-¡¿Qué estás haciendo, Kevin?! –grité cuando la inercia me impulsó hacia el asiento, agarrándome de la puerta.
-Nadie te va a alejar de mi lado si me quieres, Bella –dijo confiado.
<< ¿Qué se cree que está haciendo? >> rogó Bella.
<< No lo sé>> el carro se detuvo de pronto, y dentro saltó Kate. Volteé hacia ella asustada y confundida.
-¿Tú has participado en esto? –le recriminé, ella no me miró, simplemente cerró las cuatro puertas con seguro, deslizándose en el asiento y cruzando sus brazos. Me volteé hacia Kevin y toqué su mano en el volante al tiempo que pasábamos la estación de policía –Kevin, debemos volver, yo he tomado…
-No –me interrumpió secamente –No vamos a volver, Bella –su tono de voz no me gustó.
-Kevin, vamos a volver. Pensé que habíamos aclarado esto, yo ya… -esta vez Kate me interrumpió.
-Has tomado una decisión basándote en otra persona, nosotros te pusimos de primero a ti, tenemos nuestra decisión –la carretera se extendía delante de nosotros.
-Kevin, Kevin –me volteé esta vez ligeramente asustada –Por favor, regresemos. Yo sé lo que estoy haciendo.
-No te voy a perder –alegó sin soltar ni aflojar el volante del auto.
<< ¿Qué vamos a hacer??>> Swan enloquecía en mi mente.
<<No lo sé, ayúdame a pensar>> pedí.
<< ¡Edward! ¡Amenázalo! >> saltó en su mente.
-¡Edward! –Asalté yo a mi tiempo, sus ojos bailaron hacia mí –él nos encontrará, va a ser peor. Ellos sabrán lo que ha pasado –miré a Kate -¿dónde está Peter?
Ella abrió los ojos ante la mención del nombre de su pareja y no me miró.
-Él entendió lo que estábamos haciendo, no lo aprueba –terminó con un gruñido.
-Él no te quiere como nosotros –explicó Kevin.
Me acerqué al hombre a mi lado, poniendo mis manos en su brazo derecho, suplicando.
-Kevin yo te amo –él sonrió imperceptiblemente.
-Yo también, mi amor –intentó darme un beso en la frente, pero lo esquivé.
-Pero tienes que respetar mi decisión –proseguí.
-Tengo que cuidarte –refutó.
-Voy a gritar si no te devuelves, todos pensarán que me secuestran –aseguré, amenazándolo. Debía hacer cualquier cosa, debía volver, Edward me esperaba.
-No eres capaz –aseguró Kate, desde atrás.
Empecé mi grito pero Kate me tapó la boca.
-¡Bella! –Recriminó Kevin – ¿Qué haces?
-Te lo advierto, Kevin. Van a venir por ella –él no respondió nada.
El silencio se extendió por el vehículo.
<< ¿Qué vamos a hacer?>> le rogué a Swan, quien intentaba responderme.
<<Edward, Edward nos va a ayudar, siempre lo ha hecho, lo va a volver a hacer>> se repetía como si de una oración se tratara.
Kate gritó.
-¡Vienen hacia acá! –miré hacia atrás un segundo, para ver entre los árboles a tres vampiros a toda velocidad.
El carro dio un giro inesperado, entrando en el bosque, siendo detenido un minuto después. Kate y yo gritamos al unísono, siendo impulsadas hacia delante. En el segundo siguiente pude ver a Emmett a mi lado, intentando abrir la puerta, mirándome a los ojos.
<< ¡Te lo dije! >> gritó Swan.
<<Siempre va a venir por ti>> recordé un poco aliviada, pero miré a Kevin, asustada.
Sus ojos me decían que esto era solo el comienzo de algo, él no lo iba a dejar de ese tamaño.
Edward POV.
La mirada se me tornó roja, y controlé mi voz para poder hablarle a Alice.
-¿Hacía donde se fueron? –no la miré a los ojos, no pude. Mis manos se crisparon en puños cuando ella frunció el ceño e intentó ver algún lugar.
-No lo sé –dijo angustiada.
-Debemos buscarlos en su casa, en la casa de él –apuraba Jasper.
No lo pensamos, los cinco salimos directo a la casa de Kevin y Kate, en menos de tres minutos estuvimos en el camino que se terminaba, un aura nos detenía, no nos permitía atravesar el porche.
-¡Kate! –gruñí.
-Sabemos que están adentro, abran –gritó Rosalie.
Pero nadie respondió.
Miré hacia Alice y Jasper, interrogándolos con la mirada, y ambos negaron frustrados.
-No están allí –murmuró Jasper.
Me agarré el cabello cobrizo desordenado, halándolo sin hacer mayor cosa. Lancé un gruñido al cielo, atormentado, e intenté pensar con claridad. Mi voz era ácido cuando murmuré.
-Alice, ¿qué pasó? –Jasper se puso detrás de ella, tomándola por los brazos, tranquilizándola.
-No lo sé, estaba en la sala, con Jasper y Rosalie, y Emmett, de pronto el futuro de Bella desapareció, todo se volvió oscuro. Esperé, porque eso venía pasando, pero un minuto después apareció Peter, supe enseguida lo que nos iba a decir –se quito el cabello de los ojos –y salí corriendo, los chicos vinieron tras de mí.
-¿Y Reneesme? ¿Dónde está, lo sabe ella? –automáticamente mi preocupación se traspasó a mi pequeña.
-No, salió con Jacob, Gera y Nahuel, querían distraerla. Fueron a Port Angeles –esta vez Emmett respondió. Volteé a verlo.
-¿Y Carlisle y Esme? –ellos negaron.
-Están en la casa, están esperándonos con noticias.
Respiré profundamente, tratando de calmarme.
-Necesito seguirla, no puedo dar noticias ahora. Ustedes devuélvanse, que Reneesme no se entere –dije antes de salir corriendo.
-¡Edward! –gritó Alice al tiempo que Emmett. No me volteé pero los sentí seguirme.
-Váyanse –grité por encima de mi hombro, tratando de concentrarme en el rastreo. Ese olor a fresas mezclado con el asqueroso olor a brujo que la acompañaba.
-Rosalie y Jasper se han devuelto, nosotros vamos contigo –explicó Alice, a su tiempo buscando en su mente algún rastro.
Llegamos en silencio hasta la estación de policía de Forks, y entramos a la oficina, el oficial Ebratt, nos miró asustado.
-¿Ha visto pasar un carro…? –Alice se perdió en el color. Emmett terminó.
-Azul oscuro, con una pareja dentro. Debieron haber ido a toda velocidad. Dentro va la hija del fallecido Jefe Swan… Newton, Isabela Newton.
-Es urgente –apremié. Él recreó las imágenes en su cabeza en un instante, y asintió lentamente, miró el reloj.
-Hace como unos diez minutos pasaron en esa dirección, ¿puedo ayudarlos en algo? ¿Alguna demanda, queja, denuncia? –se levantó de su asiento, y negué intentando ser amable, y me volteé.
-Muchas gracias, señor –respondió Alice, siguiéndome.
Empecé a correr en dirección al pueblo en el mismo segundo en el que pise el asfalto, Alice y Emmett me siguieron de cerca.
-¿Dónde crees que la ha llevado? –preguntó Alice.
-No lo sé –respondí a regañadientes, no quería hablar, solo quería encontrarla.
Tomé más impulso y seguí corriendo entre los árboles, dejando atrás a mis hermanos por más de dos metros. Llegamos hasta los límites con el instituto, me detuve en busca de algún rastro, pero no encontré ninguno. Seguimos corriendo, sin encontrar nada, y yo empezaba a desesperarme.
Mi bolsillo empezó a vibrar pero no lo escuché, no le presté atención. Un segundo después escuché la voz de Alice al teléfono.
-No –la réplica fue corta ante la negativa de mi hermana –Edward, ¿qué hacemos con Nessie? –volteé hacia atrás casi gritándole con la mirada.
-Que nadie le diga nada, hasta que la encontremos.
-Que nadie… -repitió Alice, la voz se perdió cuando Emmett me habló.
-Tenemos que apurarnos, Edward –miró hacia su espalda –. No tengo un buen presentimiento, es como si algo fuera a pasar.
-Alice, vamos –la apuré siguiendo el camino que creí conveniente.
Escuché un grito, bajo, ahogado por una mano, a la distancia. Demasiado lejos para definir de quien provenía, pero me puso la piel de gallina. Al igual que los dos acompañantes. Seguí en la dirección del grito con toda la fuerza con la que fui capaz.
Mientras corría sentí un flashback, hace siglos, corriendo por las calles de Phoenix, apurado por llegar a salvar la vida de la humana más extraña y más fascinante sobre el planeta, corriendo para llegar a una habitación llena de espejos.
-¡Edward! ¡Ahí está! –gritó Emmett apuntando hacia un carro que se perdía en la carretera que llevaba a Port Angels, que el segundo siguiente tomó un atajo, una ruta que salía de la carretera principal.
Apuré el paso, dejando a mis hermanos atrás. Llegué hasta la parte trasera del auto en un minuto como máximo, tomando el parachoques con la mano izquierda y deteniéndolo lo más lento de lo que fui capaz para no dañar a Bella. El grito de dos mujeres me hizo darme cuenta que había hecho lo correcto. Alice y Emmett flanquearon el auto, e intentaron abrir las puertas pero estaban cerradas.
-¡Edward! –gritó Alice cuando algo me chocó. Retrocedí confundido y vi a Kevin echarse atrás después de lanzarme algún tipo de su fuerza. Recordé a Bella en el prado.
-¡Váyanse! ¡Ella es mía! –le di la vuelta al carro, plantando las manos en el capó marcándola. Divisé la mujer en la parte trasera, mirándome asustada, desafiendome también, supe que era Kate. Al volante, con el miedo en el fondo de sus ojos, ocultado por una decisión irrevocable, estaba Kevin.
Y la mujer por la que estaba aquí me miraba con pánico, sus ojos estaban llorosos, pero las lágrimas no salían.
Algún móvil empezó a sonar desesperándome. La voz baja de Emmett les pasó desapercibida a los brujos. Alice intentó abrir otra vez la puerta pero llevaban los seguros puestos.
-¡Déjala ir! –grité apretando mis manos, arrugando el metal. Mis ojos, sabía que debían ser carbones profundos.
-Ella es mía, Cullen –replicó Kevin –. No voy a dejar que me la quites, ella es mi mujer, y vamos a estar juntos, no importa lo que hagas.
-¿Por qué no le preguntas a ella? –inquirí.
No podía negarlo, tenía miedo. Tenía miedo de mi mismo, , mi naturaleza estaba a flor de piel, todos mis intentos por ser humano, todos mis vanos intentos, estaban siendo reducidos a cenizas, saliendo a flote el vampiro inhumano que había estado guardando dentro.
Ambos miramos a Bella, quien empezó a temblar con las lágrimas nublándole la vista, cerró sus preciosos ojos, negándome la tonalidad café que sería capaz de tranquilizarme.
-¡No se lo has preguntado! ¿Cierto? –Agité el auto -¡déjala salir, desgraciado! No voy a volver a decirlo –amenacé.
-Edward, tranquilo –apremió Alice, que tenía una mano en mi hombro. Eché un vistazo rápido hacia Emmett que se apegaba al teléfono móvil.
-Tienen que encontrarla, esto está mal, ella no puede… –murmuraba.
Volteé hacia el auto, asombrado de ver una luz blanca segadora. Kate y Kevin estaba ambos a los lados de Bella. Quien yo era incapaz de ver claramente, ella tenía sus ojos cerrados, abrazando su cuerpo.
-¡¿Qué estás haciendo?! –grité quitando el capo sin preocuparme por detenerme a tirarlo con cuidado. Atravesé el vidrio hasta llegar a ellos, Alice y Emmett ayudándome, o eso pensé hasta que Emmett me echó hacia atrás.
-¡Cuidado! –gritó alguien.
-¡Edward, detente! –gritó otra persona cuando me lancé hacia adelante, en un intento de tomar a Bella entre mis dedos.
-Sigue tú, yo lo detengo –murmuró una mujer.
No sé donde quedó el auto, pero yo me encontraba con Kate encima de mí. Los gritos se confundían en mis oídos, entonces sentí un electrochoque en el centro de mi pecho que me dejó atontado.
Un segundo después un borrón con cabello rubio quitó a la mujer de mi cuerpo, me levanté al instante, buscando el carro. Los gritos seguían, pero no había nadie dentro del auto. Bella era abrazada por Emmett. Kevin era sostenido entre Nahuel y Jasper. A mi derecha estaba Rosalie monopolizando a Kate, Geraldine estaba de pie al lado de Rose.
Me levanté del suelo y escuché a mi hija llamarme mentalmente, su mirada perdida, confundida y dolida.
-Reneesme, ¿qué están haciendo aquí? –ordené mirándolos a todos alternadamente. Carlisle y Esme habían tomado posiciones también, armando otra vez el auto. Jacob estaba detrás de mi hija.
-Algo estaba mal –reclamó Nessie, a la defensiva.
-¡¿Qué hiciste, Peter?! ¡No tenías nada que hacer aquí! –gritó repentinamente Kate, tratando de zafarse de mi hermana. El brujo no respondió nada, dio un paso hacia atrás hacia el bosque cuando se topó con nuestra mirada. Sentí a Carlisle negar.
-No corres peligro, muchacho –murmuró.
-¿Bella, estás bien? –preguntaba Emmett, intentando animar a Bella, que solo estaba en shock. Ella asintió lentamente.
-¿Qué estabas pensando, infeliz? ¡¿Obligarla a vivir contigo?! ¡Ella ya decidió! –le grité al brujo que me fulminaba con la mirada.
-Busca a quien gritarle, Cullen –fueron sus palabras.
-Bella, ven conmigo, por favor –Peter dio un paso adelante, hacia Bella y Emmett, instintivamente me puse en el medio. Peter me vio, suplicante –Por favor, vampiro, déjala que venga conmigo.
-¿Para qué? –gruñí. Nessie se puso a mi lado.
-Ella no se va a ningún lado.
-Si ella quiere ir, irá –refutó Carlisle, tocándonos el hombro a mi hija y a mí –Nadie –marcó la palabra –la retendrá en ningún lado. Todos volteamos a la pareja abrazada.
-¿Bells? –inquirió Emmett moviéndole el hombro a la mujer apretada contra su pecho. Bella miró por entre su cabello hacia la mano abierta de Peter, y luego a mí, pasando por Reneesme, y Kevin. Sus ojos se llenaron en lágrimas, pero apartó su vista para posarla en Peter.
Se soltó de Emmett y atravesó el espacio que nos separaba para detenerse enfrente de mí, me miró directo a los ojos. Luego a Nessie, y frunció el ceño, alzó su mano y pasó su dorso por la mejilla de mi hija.
-No llores, Ness –pidió y volteó a ver a Peter, asintiendo. Caminó hacia él y agarró la mano, sin voltear hacia atrás, salieron corriendo.
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