Vestida sólo con el camisón,Bella entró en la biblioteca y experimentó una mezcla de alivio e indignación al ver a Edward allí,desparramado en una silla ante la chimenea.Ignoraba cuándo había abandonado el salón de baile,pero no había estado para su baile,con las ganas que ella tenía de bailar con él.Tampoco había estado cuando los invitados se habían retirado a sus habitaciones.
Pero Tanner sí.Había bailado con ella una y otra vez,aunque no fuera lo más adecuado y había estado de excelente humor.
—Por fin te encuentro.Te he buscado por todas partes.
Él la miró y entrecerró los ojos,como si no supiera muy bien quién era.
—¿Ah,sí?
Arrastraba las palabras y estaba a punto de derramar por la alfombra las últimas gotas del vaso que llevaba en la mano.Ella se lo arrebató y lo dejó en una mesa cercana.
—Estás borracho.
—Un poco.El alcohol ayuda a olvidar las penas—añadió negando con la cabeza—.O al menos eso dicen.A mí no me funciona.Sírveme un poco más,cariño.
A Bella se le encogió el corazón al oír aquella palabra.
—Pensé que vendrías a verme esta noche—dijo,arrodillada ante él—.A mi dormitorio.Te he estado esperando.
Él extendió el brazo y le acarició la cara,como caminando de puntillas con los dedos de la mano.
—Tanner y yo hemos tenido una charla de conde a duque esta noche.Por lo visto,desea que seas su esposa.Me ha pedido mi bendición.
—¿Se la has dado?
—¿Cómo iba a negarme cuando lo único que quiero es verte feliz?
Los ojos de la condesa se llenaron de lágrimas y el pecho empezó a dolerle mientras apoyaba la cabeza en las rodillas de Edward.Aquel momento debería haber sido el más feliz de su existencia pero,al tiempo que él le acariciaba el pelo,pensó que jamás se había sentido tan desgraciada.Imaginaba lo mucho que debía de haberle costado bendecir su unión con otro hombre.
Levantó la mirada e inmediatamente deseó no haberlo hecho,no haber visto las lágrimas en los ojos de Edward.
—Seré feliz con él—le aseguró.
Él le concedió una triste sonrisa mientras le acariciaba la comisura del labio,donde se le amontonaban las lágrimas.
—Parece un buen hombre.Yo no te habría encontrado uno mejor.
Salvo él mismo,pero aquello era imposible.Cuando el duque le había preguntado en el jardín si quería casarse con él,ella no había dudado en responder con un sí rotundo;no porque realmente quisiera casarse con un duque,sino porque debía cerciorarse de que Edward no contara con ella.Él debía casarse con quien pudiera darle descendencia.
Ambos se habían relajado mucho con el acuerdo.Habrían encontrado excusas constantes para posponer lo inevitable.Él les veía defectos a todas las mujeres y ella había empezado a sospechar que lo hacía con la esperanza de que,por algún milagro, su simiente prendiera en ella.Pero Bella sabía que si,con todo lo que había vertido ya en su interior,aún no había prendido,jamás lo haría.
Había perdido la esperanza de darle un hijo y mucho menos un heredero.Su vientre estaba tan vacío como un día lo había estado su corazón.Él le había llenado el corazón y su amor había prendido allí.Para ella,aquello era un milagro:que a pesar de sus imperfecciones y sus defectos él hubiera llegado a quererla.
—Concédeme una noche más,Edward.
—Una más—susurró él—pero no esta noche.He bebido demasiado.Quiero una última noche contigo que pueda recordar.
Ella apoyó la mejilla en su regazo y volvió la cabeza para contemplar el fuego mientras él le posaba la mano en el pelo.Bella pensó en todos los relatos que él le había leído.Muy pocos tenían un final feliz:casi todos eran agridulces o tristes.
Pero al menos con él había conocido la felicidad.Sólo por un tiempo,aunque el suficiente para soportar el resto de su existencia.
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