Tus Imperfecciones Mi Perfección (+18)

Autor: AliceJoziCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/11/2010
Fecha Actualización: 30/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 47
Comentarios: 81
Visitas: 148320
Capítulos: 26

FIC FINALIZADO!!

"Edward Cullen creyó tener una vida perfecta a sus 25 años. La llegada de una nueva persona a su hogar, le demuestra que la perfección no está en lo externo y lo hace replantearse todo su entorno y defender lo que nunca creyó posible; la belleza interna"

Antes de continuar quiero aclara que este fic no es mio, en teoria ,sino de PAM3.C.S con la cual me he comunicado y cuento con su total autorizacion, espero que lo disfruten igual que yo ¡Comenten y voten plis!

Bueno chikas me alegraaa q les aia gustadoo este fickk enserio no tienen ni ideaaa i bueno nada maz me keda dezirles q grax x los votos i toodoo :) si kieren leer otros ficks q bueno estoi escribiendo aka les doi los nombres i los link:

- PASIONES PROHIBIDAS (+18)

- LA SEGUNDA OPORTUNIDAD DE BREE

- MUNDOS DIFERENTES... UN MISMO SENTIMIENTO

Si kieren pueden pasarse por mi blog: www.alicejozicullen-fanfiction.blogspot.com

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Capítulo 10:

Be.-

...

Si alguien me hubiera dicho el vuelco que daría mi relación con Edward. La hubiera tachado de demente. Ni en mis más remotos sueños, me hubiera imaginado cocinando en varias oportunidades con él, haciendo deberes mínimos en casa, trabajando en labores de mi universidad…donde él se había ofrecido a prestarme la ayuda que pudiera brindarme ¡Era increíble! Estas dos semanas habían sido, por decirlo de alguna manera, mágicas. Como si una barita mágica, hubiera posado su hechizo entre nosotros.

Sabía por Alice, que Tanya no volvería en el mes y medio que se suponía duraría su estadía en Europa. Las razones, eran que otra modelo se había descompuesto y ella la reemplazaría. Pero también, a raíz que Alice no quería tenerla de vuelta todavía, decía que sería capaz de asesinarla si la tenía a diez metros de su nariz.

Entre ella y Edward, las cosas aun seguían pendiendo de un hilo. No habían vuelto a hablar, desde la visita que ella me había confiado, le había hecho su hermano. Entendía además, que no estaba al tanto de la anulación que Edward había llevado a cabo, sobre su empresa. Y aunque me moría por ganas de gritárselo, para que volviera a ser la misma de antes y ellos limaran sus asperezas…esperaba que la confesión fuese hecha en un diálogo mutuo entre ellos.

Dejé mis libros de lado, cuando hubo un llamado a mi puerta. Sabía quien era, pero no me esperé ver la imagen frente a mí. De pié fuera de mi puerta, estaba Edward, quien sostenía en sus manos un enorme ramo de rosas blancas.

- ¿Y esto?.- pregunté atónita y sintiendo innumerables cosquilleos en mi vientre

- Son para ti.- las extendió. Una sonrisa se posó en mis labios.- Alguien las envió.- me miró de soslayo. Al parecer el cambio en mi expresión, lo alertó

- ¿Alguien?.- repetí tomándolas

- Vino un chico a dejarlas. Me indicó que eran para la señorita Isabella Swan. Así que son para ti.- explicó

Tomé la tarjeta que venía entre ellas. La desdoblé y leí el mensaje

...

"Hace unas noches, nuestro baile quedó interrumpido.

Salgamos esta noche. Sé que los certámenes han terminado…

así que… ¿Qué dices? Un beso"

Demetri V.

...

Releí el mensaje al menos unas tres veces. Me sentí tonta ¿Acaso esperaba que…? Sacudí mi cabeza para despejar mis pensamientos y miré de reojo a Edward, que aun seguía de pié en el umbral de la puerta. Le sonreí por fuerza mayor y me dirigí a dejarlas sobre mi mesa ¿Qué era lo que me pasaba? Debería estar contenta ¿No? Pero la verdad era que, sin entender el motivo…tenía la esperanza que fuera otra perdona ¡Insólito! Yo no tenía sentimientos por él. Entonces ¿Por qué creí…? ¡Ah! Dejé de pensar y me voltee hacia Edward nuevamente.

- ¿Algún admirador secreto?.- inquirió con una sonrisa algo extraña. La dejé seguir, al parecer estaba imaginando demasiadas cosas hoy en día

- No. Es un admirador conocido.- sonreí.- En realidad es el hermano de una compañera. Nos encontramos hace unas semanas en un local. Y ahora me invita a salir.- no ahondé en el día en concreto de ese hecho

- Veo.- hizo una extraña mueca, pero la desechó de inmediato por una muy forzada sonrisa.- Entonces, supongo que iré yo solamente donde Jacob esta noche

Golpee mi frente, al recordar que Jacob y Leah, nos habían enviado una invitación. Con el fin de poder conocer su casa, de una vez por todas. Luego que, su invitación de hacia tiempo, aun no podía concretarse

- ¡No! Puedo salir con Demetri otro día.- movió su mano para detener mi verbosidad

- No te preocupes Isabella.- me guiñó.- Aprovecha la noche. Yo veré un rato TV y luego iré. Los chicos entenderán

Su móvil interrumpió mi arremetida ¡Quería ir! Se despidió con la mano y salió de mi habitación. Me quedé ahí de pié, pensando que hacer. Y sobre todo pensando en qué era lo que estaba ocurriendo conmigo. Me dejé caer en la silla y observé detenidamente el ramo de rosas ¡Era hermoso! Pero no estaba interesada en ser una más en la lista de Demetri. Jane, su misma hermana, me había advertido todos estos días. Puesto que él, había estado demasiado insistente, en conseguir mi número telefónico. Hasta que hacía unos días me había abordado en el estacionamiento. Y desde ese día, sus mensajes eran infaltables diariamente y a cada tanto.

Por otro lado, no podía negar que me sentía bien con esos constantes mensajes o muestras como éstas. Él podría estar con cualquier otra chica, y sin embargo, estaba invirtiendo tiempo en mí. En alguien que no podía pararse a competir con algunas de las conquistas que había tenido la ocasión de conocer, debido a las indicaciones de Jane.

Tomé mi móvil y me decidí. Borraría cualquier sentimiento extraño que estuviera albergando mi cabeza y cuerpo. Y me dispondría a vivir lo que me estaba ofreciendo el destino. Así que acepté sin meditar mucho mi respuesta, a la petición de Demetri.

- ¿Irás donde tus amigos?.- pregunté a Edward antes de salir

- Aún no lo sé.- estaba sentado en el brazo del sofá.- Quizás salga por ahí.-

Iba a replantear mi salida en voz alta. Pues ya lo había hecho en mi cabeza, pero la puerta anunció la inevitable a esta altura, salida con mi acompañante. Edward se quedó sentado, lo noté un tanto incómodo. Me quedé observándolo más tiempo del debido, ganándome un sobresalto, cuando el tamborileo y al mismo tiempo el timbre, resonaron en la silenciosa casa.

- Hola.- saludé a Demetri. Se miraba realmente guapo, en su camisa azul cielo y pantalones oscuros

- Hola. Estás guapísima.- añadió. Sonreí, aunque la verdad era que mis ánimos no habían sido los mejores para arreglarme. Así que me sentía casi normal

- Gracias.- me giré en dirección a Edward para despedirme. Mi boca se secó y odié las reacciones estúpidas que estaba teniendo. Estaba serio y pendiente de mi lugar

- ¿Nos vamos?.- interrumpió mis cavilaciones la voz de Demetri. Asentí y me adentré en busca de mis pertenencias

- Vuelvo temprano.- expuse ante la estatua delante de mí.- Dale mis saludos a los demás

- Cuídate.- fue su despedida. Asentí y cuando iba a salir, volvió a llamar mi atención.- ¿Tienes mi número?.- miré como su vista iba de mi a Demetri

- Lo tengo.- afirmé

- Llámame… si… necesitas… algo.- susurró con un balbuceo no común en él

Y como era de esperarse…esas extrañas contracciones, no se hicieron esperar en mi atolondrado estómago ¡Por Dios! ¡Que no fuera lo que creía! ¡Debía convencerme a mí misma de no confundir las cosas! Debía hacerlo…

...

- ¿Te gusta el lugar?.- miré a Demetri sin entender muy bien

- Si.- respondí monótonamente. Observé por la ventanilla del auto y me congelé.

No estábamos, como creí que sería, en un local bailable o un lugar donde tomar algo. Mi vista, me mostraba una pequeña cabaña. Al mirar alrededor, para aumentar mi terror, no se veía ninguna casa u otra similar... Una mano, en mi campo de visión, me hizo regresar mis pies a la tierra. Demetri me observaba con una sonrisa cálida, extendiendo una mano hacia mí para decender de su auto. Quise por un minuto, parecer una niña berrinchuda y aferrarme con dientes y uñas al asiento. Pero debía actuar acorde a mi edad. Además, no podía enjuiciar de buenas a primeras.

- Es la casa de un amigo.- explicó cuando nos dirigíamos a la entrada.- Espero no te moleste haber venido acá…- dejó inconclusa la frase

- No. Para nada.- mentí.- Sólo. No puedo quedarme mucho tiempo.- me apresuré a buscar una salida rápida

- No te estreses con los estudios, mujer.- pasó un brazo por mis hombros y me guió a la entrada.- Esta noche es para disfrutar

Ingresamos a la cabaña. Era un lugar acogedor. Pero a cada paso que daba, parecía como si estuviera avanzando a mi sentencia de muerte. Mi estómago dolía, por los nervios que me producía esta situación. Sin contar que, sentía como si las piernas y cabeza me fueran a estallar.

- Toma.- me tendió una copa, con lo que percibí como champagne. Iba a negarme, cuando él me interrumpió.- Es para celebrar. Y para que te relajes, te noto tensa

- No bebo.- me excusé. Dirigí mi mano hacia la mesa para dejar la copa en ese lugar, pero él delicadamente lo impidió

- Isabella.- susurró lento.- Sólo una ¿Si? Nos ayudará a ambos a relajarnos.- quise rodar mis ojos. Su nerviosismo, al parecer sabía ocultarlo bien

- Ok.- terminé por aceptar, menos convencida cada vez

Al momento de querer tomar asiento, fue cuando quise colapsar súbitamente. El único lugar donde podía hacerlo, era una enorme cama que descansaba en el centro de la habitación. Tontamente había creído que tras una puerta frente a mí, estaba una sala de estar o algo similar. Claramente, no había otra pieza más que la cual estábamos ocupando…

- ¿Y quién era el señor en tu casa? ¿Era el mismo de la otra vez?.- odié cuando se refirió a Edward como señor, pero me lo reservé, al menos la forma en la que quería haberlo corregido

- No es un señor. Se llama Edward y sí, es el mismo

- ¿Alguna razón para que haya estado tan serio cuando salíamos?.- otra vez ese mismo cosquilleo en mi estómago. Quise golpearme en el mismo

- Sólo… es la primera vez que salgo estando en su casa. Estoy… digamos que bajo su cuidado. Se sentirá responsable…- me encogí de hombros luego de mi explicación

- Al parecer, se lo toma muy en serio.- no respondí.- Aunque no lo culpo.- tomó una de mis manos en las suyas.- Yo también cuidaría de alguien como tú con todo lo que pudiera

No me atreví a mirarlo a los ojos. Sus palabras, no eran muy diferentes a las que me dirigía en sus mensajes, durantes estos días. Sin embargo, algo había hoy, que no me sonaban y tampoco surtían el mismo efecto en mí. Hoy, me parecían falsas. Tenían una cuota de ser repetidas y poco convincentes. Se me asemejaban a discurso ensayado…

Al no responder nada, él cambió el rumbo de la conversación y por primera vez en la noche, pude respirar aliviada y con naturalidad. Nuestros temas, pasaron en referencia a la Universidad, fiestas y personas que me nombraba, que yo no recordaba haber oído en mi vida. Mentiría si dijera que era la mejor salida de mi vida. La realidad, era que cada tema que implantaba y que se explayaba hablando, era cada vez de menos interesante para mí. No obstante, cualquier cosa era mejor, antes de sus galanteos y cercanías extremas

Pero, era muy temprano para cantar victoria. O al menos eso me parecieron las dos horas que lo escuché parlotear…

- Bella.- tomó mi mentón y lo guió en su dirección.- Tu me gustas.- un escalofrío recorrió mi cuerpo. Pero no de emoción o nervios; sino más bien, de aprensión

- Demetri…- puso un dedo sobre mis labios

- ¡Sht! No digas nada Bella. Sé que no te soy indiferente tampoco.- se acercó a mi y comenzó a rozar su nariz con mi mejilla y cuello

- N-no puedes asegurar eso.- titubee, más no por sentirme bien. A cada segundo su cercanía me ponía más incómoda

Sentí su hálito muy cerca de mis labios y entre todo mi aturdimiento, me levanté velozmente de la cama y me acerqué a la puerta, poniendo un gran trecho entre él y yo.

- ¿Qué pasa?.- se levantó y su disposición se me equiparó a un felino acechando a su presa

- No creo que esto sea lo mejor.- expliqué

- ¿Qué no es lo mejor preciosa?.- de un momento a otro lo tuve delante de mi cuerpo. Posó sus manos en mi cintura y me atrajo hacia él

- Demetri…- intenté separarme, pero afianzó su agarre contra mí

- Escúchame.- susurró cerca de mi oído.- No haremos nada que no quieras.- hablaba en voz baja.- No pasaré tus límites. Mírame.- tomó mi cara con una de sus manos y la otra la dejó en mi cintura.- Hay dos opciones. Tu decides cual.- quise preguntar la estupidez de cuales eran, pero el se adelantó.- Esta noche puede pasar todo, siempre y cuando tu y yo queramos. O podemos llegar hasta donde tú te sientas cómoda. Lo aceptaré

- Al parecer… tu hermana no estaba muy errada sobre tus descripciones.- me las arreglé para decir segura

- No.- me rebatió.- Yo no me acuesto con cualquiera.- siguió.- Sólo con las mujeres que me gustan. Y tu eres ella

- Yo no me voy acostar contigo.- declaré inmutable

- Por eso te he dicho. Llegaremos hasta donde quieras.- rozó sus labios con los míos y voltee mi cara

- No quiero llegar a ningún lugar. Quiero irme a casa.- esta vez no me importó quedar como una asustadiza chiquita

- Lo siento ¡Lo siento!.- se alejó y me miró arrepentido. Lástima que ya no creía en esas caras de niño bueno

.

Junté todas mis fuerzas para no bufar con incredulidad y rodar mis ojos por su actuación. Realmente estaba para el premio Oscar. Se alejó lo suficiente para volver a sentarse sobre la cama, tomando su cabeza entre sus manos y jalando su cabello. Yo estaba en el mismo lugar, pensando mis opciones con detenimiento. Cada tanto me miraba, ofreciendo su mejor rostro de pesadumbre. Una que estaba segura, no sentía en la más mínima parte, de haber sido así… a este momento hubiéramos estado camino de regreso.

Tomé mi móvil y me dispuse a buscar el nombre de Edward en mi agenda telefónica. No sabía muy bien donde estabamos, pero eso era lo de menos. Cuando su nombre apareció en mi pantalla, la misma cosquilla extraña se hizo presente e inconcientemente lo comparé con las sensaciones poco antes experimentadas con Demetri, y no pude más que cerrar mis ojos con fuerza y reprenderme mentalmente.

Estaba a sólo un movimiento de discar su número, cuando una mano tomó la mía e impidió mi acción. Me abrazó, enterrando su cara en la espesura de mi cabello.

- ¿Qué haces?... Lo siento Bella.- volvió a repetir.- Pierdo el rumbo teniéndote cerca.- bufé bajito

- Voy a llamar a Edward para que venga por mi.- intenté zafarme, sin éxito

- No te vayas.- pasó sus manos por mis brazos y las situó a cada lado de mi rostro.- Yo te llevaré. Sólo… quédate un momento más

- Demetri…- sus labios se posaron en los míos, en forma demandante

Intenté alejar sus brazos de mi entorno, pero la fuerza con la que me tenía, impedía cualquier movimiento de mi cuerpo. Sellé mis labios, para no responder el beso. Pero presionaba cada vez más, con sus dientes incluidos. Comencé a retroceder a la par de él, y de pronto me vi atrapada entre su cuerpo y la pared…

Quise liberarme, dándome vuelta un tanto brusca… En un movimiento que no controlamos ni él, ni yo… sentí una fría mano bajo mi ropa, en exposición directa con mi piel y me paralicé. Al tiempo que mi acompañante quedaba en el mismo estado de conmoción que yo. Quité su mano en forma abrupta y me deslicé por su costado, hacia el otro lado de la cabaña.

- Bella. Yo…- lo corté

- ¿Puedes irme a dejar? O llamo a Edward para que venga por mí.- dije tajante

- Yo…yo iré…- supe que quería decir algo más. Así que antes que de sus labios brotara alguna otra estupidez. Abrí la puerta y salí a esperarlo fuera

Al llegar esa noche a casa me desmoroné. Hacía mucho tiempo que mis marcas no eran tema de aflicción para mí. Pero rememorar la cara de terror que había puesto Demetri al tacto de ellas, y el rechazo instantáneo que profirió, me habían dejado un sabor amargo. No era el hecho que fuera él, era la realidad que me azotaba sin mesura. A pesar de sentir regocijo de tenerlas, por tener a mi padre conmigo…hoy, me sentía diferente.

Habían pasado dos días desde esa noche. Y por arte de magia, los mensajes y llamadas habían terminado de un segundo a otro. Jane no se había referido al tema, si bien yo no le había contado nada de mi salida con su hermano. Estaba segura que ella conocía algunos detalles, más no realizó ningún comentario.

Estacioné fuera del edificio de Alice y me adentré en el mismo. Había recibido una llamada de ella, para que me acercara hasta su empresa. Toqué su puerta y escuché un pase desde dentro

- Hola Bella.- saludó como siempre. Al parecer estaba cada día recuperando su alegría

- Hola Alice.- me acerqué a ella y comencé a hacerle mimos a Montse

- ¿Y…? ¿Cómo te ha ido?.- la observé al hacerme esa pregunta, tenía una sonrisa maliciosa en sus labios

- Bien…- me encogí de hombros y fruncí mi entrecejo por la mirada escrutadora que me estaba brindando

- Aham.- dijo no muy convencida.- ¿Y la otra noche…te la pasaste bien?.- ahora rió abiertamente

- Eso es tema pasado.- volví a encogerme de hombros, cortando abruptamente con su risa.- ¿Cómo te enteraste de eso?.- acucié sorprendida. Yo no había mencionado nada.

- Jasper fue esa noche donde Jacob y preguntó por ti.- explicó.- ¿Qué quieres decir con eso de pasado?

- Al parecer…los hombres no reciben un no por respuesta.- fui escueta en contestar, no queriendo escudriñar en los hechos pasados

- Bella.- tomó mi mano y me sonrió.- Cuando necesites hablar con alguien. Puedes confiar en mí.- agradecí su gesto.- Nunca tuve una hermana, y tu eres lo más próximo a ella

- Gracias Alice.- dije sinceramente.- Lo tendré en cuenta

- Me alegro.- se puso de pié y rebuscó entre sus cajones. Tomó unos papeles y se acercó nuevamente.- Recuerdo haber conversado contigo sobre tu gusto por el piano.- rememoró.- Así que…toma.- me extendió los papeles, que al parecer eran invitaciones

- ¿Qué es esto?.- cuestioné

- Jasper y yo estamos invitados a la inauguración de un centro de beneficencia que mi padre patrocina.- explicó, dejándome sorprendida.- Nosotros, no podemos ir como verás.- indicó a Montse.- Habrá un gran espectáculo con la presentación de una orquesta de niños que son beneficiados. Y pensé en ti

- Muchas gracias Alice, pero…-

- No.- me interrumpió.- No acepto un no por respuesta.- zanjó.- Son dos invitaciones, así que puedes invitar a quien estimes conveniente

Volvió a ponerse de pié y trajo con ella un hermoso vestido negro. Elegante y costoso, por lo que podía ver. Junto a él, venía un par de zapatos del mismo tono y una especie de chal, que combinaba a la perfección y le daba un toque mucho más elegante. Caí en cuenta que el talle del vestido era demasiado exagerado para ser usado por ella, así que me paré de un salto y comencé a negar frenéticamente.

- No voy a ponerme eso Alice. Además no tengo con quien ir y no tengo ánimos de salir.- rebusqué todas las excusas posibles, pero Alice me miraba sonriente

- ¡Oh, si! ¡Claro que irás! Y por supuesto que lo usarás. Es un regalo, y como bien nos han enseñado nuestros padres. Los regalos no se desprecian, es de mala educación.- la miré entrecerrando mis ojos en forma amenazante, pero desistí al ver su cara

- Alice…- intenté protestar nuevamente, pero su mirada me hizo callar mi repertorio

- Bella. Por favor ¿Si? Irás en representación mía ¿Por favor?.- ahora entendía por qué Jasper nunca podía decirle que no a su esposa

- Está bien.- en cuanto mis palabras salieron de mi boca, vi un borrón cruzar el despacho y abalanzarse contra mí. Agradecía el que Montse haya estado en la cuna disùesta para ella, en la oficina

Comenzó un largo y extendido discurso sobre maquillaje, peluquería, posturas y no sé cuanta cosa más. No había pasado ni una hora y ya estaba totalmente arrepentida. Tomé mis cosas y me dispuse a irme. Cuando la voz de Alice, me detuvo nuevamente

- ¿Bella?.-

- Dime.- dije distraída tratando de tomar todas las cosas en mis manos

- ¿La perra no ha llamado?.- sonreí por el apodo. Sabía de quien hablaba

- Nop.- remarqué la P.- Y si lo ha hecho, no lo sé. Edward estranguló por así decirlo, el teléfono de casa la última vez que llamó allí

- ¡Ahh!.- dio un gran suspiro.- Espero que mi hermano esté por fin entrando en camino nuevamente

- Creo que sí.- afirmé.- Está totalmente cambiado. O al menos eso aparenta y si es así, lo hace bien. Sé que quizás aun le duele la traición de ella. De hecho tiene que ser así, mal que mal estaba…está enamorado. Pero…se ve como si fuera el de antes. No lo conocí, pero creo que esa es la persona de la que todos me han hablado.- solté sin respirar. Dándome cuenta de todo lo que había dicho, una vez terminado mi relato

- Me alegro.- acentuó Alice. Y percibí una nota perspicaz en su aseveración. Era tiempo de salir

- Claro. Yo también.- sentía mi cara arder y no ayudaba que Alice me mirara tan fijamente.- B-bueno…me voy. Nos vemos Alice y gracias por todo

- Claro.- sonrió pícaramente.- Y…Bella.- la miré dándole a entender que prosiguiera.- A… mi hermano le haría bien salir.- mi cara estaba a reventar y mi estómago se estrujaba por todos lados.- Además… adora el piano y los conciertos.- añadió como quien no quiere la cosa ¡Uf! Momento de huída

Durante el trayecto a casa, no pude evitar pensar en todas las cosas que había dicho Alice. Si bien no eran muchas, eran bastante elocuentes. Ella estaba tratando de incitarme a invitar a Edward. De sólo pensarlo, las cosquillas hacían su no muy grata aparición, de un tiempo a esta parte.

Al traspasar la puerta de entrada. Mis sentidos me alertaron que el dueño de mis pensamientos estos últimos minutos, se encontraba en casa. Dejé todas las bolsas y cosas que Alice me había dado y miré las entradas por última vez. Lo sentía mucho, pero no iría. Para empezar, no creía que a Jane, Christian o Dan le interesaran esas cosas. Y ahí se me terminaba mi lista de posibles acompañantes… Bueno, casi…pero a Edward no le diría ni amarrada una sola palabra con tono de invitación, es más, ni lo mencionaría. Las tiré en la mesa del difunto teléfono y me dirigí a la cocina

- Hola.- estaba sentado leyendo unas cosas

- Hola Bella.- sí, ahora me llamaba Bella ¡ironías de la vida!

Sonreí. El siguió en sus labores y yo me removí incómoda por el espacio. Tomé un vaso de agua sin necesitarlo. O quizás sí, pues mi boca se había secado de pronto. Me voltee, apoyándome en el mueble del lavavajillas. Mi vista se enfocó en el hombre totalmente inmerso en los papeles en sus manos. No pude dejar de maravillarme con ese verde intenso que desprendían sus ojos, ese cabello sedoso y de ese tono tan extraño… Su perfecto rostro, cuerpo…y… ¡¿Qué estoy haciendo?

- ¿Bella?.- moví mi cabeza en automático hacia él. Gracias a Dios, en mi desvarío, mi mirada se había quedado perdida en otro punto.- ¿Te pasa algo?

- ¡No!.- casi grité.- No, no. Sólo estaba pensando en la universidad.- mentí

- En la universidad ¿O…en…alguien de la universidad?.- inquirió elevando sus cejas, pero sin la sonrisa sincera

- En trabajos.- comencé a moverme. Y decidí subir a mi cuarto ¡Era lo mejor!.- Permiso.- me excusé para pasar

Tomé las cosas, nuevamente haciendo malabares con todo lo que Alice me había dado. No reparé en la presencia de Edward a mis espaldas, hasta que mi zapato se enredó en una de las bolsas y me fui de bruces al piso…pero no alcancé a tocarlo. Unos brazos con un calor abrazador, tomaron uno mío y el otro se enredó en mi cintura por al espalda. Los espasmos en mi cuerpo no se hicieron esperar, sobre todo al absorber el aroma embriagador que expelía mi salvador, de una caída segura

- ¿Estás bien?.- su aliento chocó con mi rostro. En un movimiento inconciente elevé mi mirada y estuve a pocos metros de ese rostro que había estado admirando absorta hacia unos minutos.- ¿Bella?.- volvió a hablar y me sentí desfallecer, al darme cuenta que su presencia, su aroma y todo de él, estaba causando estragos en mi

- S-si. S-solo me enredé a-aquí.- señalé las bolsas y me apresuré a erguirme

- ¿Y todo esto?.- consultó divertido

- Es…Alice. Ella me lo dio.- contesté en forma rápida. Quería salir de aquí ¡Ya!

- ¿Qué es esto?.- seguí su mirada y me di cuenta que eran las entradas las que habían llamado su atención

- Son…unas invitaciones para la inauguración de un centro benéfico. Creo que tu padre es patrocinador de él.-

- ¡Oh! Claro.- respondió leyendo con detenimiento.- ¿Irás?.- enarcó una ceja escéptico. Me irritó su actitud ¿Acaso creía que por ser de pueblo no apreciaba las orquestas? ¿Acaso no podía apreciar la belleza de la música de salón?

- Por supuesto que iré. Alice me contó de las maravillosas presentaciones que realizan esas niños en sus instrumentos. No me lo perdería por nada del mundo.- contesté más segura de lo que yo misma me creía. De todas maneras no iría

- ¿De verdad?.- demandó sorprendido

- ¿Qué es lo tan difícil de creer?.- crucé mis brazos bajo mi pecho

- No lo tomes a mal. Es sólo que, eres joven y de por sí, los adolescentes no aprecian o saben sobre esta música.- se encogió de hombros

- Primero que todo, hablas como si fueras un viejo gruñón.- rió de mi comentario.- Segundo, quizás soy un tanto especial y no funciono como el resto de los demás mortales. Me gusta y quiero ir

- ¡Vaya!.- murmuró asombrado.- Te felicito entonces. Veo que tienes un buen gusto.- sonrió con disculpa.- Y…¿A tu amigo del otro día…también le gustan estos eventos?.- la mención de él, hizo bullir la ira…pero me frené

- No sé si le gustará. Y tampoco lo voy averiguar, porque no iré con él.- comencé a tomar nuevamente mis cosas para subir

- ¿Y…?.- se aclaró la garganta.- ¿Con quien irás? Lo digo, porque tienes que escoger bien. No vaya a ser que tu acompañante se duerma en medio de todo.- ambos reímos. Era una posibilidad si invitaba a unos de mis compañeros

- La verdad…es que…no iré.- fruncí mi boca.- A nadie le gusta esto. Y yo no voy a ir sola. Mas que nada lo traje para que Alice no siguiera insistiendo.- rodé mis ojos, a lo que Edward soltó una carcajada

- Entiendo. Sé como puede ser mi hermana algunas veces.- una nota de tristeza cruzó sus palabras.- Bella…Yo…si tu quieres claro.- habló de corrido.- Yo…podría…ocupar…la otra invitación

Lo miré en trance. Con disimulo pasé mi brazo por la espalda y pellizqué una parte de mi piel para saber si esto era real. Aguanté estoica el dolor que me provocó mi acción, para que Edward no notara mi ridiculez. De pronto lo vi pasearse incómodo…caí en cuenta que mi silencio se había extendido por mucho tiempo. Iba a hablar, cuando él me adelantó

- Lo siento Bella. Tu eres libre de invitar a quien quieras y yo no pue-

- ¿De verdad quieres ir conmigo?.- lo corté, arrugué mi frente a lo que más daba

- ¿Tu quieres que te acompañe?.- contrarrestó con otra pregunta

- Yo…¡Sí!.- mi calor se extendió como ráfaga por mi cuello hacia mi rostro. Mi respuesta había sido demasiado alegre.- Es sólo que…

- Que te cuesta creer lo que ves ahora, de lo que viste hace un tiempo atrás.- afirmó con su semblante sombrío

- Yo…- no supe como seguir hablando sin herir susceptibilidades

- Puedes decirme lo que quieras Bella.- agachó su cabeza, a la espera de mi verborrea. La cual nunca llegó

- Mi madre dice que lo pasado está pisado.- me miró y le sonreí.- Así que…¿Iremos a la inauguración?.- me mordí el labio nerviosa y mi color volvió a expandirse, al verlo observar detenidamente ese detalle

- Hora y lugar. Señorita Swan.- hizo una reverencia graciosa hacia mi

- Todo lo encontrará en su invitación. Señor Cullen.- asentí y me giré divertida hacia las escaleras.

Apenas entré al cuarto. Cerré la puerta y me apoyé en ella, llevando una mano hacia mi corazón para sentir como latía ¡Jesús!...

Una sonrisa tonta estuvo pegada durante todo el día siguiente. A las siete de la tarde, se suponía deberíamos ir saliendo. Eran las tres de la tarde y estaba saliendo de un Spa ¿Razón? Alice me había obligado a ir, con al menos, diez llamadas durante la mañana.

Eran las seis y media y mis uñas estaban a kilómetros de mi boca. A cada instante me encontraba con el camino derecho a un desastre de proporciones, me las comería todas y cada una. Me levanté de la silla como por décima vez en menos de cinco minutos. Miré mi reflejo, y no pude evitar sonreír. Mi pelo estaba semi-recogido con mechones sueltos en perfectos bucles en las puntas. Mi vestido azul con encaje en la parte de arriba, lazo bajo el busto de un tono mas oscuro y amplio en la falda. Me mostraba una chica, que si bien estaba lejos de ser perfecta, se mostraba como una casi-princesa. El maquillaje era suave, sólo resaltando mis ojos y labios.

Suspiré por enésima vez. Al menos yo me sentía bien y eso era lo más importante… Aunque, no podía engañarme…estaba nerviosa por lo que pensaría Edward ¿Sería que estaba haciendo el ridículo vestida así? Alcé mi barbilla y me erguí. Yo era fuerte y nada me amedrentaría…

Un toque en mi puerta, me hizo saltar en mi lugar. Inspiré repetidas veces, tomé mi bolsa, chaqueta y abrí la puerta. Estoy segura que mi cara era un poema… Frente a mi, estaba una visión deslumbrante…

Todo con tonalidad negra, resaltaba la palidez de su piel. Y sus ojos parecían brillar con mayor intensidad… Sus ojos, sus ojos hacían el mismo recorrido que los míos. Era como si tuviera un espejo frente a mi, realizando los mismos movimientos que cada músculo y parte de mi cuerpo… De pronto, aclaró su garganta. Sacándome de mi shock, y saliendo el mismo del suyo. Estoy segura que era un espejo, mi rubor también estaba reflejado en él, lo que hizo acentuarse más mi tonalidad…

- Señorita Swan.- salió como un susurro de sus labios

- Señor Cullen.- seguí su juego

Me ofreció su brazo. Lo tomé y caminamos en silencio y lentamente hacia las escaleras. En su auto, antes de subir. Juré que mi corazón se había detenido un par de veces

- Bella.- lo miré en silencio.- E-estas preciosa

Mis amigas mariposas, volvieron a despertar de su letargo. Sonreí y subí al auto, sin poder decir palabra alguna. Dentro del mismo, cerré los ojos y me pregunté mentalmente…

¿Estaba acaso confundiendo las cosas? ¿Era acaso que crecía de a poco en mí, una atracción por Edward? Esperaba que no… Rogaba que mi corazón no estuviera cometiendo ese error, y que sólo fuesen ideas arremolinadas con los nervios de ahora, la sorpresa y agradable relación que llevábamos gracias a su cambio ¡Tenía que ser eso! No podía equivocarme así. No quería sufrir así… Porque eso sería, sólo un sufrimiento

...

Continuará...

Capítulo 9: Capítulo 11:

 
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