AÑOS DESPUES…
VILLAVICENCIO- COLOMBIA.
BELLA:
Moví mis ojos decidida a abrirlos, -ya es hora de despertar- me dije a mi misma intentando parpadear y ver lo que me rodeaba, sentí la suave caricia de mi esposo en mi espalda y lo único que pude hacer fue volver a cerrar los ojos para sentir a plenitud el roce de su mano en mi espalda.
-¿te gusta?- me preguntó el muy presumido mientras dejaba pequeños besos en mi cuello.
-mmm.. si lo disfruto bastante… Sr Cullen- le dije bromeando.
-qué bueno que así sea Sra. Cullen- me siguió el juego.
-Edward Cullen basta de tus juegos, no puedo creer que después de 28 años de matrimonio, dos hijos y hasta nietos, sigas provocando esas reacciones en mi- me burlé pareciendo enfadada.
-lo siento cariño pero no puedes negar que soy el único que logra eso, además son pocos años.. y nuestros hijos no tienen nada que ver- contra atacó él divertido.
-además como médico se que el sexo en las mañana es algo muy productivo y nutritivo, revitaliza el cuerpo, la mente y…- su voz se perdió mientras se apoderaba de mi cuello.
Deje de razonar y me entregue a la pasión que me producían sus besos y sus caricias, eran algo adictivas, podrían vivir sin todo… pero jamás sin Edward Cullen cerca.
Después de una gran sesión de sexo matutino, Edward y yo nos dispusimos a decorar la casa en donde nos encontrábamos.
Este año a diferencia de los otros años, pasaríamos el año nuevo en un lugar diferente a los comúnmente acostumbrados, y aunque no estaríamos todos, queríamos que fuera un año nuevo muy especial.
La navidad la habíamos pasado en Boston, con Leah y Embry, los cuales se habían establecido hacia pocos meses allí, toda la familia había viajado para acompañarlos pero hacia dos días Edward y yo nos habíamos adelantado.
El lugar que habíamos escogido era Suramérica, más exactamente Colombia.
Aquel país en donde habíamos permanecido tanto tiempo, en donde habían nacido Charlie y Lizzie y en donde nos habíamos refugiado de la maldad de las Vulturi.
La cuidad que habíamos escogido no era la capital, Bogotá, era una ciudad más al oriente del país, a unas 4 o 5 horas en carro y 45 minutos en avioneta de Bogotá la ciudad que escogimos fue Villavicencio.
Ya la habíamos visitado con anterioridad Edward y yo, y nos había parecido que el clima era perfecto para pasar año nuevo, ya que siempre que íbamos a un lugar estaba en invierno y el frio era insoportable.
Esta era hermosa ciudad es pequeña en comparación con Bogotá y las ciudades del mi país, pero no por esto menos hermosa, la decoración navideña sobresalía en grandes cantidades y pasar las noche viéndola, era un sueño.
Los amaneceres eran muy famosos, así que habíamos decidido comprobarlo.
Logrando corroborar la veracidad de las palabras de Nahuel.
Estos dos días los habíamos disfrutado al máximo, bueno a eso nos dedicábamos cuando no estábamos trabajando, a disfrutar de nuestro matrimonio y de los felices que éramos.
Ya que al habernos dedicado a nuestros gemelos y a nuestras carreras, era muy poco el tiempo que nos dedicábamos, pero a esta altura de nuestras vidas, nos merecíamos disfrutar a plenitud de nuestro amor.
Los logros de nuestras vidas eran varios, yo por mi parte había publicado 6 libros más, adicionales a los 2 que ya tenía con anterioridad, tres de ellos Bestseller según el New Time, y dos con un record de ventas mundial; adicional a esto he realizado otras publicaciones para prestigiosas universidades, además de ejercer la docencia durante tres años en dos universidades, del estado de Washington, para cuando los gemelos se marcharon a la universidad.
Edward por su parte había logrado ser pionero en las investigaciones de más de cuatro enfermedades congénitas en recién nacidos, todo esto con el apoyo de Emmett y mi suegro, quienes habían ganado la patente de varias prótesis, entre otros muchos estudios de cartílagos y no sé muy bien que más, habían logrado crear otros dos centros especializados en New York, Jacksonville, Boston y Miami, adicional al de Forks.
Las empresas Cullen-Vulturi se habían disuelto, dejando el gran imperio Cullen en manos de Jasper y actualmente de Jasper Jr, quien hacía pocos meses se había casado con su novia de adolescencia, Aniette.
Nuestros hijos hoy en día, se desempeñaban como profesionales, Renesmee, como médico con especialización en neurología y EJ como arquitecto, los dos poseían unos muy buenos trabajos, mi niña como directora de unos de los centros especializados en Jacksonville y EJ viajaba por los Estados Unidos y otros países haciendo diseños para importantes empresas, su constructora era parte de las empresas Cullen, pero era dirigida por él y su esposa, Emily.
-¿como quedo todo? – me preguntó Edward preocupado por mi intensa mirada en el lugar.
-estupendo como siempre- le dije dándole un beso en los labios el cual gustoso me devolvió.
-Edward, la idea es esperar la llegada de todos los que vienen a pasar año nuevo con nosotros en el aeropuerto, pero si continuas así no lo lograremos- le reprendí mientras me alejaba un poco para recuperar la compostura.
- está bien Sra. Cullen las cosas se harán como usted diga- dijo riendo.
Terminamos de arreglar todo y ultimamos todos los detalles para la reunión.
Recibí un mensaje de Renesmee indicándome que estaban abordando la avioneta que los traería hasta la ciudad, así que obligue a Edward a arreglarse para ir a recibirlos.
Llamamos a él conductor, ya que como no conocíamos la ciudad Edward había decidido contratar a alguien que si la conociera.
Una hora más tarde estábamos en el aeropuerto recibiendo a toda la familia, bueno parte de ella, ya que los únicos ausentes eran Jake y Nessie, bueno y mis padres y los de Jake, todos ellos se encontraban en Seattle celebrando año nuevo con Nahuel, Karin y Alexander, este último esposo de mi sobrina Marie.
-abu….- grito mi pequeña Julie, una de las gemelas de Renesmee, de tan solo 4 años.
-abueee..- esta vez fue Janice, la otra gemela.
Las dos se lanzaron a mis brazos.
-Mis amores como las extrañe- le dije dándole a cada una un besitos.
-y para el Abu Ed no hay nada- dijo el engreído de mi esposo.
Las niñas dejaron mis brazos y corrieron hacia Edward, todos rieron.
El recibimiento paso entre besos y abrazos, parecía que hace una eternidad no nos veíamos, reí ante tal escena.
El camino hacia la casa paso entre risas y besitos por parte de nuestros nietos.
Ya en la tarde, cuando todos se habían instalado decidimos ir a la piscina, allí los niños disfrutarían del sol y nosotras podríamos hablar.
Al llegar allí nos ubicamos las tres, Alice, Rosalie y yo, observando a nuestros hijos.
Todos jugaban con sus hijos, EJ consentía a su pequeño, Liam de nueve meses de vida, junto a su esposa.
Mis sobrinos consentían a los suyos, Charlie corría tras sus mellizos, Katherine y Luke, mientras Lillian corría tras su pequeña Rose.
-¿alguna vez imaginaron estar sentadas observando este cuadro?- cuestionó Rosalie.
-nunca- respondimos Alice y yo a coro.
-pues yo menos, ahora solo deseo envejecer junto a Emmett y finalizar mi vida con él- razonó Rosalie.
- no eres la única- la apoyo Alice.
-saben lo único que yo deseo es amar a Edward y vivir felices por siempre… y que así será….-
FIN.
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