Miré fugazmente hacia la derecha dándole un vistazo al regalo que me hacia mofas en el asiento del copiloto. Ya iba en camino a la casa de Edward, Swan guiándome, ya que eran las dos y media cuando salí de casa. Swan dijo que teníamos media hora para llegar.
Alice me había dejado sola en cuanto se aseguró que mi cabello estaba cayendo en bucles perfectos sobre mi rostro pálido con sombras suaves y un brillo labial que llevaba en el bolsillo.
<<Solo tienes que seguir el sendero>> me indicaba Swan mientras yo me confundía.
<< ¿Por qué viven dentro del bosque? ¿No es más fácil vivir en la ciudad para pasar más desapercibido?>> me quejé.
<<La casa es el único lugar donde no tenemos que escondernos>> dijo, y pude sentir cómo su estado de ánimo bajaba.
Edward POV.
Con los primeros rayos del sol de mi cumpleaños, me cambié y me bañé lentamente sabiendo lo que me esperaba. Un poco más animado que los últimos 150 años que habían pasado.
-¡Feliz cumpleaños, Edward! –saltó Alice mientras entraba como un trueno a mi cuarto, lanzándose encima de mí.
-Gracias, Alice –le di un beso en la mejilla al tiempo que ella lo hacía.
-¿Cuántos son? –dudó.
-Trescientos cuatro, hermanita –dije haciendo énfasis en el diminutivo, ella me mostró la lengua infantilmente. Por la puerta se asomaron las cabezas de toda mi familia.
-¡Papi! ¡Papi! ¡Feliz cumpleaños! –gritó Nessie dando saltitos hasta donde yo estaba, al lado de la cama, seguida de cerca por Jacob.
-Uh –dije cuando Nessie se colgó de mi cuello dándome un beso sonoro en la mejilla opuesta.
-¡Te quiero, te quiero! Que el pase genial hoy –me decía mientras me apretaba por la cintura.
-gracias, hija.
-Feliz día, chupasangres –murmuró Jacob estirándome la mano.
-Gracias, perro.
-¡Feliz cumpleaños! –gritaron Jasper, Emmett, Rosalie, Carlisle y Esme. Le rodé los ojos.
-Parecen un coro –murmuré.
-hoy es un año más de tu larga vida –dijo Rose abriéndome los ojos.
-¡Muy larga! –se bufó Emmett.
-Ja-Ja –me reí falsamente. Todos lo hicieron.
-Bueno, dejen al cumpleañero porque tenemos que arreglar la casa, hoy vienen invitados –empezó a decir Alice empujando a todo el mundo fuera.
-¡Alice! ¿Qué hiciste? ¡Yo no quiero fiesta!
-No es una fiesta –dijo poniendo los ojos en blanco -, solo invité un par de amigos y una amiga, no es muy… grande.
Todos me dejaron solo cada uno burlándose a su manera en su interior, Emmett lo dijo alto. Y me dejaron para que Alice pusiera frente de mí un jean oscuro con una blusa cuello en v pegada al cuerpo, amarilla.
-¿Vas a ir a buscar a Bella? –le pregunté cuando “desordenó” mi “ordenado” cabello.
-Sí, más tarde.
-¿Crees que quiera venir?
-Anoche buscó tu regalo –dijo teniendo mucho cuidado en no pensar en el regalo.
-¿Qué es? –le presioné pero ella había adquirido gran habilidad ocultándome cosas.
-Ella te lo dará cuando llegue el momento –murmuró sonriente –Te va a gustar –añadió.
No respondí.
Alice corrió de aquí para allá aromatizando la sala para Bella, Nahuel y su novia que estaban de paso por Seattle y Pamela y su novio.
Eran ya las dos y media y Alice se detuvo mientras llevaba la jarra de licor hacia la cocina, en una visión de Bella llegando. ¡Estaba hermosa!
Vi a Alice irse a la casa de Bella con una caja que contenía ropa y que en su mente iba planeando como persuadirá si no se dejaba hacer como barbie, pero no había visto el resultado final cuando volvió.
Estaba realmente divina, sexy, hermosa, todo lo que pudiera decir sin ser pudoroso. Ese jean negro se le ajustaba tanto a su cuerpo que podía ver hasta la más mínimo curva que su cuerpo pudiera esconder, al igual que esa blusa amarilla que se adhería como una segunda piel. Resaltan esos…
-Ya viene –dijo Alice sonriente llevando la jarra.
-¿qué? –reaccioné cuando se hubo ido.
-¡Edward, cálmate! ¡Nessie está en la casa! –me gritó Jasper desde arriba recogerte la baba que creo que se te cayó un poco, ¿Alice te ha mostrado como dejó a Bella? ¿Cierto? Me dijo riendo desde arriba.
Bufé.
-¡No es mi culpa! –me defendí.
Un carro se detuvo frente la puerta y me paré del piano donde estaba sentado para recibir a mis invitados, en mi fiesta de mis eternos diez y ocho.
-¡Edward! –gritó Geraldine, la novia de Nahuel.
Era una vampira hermosa, como todas las de nuestra especie. Era de la estatura de Bella, medianamente baja, no tan flaca. Se le marcaban los hoyuelos en las mejillas que ocultaban gran parte de su rostro. Bueno, bromeo. Pero ¡es que son enormes! Tiene las mejillas más grandes que he visto, y he visto muchas.
Pero eso no le quitaba lo bonita, aunque nada llegaba a mi Bella, Nahuel había escogido bien.
-Hola, Gera –le saludé cuando se tiró encima de mí.
-¡Feliz cumpleaños! –medio gritó.
-Gracias –murmuré cuando se despegó de mí, Nahuel me extendió la mano al tiempo que empujaba contra mí otro brazo el regalo que me había traído.
-Feliz cumpleaños, viejo –Nahuel me sonrió, golpeando suavemente mi hombro. Me hice a un lado, dejándolos entrar.
Escuché las risas y gritos de mis hermanas, mi hija, mi madre y Gera cuando entraron a la casa, igual que los golpes y quejidos de mis hermanos y Nahuel.
-¡Estás gigante! –gritó Gera dándole una vueltecita a Nessie.
-Sí, lo sé –dijo mi hija con suficiencia riendo, mientras tomaba a Gera de la mano y la encaminaba a la sala, hablando algo que no quise escuchar.
-Que hermosa está la casa, Alice –alagó Nahuel dándole un beso en ambas mejillas.
-Gracias, que lindo –dijo Alice falsamente sonrojada, echándose aire en el rostro al tiempo que levantaba su pie izquierdo. Emmett rió.
-Cuidado, Jasper, que Nahuel llegó con todo –advirtió. Rosalie apareció de la nada y se quedó mirando a Nahuel, guiñándole un ojo.
-¡OH! ¡has llegado! –gritó dramatizando felicidad absoluta –Que perfecto, ahora sí soy feliz –dijo dándole besitos en la nariz y los ojos. Todos reímos ante la cara de Emmett, y aún más cuando llegó Geraldine de la nada.
-Nahuel Sebastián, ¿qué haces? –dijo alzando una ceja y cruzándose de brazos.
-Nada, mi amor, ella se me tiró encima –dijo alzando sus manos como cuando aseguras a alguien que no vas armado.
Fuimos caminando hasta la sala donde la gente se sentaba en sillas de plástico, ya que habían desaparecido los muebles (Alice), unos al lado de los otros.
-Cuéntame Edward, ¿cómo ha estado tu vida? –me preguntó Gera hablándome por encima del arreglo floral de la mesa de centro, me moví para verla.
-Yo estoy bien, Gera. ¿Y tú?
-Yo bien, perfecta –dijo sonriendo tomando el brazo de su novio.
Uhm, Edward… tenemos que decirle de Bella.Rosalie.
¿No le vas a decir de mamá? Nessie.
Creo que deberías comentarle... Jasper.
-¡Está bien! –grité exasperado. Todos me miraron.
-¿Pasa algo, Edward? –Carlisle me miraba frunciendo el ceño. Carraspeé.
-Nahuel, Geraldine. Las cosas cambiaron solo un poco durante su ausencia. Hemos… -inspiré –hemos encontrado a Bella, mi esposa.
Esperé un minuto.
-¡¿qué?! –fue el grito de la vampira.
-¿De qué rayos estás hablan? Ella está… -lo interrumpí.
-Viniendo hacia aquí para celebrar mi cumpleaños –terminé. Nessie empezó a hablar, tuvimos que prestar atención minuciosamente, ya que su necesidad de ser creída la obligaba a hablar más rápido.
-Nos la encontramos hace ya muchos meses. No es mi mamá, técnicamente hablando, no es una vampira. Se llama Isabela Newton, prefiere Bella igual que mi madre. Es una humana, físicamente, pero es una bruja. Mi madre vive dentro de ella, en su mente, no me miren así, es verdad, he hablado con ella. Todos hemos hablado con ella. Es una bruja que tiene a una vampira dentro, ¿no es difícil de creer? ¿Pero quien creyó que podía nacer y vivir siendo vampira? ¿Siendo mitad humana? Y que me iba a enamorar de un lobo, que el lobo se enamoraría de mí. ¿Quién creyó que los Vulturi eran incapaces de aceptarme? ¿Qué mis padres podrían ganarles? Pero miren, es posible. Al igual que es posible que mi mamá viva todavía, de algún modo.
El silencio se extendió en el aire, podía verlo en el rostro de Gera y Nahuel, nos creían.
El camión de Bella llenó el silencio, haciendo su típico sonido. Todos retuvimos el aliento, incluso Jacob. Alice subió el volumen de la música que sonaba, y escuchamos los pasos vacilantes de Bella subir las escaleras del porche. Mi hermana hiperactiva saltó hasta la puerta, yo me puse en pie.
-¡Bella! ¡Has llegado! –gritó Alice sonriendo, abrazándola.
-Ya, Alice. Solo hace una media hora nos vimos –dijo Bella riendo, nerviosa.
-Edward, llegó Bella –anunció mi hermana como si yo fuera ageno al hecho. Caminé hasta afuera.
Hermosa.
Divina.
Grandiosa.
¿Qué podía decir? Estaba perfecta.
Tal como la había visto en la visión de Alice, tan perfecta como lo había sido siempre, tan hermosa como cuando la conocí.
Ella llevaba entre sus manos un regalo envuelto. Me sostenía la mirada.
-Feliz cumpleaños, Edward –su voz fueron campanillas para mis oídos. Sonreí involuntariamente.
Ella avanzó hasta mí, cruzando su cuerpo con el mío, abrazándome como hacia millones de años, me parecía, yo había querido. La envolví en mis fuertes brazos estrechando su delicado cuerpo con el mío. Sintiéndome completo por primera vez en mucho tiempo.
Pero como nada nunca es perfecto, Alice interrumpió con un carraspeo.
-Espero que sea de tu agrado –dijo Bella extendiéndome el regalo, sonrojada hasta el cuello. Le sonreí y besé su frente.
-Todo lo que venga de ti, Bella –respondí, poniendo mi mano en su cintura, guiándola a la sala –Hay alguien… alguien que está aquí, unas personas que tú conoces.
-Swan, te refieres –dijo ella con soltura, asentí- ¿Quiénes…?
-¡¿Bella?! –Gera saltó entre los muebles, llegando frente ella.
-Geraldine –murmuró Bella luchando con sus sentimientos.
-Eres tú –susurró Nahuel acercándose desde atrás. Bella lo miró, confundida, alegre, nostálgica. Con lágrimas en los ojos.
-Nahuel –respondió.
-Eres… ¿eres tú? Me refiero, no sé. Nessie me dijo –automáticamente Bella miró a mi hija, luego inflando su pecho de aire asintió.
-Ella está dentro de mi cabeza, los escucha y los ve. Está feliz de verlos –dijo ella, tratando de ser diplomática, de ser educada.
-¿Puedo… abrazarte? –Geraldine estaba a punto de llorar, si era posible.
-Sí, claro –dijo Bella sonriendo tímidamente, abriendo sus brazos.
Nahuel se unió segundos después. El sollozo de dos mujeres se extendió. Haciendo que yo esbosara una sonrisa.
-Basta de nostalgia, es mi fiesta –pedí poniendo el regalo en el comedor. Nessie saltó hacia Bella.
-Viniste, pensé que no lo harías –dijo tomando su mano. Se sentaron.
Los invitados llegaron, uno por uno, y antes de las cuatro y media de la tarde tenía mi casa repleta. Pamela y Lucas (*), Nahuel, Geraldine, Bella, mis hermanos y mis padres, mi hija y Jacob. Todos sentados en mi sala, hablando como tal cosa, Bella reía con Pamela, quien le contaba como Lucas había tenido que comprarle tampones porque ella se quedó encerrada en el baño, Lucas contaba su versión de los hechos. Nessie reía, reía como hace muchísimo tiempo no lo hacía, me encantaba verla así. Jacob y mis hermanos hacían bromas.
-Toma –le extendí otro trago a Nahuel sentándome al lado de él. Miré a mi hija y a Gera que hablaban –Están felices de verse otra vez –apunté. Él asintió, mirándolas con devoción.
-Gera quería venir hace mucho tiempo, pero siempre surgía otra cosa –explicó tomando un sorbo. Miró el vaso –Es distinto a la sangre, sabe diferente, pero me gusta –tomó otro poco. Y me miró -¿Tú tomas? Digo, ¿te sabe a algo?
Me reí.
-Claro que sí, a lo que a ti te sabe el agua. No te quita la sed, pero es algo que pasa. De todas maneras tengo que tomar más de veinte litros de alcohol para que haga lo que le hacen diez a un humano –dije tomando del mío propio.
Miró hacia Bella disimuladamente.
-¿Cómo lo soportas? No es ella.
-Pero ella está dentro –repliqué mirando el cuerpo de mi esposa que estaba sentada frente nosotros.
-¿La has besado? –carraspeé.
-Sí, una vez. Hace mucho tiempo. Así fue cómo descubrí que ella estaba dentro –no había sido exactamente así pero era la idea. Él asintió.
-¿Y ella, me refiero a la bruja, cómo lo ha tomado? ¿Te deja estar con Bells?
-Hace todo lo que puede, pero no deja de estar en el medio. No es su culpa –me encogí de hombros.
-Ella también debe estar enamorada de ti –murmuró. Dejé de respirar, mirándolo como si hubiera dicho alguna cosa estúpida, como que el agua secaba.
-¿De qué hablas? ¡Claro que no!
-Eres ciego para ser vampiro, Edward –recriminó. Mirándome asombrado –Ella tiene a dentro a una mujer que muere por ti, que se sonroja cada vez que la miras, cada vez que la tocas, incluso aunque solo le hables tú sabes que tu esposa gira entorno tuyo. Eso afecta el cuerpo, no solo la mente, no puedes decirme que no lo sabes –dijo abriendo los ojos.
Me callé y giré mi vista hacia Bella. Ella alzó la mirada encontrándose con la mía, se sonrojó tiernamente y volteó hacia su interlocutor.
¿Podría ser?
-¡Hora de la torta! –gritó Alice desde la cocina. Todos se pusieron de pie y se rieron mientras Rosalie y Nessie me empujaban hacia el comedor.
Pamela y Lucas se fueron cuando el sol empezó a ocultarse, Carlisle tuvo que irse al turno de hospital que había cambiado hace una semana por irse de caza con Esme. Y Emmett y Rosalie no resistieron sus vestimentas, así que corrieron hasta algún lugar del bosque, a hacer sus cosas.
Nos encontrábamos sentados en la sala otra vez, Jasper, Alice, Jacob, Nahuel, Nessie, Geraldine, Bella y yo. En ese orden.
-¿qué han hecho? Más bien, ¿a dónde han ido? –le preguntaba Alice a Nahuel, pasando sobre la cabeza de Jacob.
-Fuimos a Francia, Bélgica, Alemania y el Medio Oriente. Es muy hermoso, deberías visitarlos –dijo Nahuel.
-Sí, claro, muy hermoso. ¡Les tuviste miedo a los camellos! –todos reímos.
-¿Y ustedes? –devolvió la pregunta Nahuel.
-Desde que se fueron dimos un tour por latino América, me encantaron sus playas –decía Jacob. Ese viaje había sido hace por lo menos cien años, o noventa.
-Sí, tiene buen clima –alegó Nessie.
-Yo nunca he salido de Washington –dijo Bella sonrojándose.
-¿Por qué? –inquirió Nahuel mirándola.
-Por dinero, ustedes los vampiros acumulan por montones. Los mortales no podemos hacer eso –se rió, pero no consiguió actuarlo.
-Tengo entendido que no eres humana –dijo Gera sonriendo cálidamente. Bella sonrió por dentro.
-Bueno, soy mortal, no dije humana. Puedo morir. Soy una bruja –explicó.
-¡Pruebalo! –incitó.
-Oh, por favor… -empezó Nessie.
-Dale, por favor, hazlo, Bella convéncela –se guindó de su brazos. Me imaginaba a Bella discutiendo por dentro.
-Por favor –me pegué.
-Dale, dale –se rió Jasper.
-Te quito la ropa –advirtió mi tan imaginativa Alice. Haciéndome pintar imágenes mentales.
-¡Por favor! –gritó Jacob.
-Vale, ¡vale! Pero me dejas mi ropa –dijo Bella señalando a Alice con el dedo. Levantándose del asiento.
|