Rosalie’s POV
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-Hija, ¿dónde estabas? – preguntó mi padre al verme asomarme a la puerta de entrada.
-Salí a dar una vuelta, es todo.- respondí sin ganas.
Entramos de nuevo al edificio y tuve que evitar respirar por un momento. El olor a fármaco me hacía olvidar el dulce aroma de Emmett. Algo me ocurría con mi héroe que ya no era más un desconocido. Tenía nombre y apellido. Incluso si yo quisiera podía ir a buscarlo. Sabía mas o menos donde trabajaba. “Pero que estás pensando Rosalie” – me reté a mi misma. La noche pasada mi novio resultó ser un mounstro y yo empezaba a sentir cosas ahora por un tipo que apenas llevaba conociendo doce horas. Las peores doce horas de mi vida.
-Rosalie querida…¿te sientes mejor? – mi ex futura suegra me hablaba dramáticamente.
-Si… estoy bien.
-¡El joven King despertó! – una enfermera salió de la habitación dando la peor noticia, para mí al menos. Todos a mi alrededor reían aliviados. – Sólo pueden pasar de a uno. Él pidió si podía ir primero la señorita Hale.
Todos se me quedaron mirando pero yo estaba intacta en mi lugar. El corazón se me achicó y el miedo me dominó. ¿Cómo iba a entrar después de todo lo que pasó anoche?
-Rosalie, ¡niña! No te quedes ahí parada y ve a ver a tu novio. – mi madre para variar.
Caminé lentamente rogando porque algo pasara y este encuentro nunca se llevase a cabo. La enfermera se hizo a un lado para darme paso a mi negro destino. Cada paso que di estaba lleno de temor. Sabía que no podía hacerme nada pero él ya no era el príncipe en el cual yo confiaba mi vida. Él ahora era un mounstro.
Me adentré en la habitación y la enfermera cerró la puerta tras de mí. Me di vuelta bruscamente ya que cada ruido pudo haberme provocado un infarto debido a la tensa situación. Entonces vi la cama, y en ella al maldito. Sentí rabia por él. Tenía grandes contusiones en todo el rostro y múltiples vendajes en el cuerpo. Sus ojos estaban entrecerrados pero me miraban fijamente. Me acerqué con lentitud estudiando cada moretón de su rostro. Ellos me recordaban a Emmett.
-Rose…- susurró Royce.
No pude decirle nada. Mi silencio fue incluso tormentoso. Si abría la boca, todos mis modales de años de preparación se irían al demonio.
-Ey, Rose… linda dime algo…- su tono era sarcástico incluso en su estado.
-¿Qué quieres que te diga? ¿Qué no te mereces esto? Pues déjame decirte que si… Lo mereces y tienes suerte de estar vivo. – saqué valentía y le dije lo que pensaba. Por primera vez en mi vida decía lo que realmente yo quería.
-Vamos muñeca, tu sabes que lo de anoche fue sólo un juego…- se rió para luego quejarse del dolor. Y entonces yo me reí de su sufrimiento.
-Me das asco – le lancé.
-Tú a mi me provocas otras cosas – dijo de forma asquerosa. – No veo la hora de estar casados. En cuanto me recuper—
-¿Qué? – intenté no levantar la voz - ¿Tú piensas que aún quiero casarme contigo? – reí irónicamente.
-Por supuesto. Eres la novia de Royce King II.
-Ni aunque fueses el rey de Inglaterra me casaría contigo. – intenté controlarme.
Sentí unas ganas enormes de pegarle alguna cachetada, como la que él me propinó, pero ya mi desconocido favorito se había encargado de desfigurarle el rostro a combos y patadas.
-Ojalá te quedes acá para siempre…- le lancé dándome vuelta para largarme.
-Vuelve a verme querida… - dijo sarcásticamente – Por cierto… Llama a los policías… quiero declarar el aspecto del tipo aquel… Ese bastardo…
Eso fue la gota que rebalsó el vaso. Me di la vuelta y caminé en su dirección. Puse mi mano con presión sobre su costilla rota. Él lanzó un grito ahogado apenas audible para los de afuera.
-Ni se te ocurra declarar en contra de él. – amenacé haciendo más fuerza – Si tu lo describes y mandas a perseguirlo, yo declararé ante toda la sociedad la clase de patraña que eres…
Solté mi mano de su costilla. Su cara de dolor era impagable. Hace dos días atrás no hubiera pensado si quiera en hacer alguna amenaza así. Él con su actitud había roto mi inocencia, mi burbuja. Me sentía como una presa en la jungla, que si no me protegía yo misma, no sobreviviría.
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