-Déjame llevarte, Bella-pidió Alice.
-No se preocupen, llamaré para avisar que estoy bien, adiós.
Salí como bala de esa casa y vi un Mercedes, un Jeep, un Convertible, un Porsche y un Volvo.
Sin duda de Carlisle, Emmett, Rosalie, Alice y Edward, respectivamente.
Me fui corriendo hasta estar lo más lejos de ahí posible, estaba llorando como si fuera la primera vez que lo había visto, llamé un taxi que me dejó fuera del edificio. Pero antes de entrar alguien me tomó bruscamente del brazo.
-Bella, ¿Qué te pasó?-era Edward.
-Nada, estoy cansada.
-Si quieres decirme algo, no dudes en hacerlo, como amigos.
-Claro que quiero decirte algo… Como amigos claro-en ese momento sólo pensaba en el día que me dejó-Eres un maldito, Cullen.
Lo dejé boquiabierto y me metí corriendo a mi apartamento. Me duché rápido y me metí en la comodidad de mi cama.
Soñé con Nessie y también con el día que nació mi bebé…
Angela y yo estábamos en una tienda de Seattle comprando ropita para mi dulce nena, cuando de pronto me da un dolor agudo en mi bajo vientre y suelto un gritillo.
-¿Bella? ¿Bella? ¿Estás bien?-me dijo Angela preocupada.
-Es hora-gemí.
Sólo eso faltó para que me llevara como rayo al hospital de Seattle…
Unos golpes en la puerta me despertaron de mi sueño tan repetido y fui a abrir.
-¡Alice!-exclamé con sorpresa.
-Sí, Bella, Alice-dijo pasando a mi hogar-Tienes diez minutos para estar lista…
Sólo dijo esas palabras y ocho minutos más tarde estaba vestida con jeans, suéter blanco y tenis negros.
-Bien, Bella, te llevaré a casa de Edward, Nessie no ha dejado de hablar de ti desde ayer.
Salimos y me encontré con su hermoso auto, nos subimos y como hacía un frío horrible, mi cuñada prendió la calefacción.
-Bella-me llamó triste-¿Por qué reaccionaste así ayer? Todo estaba muy bien y…
-No, Alice, todo estaba mal, sólo eran las apariencias porque nadie quería estar mal-dije de manera cortante.
-Nos dejaste solos, Bella-dijo y sonrió malévolamente.
-Oh, no, Alice-gemí-no me llevarás de compras ¿cierto?
-Es parte del trabajo, Bella, a Nessie le encanta ir-dijo sonriendo.
-Si a ella le gusta-dije resignada.
Después de todo, yo la quería complacer a ella y sólo a ella. A ella le hacía falta una mamá y a mí una nena.
Alice chilló emocionada y llegamos a una mansión muy parecida a la de mi hermana, pero esta de una sola planta y en colores blanco y azul.
-Bella-gritó Nessie que venía corriendo desde la puerta.
La cargué y la levanté.
-Hola, nena linda.
-Bella-dijo una voz aterciopelada aunque dura y fría-volveré a las cinco de la tarde, hablaremos después.
Se fue dejándonos con la boca abierta.
-Bueno, nena, entremos.
Entramos y me quedé impresionada por la elegancia de la casa. Aunque había ventanas, estaban tapadas, todas tenían cortinas oscuras, todo eso estaba muy tétrico.
-Bien, nena, ¿qué es lo que se te antoja desayunar?-dije agachándome a su altura.
-Bueeeno, no lo sé.
-¿Cómo que no lo sabes? ¿Quieres huevos? ¿Cereal? ¿Panquecillos?
-No sé, lo que quieras estará bien…
-¿Qué te parece si vamos a mi apartamento y ahí te preparo algo para comer, nena?
-Si… Si tú quieres-dijo mi nena favorita.
Fuimos caminando a petición de Renesmee, pero antes la arropé con dos suéteres y una pantalonerita de pastelitos y velas.
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Bien, chicas... ¡El último capítulo del año! Tal y como se los prometí...
Espero sus comentarios...
Por favor pasen a mi otra historia: JACOB Y RENESMEE, que acabo de publicar también (el último capítulo del año)...
Besos...
*fenanda*
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