Cuando ella se durmió en mis brazos, y realmente se tranquilizó salí en dirección a mi casa. Todos me esperaban de brazos cruzados en la sala, todos estaban allí, mirándome cuando llegué.
-¿Qué pasó? –preguntó Rosalie apenas pisé la madera.
Alice ya sabía, Alice lo sabía porque había visto a Bella Swan abrazarse a mí. ¿Era un hecho entonces? ¿De verdad iba a tener a mi esposa de vuelta?
-Ella se va a ir –dije caminando de un lado a otro, tomando mi cabello entre mis dedos. Mi hija abrió la boca preocupada.
-¿A dónde? ¿Por qué? -negué frenéticamente.
-No, no. Ella se va, ella es la que se va. Solo ella –le dije a Jacob, intentando que entendiera pero no parecía hacerlo, nadie. Solo Alice.
-Bella Newton saldrá del cuerpo –explicó mi hermana, haciendo que mi hija se levantara del asiento.
-¿De qué estás hablando, papá? Explícame, por favor –casi me ordenó. Mis pies empezaron a marcar un mapa sobre la madera del suelo.
-Llegué a su casa hoy, me lo dijo. Ha encontrado la manera de salirse, de irse del cuerpo, para dejárselo a mamá –le tomé el rostro entre mis manos –nos va a devolver a tu mami, Ness.
Los ojos de mi hija se llenaron de lágrimas de felicidad, y colocó ambas palmas en mis mejillas. Mamá. Esa “simple” palabra era la única que moría por salir de los labios de Reneesme.
-¿Y qué va a pasar con ella? –replicó Alice quien no lograba ver eso.
-Va a desaparecer –respondí. El silencio se llenó en la habitación.
Todos estaban emocionados y a la vez confundidos por la noticia.
-¿Cuándo? –asaltó Jasper, quien intentaba controlarnos.
-Mañana –respondimos Alice y yo al unisonó.
-¿Entonces es un hecho? –casi gritó Rosalie mirando a Alice sorprendida, quien miró hacia otro lado, pero Jasper también la miró asombrado.
-¿Por qué no nos dijiste nada, Alice? ¿Ya lo sabías?
-¿Desde cuándo? –la apremió Esme.
-Hace dos días tomó la decisión definitivamente, hace una semana lo estaba pensando y se arrepentía. Ahora parece decisivo –dijo lentamente mirándome a los ojos. Los míos se abrieron.
-¿Por qué no me dijiste? –casi le gruñí, siendo detenido por Ness quien estaba enfrente de mí.
-Por eso mismo, porque no era seguro –explicó.
-¿Por qué decidió irse? –inquirió lentamente Carlisle, quien seguía pensando, calculando.
-No lo sé –me encogí de hombros.
-¿Y Bells volverá? –susurró Jacob, seguido de Emmett.
-¿Entonces va a morir?
Asentí, hacia ambos.
-No me parece justo, ¿no hay otra manera? –intervino Nahuel, recibiendo las miradas de todos. Me encogí de hombros y enterré mi cabeza en mis manos, mientras me sentaba en el brazo del sillón donde estaba Esme.
La noche siguiente fue terrible, fue una de mis peores noches. De cuarto lugar después de la primera noche sin mi amada, de la noche de Volterra, de cuando pensé perderla por Reneesme, únicamente después de esas.
Nadie durmió bien, ni siquiera Nessie o Jacob, quienes se la pasaron despertando cada dos horas, incluso una hora y quince minutos faltaban para que Ness despertara llamando a su madre y a Newton. Esme, Carlisle, Rosalie y Jasper, los cuatro estuvieron sentados en sus camas, sin acostarse, permitiendo a Emmett y Alice, respectivamente, jugar a dormir. Nahuel y Geraldine, ellos no estaban acostumbrados a jugar a dormir, más bien hablaron. De lo mismo.
Yo por mi parte, toqué el piano. Una melodía que comenzaba triste, para luego ser alegre, y volver a la tristeza. Una montaña rusa, una tonada que comentaba mi situación. Confundido, así estaba yo.
El sol llegó y con él, mi tormento se intensificó. No significaba más sino que tendría que soportar todo el día, para esperar ir a la casa de Bella, a buscar a mi esposa.
-Buenos días –murmuró Alice entrando en la habitación del piano, después de golpear suavemente la puerta sin esperar una respuesta.
-Buenos días –respondí automáticamente, sonriendo de lado. ¿Qué tenían de buenos?
-¿Qué piensas? –preguntó cuando se sentó a mi lado, recogiendo su cuerpo con sus brazos, recargando su cabeza en mi hombro.
-¿Es correcto pedirle que haga eso? –murmuré.
-No lo hemos pedido. Pero no sé si sea correcto dejarla –concordó conmigo.
-¿Debería impedírselo? –pregunté preocupado por cualquier respuesta.
-¿Y Nessie? –contrarrestó. Asentí.
-Ese es el dilema.
-También es por ti –recordó. No pude responder nada.
La familia organizó un asado en la parte trasera de la casa, que realmente no consistía sino en bolsas llenas de sangre y tres paquetes de Mc Donald´s para Jacob y una hamburguesa con un vaso de sangre para Reneesme. ¿Macabro? Sí, pero éramos vampiros. ¿Se les olvidó?
-Eh, Edward, ven –me dijo Gera, palpando la grama a su lado. Era un gran círculo, compuesto por diez vampiros tratando de ser humanos por una hora, por unos minutos, por el tiempo que fuera permitido.
Los temas de conversación sortearon nuestra suerte, oscilando entre el colegio sin llegar a mencionar a nadie, hablamos de los Vulturi que no se veían desde hace años, que parecían en descomposición o algo parecido, ya que Aro y Marco estaban teniendo fuertes discusiones.
Recordamos el desastre del 2012 con pesar, lo que tuvimos que hacer para sobrevivirlo después que Alice lo viera en el 2010 cuando todo se desencadenó en efecto dominó con el terremoto en Haití, Chile, Japón.
Aun así el ambiente no lograba tranquilizarse por completo, aun cuando Alice, Emmett, Gera y Nessie intentaban hacernos reír, lográndolo ocasionalmente.
Por fin llegaron las tres de la tarde, cuando el sol empezaba a intentar aparecer de entre las nubes, sin llegar a sobresalir completamente, me despedí de la familia casualmente y corrí hacia mi prado, para lanzarme sobre la hierba mirando hacia el cielo.
Ay, mi Bella, si tan solo estuvieras aquí para decirme que hacer, todo sería más fácil. Te extraño tanto, mi amor, que solo tú sabes cuánto.
Con ese pensamiento en mi cabeza, cerré los ojos, esperando con toda mi fuerza, con toda mi mente, que mi princesa me hablara al oído, me dijera que sí estaba conmigo, que todo iría bien.
Pero el silencio fue lo único que llegó.
Y dos horas más tarde, Alice.
-¡Edward! –gritaba mi hermana. Me levanté en el mismo segundo, y vi a Alice, Jasper, Emmett y Rosalie aparecer entre los arboles corriendo hacia mí. No me gusto esos pensamientos confundidos.
-¡Edward, rápido, corre! –gritó Emmett empujándome con ellos, seguí a mis hermanos sin preguntar, esperando que hablaran. Efectivamente, Jasper empezó a murmurar.
-¡Alice ha dejado de ver a Bella, Edward! ¡Desapareció, eso quiere decir que ya no lo va a hacer! –me decía.
-Pero el amigo brujo, un tal Peter nos llamó, nos advirtió que no era así –explicó Rosalie al segundo.
-¿Qué está pasando? –casi grité, llegando a la 101.
-Parece que Kevin se ha llevado a Bella –gritaba Alice, mientras corríamos entre los arboles hasta la casa de Bella.
-Se la ha llevado a la fuerza –dijo Emmett a lo último, cuando nos deteníamos enfrente de la casa de Isabella Newton.
Bella POV.
No tengo claro en qué momento perdí la consciencia, solo recuerdo abrazarme a Edward y que él me elevaba en brazos hasta llevarme a mi cuarto, y consolarme mientras yo lloraba por lo que tendría que hacer al día siguiente. Pero no sé qué pasó después.
Desperté desorientada, aovillada en mi cama con las sábanas arropándome. No encontré a Edward en la habitación, pero sabía que había estado allí. El sol se colaba por la ventana, llegando hasta mi rostro, eso fue lo que me despertó.
<<Buenos días, Swan>>le dije a la mujer que empezaba a despertarse en mi mente, ella reaccionó y prácticamente la sentí sonreír en mi mente.
<< ¿Qué tienen de buenos, Newton?>> intentó bromear, pero yo sabía que era verdad.
Recordé la noche anterior y salté de la cama, mareándome instantáneamente por el rápido movimiento. Y corrí al baño para tomar una larga ducha, dejé que el agua fluyera libre por mi cabello, mi rostro, mi cuerpo.
Prácticamente corrí hacia mi cuarto en busca de ropa, Kevin aparecería en cualquier momento en mi casa y yo quería que me viera bonita, que tuviera una bonita imagen de mí, una última imagen. Arreglé para mí una falda a la altura de la rodilla que ondeaba con el viento, blanca con flequillos azul celeste. Y una blusa de botones a presión, morada con arreglos.
Anudé mechones de mi cabello en la parte de atrás con un ganchito azul celeste, y unos aretes de color también. Me puse un poco de brillo labial.
Tomé un desayuno rápido y justo cuando empezaba a lavar los platos, el timbre sonó, haciendo que mi corazón saltara de mi pecho y el plato se resbaló para caer en el agua enjabonada.
-¡Voy! –grité. Era curioso, sentía que había estado preparándome para una cita, no para una despedida. Pero cuando abrí la puerta, y lo encontré mirándome seriamente, recordé el verdadero motivo.
<<Pensé que te habías olvidado que era una despedida. Aunque no tiene porqué serlo. Dile que salgan, que se diviertan>> ella no lo dijo, pero la frase terminaba con un por última vez.
-Buenos días, Bella –me respondió.
-Salgamos –apremié, dándole un beso rápido en la mejilla y halándolo para que entrara en la casa. Empecé a hablar mientras subía, conforme iba hacia arriba subía mi tono para que me escuchara –Quiero ir a ver una película, sé que es temprano, pero desde hace tiempo me la he querido ver, ¿me acompañas? ¡Deja que busque mi mochila! –terminé gritando halando el bolso del escritorio, colocando mi billetera y retocándome el brillo labial.
-¿Estás bien? –preguntó Kevin adelantándose hacia mí, y frunciéndome el ceño.
-Sí, perfectamente –le tomé la mano y la apreté. Lo halé conmigo hacia la puerta –Vamos –le insté.
-¡No es justo! –grité cual niña chiquita, golpeando con mi puño cerrado la pantalla del juego. Un letrero de “game over” se extendió en la pequeña pantallita, y solté el timón del cual me había estado aferrando con toda mi fuerza. Kevin rió detrás de mí.
-Tienes que presionar menos el freno, sino, te detienes antes –me pasó mi bolso y se acomodó frente el aparato, Crazy Taxi, era el nombre del juego. Colocó una moneda y empezó a jugar.
-¡Sí ves! Tú tampoco puedes –le alardeé saltando de alegría cuando él también perdió. Él solo bufó y me tomó de la mano.
-El juego es malo, eso es todo –reí con él, y nos montamos en los autos chocados.
Estábamos en un centro comercial, en la zona de juegos. Era tan extraño porque éramos los mayores, por un grupo de jóvenes de quince años. Pero nos divertíamos.
-¿Quieres ir a comer algo? Es la hora del almuerzo –me dijo Kevin cuando caminábamos hacia afuera del lugar. Paramos en Mc Donald’s, pedimos un par de hamburguesas y él se negó en redondo a que yo pagara mi parte.
-¿Crees que se moleste mucho si aplaudo para despertarlo? –dije señalando con mi cabeza hacia el hombre en una mesa al lado. Estaba recargado contra el mesón, con los ojos adormilados.
-Supongo –Kevin luchó con sus ganas de reír cuando me preparé y aplaudí una vez, haciendo que el hombre saltara en su asiento.
-Pues como te venía diciendo –intenté decir sin reír –lo que más importa es hacerlo bien, no en cuanto tiempo… -cuando aquel señor desapareció, solté mi carcajada.
Terminamos de comer entre otras bromas parecidas y una que otra conversación casual, y llegamos por fin a la primera planta para lo que yo más quería, mi helado, mi premio de consolación. Kevin accedió, ya que lo amenacé, a que yo le pagara el helado. Compré los helados más caros, y más ricos, que pude ver en la carta. Este sería mi regalo de mí, para mí.
-¡Wow! –dijo él cuando coloqué un banana Split cubierto de chocolate blanco y negro enfrente de él, y una réplica dos veces más grande delante de mí.
-Te encanta, ¿cierto? –alardeé.
Casi no le hablé, me metí de lleno en mi comida, en mi presa.
<< ¡Cálmate! Entrará en tu boca, estará en tus dientes, pasará a tu estomago, pero estará por siempre en mis muslos>> me reprendió Swan.
<<Ay, déjame ser feliz>> le dije riendo mentalmente.
<<Está bien, niña deprimida>> dijo sarcástica.
Cuando pude ver la hora me di cuenta que faltaban sesenta minutos para que Edward llegara a mi casa en busca de Swan. Así que me levanté de la mesa, mirándolo a los ojos seriamente. Él entendió al instante, y salimos, en silencio, hacia mi casa.
No me bajé del carro, no di para poner un pie en el asfalto. Y Kevin tampoco lo hizo, se volteé hacia mí y me miró directamente por unos segundos.
-Kevin… -empecé pero él me interrumpió.
-Dime que me quieres, Bella –pidió. Mi mandíbula se desencajó hasta que me di cuenta del hecho –Dímelo, necesito escucharlo.
Bajé mi mirada a nuestras manos unidas y acaricié el dorso de la suya. Sorprendentemente mis ojos estaban secos por fin.
-¿no me quieres? –hizo el amago de soltarme.
No lo dejé y busque a Swan en mi mente.
<<Anda, me iré al cuarto del lado. Tengo unos recuerdos en los que pensar>> bromeó, sabía que seguía allí, pero ella hacía lo posible por no estarlo. Por no escuchar, ni ver, ni sentir.
-Sí, te quiero, Kevin. Te amo, eres… -respiré fuertemente –eres todo para mí.
-Solo eso necesitaba escuchar –el carro arrancó haciéndome abrir los ojos asustada.
Patrinix, Solestan, Ela, Rosemarycullen, Anitaa, Rosemaryc, gracias por sus comentarios, me sirven para seguir escribiendo :)
Monsecullen y Priscicullen gracias de verdad por todo su apoyo incondicional y por todos sus comentarios, me impulsan :D
ah! y Rosmmet sí, tú tambien te la leiste? Me la leí hace como un año y salió a flote en la historia, daba a pie para eso mismo. Y como este fic es sobre los escritos de Stephenie, decidí utilizar algunas ideas.
Paola, estaba pensando en hacer una secuela, y pues sí, esta historia está llegando a su fin, y todavía no estoy segura de su final jajaja, conforme salga, iré escribiendo. Quieren secuela? Ustedes deciden.
Les dejo otro capitulo :D las quiero, GRACIAS !
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