¿Qué significa eso? ¿”Me va a cuidar de ti”? ¿Acaso yo era peligroso para mi razón de vivir? ¿Y quién era este aparecido que se creía con el derecho de cuidar a la mujer que yo amo?
Seguí a Bella rápidamente, luchando con el instinto vampírico de correr a velocidad normal para mí, y caminé detrás de ella. Ella no se percató. Pero solo entró a su siguiente clase. Tenía y se suponía que debía, entrar a la mía.
Me senté en mi puesto ausente a los demás, ni siquiera respondí las preguntas formuladas por el profesor, aun cuando podía leer su mente en busca de la respuesta.
Al llegar la hora del almuerzo corrí a través de la gente para encontrar a mi princesa en la puerta de la cafetería, ¡hablando con el mismo hombre!
-De verdad no tengo hambre –dijo Bella, su tono de voz me decía que no era la primera vez que lo decía.
-No me importa, vas a comer –dijo el muchacho. Comida, bienestar, bruja. Eran las únicas palabras que podía sacar de aquella mente.
¿Por qué no podía leerle la mente al muchacho? ¿Qué tenía de especial?
-Kevin, no me vas a obligar a nada, ¿te quedó claro? –le dijo Bella sonriente, pero la verdad quedó impresa en las palabras. Kevin suspiró.
-Está bien, pero en la casa no te salvas.
¡EN LA CASA! ¡¿EN LA CASA?! ¡Está viviendo con él!
-Isabela Newton, ¿podemos hablar? –llegué por detrás, por lo que ambos saltaron hacia atrás cuando hablé.
Vampiro, aléjate, protegerla fueron las únicas tres palabras que salvé del remolino de pensamientos por parte del hombre. ¿Vampiro? ¿Acaso él sabía de nuestra existencia? ¿Por qué? ¡Qué alguien me explique esto!
-Ella no tiene nada que hablar contigo –dijo Kevin pasando la mano derecha por la cintura del cuerpo femenino. El gruñido que salió de mi garganta me tomó desprevenido, pero no por eso lo evité.
-Le pregunté a ella –dije con ácido en la voz.
-No, Edward. Ahora no… hablamos luego –alcanzó a murmurar cuando Kevin la arrastró con él hacia dentro de la cafetería.
Tuve que hacer acopio de todas las fuerzas que tenía, sin poder evitar dar un paso adelante para alcanzar a la pareja de brujos que caminaba delante de mí. Tenía que dejarla, no podía haber nada, ella no era de mi propiedad por mucho que eso me doliera, tenía que dejarla, sí.
Eso era lo que pensaba para no salir corriendo y arrancarle el brazo por atreverse a tocar a la mujer que era mía… no, no, no era mía. Contrólate, Edward.
Contrólate me repitió Jasper, pasando delante de mí y palmeándome el hombro.
Caminé hasta la mesa donde mis hermanos, mi yerno y mi hija estaban sentados.
-¿Qué fue eso? –casi me ordenó Rosalie. Me senté sin hablar.
-Yo digo que él es un brujo –murmuró mi hija jugando con la manzana que llevaba en la mano.
-Yo también –concordó Jacob.
-¿Otro? ¿Aparte de los dos que vimos ayer? –dijo asombrado Emmett.
-Creo –respondió Nessie.
-La pregunta importante es, ¿qué hace aquí? ¿Por qué está con ella? –decía Jasper sentándose al lado de Alice, quien le hizo espacio en su silla.
-Está aquí para protegerla –respondí cortante. Todos me miraron. Me encogí de hombros –se lo pregunté, eso fue lo que respondió “porque va a cuidarme de ti” –hice una pobre imitación de su perfecta voz.
-¿De ti? ¿Por qué de ti? Tú no eres peligroso para ella –mi hija reprochaba soltando la manzana, enojada -¿Quién se cree? Tú eres su esposo, tú la amas, ¿cómo le harías daño? ¡Es estúpido! –dijo lo último lanzando sus manos al aire. Jacob intentó tranquilizarla, ya que yo pensaba exactamente lo mismo.
-Pero para ellos no es así, mi amor. Debe ser demasiado aterrador que un vampiro esté rodando por ahí, para mí lo era –explicó Jacob, mirándome fugazmente.
Recordé cuando para él yo solo era un chupasangres que no quería otra cosa que la sangre de la mujer que el amaba, ¡Cuánto debía odiarme! ¡Así como yo odiaba a Kevin en estos momentos!
-Deberíamos darle espacio –por fin Alice habló. El silencio reinó.
No la miré porque sabía lo que estaba pensando, y eso solo me ponía de peor humor. Pasé la mirada por la cafetería encontrándome con los ojos que quería ver.
Estaba sentada entre Pamela y Kevin, al lado de Pamela estaba su novio. Cuatro personas completamente “normales” teniendo un almuerzo normal, a unos cuantos metros de cinco vampiros, una semivampira y un hombre lobo. Algo… extraño, y diario.
Ella reía con algo que decían sus amigos, haciendo que sus ojos parecieran llenos de vida. ¿Hace cuanto que no la veía reír así? ¿Alguna vez la había visto reír después de encontrarla? No lo recordaba.
Pero Kevin la observaba tal como lo hacía yo.
Golpeé la mesa fuertemente, y sentí como crujía ante mi puño.
-¡Edward! Sé más cuidadoso –dijo Rosalie tratando de sostenerla en una pieza.
Me recosté al volvo plateado cruzando los brazos, Bella apareció por la puerta de entrada al estacionamiento justo un segundo antes que Kevin. Me acerqué con paso decidido hacia ellos, caminando tres pasos atrás cuando llegaron a la camioneta.
-¿Cómo está ella? –pregunté cuando evité que ella abriera la puerta del copiloto. Kevin me gruñó.
-Aléjate, vampiro –me volteé hacia él, le llevaba unos pocos centímetros.
-¿Quién eres tú? –mi voz fue despectiva.
Sentí el ambiente tenso, varios humanos se arremolinaban para observar mejor, empezaba a formarse especie de un círculo a nuestro alrededor.
-Alguien que no te la pondrá fácil –respondió. Lo miré de reojo y me volteé a Bella.
-¿Cómo está? –intenté imprimir cierta amabilidad en mi voz. Ella aspiró fuertemente y asintió.
-Bien –dudó por un segundo –dice que te quiere, te extraña –carraspeó.
-Dile que yo también –entorné los ojos, buscando la mirada de mi esposa, no la de Newton. Ella apartó sus ojos, sonrojada.
-Ella te escucha, Edward –me recordó. Asentí, y me volteé hacia el muchacho.
-Me parece que no hemos tenido la oportunidad de presentarnos –dije lentamente estirando mi mano –Edward Cullen –él miró mi mano, luego mi rostro, luego mi mano.
La repulsión nos llegó a los dos cuando colocó su tosca mano sobre la mía.
-Kevin Tersen –retiró la mano con asco.
-¿Qué eres? –lo miré a los ojos.
-Un brujo –respondió tratando de parecer natural. Miró a Bella –Nos tenemos que ir, dile a tu chupasangres que nos deje irnos –no me gustó para nada el tono de voz que utilizó. Pero la respuesta de Bella me dejó sin habla.
-No es mío, y no es un chupasangres, Kevin –dijo con fastidio, tocando mi mano temblorosamente para quitarla de la puerta del copiloto. No me miró a los ojos –Déjanos ir, Edward –me pidió. Me demoré un poco.
-¿Viven juntos? –fui directo al grano.
-Sí –respondió Kevin.
-No –respondió Bella al mismo tiempo. No lo miré siquiera –Es… él vive cerca, me deja de camino y me recoge. Pasa la tarde en mi casa… pero no vivimos juntos –respondió aun sin mirarme.
-Está bien –dije y alejé mi mano de la suya –Hasta mañana –suspiré y me alejé sin voltear a mirar al brujo.
De verdad que todo estaba hecho una… vida muy difícil.
Bella POV.
Me levanté del suelo adolorida, había dormido toda la noche en ese estúpido suelo por quedarme dormida.
Cuando me levanté me pareció sentir el olor de Edward por todo mi cuerpo, me arrojé sobre la cama no sin antes golpearme con la pata de la cama el dedo del pie, cansada todavía. Sin tan solo Edward estuviera allí para hacerme dormir con la nana con la que había soñado.
-Tonta, tonta –él nunca estaría allí, por lo menos no por mí.
<<Él siempre estará por mí>> me soltó Swan. Gruñí.
<<Cállate, por favor>> miré hacia la ventana, mientras me quitaba la ropa para meterme a bañar. ¿Acaso yo la había dejado abierta? Creí haberla cerrado. Swan saltó en mi cabeza << ¡Ha estado aquí! ¡Pasó la noche aquí! >> gritaba.
Envolví la sábana en mi cuerpo y corrí hacia la ventana a tiempo de ver un borrón blanco atravesar la espesura del bosque.
Mi corazón se infló considerablemente.
Me bañé y me cambié, pero al llegar a la parte baja de la casa me di cuenta que iba a tarde a clases. Me apresuré, saliendo sin desayunar, pero al abrir la puerta de la casa me paralicé.
Estaban Kate y Peter, acompañados de un hombre que estaba detrás de ellos, justo enfrente de mi cara.
-¿Qué hacen aquí? –casi grité.
-Buenos días para ti también, Bella –dijo sarcástico Peter. ME reí para mí misma y me hice a un lado para dejarlos entrar.
-Buenos días –me dijo Kate dándome un beso en la mejilla entrando en la casa. La siguió Peter.
El muchacho, que debía admitir estaba realmente hermoso, me tendió la mano.
-Kevin –dijo cuando estreché su mano con la mía.
-Bella –respondí sonrojándome.
<< ¿Sonrojada?>> Swan me reprochó.
<<Es tu cuerpo, no me culpes. Sabes que no lo puedo evitar>> le repliqué.
<< ¡Mi cuerpo! >> dijo indignada <<Ojalá>>
-Pasa –reaccioné y lo hice pasar.
Los cuatro nos sentamos en la sala.
-Lo siento por venir así, supongo que estabas de salida, ¿tienes que ir al colegio? –me preguntó Kate.
-Tener, como de tener… no, ¿Por qué? ¿Hay algo que quieran decirme? –miré a los tres alternadamente.
-Bueno, queríamos que te saltaras las clases de hoy, ¡por favor! –saltó Kate como una niña pequeña, me reí.
-¿Por qué?
-Porque queríamos hablar contigo, conocernos más –respondió Peter. Miré de reojo a Kevin, que me observaba fijamente.
-Él es mi hermano, Bella. Se llama Kevin, estaba de pasada y lo hemos traído para que se distraiga un rato –explicó Kate. Asentí sonriéndole, me devolvió una hilera de dientes blancos.
-Y… ¿vas a ir al colegio o no? –preguntó Peter mirando a su cuñado deliberadamente.
<< ¡Quiero ver a Edward! >> Me gritó Swan repentinamente asustada.
<<Estuvo aquí anoche hasta tarde, espera un rato, no te vas a morir>>
-No –dije dubitativa. Recordaba que ellos llevaban apenas dos semanas aquí, así que no se habían inscrito en el instituto -¿Por qué no… porque no se inscriben conmigo en el colegio? –solté mirando la mesa de centro.
-Eso estaba pensando –sopesó Kevin. Alcé la mirada.
Me gustaría tener a alguien allí, que supiera lo que pasaba en mí, que me comprendiera realmente. Y sentía que él podía hacerlo.
-Yo no me sentiría cómoda con tanto vampiro cerca.
-Puede entrar solamente Kevin, Kate. Él podría cuidar a Bella –el doble sentido de sus palabras creo que fue captado por todos.
<< ¡Ahora te quieren emparentar con ellos! Qué bonito, yo con un brujo, ¡soy vampira! >> gritaba Swan. Últimamente me estaba hartando.
-Sí, suena lógico –admitió Kevin, sonriéndome. Me sonrojé y miré a otro lado.
<< Oh, por favor. ¡Es un chiquillo! >>
-¿Cuántos años tienes, Kevin? –le pregunté para acallar a Swan.
-Diez y nueve –respondió un poco confundido.
<<Es un año mayor que nosotras>> le dije triunfante con una sonrisita en el rostro.
-Entonces, ¿me van a contar porque vinieron así a mi casa? –pregunté.
-Es que… bueno, estábamos aburridos. Y no consideramos el instituto tan importante, y Kevin está de paso y pues tú sabes, una cosa llevó a la otra, y no conocemos a nadie mas aquí –explicaba Kate. La detuve.
-¿Quieren quedarse un rato y hablar? –atiné.
-Sí –dijo la pareja, miré a Kevin sin evitar sonrojarme.
-¿Y tú? –él asintió mirándome directamente a los ojos.
<< ¿¡Qué hiciste!?>> Me gritaba Swan mientras subía las escaleras a mi cuarto, después de cerrar la puerta principal y despedirme de mis amigos.
<<Les conté mi vida>> dije tranquila, un poco fastidiada de ella.
<< ¡Le contaste de mi! >>
<<Solo a Kevin>> repliqué. Recordando cómo era capaz de confiar en una persona que vagamente conocía.
<<Él se los dirá a ellos, ¿no lo entiendes? ¡No eres su amiga! ¡No eres nadie para él! >>
<<Yo sí creo en él, sí me creo su amiga>>
<< Pero él no, Newton. Por Dios, ¿qué hiciste? >> renegaba para sí misma, pero yo no estaba para escucharla.
La ignoré todo el camino a mi cuarto, mientras me daba una ducha y me cambiaba, hasta que entendió la indirecta y se rindió.
<<Solo espero ver a Edward mañana, por favor, hazme ese favor>> me dijo antes de quedarse callada.
Edward POV.
¡Si mi vida era difícil antes, ahora lo es más!
Hace un mes que Bella estaba con Kevin, o debería decir Kevin estaba pegado a Bella como una garrapata, peor que una garrapata. ¡No se le despegaba! Se estaba tomando muy en serio eso de “perro guardián” gruñía y todo cuando me acercaba a menos de dos metros.
Pero eso no evitaba que hablara con Bella, con ambas. Había ido con Alice, Jacob y Nessie a su casa, exclusivamente a pasar tiempo con ellas, a hablar. Pero él siempre estaba ahí.
Incluso el primer día se interpuso entre nosotros cuando quise saludarla, casi el arranco la cabeza, pero no sería caballeroso.
De todas maneras se lo merecía, ¿Qué parte de “ella es mía” no había entendido? Está bien, no se lo había dicho directamente, pero no se necesitaba ser adivino para saberlo. Estaba claro que él conocía toda la historia, me refiero a mi esposa atrapada dentro de ese cuerpo, y debía saber que ese cuerpo por ende me pertenece a mí. ¡Es regla general!
Entonces, ¿Por qué la abrazaba como lo hacía? ¿Por qué la miraba como yo la miraba? ¿Por qué sus pensamientos se llenaban de celos cuando yo me acercaba?
Y todavía era peor el hecho que Bella no fuera indiferente ante ese pequeño efecto.
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Chicas! Aww gracias por los comentarios, dense las gracias a ustedes mismas, por los comentarios es q escribo y escribiré más rapido de lo q lo hacia jaja (: verlas entusiasmadas me entusiasma ;)
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