Cuando el primer día se fue extinguiendo para dar paso al segundo,Edward ya era consciente de que no podía decirse lo mismo del duque de Tanner.Obviamente, empezaba a entusiasmarse con Bella.Parecía contar con la devoción perpetua de ella.No sabía muy bien cómo se las había arreglado para sentarse siempre cerca de él en las comidas.Daban paseos por los jardines y cuando Edward le pedía a una dama que paseara con él para poder seguirlos de cerca,oía la alegre risa de Bella resonar a su alrededor.
Por las tardes,los invitados se entretenían jugando al bádminton o al croquet y se les obsequiaba con comidas extravagantemente preparadas.Habría un gran baile de despedida el viernes por la noche y todos los invitados se marcharían el sábado.Edward estaba deseando que llegara aquel día.
El duque de Tanner y su hija bajaron a desayunar poco después de que Bella y Edward se hubieran sentado a la mesa.Como era habitual,sus otros invitados aún no habían aparecido.
—Forks,¿tienes yate?—preguntó Tanner.
—Que yo sepa no—contestó Edward tras lanzarle una mirada interrogativa a Bella.
—Una verdadera lástima.Son divertidísimos.
—Y carísimos de mantener,papá—añadió lady Bree.
Bella no recordaba a lady Bree tan joven.
—Muy cierto,querida.Aun así,si quereís navegar,hacédmelo saber.Os dejaré el mío.
—Es muy amable,excelencia—dijo Bella.
El duque le guiñó el ojo mientras alzaba la copa y ella se acordó de la última vez que un caballero le había guiñado el ojo desde el otro lado de la mesa.Miró de reojo a Edward y por su sonrisa contenida,supo que también él lo había recordado.Fue un momento especial que sólo los dos compartieron y que les hizo pensar en lo maravilloso que sería poder disfrutar de esos momentos de secreta complicidad con otra persona.
—¿Conoces al príncipe de Gales,Forks?—preguntó Tarnner.
—No,aún no—respondió Edward.
—Lástima.Es un estupendo marino y tiene un barco precioso.
—Solemos ir a navegar después de la temporada social—explicó lady Bree—.Papá no para de hablar de ello.
—Nunca he estado en la costa—dijo Edward.
—Debe ir alguna vez—comentó lady Bree con una dulce sonrisa—.A mí me encanta.
A Bella no le agradaba la idea de que aquella muchacha familiarizara a Edward con la costa como ella lo había familiarizado con Londres.Al mostrarle las maravillas del mar,lady Bree descubriría el brillo de los ojos de Edward cuando vivía nuevas experiencias.
—No sé si lo pasaría bien cerca del mar—dijo Edward—.No sé nadar.
—Yo tampoco—replicó Bree con una risita tonta—,pero siempre es agradable pasear por la playa.¿Has ido alguna vez a la costa,Bella?
—No,siempre he pensado que la arena me resultaría un poco molesta.
—Tienes razón,podría serlo.—El duque se recostó en la silla y dándose una palmadita en el estómago,añadió—:Estupenda comida.
Para sus cincuenta años,estaba en forma,pero no tan en forma como Edward.Bella siempre había pensado que acostarse con un hombre era algo que había que soportar.Después de vivirlo como algo de lo que se podía disfrutar,se preguntaba si sería capaz de volver a «soportarlo».Aunque con el duque posiblemente también habría placer,de lo contrario su esposa no habría podido amarlo como lo amaba.
—He pensado que esta tarde podríamos dar un paseo en coche—propuso Bella—.Hace muy buen día.Podemos usar la berlina.
—Una idea magnífica—contestó el duque.
—Yo prefiero cabalgar.¿Tenéis caballos?—preguntó lady Bree.
—Sí y me encantaría acompañarte—respondió Edward antes de que Bella pudiera abrir la boca.
Bella se reunió con Edward en los establos,donde él esperaba a que prepararan el coche y dos caballos sueltos.
—No tenía ni idea de que supieras montar—dijo ella.
—Me crié en el campo.Claro que sé montar—replicó él sin mirarla.
—Habría preferido que fuéramos los cuatro en el coche.
—¿Para que podáis continuar aireando mis defectos?
—¿De qué demonios hablas?
—Veamos…no conozco al príncipe de Gales,no he estado en la costa,no tengo yate…A saber qué más se descubriría durante un paseo en berlina.
—El duque sólo nos daba conversación.
—No,milady,intentaba impresionarte.—Se volvió para mirarla,sorprendiéndola con la dureza de su mirada—.Y se le estaba dando de maravilla.
—No me ha impresionado en absoluto.Yo he comido con los príncipes de Gales y he dejado bien claro que el mar no me entusiasma.
Edward se estiró los guantes y a ella le pareció que lo hacía sólo para distraerse con otra cosa,porque estaban perfectos como los llevaba.
—No te comparo con él—dijo ella con dulzura.
—Porque no hay comparación posible.Él es duque,yo conde y el rango es lo más importante para ti.
Ella apartó la mirada para que Edward no viera en ella la verdad.Antes de conocerlo bien,antes de aprender a leer,valoraba el rango por encima de cualquier cosa…pero¿ahora?Ahora ya no lo tenía tan claro…Le daba igual.
—Ahí vienen nuestros invitados—dijo con una sonrisa forzada—.Sé agradable,Edward.Ella es una dama encantadora.
—La agradaré hasta que ya no pueda agradarle más.
Cuando ya se marchaba,Bella lo cogió por el brazo y lo detuvo.
—Bastará con que seas tú mismo,Edward.Es lo único que hará falta para que se enamore locamente de ti.
Le pareció percibir en él un gesto de dolor.
—No es así como pretendía encontrar esposa.—Se inclinó hacia ella y bajó tanto la voz,que casi no podía oírlo—.Lo sabrías si hubieras leído mi carta.—A continuación se enderezó y sonrió.
—Lady Bree,los caballos están listos.He pensado que podríamos seguir a la berlina para que su padre no dude de mis intenciones.
—Una idea magnífica,Forks—espetó el duque con una sonrisita—.Tú me vigilas mientras yo te vigilo.
Bella empezaba a pensar que su estupenda idea no había sido tan estupenda después de todo.Nunca había tenido un amante celoso.De hecho,nunca había tenido un amante,ni nadie había sentido celos por ella.La conjunción de ambas circunstancias le resultaba estimulante al tiempo que fastidiosa.No quería herir los sentimientos de Edward,pero la finalidad de tener invitados era precisamente poder determinar las posibilidades.
Permitió que el lacayo la ayudara a subir a la berlina.El duque subió y se sentó frente a ella.Al mirar a su alrededor,vio a lady Bree a lomos de su caballo,sonriente y segura de sí misma.
—Vamos,lord Edward,le echo una carrera hasta el camino principal.—Riendo,inició el galope,el conde a la zaga.
—¡Ah,la juventud!—exclamó el duque—.Cochero,no los pierda de vista,por favor.
Con una sacudida repentina,el coche se puso en marcha.Bella miraba fijamente al horizonte pero los jinetes ya no eran más que meros puntos.
—¿Y si ella no lo acepta?—preguntó el duque.
—¿Cómo dice?—replicó Bella,sorprendida por el comentario.
—¿Qué pasará si mi Bree no está interesada en su conde?
Su conde.Sí,era su conde pero ella jamás lo habría expresado así.
—Que cometerá un gran error.
Entonces empezó a preguntarse si no lo estaba cometiendo ella también.
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