DESEOS PROHIBIDOS?TERMINADO

Autor: rake
Género: + 18
Fecha Creación: 16/11/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 32
Comentarios: 89
Visitas: 204500
Capítulos: 56

 

TERMINADO

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 4 VOTOS!!!

 Si eres perseverante,los deseos se hacen realidad y aqui está la prueba que lo confirma.

Leer este fic que os aseguro que acabará por encantaros.

VOTAR Y COMENTAR MUCHAS GRACIAS.

 

 

                      

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Capítulo 6: La cena

La llamada a su puerta la sobresaltó.Tragó saliva en un intento de tranquilizar su agitado corazón.

—Un momento,por favor.

Se apresuró a recolocarlo todo y dejarlo como estaba.El haberle fallado a la primera esposa del conde siempre le hacía sentirse muy culpable.La ignorancia por parte de la condesa de la imposibilidad de leer de Bella demostraba el éxito con que ésta convencía a todos de que realmente era una mujer instruida.Le habría contado la verdad a su predecesora,pero le parecía una crueldad revelarle aquello cuando la muerte la acechaba entre las sombras.Había creído más apropiado dejar que la condesa pensara que su última voluntad se ejecutaría de acuerdo con sus instrucciones.

Mientras cerraba la tapa del joyero,suspiró,se enderezó y volvió el rostro hacia la puerta.

—Adelante.

Jessica,la doncella de la condesa,entró en la estancia.

—Lord Forks ha venido a cenar.

—¿Lord Forks?—repitió,otra vez con aquel irritante chillido.Debía conseguir que la presencia del conde dejara de afectarla así.

—Sí,milady.Dice que lo estaba esperando.

—Claro que lo esperaba.—Pero no era así.Había olvidado que lo había invitado a cenar con ella aquella noche.O quizá confiaba en que no se presentara después del beso abrasador que le había dado por la tarde.Tal vez eso era lo que le decía en la carta,que iría a cenar de todas formas.

¡Maldición!El conde esperaría que hubiera leído la misiva y supiera lo que en ella le decía.La enmarañada tela que ella misma había tejido amenazaba con asfixiarla.

—Ayúdame a cambiarme para la cena.

Eligió un vestido de satén crema con listas verticales de un púrpura intenso. Había descubierto que le hacían parecer más alta y aquella noche no quería sentirse pequeña.Completaban el vestido unos volantes rematados en púrpura y un escote recto que apenas revelaba su busto.Optó por prescindir del postizo para realzar el peinado;ya se sentía bastante postiza.Alrededor del cuello llevaba una cinta de terciopelo púrpura de la que colgaba un medallón de plata de complejo grabado.En la muñeca se puso un sencillo brazalete de plata.

Tras pensarlo un instante,decidió no llevar más joyas.Aquella noche exigía una elegancia informal.Mientras Jessica la ayudaba,Bella empezó a prepararse mentalmente para la farsa que pronto tendría lugar.Debía fingir que sabía con exactitud lo que decía la carta que había escondido.

Una disculpa,naturalmente.Estaba convencida de que,como caballero que era,se habría disculpado de haberse aprovechado aquella tarde.Pero¿qué más?Apenas quedaba espacio libre en la página,de modo que,o se había disculpado con exagerada prolijidad,o en la carta trataba también algún otro asunto.Para poder resolver aquel acertijo,tendría que permanecer alerta toda la noche.

Estudió su reflejo en el espejo.No parecía en absoluto una espía a punto de hacer sus pesquisas,pero supuso que de eso se trataba precisamente.Si pretendía averiguar algo,debía hacerlo con disimulo.

Respiró profundamente para tranquilizarse.Había ejecutado aquel ardid con hombres mucho más complejos,aunque ninguno de ellos le había importado lo más mínimo y Edward sí.De algún modo,el conde había logrado romper el hielo que envolvía su corazón y colarse en su interior.No podía permitirle que se instalara permanentemente en él.Aquella noche lo expulsaría y reconstruiría las barreras,aunque no con complacencia.

Eso dificultaba aún más la tarea.Por lo general,le divertía engañar a los demás,salirse con la suya.En el caso de Edward,no la satisfacía lo más mínimo.

Volvió a respirar profundamente.

—Bueno,supongo que ha llegado el momento.

—Está preciosa,milady—dijo Jessica—.Como siempre.Hipnotizará a lord Forks.

Ése era el plan.Si lo hipnotizaba,podría manipularlo más fácilmente.

Sin prestar mayor atención a sus nervios,abandonó la estancia,avanzó por los pasillos y bajó la escalera.

Lo encontró en la biblioteca,su sala favorita.Para Bella,todos aquellos libros que forraban las paredes emanaban una mezcla de sabiduría y poder.Los libros siempre le habían resultado embriagadores.Le encantaba simplemente abrirlos,inhalar su aroma rancio y contemplar las letras impresas en sus páginas.Encontraba especial deleite en los libros ilustrados.A menudo,las imágenes expresaban lo que las palabras no podían manifestar.

Lo vio cerrar un libro que había sobre un aparador.Estaba especialmente guapo aquella noche,vestido con frac y pantalones grises,chaleco azul y corbatín de seda roja.Se preguntó si se habría esmerado más de lo habitual para impresionarla.

Como si se percatara de pronto de su presencia,el conde levantó la vista y la miró.

—¿Es nuevo este libro?

—Sí.—Lo había comprado por su aspecto.

—No sabía que leyeras en francés.

Y no lo hacía.No leía en absoluto.Obviamente,no se había dado cuenta de que el condenado libro estuviera escrito en francés.Odiaba tener que mentirle constantemente,pero había llevado la farsa demasiado lejos y durante demasiado tiempo como para rendirse ahora.

—Un poco—respondió al fin.

El conde se acercó a ella.Parecía un hombre de pronto al borde de un precipicio,incapaz de decidir si debía saltar o no.

—No estaba seguro de que fueras a recibirme.

—Por supuesto que te recibo.Después de todo,ésta es tu casa.No olvido que estoy aquí únicamente por la bondad de tu corazón.

—¿Y si no fuera así,si ésta no fuera mi casa,me recibirías?

Siempre.Se le hizo un nudo en la garganta,que impidió que pronunciara ninguna palabra comprometedora.Se limitó a asentir con la cabeza.

—¿Has recibido mi carta?

Volvió a asentir.¿Qué había sido de su mente pronta?

—¿Y la has leído?

—Ésa es la finalidad de las cartas¿no?Ser leídas.—Por fin un atisbo de ingenio.

—Ciertamente.¿Aceptas pues mi disculpa?

De modo que le había escrito para pedirle perdón.Sin duda había gastado mucha tinta en hacerlo.

—Nuestro encuentro de esta tarde ya está olvidado—le aseguró ella.

Él parecía muy decepcionado,hasta que sus labios esbozaron una sonrisa casi burlona.

—No es mi caso.

La mirada del conde se oscureció y se intensificó,como si recordara cada movimiento de sus lenguas y la presión del cuerpo de la condesa contra el suyo.Ella parecía dispuesta a congelar su ardor.

—Supongo que has venido a cenar.Sugiero que nos pongamos a ello cuanto antes.

—¿Que nos pongamos a ello?No parece que te entusiasme la idea.Si prefieres que me vaya…

—No,en absoluto.Me agrada tu presencia.Me refería a que no veo razón para que sigamos hablando de esta tarde o de la carta.

El conde dio un paso en dirección a Bella y ella se apartó rápidamente.

La sonrisa que había esbozado se transformó en una cálida y amplia risa.

—Sólo pretendía escoltarte al comedor,como hago siempre.

Ella se armó de valor,relajó las manos,que tenía agarrotadas junto a los costados y se agarró con una de ellas al brazo que él le ofrecía.

—Naturalmente.

—Como te decía en mi carta,acepto el lugar que ocupo en tu vida.

¿Así que también le decía eso?¿Y cuál era exactamente ese lugar?

—No debes temerme—prosiguió.

Pues sí lo temía.No podía evitarlo.Él la aterraba.Quería que se fuera al último confín de la Tierra y a la vez que se acercara más a ella.

—No me das miedo.

—¿Puedes decir lo mismo de la atracción que bulle entre nosotros?

—No sabía que existiera ninguna atracción.

—Vaya,siempre te he considerado una mujer astuta.

La mirada desafiante del conde la enfurecía.¿Por qué no era tan fácil de manipular como el resto de los hombres de Londres?

—Me parece que te engañas—replicó ella,con la esperanza de poner fin a sus comentarios.

Él rió entre dientes y ella recordó que le gustaban las mujeres que lo hacían reír. El encuentro no estaba transcurriendo como Bella había previsto.

—¿Me engaño en que eres astuta o en que hay atracción entre nosotros?-preguntó el conde.

Ella le lanzó una mirada altiva.

—Dado que ciertamente soy astuta,parece lógico pensar que…

—¿Que no sentirías nada si volviera a besarte?

¿Que no sentiría nada cuando sus labios ya habían empezado a temblar ante la perspectiva del contacto con los de él?

—No me pongas a prueba,por favor.

Su propio comentario le pareció una triste muestra de debilidad,algo que detestaba,porque dejaba indefensa a la más fuerte de las mujeres.

Él inclinó ligeramente la cabeza,levantó la mano de ella hasta su boca y le besó los dedos.

—Como desees.

Ella lo miró fijamente,sorprendida y algo decepcionada por la facilidad con que él había claudicado.

—Te prometo que lo ocurrido esta tarde no volverá a suceder jamás—añadió él.

¿Formaba aquello parte de la carta,o lo había añadido ahora?¿Qué debía responder?Se decidió por fin.

—Me alivia saberlo.

—¿De veras?

—Indudablemente.

—¿Por qué tiemblas?

Por tu proximidad.Porque es insensato desearte cuando tu profesión ya te ha llevado a decidir quién ha aprendido la lección y quién no.

—El hambre me produce debilidad—respondió ella en lugar de la verdad.

—Entonces será mejor que pasemos a cenar.

—Sí,será mejor.

Bella dejó que el conde la escoltara al comedor,sin duda aliviada.Había conseguido ocultarle la verdad,pero su victoria resultaba agridulce.Jamás había lamentado tanto tener secretos que guardar.

Capítulo 5: Orgullo Capítulo 7: Trato peligroso

 


 


 
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