Bella Swan
Edward se negó a que le recogiese el sábado, alegando que tenía que hacer varios recados. Cuando me ofrecí a llevarle simplemente besó mis labios y dijo que él podía encargarse. Alice ya estaba despierta cuando me levanté a las diez. Saltó sobre mí y me dio un abrazo.”¡Feliz cumpleaños! ¡Te hice magdalenas!”
Y por supuesto había una cesta con arándanos y magdalenas de plátano y nuez en el centro de la isla de la cocina junto a una taza de café recién hecho para mí. Le devolví el abrazo rápidamente antes de coger dos y tratar de comer mi desayuno caliente.”Entonces ¿qué planes tienes para hoy?”
“Bueno, en realidad…”No sabía cómo decirlo sin ofenderla.”Iba a hacer una cena para Edward y me preguntaba si podrías-“
“¿Largarme esta noche? Ya lo había planeado. Jasper y yo vamos a ir a un hotel. No estábamos seguros de donde os quedaríais. Queríamos dejaros el campo libre.”Rio tontamente, una pequeña sonrisa se extendió por sus labios.
“¿Qué quieres decir con eso de que no sabíais donde nos quedaríamos?”Pregunté confusa.
“Habéis estado saliendo durante un tiempo ¿No quieres permitirte un cumpleaños… agradable?”Movió sus cejas arriba y abajo haciéndome reir.
“No lo había pensado.”Dije son sinceridad. Cogí parte de las magdalenas, masticando algunas.”Nunca he hecho nada como eso y él tampoco.”
“¡Con más razón entonces! ¿Te gusta Edward, verdad?”Levantó una ceja hacia mí.
Muchísimo.”Sonreí para mí. Con solo pensar en él ya me hacia feliz.
“Entonces solo espera a ver hacia donde van las cosas. De todas formas, te tengo una pequeña cosa para esta noche.”Alice cogió algo de algún lugar oculto. Gemí.
“No tienes que hacer esto. Enserio.”Sujeté la bolsa rosada y la miré con desconfianza.”¿Qué es?”
“¡Ábrelo tonta!”Ordenó Alice, empujando la bolsa aun más cerca.
Lo abrí despacio. Saqué un vestido corto de satén negro, algo que normalmente yo no llevaría, y unos zapatos de tacón que parecía atarse con unos lazos. Me quedé embobada por la pequeña sorpresa.
“La talla para el vestido es la seis, para los zapatos la ocho ¿Verdad?”La sonrisa de Alice creció en una expresión malvada. Se podría decir que estaba orgullosa de sí misma por haber conseguido las tallas adecuadas.
“Alice no puedo aceptarlo es demasiado.”Me quejé.
“Póntelo para Edward y será un regalo para él entonces.”Soltó una risita.”¿A qué hora viene?”
“A las 5:30”Dije deseando que estas siete horas pasasen rápido.
“¡Bien, eso me dará suficiente tiempo para ayudarte a preparar antes de marcharme!”Dijo Alice alegremente. Mi corazón se hundió en el agujero de mi estomago, pensando en las tortura a las que iba a someterme.
Edward Cullen
Tomé un taxi y recogí la pulsera y unas rosas de una boutique. Iba a llegar a casa de Bella un poco antes pero pensé que no le importaría. Al menos esperaba que no. Pagué al taxista dejando una propina antes de caminar por el conocido camino. Solo eran las cinco pero estaba ansioso de estar cerca de ella.
Llamé a la puerta, y me entró el súbito temor de haber llamado en la puerta equivocada. Abrió lentamente, el aire fresco llegó en mi dirección.
“¡Oh, Edward! No tenias que comprar nada. Te dije que no lo hicieses.”Se quejó Bella y me parece que dio un pisotón contra las baldosas del suelo.
“Es el cumpleaños de mi novia, lo haré.”Puse un pequeño puchero y la oí suspirar.
“Bien, entra.”Tomó las flores de mis manos. Oí como aspiraba profundamente luego lentamente soltó el aire.”Huelen estupendamente.”
Caminé hacia ella, mi mano rozó su cintura mientras lo hacía. Fue recibida por el frio satén y la necesidad de atraerla hacia mí fue aplastante. Rodeé su cintura con un brazo y la acerqué, besándola de forma violenta. Ella gimió contra mi boca, sus brazos se enroscaron alrededor de mi cuello. Brevemente me pregunté si seguiría sujetando las flores.
Varios minutos después se separó, respirando con bastante dificultad y suspiró.”¡Déjame que las ponga en agua!”
“Bien, si me ayudas un poco puedo empezar a hacer las patatas para la cena.”Dije, colocando cuidadosamente mi regalo sobre la encimera.
“¿Qué necesitas?”Preguntó, revolviendo algo detrás de mí.
“Las patatas, una taza con agua y un tenedor.”
“Va-le.”Sonaba confusa, pero me dio lo que le pedí, poniéndolo todo delante mío.
Rápidamente lavé y preparé las patatas, pinchándolas para meterlas en el vaso y, a continuación, meterlas en el microondas.”Déjalas durante treinta minutos, por favor.”
Escuché el repique de los números mientras ella apretaba las teclas de la maquina entonces comenzó el zumbido.”Pues no eres un gran Chef.”Se burló abrazando mi cintura.
Le saqué la lengua y rió tontamente.”Sabes que…”La alcé y la coloqué sobre la encimera. Se rió más fuerte, sus piernas envolvieron mi cintura.”Lo que has dicho.”Me incliné hacia delante y besé su hombro. Noté, que estaba bastante desnudo.
“Edward tengo que empezar a hacer los filetes.”Dijo distraída, sus piernas me acercaron más.
“En un segundo. Primero tienes que abrir tu regalo.”Acerqué la caja, poniéndola en su regazo.
“Edward… no tenias que hacerlo.”Se quejó otra vez.
“Basta. No es como si no pudiese devolverlo. Así que, ábrelo y, por favor, dime si te gusta.”La besé dulcemente oliendo su cuello.
Oí como rompía el envoltorio y que abría la caja. Un pequeño jadeo salió de sus labios.”Oh…”
“¿Es horrible?”Le pregunté preocupado por su falta de respuesta.
“Es tan hermoso.”Sonaba al borde de las lágrimas.
Tomé la pulsera de sus dedos y pasé los míos por los grabados. Uno en la parte superior era el nombre de Bella y otro un mensaje en braille. Sujeté su muñeca izquierda y deslicé la pulsera en ella. Atraje sus nudillos a mis labios, besando lentamente cada uno.”¿Te gusta?”
“Me encanta.”Susurró. Acerqué mi mano a su mejilla, notando que estaba húmeda. Apreté mis labios en su piel, besando las lágrimas. Tomé su cara con mis manos y presioné mis labios en su frente.”¿Qué dice en el interior?”
Sonreí perversamente.”Eso es para mí y tendrás que averiguarlo.”Ahora ¿qué hay de esos filetes?”
Bella Swan
La cena estuvo genial, junto con el postre, pero todo fue mucho mejor porque estuve sentada en el regazo de Edward todo el tiempo.
“Este es el mejor cumpleaños que he tenido.”Dije con sinceridad, besando el chocolate que tenía en la esquina de su boca.
“No es mi cumpleaños pero soy muy feliz.”Bromeó.
Sus manos siguieron explorando mis brazos desnudos, deslizándose hacia abajo por mi muñeca. Miré hacia abajo a la cinta de plata. Era encantadora. Odiaba no saber lo que decía en el interior, pero en cuanto pudiese buscaría la forma de averiguarlo.
Caminé con él hasta el sofá, me senté en su regazo una vez se puso cómodo.”¿Qué te gustaría hacer?”
“Ya lo estoy haciendo.”Contestó con calma. Sus manos fueron hasta mis caderas, acercándome a él. Nuestros labios chocaron de nuevo por tercera vez esta noche. Con más fuerza en este momento, queriendo mas. Me aparté para mirarle. Su cabello estaba desordenado y la piel enrojecida, sus labios ligeramente brillantes por la humedad. Las anteriores palabras de Alice pasaron por mi cabeza. ¿Quieres intentarlo el día de tu cumpleaños? Mirándole supe la respuesta.
Me incliné, tomando su lóbulo son los dientes. Siseó, una de sus manos me apretó más fuerte."Edward, quiero enseñarte algo.”
Resopló antes de presionar mi mandíbula con sus labios.”Buena suerte con eso…”
Ignoré su respuesta sarcástica y cogí su mano derecha con las mías. Mientras continuaba besando mi cuello. Deslicé la mano de la cadera por mi estomago hasta uno de mis pechos. La reacción que tuvo no fue la que yo esperaba o quería.
Se alejó, tanto la boca como la mano. Sus labios eran una dura línea recta. La confusión pasó a través de mí. Él me quería ¿O no? Había hecho tantas insinuaciones sexuales. Que supuse que así era. ¿Me había equivocado?
“Lo siento no puedo hacerlo.”Dijo suavemente. Con cuidado me quitó de su regazo y me puso a su lado en el sofá.
“¿Por qué no?”Las lágrimas ya caían por mis mejillas.
“Te mereces algo mejor, Bella.”Se levantó, pero no se marchó.
“Te quiero a ti.”Balbuceé, llorando más fuerte.
“Te mereces a un hombre que pueda decir de qué color son tus ojos sin preguntarte primero. Mereces un hombre que pueda conducir. Mereces un hombre que te mire y vea lo hermosa que eres.”Su voz era áspera y baja. ¿Cómo podía decir esas cosas? Comenzó a andar hacia la puerta.
Me levanté, corriendo a su lado.”Quiero un hombre que me haga sonreír y reir. Un hombre que me haga feliz. Edward. Ese eres tú.”Tiré de su camisa, tratando de que se quedase y me escuchase.
“Mereces un hombre completo.”Gruñó con ira.
“Tú eres un hombre completo.”Dije confusa por lo que había dicho. Las emociones corrían desenfrenadamente por mis venas. La lujuria anterior, el deseo, el dolor, el enfado, la confusión, la tristeza y muchas más.
“¡No, no lo soy!”Gritó antes de abrir la puerta y cerrarla de un golpe tras él.
Sollocé abiertamente y con fuerza. Corrí a mi cuarto, el dolor fluía con facilidad por mi cuerpo. Cogí la pulsera y la tiré al escritorio. Froté mis ojos con la palma de mi mano, quitándome las lagrimas. Necesitaba hablar con alguien. No estaba segura de con quién. Recogí mi móvil y miré lentamente los números. Escogí el único en el que podría pensar.
“Alice, oye ¿Podrías hacerme un favor?”
“Oye ¿qué pasa? ¿Estás llorando?”Preguntó desesperada.
“Yo… Yo… Yo solo… necesito un amigo en estos momentos, de verdad.”Tartamudeé en el teléfono.
“¿Estas todavía en el apartamento?”No esperó respuesta.”Estaré allí en diez minutos.
“Gracias.”Ni siquiera le dije que no. Era demasiado egoísta. Necesitaba que alguien me abrazase y me dijese que todo iba bien.
Fulminé con la mirada la pulsera sobre la mesa. Fui a por ella y la recogí. Volvió a surgir la frustración en mí. Me moví rápido hacia el ordenador y busqué el alfabeto braille.
Lo examiné otra vez, escribiendo cada letra mientras lo iba entendiendo. Me llevó aproximadamente diez minutos. Mas lagrimas fluyeron por mi rostro mientras descifraba el mensaje.
Para verte hay que ver el cielo.
Edward Cullen
No fui muy lejos. Anduve hasta el final del camino y me senté. Me quité las gafas y me limpié las lágrimas.
Sabía lo que ella estaba haciendo. Sabía donde acabaría mi mano. Quería volver allí. Quería tocarla por todo el cuerpo.
Pero entonces las dudas comenzaron a aparecer. Yo no era suficiente para ella. No era capaz de hacerla tan feliz como ella me hacía a mí. Era injusto que se quedase atrapada conmigo. Tenía que darle una vida normal. Se merecía lo mejor.
¿Por qué tenía que actuar de esta forma el día de su cumpleaños? Era un enorme idiota. La hice gritar y llorar y me odiaba por eso. Era demasiado maravillosa para llorar.
Me gustaba tanto. Quería estar con ella. Ella me había dicho que me quería, aun. No podía hacerla daño.
“¿Qué demonios hiciste?”Chilló el alto tono de voz de Alice en mi oído. Me estremecí, poniéndome las gafas.
“Ser un idiota.”Susurré, Dejé que mi cara cayese en mis manos.
“¡Eso ya me lo había figurado! Me llamó llorando. Tienes suerte de que no te pegue.”Me gritó.
“Me lo merezco.”Podría decir que mi respuesta sincera la ablandó.
“¿Qué pasó, Edward?”Suspiró, sentándose a mi lado.
“Nosotros… íbamos a hacerlo. Ella quería llegar más lejos y yo solo… me asusté. No hay otra palabra para lo que sucedió.
Quiero decir que yo quiero. De verdad. Pero también quiero que tenga una vida normal, sin atender a mi discapacidad. Ella merece ser feliz.”Sorbí la nariz, mi mano limpió las últimas lágrimas.
Una mano diminuta me pegó en la parte de atrás de mi cabeza.”Eres un idiota ¡Ella te adora! No deja de sonreír cuando está contigo, cuando habla contigo, cuando piensa en ti. Demonios, ella sueña contigo. He oído como te llama en sueños. Por lo tanto será mejor que metas tu culo allí dentro y arregles este lio o te pegaré. Ahora, voy a volver a mi coche y será mejor que no reciba otra llamada suya ¿Me has entendido?”
“Alice, no sé si puedo.”
“Le gustas, mucho. Demonios, todavía puede amarte. Te perdonará. Solo tienes que volver.”Pasó a mi lado, tirando de mis pies.
Hice lo que me dijo, caminé de vuelta a la casa. No me molesté en llamar. Sabía que ella no estaría en la sala de estar, pero si en su habitación. Sabía que trataría de ocultarse ella y su vergüenza, justo como yo hice. Nos parecíamos en eso.
Conocía el camino, agradecí por eso. Había pocos obstáculos. Encontré su puerta y llamé con suavidad.
La puerta se abrió despacio y oí un jadeo. No esperaba lo que sucedió a continuación.
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