En busca de respuestas
Intentando olvidar, todo lo ocurrido hoy en el colegio, entré a la cocina, buscando alguna pastilla somnífera, quería dormir y no pensar en nada más. Mientras buscaba la jarra de agua en la nevera, ví que Renee había colocado una nota plegable.
“Bella, en la nevera dejé tu cena, sólo tienes que calentarla, agradezco que antes de hacer tus tareas, tomes la píldora que no has tocado aún. Con amor, tu madre Renee”
No iba a tomar esa pastilla, tomaría la somnífera y me acostaría, ni siquiera tenía hambre. ¿Cómo engañaría a Renee? Escondería el paquete de píldoras y le diría que las estoy tomando en el colegio, de esa manera no se preocuparía.
Me acosté y al instante caí rendida. Mi sueño fue extraño, desde el punto que tenía muchos días sin soñar, todo era comúnmente totalmente blanco o negro, nada fuera de lo común. Pero éste era un sueño extraño, me encontraba vestida de blanco totalmente, caminando descalza por un pasillo blanco, totalmente iluminado, donde había niebla, y ésta me llegaba a las rodillas. Todo era pacífico, entonces sentí una mano sobre mi hombro, pero no quise voltear, la temperatura de ésta era caliente, pero me sentía bien. Coloqué la mía sobre la de la desconocida mano, y ésta se deslizo hacia atrás rápidamente, como si no quisiera tener contacto con la mía.
“Isabella” dijo una voz masculina. Sonaba como una melodía suave y dulce. Era mágico. Y de pronto todo se convirtió bruscamente en un vacio negro.
Me levanté bruscamente, estaba bañada en sudor. Tenía fiebre y era de noche, hacía un frío macabro, el cielo estaba nublado completamente. Fui directamente al baño, las náuseas me tenían harta. Obviamente no iba a vomitar nada, porque no había comido. Ya el estómago me rugía, pidiendo comida. Bajé precipitadamente las escaleras en busca de alimentos, abrí la nevera recordando que mi madre me había dejado mi cena allí. Unos vegetales gratinados.
Mi dieta había cambiado asquerosamente, repugnaba esa comida, pero no la iba a desperdiciar así que la calenté en el microondas por unos minutos y mientras esperaba, vi mi semblante en el espejo, pareciera que estuviera en estado de coma, lleve mis manos hacia mi cara, rozando suavemente las marcas de mi falta de sueño debajo de mis ojos.
-Bells, ¿Qué haces?-Preguntó Charlie, llegando silenciosamente atrás de mi. Haciendo que me asustara y pegara un salto llevando mis manos a mi pecho, en señal de alivio.
-Charlie, casi me da un ataque, me asustaste.-Le dije respirando aliviada.
-No me gustó tu chiste.-Dijo molesto pero con una mirada triste y aislada.
-Lo siento papá, no quise decirlo en ese sentido. Estoy cenando. Me dio hambre.-Le respondí cambiando de tema, apenada.
-Ah, está bien, si necesitas algo, avísanos. No te acuestes muy tarde, mañana debes ir a la escuela.-Dijo estirándose y dirigiéndose a las escaleras.-Te Quiero Bells.
-Esta bien papá, yo también.
Regresé a la cocina y tomé dos bocados de mi cena, lo demás lo boté a la basura. Se me había quitado el apetito últimamente. Y el sueño también.
Subí a mi cuarto, después de haber “cenado”, y me dispuse a leer un libro, ya que no tenía nada de sueño.
Lo tenía desde hace tres semanas, se titulaba “El valor de la vida”, lo había leído unas dos veces, pero me seguía pareciendo interesante.
Eran las dos de la mañana y debía descansar. Me acosté, dando vueltas en mi cama, se hicieron las tres y fue la última vez que vi el reloj.
El sol del día atravesó mi ventana, lo cual me sorprendió muchísimo. Me había levantado de buen humor, mi semblante había mejorado muchísimo al de la noche anterior. Nada podía ir mal hoy. Comí una taza de cereal rápidamente, quería disfrutar el ambiente al máximo. Me monté en mi camioneta y salí hacia el colegio, al llegar, no había mucha gente, otra buena señal de que sería un buen día.
Nadie me quedó mirando al bajar de la Pick-up, ni al caminar por el pasillo, todo iba perfecto, hasta que…
-Hola, tu eres Bella Swan, ¿Verdad?-Dijo un chico de ojos azules, y cabello claro.-Mucho gusto soy Mike Newton.
-Ah, hola-Respondí secamente al arruinador de mi día perfecto.
-Asi que Bella-Decía mientras me miraba con detenimiento, de arriba abajo. Eso me molestaba.
-Si no te importa, con tu permiso-Le dije apartándome de su vista y sacando el mapa que tenía en mi bolso, el cual estaba totalmente arrugado.
-Creo que necesitas un poco de ayuda. -Yo creo que no. Se exactamente a donde voy, gracias por ofrecerte. -¿Cuál es tu próxima clase?-Preguntó curiosamente, tomando el mapa que llevaba en mis manos. No podía mentirle, se enteraría de todas formas.
-Me toca Matemática.-Dije sin ánimos.
-¿De verdad? Hoy es tu día de suerte, también tengo esa clase. ¿Te acompaño hasta allá?
Si le decía que no, igual me seguiría.
-Como quieras.
Al llegar al aula, fui con el profesor a notificar mi llegada a la escuela. Mientras lo hacía, Mike Newton estaba rodeado de chicos que hablaban con voz baja, algunos señalaban hacia mí y Mike me veía como si yo fuera algún premio que él hubiera ganado, con una sonrisa en su cara, me saludó a lo lejos. Le respondí con una media sonrisa.
Me senté alejado de su grupo de amigos y pude percatarme como del otro lado estaba también un grupo de chicas que me miraban no de muy buena forma y susurraban entre ellas sin apartar sus vistas de mí, sus miradas eran opuestas a la de los chicos, eran despiadadas, con odio. De verdad traté de no arruinarme el día y no presté atención.
El profesor Carter, explicaba bien la clase, pero igual al día anterior, ya había visto eso en Phoenix. Así que enfoque mi mirada en la ventana. El sol brillaba fuertemente y el pasto se veía más verde de lo normal, era hermoso.
-Ayer estuve en la clase de deporte y vi cuando entraste.-Dijo Mike incorporándose a la silla de al lado y hablando en susurros-Pero te fuiste. Vi cuando le entregaste algo al profesor, pero ¿Era una recomendación médica?
-Más… Más o menos, en realidad tengo problemas… en el tobillo y no puedo hacer ninguna actividad física.-Respondí nerviosamente.
-Pero si tú caminas, y te ves normal.-Me dijo sospechando, con una expresión de duda en su frente.
-Es diferente, es cuando… no puedo hacer muchas actividades físicas.
-Ah, ya entiendo.-Dijo aun dudoso.-Bueno es una pena que tengas que abandonar la clase de deporte, ahora pasaremos menos tiempo juntos.
Había pasado la raya de mi tolerancia.
-Disculpa Mike, estoy intentando poner atención, podrías dejarme sola. Le dije firmemente.-Gracias-Y me volteé hacia el pizarrón.
-Si, eso… pensé.
Pude oír a los chicos burlándose de él. Mordí mis labios tratando de que no se me escapara la risa.
Al terminar la clase, pasé el resto del día suspirando fuera del colegio, pero no podía sacar de mi cabeza la imagen de aquel chico, el de la clase de biología, el de la belleza inhumana, todavía podía sentir su mirada, como si me atravesara. Pero no lo veía por ningún lado. Y tampoco resaltaba el flamante Volvo plateado del estacionamiento del colegio, así que pude suponer que pertenecía a él.
Pasó el día rápido, y llegué a mi casa, con un deseo mental, que de verdad no deseaba, que fuera mañana, para volver a ver al chico. Pero era inútil, el día era perfecto, soleado, cómo siempre lo hubiera deseado desde que llegué a Forks.
Aún tenía que preguntarle si tenía algún problema conmigo.
Estaba cambiándome de ropa cuando escuché la puerta abajo. Renee aún no llegaba y Charlie tampoco. Bajé cuidadosamente, porque ya había tenido experiencias anteriores con mi torpe historial de caídas, no tenía mucha suerte que digamos, así que debía ser precavida. Abrí la puerta sin saber quién era. Un chico moreno, cabello largo y oscuro, sonriendo. ¿Quién era él? ¿A qué venía a mi casa?
-Tú debes ser Isabella-Dijo el desconocido, dándome una gran sonrisa de alegría. Ya me estaba hartando de escuchar la misma frase.-Mucho gusto soy Jacob Black.-Dijo ofreciendo su mano, esperando a que yo pudiera reconocerlo, cosa que era imposible, ya que era primera vez que lo veía y primera vez que escuchaba su nombre.
Amablemente le di mi mano, sonriéndole de vuelta.
-Prefiero que me llames Bella.
-Entonces, Bella, ¿Aún no descubres quién soy?-Preguntó divertidamente.
Me ruboricé al tener que responderle.
-Sinceramente, no lo sé.
-Soy el hijo de Billy Black, el amigo de tu padre, el que le vendió la Pick-up.
-Ah, disculpa, no sabía…-Dije haciendo muecas con mis manos, tratando de explicarle.
-No te preocupes, vine a conocerte para que supieras que si tienes algún problema con la camioneta, sólo avísame.
-No, en verdad funciona perfectamente. Gracias de todas formas.
-Bueno… creo que mejor me voy.-Dijo con pena.
-Si quieres quedarte, entra.-Le invité a pasar, al fin y al cabo, ya me había caído bien.
Pasamos toda la tarde hablando sobre nosotros, nuestros intereses, Jake es un buen chico, es muy simpático, y me caía bien, cosa que es difícil para muchas personas. Hablamos de muchas cosas.
-Bells, llegué.-Dijo Charlie entrando, y colocando sus cosas en el mesón de la entrada.
Al acercarse a la sala, se sorprendió, pero de buena forma, al parecer le caía bien la idea de que socializara y más con el hijo de uno de sus mejores amigos.
-Jacob, has cambiado muchísimo. Veo que ya conociste a Bells.-Le dijo mi padre a Jake, dándole un fuerte abrazo y una palmada en la espalda. Mientras Jacob sonreía hacia mí.
Más tarde llego Renee y cenamos juntos. Jacob pasó toda la noche con nosotros y después que se despidió, prometió que iría a visitarme pronto.
Estaba realmente cansada y pude descansar toda la noche.
El día siguiente fue lluvioso. Lo veía venir, se había acabado mi día perfecto. “Casi” perfecto. Me levanté bruscamente de la cama, al ver la hora, me vestí rápidamente, y comí una barra de cereal, con un jugo de naranja. Ya debía acostumbrarme al clima. Las carreras en la mañana no me parecían muy buena idea.
Mis ojos volaban alrededor del estacionamiento en busca de un puesto, ¿o del Volvo plateado? Me estacioné en el primero a mi vista y me bajé rápidamente. Ya me había estudiado el mapa, pero estaba organizando mis cuadernos mientras caminaba, error. Me tropecé fuertemente contra el hombro de una chica, ante el impacto mis cuadernos cayeron al piso, total desastre.
-Mira hacia donde caminas-Dijo la chica de belleza incomparable, cabello rubio, tez blanca, facciones perfectas. Se parecía mucho a… él. Estaba al lado de ella, mirándome desde arriba, mientras yo recogía mis libros del suelo.
-Lo… Siento tanto.-Tartamudeé con pena.
-Si, lo que sea.-Dijo la chica, siguiendo el paso de dos chicos y una chica, todos con el mismo tono de piel, el mismo color de ojos y con la absoluta belleza. Todos eran perfectos. Desvié mi mirada del grupo y seguí recogiendo, cuando vi las manos de alguien que trataba de ayudarme. Un chico.
-Disculpa a mi hermana, hoy tiene un temperamento fuerte.-Escuche la voz de mi sueño. “Isabella”. Subí la mirada y me encontré con sus ojos, color dorado, no era exactamente el que tenía en mi mente, ¿Habían cambiado? Era él. Su cara era tan perfecta. Me dio una sonrisa con su cara a pocos centímetros de la mía.
-No… No…No te preocupes-Las palabras no salían, se me hizo un nudo en la garganta.
-Te acompaño. Toma mi mano.-Dijo él ofreciéndome su mano, para levantarme del suelo.
-Claro, gra…gracias.-Dije con tono nervioso.-Ya estoy por entrar a clases.
Quedé atónita unos cuantos segundos, estaba en medio del pasillo, muy cerca de él.
-¿Te puedo hacer una pregunta?-Le dije mirando al suelo y jugueteando de forma nerviosa con mi cabello.
-Claro.-Su voz era una melodía.
-¿Por qué hoy decidiste tratarme bien? Es que… el primer día, me mirabas de una forma diferente, como si me odiaras, y en realidad yo ni te conozco, me he estado preguntando esto desde el primer día…
-No, de seguro estaba molesto por otra cosa-Me interrumpió rápidamente.-No tengo nada contra ti, tu misma lo has dicho, apenas te conozco.-Susurró, dándome una media sonrisa encantadora.
-Es que, jamás me habían visto de esa forma.
-Discúlpame, no fue mi intención. Tenía muchas cosas en mi cabeza ese día. Ya llegamos a tu aula.
-Ah, que mal… -Dije involuntariamente. Me ruboricé al instante.-Es decir, ya tengo que ver clases.-Reí nerviosamente.
-Si, me imagino. Bueno, un placer conocerte Bella.
¿Cómo sabia mi nombre? Ah, ya lo recordaba, era “famosa”.
-Tu… Sabes mi nombre, pero yo no sé el tuyo.-Le dije curiosamente.
-Soy Edward Cullen.-Al instante volvió a sonreír a medias y sentí que me derretía en la entrada del aula.
-Ah, Edward. Gracias por tu ayuda.-Alcancé a decir.
-Cuando quieras...
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