En un cuarto de hotel se encontraba la figura de Isabella; pálida, nívea como la nieve, el cabello todo alborotado y ondulado que se había teñido de negro azulado caía como agua en una fuente hasta llegar a su cintura, sus labios hinchados y rojos llamaban a la seducción y al placer, sus ojos azules estaban dirigidos a sus manos que contaban y contaban billetes de 100, su torso desnudo era iluminado por las luces de Seattle, terminó de contar los billetes, los acomodó y los amarró con una liguita rosa con una pequeña Hello Kitty que traía en el cabello miró con ,melancolía las luces de la ciudad y se acostó intentando dormir aunque ya se notaba el color rojizo del amanecer, ese sería una día pesado.
Esa misma noche Isabella bajaba las escaleras de un elegante restaurante, se veía hermosa con su vestido negro ajustado y una sonrisa coqueta, se encontraba esperando a alguien cuando a lo lejos divisó dos figuras, un joven guapo con el cabello cobrizo y alborotado y la mirada profunda y verde se encontraba mirando hacia la nada mientras una mujer de cabello rubio movía sus manos y gritaba cosas que Bella no podía escuchar “Probablemente es una pareja de novios peleando por alguna infidelidad” pensó Bella –Que gracioso- dijo con una risita continuó viendo la escena cuando notó que la rubia se paraba y se disponía a irse, pero volteó, tomó su vaso de agua y lo aventó hacia la cara del joven, ella salió furiosa y el joven se quedó parado limpiando el desastre, Isabella reía en voz baja cuando sintió una mano en su hombro.
-¿Qué es tan gracioso, querida?- preguntó una voz masculina
–Nada importante, ¿Nos vamos?- preguntó Bella, el hombro asintió con la cabeza, ella tomó su bolso y salió del brazo del sujeto mientras volteó a ver al joven que seguía limpiando la mesa, arrojó el trapo a la mesa frustrado mientras veía el papel ilegible que le había mostrado a la chica que se encontraba con él.
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