Tus Imperfecciones Mi Perfección (+18)

Autor: AliceJoziCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/11/2010
Fecha Actualización: 30/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 47
Comentarios: 81
Visitas: 148321
Capítulos: 26

FIC FINALIZADO!!

"Edward Cullen creyó tener una vida perfecta a sus 25 años. La llegada de una nueva persona a su hogar, le demuestra que la perfección no está en lo externo y lo hace replantearse todo su entorno y defender lo que nunca creyó posible; la belleza interna"

Antes de continuar quiero aclara que este fic no es mio, en teoria ,sino de PAM3.C.S con la cual me he comunicado y cuento con su total autorizacion, espero que lo disfruten igual que yo ¡Comenten y voten plis!

Bueno chikas me alegraaa q les aia gustadoo este fickk enserio no tienen ni ideaaa i bueno nada maz me keda dezirles q grax x los votos i toodoo :) si kieren leer otros ficks q bueno estoi escribiendo aka les doi los nombres i los link:

- PASIONES PROHIBIDAS (+18)

- LA SEGUNDA OPORTUNIDAD DE BREE

- MUNDOS DIFERENTES... UN MISMO SENTIMIENTO

Si kieren pueden pasarse por mi blog: www.alicejozicullen-fanfiction.blogspot.com

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Capítulo 7:

Ed.-

...

- Bueno.- contestó un hombre de la otra línea. No podía decir si era él

- ¿Marcos?.- me aventuré

- Si, con él ¿Quién habla?

- Soy…-

Pero una voz que yo conocía muy bien se escuchó del otro lado, seguido por el ruido del agua caer y no cualquier ruido; sino que el mismo sonido de una ducha…

...

- ¿Perdón? ¿Quién habla?.- volvió a preguntar el imbécil del otro lado

- Quiero hablar con la mujer que tienes al lado.- dije entre dientes

- ¡Uf! ¿Cuál de todas?.- rió haciéndose el gracioso

- Tanya Denali.- pronuncié.- Habla su novio. Edward Cullen

No sentí mayores ruidos por un lapsus de dos minutos. Hasta que el tipo volvió a hablar

- ¡No lo puedo creer!.- chilló imitando una mujer.- ¡¿Eres el gran Edward Cullen?

- No tengo tiempo de sobra para perderlo contigo. Así que pásame a Tanya de una vez por todas.- soné amenazante

- ¡Claro!.- siguió en su papel

Me acerqué a la isla de la cocina para afirmar mi peso. La rabia combinada con la incomodidad, parecía hacerme enfurecer más.

- ¿Amor?.- escuchar su voz fue una mezcla agridulce

- ¿Por qué estás fuera del hotel con ese tipo?.- no anduve con rodeos

- ¿Cómo?.- interpeló con tono de asombro

- Lo que te he preguntado. Te he llamado desde las ocho de la mañana para saber como habías llegado. Y como tu maldito móvil permanecía apagado, tuve que llamar a mi hermana. Me han dicho que haz estado fuera y acompañada de ese tipo ¿Algo que decir? ¡Y por favor! ¡No me vuelvas a engatusar con que el tipo es gay!.- solté todo de tiro

- ¿Qué crees tu que puedo estar haciendo con un fotógrafo?.- oí una puerta cerrarse. Señal que se había alejado para hablar

- No lo sé ¡Te importaría decírmelo tú!

- ¡Muy bien!.- gruñó.- ¡Estoy desnuda y metida en un exquisito jacuzzi teniendo sexo desenfrenado con mi fotógrafo! ¡¿Feliz?.- cada palabra de ella fue un dardo certero

- Tanya…-

- ¡No. Edward! ¡Ahora no me digas nada! ¡Eso era lo que tú querías escuchar! ¡Pero para tu información estoy en una sesión de fotos en distintas locaciones! ¡Y ahora estoy en un jacuzzi!.- hablaba enfadada y sin parar.- ¡Pero como es obvio que la versión real no la creerás! ¡Poco menos debo quedar como una prostituta! ¡Como lo que tú quieres creer de mí!

- Yo jamás te he dicho eso…-

- ¡Y si te dije que Marcos era gay, es porque lo es! ¡Pero él tampoco puede andarlo gritando a los cuatro vientos!...- pausó un momento y sentí su respiración agitada.- Tu hermana nos va a separar Edward. Tus celos, tu familia y amigos van a lograr que todo lo que hemos construido se venga abajo.

- Lo siento.- dije al sentirla llorar del otro lado. Al parecer esa palabra se estaba grabando en mi cabeza

- Estoy trabajando Edward. Hablamos más tarde.- me colgó

¡Ella tenía razón!

Mi familia y amigos, terminarían por sepultarnos

Me encerré en mi pieza y me recosté. Cerré los ojos intentando dormir, pero el sueño al parecer no era mi mayor aliado en este momento, y así mi cabeza comenzó a trabajar… Yo jamás había sido un hombre inseguro, ni siquiera cuando mi relación con Tanya había comenzado… La inseguridad la habían plantado las otras personas en mí. Alice con sus constantes comentarios de la desconfianza que le profesaba, Emmet y Jacob con sus insinuaciones de infidelidades, en burla, pero escondiendo detrás de ella una supuesta verdad. Y mis padres, aunque no lo expresaran abiertamente. Podía conocer su forma de pensar.

El insistente sonido de mi móvil me hizo despertar. Ni siquiera me había dado cuenta que me había dormido. Observé la hora, eran la una de la madrugada y me empiné a responder aceleradamente, creyendo que podía ser Tanya

- ¿Bueno?

- Hola Hijo.- mi desilusión me hizo caer nuevamente

- Hola Madre.-

- Me he levantado a las seis de la mañana y espero ser recibida con un tono de voz más alegre

- Perdona mamá, estaba dormido.- me excusé con una mentira

- Esta bien ¿Cómo estás?.- suspiré. De seguro Alice ya le había detallado lo sucedido

- Excelente.- dije con un ánimo falso

- ¿Y…Tanya? ¿Cómo le ha ido?.- acució con cuidado

- Supongo que Alice ya te habrá contado.- resoplé.- Mi novia está bien. En sesiones de fotos y esas cosas

- ¡Oh! Que bien.- mi madre como actriz, hubiera muerto de hambre. Decidí zanjar la conversación

- Madre ¿Carlisle está ahí? Necesito hacerle algunas consultas.-

Hablé otro tanto con mi padre. El cual no estaba tan preocupado por Tanya y nuestros embrollos; sino que su atención se dirigió a Isabella y su estadía.

Habían pasado dos semanas desde todo ese lío con Tanya. Por suerte las cosas entre nosotros se habían arreglado y le había prometido nunca más dudar de ella, pasara lo que pasara. Mi relación con Alice y mis amigos, había sido cautelosa. Nada de comentarios sobre Tanya y en realidad, evitaba contestar sus llamadas y visitas. No podía negar que estos días me había sentido solo, pero era lo mejor. Mi decisión estaba tomada y sería abocarme a mi relación con Tanya, sin ningún tipo de distracción, es decir, no me dejaría llevar por comentarios mal intencionados.

Isabella seguía encargándose de todo en casa. Evitaba también conversar o compartir con ella. Así que nuestra única interacción se daba por minutos y era para saludo o despedida. O cuando ella me avisaba que la comida estaba lista. La cual subía a mi habitación para no tener mayor contacto. Me había platicado que el dichoso trabajo se había aplazado una semana, no presté atención al por qué de eso. Solo le dije que las condiciones seguían siendo las mismas y me reservé el hecho que no me hacía gracia extraños en casa.

Mi pierna estaba libre de la estorbosa escayola. Al día siguiente de hablar con mi padre. Me había recomendado realizarme exámenes y decidir en base a ellos. Y por suerte mi tobillo estaba en perfectas condiciones.

Tomé el teléfono y marqué el número de Jean. Mi abogado. Había tomado una resolución y la llevaría a cabo. Así destara la furia de Alice. Pero ella misma lo había propuesto hacía tiempo atrás. Solamente tomaría la palabra y habría un pequeño cambio.

- Steven Abogados.- contestó formal mi amigo

- Jean.- lo saludé.- Hablar Edward Cullen

- Hola Edward. Justo me estaba acordando de ti. Me comuniqué con el otro abogado y los papeles siguen ahí. Así que podrías acercarte para conversar y avisarle a tu hermana

- Alice no puede en estos momentos, pero está de acuerdo. Es decir, ella misma redactó ese documento hace tiempo atrás

- Es cierto.- apoyó.- Pero quizás quiera modificarlo o conversar sobre los cambios que deseas realizar. Aunque si ustedes lo han conversado, no hay problema.

- Lo hemos hablado y está de acuerdo.- mentí

- Bien. Entonces ¿Cuándo vendrás?

- Voy saliendo para allá

Corté la llamada y tomé las copias que descansaban en mi escritorio. Me dirigí a la salida, pero en ese momento recordé que olvidaba unas cosas y me devolví. Encontrándome con Isabella

- Buenas.- dije y pasé de largo

- Buenas tardes.- saludó y continuó.- Edward. El baño de mi cuarto creo que se descompuso

- Mandaré a buscar a alguien.- dije sin voltearme

- Es que…- su indecisión hizo que girara a verla.- Necesito ducharme y no se donde hacerlo.- su cara se cubrió de rojo

Pensé en mi respuesta. En casa sólo había dos baños totalmente habilitados. El de su habitación y la nuestra con Tanya. Y muy a mi pesar tuve que ceder. Tampoco hubiera sido correcto de mi parte enviarla a cualquier otro, siendo que parecían ratoneras, aun.

- Puedes ocupar el de mi habitación.- indiqué

- No…he visto otros, podría ser uno de ellos.- contradijo

- Los únicos habilitados con agua caliente son el que ocupas y el mío.- expliqué sin ganas.- A menos que quieras ducharte con agua helada. Estás obligada a hacerlo en el mío

- No me importa ducharme con agua helada.- repuso altiva

- Mira.- intenté razonar.- No estoy de humor para lidiar con arranques de orgullo. Mi padre me pidió que tratara de darte el máximo de comodidades…

- Pero soy yo la que estoy decidiendo. El no tiene porque enterarse.- repuso fuerte

- Bien, haz lo que quieras.- di media vuelta y seguí mi camino

Llegué a mi cuarto y busqué rápidamente lo que necesitaba. Mientras escudriñaba, pensé en la reacción de la chica. Tenía carácter, cosa que no me había percatado antes. Pues cuando se le decía algo o se hacía alusión a ella; buena o mala…jamás expresaba su pensar. Sacudí mi cabeza y me concentré en lo realmente importante, los papeles que necesitaba.

Cuando los tuve en mis manos. Bajé las escaleras y me dirigí a la puerta. Pero unas maldiciones en voz baja me hicieron detenerme. Agudicé mi oído y me dí cuenta que esas pulcras palabras venían del baño inferior. Por lo que supuse sería Isabella lidiando con el agua congelada. Me acerqué con la intención de obligarla, si era necesario, que fuese usar mi baño, aunque no fuera de mi total agrado. Pero al menos, viéndolo del lado positivo, evitaría a una chica con pulmonía en mi casa.

- ¡Mierda!.- soltó.- Muy bien, me desvisto, entro y ya.- murmuraba para ella misma.- Yo puedo, siempre puedo.-

Sin proponérmelo, una sonrisa se implantó en mis labios al oírla ¡Terca! Esa era la mejor definición. Comenzó a cantar un tema en voz baja, pero por la cercanía en la que me encontraba, pude reconocerla perfectamente.

La puerta estaba abierta y me acerqué haciendo resonar mis pasos para que no fuera a creer que la estaba espiando. Iba a tocar, cuando me topé con su reflejo en el enorme espejo que colgaba en la pared. Estaba de pié y sacaba sus zapatos impulsada por sus talones. Aclaré mi garganta, pero con el sonido del agua cayendo y su voz, cantando alegremente, no me oyó…y entonces le vi.

Fue de un segundo a otro, quizás tratando de no dilatar el momento por el frío que reinaba, que tomó todas las prendas de su cintura hacia arriba y las quitó de un jalón por su cabeza… Sentí mi espalda chocar contra la dureza de la pared tras mío. Ni siquiera había notado que en forma inconciente mi cuerpo había retrocedido ante la impresión…

Pestañee varias veces para salir de mi conmoción. Miré nuevamente por si se hubiera percatado de mi presencia, pero ella ya estaba por entrar a la ducha y su espalda era lo único que divisaba a través del espejo. Nerviosamente quise salir de ahí, y de forma torpe hice que la carpeta en mis manos, chocara con mi propia pierna…desparramando la pila de papeles… Los recogí con mis temblorosas manos y salí de ahí, dando un fuerte golpe en la puerta.

Manejé por las calles, sin poder quitarme esa imagen de la cabeza. No era su sobrepeso evidente que me impactaba; sino sus marcas…sus cicatrices. Ella tenía huellas claras de quemaduras desde el cuello a su pubis ¡Dios! Ella debía haber estado involucrada en un incendio o debía haber caído sobre algo ardiendo para tener marcas extremadamente evidentes en su cuerpo.

Recordé cuando de niños, con Alice teníamos la fijación de jugar con fuego. Tomábamos papeles, ramas o lo que se nos presentara para quemar. Una vez, mi padre nos había pillado infragantes en esa tonta acción. Nos había sentado frente al pequeño fuego que teníamos, había tomado un plástico y lo había pasado sobre las llamas, quedando desfigurado e irregular en varias partes. Nos había explicado que así quedaríamos si caíamos nosotros al fuego…

Y era exactamente igual como tenía la piel Isabella. Del 100% de piel de esa zona, el 70% estaba totalmente deformado… ¡Mierda!

- Edward ¿Me estás escuchando?.- inquirió Jean, mi abogado

- Eh… No, no ¡Disculpa!.- dije al no haber puesto atención a nada

- No te preocupes. Te decía si quieres que te lea las cláusulas y el documento completo.

- No hace falta. Ya se su contenido ¿Es todo?

- Sólo falta tu firma. La de tu hermana ya está, así que no hay mucho más que acotar

Firmé el documento y Jean siguió explicando algunas cosas. Más yo seguía con mi cabeza en otros lados. En realidad, Isabella y las palabras que mi padre me había increpado la primera vez que ella había llegado a casa, cuando Tanya y yo nos habíamos burlado de ella. También pasaba por mi mente mi forma de actuar con ella ¡Lastima! Eso era lo que resonaba en mí en este momento. Ella tenía dieciocho años, eso debía haber pasado unos cuantos años atrás… Sin que mi mente lo quisiera, ésta empezó a procesar información y a realizar comparaciones que trataba de quitar de mi mente, pero era imposible.

Si Tanya hubiera pasado por eso, podía estar seguro que pasarían diez años y ella seguiría en clara depresión y ocultándose de todo el mundo. Se hubiera dejado vencer y seguramente hubiera hecho una locura. Me estremecí al pensar eso y sentí una punzada en mi cuerpo… Mi mente iba ahora a Isabella. Era una chica fuerte y eso lo demostraba. Había salido adelante y se mostraba fuerte, a pesar de todo.

¡A pesar de las humillaciones que les haz brindado gratuitamente!

Susurró una voz interna en mi cabeza. Y muy a mi pesar, era una verdad irrefutable…

...


Be.-

...

Salté cuando sentí la puerta de entrada ser azotada duramente. Saqué mi cabeza por el vidrio de la mampara y me percaté que la puerta la había dejado ligeramente abierta. Salí del agua y en dos zancos la cerré. Mi baño fue rápido, el agua parecía estar congelada. Me sequé en forma rápida y cuando estuve sin una gota de agua, me paré frente al espejo. Mi piel se estaba estirando y las marcas, aunque seguían ahí…no eran tan prominentes. Suspiré y me vestí.

Miré la hora y aún era temprano. Así que decidí dejar la comida preparada para mañana. Me sentía un tanto melancólica, así que busqué entre las compras de alimentos que había realizado, la preferida de papá. Prepararía Ñoquis con salsa de pollo. Cada vez que preparaba esta receta, mi padre aparecía en forma automática en la cocina. Sonreí al recordarlo.

Comencé con la preparación de todo y puse un poco de música. Se sentía como en casa, y quise creer que así era. Mientras alistaba todo, a mi estilo bailaba por la cocina al ritmo de la música. Estaba tan mentalizada que me paseaba por la pequeña cocina de Forks, que podía hasta percibir ese característico aroma de casa.

Mientras se cocían algunos condimentos, subí a buscar mis libros y quehaceres. Podía perfectamente hacer una cosa y otra a la vez. Cuando iba a bajar por las escaleras, me pregunté si Edward regresaría pronto y si quizás le molestaría mi presencia allí con mis obligaciones. Pero luego de meditarlo, me atreví a hacerlo de igual forma. Total, cuando él llegara, yo podía tomar todo y regresar al cuarto.

Cuando estuvo todo listo, adorné los platos para servirlos. Momento en el que volví a la realidad, al darme cuenta que tenía servidos y decorados tres platos, como en casa. Me apoyé en la encimera y observé los platos como si jamás los hubiera visto y sin querer mis ojos comenzaron a picar ¡Extrañaba a mis padres! ¡Extrañaba tener alguien con quien conversar mientras me servía, aunque fuera un pan solo!... Tomé los platos y aunque fuera una locura, los dispuse en la mesa como si utópicamente estuviera con mi familia.

Me senté y comencé a comer y a leer en voz alta, como cuando hacía en casa y leía para Charlie y Renée, las lecciones pasadas en el Instituto durante el día. Cualquiera que me hubiera visto diría que estaba loca, incluso aquella persona que estaba de pié observando con detalle cada cosa que hacía cuando levanté la vista sonriente… ¡Mierda! ¡Estaba ahí! Y mi sonrisa se esfumó

Tragué de forma rápida lo que tenía en mi boca. Sintiendo como mi cara llegaba a picar, por la tonalidad rosa que adquiría cada segundo que pasaba

- Hola.- dijo en forma baja. Seguía apoyado al marco de la puerta

- Hola.- respondí en un hilo de voz

Me paré en forma frenética de la mesa y comencé a ordenar mis libros y todo lo que estaba sobre ella.

- ¿Qué haces?.- inquirió acercándose

- Yo…yo solo ¡Mierda!.- exclamé cuando la copa de agua se derramó en la mesa

El fue más rápido y tomó mis libros, para evitar que se mojaran. Tomé un paño cualquiera y sequé la mesa.

- Esos…mmm…Isabella, esos son mis boxers.- me congelé

- ¿Qué?.- dije con voz ahogada. Y procedí a estirar la prenda ¡Jesús! ¡En mis manos tenía su ropa interior! ¡Era mujer muerta!.- ¡Yo te compraré unos mañana! ¡De verdad lo siento! ¡No creí que llegarías tan luego y por eso bajé y preparé comida para mañana, pero me dio apetito y me serví algo y…!- paré mi monólogo cuando lo vi sonreír ¡Sonreír! ¡¿Sonreír?

- No te preocupes. Tengo más.- sacó la prenda de mis manos y la dejó a un lado

No podía creer lo que acababa de hacer. Había mantenido la prenda en alto, como en exhibición. Y el…el solamente sonreía ¿Desde cuando había aprendido a sonreír?

- Yo… Tú ¿Esperabas a alguien?.- inquirió incómodo

- ¡No!.- me apresuré a esclarecer.- Sólo…- no podía decirle que simulaba que mi familia estaba conmigo.- Tenía mucha hambre.- era una mentira creíble. El y su novia me habían hecho resaltar mi físico varias veces.

- Veo.- rascó su barbilla incómodo.- ¿Haz terminado de comer?.- apuntó a los platos

- Yo ya me iba al cuarto.- dije rápido, antes de que el mismo me echara

- Pero… ¿Quizás…tu…este…podríamos comer juntos?.- sentí mi mandíbula desencajar.

Lo observé en forma detenida. Era evidente que su proposición no era de todo su agrado. Se ceño fruncido y el constante movimiento de sus pies, lo dejaba ver. Además el nunca había compartido ni un largo saludo desde que yo había llegado a esta casa, así que los cambios repentinos debían tener una explicación y la única en mi mente, era Carlisle. De seguro el había hablado con Edward para decirle que se comportara conmigo, y me figuraba que una amenaza había ido detrás de ese comentario, por eso el se estaba comportando de esa forma. Así que lo libraría del suplicio que debía significar para el, sentarse conmigo y más, tener que soportarme más de diez minutos.

- Ya me sacié.- expliqué.- Puedes escoger un plato de estos. No ha sido tocado. Y en el horno ha quedado para mañana.- tomé mis cosas para salir de ahí.- Buenas noches

- Ok.- dijo él.- Buenas noches

¡¿Qué bicho le había picado?

¡¿Y desde cuando le importaba tanto la palabra de Carlisle?

Eran las preguntas que me asaltaban cada cinco minutos, mientras trataba de concentrarme en mis materias. Bufé exasperada. Había dicho no darle importancia a su actitud, pero la verdad era que me rondaba una y otra vez ¡Era tan extraño! Antes de salir, poco menos me había mordido con sus palabras. Horas más tarde llegaba como si jamás hubiera sido el patético hijo del Doctor, que me había recibido en su casa.

Decidí que era tiempo perdido el tratar de estudiar. Así que apagué la lámpara y me acurruqué entre las mantas. Quizás al salir de casa, había visto la muerte en persona. Se decía que cuando las personas estaban en situaciones extremas de vida o muerte, cambiaban de forma radical ¡No! Definitivamente Carlisle era lo más seguro. Edward ya vivía con la muerte en casa, su novia

Era viernes. Por fin la semana había terminado. Estaba un tanto nerviosa con el hecho que mis compañeros deberían venir hoy a realizar el trabajo. Nos habíamos puesto de acuerdo, que a las siete era buena hora para aparecerse.

Desde ese extraño encuentro con Edward, hacía unos días casi no había vuelto a verlo. Lo evitaba a toda costa. Y ahora era yo, la que huía prácticamente, cuando él se encontraba cerca, que no había sido más de dos veces. Pues por lo que entendía, había vuelto al trabajo.

El sonido del timbre me alertó que el fin de semana agotador, había comenzado. Bajé las escaleras casi corriendo. Abrí y quedé de piedra. Un chico alto, de ojos azules, cabello ni largo ni corto, rubio y con más músculos que los de Emmet "el amigo de Edward", estaba parado frente a la puerta

- Hola preciosura.- susurró en forma sexy. Su mano iba a acariciar mi mejilla, cuando detrás de él apareció una mano y lo golpeó en la nuca.- ¡Auch!.- roto el momento

- Apártate idiota.- reconocí esa voz como la de Jane.- Hola Bella.- habló por entre los brazos del tipo

- Hola.- dije frunciendo el ceño

- Soy Dem.- estiró la mano hacia mí, pero Jane lo empujó para pasar

- Bella.- puso sus manos en sus diminutas caderas.- Éste, es el idiota de mi hermano. Demetri.- se volteó hacia él.- Idiota. Ella es mi amiga y compañera Bella. ¡Ahora. Lárgate!.- le terminó gritando

- Mucho gusto.- me apresuré a decir

- El verdadero gusto es mío.- sonrió.- Y nos volver...- Jane cerró la puerta en sus narices

- ¿Qué hiciste?.- pregunté atónita

- Librándote de caer en las manos del demonio.- explicó

- Con eso…¿Te refieres a tu hermano?.- inquirí extrañada

- ¡Si. Si! A ese mismo idiota.- agitó su mano, restándole importancia.- ¡Guau! ¡Bonita casa!

- Te diría gracias, pero no es mía.- ladee mi cabeza

- La tuya será mejor ¡Te lo aseguro!.- sonrió y pasó a conocer las piezas

Me mordía el labio nerviosa cuando recorrimos la casa. Si bien sabía que aun faltaba media hora para que Edward llegara, no podía evitar mirar cada tanto la puerta, cada vez que salíamos de una y entrábamos a otra. Cuando la inspección de mi compañera acabó, respiré tranquila y me tiré en el sofá de la sala. En eso el timbre volvió a sonar

- ¡Hey!.- saludé a Dan y Christian

- Hola.- saludaron los dos

Luego de ponernos conversar un poco. Decidimos empezar con el trabajo. Así que subimos a mi cuarto. Nos acomodamos en el piso y empezamos a realizar cada uno su parte. Una hora mas tarde, sentí la puerta principal cerrarse, signo que Edward había llegado.

- ¿El dueño de casa?.- susurró Jane solo para mí

- Supongo que sí.- dije, sin apartar mí vista de la pantalla

- Dijiste que era guapo.- rió. Asentí sin mirarla.- Quiero conocerlo

- Olvídalo.- dije tajante. Estaba segura que Jane sería capaz de soltar algún comentario que me dejara peor parada y con mis maletas en la calle

- ¡Vamos. Bella!.- insistió, zarandeándome

- ¡No!.- le corté su berrinche. Se cruzó de brazos e hizo un puchero.- Prométeme que no harás o dirás nada.- le apunté

- ¡Lo prometo!.- puso su mano a la altura del corazón. Rodé los ojos

- Chicos. Vamos por agua ¿Quieren?.- los dos negaron sin quitar la vista de sus notes.

Bajamos las escaleras y crucé todos los dedos de mi cuerpo para que Edward se encontrara como siempre en su cuarto y que no se asomara por nada del mundo a la cocina. Un suspiro de alivio salió de mis labios cuando llegamos allí. No había señas de Edward por ningún lado.

- ¿Dónde estará?.- preguntó Jane. Quien se empinaba para observar fuera del cuarto

- No tengo idea. Y tú sabes como es la relación con él. Así que no pienses que iré buscándolo por todas las piezas para que lo conozcas

- ¡Rayos!.- golpeó con su pié el suelo en frustración

- Ahora…- me voltee a mojar mis manos.- ¿Qué tal tu hermano?.- moví mis cejas sugestivamente

- ¡Ni lo sueñes!.- dijo autoritaria.- ¡Es. Un. Idiota!.- remarcó cada palabra

- ¿En qué sentido?.- quise saber

- Bella. El no es hombre para ti…y para ninguna mujer.- reflexionó

- Exageras.- golpee mi cadera juguetonamente con la de ella

- ¡Claro que no!.- dijo rápido.- Hay una mujer diferente en su cama cada fin de semana. Y todas las idiotas me tratan de comprar con el desayuno.- bufó, al tiempo que ponía sus manos en el chorro de agua

- Ey.- hice que me viera.- Mi especialidad son los desayunos.- me miró seria y cuando comencé a reírme, ella me siguió

- ¡Pervertida!.- devolvió su golpe en mi cadera.

Un carraspeo finalizó nuestra risa. Volteamos y al menos yo, quedé muda. Edward estaba de pié en la puerta con su tenida formal, mirándonos con una ceja alzada… ¡Había oído nuestra conversación! ¡Eww!

- Buenas noches.- saludó

- ¡Jesús. María y José!.- susurró Jane. Le propiné un codazo para que cerrara su bocaza

- Buenas noches Edward.- tomé a Jane de la mano e intenté arrastrarla, pero estaba adherida al piso

- ¡Muchísimo gusto!.- profirió demasiado alegre para mi gusto

- Edward Cullen.- dijo formalmente él

- Jane ¡A tus servicios!.- soltó. Abrí desmesuradamente los ojos. Era tiempo de arrancar

- Vamos a estudiar ¿Quieres?.- dije entre dientes

Justo en ese momento el timbre volvió a sonar y Edward, luego de hacer un asentimiento de cabeza. Se dirigió hacia ella

- ¡Es perfecto!.- gritó Jane, dando saltos como loca

- ¿Quieres callarte?.- exigí en un susurro

- Me pides que me calle, cuando bajo tus narices tienes a ¡Semejante Hombre! ¡Por Dios Bella! Me dijiste que era guapo ¡Es mucho mas que eso! ¿Qué tienes en los ojos?.- se acercó con la intención de escudriñar mis ojos, por lo que retrocedí en el acto

- No tengo nada y…-

- ¡¿Qué mierda fue lo que hiciste?.- se escuchó desde la sala

- ¿Qué fue eso? ¿La mujer?.- curioseó Jane y tuve que tomarla del brazo para evitar que saliera

- ¡Sht!.- puse mi dedo en mis labios. Indicándole que guardara silencio

- Alice. Cálmate.- escuchamos a Edward

- ¡No me calmo ni una mísera! ¡Eres idiota! ¡Era lo último que me esperaba de ti!.- sentí su voz quebrarse en la última parte

- Creo que se puso feo.- bisbiseo Jane. Asentí solamente.- ¿Quién es Alice? ¿Alguna amante?.- rodé los ojos. Edward idolatraba a la egocéntrica de su mujer. Además con ella no necesitaba más

- Obvio que no. Es la hermana.- informé

- Ok ¿Hay alguna otra forma de llegar al segundo piso?.- miró a todos lados.- No deseo pasar en frente a la batalla.- estuve de acuerdo con ella

- Creo que por aquí…- no terminé de decir, cuando Alice comenzó a gritar desesperada mi nombre

- ¡¿Bella? ¡¿Bella?

- Yo voy por aquí.- indicó Jane. Negué frenéticamente.- Bella. Te compadezco, pero creo que es mejor que vayas

Observé a Jane irse hacia las escaleras que le había indicado. Gemí cuando volví a sentir los gritos frenéticos de Alice. Así que me hice la idea, que tarde o temprano tendría que salir. Caminé como si fuera a mi funeral, pero cuando estaba a punto de traspasar la puerta. Alice entró caminando con furia. Sus ojos siempre vivaces, hoy estaban rojos e hinchados, por lo visto había llorado por largo tiempo.

- Bella. Toma tus cosas y te vas conmigo ahora mismo.- declaró. Miré confundida a Edward

- Alice…

- ¡Tu. Cállate!.- le gritó.- ¡No dejaré a nadie bajo tu amparo! ¡Eres capaz de vender el alma al diablo!

- Tranquila Alice ¿Quieres un vaso de agua?.- ofrecí, sin saber que más decir

- No Bella. Necesito salir de esta casa ahora mismo. Y tu te vienes conmigo.

- Yo…

- Habíamos hablado ese tema antes Alice. No es como si fuera una traición

Quise poder tener la confianza suficiente con Edward, para decirle que cerrara su boca. Alice cerró los ojos un momento y luego los abrió, destilando furia por ellos. Se dio vuelta, quedando de frente a Edward y avanzó a paso decidió hacia él. En un pestañeo, Alice estampó su pequeña mano en la cara de Edward. Con tanta fuerza que llegó a volteársela.

- ¡¿Qué es entonces Edward?.- bramó llorando desconsoladamente

- Alice….- Edward intentó acercarse, pero ella lo detuvo

- ¡No. Me. Toques! ¡No vuelvas a poner tus sucias manos sobre mí!

- ¡Estás armando una tormenta en un vaso de agua!.- la calma de Edward se había esfumado

- ¡Le diste la mitad de mi empresa a esa zorra!.- chilló. Quedé en shock ¿Acaso…?

- ¡Su nombre es Tanya! ¡Me harté que la traten como se les da la gana! ¡Es mí mujer! ¡Será mi esposa!.- Edward estaba rojo de ira.- ¡Si tu y los demás no pueden entenderlo. Entonces los quiero lejos de mi vida y mi casa!

- ¡Y yo la quiero lejos de mi empresa!.- contraatacó Alice

- ¡Siento mucho no poder darte ese placer!.- el tono de Edward era claramente de burla.- ¡Pero tu me ofreciste asociarte conmigo hace tiempo! ¡Estaba hablado! ¡Lo único que hice fue cederle Mi parte a Tanya!

Luego de unos minutos Alice inspiró fuerte…

- Edward…- apenas podía hablar por el llanto.- Es…es el esfuerzo de todos estos años. Ella…no lo valora.

- ¡Deja de suponer cosas! ¡Deja de menospreciar a mi novia!

- ¡Voy anular los documentos!.- dijo firme, recomponiéndose.- ¡Ella no tendrá ni la mínima parte de mi empresa! ¡No voy a dejar que me arruine!

- Todo está en regla y te vas a tragar tus palabras. Vas a darte cuenta lo que realmente vale Tanya

- ¡Tu vas abrir los ojos! ¡¿Y sabes qué? ¡Vas a quedarte como un perro! ¡Porque para mí, estas muerto!

- Alice…- la llamé para que se calmara. Cuando estábamos molestos, decimos cosas que luego nos arrepentimos

- No te preocupes Isabella.- me cortó él.- Desahógate Alice. Lanza todo el veneno que tengas, pero luego quiero que salgas por esa puerta y no vuelvas a menos que tengas una disculpa sincera para Tanya

- ¡Espera sentado!.- espetó Alice.- ¡Y mientras tanto…!.- rebuscó en su cartera y sacó un sobre.- ¡Entretiene tus ojos viendo lo que hace tu mujercita en Europa y cada vez que no está contigo!.- y lo lanzó sobre la mesa

- ¿Qué otra estupidez vas a inventar ahora?.- bufó Edward

- ¡Míralas! ¡Mira todo eso!.- indicó el sobre.- Perdóname Edward, pero no gasto mi tiempo y dinero para que los diarios y fotógrafos extranjeros sigan a tu mujer a todos lados o monten un chantaje

Edward abrió el sobre y extrajo su contenido. Tapé mi boca por la impresión de ver de soslayo las fotos recortadas que allí se exhibían. Edward arrugó su frente a más no poder y su mandíbula se tornó tensa. No quise seguirlo observando, sentía temor de sus reacciones. Las fotos se esparcieron con violencia por la mesa, donde las imágenes eran claras. Edward respiraba irregularmente y tenía las manos en puños. Un escalofrío recorrió mi cuerpo e instintivamente me acerqué a Alice

- Fuera de mi casa.- siseó.- Son trucadas.- dijo luego, como queriendo convencerse él mismo

- Me das pena.- susurró Alice con voz rota.- ¡¿Qué mierda te hizo esa mujer?

- ¡Dije fuera de mi casa!.- gritó fuera de sí y avanzó a grandes pasos hasta Alice.

La tomó por un brazo y la arrastró fuera de la cocina. Divisé a mis compañeros de reojo, quienes estaban en shock mirando la escena. Salí apresuradamente tras Alice

- ¡Todos fuera!.- rugió para luego encerrarse en el cuarto…

Nadie dijo nada. Yo solamente me acerqué a Alice y la abracé para reconfortarla. Se sintió el sonido de cosas quebrándose del otro lado de la puerta y los gritos ensordecedores de Edward. Los chicos nos tomaron a Alice y a mí y nos condujeron fuera de la casa. Agradecí en silencio a Jane, pues traía algunas pertenencias mías.

Antes de subirme al auto de Alice. Miré con tristeza hacia la casa. Un mundo perfecto, era un mundo de pantalla…Y sentía lástima por Edward ¡Lástima!

...

Continuará...

Capítulo 6: Capítulo 8:

 
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