ellos. Me abrazó fuertemente.
-Discúlpame Jacob, pero no puedo quererte de la manera que tú quieres, te veo cómo mi mejor amigo. Pero es algo especial, en serio no podría vivir sin ti, te has vuelto indispensable para mi.-Dije con mis ojos impregnados en lágrimas, mientras explicaba mis sentimientos.
-Estoy dispuesto a quererte de la manera que quieras.-Me susurró dulcemente al oído.
-Prométeme que no te sentirás mal, porque si llegara a pasar, eso sería lo peor.
-Te lo prometo Bella. Siempre voy a estar para ti cómo tú mejor amigo. Te entiendo perfectamente, y al principio tuve una mala expectativa de Edward, pero yo sé que puede cuidarte y amarte tan bien cómo yo lo haría, así que no me preocupo… sólo quiero tu felicidad.
-¿Ustedes hablaron en la mañana, verdad?-Pregunté con curiosidad ante su cambio repentino con Edward y viceversa.
-Si, en realidad hablamos demasiado. Se podría decir que ya nos llevamos bien, sólo por el hecho de que los dos nos dimos cuenta de que así era mejor para ti… y para tu salud.
-No sabes cuanto me alegra escuchar eso. Pensé que esto jamás pasaría.
-Nada es imposible, Bella.-Murmuró.
-Si… espero que no sea imposible conseguirme un donante.-Bajé mi mirada con tristeza.
Tomó mi cara entre sus manos y quitó el resto de mis lágrimas.
-Estoy muy seguro de que eso no va a pasar.
-¿Cómo puedes estar tan seguro?
-Porque tengo fe y creo que no te fallaríamos, Edward y yo haríamos lo que sea con tal de que tú sigas viva.
-Gracias Jake… cosas cómo éstas son las que te hacen especial. Te quiero.-Le susurré con dulzura mientras me apoyaba en su pecho.
-Yo también te quiero.-Me besó la cabeza, me apartó suavemente de mí, y colocó su brazo encima de mis hombros.-Es hora de irnos, ya es tarde y va a empezar a hacer frío, no quiero que te enfermes. Además, le prometí a Edward que regresarías temprano.
-¿Le prometiste?
-Si… me puso un límite.-Comenzó a carcajear. Seguidamente lo hice yo.
Recogimos todo de la arena y subimos a la camioneta. El resto del camino nos la pasamos hablando y riendo. Tal cual cómo lo habíamos hecho en la tarde, pero me sentía más abierta y confiada con el. Ya no más rencor, bienvenida la felicidad… para mis últimos días de vida.
Me bajé de la Pick-up al llegar a mi casa.
-Gracias Jake, la he pasado genial, de verdad… uno de los mejores días de mi vida.
-Para nada Bella. Sabes que cuando quieras, estaré para ti. Me alegra mucho que te haya gustado.
-Sobretodo el atardecer… es una de las cosas que más había querido hacer antes… bueno, tu sabes.-Me miró con tristeza.-Pero definitivamente no hubiera sido igual sin ti.-Me quedé viéndolo y recordé algo que tenía que preguntarle.
-¡Espera!-Exclamé.-Necesito preguntarte sobre algo que me está matando la cabeza. Edward me habló anoche acerca de un secreto que tú me estas guardando…-Pareció dudar.-Me sentiré muy decepcionada si mi mejor amigo no me cuenta sus secretos.-Lo amenacé con una cara de tristeza fingida.
Empezó a reír por mi mala actuación y se puso serio de nuevo.
-Era lo de la pregunta de hoy. Ese era el secreto, tenía la esperanza de que dirías que sí, pero olvídalo…
-Ah, entiendo.-Comenté con insuficiencia. Pensé que era algo peor.-Buenas noches Jacob, te llamo pronto.-Me asomé a la puerta y con mucho esfuerzo le di un beso en la mejilla.
Hablé con Charlie y Renee acerca de mi día con Jacob y parecieron muy felices de que mi amistad con el se hubiera desarrollado de tal forma. También les había contado cómo la relación entre Jake y Edward había dado un giro total, de lo cual se sorprendieron tanto cómo yo lo hice la primera vez, porque aún me parecía increíble. Les pedí permiso para cenar mañana en casa de los Cullen, y no se pudieron negar. Me dieron las buenas noches después de la cena y fui directamente a tomar un baño.
Casi caigo dormida en la ducha, el agua caliente relajó totalmente cada milímetro de mi cuerpo. Un día largo, y lleno de emociones.
Sentía cómo que si cada día que pasaba era esencial y único, cómo… si se unieran todas las cosas que pasarían en un mes.
Cómo si fueran los últimos… Fui a mi cuarto a cambiarme.
-¿Estás muy cansada para contarme cómo te fue hoy?-Preguntó sorpresivamente apareciendo en mi cuarto.
-¿Podrías avisarme cuando vengas a mi casa?-Pregunté agarrando mi toalla precipitadamente antes de que se me cayera.
-Disculpa… no sabía.-Admitió con pena y se dio la vuelta.
-Bueno espera afuera un momento a que me cambie. Yo te aviso cuando esté lista.
-De acuerdo.-Asintió y salió por la ventana.
Aun me daba vergüenza cambiarme, sabiendo que aunque Edward se encontraba afuera, estaba sólo a unos pasos de mí.
Hice unas cuantas maniobras lo más ágil posible para cambiarme rápido. Me enredé un poco con la camisa pero al final terminé de vestirme.
-Puedes entrar de nuevo.-Me asomé por la ventana, le sonreí y el lo hizo de vuelta con la diferencia de que me dio un corto beso.
-¿Entonces? ¿Me vas a contar o prefieres descansar?
-En realidad estoy muy cansada, pero hay algunas cosas que quiero hablar contigo.
-Bueno, ¿De qué quieres hablar?
-Estoy atónita, de verdad, de cómo cambio la relación tuya con Jacob… o la de él contigo. Es algo impresionante. ¿Cómo llegaron a eso?
-Sencillo Bella, es lo mejor para ti, no queremos que nada te pase, por ejemplo el otro día que estuvimos a punto de pelearnos tu desmayaste, me refiero también a que tu serías más feliz si Jake y yo nos llevaríamos bien.
-Jacob me contó que estuvo en tu casa en la mañana.
-Es cierto, pasó por allá a revisar los restos de tu camioneta…-Dijo con tono burlón.
Bufé.
-Es una muy buena Pick-up, sólo que es un poco vieja. Aunque ya Jacob me dijo que no tiene arreglo.-Dije con tono triste.
-Bella, lo siento… es la verdad, definitivamente tuviste que llegar a éste punto para poder cambiar de auto. Es deprimente, de verdad.
-¿Cambiar? Edward, no entiendes… es la Pick-up o nada. ¿De donde crees que sacaré dinero para comprar un auto nuevo? Ah, cierto, a mi me llega el dinero en un sobre bajo la puerta.-Inquirí con ironía.
-¿Por qué lo tienes que comprar tú? Cuando te lo puedo regalar yo.-Dijo sonriendo.
En vez de traumarme por su mal chiste, empecé a reírme sin ganas, mientras lo miraba un poco molesta. El dio un vistazo rápido detrás de mí y me empujó hacia la cama, aunque fue veloz, no dejo de ser sutil. Volteé hacia la ventana pero ya se había escapado.
-Queda pendiente tu mal chiste.-Murmuré bajito y escuché una corta carcajada lejana.
Mi puerta se abrió y la mirada de Reneé me tranquilizó un poco, ya que si era Charlie me pondría muy nerviosa.
-¿Con quién hablas Bella?-Preguntó mi madre con un tono de sospecha y una mirada curiosa.
-Y… ¿Yo? ¿Hablar? ¿De que hablas mamá? Estoy… cantando una canción.-Demonios…
-¿Una canción? Vamos Bella, tu madre sabe que odias la música. ¿No se te podía ocurrir algo mejor?-Pensé para mis adentros.
-¿Si? ¿Desde cuando te gusta la música?-Yo sabía que se daría cuenta.
-Jacob estuvo toda la tarde cantándola… y la repetía muchas veces en la camioneta.
-Ah… entiendo.-Dijo con poca voz de convencimiento.-Bueno Bella, que tengas buenas noches, y deja de cantar porque no quiero vidrios rotos en la casa.-Rió bajito y cerró la puerta.
-Ya puedes salir.-Susurré con cuidado.
Esperé unos segundos y no se escuchaba nada, una suave brisa contra los árboles del bosque… más nada.
Bueno, seguramente querría dejarme descansar, pero lo hubiera hecho mucho mejor si hubiera estado a mi lado.
Me acosté sin dejar de ver la ventana con nostalgia. Cerré los ojos e instantáneamente me sumí en los sueños.
-Hija, despierta. Tienes visita…-Escuché lejanamente por parte de Reneé. Después me empezó a mover desesperadamente, pero no me podía despertar, estaba demasiado cómoda y aún tenía ganas de seguir durmiendo.
-¿Qué? ¿Quién? ¿No podría venir más tarde?... Estoy que muero del sueño.-Dije con voz soñolienta, colocando la almohada sobre mi cabeza.
-No seas dormilona. Es Alice… y está con Edward.-Inquirió con emoción.
Me levanté de un segundo a otro, me enredé entre las sábanas y caí al suelo, produciendo un sonido aparatoso que seguramente llamó la atención abajo al humano y a los dos vampiros, que seguro ya sabrían que yo me caería. Mi mamá extendió los brazos un poco tarde, pero de todas maneras me levanté, peiné mi cabello lo más veloz posible, cepillé mis dientes y lavé mi cara.
Cuando bajé las escaleras tres pares de ojos me miraban desde la sala de mi casa. Todos me veían con preocupación y me examinaban de pies a cabeza, para ver si tenía algo roto, un golpe, o algo por el estilo… Me reí y terminé de bajar las escaleras.
Los saludé a todos… y miré con tristeza a Edward.
-Bueno Bella… ¿Sabes a qué vinieron ellos?-Preguntó mi padre, dando una sonrisa… ¿De felicidad? Empecé a asustarme, porque eso es algo que no pasa muy frecuentemente, así que el motivo por el cual los Cullen se encontraban en mi casa a tempranas horas de la mañana tenía que ser uno muy bueno.
-De hecho… no-Hice el esfuerzo, pero no pude evitar bostezar, estaba muy cansada.
-Nos han invitado hoy a almorzar a su casa. Para formalizar su relación.-Dijo Reneé apareciendo detrás de mí, con el triple de la emoción que tenía Charlie.
-¿Nos? ¿Ustedes también van?-Pregunté con desconcierto
-Si Bella, será magnífico reunirnos cómo familia.-Alice me tomó las manos y me vio con esperanza.
-Bueno… esta bien. Nos vemos allá.-Me volteé para dirigirme a la suave y cómoda cama que esperaba por mí arriba.
Después de haberlo hecho la mirada de extrañado de Edward me dio remordimiento de consciencia, pero ya estaba a un paso de mi cama, me resigné y volví a dormir como una bebé… Pero su llegada por la ventana no me impidió el sueño, sólo lo hizo más seguro.
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