DISCLAIMER: Los personajes le pertenecen a la grandiosa Stephenie Meyer... ¡la admiro tanto!... okz okz... yo solo plasmo las ocurrencias de mi mente y juego con sus personajes.
BELLA POV
Así como mi vida pasó de ser aburrida, infeliz, solitaria; a una llena de dicha y casi perfecta gracias a un diminuto objeto, muy preciado para mí, pero insignificante para los demás, mi cuaderno de historias; ahora, gracias a él también, mi vida se convirtió en un calvario, donde sufría a cada momento, porque a pesar que algo me decía que lo que estaba haciendo no tenía futuro, lo hice, me arriesgué. Y a dónde fui a parar… a la vida más miserable y haber pasado por la mayor humillación de mi vida y nada más y nada menos que por la familia del amor de mi vida… de Edward.
Debí haber hecho caso a esa voz; de esa manera, no estaría postrada en una cama, en un hospital. Pero por más que le doy vueltas y repaso todo lo sucedido, no puedo arrepentirme lo que vivimos Edward y yo durante unos 2 hermosos días… los más felices de mi vida. Pero claro, mi felicidad nunca dura tanto y ahora me sentía como la mujer más idiota del mundo por creer que una relación como esa funcionaría. Siempre existirá algo que nos separe… y sufriría mucho. Sería tan fácil dejarlo todo, rendirme y huir como una cobarde… volver a mi vida monótona y rutinaria. Pero una fuerza, de la cual desconocía su procedencia, impedía que haga eso.
Quería aclarar mis pensamientos… tomar decisiones, quería estar sola. Pensé estarlo al despertar, pero no. Edward estaba ahí. No sabía si la razón de su presencia era para decirme lo que ya sabía, que un futuro juntos no existe, o si en verdad quería estar siempre conmigo, sin importarle el mundo que nos rodea. Quería creer las palabras que me había dicho, pero era difícil. Yo no conocía a ese Edward que él me mencionó en algún momento, no; yo conocía al patán, egoísta, libertino y malditamente guapo. Estaba extrañamente enamorada de ese ser frío; y que de un momento a otro él mismo me diga que siempre había fingido ser esa persona y que en realidad era otra, me tenía confundida. Y más aún con lo sucedido hace unas horas.
Llevaba media hora repitiéndole lo mismo, que se vaya, que quería estar sola, que no quería verlo; pero él no hacía caso a lo que le pedía y permanecía en su puesto. Una parte de mí, quería abrazarlo y besarlo… dejar que me consuele, que me diga palabras tiernas, que me haga creer que sí existe un futuro para nosotros; pero otra parte de mí, me decía que me negara a todo ello, que un “nosotros” no tenía ni pies ni cabeza. Ya no sabía qué pensar.
-No me iré, Bella. Me escucharás quieras o no… por favor, entiende… no puedo permitir que un malentendido acabe con nosotros… no quiero, y no lo voy a hacer. Quiero estar contigo, quiero amarte, quiero que esto que siento por ti crezca cada día más y más y quiero vivir una vida plena contigo… juntos. Y si para ello nos tenemos que ir al fin del mundo, o vivir en lo más recóndito del planeta, lo haré. Lo que sucedió…- ¡suficiente!
-¡No! No quiero escucharte y no lo voy a hacer.- cerré fuertemente mis ojos y tapé mis oídos como una niñita… no me importaba, con tal que se vaya.
Al abrir mis ojos, Edward ya no estaba. Se había ido. Me había dejado… como yo se lo pedí. Pero, en realidad, no era eso lo que yo quería. Yo quería… ya no sabía lo que quería… mi cabeza era un desastre, un caos. No podía pensar.
No sé cuánto tiempo me quedé mirando a la nada, con la mente en blanco. Pero de un momento a otro, la puerta de mi habitación se abrió y entró Edward. Traía consigo unas bolsas en una mano y en la otra, un hermoso ramo de flores… rosas y tulipanes.
¡Solo quiere confundirte! No dejes que lo haga…
¡No! Está siendo tierno contigo… quiere demostrarte cuánto te ama…
Mis pensamientos se contradecían… me sentía mareada. Mis ojos se cerraban poco a poco. Me sentía cansada, débil. Mi cabeza cayó hacia atrás, sobre la almohada.
-¡Bella!... ¿te sientes bien?... ¿te duele algo? ¿Necesitas algo?... Bella, cielo, respóndeme… llamaré a una enfermera.
-¡No!- lo tomé del brazo, lo cual hizo que sintiera esa corriente que siempre aparecía cuando nos tocábamos- No es necesario… solo me siento algo débil.
Edward cogió mi mano, que seguía sobre su brazo, y la rodeó con las suyas.
-Lo imaginé. Debido al incidente sucedido, no comiste nada en toda la tarde. Fue por eso que salí un momento y te traje algo de comer.- se paró y trajo las bolsas que tenía cuando entró a la habitación- Mira, es comida italiana, tu favorita- ¿cómo sabe que…- bueno, eso es lo que decía una de tus historias.- claro, mi cuaderno.
-Te lo agradezco, pero no necesito que me hagas ese tipo de favores. Pude haber llamado a una enfermera y pedirle que me traiga algo. No es tu obligación hacerlo. Además, como te dije hace un momento, quiero estar sola. No…- me interrumpió… como siempre.
-Bella, por favor… mira, si así lo deseas, no te hablaré de lo sucedido hoy, pero no me alejes de ti… por favor… no lo hagas- me miraba con esos ojos que hacían que cediera a cualquier cosa que él me pida- Quiero estar contigo, quiero acompañarte… y no me iré. Te lo ruego, Bella, entiéndeme, no quiero dejarte ir y no voy a permitir que esto nos separe. Si me dejaras que te cuente lo que sucedió después de que…
-Dijiste que no me hablarías de ello hoy… no quiero escuchar nada referido a ese tema.
-Está bien, Bella- dijo suspirando. Sacó la comida y la sirvió en unos platos que también había traído.- Bueno, entonces, ¿qué te parece si cenamos, antes de que duermas? No está bien que pases casi todo el día sin haber comido lo suficiente.- Se puso de pie y trajo la charola que estaba sobre una especie repisa en uno de los rincones de la habitación.- Ok, hay panzerotti a la romana de entrada; lasaña y ravioles de fondo; y tiramisú de postre.
-Te dije que no era tu obligación traerme todo esto… además, no ten…- un sonido muy familiar interrumpió mi discurso… ¡maldito estómago!
-Al parecer, tu estómago no piensa lo mismo. Vamos, esta no es una obligación para mí. Es algo que quise hacer. Tú nunca eres una obligación para mí, Bella.- ahí va de nuevo…
-Uhm, bueno… no supondrás que me coma todo eso, ¿verdad?- le dije para desviar la dirección de sus palabras.
-Ehh… bueno, es que… quería aprovechar para comer yo también… si no te molesta, aquí contigo.- me dijo nervioso.
-Supongo que… no hay problema.
Comenzamos a comer. La comida estuvo deliciosa… y qué decir del tiramisú. Lo amo!
Una vez que terminamos, Edward se dispuso a retirar la charola de la cama y ordenar las bolsas. Hecho esto, se sentó en un pequeño mueble al costado de mi cama… y se quedó allí, mirándome. Luego, se fue acercando poco a poco.
-Tienes algo en tu…- me dijo señalando sus labios.
-¿Qué? ¿Dónde? ¿Qué es…?- fue lo único que pude decir. Mi mente y mis ojos no querían dejar sus carnosos y sensuales labios.
-Es… es… déjame…- acercó su mano derecha y retiró lo que supuestamente estaba a un costado de mis labios. Supuse que era un resto de la comida.
Edward no alejó su mano… al contrario, abarcó toda mi mejilla y la empezó a acariciar. Ese toque hizo que mis ojos automáticamente se cerraran.
-Bella…-susurró.
Me alejé. ¡Demasiada proximidad!
-… Será mejor que me duerma… estoy… cansada.
Él no dijo nada más. Me recosté e intenté dormir, pero la cama no era nada cómoda. Antes, por la anestesia no había sentido nada, pero ahora que estaba consciente, la cama se me hacía muy dura. Por más que me movía, no encontraba la forma de dormir plácidamente. En una de esas, que trataba de encontrar una posición, me di cuenta que Edward seguía sentado en el mueble… no se había ido. Pensé que cuando me recosté y le di la espalda, se había retirado, pero se quedó ahí.
-¿Qué haces aquí? ¿No tienes que regresar a tu casa? ¿No duermes?
-Claro que duermo… y eso lo sabes muy bien- sentí cómo empezaba a ruborizarme- pero para eso no necesito irme… Me quedaré aquí, esta noche, o las que san necesarias hasta que te den de alta.
¿Qué fue lo que dijo?!... No… creo que escuché mal… definitivamente… escuché mal!
-¿Qué… qué dijiste?... Es que creo que no te oí bien- le dije, sintiendo pánico porque me diga que lo que escuché es correcto y ansiando que me diga que es todo lo contrario.
-Bueno, si lo que escuchaste fue que me quedaré aquí hasta que salgas del hospital, es correcto… No me iré, Bella. Así tenga que dormir en esta pequeña e incómoda silla, estaré aquí contigo.- me dijo con voz segura, como haciéndome entender que haga lo que haga, no lo convenceré de que cambie de opinión.
-Pero… pero… tú no puedes… yo no quiero que te quedes…-le dije tartamudeando.
-No, Bella. Te estás negando algo que sabes que sí quieres. Tu boca dice algo, pero tus ojos la contradicen. Tus ojos no me engañan, Bella. Y cuando llegue el momento en que te des cuenta de lo que estás haciendo, aclararé todas las cosas contigo… tengo mucha paciencia y sabré esperar.- me dijo muy pagado de sí mismo.
¿Mis ojos? ¿Qué rayos…? ¡¿Cómo puede una persona conocer a otra en 2 cortos días?! ¡Maldición! ¿Por qué me haces esto Dios?... ¿Qué hice para merecerlo?
Será que Dios te ama tanto que te está regalando otra oportunidad… ¡No! Esa voz de nuevo…
-Edward te ama, Bella… escúchalo
-No, no lo escuches… solo te causará más daño
-No escuches esa voz, Bella… escúchame a mí
-No, Bella… escúchame a mí… tengo la razón
-¡No!... yo…
¡Basta!... por Dios!! Me estoy volviendo loca… ¿será que soy esquizofrénica?... Mejor me duermo. Ignoraré la presencia de Edward… y si mañana amanece con un fuerte dolor en la espalda, pues bien hecho… se lo merece.
Calmando los sentimientos que se arremolinaban en mi interior y preparando mi expresión más fría posible, me dispuse a responder a lo que me había dicho Edward.
-Bueno, como quieras… si te quedas o te vas, no me importa… Buenas noches.- le dijo cortante.
-Que duermas bien, cielo. Y recuerda, aquí estaré siempre- me respondió usando su voz dulce y tierna con la que me había hablado durante los 2 días que permanecimos en mi casa.
No le respondí. Le di nuevamente la espalda y me tapé el cuerpo completo con la cobija, incluyendo mi rostro. Me movía de un lado para otro, tratando de entrar en la inconsciencia del sueño, buscando al ahora maldito Morfeo porque cuando más lo necesitaba, desaparecía.
-Esa cama no parece muy cómoda que digamos.- comentó Edward. Sin voltearme, le contesté.
-No, no es incómoda- mentí- es solo que… uhm… no tengo sueño.- ¡Qué maestría tienes en el arte de mentir, Bella! ¡No sabes cuánto admiro eso de ti!
-Claro, como tú digas… Tal vez, pueda llamar a Carlisle y pedirle que te cambien a una habitación más confortable… a una privada.- me dijo como quien no quiere la cosa.
-Ni se te ocurra- le dije fingiendo estar adormilada- y ahora cállate que ya me está entrando el sueño.
Ya no volvió a hablar. Después de un largo rato de intentar dormir, lo conseguí. Y me arrepentí de hacerlo, porque la pesadilla comenzó.
EDWARD POV
Después de charlar…bueno… discutir con Bella, por fin se quedó dormida y para desdicha mía, se había tapado completamente el rostro con la cobija. Y yo que había tenido ganas de ver su pacífico rostro mientras dormía.
Esta situación estaba siendo más difícil de lo que creía. Por más que trataba de que Bella me escuchara, ella se negaba rotundamente. Era tan testaruda y me soltaba esas palabras tan frías, que de no haber sido por los sentimientos que transmitían sus bellos ojos, ya me hubiera rendido y hubiera dado por perdido lo hermoso que tuvimos en los 2 días más felices de mi jodida vida.
Mientras fui a comprar la comida para Bella, y de paso para mí, hablé con Carlisle. Me dijo que Alice se había tratado de comunicar con el padre de Bella, pero que no lo había encontrado en la comisaría de Port Angeles cuando llamó. Le habían dicho que estaba resolviendo unos problemas fuera de las oficinas. Alice les dejó el recado y les dijo que se lo entreguen apenas llegue el señor Charlie, que era urgente que vuelva a Forks lo más antes posible. Hasta ese momento, no había recibido respuesta, pero tal vez Charlie ya estaba en camino. Tal vez, no esperó que le dijeran más y salió rápidamente de regreso a Forks.
Por otro lado, mi madre no paraba de mandarme mensajes para saber cómo estaba Bella. Había optado por los mensajes de texto al no recibir respuesta mía cuando me llamaba. Aún seguía enfadado con ella. No entendía cómo rayos pudo creer a una desconocida y no a su propio hijo. Me había decepcionado y sabía que no la perdonaría fácil lo que hizo. Toda la situación me tenía a punto de explotar; pero, eso cambiaba cuando pensaba en mi Bella. Podía tener a todo el universo encima, pero el desprecio y frialdad me hacían sentir el hombre más miserable del mundo. Ella era la única que me podía causar el mayor de los daños. Me dolía la actitud que tenía conmigo y deseaba con todo mi ser que eso cambiara. Más aún, me había prometido que haría hasta lo imposible porque eso cambie. Y lo lograría.
En fin, aquí estaba tratando de encontrar una posición para dormir los más cómodamente posible en una destartalada silla. Cerré los ojos y traté de encontrar el sueño contando ovejas, pero de pronto escuché un quejido.
Era Bella. Se había movido de tal manera que había descubierto su rostro y su cabella estaba desparramado sobre este. A pesar de ello, pude notar que su ceño estaba fruncido. Estaba soñando. Murmuraba cosas ininteligibles, pero tal vez si ponía más atención, podría entender lo que estaba diciendo. Me acerqué más a la cama y me dispuse a oír.
-No… Edward… ¿Por qué?... si… yo te amo… ¿Por qué… me dejas? – murmuraba bajito Bella. No soportaba que el protagonista de su sueño… más bien, pesadilla, fuera yo. Me lo merecía. Yo tenía la culpa de todo. Debí imaginar que como la arpía que es, Tanya no se quedaría de brazos cruzados una vez que la dejé. Debí haber sido más cuidadoso. Ahora, mi ángel estaba sufriendo por mi culpa. Quería poder consolarla, acercarme a ella y echarme a su lado y decirle que todo está bien, o que al menos, estará bien, porque de eso estaba seguro… todo saldrá bien. Pero no sabía cómo reaccionaría ella si se despertaba y me encontraba en la cama abrazándola. No quería que me volviera a botar o decirme que me quería lejos de ella. Cada vez que pronunciaba esas palabras, me dolía en lo más profundo de mi ser.
-No… ¿Tanya?... no, no te vayas… Edward… ella no te quiere… no… sí tenemos futuro… lo sé… no me dejes… no… no- su voz se iba elevando y eso me preocupaba… qué importaba si se molestaba… tenía que hacer algo… no la podía ver sufrir ahí, llorando y pataleando en esa cama.
Sin más, me acerqué a la cama, me recosté a su lado y suavemente la envolví en mis brazos. Definitivamente, la cama no era nada cómoda. Pero, no importa. El solo estar a su lado, me llenaba de una paz incomparable. La apegué más a mi cuerpo y traté de calmarla.
-Shh… no pasa nada… estoy aquí, cariño… no voy a dejarte… nunca…- le decía limpiando sus lágrimas. Poco a poco su llanto fue menguando y ya solo salían sollozos de sus labios. Su ceño ya no estaba fruncido y de un momento a otro, se aferró a mí fuertemente y se acurrucó en mi pecho. Eso me hizo sentir inmensamente feliz. Yo hundí mi cara en sus cabellos y aspiré su delicioso aroma.
-Nunca te vayas… Edward… nunca me dejes…- susurraba. Pensé que se había despertado, pero al mirarla, vi que aún dormía.
-Siempre, Bella… siempre estaré contigo… nunca te dejaré… lo juro.- le empecé a tararear una melodía que se originó extrañamente en ese momento y poco a poco se fue tranquilizando y se durmió en pocos minutos.
Eran las 10 p.m. Definitivamente, tenía que llamar a Carlisle para que trasladaran a Bella, ahora mismo. Esta cama me iba a causar un dolor inmenso en la espalda y qué decir a mi Bella. Tenía que solucionarlo. Saqué cuidadosamente mi celular de mi bolsillo y le marqué a mi papá.
-Edward… ¿qué sucede? ¿Bella está bien?- contestó rápidamente Carlisle, al primer timbrazo.
-Sí, papá. Ella está durmiendo.- susurré, para no despertarla.- ¿Aún estás en el hospital?
-Sí… ¿por qué susurras?... ¿qué sucede?
-Bueno, lo que pasa es que Bella empezó a tener pesadillas y… pues… me di la libertad de apaciguarla y ahora estoy recostado a su lado… pero bueno, te llamé porque quería pedirte un favor.
-Ok… dime.
-La cama de la habitación de Bella es bastante incómoda, especialmente dura. No quiero que ella mañana amanezca con dolor de espalda. Por eso quería saber si la podemos trasladar a una habitación privada.- le solté rápidamente.
-Sí, está bien. Me parece una buena idea. Solo déjame ver qué habitaciones están disponibles y en unos minutos empiezo los trámites para el traslado.
-Ok. Muchas gracias, papá.
-Es lo que menos puedo hacer por esa muchacha, hijo… Bueno, dentro de 5 minutos te llamaré. Adiós.
-Adiós, papá y gracias nuevamente. Digamos que yo tampoco quiero amanecer con el cuerpo adolorido.- mi papá rió.
-Lo sospechaba. Te llamo en un momento.- y colgó.
Mientras esperaba, abracé con más fuerza a Bella y disfruté el contacto de nuestros cuerpos. No se me escapaba que ella solo llevaba un camisón muy delgado tapando su hermoso cuerpo. Podía sentir sus pezones presionarse contra mi pecho. Justo cuando mi mente empezaba a volar, mi padre llamó.
-Hijo, ya está hecho el trámite. Estamos yendo hacia la habitación para iniciar el traslado.
-Ok, padre. Gra…
-Ya deja de decir gracias, Edward… me desesperas…- quería reírme ante su reacción, pero me aguanté. No quería despertar a Bella- ¡Por Dios! Eres mi hijo, haría esto y mucho más por ti
-Está bien, papá. Te espero.
En menos de 2 minutos, Carlisle llegó acompañado por 2 enfermeras que llevaban una camilla, supongo que para trasladar a Bella. Pero ella seguía aferrada a mí. Tenía apretado mi polo en sus puños y yo no iba a permitir que la levantaran. Así que me dispuse a tomarla suavemente y la cargué al estilo novia. Esa última palabra me llevó a imaginar una situación distinta, donde ella llevaba un vestido blanco hermoso y yo la cargaba de igual forma que lo hacía ahora. Sonreí ante eso.
Mi padre me indicó dónde dirigirme y fui hacia allá. Una enfermera se encargó de llevar el suero y la otra algunas cosas que Alice había traído para Bella, cosas como un cepillo de dientes, una pasta dental, cambios de ropa, jabón, etc. No sé qué tanta cosa más había puesto en esa maleta, pero parecía como si en vez de contener utensilios para una persona que está en un hospital, era para una persona que se va de campamento.
Llegué a la habitación, donde ya se encontraba mi padre y una enfermera más ordenando las cosas para que Bella se asiente en el cuarto. Me adentré sin perder de vista a Bella, quien seguía durmiendo plácidamente. Abrieron las cobijas y deposité a Bella bajo estas. Al querer separarme, ella se aferró más aún a mi polo y no me dejó ir. Empezó a fruncir nuevamente el ceño, así que decidí recostarme junto a ella.
-Bueno, hijo, los dejamos. Espero ahora sí puedan dormir bien.- me dijo mi padre.
-Eso ni lo dudes, Carlisle. Buenas noches.
Él y las 3 enfermeras salieron silenciosamente, dejándome con mi Bella. Era genial estar así con ella, abrazados, pero me sentía incómodo con mis zapatos puestos y todo eso. Por ello, me saqué cuidadosamente las zapatillas y sin hacer ruido las dejé en el suelo. Igualmente hice con mis jeans. Quedé en bóxers y mi polo. Estaba seguro que mi pobre prenda estaría tan estirada la mañana siguiente que la tendría que desechar. Pero no me quejaba.
Ahora sí, podía cubrirme con las cobijas y dormir, nuevamente, con Bella. Estaba a punto de quedar en la inconsciencia cuando sentí cómo Bella colocaba una de sus piernas sobre mis caderas, rozando tentativamente mi miembro. ¡Dios, dame fuerzas! Me contuve y traté de tranquilizarme con el aroma de sus cabellos. A los pocos minutos, quedé profundamente dormido.
Estaba seguro que esa mañana sería distinta. Esta situación cambiaría. Tenía esa esperanza.
Holaaa, chicas... k tal? les gustó??? cómo va hasta ahora el fic??? bien??? spero k sí esté siendo de su agrado.... wenooo creo k akí ya hubo reconciliación... k dicen??? hahaha... digamos k esto es solo el comienzo... y créanme k su odio contra Tanya irá en aumento abismalmente... ya lo verán... pero recuerden... es odio a Tanya, no a la autora okz plizzz a mí no m odien... nos leemos prontito adiosssssss--
Lyhaane.
|