ESPERANDO LA NOCHE
La revancha de los licantropos
Tal vez se les haya ocurrido pensar que mi cabeza loca había dejado de crear cosas, pero solo estuve en un proceso de cambio así que ya con mente y cuerpo renovados pues ahora vengo a traerles las más maravillosas cosas que mi cabeza puede inventar para ustedes así que espero los apasione y lo lleve a viajar por el mundo sobre natural y místicos de criaturas y seres que solo podemos crear y amar en nuestros corazones.
Su amiga de siempre Siv Lunita.
PROLOGO”
Mi cuerpo entero temblaba con el retumbar del cielo, una gran tormenta se aproximaba y los relámpagos iluminaban ocasionalmente las penumbras, mi forma de lobo se reflejaba en las grandes rocas a mis costados, y mis orejas funcionaban como dos grandes radares, la tierra estaba cubierta por un delgado hielo la temperatura había descendido bojo cero, pero tenía que seguir el rastro de eso dependía la vida de mis seres amados, de eso dependía no solo la existencia de los vampiros y medio humanos, también dependía la vida de personas inocentes, personas que habían estado en el momento equivocado a la hora equivocada.
Las sombras de la noche me cubrían completamente y mis sentidos estaban tan alerta que prácticamente podía escuchar las hormigas cavando sus diminutas cuevas, tenía tanto temor que solo pensaba en salir de inmediato de ese lugar sin conseguir ver con exactitud que o quien me observaba, a cada paso que daba desviaba la vista ocasional mente donde la gran hoguera ardía sin parar, los sonidos de chisporroteos ya en una ocasión había presenciado este mismo espectáculo y el aroma dulzón de un vampiro calcinándose pero eso no quería decir que fuera divertido y más una cuando el vampiro que se hacía cenizas frente a mi había sido parte fundamental en esta etapa de mi existencia, pero por otro lado sabía bien que el llegar a este lugar era un riesgo absoluto, y no me importaba perder mi existencia pues el perder la vida por la persona que uno ama es una buena forma de hacerlo, no recordaba quien lo había dicho pero tenía toda la razón, porque los seres que más amaban estaban esperando por mí y no podía defraudarlos pues todo lo que se había desatado era mi culpa en su totalidad. Había arrastrado a mi familia y al momento solo nos tocaba esperar la noche para enfrentar a lo que fuera.
CAPITULO 1
Aun no podía creer que mi padre hubiera aceptado la ayuda de los voltuaris, y más aún que se hubiera realizado un pacto con los quileutes, los ancianos lo habían aceptado de mala gana, pues no confiaban en Aro, por mi parte no los culpaba pues en muchísimas ocasiones mi familia pensaba lo mismo, así que empezábamos una etapa nueva de nuestra existencia que en lo personal me pesaba como dos grandes rocas de granito.
Ya habían pasado más de tres años y mis dos pequeños hijos crecían a cada segundo pues su condición era totalmente vampírica, así que su crecimiento era considerable, aun yo dependía directamente de la tía Rosalie pues ella tenía un toque especial con los niños, y mis dos pequeños la adoraban, el rol de madre sin duda era mío pero también no hubiera hecho nada sin el apoyo incondicional de toda la familia,
En los años, meses, y días que habían pasado jamás supe nada de Ariel, aun y cuando agotamos los recursos para buscarlo hasta lo más remoto del planeta, el abuelo Edward decía que solo las personas que no quieren ser encontradas son las que se mantienen ocultas.
Alan y su padre habían convencido a toda la familia que lo mejor para nosotros era cambiar de habitad hablaban de nosotros como si fuéramos unos animales,
Mi padre había aceptado la opción de los voltuaris, tal y como se lo había dicho el abuelo, ellos pensaban que así la familia estaría más que protegida, aunque yo tenía mis reservas, una de ellas es que siempre estaría cerca de Alan y eso me ponía inquieta, ¿y que si él se ponía intransigente? ¿O atrevido? ¿Yo lo podría rechazar nuevamente?
El viaje estaba listo y saldríamos en un yate privado cruzaríamos el atlántico con rumbo desconocido, tal vez en esta ocasión por fin podría conocer la legendaria Volterra Italia era el país más seguro de todos pero también el más vigilado por nuestros enemigos.
Pero mi cabeza tenía tantas preguntas ¿Por qué eran nuestros enemigos? Al menos mi familia no se metía con nadie así que me preguntaba ¿qué les habíamos hecho? ¿Porque precisamente odiaban y perseguían a los Cullen? Y si mi papa pensaba que no corríamos riesgo con unos vampiros que en un principio nos habían querido aniquilar, porque justamente ahora teníamos que confiar en ellos, era ilógico, cada que mi cabeza giraba en esta dirección de pensamientos al final venía a mí como un bombazo torturando mis recuerdos y haciendo pedazos mi corazón la imagen de Ariel. ¿Por qué él nos había abandonado? ¿Por qué él no había regresado? ¿Por qué no había estado presente en el nacimiento de mis hijos? Y la pregunta que siempre me hacía a mí misma, ¿si el supiera que corríamos peligro acaso le importara?
Con frustración sacudí la cabeza despejando mis fantasmas internos, mirando por última vez el enorme bosque que nos rodeaba, el viento de otoño pasaba sigilosamente revolviendo mi pelo, era como si en un momento mi cuerpo necesitara ser envuelto en unos brazos fuertes y tibios, pasaba saliva ruidosamente tratando de frenar las lágrimas que se agolpaban en mis ojos pero sin conseguirlo, el dolor en mi corazón era muy grande el saber que simplemente te dejan tirada como un trapo que ya no tiene uso, era el infierno en mi existencia.
Mire detenidamente la inmensidad boscosa que nos rodeaba y pensaba si giráramos grupos de búsqueda con seguridad tardarían una eternidad para encontrar a esos que nos acechaban, si me quedaba sola en mi forma humana en medio del bosque de seguro seria presa fácil no solo para los licántropos sino también para los vampiros que no me conocían, no es que me pudieran hacer algo con su ponzoña pues eso no tenía efecto en mí, pero al menos hasta ahora no se sabía cómo podría reaccionar mi cuerpo al temido fuego.
Todo estaba preparado para nuestra partida, tal vez esta sería la última noche que pudiera apreciar con tanta libertad los Apalaches, este bosque basto y rico en fauna, los temores a lo desconocido en cada momento aumentaban en mí y la incertidumbre aumentaba, ¿Qué pasaría al tener a Alan frente a mí? Nuestro rumbo estaba listo solo dos personas sabían a donde nos dirigíamos y en ellos estaba nuestro futuro, Aro y Alan eran los que habían preparado todo los movimientos a un grupo tan grande de vampiros atravesando el atlántico era una tarea colosal al menos eso era lo que el bisabuelo Carlisle había dicho, con pesar entre en la casa mirando nuevamente los arboles entre la obscuridad, el viento fresco y el olor a tierra mojada, ya era hora de regresar a la realidad.
El viaje estaba listo y saldríamos en un yate privado cruzando el atlántico con rumbo desconocido, tal vez en esta ocasión por fin conocería la legendaria Volterra Italia quería saber en que ambiente se había desarrollado Alan y quienes habían cuidado de él, me intrigaba como había sido su niñez y como se las había arreglado el para estar cerca de Aro, aun y cuando el fuera su padre era de valientes admitir que era intimidante su sola presencia.
Camine lentamente dentro de la habitación de mis hijos ellos llenaban mi vida, pero por las noches cuando ellos dormían me ponía de pie mirándolos viendo lo grandes que estaban y viendo cómo es que la naturaleza de ellos fungía sin tregua en su anatomía, cualquier ser humano que los viera ni le pasaría por la cabeza que mis hijos solo tenían un poco más de tres años de nacidos, su aspecto de dos hermosos adolecentes de unos doce o trece años, así me pasaba las horas mirándolos dormir y nuevamente me daba rienda suelta a mi sufrimiento llorando en silencio alejada de los demás, impidiéndoles que vieran como mi vida se convertía en una amargura constante, ya habían pasado más de tres años y el recuerdo de Ariel seguía presente, Adriel era idéntico a su padre su pelo negro y rizado en ondas flojas y muy espeso, con ojos tiernos y muy grandes de color obscuro de tez bronceada como la mía y de aspecto musculoso, no cabía duda alguna de quien era su padre, pues el poseía esa terquedad y al mismo tiempo esa facilidad para hacer amigos era del agrado de cualquiera que tuviera contacto con él, sociable y muy amistoso con esa alegría radiante con esa sonrisa contagiosa y ese positivismo que todos nosotros queríamos tener en los momentos de tragedia, los abuelos habían llegado a un acuerdo que ese era su talento aun y cuando ellos aún no desarrollaban los genes de los quileutes o metamorfosee como nos decía Aro.
Era el reverso de la moneda de su hermano pues Caleb era idéntico a su padre también, Caleb tenía esa mirada penetrante intensa hechizadora, esa inteligencia nata con aires de superioridad demasiado inteligente para un chico de esa edad, sus cabellos castaños casi rubios su varonil figura, e imponencia él no lo veía pero todos los demás decían que sería el orgullo de su abuelo cuando lo conociera, el azul inmenso como el cielo de su mirada era el clon sin imperfecciones de Alan, aun me costaba trabajo creer que esto pudiera ser cierto pero las pruebas que se les habían hecho al nacer lo había confirmado el ADN era diferente en el del padre aunque los dos tenían el mío,
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