Pov Gianna.
El aturdimiento me cegaba por completo. Aquellos ojos color borgoña, aquellos ojos escalofriantes y amenazadores, los de Santiago. Todavía recuerdo su mirada, una mirada llena de rabia y odio, una mirada que me traspasaba la piel y que me calaba los huesos debido al horror. El había sido el dueño de mis pesadillas, de mis llantos y de mi desesperación. ¿Por qué? Preguntaba cada dos por tres mi mente, ¿por qué me había hecho tanto daño? Apenas yo era una niña, pero sin embargo el había continuado con su tortura, a decir verdad el no me había hecho daño físicamente; sino psicológicamente. Todos los días, todas las noches sus ojos me perseguían y no me dejaban escapar; e incluso hace unos pocos años atrás todavía seguía con esas pesadillas y ese llanto. Agotada psicológicamente me escondí en un callejón sin salida; alcé la vista al cielo y pude comprobar como el cielo se encapotaba – llovería – el viento azotó mis cabellos cubriéndome la cara haciendo que estos se quedasen pegajosos respecto a mis lágrimas. El llanto siguió su recorrido y me encerré en mi propia oscuridad. De inmediato una pregunta cruzó mi mente; una pregunta que ante tal un escalofrió me hizo estremecer - ¿y si el había sido el culpable de la muerte de mis padres? – un jadeo salió de entre mis labios – no, eso no podía ser, ¿o si? – ya no sabía que creer. Mis padres habían muerto, eso era lo único que tenía claro; pero, ¿Cómo? Nunca me habían dicho como, tan solo un accidente, pero ¿qué tipo de accidente? Sentía como poco a poco me iba debilitando y como mi mundo se me iba de las manos, como este se veía azotado por un fuerte terremoto el cual alteraba todos mis esquemas. ¿Es que acaso no podía ser feliz? ¿Es que mi vida siempre iba a ser sufrimiento? Cuando por fin había conseguido ser una nueva Gianna – o al menos eso creía – cuando me había propuesto empezar de nuevo… ¿me tenía que pasar esto? La oscuridad venía e iba por completo, dándome ramalazos de dolor por cada centímetro de mi frágil cuerpo. Quería escapar de esta realidad, quería alejarme de todo y aunque solo fuese por unos momentos, dejar de sufrir y no sentir nada.
Mis ojos se abrieron ante la tenue luz del exterior. Me encontraba en un lugar extraño; en cuanto abrí los ojos, aquella luz que me despertó se fue, pensaba que me sucumbiría en la oscuridad, pero no, la luz se fue dejándome en un espacio en blanco, desolador. Giré sobre mi misma, intentando buscar alguna salida, algún camino de vuelta a la realidad; pero no había nada, cuando intentaba moverme chocaba contra algo duro e invisible. En ese momento, cuando creí que todo estaba absolutamente perdido una puerta se abrió, dejando paso a la luz del exterior, donde se podía percibir vida. Una extraña pero agradable sensación me invadió, sentía que ese lugar era para mi, un lugar en el que no había sufrimiento ni oscuridad, tan solo vida. Quería correr hacia esa puerta y abrirme paso entre la oscuridad que encerraba a mi ser, pero una voz me detuvo.
- Libre de todo dolor si atraviesas esa puerta, pero atente a las consecuencias
Ahora mismo todo me daba igual, solo quería escapar. Sin más que decir por mi parte y por la parte de aquella voz me dirigí hacia la vida.
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