Pov Gianna.
Las primeras gotas de lluvia me despertaron. Aturdida abrí los ojos dejando caer la cabeza hacia atrás.
- Solo fue un sueño – dije en un susurro
Todo el dolor y la agonía seguían presentes en mi; aquella salida, aquella vida que me esperaba detrás de esa puerta se había desvanecido. La libertad se escapó de mis manos. Recorrí con la mirada el lugar en el que estaba, buscando con alguna esperanza algo que me reconfortase, pero en lugar de eso un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando mis ojos captaron los suyos. Unos ojos rojos que conocía muy bien
- ¿Sulpicia? – pregunté al vacío
Una malévola risa inundo el callejón en el que me encontraba. Su escultural figura se escapó de la penumbra y se dejo ver ante mis ojos. Era ella, Sulpicia.
- Hola querida – me saludó con una sonrisa de oreja a oreja
No la contesté ya que estaba sucumbida por el miedo
- Tranquila cariño, no te quiero hacer daño; solo quiero hablar – dijo esta agachándose y poniéndose a mi altura
- ¿Sobre que? – mi voz era entrecortada
- Sobre ti; debo confesarte que estoy muy preocupada por ti
- ¿Y eso? – pregunté confusa
- Aunque no lo creas te tengo cariño y hace un rato te vi que salías despavorida del castillo; te llamé pero no me hiciste caso. Había pensado que me olvidaría de ti al rato, pero no fue así, la preocupación iba creciendo más y más y decidí salir a buscarte.
Su respuesta me aturdió más; ¿acaso era cierto lo que ella me estaba contando? Nunca se sabe - dijo mi mente - tal vez te lleves una sorpresa, tal vez ella tenga razón, y tal vez ella te pueda ayudar. Un jadeo salió de entre mis labios; ¿Cómo podía pensar yo eso?
- ¿Estas bien Gianna? – preguntó esta mientras alzaba una mano y me acariciaba el rostro.
- No – pero yo no le quería decir eso, era como si alguien me obligase a decir ese no.
- Yo te puedo ayudar, se lo que te pasa
- Tu no sabes nada – dije entre dientes
- Claro que lo sé, te he estado observando y lo sé todo; déjame ayudarte; te puedo librar del dolor.
Acepta su ayuda; todo esto puede quedar atrás. Recuerda tu sueño, recuerda esa vida, recuérdalo. Esas palabras golpeaban mi mente con fuerza.
- Yo… - y no pude terminar la frase.
En esos momentos me vi sucumbida en un vórtice que me arrastraba hacia la nada, hacia lo desconocido. Vi como lentamente todo lo que había vivido se desvanecía en la niebla. Los recuerdos de mi infancia, de mi adolescencia, de mi madurez, absolutamente se perdía todo; incluso el dolor, la agonía, mi amor por Alec, la vida que había llevado con los Vulturis. Cada recuerdo se evaporaba y no dejaba ningún rastro en mi mente. Antes de que todo se perdiera intente recordar algo muy importante para mí. Su amor, un amor que me cambio la vida y que a la vez me destruyó, el amor de Demetri y el de Santiago. Intenté apurar al máximo ese recuerdo pero fue completamente inútil; todo se desvaneció como las hojas de los árboles ante la llegada del otoño haciendo que mi mente se quedase seca y sin vida. Un dulce despertar ya no existía para mí.
¿The End?
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