Pov Renata.
Todo el amor que sentía por el no se había ido. A pesar de los pesares seguía queriendo a Félix. El era mi vida entera, me acuerdo que el primer rostro que vi fue el suyo; el rostro más bello que había visto en mi vida, y desde ese día; hace ya cinco siglos, estoy prendada de el. Y durante esos cinco siglos había estado torturada por su amor, ya que no me atrevía a contarselo; tal vez por miedo, tal vez por rechazo...tal vez, no lo sé.
Me recosté en mi cama; aunque no lo necesitaba; pero necesitaba hacerlo. Estaba harta de sufrir por mi amor, que tendría que hacer, ¿confesarle mi amor? o ¿intentar olvidarle? estaba tan confusa, tan aturdida...
De repente su dulce olor me inundó. El estaba cerca; cerca de mi habitación. Salía toda prisa al pasillo, esperando a ver su hermoso rostro, ya que sabía que solo me conformaría con eso, con ver su hermoso rostro.
De pronto este se paró en mitad del pasillo y se dio la vuelta; nuestras miradas se encontraron y pude sentir como una corrienta elétrica hacia vibrar a todo mi cuerpo. Durante unos minutos nos quedamos mirandonos; y estaba cien por cien segura de que en esos instante podía ver amor en sus ojos. ¿Me arriesgaría? En cinco siglos no había conseguido nada; tal vez era hora de cambiar. Por puro impulso me acerqué, Félix era como una imán, el cual me atraí hasta el. Me puse delante de el y le acaricie el rostro, yo creo que esta era la primera vez que le tocaba. Este ante mi contacto cerró los ojos; levantó su mano y acarició mi mano, la cual estaba acariciando su hermoso rostro. La pasión iba naciendo en mi; el amor que sentía hacia el se iba haciendo más y más grande. Estaba dispuesta a decirle algo; y justo cuando abrí la boca para hablarle este estampó sus labios con los míos. No sabía como reaccionar, no sabía que hacer, ya que este era mi primer beso. Siempre le había estado esperando, siempre deseé que el fuese el primero, y mi deseo se estaba cumpliendo. Sus manos fueron a parar a mi cintura; la cual empezaba a acariciar con dulzura; por inercia llevé mis manos a su perfecto torso. Le tenía conmigo; le tenía a mi lado.
Sus labios se movían a la perfección; nuestras lenguas jugaban en perfecta armonía. Mi ser me estaba abandonando, ya que ese beso me hacia enloquecer y perder la razón. Ahora los cinco siglos de espera se habían desvaneciso. Ya no importaba todo el dolor que pasé; gracias a este beso el dolor se marchitó como las flores ante la falta de agua.
Félix separó sus labios de los mios y llevó sus labios hasta mi cuello, empezó a acariciarlo con su lengua; y poco a poco fue subiendo hasta mi oído.
- Siempre has sido tu Renata, mi gran amor. Todo el daño que te hice me pesa en el alma. Lo siento, lo siento...
- Félix - dije en un susurro
- Lo siento; tal vez te lo explique todo luego, pero ahora siento que te necesito. Cinco siglos esperé para esto, y ahora...
No le deje terminar y junté de nuevo sus labios con los míos. No me importaba nada del pasado, eso era pasado. Ahora estabamos en el presente y teníamos el futuro por delante. Y esperaba que en ese futuro estuviese el a mi lado.
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