DESEOS PROHIBIDOS?TERMINADO

Autor: rake
Género: + 18
Fecha Creación: 16/11/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 32
Comentarios: 89
Visitas: 204485
Capítulos: 56

 

TERMINADO

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 4 VOTOS!!!

 Si eres perseverante,los deseos se hacen realidad y aqui está la prueba que lo confirma.

Leer este fic que os aseguro que acabará por encantaros.

VOTAR Y COMENTAR MUCHAS GRACIAS.

 

 

                      

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Capítulo 49: Consejos

Edward necesitaba consejo urgentemente y no podía acudir a la única persona del mundo en la que confiaba más que en cualquier otra,porque el consejo tenía que ver con ella.De modo que fue a visitar al duque de Vulturi:pasó por su finca campestre antes de proseguir camino hacia Londres.

—Permíteme que te sirva un whisky—le dijo el duque—.Me lo envía mi hermanastro desde Tejas.Es bastante fuerte y tengo la impresión de que no te vendría mal en estos momentos.

Edward aceptó la copa asintiendo con la cabeza.Luego le habló de la carta que la primera condesa le había dejado a Bella y le contó que la había leído recientemente.No especificó por qué había tardado tanto y el duque no preguntó.Edward sospechaba que,habiéndose visto en su día rodeado por el escándalo,el duque era menos propenso a inmiscuirse en los asuntos ajenos y solía conformarse con la información que le proporcionaban.

—Lo han localizado—concluyó Edward—.Va camino de Londres,donde me reuniré con él.

Vulturi se quedó inmóvil,sosteniendo la botella en un ángulo precario.

—No puedo decir que a mí me entusiasmara la repentina resurrección de mi hermano mayor.

Edward negó con la cabeza.

—No tengo problema en que se le entregue lo que le corresponde legalmente.

El duque terminó de servir las copas y le ofreció a Edward su vaso.

—Te aconsejo que le des un buen trago.

Edward lo hizo y pensó que se le incendiaba la garganta.Los ojos se le llenaron de lágrimas antes de que pudiera impedirlo.

—¡Cielo santo!

—Cuando te acostumbras,entra bien—dijo Vulturi—.Toma asiento.

Edward se sentó en una de las butacas de orejas que había delante de la chimenea.El fuego proporcionaba un agradable calor,pero él seguía helado.Empezaba a preguntarse si se quedaría así para el resto de su existencia.

El duque se sentó en la silla de enfrente.No presionó a Edward para que hablara;se limitó a permanecer sentado en silencio,observando,esperando a que el conde ordenara sus pensamientos,porque sin duda ya se había dado cuenta de que no era de la aparición del heredero de lo que Edward quería hablarle.

No le quedaba más remedio que soltarlo sin más.

—Me he enamorado de Bella.

—La noticia no me sorprende.Lo imaginé cuando estuvimos en Forks Hall.

Edward sostenía el vaso entre las manos y estudiaba la forma en que la luz del hogar jugaba con su contenido.El color le recordaba mucho al cabello de Bella.La condesa no agradecería semejante comparación,pero últimamente todo le recordaba a ella.

—No conozco bien las leyes y normas que afectan a la aristocracia,pero tengo entendido que si una mujer plebeya se casa con un aristócrata y él muere,ella conserva el título,pero si luego ella contrae matrimonio con un plebeyo lo pierde.

—Sí,eso es.

Confiaba en no haber entendido bien el funcionamiento de las jerarquías nobles.

—Bella tenía dos razones para no casarse conmigo:que no podía darme un heredero y que deseaba ser duquesa.Por una era generosa,por la otra egoísta.—Miró a los ojos al duque—.Tú la conoces hace más tiempo que yo.En una ocasión me dijo que prefería morir a volver a ser plebeya.¿Crees que lo decía en serio?

El duque le dedicó una mirada de lástima.

—Da igual—dijo Edward mientras se ponía de pie—.No hace falta que respondas.Los dos sabemos lo mucho que valora formar parte de la nobleza.

Se acercó a la chimenea,apoyó una mano en la repisa y contempló las llamas danzarinas.

—No sé muy bien por qué he venido aquí.Sabía la respuesta antes de entrar por la puerta.Ya no necesito un heredero,pero si se casara conmigo tendría que renunciar a lo que tanto valora.—Negó con la cabeza—.No puedo pedirle eso.

—¿Qué pierdes con preguntarle?—inquirió el duque—.Quizá te sorprenda.

«O me parta el corazón.»

—Lleva ya algunos meses sorprendiéndome…gratamente.

Bebió un trago de whisky.Ya no le quemaba tanto,pero seguía calentándole el cuerpo entero.

—Nunca ha sido realmente mía—dijo en voz baja—.Incluso cuando lo era,no lo era.Me he acostumbrado de tal forma a tenerla en mi vida que había olvidado que sólo la tenía en préstamo.—Terminó su bebida y se volvió hacia el duque—.No voy a echar de menos vuestro mundo.

Se dirigió a la residencia principal de Londres,donde había vivido Bella.Aunque había estado cerrada durante el invierno,como los sirvientes la preparaban para el invitado,podía percibir la presencia de la condesa dondequiera que fuera.Durmió en su cama,que incluso con sábanas limpias seguía oliendo a ella.Sonrió al ver su libro en francés.Encontró los patines guardados en un rincón como si tuviera previsto volver a utilizarlos.

Recorrió la casa capturando imágenes de ella con las que llenar los poquísimos lugares de su memoria en los que no se alojaba ya.Finalmente,se dio cuenta de la inutilidad de su cruzada,pues jamás llegaría a saciarse por completo de ella.Su mente siempre haría hueco,siempre encontraría espacio para un poco más.

Aquel empeño inútil no hacía sino posponer lo inevitable.

De modo que decidió revisar los libros de cuentas para asegurarse de que todo estaba en orden y podían entregarse sin problemas al conde legítimo cuando llegara.Consideró mil veces la posibilidad de volver a Forks Hall,comunicarle a Bella que habían encontrado al heredero,explicarle las decisiones que debían tomarse y ofrecerle la posibilidad de elegir:él o el ducado.

Él y su vida sencilla en el campo,su escuela y sus alumnos de mentes jóvenes y despiertas,el bromista de su hermano y su hermana casada y otra vez embarazada.Bella y él podían cuidar de las hijas de Nessy,de los chicos de la escuela.Habría niños en su vida,aunque no procedieran de su vientre.

Pero tendría que sacrificar su título.Completa y absolutamente.No sólo no sería nunca duquesa sino que además dejaría de ser condesa.¿Cómo iba a pedirle que renunciara a todo lo que valoraba?

No podía hacerlo.

¿Cómo iba a ponerla en el brete de romperle el corazón?

Tampoco podía hacer eso.

De modo que se enterró en los libros contables y ahogó sus penas con todo lo que encontró en el mueble bar.Prescindió de las comidas que le trajeron.No tenía apetito,ni podía dejar de pensar en lo paradójico de la situación.

En primavera,la habría perdido de todas formas…por el duque de Tanner.Sin embargo,habría podido convencerse de que se casaba con el duque porque Edward necesitaba un heredero que ella no podía darle.Ahora ya no tenía excusa.Él ya no necesitaba un heredero y en todas las noches que habían pasado juntos desde que descubrieron la posibilidad de que Sam Cullen estuviera vivo,Bella jamás había dicho:«Si lo encuentran y ya no necesitas descendencia,soy tuya».

Aunque tampoco él se había atrevido a preguntarle:«¿Qué pasará si lo encuentran y ya no necesito un heredero?».

—¡Ay,Bella!—musitó rascándose la barba de varios días.¿Cuándo se había afeitado por última vez?No lo recordaba.No recordaba nada que no fuera Bella.Alzó el vaso—.Por tu felicidad,querida.

Al llevárselo a los labios,se dio cuenta de que estaba vacío,como lo estaría su vida sin ella.Profirió un grito desesperado,nacido de lo más profundo de sus entrañas.De un manotazo,tiró al suelo los libros contables donde se recogía todo aquello que había sido suyo.Sabía que algún día el recuerdo de Bella lo consolaría,pero aquella noche lo único que sentía era el dolor de una inmensa pérdida.Apoyó la cabeza en el escritorio y lloró desconsoladamente.

 

Capítulo 48: Detective privado Capítulo 50: Lord Forks

 


 


 
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