Edward POV.
-¡Edward lleva a Bella a la clínica! –escuché el grito de Esme. Corrí hasta Bella para moverla, aun sin respirar por miedo a oler sangre. Estaba en shock, viendo a Emmett meter a empellones a Geraldine hasta la casa. Y no era para menos. Había mordido a Nahuel. ¡¿Pero en qué estaba pensando?! ¡Soy un estúpido! Pero ver y escuchar a Kevin hablar de Bella como si fuera suya, eso no lo soportaba. Él solo se atravesó entre el cuello de Kevin y mis colmillos.
El grito de Bella me traspasó el alma, la miré buscando la razón, y me dolió saber que fui el causante. ¿Por qué le dolía que la moviera? ¿Por qué le dolía tanto? ¿Qué tenía? Miré hacia todos los lados pero no encontré nada.
-¡Mierda! ¡Alice, ayuda aquí! –grité para que me dijera qué ocurría, intenté mover a Bella otra vez pero me detuve ante su jadeo.
-Ed… Edward… duele –dijo ella dificultosamente.
-Mierda, Alice, mierda. Tiene algo enterrado –dije sin atreverme a moverla ya que supuse que tenía algo en la espalda, o en algún lugar del cuerpo, que no le permitía moverse. Alice llegó para ayudarme, y su grito me desconcertó.
-¡tira! –La miré cómo si estuviera loca – ¡Tira de ella, no hay nada que hacer, se desangrara! –se desangrará, la frase se repitió automáticamente haciéndome correr como un loco en busca de sangre hacia el hospital, nada tenía porqué pasarle a ella. Bella se aferró a mi pecho jadeando.
-Tranquila, estamos por llegar, Bella no me asustes. Saldremos vivos de esta, tú no morirás – notaba cómo intentaba tranquilizarse hasta llegar a ahogarse un poco en el intento. Sentía la sangre recorrer mi camiseta y mis brazos, pero no me detuve a oler. ¿Alguien podría olerla? ¿Vendrían tras de ella? Por lo menos Alice iba detrás de mí, ella me ayudaría.
-Edward… -ella intentaba hablar, era doloroso –no puedo…
-¿Qué, Bella? ¿Qué, qué pasó? –dije un segundo antes que entrara en el hospital. Vi cómo la luz la cegaba al llegar a la entrada de emergencias. Corrí hasta la enfermera gritando-¡Ayuda! ¡Alguien que me ayude! –gritaba.
-¿Qué le ocurrió? –me respondió tirando a la mesa el papel que llevaba en las manos.
-No puedo respirar –susurró Bella antes de perder la consciencia en la camilla. Llenando ésta de sangre.
-¿Qué le ocurrió? –caminé con la enfermera sin decir nada, Alice llegó, salvándome.
-Estábamos jugando en el jardín de la casa, mi hermano es fuerte y no midió su fuerza, haciendo que ella tropezara de espaldas. Tiene algo en la espalda –por lo menos tres paramédicos llegaron al instante, empezando a hacer pruebas solo mirando.
-¿qué son de la paciente?
-Soy su novio –me apresuré a decir. Arrepintiéndome al instante. Yo no era su novio.
-Venga conmigo –dijo otra muchacha, que me haló cuando Bella entró por aquellas puertas inexequibles para mí.
Me hizo toda clase de preguntas, la familia de Bella, la mía, mis padres y los de ella. De todo. Y se sorprendió al saber mi apellido, claro, mi padre no era ningún desconocido en Forks.
-¿cómo está? –dijo Alice cuando apareció uno de los enfermeros.
-¿Quién? –dijo él sacando su hoja de nombres. Me acerqué, con la cabeza entre las manos.
-Bella Newton –susurré lentamente. Él debatió entre los nombres de pacientes, antes de darse por vencido.
-Debe estar en urgencias todavía, no tengo su registro –murmuró, hablando con otra familia.
-¡Edward! –gritó Jacob, que llegaba junto con una Nessie ahogada en llanto, se tiró a mis brazos.
-¿Cómo está, papá? Dime que está bien, dime que está viva –su voz se rompió en el último momento.
-Ella está bien, querida. ¿Pero que hacen aquí? ¿Y Nahuel? –dijo Alice mientras yo abrazaba a Ness.
-Carlisle dice que no sabe cómo reaccionará su cuerpo, pero está más o menos estable. Además está… revisando la escena de Bella –Jacob acabó la frase, y bloqueó su mente.
-¿Qué? –rugí.
-Había… un pedazo de madera clavado al suelo. Estaba lleno de sangre –terminó. Sentí que el mundo se vino encima.
-¿qué tan grande? -¿Cómo no había sentido un hueco en la espalda de Bella?
¡Idiota!
-Papá –Ness sollozó, haciéndome regresar. Fuerte, siempre fuerte para ella.
Siempre pensé en un año, en una década como algo pasajero, como los humanos pensaban en minutos, en media hora. Pero nunca en mi vida imaginé sentir tan largo unos 60 minutos. Una hora completa, parecía toda mi vida, parecía un siglo y medio de existencia.
Carlisle había regresado de la casa, diciéndonos que Nahuel estaba estable, que por lo menos estaba presentando las características de los humanos al transformarse. Tal vez solo sería una transformación más rápida. Nessie estaba en estos momentos en la cafetería con Jacob, quienes tomaban un té para los nervios, parecía servir. ¿Por qué a mí el té no me hacía nada?
-¿Familiares de la señorita Isabela Newton? –murmuró una señorita, recibiendo a todos nosotros al instante.
-¿Cómo está? –Alice atacó.
-Ella está estable en estos momentos. El doctor Cullen me ha pedido que les diga que se tranquilicen, que lo peor ha pasado ya –el alma volvió a mi cuerpo, ahora que sabía que tenía una.
-¿Está bien? ¿Realmente está bien? –preguntaba mi hija que se sostenía de mis hombros para ver a la enfermera.
-Sí, joven, ella se encuentra bien. Está delicada, pero estable. En cuanto sea trasladada a la habitación, podrán verla, de dos en dos –dijo la muchacha desapareciendo.
Bella POV.
Estaba agotada, demasiado cansada para abrir los ojos, así que escuché y sentí.
Alguien sostenía mis manos, unas palmas frías y unas tibias, un susurro que se prolongaba en el silencio me hacía sentir cómoda, pero era demasiado bajo para ser escuchado. Sin embargo, creo que podía escuchar mi nombre en aquella voz.
Traté de tranquilizar mi respiración, de dejarla acompasada para que no notaran que estaba despierta.
-¿Crees que despierte pronto? –esa era la voz de Nessie, entonces me di cuenta que las manos tibias eran las de ella, que sostenían mi mano derecha. La réplica provino de Edward, haciendo que el murmullo se detuviera.
-Eso espero –su voz estaba tensa, pero en calma.
-Supongo que Kevin querrá verla cuando lo haga –respondió Ness. Fue inevitable, no era posible detener a mi corazón que empezó a latir descontroladamente. Me asustaba el hecho de tener a Kevin con Edward en un cuarto encerrados, aun cuando yo estuviera dentro.
-¿Bella? ¿Bella, estás despierta? –me preguntó Edward, sentí su respiración sobre mi hombro y mi barbilla, estaba muy cerca. Parpadeé lentamente, intenté abrirlos.
-¿Estás bien? –la voz de Nessie estaba más calmada que la de su padre.
-sí –murmuré. Mi voz me sorprendió, porque no sonaba tan débil cómo me sentía.
-¿Necesitas algo? –hice una mueca e intenté por última vez, y entreabrí los ojos.
Edward estaba más cerca de lo que creía.
Mi corazón latió desbocado y esperé la reacción de Swan. Un vuelco hizo que abriera los ojos completamente, haciéndome jadear, y soltar el par de manos que sostenían las mías para llevarlas a mi pecho. Intenté erguirme.
-¿Bella? ¿Qué ocurre?
-¿Te duele algo? –Nessie se inclinó sobre los aparatos cómo si pudiera hacer algo. Encontré la voz en el fondo de la garganta.
-No, no, estoy bien.
-¿Cómo está mamá? –dijo Nessie mirándome a los ojos. No respondí.
<< ¿Swan? ¿Por qué no me hablas?>> silencio. Nada más que silencio.
-¿Bella? –presionó Edward frunciendo el ceño.
-Estoy cansada –murmuré mirando hacia otro lado, rehuyendo su mirada. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no escuchaba a Swan en mi cabeza? ¿Por qué no la sentía? ¿Era que se había ido?
-Lo sé, debes dormir más, Bella. ¿Y… ella está bien? –dijo Edward pasando su mano por mi cabello. Seguí sin mirarlo y asentí. Sentí su mirada fija sobre mí.
-Y… ¿Kevin? –pregunté. Tal vez él podía decirme algo que tuviera sentido, yo no podía decirles a ellos, no a Ness, no a Edward, no a Jacob. Kevin… Kevin era un puerto seguro.
No lo miré, pero Edward gruñó. Suspiré.
-Está afuera, no lo dejé entrar, pensé que no querrías verlo –murmuró lo último. Recordé el episodio, el odio que sentí al verlo allí, saberlo causante de esto. Pero tenía que verlo, primero que todo.
-¿Puedes… -carraspeé –puedes decirle que entre? Necesito hablar con él –Edward posó sus dedos sobre mi barbilla.
-¿Para qué? –fue Nessie que no ocultó su desagrado ante la idea. Edward volteó mi rostro para verlo a los ojos, lo vi escudriñándome con la mirada, buscando la respuesta.
-¿Qué ocurre? –intenté desviar mi mirada pero no me fue posible.
-Quiero hablar con él, Edward –repetí tratando de imprimir seguridad en mis palabras, sin éxito.
Él me soltó suspirando y miró a Nessie asintiendo, saliendo juntos. Nessie apretó mi mano y besó mi frente, mis ojos se llenaron de lágrimas, ese gesto no era para mí, era para ella, y ahora que ella no estaba para apreciarlo me sentía sucia y vil al aceptarlo.
<<Swan, ¿qué rayos piensas? ¡Regresa! >>
Treinta segundos después Kevin entró en el cuarto con un ramo gigante de rosas. Me ruboricé al instante. Se acercó a mí cuidadoso, mirándome con ternura y amor, haciendo que me pusiera nerviosa y sonriera por dentro. Él se sentó a mi lado, sin tocarme.
-Bella, perdóname, no debí ir a buscarte. Mira lo que he provocado, estás herida, Bella. Lo siento, ¿puedes perdonarme? –susurró lo último. Intenté incorporarme, no sin dolor, pero él me ayudo. Tocando suavemente mis hombros.
-No importa, Kevin. No debiste hacerlo, pero ya lo hiciste, no te preocupes por eso. Hablaremos luego de eso –dije poniéndome nerviosa ante su cercanía.
-¿Para qué querías que viniera entonces? –dijo algo confundido. Lo miré directo a los ojos.
-Es Swan –sus ojos se abrieron y luego se entrecerraron –No la encuentro en mi mente.
El silencio se prolongó, siendo interrumpido por su carraspeo.
-¿A qué te refieres? –exploté, estaba nerviosa.
-¡No sé dónde está! ¡No me habla! Intento que me responda algo, que me diga cualquier cosa, pero no le encuentro dentro de mí, no la siento aquí –señalé mi cabeza con el dedo índice. Él lo debatió por un momento.
-Bella, no me llames desalmado, ¿pero no es lo mejor? Digo, dejando de lado a Edward y Reneesme, ¿no es lo mejor para ti? –sacudí mi cabeza frenética.
-No se las puedo quitar, Kevin. ¡Es su madre! ¡Su esposa! ¡Su familia! –él se mordió el labio inferior y suspiró.
-¿Cuándo la escuchaste por última vez? –pensé.
-Cuando empecé a luchar con Jacob –abrí los ojos sorprendida.
-¿Luchar?
-sí, cuando… cuando me preparé ella me gritó que estaba haciendo una locura. Me desesperó, le grité que se callara. No la escuché más –los ojos se me llenaron de lágrimas.
-No, no es tu culpa, encontraremos la forma de traerla de vuelta… si es que no se ha ido –susurró. Enloquecí.
Piensa, piensa.
<< ¡Swan, regresa! ¡Reneesme te necesita! >> Me grité a mí misma, ya que no había nadie conmigo.
Piensa, ¿qué hago para traerla?
Me quedé mirando a Kevin a la boca, ¡Eso era! Qué egoísta podía llegar a ser.
-¿Kevin? –me sonrojé. Él frunció el ceño –una de las veces que he sentido a Bella en mi cabeza con más fuerza, cuando… fue cuando nos besaste –mi cara era realmente un tomate.
-¿Te refieres a…? –dejó la pregunta en el aire. Me encogí de hombros, asintiendo.
-No lo sé, supongo –él asintió y se colocó más cerca.
Sentía su respiración sobre mis labios entreabiertos. Ahora sin la voz de Swan gritándome dentro, haciéndome perder el control de mi cuerpo, pude apreciar lo hermoso de la situación. Kevin dudó a centímetros de mis labios, por lo que sin pensarlo, sin deliberarlo, lo tomé por la nuca y lo besé.
Ahora no importa Swan, en ese segundo Swan pasó a un segundo plano, yo solo quería besar a Kevin, quería sentir lo hermoso de sus labios sobre los míos.
Y él me correspondió, poniendo sus manos en mis mejillas.
Algo en mi interior hizo clic, haciéndome recordar a Swan. Pero no había nada dentro de mí. Él sintió cuando me rendí, y me soltó. Sus labios estaban ligeramente entreabiertos, un poco hinchados.
-¿Nada? –dijo queriendo parecer profesional, pero yo no pude. Suspiré, tratando de tranquilizar mi respiración.
-No –dije derrotada.
-¿No crees que… que Edward pueda…? –Jadeé y lo miré con horror –Bella, es algo que tienes que hacer si quieres que ella vuelva. Yo podría… traerlo y decirle –me callé.
¿Podría hacerlo? ¿A pesar de todo, podría?
Asentí.
<< Mira lo que hago por ti, Swan. Esto va a doler >> le recriminé, esperando con todo mi corazón que ella respondiera con una amenaza, pero no encontré nada.
Tendría que besar a Edward por una razón aparente, una que dejaba de lado los sentimientos que yo pudiera tener, y que ciertamente tenía, hacía él. Tendría que hacerlo porque de otro modo no podría traer de vuelta a Swan, y yo quería tenerla conmigo.
La revelación fue grandiosa. Yo quería a Swan.
Kevin desapareció por la puerta, para aparecer a los diez segundos con un confundido Edward.
-Edward –dijo Kevin lentamente –esto es raro, sobre todo viniendo de mí, pero… ¿podrías besar a Bella? –Edward abrió los ojos mirándonos alternadamente, pero yo no podía soportar sus ojos sobre mí.
-¿De qué me hablas? –rugió acercándose a mí con un paso no calculado.
-No… -¿se lo diría? –no puedo…
-¿No puedes qué? –presionó.
-Solo bésala, Edward –dijo Kevin antes de salir. Edward me miró confundido pero no lo soporté, puse las manos en mi rostro, no podía pedirle eso. Pensaría que me aprovecharía de la situación haciendo que me besase. ¿No era eso lo que estaba haciendo? ¿Mi cuerpo no deseaba el suyo? Claro que sí, por eso me sentía ahora tan culpable. Que se diera vuelta, que se fuera, no lo soportaría.
-¿Bella? –Sollocé y él se acercó rápidamente -¿Te duele algo? ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás así? –sollocé más fuerte y él me abrazó.
-Edward –murmuré tomando posesión de su camiseta.
-¿Qué ocurre? –susurró con ternura. Lo soltaría, suspiré y solté el aire con la frase.
-Swan se ha ido –pude sentirlo. Incluso podría decir que escuché su corazón romperse en pedazos, tensarse, soltarme, empujarme, temblar.
-¿Qué? –su voz estaba rota.
-No la encuentro en mi cabeza, no me habla, no la siento –seguí sin dejar de llorar. Él tomó mi rostro en sus manos, obligándome a mirarlo. Mis lágrimas se fundían en sus palmas.
-¿Qué hago? ¿Por qué besarte ayudaría? –suplicó, destrozado.
-La sentí aún más cuando nos besaste, eso fue lo que la hizo despertar en primer lugar –él abrió los ojos entendiendo perfectamente. Y no pude encontrar la suspicacia en sus ojos, solo el deseo de traerla de vuelta.
Puso su frente con la mía, haciéndome aspirar su aroma. Sentí cómo perdía los estribos, como mi cuerpo reaccionaba instantáneamente, mi corazón se aceleró haciendo que el sonido se extendiera por la habitación.
Y juntó sus labios a los míos.
Toqué el cielo con los dedos cuando me estrechó. Sentía su desesperación, su amor, y eso me descolocó. Y le respondí. Mis manos buscaron su camisa, y entre el espacio inexistente entre nosotros encontré su pecho. Jadeé cuando lamió mi labio inferior y murmuró.
-Vuelve, princesa –susurró, partiéndome el pecho en dos. Este beso no era para mí, tenía que recordarlo siempre.
Su cuerpo estaba inclinado hacia mí, y cuando su lengua entró en mi boca sentí cómo Swan respondía.
<<Uh>> escuché en mi mente, cómo ella intentaba despertar. Luego la escuché completamente << ¿Edward? >> gritó ella.
No pude responder, mi mente estaba embotada con las caricias de Edward. Mordió mi labio inferior tenuemente, y ocultó su rostro en mi cuello, delineando esa línea con la lengua.
No sé cómo, pero mis manos pasaron a su cabello cobrizo. Ahora yo no controlaba mi cuerpo. Swan recobró su cuerpo.
-Suéltame –mi voz era un jadeo, a lo cual Edward respondió sorprendido pero sin soltarme. Y volvió a atacar mis labios.
Mi mano, que no era mi mano en ese momento, se estrelló contra la mandíbula de él.
-¡No la toques! –grité jadeando. Él me soltó saltando hacia atrás, sorprendido. Jadeé, sintiendo cómo Swan se replegaba contra mi cabeza, sollozando.
<<No te ha traicionado>> incluso mi mente jadeaba.
-¿Bella? –cerré los ojos, agotada. Asentí -¿La tienes? –susurró y asentí.
-Está… aquí –murmuré escondiendo mi rostro entre las palmas.
-¿Ella me pegó, me gritó? –dijo y su voz sonaba divertida.
-Sí, no quiere… no quiere que me toques –silencio.
-¿Estás bien? –preguntó, esta vez preocupado. Negué lentamente, tratando de ponerme en posición fetal.
-Cansada –murmuré antes de dormirme.
Edward POV.
-Cullen, ella te quiere ver –Kevin me hizo saltar en mi asiento, y soltar la mano de mi hija.
-¿Qué? –mi hija entrecerró los ojos. Algo no nos gustaba, a ninguno de los dos. Pero aún así me puse en pie y caminé detrás de él.
Bella se veía preocupada, muy preocupada. Ese ceño fruncido no era buen síntoma, nunca. Pero ella no fue quien habló.
-Edward esto es raro, sobre todo viniendo de mí, pero… ¿podrías besar a Bella? –abrí los ojos mirándolos alternadamente, esperando que estallaran en carcajadas, pero ella no pudo ni siquiera mirarme a los ojos. ¿Qué clase de broma era esta? Una muy perversa.
-¿De qué me hablas? –gruñí haciendo que mi cuerpo se estirara hacia delante, sin darme cuenta, avanzando hacia ella. Rogando por una explicación.
-No… -murmuró ella para sí misma, luchando por terminar la frase. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos–no puedo…
-¿No puedes qué? –presioné, a punto de perder los estribos.
-Solo bésala, Edward –Kevin dijo antes de salir, y dejarnos solos. La miré, buscando explicaciones, pero ella se escondió detrás de sus manos, empezando a sollozar
-¿Bella? –Me acerqué asustado -¿Te duele algo? ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás así? –la tomé entre brazos, preocupado por su salud, pero algo en mi interior me decía que no tenía que ver con nada externo.
-Edward –sus manos se aferraron a mi camiseta, empezando a llorar. Mi corazón estaba arrugándose.
-¿Qué ocurre? –Le dije con toda la ternura que pude encontrar en mí, y su frase me dejó helado.
-Swan se ha ido –sé que ella también escuchó mi corazón romperse y que se tensó tanto como yo. La solté temblando, la empujé para verla a los ojos. Mi mayor temor se extendía frente mis ojos, riéndose de mí.
-¿Qué? –no reconocí mi voz.
-No la encuentro en mi cabeza, no me habla, no la siento –bajó la cabeza llorando, de algún modo sentí ganas de protegerla. Le tomé el rostro entre mis manos, buscando esa mirada chocolate en aquellos ojos, desesperado por no encontrarlo.
Debía haber una forma de traerla de vuelta, una forma de tenerla conmigo así sea dentro de ese cuerpo, con otra persona dentro también. Como sea. Ella tenía, ella debía estar conmigo.
-¿Qué hago? ¿Por qué besarte ayudaría? –supliqué.
-La sentí aún más cuando nos besaste, eso fue lo que la hizo despertar en primer lugar – ¡Claro! ¡Eso era!
Junté nuestras frentes, respirando cada aroma que su cuerpo desprendía. Lentamente y sin prisa sobrepuse mis labios a los suyos, sintiéndome en el paraíso terrenal. Aunque no por completo. El sonido de los latidos de Bella retumbó gracias al aparato que los medía, haciéndome sonreír por dentro, haciéndome saber que ella sentía siquiera una parte de lo que yo sentía al tocarla, todavía provocaba esas sensaciones en ella.
La abracé a mi cuerpo, en un intento desesperado de traerla. ¿Y si esto no funcionaba?
No, no había tiempo para pesimismos.
Sus manos encontraron mi pecho al tiempo que mi lengua encontró su labio inferior.
-Vuelve, princesa –murmuré, obligándome a creer que ella me escucharía.
Mordí su labio inferior como sabía que a ella le encantaba y bajé hasta su cuello, dejando una línea delgada hasta llegar a su oreja, haciendo que ella se estremeciera. De pronto sus pequeñas y para nada indecisas manos subieron a mi cabello, como hace tiempo yo quería y necesitaba. Me sentí en mi hogar.
-suéltame –me dijo jadeando, pero no la pude obedecer, no quería hacerlo. Volví a sus labios, pero su puño contra mi mandíbula me hizo reaccionar -¡No la toques! –me gritó desesperada. Me deshice de su abrazo, soltando el mío propio, y la miré a los ojos mientras intentaba tranquilizarse. ¿Qué era lo que había pasado?
Mi preocupación por los hechos se vino al suelo cuando cerró los ojos.
-¿Bella? –Deposité todas mis esperanzas en la siguiente pregunta-¿La tienes? –asintió y sentí cómo el pecho se me inflaba de alegría y esperanza, de amor y entrega hacia mi princesa, hacia mi luchadora.
-Está… aquí –Bella murmuró antes de acostarse, ocultándome su rostro otra vez, cansada. Yo estaba metido en mi mundo, volando en la felicidad, y recordé el golpe. Palpé con las manos el golpe en mi mandíbula y el grito que me había dado.
-¿Ella me pegó, me gritó? –era obvio que sí, ella estaría celosa de su cuerpo, ya que no lo controlaba ella.
-Sí, no quiere… no quiere que me toques –por supuesto. Pero en ese momento noté el estado real de Bella, casi aovillada con las manos en el rostro, jadeante. Su respiración no se terminaba de normalizar.
-¿Estás bien? –negó lentamente, como si el esfuerzo fuera enorme.
-Cansada –dijo antes de perder la consciencia.
Me quedé a su lado, y le besé la frente, acariciando su cabello.
-No te vas a escapar de mí, mi amor. Nunca más –le susurré al oído.
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