Pov Gianna.
La suave brisa chocó contra mi rostro haciendo que mis cabellos se alborotasen. En apenas unos segundos ya estábamos ante las grandes puertas que daban a la gran sala de tronos. Este delicadamente me bajo de su espalda y me cogió de la mano; ya que me había mareado.
- ¿Cuántas veces te dije que no me llevases así? Sabes que me mareo – le reprendí
- ¿Y cuantas veces te digo que cierres los ojos? Sabes que es malo llevarlos abiertos – me reprendió
Le di un pequeño codazo con la consecuencia de que para mañana tendría un nuevo moratón.
De un suave tirón Alec abrió las grandes puertas y me guió hasta el interior. En la sala se encontraban como siempre los tres mandamás, Jane, Renata, Félix, Chelsea y Sulpicia. Intente identificar la mirada de cada uno. Marco me miraba con dulzura, Cayo más bien con indiferencia pero podía notar algo de interés, Jane con una sonrisa, Renata y Félix – no sabía como describir sus rostros – en ellos había pura felicidad. Le dediqué una mirada de sorpresa a Renata; ¿y si ella y Félix estaban juntos? De repente una perfecta sonrisa salió de mi rostro y le guiñé un ojo a los dos – estos me correspondieron con una sonrisa. Seguí mi camino con la mirada y me encontré a Chelsea, apenas había cruzado palabras con ella, pero esta me miraba arrepentida; y después estaba Sulpicia, la cual no me miraba con odio, sino con dicha, como si estuviese disfrutando de algo. Aparté mi mirada rápidamente, ya que una sensación extraña me invadía por completo.
- Mi pequeña – dijo Aro. Tal vez su mirada era la más agradable, en la cual había amor y adoración. Se acercó a mí y me dio un dulce beso en la frente.
- ¿Cómo te encuentras? – y dicho esto entrelazó sus manos con la mías; pero no con la intención de leerme los pensamientos.
- Bien – le respondí intentando imitar una sonrisa, pero fue algo difícil, ya que la imagen del ascensor me perseguía.
- ¿Debería creerte? – preguntó enarcando una ceja
- Claro Aro, estoy perfectamente
- De acuerdo; y bueno, ¿Qué te trae por aquí?
- Verás amo – dijo Alec hablando por mi – Gianna ha decidido quitarle el puesto a Heidi – termino por decir con una sonrisa
Pude ver en el rostro de todos la sorpresa
- Alec – y le di una manotazo – yo no dije eso; dije que tal vez, pero que no estaba muy segura; ya que no quiero problemas con ellas
- Pero en el fondo quieres quitarla el puesto, ¿me equivoco? – y me guiñó un ojo
- ¿De verdad? - preguntó Aro ilusionado
- Aro – dije con suavidad – no lo sé, no quiero problemas con ella, no… - pero no me dejó terminar
- Cielo por eso no hay problema, yo me encargo de tu protección y muchos de aquí también; además sería una orden por mi parte, y nadie las puede incumplir. Y si aceptas tu podrías elegir a las personas que entran, puedes dejar a los niños y a las mujeres embarazadas a un lado, por eso no te tienes que preocupar y tu traes más gente que ella, y su sangre es más exquisita. ¿Aceptas?
Vacilé por un momento, pude ver como Alec me daba un dulce apretón, intentando darme confianza y tranquilidad.
- De acuerdo. Acepto
- Que maravilla – dijo Aro con ilusión mientras me daba un beso en la mejilla – en cuanto puedas puedes hacer tu labor, estamos sedientos.
- Vale – dije en un susurro y con algo de temor
Alec notó ese temor y dulcemente me cogió por la cintura, susurrando unas palabras en mi oído.
- Yo te protegeré
En ese momento las grandes puertas del castillo se abrieron dejando a una espectacular y furiosa Heidi, seguida de Demetri. Intenté apartar todo dolor y aferrarme más a Alec; este comprendió y me abrazó con más fuerza.
- ¿Es verdad lo que escuché? – preguntó Heidi con rabia
- ¿Y que escuchaste querida? – preguntó Aro divertido
- Ella – dijo señalándome – ella, una simple humana; ¿me reemplazará?
- Ante todo trátala con respeto y después si; ella ocupara tu puesto, y lo hace porque es una orden.
- Pero eso es imposible, ese es mi trabajo y ella no vale nada
- ¿Quieres que te recuerde cuantos humanos trajo ella la última vez? Cincuenta, y tú déjame que me acuerde veinte, ¿tú te crees que eso es posible? Encima ella sabe elegir al almuerzo, no como tú. Y solo te lo digo una vez, no vuelvas a mencionar este tema; es una orden y punto, y como hagas algo a Gianna te juro que te mato; ¿entendiste? – termino por decir Aro mientras agarraba por el cuello a Heidi y la levantaba del suelo
- Si amo
Aro la tiró al suelo provocando una abertura en este.
- Retírate de mi vista.
- Vamos Demetri – dijo esta mientras alargaba una mano hacia el
- No, Demetri se queda aquí.
Heidi emitió un sordo gruñido y se encamino rápidamente hacia la salida avergonzada.
- Cuando quieras puedes ir a buscar el almuerzo cariño – dijo Aro
- Esta bien, iré ahora
Me fui a encaminar hacia la salida pero una dulce voz me detuvo
- Amo, tal vez sea mejor que la acompañe, ¿no? Heidi puede estar por el pasillo…
- Que despistado soy – dijo Aro mientras se frotaba la frente – bien pensado Santiago. Acompáñala.
Santiago con una reluciente sonrisa se acercó a mí. No lo pude evitar y eché la mirada atrás para contemplar a Demetri, este parecía indiferente; pero solo parecía, ya que algo dentro de el era distinto respecto a la actitud que mostraba.
|