Al día siguiente volví al hospital llevando una bolsa de lona llena de cosas para mi sesión con Logan. Un reproductor de CD y una selección de música para ver si algo despertaba un recuerdo de él, junto con una colección de literatura clásica, los libros que más a menudo se asignan en la escuela secundaria.
El caso de Logan no era el tipo de amnesia que resultaba de un trastorno neurológico o de una lesión en la cabeza. El suyo era un caso de amnesia disociativa, esencialmente una enfermedad mental que implica la ruptura de la memoria y la identidad, lo que hace que sea aún más fascinante. Sabía que la amnesia disociativa era provocada por un evento traumático y ocurría cuando una persona bloquea cierta información. Las opciones de tratamiento eran muy limitadas. Por lo general, se centra en aliviar los síntomas y controlar los problemas de comportamiento provocados por el estrés y el trauma. Ahora, los nuevos estudios estaban explorando la manera de ayudar al paciente a empezar a procesar y hacer frente a los recuerdos dolorosos.
Ya que nadie se había presentado a reclamar a Logan, incluso después de que los medios de prensa tuvieran un día de campo cubriendo su historia, sabía que la terapia familiar estaba fuera. Decidí centrarme en el arte y la terapia de la música, con la esperanza de evitar entrar en el camino de la medicación para la ansiedad y la depresión que el Dr. Jefferson parecía aprobar. Quería ver hasta dónde podía llegar con Logan por mi cuenta. No creía que fuera útil adormecer el cerebro con anti-depresivos.
La Amnesia disociativa es con mucho lo más interesante de estudiar porque los recuerdos aún existen en la mente, pero están enterrados tan profundamente que nunca pueden recuperarse. A veces los recuerdos reaparecen por su propia cuenta o pueden ser activados por estímulos del entorno de la persona.
El guardia ubicado en la puerta de su habitación del hospital comprobó mi identidad y asintió con la cabeza para que entrara. Abrí la puerta sólo para encontrar una habitación vacía. Dejé caer la bolsa en el suelo para detener la protesta de dolor de mi hombro, y estaba lista para caminar hacia el mostrador de la recepción a averiguar a dónde lo habían llevado, cuando una puerta en un rincón de su habitación se abrió y Logan salió cubierto sólo con una toalla.
Su mirada se desvió a la mía y sonrió. Estaba demasiado aturdida incluso para devolverle la sonrisa, con la mandíbula colgando en el suelo y todo. Su cuerpo era una maldita obra maestra que podría fácilmente convertir a cualquier chica en una babeante adicta al sexo. Se veía brillante con las gotas de agua, y con esa pequeña toalla blanca colgando bajo en sus caderas, yo ya no estaba pensando en él como un sujeto de examen. Me imagine lo que sería tener las manos ásperas de Logan en mi cuerpo, sentir el calor de su piel, respirar su olor y sentir la barba de su mentón contra mi mejilla.
—¿Bella?
Me di cuenta de que sólo había estado de pie aquí, visualmente abusando sexualmente de él, Dios sabe por cuánto tiempo y estaba a punto de balbucear una disculpa, cuando se volteó hacia un lado y vi otro tatuaje.
Había algo familiar en la frase garabateada a lo largo de su caja torácica. Sin pensarlo, me dirigí hacia adelante y agarre sus caderas, girándolo para tener una mejor visión.
No podía ser.
Se rió de mí, susurrando en voz baja—: ¿Ves algo que te guste?
—Este tatuaje. ¿Sabes lo que significa?
Bajó la mirada hacia el texto en cursiva y negó con la cabeza. —No he tenido acceso para buscarlo todavía. Además, ni siquiera estoy seguro de qué lengua es.
—Es latín.
—¿Lo conoces?
Desabroché mis vaqueros y baje la cremallera.
—Vaya, Isabella. —Tomó mis muñecas, deteniéndome, pero podía ver el calor construyéndose detrás de su mirada, algo que no ayudó a apagar la excitación nerviosa que sentía. Él encendía algo en mí.
Me bajé mis jeans, lo suficiente para poder mostrar mi tatuaje. Aut viam inveniam aut faciam tibi, escrito en latín sobre mi cadera izquierda. La fuente del mío era más pequeña, pero nuestros tatuajes eran los mismos, con la secuencia de cursivas elegantemente en tinta negra.
Soltó mis muñecas, se dejó caer de rodillas, y con delicadeza pasó un dedo por las letras, que coincidían con el suyo. Metió sus dedos justo dentro de la cinta de mis bragas de algodón blanco, moviéndose a un lado para leer la frase de forma ininterrumpida. Mi estómago saltó con su toque.
—¿Qué quiere decir? —Su voz era ronca y gruesa.
Me di cuenta de que había estado conteniendo el aliento y solté una bocanada de aire antes de contestar.
—Encontraré un camino o haré uno³.
La frase había estado grabada en mi mente mucho antes de que fuera escrita permanentemente en mi cuerpo. Me recordaba que debía desafiarme a mí misma, que nunca me conformara y no aceptara mi educación de mierda, que me convirtiera en lo que yo quería ser. Era un dicho que hablaba de aquellos que habían luchado en la vida y querían algo mejor, y estaban dispuestos a luchar por ella.
Me pregunté qué habría poseído a Logan para marcarla en su piel. Por la expresión de su rostro, estaba claramente preguntándose lo mismo acerca de mí.
Se puso de pie, y después de correr sus dedos una última vez a través de las palabras, subió la cremallera y abrochó mis vaqueros. Me quedé completamente a su merced y estaba absolutamente fascinada por él. ¿Cuáles eran las posibilidades de que tuviéramos exactamente la misma frase en latín en nuestros cuerpos? La similitud era inquietante, pero también interesante.
Había un montón de cosas sobre él que empezaban a intrigarme. La forma en que sus ojos verdes me seguían, su aroma masculino, y probablemente no ayudaba a mi libido el hecho de que las dos veces que lo había visto, había estado sin camisa. No había manera de no darse cuenta de lo atractivo que era. Mi sequía sexual de dos años también podría haber contribuido, pero la respuesta de mi cuerpo podría describirse como primitiva. . . necesitada.
Parecía tan intrigado por mí. Todavía no había dado un paso lejos, y seguía agarrando mis caderas. Bajé la vista hacia sus manos, que rápidamente cayeron. Di un paso atrás tratando de aliviar la tensión sexual que crepitaba en el aire entre nosotros.
Se aclaró la garganta, murmurando algo acerca de vestirse, y desapareció en el cuarto de baño de nuevo.
Cuando cerró la puerta me di cuenta de que nuestro encuentro me había dejado aturdida y mareada. Cuando se había inclinado cerca de mí, el calor de su piel y el aroma de jabón me habían empujado hacia adelante, y no pude dejar de notar la forma en que su escultural abdomen y caderas mantenían apenas la toalla en su lugar. Ahora no era el momento para fantasear. No era una adolescente hormonal, era una estudiante de doctorado, pero nunca me había sentido tan desarmada por un hombre. La experiencia fue desconcertante. Prácticamente gemí cuando sus dedos me tocaron. Y segura como la mierda que no debí desabrochar mis pantalones. Esto era completamente diferente a mí, y no totalmente profesional. Salí corriendo de la habitación mientras una repentina oleada de pánico me golpeaba.
Tenía que encontrarme a mí misma. Me metí en el baño de mujeres antes de que mis nervios me superaran. Miré mi pálida piel y mis amplios ojos marrones en el espejo. Parecía asustada. Me eché agua fría sobre las mejillas, con la esperanza de añadir un poco de color a mi piel.
Tomé unas cuantas respiraciones profundas y el color de mis mejillas poco a poco comenzó a regresar.
Tuve que tomar una decisión. Podría dejar atrás mi obvio error de juicio por permitirme sentirme atraída por él, o podría retirarme de la asignación y dejar que Masón supiera que no estaba hecha para esto. Entonces, ¿qué iba a hacer? ¿Mudarme a forks? ¿Encontrar un empleo en la ciudad? ¿Trabajar en una oficina de nueve a cinco cada día en un trabajo aburrido que no me importara? No, había luchado muy duro por eso. Me apasionaba esta investigación. Renunciar ahora sería una tontería. No era tan impulsiva. No pasaría nada.
Enderecé los hombros y respiré hondo. Sólo tenía que hacer mi mejor esfuerzo para mantener las cosas profesionales en su presencia. Más tarde, en casa, era una historia diferente. No podía considerarme responsable de las fantasías inducidas por Logan que parecían perseguir mis sueños.
Después de darme una charla muy necesaria, volví a la habitación de Logan y me deslicé en la silla de plástico junto a su cama. Cuando por fin levanté la mirada hacia él, supe de mi error al instante. No me había permitido a mí misma sentirme atraída por él. No tenía nada que decir sobre el asunto. Era simple química. Una atracción primaria que no podía ser controlada, o apagada, simplemente porque yo lo quisiera.
Me tomé un momento para aclarar mi cabeza y centrarme en el trabajo de hoy. Tenía que mantener la máxima profesionalidad. Tenía que ajustar el tono y los parámetros de nuestra relación. Él se encontraba en un estado emocional frágil, y la última cosa que necesitaba hacer era fantasear con tener sexo con él. Pero Dios, sabía que sería bueno. Que él sería bueno. Era totalmente follable y sacaba mi zorra interior de una manera que ningún hombre había hecho antes. Recordé sus dedos sobre mi piel, y mentalmente me regañé por no llevar ropa interior sexy. Hacía mucho tiempo que no tenía un viaje a la tienda de lencería en el centro comercial.
Aparté de mi mente el último pensamiento persistente de sus dedos rozando mi vientre, y puse la expresión más profesional que pude manejar.
Tras el descubrimiento fascinante de nuestros tatuajes a juego, pasamos la tarde escuchando los distintos géneros de música que había pedido de la biblioteca. Descubrimos que prefería la música rock y la clásica, o el blues más clásico. Había maldecido cuando le puse rap y cruzó la habitación para apagarlo, lo cual fue divertido. Me hizo repetir una canción de blues en particular tres o cuatro veces, diciendo que estaba seguro de que había algo familiar en ella, pero al final no pudo recordar nada específico.
A pesar de la falta de avances en la producción de algún recuerdo, la tarde no se había sentido como un fracaso. Había sido en realidad divertida de algún modo. Logan se había acostado en la cama, con los ojos cerrados, absorto en la concentración, mientras yo ponía música, cambiaba las canciones, o repetía sus preferencias.
Me pidió que le dejara los libros para leer, de esa manera se aseguraba de que volvería a verlo, dijo, por lo menos para recoger los libros. Si supiera que ya estaba anticipando mi próxima visita.
La sonrisa en mi rostro no se había desvanecido cuando me encontré con el Dr. Jefferson en el pasillo.
—¿Has estado aquí toda la tarde? —Frunció el ceño, mirando su reloj.
Era increíble que hubieran pasado varias horas sin que lo notara. —Um, sí. Tenemos mucho por hacer.
—¿Acaso recuerda algo sobre el asesinato?
Bueno, estalló mi burbuja. Mi estómago cayó. —No. No estoy trabajando con él en recordar eso.
Se burló de mi confesión directa.
—Dr. Jefferson, usted fue el que le diagnosticó amnesia post-traumática o disociativa. Usted y yo sabemos que él se ha distanciado de importante información personal acerca de sí mismo y de su vida. Su memoria probablemente pueda restaurarse con el tiempo, pero los acontecimientos que condujeron al trauma probablemente serán los últimos en ser recordado. O nunca lo recordará en absoluto.
El Dr. Jefferson arrastró los pies, todavía con el ceño fruncido.
—Además, para eso está el psicólogo asignado por la policía.
—Escucha, Isabella, sólo estoy tratando de cuidarte de él. Es peligroso. No has leído su expediente policial.
Mi vientre bailó con nervios, quería y no quería saber lo que contenían esos registros policiales.
—Lo encontraron en un almacén abandonado, cubierto de sangre, con un martillo y el cadáver de otro hombre yaciendo a su lado. Había golpeado el infierno fuera de él. Cosas horribles.
Mi piel fue recorrida por escalofríos. No podía imaginar a Logan siendo peligroso.
—Él es un hombre joven que no sabe ni su nombre, y aunque le agradezco su preocupación, sé lo que estoy haciendo. —Me di la vuelta y me dirigí hacia el ascensor, fingiendo una confianza que no sentía.
Pulsé varias veces el botón de bajada, por si acaso, y cuando me di la vuelta, el Dr. Jefferson se había ido.
Esa noche me acosté en la cama, contemplando la escritura cursiva garabateada en mi cadera, a la tenue luz de la luna que se filtraba por las persianas. Me pasé los dedos ligeramente a lo largo de mi piel, tal y como lo había hecho Logan. Un dolor bajo y palpitante se había construido entre mis piernas, necesitando mucho más.
Dejé que mis dedos danzaran justo por debajo de la cinta de mis bragas y me imaginé que la palma de Logan era colocada sobre mi estómago. Cerré los ojos y me permití fantasear con qué tipo de amante sería. A través de nuestras visitas, tuve la oportunidad de leer sus emociones casi mejor que las mías. Se sentía completamente solo y anhelaba comodidad y cercanía. Sentimientos que ni siquiera podía dejarme explorar con él.
Mis dedos se sumergieron más abajo, encontrándome ya mojada. Acaricié suavemente la yema hinchada, mientras me imaginaba lo que haría Logan, y un gemido de placer se disparó a través de mí. Nunca me tocaba así, prefiriendo en su lugar la eficiencia de mi vibrador, que hacia el trabajo rápidamente. Pero esa noche soñé despierta con Logan, quería prolongarlo, para que las sensaciones duraran. Para tener su rostro en mi mente y su nombre en mis labios cuando acabara.
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³ Frase dicha por Aníbal al decirle a sus generales que era imposible cruzar los Alpes.
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