Bella Newton???

Autor: Huellas
Género: Drama
Fecha Creación: 25/08/2010
Fecha Actualización: 02/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 32
Comentarios: 151
Visitas: 141794
Capítulos: 33

-No me dejes, Bella. No, no, no. Bella, no me dejes. ¡Isabela Cullen no me puedes dejar! -grité desaforadamente. Todo comienza cuando Edward pierde a Bella en manos de un lobo... pero y si encontraran a Bella siglos después? Y si ella no fuera Bella... y si los lobos y los vampiros no son las unicas figuras mitologicas?? 

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Capítulo 5: Primer encuentro

Primer encuentro.

 

Bella POV

Otra vez el mismo sueño.

Ayer había llegado a Forks, y anoche me acosté pensando en que hoy sería un nuevo día. ¿Pero cómo se supone que empiece un nuevo día con el mismo sueño de la noche pasada? Edward. Edward. Edward.

El nombre se repetía en mi mente una y otra vez, una y otra vez. ¿Pero quién era él? ¿Por qué soñaba tanto con él? Llevaba dos semanas soñando con este hombre, estábamos en un prado en un día soleado, yo me abría paso entre los arbustos para llegar al claro, y él se paraba en medio del sol. Su piel brillaba como diamantes, como pequeños diamantes incrustados en su piel, y yo lo observaba maravillada.

Pero era extraño, porque no era yo. Era mi cuerpo, mi contextura y mis curvas. Era el tono de mi piel, el tono de mi cabello… aunque no era liso, estaba en ondas suaves hasta mi cintura, no hasta mis hombros. Era mi rostro sin duda, pero había algo diferente que no lograba descifrar. De todas maneras era como si yo observara la imagen desde fuera, como si me viera a mi misma allí, con Edward. Edward. ¿Quién rayos era Edward? ¿Y porque me veía tan feliz mirándolo bajo la luz del sol?

Todo eso me lo preguntaba mientras lavaba la losa en el fregadero. Charlie, bueno, mi papá se había ido. Tendría que acostumbrarme, terminaría llamándolo Charlie enfrente de él, y eso lastimaría su autoestima.

Busqué la hora en el reloj encima de la nevera, era tarde. Decidí dejar la losa enjabonada y corrí escaleras arriba, todavía no me peinaba. Tomé la peinilla y la arrojé dentro del bolso, la billetera y el celular. Corrí al baño y me cepillé los dientes.

La mochila y el bolso, y tomé la carpeta, y mientras bajaba me echaba un poco de brillo labial. Cerré atolondradamente la puerta, echando el pestillo y metiendo la llave en el bolsillo izquierdo del jean.

Charlie me había comprado un carro sencillo pero bonito, el carro sonó cuando quité la alarma con un rápido y conciso “bip”. Conduje deprisa, ya había perdido la primera clase, perfecto (nótese el sarcasmo). Para mi comodidad solo había un instituto en Forks, no tenía riesgo de perderme. Aparqué junto un jeep grande, y corrí a la oficina. Abrí la puerta, trastabillando en el umbral mientras alisaba mi cabello después de “peinarme” en el auto. La recepcionista me miró y me sonrió maternalmente.

-Ha llegado tarde, señorita Newton –me dijo.

-Bella, por favor –le sonreí sonrojándome, malditas hormonas en desarrollo, parecía un tomate. Se quedó esperando una excusa, la miré apenada y me encogí de hombros, eso siempre funcionaba –Se me ha hecho tarde, el viaje fue agotador –esas simples palabras bastaron para que se relajara y me sonriera.

Me entregó el horario y un mapa del colegio, revisé el mapa rogando que no tuviera que revisarlo cada clase para ubicarme. Busqué y ubiqué cada clase de mi horario en el mapa, y corrí un poco más hasta Biología.

Respiré profundamente en la entrada de la puerta, respiré profundamente y sin tocarla, abrí. No miré a ninguno de los estudiantes, aunque sabia que todos y cada uno de ellos me estaban mirando a mí. Miré al profesor y sentí cómo mis mejillas se teñían de color. Me acerqué a él y le estiré mi mano derecha, la que no sostenía la carpeta.

-Soy la nueva estudiante, mucho gusto –él me saludó y me dijo que me presentara ante la clase. Bien, mi turno de mostrarles lo que soy. Me volteé y fije mi vista en la pared, alternándola con los dos últimos estudiantes del salón –Hola, mi nombre es Isabela, pero me gusta más Bella. Vengo de Phoenix, espero que no me carguen por ser “la nueva” –hice las comillas en el aire, esperando que se rieran, y así lo hicieron.

Caminé hasta una de las sillas más alejadas del frente, la única vacía. Sentía todas las miradas en mí, y me tropecé nada más que con mis torpes pies. Llegué al puesto y mantuve mi mirada en alto, mirando el tablero. Todas las miradas se voltearon entonces, menos una. Esperé dos segundos, pero nada, seguía mirándome.

Me volteé a mirar al que me observaba, y ¡Oh por Dios! ¡Era él! No, no, esto era una jugarreta de mi imaginación. Fruncí el ceño y volteé la mirada. Bella, relájate, estás pensando mucho en él. Parpadeé un par de veces y lo volví a mirar, me seguía mirando. Con esos ojos dorados, no un momento, eran negros, ¿estaban cambiando de color?

Me froté los ojos, en un intento de despejar mi mente. Coloqué la cabeza sobre la carpeta en la mesa, respiré, tratando de calmarme. Cuando pude controlar mi ritmo, volví a mirarlo, y ahí estaba.

-Edward –murmuré bajo mi aliento. Él desvió la mirada por fin, y yo descansé la cabeza sobre la carpeta un segundo antes de recomponerme. Esto era una simple y vana coincidencia, una muy grande. ¿Por qué rayos el hombre con el que soñaba hace muchas noches estaba en mi clase? Por una coincidencia, por nada más. Nada. Pero… ¿Por qué tenía tantas ganas de ir a abrazarlo y besarlo? Un momento, yo  no pensé eso, yo no pensé eso.

Me concentré, bueno hice el intento, en el profesor y lo que decía, pero él no dejaba de mirarme, lo sentía en la nuca. A penas la campana sonó, salí corriendo del aula de clases.

Era la hora del almuerzo, tenía que ir con el psicólogo. Lo bandeé por unos minutos, pero se puso pesado y terminé por decirle que no quería volver, lo aceptó de mala gana.

Las clases fueron aburridas, en parte por el hecho que no podía dejar de pensar en Edward. No me había atrevido a preguntarle a nadie por él, a nadie. Pero aun así seguía estando presente en mi mente.

Al fin pude salir del instituto, el jeep que estaba a mi lado ya se había ido cuando salí retrasada de la clase de álgebra. Conduje deprisa hasta la casa, C… papá no había llegado todavía, y no lo haría.

Lavé la losa que había dejado enjabonada esta mañana, demorándome más de lo necesario. Subí mientras ponía a hervir el espagueti para hacerle pastas a C… a mi papá. Rayos, acostúmbrate Bella.

Después que la cena estuvo totalmente lista, todavía me quedaba tiempo, y eso era lo que no quería. No quería tiempo libre, no quería pensar, y para mí, eso era exactamente lo mismo. Me tumbé sobre la cama y subí el volumen de la radio hasta que no escuchara mis propios pensamientos, funcionó, pero me quedé dormida.

La casa era gigante, una mansión, y estaba en el bosque, en una carretera solitaria. Colindaba con el bosque. Él iba a mi lado, caminando conmigo, tomados de la mano. Lo miré asustada, algo nerviosa, él jugueteó con mi cabello y me empujó dentro de la casa. La imagen saltó, y me llevó a la cocina de la gran mansión, ahí estaban dos parejas.

-Carlisle, Esme, Rosalie y Emmett, les presento a Bella –dijo Edward. Cada uno alzó la cabeza cuando su nombre fue dicho. De la ventana saltó una pequeña duende, una mujer, seguida de un joven… que parecía tener dolor de estomago, Edward dijo sus nombres y la pequeñita se me tiró encima –Alice y Jasper. ¡Hey, Alice! –Alice se rió y me soltó, no sin antes darme un beso en la mejilla. Alice parecía la menor de la familia Cullen.

-Seremos grandes amigas, lo sé –estaba a punto de preguntarle por qué lo decía con tanta seguridad, pero dos toques en mi hombro me hicieron regresar a la realidad.

-Lamento despertarte, Bella, pero tengo hambre –el rostro de Charlie, de papá, se tornó de un rojo furioso. Le dediqué una mirada tierna, y me levanté de la cama.

Un sueño, Bells, un simple sueño. Me repetía a mí misma mientras comía en la mesa de sillas que no hacían juego, junto a Charlie.

-Estaba delicioso, Bella. Hace rato que no comía así –dijo sobándose el estomago. Le sonreí.

-Hace rato que no te alimentabas, papá –Bravo, Bella. Papá, sonó tan natural. Vamos mejorando.

-Lo sé, gracias –se sonrojó, por lo que cambió de tema –Ahora a dormir, mañana hay clases –dijo levantándose de la mesa para irse al sofá a ver televisión.

-Y también trabajo –le recordé recogiendo la losa, y lavándola. Pronto no tuve nada que hacer, me bañé dejando que el agua caliente relajara mis músculos. Mañana tendría que ver a Edward otra vez, y no me desagradaba del todo la idea.

 

POV Bella # 2.

 

 

Estaba en una playa, y hacía frío, no caminaba sola. Aunque estaba viéndome desde afuera, como hace un tiempo, sentía que algo oprimía mi pecho, a pesar de no estar sola. Pero no era él quien me acompañaba, tal vez por eso me sentía sola, en algún sentido. Al lado mío, aferrando nuestras manos entrelazadas, estaba un muchacho moreno, más alto que yo, pero con expresión infantil. Hablábamos, aunque yo no escuchaba la conversación, solo nos veía reír. Un nombre vino a mi mente, Jacob.

Entonces desperté. Sentía que algo no estaba bien, no, no tanto así, sentía que yo no estaba bien. Como si estuviera de repente triste, como si algo me faltara. Charlie se había ido ya, así que debía ser tarde. Rayos, así era.

Corrí como la mañana anterior, y llegué tarde una vez más. Ésta vez llegué tarde a Biología, la misma clase que compartía con él. Debía dejar de decirle él, como si no existiera otra persona para mí. Me asustaba que estuviera siendo así.

-Ha llegado tarde, señorita Newton –me dijo el profesor cuando me abrió la puerta del salón de clases. Estaba sonrojada, como de costumbre. Asentí.

-Lo siento, mi carro se descompuso –mentí como mejor pude. No era muy buena mentirosa que digamos, pero pareció creerme. El profesor miró el salón, buscando algo. Después me miró y volteó a mirar una silla vacía, al lado de él. Rayos, rayos, rayos. Me estaba mirando.

-Siéntese, señorita Newton –me ordenó. Caminé sin mirarlo, jugando con mis manos y me senté. Intenté sonar indiferente, pero la confusión hizo de las suyas cuando pronuncié el saludo.

-Hola –susurré. Me sonrió y yo en respuesta, pero el profesor llamó al orden, así que desvié la mirada.

Me debatía entre preguntarle el nombre o no, ¿era posible que se llamara Edward? ¿Si era así, porque soñaba con él? Esa pregunta se repetía en mi mente una y otra vez, una y otra vez, como si de una grabadora  se tratase. ¿Por qué soñaba con él?

La sensación de vacío de esa mañana se había evaporado tan pronto como tomé asiento, me preguntaba si tenía que ver con él, o con alguna otra cosa. Y después de todo, ¿Quién era Jacob?

-¿Cómo estás? –me preguntó cuando el profesor terminó de escribir en el tablero. Momento de la pregunta, tu puedes Bella, vamos, tu puedes. Le fruncí el ceño a la libreta.

-Bien, gracias. ¿Cómo te llamas?

-Qué descortés, ¿cierto? Bella, mi nombre es Edward –me estiró la mano pero yo estaba confundida. Había deseado fervientemente que se llamara de otro modo, que el  nombre fuera una imaginación, pero no, se tenía que llamar Edward.

Tomé su mano ya que me la ofrecía, y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo entero, dejando una confusa sensación en mi estómago.

-Supongo que no tiene gracia que te diga el mío, ya lo sabes –murmuré intentando aliviar la tensión del momento.

-Tienes razón. ¿Y qué te trae a Forks? –me inquirió. Escribí en la hoja mientras respondía.

-Mi madre se ha vuelto a casar –Edward Cullen y Bella Newton, se escuchaba bien. ¿Qué? ¿Yo había pensado eso? Déjalo ya, bella. Seguramente este adonis con voz perfecta, ya tenía su diosa. ¿Pero qué rayos estaba diciendo yo ahora?

-¿No te cae bien el hombre? –me preguntó. Mi mente viajó hacia Mark, era amable y cuidaba a mi mamá, todo lo que ella se dejaba. No, no me caía mal.

-Mark es un buen tipo, y cuida a mamá, todo lo que puede. Pero ella… él viaja por los negocios, al principio ella se quedaba conmigo, pero lo extrañaba. Supe que era tiempo de visitar a Charlie… a papá -¡Bravo, Bella! ¡Llámalo por el nombre de pila a sus espaldas! Probablemente eso sea peor. Tonta, tonta.

-¿Y ahora no extrañas a tu mamá? –la recordé tan loca como siempre, pero intenté esconder mi nostalgia. Tracé garabatos en el cuaderno.

-Sí, pero ella es feliz ahora. Eso es lo importante.

-¿Y eres feliz ahora? –quise gritarle que eso no era de su incumbencia, pero el tono de su reproche me hizo pensar que tal vez yo le interesaba. Me enfurecí conmigo misma, asesiné la hoja con la mirada.

-No me gusta el frío, eso es todo –repliqué intentando no darle demasiada importancia. Yo no era la importante en el asunto, mi mamá debía ser feliz aunque yo no… no lo fuera tanto. Escribí la primera pregunta en la hoja, intentando concentrarme en otra cosa.

-Yo te ayudo con eso –Edward tomó la hoja de entre mis manos y escribió casi sin leer la pregunta. Cuando terminó me distraje viendo su excelente caligrafía, mi perezosa letra parecían dibujos de kínder comparado con su letra. Después de leer realmente lo que había escrito, escribí la segunda pregunta y enseguida la respuesta, yo también quería mi crédito del trabajo. Pero la tercera pregunta me confundió, sobre todo porque tenía su mirada fija sobre mí y me era difícil concentrarme de ese modo.

-¿Te sabes ésta?

-Dame –cuando empezó a responder fue mi momento de preguntas.

-¿Y tú? Sé que no llevas mucho tiempo aquí en Forks –se notaba por su escasa relación con el estudiantado -¿Qué te ha traído a este pueblo?

-Nos mudamos, eso es todo –me explicó –Mis hermanos, mis padres y yo –la imagen de los otros cuatro jóvenes vino a mi mente. Ayer había escuchado en algún lado Rosalie y Emmett, la rubia y el grandote, pero Alice y Jasper no, supuse que también estarían allí.

-Mmm, sí. Los otros. ¿Son adoptados todos? –él y Rosalie no se parecían, y si Emmett y Rosalie estaban juntos, como en mi sueño, no podían ser hermanos.

-Sí, yo fui el primero en unirme a los Cullen –claro el mayor. Después Emmett supongo, Alice era tan pequeña.

-Alice parece la menor –dije. Me frunció el ceño con confusión. Oh, no. Dije su nombre, dije su nombre. Ahora pensará que soy una entrometida y que he ido preguntando por él.

-¿Cómo sabes su nombre? –rayos, rayos. ¿Ahora que le decía? Tendría que mentirle, no podía decirle que lo había visto en sueños, y por eso sabía su nombre, y el de su familia.

-Yo… esto… -bravo, tartamudea. Eso ayuda –Estuve preguntando por ahí –me decidí por la mentira obvia. Pero sentí que no me creyó una sola palabra.

Te salvó la campana nunca había sido tan literal. Sonó el timbre de salida, me apresuré a escribir a la última respuesta y salir sin decirle adiós, poco cortés de mi parte. ¡Pero cómo se me ocurre llamarle por su nombre! Caminé hasta el baño, y me mojé el rostro con el agua fría, como todo lo demás.

Era la hora del almuerzo, pero no tenía mucha hambre. Me fui directamente al salón del psicólogo, para no encontrarme con nadie. Ésta vez me tardé más hablando con él de cosas bobas, ya que me sentía un poco sola, y necesitaba hablar con alguien. Obviamente no le mencioné a Edward Cullen.

El nombre de Jacob seguía dando vueltas en mi cabeza, y estuvo así todo el día de clases. Por fin el día terminó y entré al baño. Me asombré de mi imagen, estaba más pálida de lo que era, y eso era decir demasiado.

Me puse la chaqueta negra con capucha y solté mi cabello por delante de mi pecho para protegerme del frío. Usé el brillo labial que me había regalado Ángela, mi madre. Siempre me había gustado ese nombre.

Cuando salí del instituto el frío golpeó mi cuerpo, metí las manos en los bolsillos del jean y caminé rápidamente hasta el vehículo. Sentía su mirada sobre mí, sabía que estaba del otro lado del aparcamiento. Me detuve frente mi carro, luchando con el deseo de meterme al auto lo más rápido posible, quería mirarlo por última vez en el día. De verdad estaba muy mal, ya quería verlo más.

Saqué las llaves de mi bolsillo izquierdo y apreté el botón de alarma, el carro hizo ese “bip” de siempre y me debatí entre voltear o subirme. Al final, decidí voltearme justo antes de abrir la puerta del piloto, temerosa que ya se hubiera ido. O seguramente estaba esperando a sus hermanos.

Me sorprendió al voltearme, él me observaba con la misma intensidad que yo.

Él me sonrió, una sonrisa torcida, hermosa, perfecta –y vamos otra vez a la loca Bella –y me hizo un saludo militar. Yo me volteé, sonrojándome y sonriendo para mí misma, me había saludado a mí después de lo grosera que fui al marcharme sin despedirme. Subí al auto y me quité la capucha, dentro se estaba más caliente. La calefacción estaba encendida, revolví mi cabello para que el aire caliente me llegara al cerebro. Le subí el volumen al radio, y arranqué sin voltearlo a ver otra vez.

Pasé la tarde igual que la pasada, entre la cocina, algunas tareas pendientes y los quehaceres familiares. Papá llegó y comimos en silencio, hizo muy pocas preguntas acerca de mi día y se retiró a la sala.

Me bañé y relajé los músculos bajo el agua caliente, después me dormí.

Soñé otra vez con él, eso no era nuevo. Estábamos en el mismo prado de siempre, abrazados. La imagen desapareció, yo estaba entrando a la casa, perdón, a la mansión Cullen, con Edward a mi espalda. Emmett, el grandulón, me saltaba encima y me cargaba, dándome vueltas en el aire.

-¡Emmett, suéltame! –le gritaba dándole manotazos.  Edward le gruñía juguetonamente y Emmett me bajaba, dándome un beso en la mejilla, dejándomela húmeda. Alice bajaba dando saltitos por las escaleras, seguida de Esme, quien me sonrió maternalmente.

-Alice… -le reprendió Edward. Alice me tomó del brazo sin que yo pudiera hacer nada, pero yo iba sonriendo con ella.

-Vamos de compras, Bella –me pidió. Yo me detuve y miré a Edward, él se rió y bufó. Me volteé hacia Alice y solté mi brazo frunciendo el ceño.

-Fuimos de compras ayer, Alice –le repliqué. Pero ella no pareció escucharme, y me empujó fuera de casa.

Desperté agradablemente feliz, la sensación de vacío y soledad se había espumado cuando desperté, y sentí en el aire de mi habitación, que algo se había llenado de vida.

 

Esa mañana llegué temprano al aparcamiento, pero ya el volvo con el que había visto a Edward, y el jeep que me di cuenta era de Emmett, había llegado. Aparqué del otro lado, pero Edward me vio y me sonrió, caminando hacia mí.

 

 

 

Edward POV.

 

 

-Alice, sé prudente, por favor –le pedí a mi hermana un segundo antes de acercarme a Bella, que bajaba del auto. Le saludé con la mano antes de acercarme completamente, sentía su calor.

-Buenos días, Edward –me saludó. Puso la alarma del carro y metió la llave en el bolsillo izquierdo, como siempre. Caminamos juntos hasta su primera clase.

-Buenos días, Bella –Alice pasó como un torbellino al lado de nosotros sin decirnos una palabra.

-Lo siento por lo de ayer –murmuró. La miré a los ojos, sin comprender. Ella se sonrojó –Por marcharme sin despedirme.

-Oh, no tiene importancia, tranquila –le sonreí -¿Qué clase tienes? –ella frunció el ceño y luego bufó, dedicándome una sonrisa de medio lado. Fruncí el ceño.

-¿Me crees si te digo que será la primera vez que llegue temprano? –dijo retóricamente mientras sacaba un papelito de su bolso y lo desdoblaba. -Álgebra, salón tres, bloque cinco.

-Te ha tocado con mi hermana… con Alice –dije lo último algo bajo, pero sé que lo escuchó porque puso los ojos en blanco y las manos le comenzaron a sudar. Pero yo no iba a sacar el tema a colisión otra vez.

Aunque seguía preguntándome por qué soñaba con nosotros. De alguna manera había recordado inconscientemente, o es que nos recordaba y no nos quería decir nada. ¿O qué pasaba?

La dejé en álgebra y me fui.

Estuve pendiente toda la clase de la mente de Alice. Ella se sentó al lado de mi hermana voluntariamente y le sonrió. Alice no tardó en hablar.

-¡Hola, Bella! –Alice se lanzó sobre Bella y la abrazó fuertemente, sé que si pudiéramos llorar mi -hermana ya lo estuviera haciendo. Bella le devolvió el abrazo también, no tan fuerte como mi hermana, pero si efusivamente. Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando se separó, pero al darse cuenta se volvió y escondió el rostro entre el cabello al tiempo que se secaba los ojos.

-¿Cómo sabes mi nombre? –murmuró Bella.

-Oh, mi hermano me ha hablado de ti. Ya sabes, no hay secretos en la familia –le guiñó el ojo.

 

La semana había pasado rápido. Alice, Emmett, Rosalie y Jasper ya habían tenido su turno de hablar con Bella, quien con cada uno fue tan efusiva como con Alice, pero no todos fueron tan poco efusivos como mi hermana. Emmett la alzó en volandas y le dio varias vueltas, y aunque Bella rió y le dijo “Emmett, suéltame” estaba algo confundida y distraída. Con Jasper fue algo más calmado, y con Rose también.

La semana pasó tranquila. Bella se sentaba con nosotros a la hora del almuerzo,  y hablábamos de trivialidades. No había hecho alusión a que nosotros no comiéramos. Yo seguía yendo a su cuarto en las noches, después que se durmiera y antes que despuntara el alba. Seguía susurrando mi nombre y frases cortas sobre nosotros cinco, jamás mencionó a Jacob, Esme, Carlisle ni… ni Nessie.

Me preocupaba mi hija. Volvía hoy, hoy domingo. Tendría que comunicarle lo que había pasado en su ausencia, y sabía perfectamente que no le gustaría que se lo hubiera ocultado.

Jacob irrumpió en el cuarto del piano cuando pensaba en eso, dándome un golpe amistoso en el hombro mientras Nessie corría detrás de él y se lanzaba a mis brazos riendo.

-¡Papi! ¡Te extrañé! –mi hija ya había alcanzado los eternos diez y siete, y se veía hermosa. Le sonreí tristemente.

-Yo también, princesa.

-¿Cómo estás? –me saludó dándome besitos en la mejilla. Jacob se estaba escurriendo por la puerta, lo llamé.

-Jacob, ven acá, por favor. Hay algo que tengo que decirles a ambos, y es muy serio –tanto Nessie como Jacob se tensaron. Ambos se sentaron uno al lado del otro en el sofá detrás del piano, me volteé y miré el suelo.

-Habla de una vez, Edward. Sabes que no me gustan los secretos –me imploró Jacob abrazando a Nessie.

-Primero que todo, quiero que me perdonen por habérselos ocultado esta semana. Quería… sigo confundido, y no sé cómo lo vayan a tomar ahora que la familia entera lo estaba superando. Aunque los tres sabemos que ninguno podrá superarlo completamente… aunque bueno, ahora es diferente ya que ya no es como pensábamos, y es algo…

-¡Papá! ¡Dilo de una vez! –me urgió Nessie totalmente confundida. Respiré profundamente un par de veces y lo solté cerrando los ojos.

-El lunes entró al colegio una chica nueva… -empecé. Jacob frunció el ceño y me miró confundido, Nessie enseguida pensó que me había gustado la chica, y que ya había olvidado a su madre –Viene de Phoenix –Jacob abrió los ojos como platos, recordó a Bella –Se llama… Bella Newton –el cuarto se llenó de torbellinos de emociones, no había un pensamiento concreto por parte de los dos.

Esperé que tamizaran mis palabras, que las pensaran y las analizaran. Los ojos de Jacob y de Nessie se llenaron de lágrimas.

-Es mamá –murmuró Nessie.

-Es Bells –murmuró al tiempo Jacob.

-Es igualita a ella, tiene la misma voz y casi el mismo olor. Pero… es humana, y no nos recuerda. Bueno, por lo menos no los ha recordado a ninguno de los dos –murmuré lo último y Nessie jadeó con dolor. Llevándose las manos al pecho.

-Mi mamá no me recuerda… -dijo con voz ahogada. Jacob la abrazó fuertemente.

-Sueña con Emmett, Rosalie, Alice, Jasper y yo. Pero no ha dicho sus nombres en sueños, ni el de Carlisle o Esme.

-¿Nos estás hablando en serio, Edward? –inquirió Jacob mirando directamente el suelo. Asentí quedamente.

-Nunca he hablado tan en serio en mucho tiempo, Jacob. Bella apareció, o por lo menos, su reencarnación.

-Quiero verla –pidió Nessie poniéndose de pie. Me levanté al tiempo y Jacob también.

-No, Nessie. Ella no sabe quién eres, ni siquiera sabe quién soy yo –razoné con ella.

-Pero papá, tú la has visto, yo también quiero verla. No es justo –le saltaron las lágrimas de los ojos.

-Mi amor, tranquilízate.

-No, Jake. Mi papá ha visto a mi mamá, y yo no puedo hacerlo.

-Nessie, la verás en el colegio mañana.

-¿Me lo prometes?

-Sí, hija –me abrazó sollozando.

-La extraño mucho.

-Yo también –le correspondí el abrazo con toda la fuerza que pude.

 

Luché conmigo mismo en el intento de no ir en todo el fin de semana a la casa de Bella, y lo logré. Me distraje con mi hija y cazando. El lunes en la mañana todos estaban preocupados por Jacob y Nessie, no sabían cómo tomarían el ver de nuevo a Bella, ni como Bella lo tomaría. ¿Los reconocería? ¿Y si no? ¿Qué era peor?

Jacob, Nessie y yo íbamos en el volvo. Rosalie, Emmett, Alice y Jasper se fueron en el jeep. Los dos carros aparcaron justo en el momento en el que Bella entraba al aparcamiento. Volteé la mirada hacia ella, la ventanilla iba cerrada como de costumbre y ella iba concentrada en el manejo.

Me asusté. Bella llevaba el cabello desordenado, un poco peor que cuando se levantaba en las mañanas, y no parecía importarle. Llevaba grandes ojeras debajo de los apagados ojos.

Abrí la boca y los ojos cuando se bajó del carro, casi se tropiezan consigo misma en el intento de bajar de él.  Caminó lentamente hasta el edificio, sin mirarme, sin expresión alguna en el rostro.

-¿Papá? –preguntó Nessie mirándola desaparecer dentro del edificio. Jacob pensó lo mismo.

-No lo sé. Ella no estaba así –dije saliendo del auto, corriendo a paso humano tras Bella. Cuando llegué a su lado, me di cuenta que no se había percatado de mi presencia. Caminaba rápidamente –Buenos días, Bella –ella revoloteó los ojos y me miró. Tenía los ojos hinchados y rojos.

El corazón se me encogió, mi Bella estaba mal. Muy mal.

-Buenos días, Edward –dijo con voz ahogada. La detuve en el pasillo con todo el mundo mirándonos, pero no me importó. La abracé instintivamente y ella se sorprendió, se estremeció y dejó caer los libros.  Empezó a sollozar quedamente contra mi pecho, y pasó sus manos por mi cintura estrechándome contra ella.

La encaminé hacia afuera del edificio, hacia el aparcamiento, y ella no parecía ser consciente de ello. Jacob llegó a mi lado en un segundo, con sus libros en las manos.

En un segundo toda mi familia nos estuvo rodeando, tratando de averiguar qué le había pasado a Bella para que estuviera tan mal. Pero ella solo me abrazaba y sollozaba, sus lamentos iban en aumento, como si el dolor aumentara. Lo único que hice fue abrazarla más fuerte, hasta que sentí que le faltaba el aire para respirar.

Estábamos en un círculo pequeño, Jacob al lado mío, Alice, Jasper, Emmett, Rosalie y Nessie, Nessie al lado de Bella, sin atreverse a tocarla.

-¿Bella? –susurré.

-No, no, no –masculló. Y comenzó a llorar descontroladamente.

 

Capítulo 4: Me presento, soy Bella Newton. Capítulo 6: Álbum fotográfico.

 
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