Pov Gianna.
En estos instantes nuestros mundos estaban conectados; el beso seguía su curso; seguía aquella pasión, ese amor que nos unía. Quería olvidarme de todo, y centrarme completamente en el; por lo cual me evadí completamente de aquella parte que amaba a Santiago; ahora solo estaba Demetri y nadie más.
No sé cuanto tiempo pasó, pero ya me empezaba a sentir mareada, sin aire debido a sus besos; este notó como mi cuerpo se debilitaba por culpa del aire y se apartó dulcemente. Una de sus manos viajó hasta mi cintura; haciendo que me pegase más a el. Nos quedamos unos segundos mirandonos el uno al otro, sentía como me perdía absolutamente en ellos, y eso no me importaba. Pero lamentablemente este desvió la mirada hacia la ventana. Pude ver como se tensaba.
- ¿Que ocurre? - pregunté en un suspiro
Este no me contestó, pero sin embargo me volvió a mirar y comprobé como su mirada cambiaba. Ahora este me miraba distinto.
- ¿Demetri? - pregunté mientras mi voz temblaba; algo había cambiado en el...
Y sin volver a contestarme salió por la ventana.
En esos momentos me sentía aturdida y nerviosa. En apenas un segundo había cambiado todo. Y no era en mi caso, sino en el suyo.
Cabizbaja me recosté en el sofá. Pude notar como algo dentro de mi se hacia añicos, pedazos. En mi mente solo estaba la última mirada de Demetri; fría, distante. ¿Por qué? Tan solo había parpadeado una vez y de repente...
En esos instantes el sueño y el cansancio iba haciendo aparición en mi.
- Gianna
Una voz me hizo despertar. Me encontraba en los jardines del castillo de Volterra; era un día nublado, pero eso no quitaba la sensación que quería dejar el ambiente. Calidez.
Ante esa voz me di la vuelta; ya que era la voz de un ángel, y así lo era cuando le vi. Santiago. Este se encontraba a pocos metros de mi; con una perfecta sonrisa que me hacia suspirar. Este con paso elegante y sensual se fue acercando a mi; mi corazón latía con fuerza y con pasión. Mi mente contaba los segundos que me faltaban para tenerle cerca de mi. Este se dio cuenta de mis ansias por tenerle cerca y en apenas una milésima, la cual mis ojos no captaron, este estaba a mi lado.
Dulcemente me acarició el rostro, y una oleada de fuego me recorrió todo el cuerpo.
- Santiago - le dije mientras le correspondia la caricia
- Mi dulce princesa de la oscuridad - y dicho esto posó sus labios en mi frágil cuello.
Podía sentir como su aliento recorría todo mi cuello. Mi piel se estremecía ante su contacto.
- ¿Como me llamaste? - pregunte inocentemente
- Mi dulce princesa de la oscuridad - volvió a decir dulcemente
- No lo entiendo - dije avergonzada
- Tu inocencia me provoca ternura - me respondió mientras una dulce risa salía de su tentadora boca - tu; la luz de mi oscuridad; la princesa de mis sueños... te has hecho dueña de mi oscuridad; te has hecho dueña de mi.
Una lágrima recorrió mi mejilla; y no era por tristeza; sino por dicha.
Dulcemente Santiago apartó esa gota cristalina de mi rostro con un beso. El cual me hizo suspirar. No lo aguantaba más; quería que este me besara, quería tenerle conmigo.
Mis manos fueron hasta su cuello, quería acercarle hasta mi y que pudiese captar mi intención. Dicho y hecho.
Su angelical rostro se acercó a mi y pude probar el sabor de sus labios. Tan solo un segundo duró ese beso; pero para mi fue una eternidad. Abrí los ojos ante la ausencia de sus labios; y lo que mi vista captó fue una rosa ante mis pies. Pero no era una rosa cualquiera; era una rosa negra.
La más hermosa de las rosas.
Y de inmediato volví a la realidad.
Abrí los ojos y me encontraba en mi casa; en el salón, precisamente en el sofá; y en el respaldo de este había una rosa. Una rosa negra.
Ilusionada me levanté del sofá y cogí la hermosa rosa con delicadeza. Inhalé su maravilloso aroma; y pude captar el aroma de Santiago.
- ¿Santiago? - pregunté emocionada - ¿Santiago?
Recorrí toda la casa; y no había rastro de el. Resignada me senté en una silla; y cuando lo hice pude ver una sombra en la habitación contigua. De nuevo ilusionada me levanté torpemente de la silla.
- Se que estás aquí - dije con dulzura
Pero ante mi comentario nadie se hizo ver.
¿Me estoy volviendo loca? me pregunté a mi misma. Y justo en ese instante un ramalazo de dolor hizo presencia en mi. Algo se había roto. Algo relacionado con...
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