Pov Jane.
¿Ángel? o ¿Demonio?
Por un bando me tenía que decantar. ¿O acaso podía ser las dos cosas?
Estaba claro, yo no quería perder mi esencia, en la cual era sádica; malvada y sin corazón; pero a decir verdad quería mostrarme una persona con sentimientos y por así decirlo dulce con los que de verdad estaban a mi lado. Por ejemplo Gianna. La cual me había ayudado y aconsejado. Me sentía libre con ella; sentía que podía hablar con ella de cualquier cosa; y también estaba cogiendo cariño a Renata. En esta vida no se puede vivir en la eterna soledad, y tampoco puede ser uno tan cruel como yo era. Pero eso no quiere decir que me convierta en un ángel, solo que dejaría ver una parte de mi a las personas indicadas; como ellas.
Caminé por los pasillos del castillo. Aburrida como estaba fui a la gran sala. Seguramente estaría Aro... y ante mi pensamiento sentía como mis piernas cedían, simplemente una manera de hablar, me dije a mi misma. Desde el primer momento en el que le vi me quede prendada de el; el fue mi salvador; mi mentor; y... ¿que podía decir de el? estaba completamente enamorada de el, y el lo sabía. Pero no podía hacer nada; ya que el estaba comprometido con Sulpicia. Supire ante ese nombre, ya que ella me amargaba la existencia. Ella también sabía mis sentimientos hacia Aro, y siempre que estaba yo presente demostraba su amor con el, ¿es que Aro no se daba cuenta? ella solo quería el poder, nada más; solo el poder. Y por eso odiaba a Gianna, ya que esta temía que Gianna asumiése el poder cuando esta se convirtiese; ya que según Aro Gianna sería muy poderosa; y eso a Sulpicia la mataba en vida.
Ante mi se abrieron las grandes puertas de la gran sala. Pude comprobar como en esta estaban Marco, Cayo, Aro, Sulpicia, Athenadora, Alec y Demetri.
- Que gusto volver a verte - dijo Sulpicia en cuanto entré
- Siento decirtelo Sulpicia, pero no opino lo mismo - dije serena mientras me colocaba junto a Alec
- ¿Sabías que eres una maleducada? Tienes que tener un respeto por tus mayores - dijo fría
- Yo ofrezco mi respeto a las personas que me lo dan - dije mientras me encaraba a ella
- Jane querida - dijo Aro mientras cogía mi mano; entonces una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo. Su contacto era cálido y especial.
- De acuerdo amo - dije con respeto mientras le miraba a los ojos. Unos ojos que me tentaban.
Me acerqé de nuevo a mi hermano. En un suave susurro le pregunté
- ¿Y Gianna?
- Con Santiago
Mire a mi izquierda y me di cuenta de que estaba Demetri. Su rostro estaba descompuesto. Había escuchado lo de Alec. Sabía que Demetri quería con locura a Gianna, y esta a el; pero también sabía que el corazón de Gianna estaba dividido. Su otra mitad era Santiago
En ese momento a nosotros llegó el más dulce de los aromas. Un aroma que reconoceríamos en cualquier parte. Gianna. Esta entraba al castillo nerviosa y en su rostro se la veía confundida; olí de nuevo y pude comprobar como llevaba el aroma de Santiago presente. Esta se fijo en Demetri y pude ver como sus ojos proyectaban felicidad y amor, aunque con un punto de culpa en ellos. Y Demetri, ¿que decir de el? la mira embobado, el estaba fascinado con ella; era su existencia y nada más.
Pude ver como por un momento sus miradas se conectaban y a través de ellas se decían todo. En sus rostros había amor, solo amor. Por una parte sentía envidía, ya que sabía que Aro nunca sentiría lo mismo por mi.
Aro se levantó con la suavidad que solo el poseía. Sus pasos eran hermosos y delicados, era como si estuviese flotando, andando por el aire.
- Gianna; que gusto me da verte de nuevo - dijo este haciendo que Gianna se partase de la mirada de Demetri
- Ya sabes que el gusto el mío.
Mire a Sulpicia y solo pude ver la rabia. Eso si que me reconfortaba. Esta hablaba en pequeños susurros con Atehenadora, tan pequeños, tan suaves que yo no los podía escuchar.
- ¿Que tal estas? ¿Como...
- Mejor no preguntes - dijo Gianna cortandole
- Oh, entiendo preciosa. Ya sabes que si necesitas ayuda...
- Ya lo sé Aro, y se que la necesitaré dentro de poco. Pero tal vez no sea tu ayuda precisamente - y dicho esto miró a Marco
- Extraño - respondió Aro con una sonrisa torcida
- Más que eso - y me di cuenta de que la mano de Gianna estaba entrelazada a la de Aro.
- Solo tienes que pedirlo - dijo tal vez contestando a algun pensamiento.
- Gracias; ¿entonces me puedo ir a casa?
- Por supuesto, ¿quieres que te acompañe alguien? - preguntó mientras miraba a Alec
- Si no le necesitas... - dijo esta mientras miraba también a Alec
- Claro que no. Alec - dijo Aro haciendo un gesto.
- ¿Por que siempre te tengo que acompañar yo? - preguntó Alec divertido a Gianna
- ¿Y por que siempre tienes que acceder a mis peticiones? - contraatacó Gianna mientras le sacaba la lengua.
Sin previo aviso este cogió a Gianna por la cintura y se la echó a los hombros.
- Alec por favor - dijo esta mientras pataleaba y se reía - a paso humano, que sabes que me mareo
- Se siente - y de inmediato desaparecieron.
Pude ver la rabia de Demetri. El estaba celoso. Y Aro miraba divertido la escena. Por un momento nuestras miradas se encontraron y de nuevo ese hechizo me cegó.
- Por favor, ¿me podéis dejar a solas con Jane?
- Pero Aro, ¿en que estas pensando? - preguntó Sulpicia enojada
- Necesito hablar con ella, nada más.
- ¿Y de que?
- Sulpicia cielo; no creo que te importe. Además ahora lo digo como una orden.
E inmediatamente todos se fueron; Sulpicia dudó durante unos instante y se fue, no sin antes dedicarme una mirada llena de odio.
- ¿Que es lo que quiere amo? - pregunté asustada.
Con el no me podía mostrar malvada.
- Jane, querida.. - dijo en un susurro - algún día esta tortura se acabará, aguarda... - dijo mientras me acariciaba el rostro. Y de un momento a otro juntó sus labios con los míos.
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