Los días siguientes se prolongaron en un ritmo agonizante. Daba vueltas en la cama sin Logan, preocupada por dónde estaría durmiendo y quién estaría ahí para él durante sus pesadillas.
Me levantaba temprano y pasaba mis días trabajando en el campus, intentando distraerme. Hasta el profesor Masón comentó sobre los oscuros círculos bajo mis ojos, así que había decidido usar más corrector para disimularlos. No era típico de mí estar sufriendo por un chico. Excepto que Logan no era cualquier chico. Era un misterio a desvelar, un rompecabezas que quería resolver, con una apabullante química sexual. Por no mencionar los cada vez más profundos sentimientos que estaba desarrollando hacia él a pesar de mi buen juicio.
En mi camino hacia, y desde el campus, me quedé pensando que había visto a Logan, pero por supuesto, era solo mi mente jugándome una mala pasada. Él se había ido. Adónde, no lo sabía, pero sí sabía que estaba buscando pistas, provocadas por ese tipo del parque.
Me asustaba pensar que podría estar apuntando hacia traficantes de drogas en busca de información. Si era amigo de ese tipo del coche, tal vez era un consumidor también. Pero sus registros médicos no mostraron rastros de drogas en su sistema. Había algo que no encajaba.
Un toque en mi puerta rompió mi concentración y salté de la silla, mi corazón galopando. Abrí. Era Alice.
—Oh. Eres tú. —Mi cara cayó.
—Yo también me alegro de verte —murmuró, esquivándome para entrar.
Tom vino a saludarla inmediatamente y ella lo levantó. —¿Así que el donjuán lo rescató y te dejó aquí con este pobre chico? —Besó al gato en la cabeza.
No respondí, pero dejé escapar un gran suspiro. La primera noche que Logan había desaparecido llamé a Alice. Vino a quedarse conmigo. Estuve despierta toda la noche esperándolo, asustada cuando no estuvo en casa a las tres de la mañana, pensando que pasaría la noche fuera, pero al amanecer mi terror se volvió intolerable cuando me di cuenta de que tal vez no regresaría. Gemí en mi almohada mientras Alice me frotaba la espalda.
Sabía que ella no aprobaba mi relación con Logan en primer lugar, pero yo apreciaba que me dejara derrumbarme por su repentina desaparición de mi vida. Era tan poco usual en mí, que creo que ella finalmente notó lo mucho que él significaba para mí.
Nunca había esperado que un día se levantara y se fuera a un viaje de autodescubrimiento. Siempre imaginé que se marcharía si recordaba su antigua vida y quería regresar a ella. De esta manera era mucho más difícil de enfrentar. Prefería estar solo que conmigo, y no podía parar de reproducir en mi mente una y otra vez el modo en que salió corriendo.
Las charlas de ánimo de Alice durante los últimos días fueron reconfortantes, pero rayaban en el amor cruel. No quería que continuara abatida en mi apartamento, y yo sabía que no toleraría mi depresión mucho más.
Alzó un mechón de mi cabello hacia su nariz mientras pasaba. —¿Cuándo fue la última vez que te lo lavaste?
Me encogí interiormente. ¿Ayer? ¿O había sido el día anterior?
Dejó escapar un suspiro. —Ve a tomar una ducha caliente. Tom y yo pasaremos el rato, luego salimos a tomar un trago. ¿Te suena bien?
Asentí y me arrastré hacia el baño sin quejarme. Sería mejor que sentarme en mi diminuto apartamento que aún parecía lleno de recuerdos de Logan.
Era muy duro estar sola ahora, y necesitaba su compañía, aún si ella no podía entender mi dolor.
Me tomé mi tiempo en la ducha, lavando mi cabello, usando el gel de baño de jazmín que era un regalo de cumpleaños de parte de Alice y afeitándome las piernas. Me sentía medio humana nuevamente cuando finalmente me encontré con ella en el salón.
—Esa es mi perra sexy. —Me dio una palmadita en el trasero—. Luces mejor.
—Gracias —murmuré, mirando mis zapatos. Era la primera vez en días que llevaba vaqueros en lugar de mi ropa de yoga o leotardos, y me sorprendí al notar que colgaban en mis caderas mucho más que antes.
Agarré mi bolso y nos dirigimos a la puerta. Cuando la abrí, me quedé sorprendida por lo que vi, tanto, que me llevó un momento registrarlo. Logan estaba sentado contra la pared de enfrente, sus rodillas pegadas a su pecho y la cabeza colgando entre ellas. Cuando me escuchó jadear, miró hacia arriba. Tenía un aspecto terrible. El agotamiento y el estrés habían grabado cavidades púrpuras bajo sus ojos.
—¡Logan! —Me lancé a través de la puerta y corrí hacia él, cayendo de rodillas.
Me acercó a él y besó mis labios, mi rostro, mi cabello, agarrándome desesperadamente. —Bella.
—Estaba tan preocupada.
—Lo sé. —Besó mis labios nuevamente—. Lo siento. Tenía que ver si podía averiguar algo.
—¿Y lo hiciste?
Sus ojos estaban en blanco, completamente vacíos de esperanza, y supe la respuesta antes de que hablara. Tragó y ladeó la barbilla, incapaz de admitir la derrota. —Sólo que te extraño.
Lo abracé otra vez y tiró de mí hacia su regazo, acunándome.
Alice se aclaró la garganta detrás de nosotros. —Supongo que esto significa que no conseguiremos ese trago.
Me levanté y le ofrecí una mano a Logan. La aceptó y se levantó. Odiaba lo exhausto que parecía, como si no hubiera dormido en los cuatro días que había estado ausente.
—Lo siento, no. —Miré de ella a Logan.
Ella asintió, apretó los labios en una delgada línea y comenzó a caminar, pero se detuvo directamente frente a Logan y se inclinó. —No está bien que la uses como tu saco de boxeo emocional. A pesar de lo que parece, es frágil y tiene sentimientos. —Le clavó un dedo en el pecho, reafirmando su punto.
Logan apartó la vista, claramente avergonzado por ser regañado por ella. —Lo siento. Lo sé. —Se giró hacia mí y tomó mi mano, llevándola hacia su boca—. Lo siento, Bella. —Respiró contra el dorso de mi mano.
—Está bien —murmuré, hipnotizada por la visión de sus ojos sobre los míos.
—No, no lo está —se mofó Alice y se alejó—. Llámame si me necesitas —gritó desde el pasillo.
Lo guie hacia el apartamento, queriendo interrogarlo acerca de dónde había estado, lo que había descubierto, pero mantuve la boca cerrada, sintiendo que necesitaba espacio. Se dirigió a la ducha mientras yo calentaba una lata de sopa.
Puse ropa limpia sobre la cama y esperé ansiosamente a que saliera de la ducha, mientras planeaba cómo comenzar la charla que sabía que necesitábamos tener. Encendí algunas velas por el apartamento, esperando crear un ambiente relajante. Logan necesitaba ayuda. Como la profesional y mentalmente estable en esta relación, era hora de que se lo señalara.
Salió de la ducha afeitado y oliendo a fresco. Se unió a mí en el sofá y le ofrecí un tazón de sopa. Lo aceptó agradecido y bebió el caldo caliente con fruición del borde del tazón. Cuando terminó la sopa, puso el tazón sobre la mesita de café y tiró de mí hacia su regazo.
Me acomodé, enroscándome contra su cuerpo mientras él me rodeaba con sus brazos. Mi coraje sobre la discusión que necesitábamos tener se desvaneció un poco. Se sentía tan bien tenerlo de vuelta, que no quería molestar su ensimismamiento.
—Puedo sentir tus costillas —murmuró contra mi cuello.
—No lo hice muy bien cuando te fuiste —admití.
Maldijo en voz baja. —Me fui para hacerte las cosas más fáciles. No me gustaba pensar que te estaba arrastrando conmigo, complicando tu vida.
—No lo hiciste. Yo te quería aquí.
Asintió con cuidado. —Lo sé ahora. Siento haberme ido así.
—¿A dónde fuiste?
Tragó el nudo de su garganta y se mantuvo quieto. —Por todas partes. Vagué por las calles, hablé con traficantes, pregunté, pero no he podido llegar a ninguna pista.
Me enderecé, reuniendo valor. —Logan, me importas, y no puedo ver cómo te haces esto. Tener amnesia no es tu culpa. No importa quién fuiste antes, puedo decir que tienes un buen corazón.
Cerró los ojos ante mis palabras, luchando por mantenerse tranquilo.
—Quiero que te quedes aquí conmigo, pero creo que necesitas la ayuda de un profesional. Hablar con alguien. Tal vez algún medicamento. Sé que quieres resolverlo por tú cuenta, pero. . .
Me alzó de su regazo, dejándome sola en el sofá. Comenzó a pasearse por el salón.
—No quiero a ningún jodido doctor hurgando en la mierda, haciendo preguntas que no puedo responder o preguntando sobre sentimientos que no puedo explicar. —Se detuvo con la espalda hacia mí, mirando por la ventana hacia la calle—. Necesito hacer esto a mi modo, Bella. No me iré de nuevo si eso es lo que te preocupa.
—No. —El sonido de mi voz nos sorprendió a ambos. Logan se dio la vuelta para enfrentarme—. Eso no va a funcionar. Te quiero aquí y quiero estar en tu vida, pero esto no es vida. —Luché tratando de encontrar las palabras—. Necesitas ayuda. A menos que estés de acuerdo con eso, no creo que debas estar aquí.
Me levanté y hui a mi habitación antes de que pudiera ver las lágrimas llenando mis ojos. Aún si lo alejaba, yo sabía que necesitaba mantenerme firme en esto. No podíamos seguir viviendo del modo en que lo habíamos estado haciendo. Logan necesitaba ayuda.
Unos minutos después la puerta de la habitación se abrió y Logan se asomó. Yo estaba caminando por el dormitorio. Había estado esperando a ver si venía. Entró, cerró tras de sí y caminó hacia mí.
—Está bien.
—¿Está bien? —pregunté.
—Iré a ver a cualquier doctor que creas que debo ver, hablaré con loqueros, haré hipnosis, lo que sea que creas que ayudará. Solo quiero estar contigo. Eres todo lo que tengo, Bella.
Debería haberme sentido feliz y aliviada porque fuera a buscar ayuda, pero algo me molestaba. Yo era todo lo que él tenía en este mundo. ¿De veras tenía sentimientos por mí? ¿O sólo era su fuente de comida y refugio?
Seguí mirándolo impasiblemente. —Necesito más que eso. —Me encontré diciéndole. Casi me había derrumbado cuando se marchó y ahora que había vuelto, no podía posponer esta conversación por más tiempo.
Esperó a que continuara, pero cuando me quedé en silencio, tomó mi mano y me llevó hacia la cama. —Siéntate. Dime.
—Cuando te fuiste, pensé mucho. Acerca de ti, de nosotros. Necesito saber por qué estás aquí. ¿Por qué me extrañaste? ¿Fue porque soy la única persona que conoces en Chicago? ¿Por qué puedo ofrecerte un lugar donde dormir? —Tal vez las diatribas de Alice habían comenzado a filtrarse en mi cerebro. Su juicio crítico de Logan parecía más que justificado ahora. Si él podía irse tan fácilmente, ¿era porque me estaba usando?
Apretó los puños. —No lo entiendes. Intenté irme para protegerte. Un tipo como yo nunca encajará en tu vida.
—Logan —suspiré. Las conversaciones con él algunas veces me agotaban y me dejaban más confusa que antes.
—Has hecho más de lo que merezco. No entiendo qué es lo que has visto en mí. No tengo nada que ofrecerle a una mujer como tú. Eres hermosa, brillante, y estar contigo, lastimándote, me asusta.
—Pero. . . —dije por él, al ver su expresión de dolor.
—Pero a pesar de eso, me estoy enamorando de ti. Eres delicada, inteligente y malditamente cerca de ser la peor ama de casa que he visto. —Se echó a reír, pasando su pulgar por mi labio inferior—. Quiero protegerte y hacerte feliz.
Sonreí como una idiota, mirándole fijamente a los ojos. Tal vez era una tontería por mi parte, pero no estaba ni remotamente lista para sacar a Logan de mi vida.
Se inclinó y besó mis labios suavemente. —¿Cenaste?
Negué con la cabeza.
—Vamos a alimentarte. Estás muy delgada.
Me sacó de la habitación y me sentó en uno de los taburetes de la cocina para que pudiera verlo cocinar. Cuando la cena estuvo lista, me hizo comer hasta el último bocado de espaguetis, hasta que estuve llena.
Después de cenar, me cobijó junto a él en el sofá mientras buscaba en la red psiquiatras y doctores locales que se especializaran en amnesia. El nombre del Dr. Jefferson siguió apareciendo en las búsquedas hasta que finalmente Logan se ablandó y pulsó el vínculo para solicitar una cita.
Mientras yacía en la cama esa noche y Logan se había ido a pintar, intenté calmar mis miedos acerca de su pasado y sobre nuestro futuro, y solo disfrutar del pequeño consuelo de tenerlo aquí mientras pudiera, aún si no duraba.
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